miércoles, 17 de noviembre de 2010

El proyecto republicano


Que gran parte de nuestra ciudadanía se encuentra cada vez más escéptica ante la política es un hecho manifiesto. Y, si contemplamos el espectáculo que últimamente se nos ofrece, no es de extrañar tan penosa situación. Ante la actual crisis nos encontramos, por una parte, con un Gobierno que, carente de iniciativa, no dictamina más medidas que aquellas que le son dictadas por los grandes mercados financieros y sus directivos, altamente perjudiciales para la mayoría de la sociedad y contradictorias con la ideología que dice profesar. Por otra, una oposición, la del PP, que critica implacablemente dichas medidas, pero que no ofrece otra alternativa que no sea la de reducir impuestos y, consiguientemente, dañar aún más a los trabajadores y clases medias, disminuyendo los servicios sociales.


Ya antes, año tras año, venimos asistiendo a debates parlamentarios en los cuales, bajo el reinado de un bipartidismo impuesto y nada representativo, la política parece quedar reducida a la confrontación entre PSOE y PP con discursos, que, en gran medida, se limitan a un intercambio de reproches sobre quién lo hace hoy mal o lo hizo peor en pasados tiempos. Y así, cuando las acciones de protesta, como la última huelga, son convocadas, hemos podido oír a más de uno que no participa “porque ello no sirve de nada”.

Ahora bien, si queremos diagnosticar la última raíz de nuestro evidente malestar político, yo diría que se sitúa en la falta de un proyecto histórico que atraiga el interés popular. Y, sin embargo, este proyecto capaz de abrir un futuro mejor ha existido y sigue alentándose bajo el actual reinado de la mediocridad oficial. Es el que representó la II República y que fue criminalmente yugulado. Aunque siguió vivo en la oposición a la dictadura, para naufragar, desdichadamente, en las componendas de la Transición.

La II República española, en efecto, no significó sólo un cambio en la concepción de la Jefatura de Estado, al sustituir la arcaica forma de transmisión por herencia sanguínea de las monarquías –con una monarquía, además, corrompida y decrépita– por una Presidencia democrática. Constituyó el esfuerzo, aupado por el mundo de una floreciente cultura y por las masas históricamente relegadas, de acometer los grandes problemas que, bajo el poder de las clases dominantes, venía arrastrando nuestra vida colectiva. Heredaba tal empeño la larga crítica del anquilosamiento español realizada desde el siglo XIX por la intelectualidad innovadora, por los movimientos obreros y feministas, por los nacionalismos.

Y, al llevarlo a la práctica, se atacaron males ancestrales. Por ejemplo, el abandono de la enseñanza pública en la vieja política, mediante la creación de 13.570 escuelas en dos años y la mejora de la situación de los maestros en ingresos, en dignidad y en la atención a su formación. Se trató de remediar la injusta distribución de la tierra mediante la Ley de Reforma Agraria. Se proclamó rotundamente la soberanía de un Estado laico frente a la retardataria gravitación del poder eclesiástico sobre nuestra historia. Se concedió a las mujeres el derecho al voto, conquista que todavía se encontraba inalcanzada en otros países democráticos. Y se abrió paso a las reivindicaciones nacionales a través de los estatutos de autonomía.

En otros ámbitos, se prosiguieron y culminaron avances ya emprendidos en el despertar de nuestra sociedad, en el florecimiento cultural que, desde la mitad del siglo XIX, se había ido produciendo en literatura, en ciencia, en arte, en teatro. Y se llevó la cultura a los pueblos en las Misiones Pedagógicas, en La Barraca, en el Teatro Proletario. Y, de un modo decisivo, se asentó una vida pública basada en la austeridad y la honradez, frente a la corrupción que se había extendido desde la corona a los más diversos campos.

