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miércoles, 13 de abril de 2011

¿Es posible la Tercera República?



"A esta hora, las tres y media de la tarde, los pocos transeúntes que pasean por el cruce formado por la Castellana y la calle de Alcalá observan con asombro cómo una bandera sube lentamente por el mástil del Palacio de Comunicaciones [...]. La bandera que sube por el mástil es la bandera republicana. La noticia corre como una exhalación y una riada de gente sale de los cafés y los establecimientos colindantes a ver la bandera [...]. Todo coge un aire de verbena triunfante, un aire de alborozo franco y desenfrenado –sólo que es una verbena política–. La gente se abraza, grita, suda, canta".

Josep Pla inmortalizó cada segundo, cada minuto de aquel día. El bullicio en las calles hasta la madrugada, el trasiego en los despachos, la marcha del rey Alfonso XIII. "Pulmones rotos, gargantas roncas", describe el escritor catalán para explicar el júbilo popular en Madrid. El advenimiento de la República. Es la "revolución desorbitada", en palabras del periodista César González Ruano. Es 14 de abril de 1931.

2011 huele a cumpleaños. Al 80º aniversario de la proclamación de la Segunda República. Una cifra redonda que reabre el debate sobre la forma política del Estado. ¿Queda más cerca una nueva república?

No está claro que la recesión sirva como catalizador del deseo de cambio

No parece cuestión de distancias. Politólogos, sociólogos, constitucionalistas e historiadores no observan en la España de hoy un caldo de cultivo favorable a la caída de la Monarquía, por mucho que entre los jóvenes se expanda un mayor desapego al rey. No obstante, los expertos convergen en señalar la Corona como una institución "obsoleta, anacrónica", un freno para la consecución de una democracia plena que elige desde un alcalde hasta el jefe del Estado, pero que ha sabido adaptarse a los tiempos sin cometer "demasiados errores".

"Sí hay un sector que se considera republicano, pero los datos nos indican que la Monarquía está bien considerada". Ander Gurrutxaga, catedrático de Sociología de la Universidad del País Vasco, presenta como prueba el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). En su barómetro de noviembre de 2010, un mayoritario 54,1% apostaba por reformar la Constitución, pero de ellos sólo un 3,4% se inclinaba por cambiar "la Monarquía como forma de gobierno". El porcentaje ha oscilado desde diciembre de 2000 (1,9%), con una tendencia creciente, aunque aún minoritaria: 2,5% en diciembre de 2005 y 6,5%, su techo, en noviembre de 2008. En el último sondeo del organismo público, la Casa del Rey figuraba como segunda institución mejor valorada (5,36), detrás del Ejército y lejos de los partidos (2,88). En noviembre de 2008 obtuvo un 5,54 -entre los de 18 a 24 años, un escaso 4,93-. Y, en octubre de 2006, un grado de confianza global del 5,19, frente al 4,77 que le daban los más jóvenes.

Totalmente "fuera de agenda"

"Hay poca demanda social" para acabar con la Monarquía, certifica Carlos Ruiz Miguel, catedrático constitucionalista de la Universidade de Santiago de Compostela. "Está fuera de la agenda política, de las demandas de los partidos y de la sociedad", remacha Sandra León, politóloga de la Fundación Alternativas.

El siglo XXI permite hacer comparaciones. Marcar diferencias. José Luis Ledesma, profesor de Historia de la Universidad de Zaragoza, subraya que en 1931 estalló una "crisis de todo el sistema de la Restauración". No se trataba sólo de una crisis de los partidos, del Gobierno y de la economía. "La quiebra alcanzaba a la Monarquía -explica-, ya que Alfonso XIII estaba implicado en la lucha política diaria, no ejercía un rol decorativo. Apoyó incluso el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera. Hoy no hay crisis de la Monarquía, porque Juan Carlos I ha intentado aparecer como figura neutral. Es consciente de su historia". Otra coincidencia de los analistas: si el rey se sale de su guión constitucional, si interfiere en la dinámica de los partidos, su posición "peligrará".

"La Corona siempre ha tomado partido desde la Transición -apunta el profesor de Historia Política de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) Rafael Cruz-, pero de forma poco relevante, menos en el 23-F. Su grado de intervencionismo es insuficiente como para desatar la contestación ciudadana. Pero el rey podría ser reprobado si apoyase, por ejemplo, una guerra contra Marruecos por Ceuta y Melilla que causase bajas españolas. Ahí se abriría una oportunidad". Gurrutxaga destaca que es la tónica de las monarquías europeas: "Han sabido representar su papel, sus competencias periféricas y simbólicas. Si se extralimitan, caen, como sucedió en Grecia", cuando Constantino II, hermano de la reina Sofía, fue depuesto tras cobijar el golpe de los coroneles.

La campaña de IU y del PCE

José Carlos Rueda Laffond, profesor titular de Historia de la UCM, cita asimismo como elementos de "potencial desgaste" de la Corona "los abusos de poder, la corrupción, las fricciones institucionales o los escándalos", pero insiste en que, para tumbarla, hace falta algo más que una "crisis de Estado": un "frente antimonárquico más o menos sólido, erigido en alternativa y contrapoder", como sucedió en España en 1931 o en Grecia en los setenta. Y ahora no lo hay, aunque el peso de la cultura y memoria republicanas "sea algo mayor que años atrás".

No es casual, por tanto, que PCE e IU –y, dentro de ella, el sector de Izquierda Republicana (el partido de Manuel Azaña) que dirige Javier Casado Arboniés– se hayan propuesto agitar la llama, convencer a la ciudadanía de que no sólo urge derrocar a Juan Carlos I, sino construir "una verdadera democracia donde el poder radique en la gente, que aborde grandes reformas", ya que el sistema actual "no da respuesta a la crisis y hace pagar a los de siempre", destaca Marga Ferré, secretaria de Programas de IU.

La crisis. Una ventana de oportunidad para unos. Para otros, una fuente de desgaste para los políticos, no para la Casa Real. Jaime Pastor, profesor de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), está entre los primeros. Cree que el batacazo de la economía, junto con el auge de la memoria histórica, la creciente exigencia de laicismo o el agravamiento de las tensiones territoriales, pueden actuar de motor del cambio: "El rey volvió a aparecer en Navidad como aliado del capital, identificado con la banca y los responsables de la recesión".

Como IU, Pastor subraya que hay que presentar la república como "alternativa democratizadora", superando "la nostalgia" de 1931. "La recesión lleva visos de provocar una crisis del sistema político –responde categórico Ruiz Miguel–. Y llegará un momento de plantear responsabilidades y preguntarnos qué hizo la Monarquía para evitar esta situación". Tesis opuesta a la de Cruz, Rueda Laffond, León o Gurrutxaga. A medio camino, el sociólogo de la UCM Armando Fernández Steinko, autor de Izquierda y republicanismo. El salto a la refundación (Akal, 2010): "Las crisis sirven para poner en práctica cosas asumidas previamente. No son un buen momento para hacer avanzar una identidad compleja como la republicana. Aunque también abren oportunidades, pues en un proyecto republicano economía y política están al servicio del bien común, de los ciudadanos".