Pero, al rememorar la II República, lo pertinente como lección actual no consiste en ponderar sus logros- o reconocer sus limitaciones y errores; lo decisivo es hacer hincapié en la voluntad de afrontar los problemas y crear una nueva realidad española, rompiendo el estancamiento en que las clases dominantes habían sumido al país. En la visión de la tarea política como un proyecto creador. Como un debate entre proyectos de futuro, ya que, evidentemente, dentro de la República coexistían muy diversas concepciones, capaces de ser discutidas. Y es esta marcha hacia nuevos horizontes lo que atrajo, por encima de las grandes diferencias de orientación, un fervor popular, una entusiasmada esperanza, y permitió una defensa heroica por parte del pueblo frente a ejércitos mucho más poderosos. Y es lo que hoy día falta en una política sin alas. Y hace que unos se desengañen y otros se orienten, como escapatoria, hacia las ilusiones de un aislamiento separatista.

Pero el aplastamiento bélico de la II República no derrotó sus necesarios ideales. Siguieron vivos en la oposición a la dictadura. Bajo su brutal represión se desarrollaron los movimientos obreros, universitarios, feministas. Floreció una importante creación cultural en el cine, el teatro, la literatura, el pensamiento, y brotó la solidaridad unitaria propia de la lucha. Se dibujaba la posibilidad de una nueva España, unidos sus pueblos en una república federal, en la que el capitalismo fuera superado y en que la política internacional se guiara por el apoyo al Tercer Mundo. La III República es el proyecto que hoy día puede devolver la ilusión a muchos ciudadanos desencantados, superando la herencia de la dictadura.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

El Polisario pisoteado


Después del ataque indiscriminado, violento e ilegal por parte de Marruecos sobre el campamento montado en las cercanías de El Aaiun leó que los refugiados del Frente Polisario tienen dos opciones: “Irnos a la mierda o volver a la guerra”. Así de simple. Supongo que la comunidad internacional estará contenta. Igual de contenta que lo está la hipócrita Unión Europea tan altanera y auto proclamada garante de la legalidad internacional y la democracia; y las libertades, cuando se habla de Cuba, pero con una capacidad de sin vergoncería, hipocresía y cinismo cuando eso mismo ha de denunciarse sobre la situación del Sahara Occidental y la dictadura monárquica y clerical de Marruecos, ogro opresor del pueblo saharauí. Parece que mientras los presos políticos, los exiliados, muchos de ellos millonarios en Miami, y los que claman libertades en la isla de los Castro se pone el grito en el cielo y se apela a las elecciones o a la democracia. Pero por el contrario, no se puede molestar al hijo puta del Mohamed VI por pisotear los derechos y libertades de 4 millones de personas y mantenerlos en un limbo legal bajo una ocupación de la que España es cómplice y culpable por omisión de socorro. Aquí no se piden elecciones y no se dice nada, se atan los machos, no sea que nos lleguen más pateras, no sea que nos pongan más bombas...

La comunidad internacional estará contenta de su incompetencia. El Frente Polisario está en tregua desde 1991 porque esa comunidad internacional se comprometió a avalar una salida justa y pacífica del conflicto saharaui. Se comprometió a la realización de un referéndum de autodeterminación en el Sahara Occidental. Se comprometió, y no ha cumplido.

El mensaje de la comunidad internacional al pueblo saharaui ha sido nítido: si quieres que se cumpla la legalidad internacional, no cuentes con nosotros. Si quieres que se celebre el referéndum de autodeterminación que la legislación internacional te reconoce, no cuentes con nosotros. Si quieres ser independiente, ve a la guerra y gánala. Si no, vete a la mierda. Y eso es lo que dicen los saharauis que están debatiendo: “Irnos a la mierda o a la guerra”.

Pero no nos engañemos: el inicio del problema no es que la comunidad internacional abandone por segunda vez a los saharauis. El inicio del problema está en el primer abandonó que sufrió el pueblo saharaui, abandono que todavía dura. España abandonó el Sahara y a los saharauis, acordando con Marruecos y Mauritania que estos se repartieran el territorio. Era el año 1975, 14 de noviembre, y Franco agonizaba. El jefe del Estado en funciones era Juan Carlos de Borbón. En vez de llevar a cabo un proceso de descolonización como era su obligación, regaló el territorio a marroquíes y mauritanos, y obligó al Frente Polisario a ir a la guerra contra esos dos estados.

Desde entonces, España no ha movido un dedo para remediar el mal que hizo. Ni uno solo de los gobiernos que se han turnado durante estos 35 años ha intentado que se cumpla la legalidad internacional. Eso si, la amistad entre "nuestro" monarca y el difunto Mohamed V, era según los medios de ambos lados del estrecho "inquebrantable". No me extraña, tras acordar la denigración de las libertades y la vida de millones de personas por mutuo acuerdo e interés, es imposible romper esa alianza.

Todos han dado la espalda al pueblo saharaui y a la obligación que tenían y tienen de finalizar el proceso de descolonización del Sahara Occidental. Al principio, hace tres décadas, la excusa eran Ceuta, Melilla y las islas canarias, la reivindicación que Marruecos podía hacer sobre ellas. Hace unos años, la excusa era el tráfico de drogas: si Marruecos no ayudaba, el país se iba a llenar de drogas. Después fueron las pateras, cuyo flujo Marruecos parecía poder controlar a su antojo. Excusas. Excusas para no hacer frente a las obligaciones que España tiene. No que España tenía, no. Obligaciones internacionales que España sigue teniendo. Esa misma España que sigue sin reconocer la independencia de Kosovo porque la declaración de independencia vulneró la legalidad internacional, incumple las obligaciones que dicha legalidad internacional le reclama respecto al inconcluso proceso de descolonización del Sahara Occidental. Y si el Gobierno español no sabe cuáles son esas obligaciones, que se lo pregunte al Gobierno portugués. Portugal en ningún momento olvidó sus obligaciones con Timor Oriental, que fue invadido por Indonesia y privado de su independencia. Portugal jamás abandonó a Timor del Este y lideró el trabajo de la comunidad internacional para que ese pequeño país –15.000 kilómetros cuadrados y un millón de habitantes– pudiera acceder a la independencia a través de un referéndum de autodeterminación celebrado en 1999, en el que aproximadamente el 80% de la población apoyó la independencia.


Y es precisamente eso lo que hay que reclamar a España. Al Estado español. Que lidere la comunidad internacional para que el Sahara Occidental termine su proceso de descolonización con un referéndum de autodeterminación, tal y como se prevé en el derecho internacional. Para que el pueblo saharaui decida entre tener o no un estado independiente, y no entre irse a la mierda o a la guerra. Estas reflexiones me las hacía hace una semana, antes de nuestro abortado viaje a El Aaiún. Y antes también de que el ejército marroquí atacara militarmente un campamento de civiles.

Ahora es más urgente que nunca que España abandone su política del avestruz. Que nadie del Gobierno hable, por favor, de las reclamaciones legítimas de las dos partes, porque hay una parte, la saharaui, que tiene la legalidad de su parte, y otra, la marroquí, que no tiene legitimidad en sus posiciones. Que nadie hable de neutralidad, ni dé sensación de equidistancia. No porque no pueda España ser equidistante –que no puede, porque la legalidad internacional le obliga a no serlo–, sino porque es mentira que España esté siendo neutral, es mentira que España trate igual a las dos partes. Para ello, lo primero que tendría que hacer sería reconocer que el representante legal del pueblo saharaui es el Frente Polisario, y establecer relaciones diplomáticas con él. Que es precisamente lo que hizo la Sudáfrica de Nelson Mandela: reconocer la República Árabe Saharaui Democrática. Os acordáis del caso surafricano, ¿no? La comunidad internacional le impuso a Sudáfrica sanciones económicas y diplomáticas. Y llegó la democracia y se restauró la legalidad internacional, que propició, entre otras cosas, la independencia de Namibia, territorio ilegalmente ocupado por Sudáfrica.

España, hoy, tiene que mandar un mensaje claro: respeto a la legalidad internacional, solicitud a Marruecos para que permita organizar el referéndum de autodeterminación en el Sahara Occidental, apoyo a las legítimas exigencias del pueblo saharaui y liderazgo dentro de la comunidad internacional para que esta obligue a quien incumple la legalidad internacional a cumplirla sin más demora. En resumen, España debe dejar de jugar al avestruz. Pero como todo en este país, que nos esperen sentados. No es el momento de crearse enemigos, rencillas, de alterar a la opinión pública en su dormidera. Vienen las elecciones, no vale arriesgar.