La familia real como tabú

El PCE, cuando celebró su I Conferencia Republicana, el pasado 27 de noviembre, pidió un debate sobre la Monarquía "sin coacción". Aún colea la impresión de que el rey es tabú. "PSOE y PP tienen mucho miedo a abrir la caja de Pandora –señala Pastor–. Aunque se perdiera un referéndum a favor de la república, el solo hecho de hacer un debate público haría tambalear el sistema". Cruz añade otra razón más mundana: "No hay un partido con fuerza en las Cortes Generales que obligue a situar esta discusión en la agenda. Y los dos mayoritarios no lo hacen por el elevado coste electoral". "Evidentemente, este tema no da votos", replican León y Gurrutxaga.

Ledesma juzga que los medios han jugado "un papel clave" en la consolidación de Juan Carlos. "En Gran Bretaña, la familia real es atacada a diario y no se defiende como gato panza arriba. Aquí puede ser síntoma de que no está muy asentada". Rueda Laffond diseccionó con su compañera Carlota Coronado en La mirada televisiva. Ficción y representación histórica en España (Fragua, 2009) el tratamiento del 23-F en las TV movies de La 1 y Antena 3: "Los medios han impulsado un capital simbólico asociado a la figura del rey y la Corona –dice hoy–. Respecto al golpe de Estado, la televisión ha reforzado una percepción ciudadana sobre su intervención a la hora de frenarlo, aunque simplificando otras variables históricas. Otras veces, la representación de su familia se ha movido extramuros a la hagiografía, caso de la teleserie de Telecinco Felipe y Letizia". Gurrutxaga alega que los medios, simplemente, "responden a la dinámica social imperante".

Sucesión y cuestión nacional

¿España es realmente monárquica? Unanimidad: es juancarlista. "No hay apoyo a la Monarquía en sí misma, sino a Juan Carlos. No hay obstáculos de cultura política", indica Cruz. De hecho, una guerra está ganada: según los expertos, está claro que la Corona es una figura añeja, "anacrónica". "Sería impensable trasladar a otras instituciones sus claves medulares –la herencia, su carácter vitalicio o la primacía del varón–, por antidemocrático y discriminatorio", sentencia Rueda Laffond.

No se prevén problemas cuando llegue la hora de la sucesión, aunque el debate se repetirá. Fernández Steinko recomienda al príncipe Felipe buscar una causa que le legitime, como abrazar un modelo económico más justo.

Las fisuras podrían venir, para algunos analistas, en el País Vasco y Catalunya, las autonomías menos apegadas al rey. Otros, sin embargo, entienden que en ambos territorios prima el eje nacionalista, no el antimonárquico.

En España, la república es patrimonio de la izquierda, aunque sectores de la ultraderecha también la reclamen. Es producto del pasado. Y de la izquierda tendría que venir la Tercera. Josep Fontana, catedrático emérito de Historia Económica de la Pompeu Fabra, aconseja no perderse con las musas: "Hay que hablar de un programa reformista avanzado, que suscite una ilusión como la de 1931. Entonces, la Monarquía aparecería como lo que es: un montaje ceremonial de la más completa inutilidad, que podría liquidarse con un ERE y unas pocas jubilaciones anticipadas".

LA CORONA, EN CIFRAS
Las cuentas reales aún siguen sin control público

8,43 millones para 2011. Por primera vez en democracia, la Casa del Rey verá reducida su partida con respecto al año anterior. En 2011, la Corona recibirá 8.434.280 euros, frente a los 8.896.920 del ejercicio pasado (un 5,2% menos, inferior al ajuste medio del 15% en los ministerios). No se conoce el desglose porque así lo permite el artículo 65.1 de la Constitución. Además, hay gastos que el monarca no paga de su bolsillo: viajes al exterior, rehabilitación de los palacios o nóminas de sus 127 funcionarios y ocho trabajadores eventuales (5,9 millones).

Más transparencia. No están solos IU-ICV, el PCE o ERC. Los expertos también aconsejan mayor transparencia, ya que, como dice José Luis Ledesma, "es contrario a la salud democrática que haya zonas oscuras en la vida pública; los ciudadanos deben saber qué pasa con su dinero". Pero avisan de que no es un elemento capaz de movilizar a los ciudadanos: "Mucha gente piensa que el gasto de la Casa Real es similar al de una Presidencia de la República", alega Rafael Cruz. José Carlos Rueda incide en que, para la mayoría, la Corona es vista "desde un prisma emocional", como "glamour, distinción" y carne de la prensa rosa. Armando Fernández Steinko achaca la poca crítica al individualismo de la doctrina neoliberal: "Si falta una visión macrosocial, es más fácil legitimar la apropiación de lo público. La Monarquía es un ejemplo más".

LAS FECHAS CLAVE

1873: nuevo régimen por la renuncia de un rey

Amadeo I de Saboya renunció al trono el 11 de febrero. Las Cortes se reunieron y proclamaron la I República. Se sucedieron cuatro presidentes (Estanislao Figueras, Francisco Pi i Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar). El golpe de Estado de Manuel Pavía dio el poder al general Francisco Serrano en enero de 1874. En diciembre, pronunciamiento del general Arsenio Martínez-Campos y Restauración de los Borbones en la persona de Alfonso XII y de su hijo Alfonso XIII.

1931: la victoria en las urnas y en la calle

Un triunfo en los comicios municipales del 12 de abril –victoria de las listas republicanas en 41 de las 50 capitales de provincia– y la fiesta popular sirvieron para tumbar la Monarquía. Al bienio progresista (1931-33), protagonizado por Manuel Azaña, siguieron dos años con la derecha en el poder, los del derribo de las reformas.

1936: el golpe que devoró la legalidad republicana

En julio de 1936, a los cinco meses de la victoria del Frente Popular, parte del Ejército se subleva. La República resistirá tres años. El 1 de abril de 1939, Franco pone fin a la guerra, pero no a una brutal represión que perviviría hasta 1975.