Y mientras el pueblo saharauí, deambulará sin patria, con la legalidad en la mano, con el horizonte salado del desierto como país, escapatoria y paraíso de la democracia y la libertad. Nosotros nos mantendremos en nuestros sillones y sofás, pero yo no, prometo luchar y hacer eco en las manifestaciones que por la causa saharauí se convoquen o improvisen. Libertad para el Sahara Occidental. Ánimo al Frente Polisario.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Laicismo Ya


El embajador Vázquez, que alardea de socialista y católico, hacía lo propio hace poco al referirse a las excelentes relaciones entre el Gobierno de su partido y la Santa Sede. Sin embargo, la opinión del Padre Benedicto es muy otra y parece que hasta tuvo prisa en expresarla nada más aterrizar en Compostela, pues según su santísima mala fe lo que soporta su institución en España es una persecución, similar a la que se dio en los años treinta del pasado siglo.

Alguien del Gobierno que nos representa debería protestar ante la infamia que comportan esas palabras del pontífice de Roma y jefe del Estado del Vaticano, pues aparte de la delirante patraña que significa comparar los privilegios de que disfruta la Iglesia actualmente en España -los máximos en los últimos 35 años- con el deplorable periodo durante la Guerra Civil en que se cometieron asesinatos incontrolados de sacerdotes y religiosos, es ignominioso hacerlo por parte del máximo representante de la institución que hizo de aliada en la represión franquista, a cuyo dictador honró con el título de caudillo por la gracia de Dios, llevó bajo palio en las ceremonias religiosos, dedicó preces y sigue enterrado en una basílica católica.

No es por lo tanto Benedicto XVI el más indicado para hablar de persecuciones, a menos que pida perdón por las que cometió su Iglesia al lado del bando promotor y vencedor de la que El Vaticano consideró como cruzada. Si es inadmisible que un jefe de Estado exponga este tipo de declaraciones al visitar un país cuyo Estado, además, sufraga su estancia, más lo es hacerlo en nombre de una institución que históricamente ha pactado no sólo con la dictadura franquista, sino con la mussoliniana y hitleriana, según los respectivos concordatos firmados con sendos dictadores por Pío XI y Pío XII. Gracias a esos regímenes, que implantaron en Europa la más cruel de las persecuciones y el más cuantioso de los exterminios, Franco y la Iglesia pudieron imponer en España su doble dictadura nacional-católica.

Es de suponer que cualquier otra declaración de cualquier otro jefe de Estado de visita en nuestro país, que vilipendiara de modo tan falaz y fragrante la ejecutoria gubernamental en relación con ese Estado, encontraría la enérgica reacción diplomática que sería menester. No la habrá porque, como dice Vázquez, las relaciones con la Santa Sede son excelentes y siempre lo serán. Las propias entre un Gobierno acosador y una Iglesia perseguida.

El taxi más caro del mundo circulará este fin de semana por Santiago de Compostela y Barcelona. Se llama papamóvil, y cada hora de trayecto con ocupante divino sale por 800.000 euros de nada. O lo que es lo mismo: 13.333 euros por cada minuto que pase Benedicto XVI en España. Aunque el problema no es el precio, sino quién paga la mayor parte de esta abultada factura. Los papamóvil –han traído dos– llegaron la semana pasada a bordo de un avión Hércules del Ejército español. Es decir, fue el dinero de todos los contribuyentes el que también cubrió el traslado del vehículo privado de este señor, don Joseph Ratzinger, cuyas próximas visitas pastorales costarán a las menguadas arcas públicas 29,8 millones de euros.

El gasto en dinero público y la tarifa por horas las ha calculado la organización Europa Laica: tres millones de euros en Santiago, 1,8 millones en Barcelona y 25 millones el año próximo en Madrid. No sabemos si estas cuentas se quedan cortas o se pasan porque, inexplicablemente, no está del todo claro el dinero público empleado. El coste de las visitas no aparece detallado, sino que se reparte en varias partidas para que abulte menos –como el traslado de los papamóvil, que paga Defensa–.

Sabemos que Benedicto XVI viene a predicar su testamento. Sabemos también que la visita es religiosa, y no como jefe del Estado teocrático del Vaticano. Sabemos que esta gira está bendecida por cada ayuntamiento y autonomía implicados, y también por el Gobierno, esos rojazos comecuras que llevan meses pactando cada detalle con Roma y Rouco Varela. Sabemos que incluso hay descuentos fiscales para las empresas que financien estas misas –dinero que dejará de cobrar Hacienda–. Pero es un misterio lo que nos cuestan los viajes del Papa a este estado aconfesional llamado España.

Porque siguen anclados en el pasado y en el rancio derechismo, violento y subersivo contra todo aquello que hace la vida humana digna, feliz y productiva.

Porque no se puede permitir el ataque desmesurado contra una democracia de un señor que se asemeja en la historia a Pio XII que acuso y al final festejo la victoria de los alzados hace 70 años.

Porque el ataque es la recalcitrante y continua tendencia a cuestionar las leyes dictaminadas por parlamentos democráticos en aras de los privilegios y el oscurantismo de siempre, con una bula insoportable para inmiscuirse en los asuntos de una nación.

Este Gobierno laicista radical ha subido un 34% la asignación de la casilla católica del IRPF, ha renunciado a la reforma de la ley de libertad religiosa y se ha gastado varios millones de euros públicos en pagar el reciente viaje del Papa.

Este Gobierno ateazo y secular también financia la enseñanza de religión católica en las escuelas públicas, ha recortado todas las partidas presupuestarias, salvo los más de 6.000 millones anuales que recibe la Iglesia, y mantiene un Concordato preconstitucional, donde el único precepto que aún no se cumple es esa promesa que hizo el Vaticano de autofinanciarse.

Este Gobierno de rojazos comecuras, que incluso nombró al frente del Tribunal Supremo a un magistrado que considera que la verdadera justicia emana del amor a Cristo, es, en palabras de Benedicto XVI, el representante de una España donde “ha nacido una laicidad, un anticlericalismo fuerte y agresivo como se vio en la década de los años treinta”. Rouco Varela, siempre a la ultraderecha del padre, completó la extemporánea comparación con una entrevista, ayer en El Mundo, en la que aseguró que el Gobierno es “hostil contra la familia” y nos ha colocado “en el ranking de primera línea en el laicismo europeo y mundial”.

Las respuestas que da la jerarquía católica ante la generosidad del Gobierno demuestran dos cosas. La primera: que la Iglesia es insaciable, y sólo una teocracia como la iraní, donde la sociedad se somete a sus criterios morales, parece capaz de satisfacerla. La segunda: que no ha servido de mucho la estrategia del apaciguamiento que ha seguido Zapatero.

Si reconocer los derechos de algunos colectivos históricamente oprimidos por la Iglesia –como son los homosexuales o las mujeres– es una hostil muestra de agresivo anticlericalismo, ¿qué dirá la jerarquía católica cuando, en vez de ampliar los derechos de terceros, sean sus privilegios los que al fin se recorten? Me temo que tardaremos muchos años en saberlo.

Por eso yo ni he esperado ni esperare al Papa ni a nadie, ni a ningun credo que venga a imponerme sus creencias, sus razones o sus inmoralidades porque estoy cansado de la censura y la inquisición. Cansado de pagar siempre los mismos las excentrecidades de unos pocos, las fiestas de una parte de la población que ya no tiene ninguna capacidad de representación, porque los que asisten a misa, los que siguen los dictados rancios y trasnochados del pasado que denigra las libertades en ambos hemisferios y la vida de millones de personas en el Sur, no me convencen y jamás lo harán. Porque cada vez son menos, como en los toros, y porque acabaran muriendo les asista su dios o no. El siglo XXI es el siglo de las personas de todas aquellas y aquellos grupos sociales que han permanecidos en la sombra frente al miedo y la intransigencia. Y de la ciencia y tecnología para que por fin los que han estado y están bajo el yugo de coranes, biblias y dictaduras eclesiásticas, puedan por fin levantar el vuelo, y vivir con una igualdad plena de derechos y libertades. Nadie puede permitirse mantenerse asociado y vinculado a esta organización, esta secta, y hablar de futuro, progreso o igualdad. Basta ya de aconfesionalidad, de 35 años de un "concordato" pre-constitucional, heredero de la visión de los que mataron en nombre de Dios, masacraron al pueblo al que supuestamente iban a defender y debían lealtad. Por eso, ahora mas que nunca, es la hora del laicismo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La trascendencia de lo intrascendente