Resumiendo: Si me preguntarán si cabe esperar una Tercera República en España: Yo diría que sería muy deseable. Que se proclamara una tercera República, que no va a ser nunca como la segunda, pero que sí debería contener algunos de sus elementos inspiradores. Ese afán de moralización de la vida pública, la ética republicana, el sentido de la ciudadanía como sentido de cooperación, de participación en el bien público... Son elementos para una posible regeneración de una democracia que en nuestro país está bastante muerta. Está convertida en una especie de sistema partitocrático donde una serie de notables dirige mientras los demás nos limitamos a votar cada cuatro años. Yo creo que una República es algo totalmente distinto. La democracia entendida como participación, co mo gestión, integración de los ciudadanos en la cosa pública, y un profundo sentir de la igualdad social, sin la cual la libertad no tiene ningún sentido. La libertad se convierte en algo formal o abstracto cuando no parte de ciudadanos que tienen solucionados sus problemas básicos. Eso es lo que podría representar una futura tercera república que espero todavía llegar a ver. Yo creo que el propio agotamiento de la transición en España, con sus efectos positivos, pero con sus muchos lastres, permitirá avanza r en el futuro hacia una tercera república, que estoy convencido de que llegará. Aunque no sé si será más temprano que tarde o más tarde que temprano, espero que lo primero.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El proyecto republicano


Que gran parte de nuestra ciudadanía se encuentra cada vez más escéptica ante la política es un hecho manifiesto. Y, si contemplamos el espectáculo que últimamente se nos ofrece, no es de extrañar tan penosa situación. Ante la actual crisis nos encontramos, por una parte, con un Gobierno que, carente de iniciativa, no dictamina más medidas que aquellas que le son dictadas por los grandes mercados financieros y sus directivos, altamente perjudiciales para la mayoría de la sociedad y contradictorias con la ideología que dice profesar. Por otra, una oposición, la del PP, que critica implacablemente dichas medidas, pero que no ofrece otra alternativa que no sea la de reducir impuestos y, consiguientemente, dañar aún más a los trabajadores y clases medias, disminuyendo los servicios sociales.


Ya antes, año tras año, venimos asistiendo a debates parlamentarios en los cuales, bajo el reinado de un bipartidismo impuesto y nada representativo, la política parece quedar reducida a la confrontación entre PSOE y PP con discursos, que, en gran medida, se limitan a un intercambio de reproches sobre quién lo hace hoy mal o lo hizo peor en pasados tiempos. Y así, cuando las acciones de protesta, como la última huelga, son convocadas, hemos podido oír a más de uno que no participa “porque ello no sirve de nada”.

Ahora bien, si queremos diagnosticar la última raíz de nuestro evidente malestar político, yo diría que se sitúa en la falta de un proyecto histórico que atraiga el interés popular. Y, sin embargo, este proyecto capaz de abrir un futuro mejor ha existido y sigue alentándose bajo el actual reinado de la mediocridad oficial. Es el que representó la II República y que fue criminalmente yugulado. Aunque siguió vivo en la oposición a la dictadura, para naufragar, desdichadamente, en las componendas de la Transición.

La II República española, en efecto, no significó sólo un cambio en la concepción de la Jefatura de Estado, al sustituir la arcaica forma de transmisión por herencia sanguínea de las monarquías –con una monarquía, además, corrompida y decrépita– por una Presidencia democrática. Constituyó el esfuerzo, aupado por el mundo de una floreciente cultura y por las masas históricamente relegadas, de acometer los grandes problemas que, bajo el poder de las clases dominantes, venía arrastrando nuestra vida colectiva. Heredaba tal empeño la larga crítica del anquilosamiento español realizada desde el siglo XIX por la intelectualidad innovadora, por los movimientos obreros y feministas, por los nacionalismos.

Y, al llevarlo a la práctica, se atacaron males ancestrales. Por ejemplo, el abandono de la enseñanza pública en la vieja política, mediante la creación de 13.570 escuelas en dos años y la mejora de la situación de los maestros en ingresos, en dignidad y en la atención a su formación. Se trató de remediar la injusta distribución de la tierra mediante la Ley de Reforma Agraria. Se proclamó rotundamente la soberanía de un Estado laico frente a la retardataria gravitación del poder eclesiástico sobre nuestra historia. Se concedió a las mujeres el derecho al voto, conquista que todavía se encontraba inalcanzada en otros países democráticos. Y se abrió paso a las reivindicaciones nacionales a través de los estatutos de autonomía.

En otros ámbitos, se prosiguieron y culminaron avances ya emprendidos en el despertar de nuestra sociedad, en el florecimiento cultural que, desde la mitad del siglo XIX, se había ido produciendo en literatura, en ciencia, en arte, en teatro. Y se llevó la cultura a los pueblos en las Misiones Pedagógicas, en La Barraca, en el Teatro Proletario. Y, de un modo decisivo, se asentó una vida pública basada en la austeridad y la honradez, frente a la corrupción que se había extendido desde la corona a los más diversos campos.

Pero, al rememorar la II República, lo pertinente como lección actual no consiste en ponderar sus logros- o reconocer sus limitaciones y errores; lo decisivo es hacer hincapié en la voluntad de afrontar los problemas y crear una nueva realidad española, rompiendo el estancamiento en que las clases dominantes habían sumido al país. En la visión de la tarea política como un proyecto creador. Como un debate entre proyectos de futuro, ya que, evidentemente, dentro de la República coexistían muy diversas concepciones, capaces de ser discutidas. Y es esta marcha hacia nuevos horizontes lo que atrajo, por encima de las grandes diferencias de orientación, un fervor popular, una entusiasmada esperanza, y permitió una defensa heroica por parte del pueblo frente a ejércitos mucho más poderosos. Y es lo que hoy día falta en una política sin alas. Y hace que unos se desengañen y otros se orienten, como escapatoria, hacia las ilusiones de un aislamiento separatista.

Pero el aplastamiento bélico de la II República no derrotó sus necesarios ideales. Siguieron vivos en la oposición a la dictadura. Bajo su brutal represión se desarrollaron los movimientos obreros, universitarios, feministas. Floreció una importante creación cultural en el cine, el teatro, la literatura, el pensamiento, y brotó la solidaridad unitaria propia de la lucha. Se dibujaba la posibilidad de una nueva España, unidos sus pueblos en una república federal, en la que el capitalismo fuera superado y en que la política internacional se guiara por el apoyo al Tercer Mundo. La III República es el proyecto que hoy día puede devolver la ilusión a muchos ciudadanos desencantados, superando la herencia de la dictadura.

martes, 11 de mayo de 2010

El arte en brazos de la República


Se presenta ahora en Valencia la exposición Arte Salvado que rememora y difunde, siguiendo la misma ruta que dispuso el Gobierno de la Segunda República, el azaroso tránsito hasta Ginebra del patrimonio artístico español durante la Guerra Civil, amenazado por el brutal asedio franquista sobre la capital del Estado. Las octavillas de la aviación fascista en agosto de 1936 lo dejaban muy claro: “Si los madrileños no obligan al Gobierno y a los jefes marxistas a rendir la capital sin condiciones, declinamos toda responsabilidad por los grandes daños que nos veremos obligados a hacer para dominar por la fuerza esa resistencia suicida. Sabed, madrileños, que cuanto mayor sea el obstáculo más duro será, por nuestra parte, el castigo”. El historiador Hugh Thomas es muy explícito al comparar los efectos de los bombardeos tres meses después: “Las terribles llamas hacían que la capital semejase algún primitivo lugar de tortura”. César Falcón, periodista y escritor peruano, tuvo la lucidez de advertir que aquel primer ataque aéreo del fascismo sobre la población civil era el destino que aguardaba a otras capitales europeas.