El Palomero ha rescatado la trascendencia dentro de este vacío de vorágine insulsa para motivarme e inspirarme en uan nueva entrada. Según dicen algunos expertos en la materia, las buenas noticias no son noticia. Y quizá por eso la sensación que se nos queda después de ver o escuchar un noticiario es de desánimo y de hastío cansino.

Se nota que estamos sumidos en una crisis profunda, que muchas cadenas de televisión están al borde de la quiebra y que por eso tratan de producir programas propios y reducir así de forma drástica los fastuosos gastos de antaño.

Y es por eso quizá, que algunas cadenas de televisión han decidido ocupar casi todo el horario de su programación con unos concursos telefónicos, dignos de ser llevados a un juzgado de guardia, y con programas del corazón que elevan a la categoría de estrellas a personas cuyo único mérito ha sido acostarse con algún famoso o divorciarse de aquella cantante de éxito efímero.

Porque vivimos en una sociedad tan vacía de valores, tan superficial y materialista, que es incapaz de prestar atención a asuntos que requieran un esfuerzo extra o dar un paso más allá de los intereses de uno mismo. Porque nadie puede dar lo que no tiene y la boca sólo puede hablar de lo que hay dentro del corazón.

Y es por eso quizá, que algunas cadenas de radio centran su programación en los acontecimientos deportivos, en si un entrenador opina esto o aquello, en las declaraciones de aquel jugador que afirma que hay que tener respeto al rival, que está contento por los goles que ha marcado pero que lo importante es el colectivo, que el equipo sume tres puntos y vaya paso a paso, porque en esa competición no hay equipo pequeño y la sorpresa puede llegar en cualquier momento.

Sí, una sorpresa que nunca se da en este tipo de declaraciones que se podían grabar una vez y para siempre y así emitirlas una temporada tras otra, partido tras partido. Esto sí que sería una buena manera de reducir gastos y sin que el aficionado de turno fuera consciente de ello.

Erich Fromm, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, habla en su libro “El arte de amar” de la “necesidad de trascendencia”. Según él, esta “necesidad de trascendencia es una de las necesidades básicas del hombre, arraigada en el hecho de su autoconciencia, en el hecho de que no está satisfecho con el papel de la criatura, de que no puede aceptarse a sí mismo como un dado arrojado fuera del cubilete…”. Básicamente viene a decir que el ser humano necesita crear, manifestarse, sentirse importante… en definitiva, sentirse humano.

Escribir en un blog es una búsqueda de trascendencia. Hacerlo, como humildemente hago, sobre mis experiencias, vivencias, sensaciones y sentimientos es una válvula de escape. Existen los blogs temáticos, sobre tecnología, deporte, noticias, etc. que obviamente buscan su necesidad de trascendencia, pero la interacción de los habituales y conocedores en el blog de una determinada temática puede que coarte diversas expresiones de emotividad o intimidad.

Si embargo los blogs personales se caracterizan por tener un tono que podríamos llamar “existencialista”, en el sentido de subjetividad y visión personalista, y no en el muchas veces erróneo de calvario y sufrimiento porque sí –aunque también los hay así-. La mayoría están confeccionados a modo de diario personal en el que el autor expone su visión del mundo sin llegar a interaccionar con el lector, y dando un uso al blog claramente catártico, por un lado, y de “quiero hacerme oír y comprender”, por otro. Lo cierto es que en este tipo de blogs te puedes encontrar de todo. Navegando no hace mucho, fui a caer en uno en el que su autor exponía en un post una lista de razones por las cuales no se suicidaba. En un principio me chocó un poco, pero luego comprendí que “la necesidad de trascendencia” estaba detrás; a su vez, me sirvió de idea para escribir este post.