El 16 de noviembre, los aviones nazis dejaron caer sobre el Museo del Prado hasta 12 bombas que, si no causaron más daños que la rotura de un bajorrelieve italiano, fue porque la dirección de la pinacoteca había preservado semanas antes los fondos en los sótanos y había cubierto la cúpula del edificio con sacos terreros. Una vez creada la Junta de Defensa del Tesoro Artístico, presidida por el pintor extremeño Timoteo Pérez Rubio, el Gobierno republicano tomó la determinación de trasladar los fondos del museo a Valencia. El 10 de diciembre salió el convoy que, junto a otras obras, transportó Las Meninas a una velocidad de marcha de 20 kilómetros por hora. La excesiva altura de la extraordinaria obra de Velázquez deparará una de las anécdotas más ilustrativas de la meritoria custodia del arte español por los caminos de un país en guerra, ejemplo del celo, meticulosidad y pundonor puestos en el empeño por el Gobierno de la República. Como la estructura metálica superior del puente de Arganda no permitía el paso del camión que transportaba la obra, hubo de ser trasladada por la noche, a brazo y sobre rodillos, en medio de un frente de combate.

La recreación de esas imágenes, así como la ingeniosa instalación con la que el arquitecto Joselino Vaamonde habilitó las Torres de Serrano en Valencia para proteger las pinturas allí almacenadas, consta en un magnífico documental de Alberto Porlan, realizado en 2004: Las cajas españolas. En Figueras, última etapa del traslado por la península, el Comité Internacional para el Salvamento del Tesoro Artístico Español garantizó la conducción de las cajas hasta su depósito en el Palacio de la Sociedad de Naciones de Ginebra. Para que tal destino fuera posible, el ministro de Estado y el propio presidente de la República tuvieron que apostarse en las carreteras de la diáspora con objeto de requisar los camiones, desalojándolos de armamento y demás vituallas, e incluso de heridos. La avería de algún vehículo obligó otra vez a recurrir al brazo para transportar los cuadros por los pasos fronterizos.

El tesoro artístico español salió de Perpignan el 12 de marzo de 1939. Nunca antes en la historia un patrimonio de tal valor y magnitud había sido transportado, mucho menos en tan adversas circunstancias. Fue tan masiva la afluencia de visitantes que acudió a la gran exposición montada en Ginebra que se consideró el evento como el hecho artístico más importante del siglo. La Segunda Guerra Mundial interrumpió la exhibición de la muestra. El muralista catalán José María Sert logró que el ministro francés Monzie habilitase un tren especial para verificar el traslado a España. El trayecto durante la noche del 6 de septiembre se hizo sin luces para evitar el riesgo que por segunda vez podían correr las obras del Prado bajo la aviación fascista. Tres días después, las 1.868 cajas españolas llegaron a Madrid sin más rasguño que una pequeña desgarradura en el cuadro de Goya Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808 tras un ataque de la artillería franquista en Benicarló.

Deliberadamente tergiversada y difamada durante el franquismo, la salvación de tesoro artístico español debería ser hoy una lección básica de cultura cívica a impartir entre las jóvenes generaciones. A cuantos colaboraron en aquel empeño sólo les llegó un primer y tardío reconocimiento en 2003 con la colocación de una placa en su recuerdo en el Museo del Prado. Otro homenaje simbólico, todavía con más retardo, tuvo lugar a primeros de este año con la imposición de una serie de medallas por parte del presidente del Gobierno.

Azaña antepuso la salvación del arte a la del régimen que presidía, pues el primero es irrepetible y el segundo no. Franco estuvo dispuesto a conquistar Madrid e imponer su dictadura aunque fuera a costa de bombardear una de las primeras pinacotecas del mundo. Después, cuando todo ese gran patrimonio protegido por la República volvió a nuestro país íntegro, sano y salvo, aún tuvieron los españoles que soportar que se lo debían “a la fina sagacidad del caudillo”, según la consigna de la prensa a su servicio. Que durante casi 40 años se haya impuesto tan sarcástica soflama y que hayan tenido que pasar más de 30 años en democracia para empezar a saber la verdad de los hechos, debería ser otro motivo más de reflexión y preocupación sobre las menguas y flaqueza de nuestra memoria histórica.

miércoles, 14 de abril de 2010

14 de abril



Hoy es 14 de abril. Hoy se conmemora (69 años) el alzamiento de la Segunda República. Las concentraciones de revolucionarios, seguidores y admiradores de aquel período histórico, en definitiva, los que soñaron y sueñan con otro tipo de mundo y de sociedad tendremos nuestros cinco minutos anuales en TV o un par de páginas o un párrafo, dependiendo del periódico. No más tiempo que el que disponen los nostálgicos las fechas de la infamia y la traición nacional. Supongo que son las contrapartidas del olvido, la amnistía, o el aquí y ahora tan amigos. Pero la verdad es que nos sentimos estafados, ninguneados. Las víctimas del levantamiento, guerra, dictadura, censura y exilio. Todos aquellos que desconocen en paradero de sus familiares desaparecidos. Represaliados y ejecutados en la nocturnidad y en la superioridad armamentística, que no moral. Enterrados en el olvido de la cal viva, en fosas excavadas por ellos mismos ante la luz de un cándil, la risa y las mofas de los vencedores que aprovecharon tanto el odio nacionalista y clerical, para una limpia ideológica y también como viles crimenes que paliaban antiguas discusiones, odios, fobias y conflictos que utilizaron el conflicto de las dos españas para cobrarse su particular justicia.

Hasta tres generaciones tuvieron que sufrir el exilio o vivir ercionado en la censura y el utraconservadurismo católico. Todo ello con un único fin: mantener las oligarquías, la explotación del jornalero y el trabajador en regimen de semi-esclavitud y en condiciones paupérrimas como fuente de riqueza de unos pocos, nobleza tradicional y la nueva que venía de los burgueses acomodados... Ejército e iglesia abanderados del tradicionalismo y la vieja y única España, frente al laicismo, el marxismo, la revolución proletaria o el sentimiento independentista...

Cinco años de esperanza y revolución cortados, pero que aún son añorados. Cinco años de laicidad, igualdad, paz y compromiso social que están enterrados bajo toneladas de odio, olvido e indefensión.

Pero este aniversario también es motivo de protesta y reclamación. La primera y más habitual la de instauración de una Tercera República. Un modelo de estado nuevo, no sólo basado en la consulta pública al pueblo, para las nuevas generaciones y las más antiguas a las que se les impuso un Rey elegido por el dictador fallecido y ratificado por sus cortes fascistas. Y no sólo eso, sino también la formualción de un nuevo texto constitucional actualizado y que corresponda a un Estado moderno, no al del eterno país en transición democrática que nos quiere imponer la derecha, que trata de mantener sus axiomas para volver a movilizar al ejército como en aquellos oscuros años. Iglesia y jerarquías económicas siguen viendo amenazados sus centros de poder y uieren mantenernos o volvernos a meter en la ceguera social y cultural.

Pedir la Proclamación de la Tercera República ya es un paso más allá, es una petición de campaña de voto, de sufragio. El primero es que por lo menos que nos den a todos la oportunidad de elegir que modelo de Estado, gubernamental y social que tenemos. Es decir, un primer motivo de protesta es que se nos devuelva el derecho a elegir en su totalidad, derecho que fue cercionado con el alzamiento del 18 de junio del 36.

Pero la actualidad también impone su importancia, y así reivindicaciones por anti-Bolonia y una educación laica y pública en todas sus fases, una sanidad igualmente pública y protegida ante las agresiones coorporativistas y privadas, o un mayor laicismo y protección ante los desmanes eclesiásticos católicos y romanos tendrán su hueco entre las reivindicaciones, las pancartas y banderas tricolor. No menos importante será defender un sistema político que discrimine la corrupción tan extendida e incluso bien vista por parte de la población que comulga con las mentiras, excusas y desviaciones mediáticas y éticas que salen desde la calle Genova. Es también una jornada para defender al trabajador, de todas las clases, géneros y condiciones ante los ataques de la patronal y un gobierno neo-con en materia económica. Defender al ciudadano sin ambalajes ante una crisis que nos han impuesto especuladores y avariciosos y de la que para salir definitivamente, sin más recaídas o cracks, solo existe el camino de desterrar el capitalismo tal y como lo sufrimos, olvidar el consumismo actual y adoptar comportamientos más cívicos, solidarios y sostenibles.

Y por supuesto será una jornada más para pedir justicia. Para luchar e impedir el avasallamiento contra el Juez Garzón, dejar claro que los crimenes contra la humanidad no preescriben por mucho tiempo o mucha ley de amnistía, porque permanecen durante muchas generaciones en la memoria colectiva y el recuerdo, por mucho que lo quieran evitar. Tenemos toda la sociedad española una deuda histórica con todas esas personas cuyos familiares más allegados marcharon en una madrugada para no volver jamás. Todos esos niños de entonces son ahora octogenarios cuando menos que con este nuevo revés han sepultado su deseo añorado de poder enterrar a sus muertos con dignidad y justicia. Si seguimos por esta deriva la identidad nacional de este país y su moralidad estará hundida para siempre. No quiero pensar en dentro de 100 o 200 años cuando nuestros sucesores se escandalicen por esta deuda histórica, moral y jurídica que día a día queda más desierta y tapada. Un país que quiera progresar debe recuperar su memoria y agasajar a sus muertos que lo hicieron por la libertad.

Continuemos y luchemos...

martes, 1 de julio de 2008

La Guerra Civil Española, por Paul Preston


GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

PAUL PRESTON

El líder anarquista Buenaventura Durruti expresó a la perfección ese espíritu cuando le dijo a un periodista: “No nos dan miedo las ruinas, porque vamos a heredar la tierra. La burguesía puede hacer estallar o arruinar su mundo antes de abandonar el escenario de la historia. Pero nosotros llevamos un nuevo mundo en nuestros corazones”.

Como dijo recientemente uno de los historiadores más serios de la represión, Francisco Espinosa Maestre, “el olvido no es lo mismo que la reconciliación y la memoria no es lo mismo que la venganza”.

Enrique Lister: Encargado de la Defensa de Madrid. Su formación militar y política en el III Komitern fue de gran notoriedad.

John Whitaker, lo ha recordado así más tarde: “No pasé ninguna noche en Talavera sin ser despertado al alba por los estampidos de los pelotones de fusilamiento. Parecía que nunca iba a terminar la matanza. Mataban a tanta gente cuando llevaba dos meses en Talavera como en los primeros días de mi estancia allí. El promedio era tal vez de 30 al día. Eran simples campesinos y trabajadores. Bastaba haber tenido carnet de un sindicato, haber sido masón, haber votado por la República.

“Los camiones estaban grises, sentados de cuatro en cuatro, las gorras grises ladeadas sobre la frente, las manos abiertas posadas sobre los pantalones de pana, esperando pacientemente. Los traían detenidos todos los días de aldeas perdidas, a la hora en que volvían de los campos. Marchaban a su último viaje, con las camisas pegadas aún a los hombros por el sudor, los brazos pesados por el trabajo del día, dejando la sopa intacta en la mesa y a una mujer sin aliento, un minuto demasiado tarde, junto al muro del jardín, llevando un hatillo con algunas pertenencias recogidas a toda prisa y envueltas en un flamante pañuelo de colores brillantes”.

“Una hilera tenue de luces, como los ojos de buey iluminados de los camarotes de un barco”, escribió Orwell. Así, la guerra empezó a convertirse para la República en un ciclo interminable de derrotas o como mal menor, en un punto muerto.

La Revolución Rusa de octubre de 1917 significó para la izquierda de toda Europa un sueño y una aspiración. Desde entonces, la derecha en Europa había estado procurando, tanto a nivel nacional como a nivel internacional, construir barreras contra amenazas revolucionarias reales o supuestas.

“No paso un día, hasta casi el final, en el que no tuviéramos nuevas razones para esperar que las democracias occidentales sentarían la cabeza y nos devolverían el derecho a comprarles armas. Y cada día nuestras esperanzas resultaban ilusorias”.

El distinguido diplomático estadounidense Sumner Welles, subsecretario de Estado de 1937 a 1943, escribiría más tarde: “De todas las ocasiones en que hemos seguido una política de aislamiento miope la más desastrosa fue nuestra actitud respecto a la Guerra Civil española”.

Para nosotros es absolutamente indiscutible que existe una completa identidad de objetivos entre la política de paz de la Unión Soviética y la política de la clase obrera y de los partidos comunistas de los países capitalistas. No hay, ni puede haber, ninguna duda en nuestras filas sobre este tema. No sólo defendemos a la Unión Soviética en general. Defendemos en concreto el conjunto de su política y cada uno de sus actos.

“Si la Unión Soviética no hubiera estado de acuerdo con la propuesta francesa de neutralidad, hubiese puesto en una situación muy embarazosa al gobierno [francés] y ayudado de forma considerable a los fascistas en Francia e Inglaterra, así como a los gobiernos de Alemania e Italia, en su campaña contra el pueblo español […] Si el gobierno soviético diera algún paso que agravase la actual situación explosiva en Europa, los fascistas de todos los países lo recibirían con alegría y las fuerzas democráticas se dividirían, lo cual prepararía directamente el camino para la llamada “guerra preventiva” contra el bolchevismo representado por la URSS”.

Barco konsomol: El 12 de diciembre de 1936, el Canarias hundió el vapor soviético Konsomol frente a Orán, hundimiento que tuvo repercusión internacional e hizo a los soviéticos más reticentes a utilizar sus mercantes en apoyo de los republicanos.

Manuel Azaña, en una anotación perspicaz y apesadumbrada en su diario escribió: “Nuestro peor enemigo hasta ahora ha sido el gobierno británico. Todos los artilugios inventados para la no intervención y sus incidentes han dañado al gobierno de la República y favorecido a los rebeldes. La hipocresía ha llegado a ser tan transparente que parecía cinismo infantil. Gran cosa es decir que se trabaja por conservar la paz europea. Pero creer que Alemania o Italia iban a declarar la guerra a Inglaterra y Francia si el gobierno español compraba material en estos dos países, es una estupidez… Pero el mejor medio de evitar la guerra no es consentir que Alemania e Italia hagan en España lo que quieran. ¿En qué puede convenir a los intereses británicos el triunfo de los rebeldes, paniaguados de Alemania e Italia?”.