En realidad, el fin último de esta entrada era preguntar: ¿hasta qué punto estos blogs se ajustan a la famosa “Web 2.0”? Y por otro lado: Tratándose de enfoques tan personalistas, ¿tienen un interés “didáctico” y/o comunicativo en la blogosfera? A la segunda pregunta me atrevo a responder: creo que su interés quizá no esté en estos campos; pero la creatividad, las ideas y los sentimientos que irradian muchos de ellos los hacen parte imprescindible de la blogosfera.

Yo vengo de un blog de ese estilo y quizá el día de mañana acabe en uno de ellos tratando de purificarme a base de posterar… nunca se sabe.

La trascendencia es una hermosa [cualidad de la consciencia] a cultivar, es un arnés válido y fundamental para saltar de lleno en la intensidad de la vida y encarar la noble tarea de hacer con nuestras personas una espléndida obra de arte a través de nuestros actos, con mayor consciencia y responsabilidad.

Hoy en día la trascendencia esta oculta. La tapan sombras y capas de inutilidad, futilidad, soberbia, casposidad, sinvergoncería,... Es la muestra continua, el regalo inesperado e indeseado para las gentes que vivimos bajo los yugos de la opresión, economíca, moral o libertaria. Nos queda luchar y sacar fuerzas de la esquelética existencia que nos han dejado para recuperar nuestra trascendencia, lo que a cada uno y cada una, nos hace vivir, sentir y pensar. Lo importante, lo que recordaremos nos espera. No importan los demás, lo que nos ofrecen o las opiniones que sacan de nosotros. Lo importante es vivir.

Dame un leuro!!!

miércoles, 27 de octubre de 2010

Algo para acercar...



Y ahora son mis palabras las que demostrarán que saben llorar para ti
somnolientas, saliendo de una hibernación que cruzó días y semanas
son mis palabras, hasta que sean tuyas, pudiendo acariciar tus ojos
mientras mi ilusión se ducha disuelta sobre la espera,
rodada y quieta, expectante...

Solo he de imaginar una luz pobre que me manifieste tus contornos
milímetros de ti que se vuelvan sugerencias, que a la vez sean retos
estar contigo bajo esa miscelánea de claridad y sombras
jugando a las sensaciones,

Enseñando al corazón hasta donde pueden llegar los latidos
y desprenderse del pasado como si se tratara de un abrigo,
para colocarse el manto cálido de un presente que siempre será regalo
sobornar a un reloj para que se pare
cuando un abrazo tenga la oportunidad de existir...

Nada es cruel con el tiempo, porque solo el tiempo concede la intensidad
y ese todo latente, que tanto ha respetado las distancias...

¿Qué hará cuando desaparezcan?
se me figura en la mente un jarrón de agua que se derrama
cinco sentidos hambrientos, condenados a la moderación
pero nada impedirá que la magia se respire,
que todo se vuelva poesía improvisada
para ver las horas rodando montaña abajo,
mientras mi forma de querer se hace pedacitos
¿y que te pediría?,

Quizá que me dejes notar lo que notas, hasta lograr la reciprocidad
con la facilidad con que se crea un dibujo, aplicando colores intensos,
puede que ponga yo el azul, puede que tú añadas el esmeralda
que se te antoje el rojo pasión, y que un lienzo grande se vuelva diminuto
y es ahora cuando tomaría una de tus manos entre las mías,
la tranquilidad se movería despacio, las sensaciones se harían juguetonas.

Porque solo quiero estar cerca de ti,
rozarte la respiración, y mirar tus ojos
esas tres cosas forman el tesoro que deseo volver a encontrar...
y será la verdadera materia prima para dotar de realidad al amor...
los días andan, las ilusiones caminan, los deseos corren.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...