El ambiente de la ciudad al anochecer del 6 de noviembre se refleja en estas líneas de Mijail Koltsov, periodista soviético del que suele decirse que era el emisario personal de Stalin, y que aparece con el nombre de Karkov en Por quién doblan las campanas, de Hemingway.

Me dirigí al Ministerio de la Guerra, al comisariado de la Guerra. No había casi nadie. Fui a la oficina del primer ministro y el edificio estaba cerrado. Acudí al ministerio de Asuntos Exteriores; estaba desierto. En la Censura de la Prensa Extranjera un oficial me dijo que dos horas antes el gobierno había reconocido que la situación de Madrid era desesperada y había huido. Largo Caballero había prohibido la publicación de toda noticia sobre la evacuación “a fin de evitar el pánico”. Me dirigí al Comité Central del Partido Comunista. Se estaba celebrando una reunión plenaria del Ejecutivo. Me dijeron que en ese mismo día Largo Caballero había decidido repentinamente evacuar la ciudad. Su decisión había sido aprobada por mayoría en el Consejo de Ministros. Los ministros comunistas preferían quedarse, pro se les hizo ver que hacerlo supondría el descrédito del gobierno y se vieron obligados a marchar con los demás. No se había informado de la marcha del gobierno ni siquiera a los principales dirigentes de las distintas organizaciones, ni a los departamentos y agencias estatales. Sólo en el último momento había comunicado el primer ministro al Jefe del Estado Mayor General la marcha del Gobierno. El ministro del interior, Galarza, y su ayudante, el director general de Seguridad Muñoz, habían sido los primeros en abandonar la capital. El Estado Mayor del general Pozas, comandante en jefe del Frente Central, había puesto pies en polvorosa. El Estado Mayor del general del general Pozas, jefe del Frente Central, se ha desperdigado. Vuelvo de nuevo al Ministerio de la Guerra. Subo corriendo las escaleras y entro en el vestíbulo: ¡Ni un alma! En el descansillo hay dos viejos ujieres sentados, como figuras de cera, vestidos con librea y pulcramente afeitados esperando en vano el sonido del timbre del despacho del ministro. Harían exactamente lo mismo si el ministro fuera el anterior, o uno nuevo. Paso ante filas y filas de despachos. Todas las puertas están abiertas de par en par. Entro en el despacho del ministro de la Guerra. ¡Ni un alma! Más allá, una hilera de oficinas: El Estado Mayor Central, con sus secciones; el Estado Mayor General, con sus secciones; el Estado Mayor del Frente Central, con sus secciones; el Cuerpo de Intendencia, con sus secciones; la Dirección de Personal, con sus secciones. Todas las puertas están abiertas de par en par. Las lámparas del techo están encendidas. Sobre las mesas se encuentran abandonados mapas, documentos, comunicados, lápices, cuadernos cubiertos de notas. ¡Ni un alma!

Batallón Thälmann: Batallón de las Brigadas Internacionales en honor al político alemán Ernest Thälmann, fusilado por ordenes directas de Hitler en el campo de concentración de Bunchenwald

Hans Beilmer: Diputado del parlamento alemán y miembro del Partido Comunista germano, fue un ferviente antinazi. Con el ascenso del Partido Nazi al poder, fue encerrado en Dachau en abril de 1933, consiguiendo escaparse en mayo y exiliándose en España. Al inicio de la Guerra Civil Española se unió a las Brigadas Internacionales en el Batallón Thälmann. Falleció en el frente de Madrid poco después.

Esmond Romilly fue uno de los componentes británicos del Batallón Thälmann. Más tarde escribió de sus compañeros de armas:

Para ellos realmente no podía haber rendición ni huida, luchaban por su causa y luchaban también por un hogar en el que poder vivir. Recuerdo haberles oído hablar de su vida de exiliados, de la existencia miserable que llevaban en Amberes o en Toulouse, perseguidos por las leyes de inmigración y perseguidos sin descaso –incluso en Inglaterra- por la Policía secreta nazi. Lo habían apostado todo en esta guerra.

Uno de los que tomaron tal decisión fue Jason Gurney, un escultor de Chelsea que vino a combatir a España y que recibió una herida que le imposibilitó para volver a esculpir nunca más: “La Guerra Civil española proporcionaba a un simple individuo la oportunidad de comprometerse de forma positiva y eficaz con un problema que se planteaba con una claridad absoluta. O bien te oponías al crecimiento del fascismo y acudías a luchar contra él, o te hacías cómplice de sus crímenes y te convertías en culpable por permitir su expansión”.

A un hombre que preguntó a los reclutadores británicos cuál era la paga por el servicio, se le contestó: “No eres la clase de sujeto que queremos para España. Largo de aquí”. Todo lo que se ofrecía y todo lo que querían la mayoría de ellos era la oportunidad de luchar contra el fascismo.

La perspectiva que hoy tenemos sobre los ominosos crímenes de Stalin o sobre las sórdidas luchas de poder en la zona republicana no disminuyen ni un ápice el idealismo y el heroísmo de quienes sacrificaron su comodidad, su seguridad, y en muchos casos su vida, en la lucha contra el fascismo.

No obstante, se dejó que fueran los comunistas lo encargados de guiar a los voluntarios en el paso clandestino de la frontera francesa, unas veces a pie y otras en autobuses. Algunos llegaron a cruzar los Pirineos calzados con alpargatas de esparto. En el autobús que conducía a Jason Gurney, un hombre empezó a gemir “No quiero ir”. Para impedir que alertara a las autoridades francesas de su paso ilegal, Gurney le golpeó. Escribió más tarde que el hombre “lloró mucho esa noche en Figueras pero más tarde parecía contento y nunca me guardó rencor. Pero cuando unos meses más tarde vi su cuerpo sin vida tendido en los campos del Jarama, me sentí como un asesino”. Como advertían los reclutadores, era “una guerra puta”. Cuando los voluntarios llegaron a Barcelona, fueron recibidos por los vítores de una multitud. La mayoría no tenía ninguna experiencia bélica y tuvieron que ser rápidamente organizados a toda prisa en regimientos en los que recibían una instrucción rudimentaria de escasas horas. Casi siempre sin equipo adecuado, se les envío al frente, a luchar contra las tropas fascistas. Las primeras unidades llegaron a Madrid el 8 de noviembre. Geoffrey Cox, corresponsal del News Chronicle, estaba en la capital de España cuando llegaron:

Las pocas personas presentes se agruparon junto a la vía del tren, gritando casi histéricamente “¡Salud! ¡Salud!”, agitando en el aire como saludo los puños cerrados, o aplaudiendo vigorosamente. Una anciana con lágrimas que le corrían por las mejillas, de vuelta de una larga espera en una cola, levantaba en sus brazos a una niña que saludaba alzando un puño diminuto.

Los soldados respondieron saludando con el puño y copiando el grito de “¡Salud!”. No sabíamos quienes eran. La gente les tomaba por rusos. El camarero se volvió hacia mí y me dijo: “Han llegado los rusos, han llegado los rusos”. Pero cuando oí una chillona voz prusiana dando una orden en alemán seguida de gritos en francés y en italiano, supe que no eran los rusos. La Columna Internacional Antifascista había llegado a Madrid.

Los anarquistas acusaban a los comunistas de imponer el autoritarismo rígido de la Unión Soviética frente a la espontaneidad de la revolución social libertaria.

Vicente Rojo: general jefe del Estado Mayor Republicano, que planteó las ofensivas de Teruel y del Ebro.

Miaja participa muy poco en el detalle de las operaciones, apenas sabe nada sobre el tema. Deja esas cuestiones al cuidado de su Estado Mayor y de los comandantes de las columnas y sectores. Rojo se gana la confianza de sus hombres por su modestia, que oculta sus grandes conocimientos prácticos y una capacidad de trabajo inusual. Hoy es el cuarto día que ha pasado volcado sobre el mapa de Madrid. Formando una cadena interminable los comandantes y comisarios vienen a verle; y a todos, con voz baja y tranquila, pacientemente, como si se tratara de la oficina de información de una estación de ferrocarril, repitiendo en ocasiones veinte veces lo mismo, les explica, enseña, indica, anota en los papeles, y frecuentemente dibuja planos.

Intentamos salir a la calle, pero una multitud presa del pánico imposibilitaba cualquier movimiento. E miedo al ahogo era mayor que el de las bombas, las mujeres gritaban y en las escaleras de acceso muchas personas se empujaban para entrar en el refugio.

Mientras oíamos el estruendo de los bombarderos encima de nuestras cabezas, recordé la muchedumbre que se agolpaba alrededor de una boca de Metro en nuestro primer día en Madrid; estaban todavía extrayendo los cuerpos de doscientas personas muertas por una bomba incendiaria que había estallado encima de un refugio a prueba de bombas.

Escuadrilla del Amanecer: Milicias de Investigación Criminal de las JSU.

Los refugiados seguían llenando la carretera y, cuanto más avanzábamos, en peores condiciones se encontraban. Algunos llevaban zapatillas de caucho, pero la mayoría iba con los pies envueltos en harapos, algunos descalzos y casi todos sangrando. Llevábamos más de ciento veinte kilómetros adelantando a una muchedumbre desesperada, muerta de hambre y de extenuación y la riada humana no daba signos de disminuir. Entonces se oyó el débil zumbido de los bombarderos. Las cunetas de la carretera, las rocas y la plaza se llenaron de refugiados, que se acurrucaban en todos los huecos boca abajo, apretándose contra el suelo. Los niños tendidos levantaban sus ojos asustados hacia el cielo, mientras las manos apretaban los oídos o se doblaban hacía atrás para proteger el punto vulnerable de la nuca. Por todas partes buscaban cobijo grupos de personas, madres al borde la extenuación protegían con su cuerpo el de sus hijos, apretándolos contra cualquier entrante o hueco del terreno, y aplastándose contra la tierra pedregosa mientras los aviones rugían cada vez más próximos. Habían sufrido antes otros bombardeos y sabían demasiado bien qué es lo que debían hacer. Decidimos llenar la ambulancia de niños. Al instante nos convertimos en el centro de una masa delirante de personas que gritaban, rogaban y suplicaban ante aquella repentina aparición milagrosa. La escena parecía irreal, con los rostros vociferantes de mujeres que sostenían bebés desnudos por encima de sus cabezas, implorando, llorando y sollozando con gratitud o decepción. La muchedumbre de refugiados que abarrotaba la carretera de Málaga vivió una pesadilla. Fueron cañoneados desde el mar, bombardeados desde el aire, y finalmente ametrallados. La escala de la represión desatada en el interior de la ciudad caída explica por qué todos ellos decidieron correr tales peligros.

Noel Monks, periodista neozelandés, envió un despacho sobre la derrota al Daily Express, que lo publicó con su firma. Fue llamado a la presencia de Franco y amenazado con la ejecución Al final se limitaron a expulsarse de la España rebelde. Sobre su encuentro con Franco escribió: “Ya era barrigudo entonces, en este día de marzo de 1937 en que me presenté ante él. Para ser el líder de una revuelta militar que duraba ya casi nueve meses, era la figura menos militar que he visto en mi vida. Parecía dominado por el inmenso escritorio detrás cual estaba sentado. Su rostro era fofo y los ojos que miraban con odio los míos hubieran servido para jugar las canicas, de tan duros como parecían”.

El 24 de marzo de 1937 Vicente Rojo fue ascendido a coronel “por méritos de guerra”. Los republicanos aguantaban, pero su lucha era cada vez más un esfuerzo desesperado por sobrevivir. Y lo que hizo su situación aún más difícil fue la creciente gravead de los estériles conflictos políticos que se desataban en el interior de la zona republicana en torno al problema de cómo dirigir la guerra. La intensidad de esas divisiones iba a llegar pronto hasta el punto de haces estallar una guerra civil dentro de la Guerra Civil.

Uno de ellos, Narciso Julián, un ferroviario que había llegado a Barcelona la noche anterior al lanzamiento, dijo al historiador oral británico Ronald Fraser: “Resulta increíble la comprobación en la práctica de lo que uno conoce sólo en teoría: el poder y la fuerza de las masas cuando ocupan las calles. De repente se percibe su fuerza creadora; no puede imaginarse con qué rapidez son capaces las masas de organizarse a sí mismas. Las formas que inventan van mucho más allá de todo lo que puedas imaginar, o de lo que has leído en los libros”.

Orwell no fue el único en lamentarse de que las unidades del POUM tuvieran que combatir en el frente con uniformes andrajosos, equipo anticuado e insuficientes suministros de alimentos y municiones. Como escribió Orwell, “un gobierno que envía chicos de quince años al frente con fusiles viejos de hace más de cuarenta años, y mantiene a los hombres más fuertes y las armas más nuevas en la retaguardia, teme sin duda más a la revolución que a los fascistas”.

George Orwell: Como miembro del Partido Laborista Independiente se alistó, al igual que miles de extranjeros, para luchar por la defensa de la República española durante la guerra civil de aquel país. Llegó a Barcelona en diciembre de 1936 y el mismo día se alistó y fue asignado como miliciano al anti-estalinista POUM. Su participación le motivó para escribir Homenaje a Cataluña, donde describe su admiración por lo que es identificado como ausencia de estructuras de clase en algunas áreas dominadas por revolucionarios de orientación anarquista. Pero también critica el control soviético del Partido Comunista de España y las mentiras que se usaban como propaganda para la manipulación informativa. Orwell recibió un tiro en el cuello en las proximidades de Huesca, el 20 de mayo de 1937. Después buscó asilo durante seis meses en Marruecos para recuperarse de esta herida. En 1937, en las purgas del PCE (proestalinista) contra el POUM, Orwell relató que estuvo a punto de ser asesinado en Barcelona.

Orwell opinaba que si bien se necesitaba un cambio radical en las sociedades occidentales, y por tanto en los países capitalistas, el socialismo soviético representaba una amenaza a los principios que lo sustentaban.

Andreu Nin: antiguo trotskista y líder del POUM, asesinado por los comunistas en mayo de 1937, acusado de traición con la Junta de Burgos por informes del NKVD (Comisariado Popular para asuntos internos).

Cipriano Mera

Valentín González, “El Campesino”: Valentín González González, nació en Malcocinado (Badajoz) en 1909. Se le conoce un matrimonio del que nacieron tres hijos, que desaparecieron durante la Guerra civil española. Minero en las minas de Peñarroya, militó en el Partido Comunista de España. Durante la Guerra civil, dirigió el Quinto Regimiento y posteriormente la División 46ª. Participó en las batallas de Guadalajara, Brunete y Belchite, en las que fue herido. Se forjó una leyenda en torno a su nombre. Leyenda viva del ejército republicano, escapa en un barco rumbo a la URSS en 1939 e ingresa en la Escuela Superior de Guerra con el rango de general. De allí es expulsado por disentir con el estalinismo, torturado en varias checas y condenado a trabajos forzados en el gulag. Tras un intento fallido de huida -fue devuelto a la URSS por las autoridades turcas- fue internado en el campo de trabajo de Vorkuta (Siberia). Logra escapar de la URSS en 1949 a través de la frontera iraní, viviendo en el exilio en Francia, hasta su regreso a España en 1977. Muere en Madrid en 1983.

Esa misma noche, el 25 de abril, Mola lanzó desde la emisora de radio rebelde la siguiente advertencia al pueblo vasco: “Franco está a punto de asestar un golpe poderoso contra el que toda resistencia es inútil. ¡Vascos! Rendíos ahora y ahorraréis el sacrificio de vuestras vidas”.

A primera horas de la tarde del día siguiente, lunes 26 de abril, día de mercado en la pequeña población de Guernika, La Legión Cóndor atacó. Gernika, un símbolo de importancia capital para el pueblo vasco, fue destruido en una sola y siniestra tarde de bombardeos continuados. Las dimensiones de la atrocidad cometida intentaron paliarse con posteriores esfuerzos de la propaganda nacional negando toda responsabilidad en el suceso. George Steer, corresponsal de The Times, fue uno de los primeros periodistas en llegar al lugar. El director de The Times, Geoffrey Dawson, publicó, no sin cierto recelo, el siguiente reportaje de Steer el 28 de abril:

Guernika, la ciudad más antigua del pueblo vasco y el centro de su tradición cultural, ha quedado completamente destruida por una incursión aérea rebelde. El bombardeo de esta ciudad abierta, situada a una gran distancia del frente, duró exactamente tres horas y cuarto, durante las cuales una poderosa flota aérea compuesta por tres tipos de aparatos alemanes, bombarderos Junker y Heinkel y cazas Heinkel, descargó de forma ininterrumpida bombas de hasta mil libras de peso y, según e calcula, más de tres mil proyectiles incendiarios de aluminio de dos libras de peso cada uno. Los cazas, mientras tanto, efectuaban pasadas de vuelo rasante sobre el centro de la ciudad y ametrallaban a la población civil que buscaba refugio.

Mandados con brillantez por el general Leopoldo Menéndez López y el coronel Durán, los republicanos se defendieron tenazmente. Mediante el uso de trincheras bien trazadas y de líneas de comunicación adecuadamente protegidas, los republicanos conseguían infligir a los nacionales grandes bajas, sufriendo a cambio relativamente pocas.

El comandante de XV Cuerpo era el teniente coronel Manuel Tagüeña, que ala edad de 25 años era ya un jefe militar destacado. Al empezar la guerra Tagüeña estudiaba matemáticas y física en la universidad. Se alistó en la militancia de las JSU, ascendió de soldado raso y mando sucesivamente una compañía, un batallón, una brigada, una división y finalmente todo un cuerpo de ejército.

El 29 de octubre de 1938 tuvo lugar en Barcelona un desfile para despedir a las Brigadas Internacionales. En presencia de miles de españoles que aplaudían con lágrimas en los ojos, la dirigente comunista Dolores Ibarruri, la Pasionaria, pronunció un discurso emotivo y conmovedor: “¡Camaradas de las Brigadas internacionales! Razones políticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen volver a vuestra patria a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marchar orgullosos. Sois la historia. Sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia… No os olvidaremos, y cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República Española, ¡volved! Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria”. Ante la mirada lúgubre del presidente Azaña desfilaron entonces los brigadistas mientras el público echaba flores a su paso.

Gustav Regler, un comisario comunista alemán que había luchado con las Brigadas Internacionales, estaba en la frontera buscando a algunos de sus hombres. Más tarde describió así las degradantes escenas que presenció:

Aquella tarde llegaron las tropas republicanas. Fueron recibidos como si se tratara de vagabundos… Se preguntó a los españoles qué llevaban en los macutos y las bolsas de mano, y contestaron que al rendirse habían tenido que entregar los fusiles y todas las armas que poseían. Pero los franceses señalaron desdeñosamente los macutos y pidieron que los abriesen. Los españoles no entendían. Hasta el último momento persistían en el trágico error de creer en la solidaridad internacional… El camino polvoriento que pisaban aquellos hombres desarmados no era únicamente la frontera entre dos países, era un abismo abierto entre dos mundos. Ante los ojos del Prefecto y de los generales, los hombres de la Garde Mobile tomaron las bolsas y mochilas que contenían los efectos personales de los españoles, y las vaciaron en una zanja rellena de cal viva. Nunca he visto tanta rabia e impotencia como las que reflejaron los ojos de aquellos españoles. Estaban rígidos como si se hubieran vuelto de piedra; no entendían lo que ocurría.

Julián Besteiro: socialista moderado de la centroderecha del PSOE, opuesto a la corriente izquierdista; en 1939 participó en la Junta de Defensa de Casado.

miércoles, 16 de abril de 2008

14 de abril: República ayer, hoy y mañana


No resulta fácil explicarlo, recordarlo en los medios de comunicación, llevarlo a las aulas para que los jóvenes lo aprendan. Pero España fue durante cinco años una República parlamentaria y constitucional. “Una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de libertad y justicia”, proclamaba el artículo primero de su Constitución, aprobada el 9 de diciembre de 1931, tan solo siete meses después de que cayera la Monarquía de Alfonso XIII.

Esa Constitución, que decía que la República era “un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y de las Regiones”, declaraba también la no confesionalidad del Estado, eliminaba la financiación estatal del clero e introducía el matrimonio civil y el divorcio. Su artículo 36, tras acalorados debates, otorgó el voto a las mujeres, algo que sólo estaban haciendo en esos años los parlamentos democráticos de las naciones más avanzadas.

Constitución, elecciones libres, sufragio universal masculino y femenino, gobiernos responsables ante los parlamentos. En eso consistía la democracia entonces. No era fácil conseguirla y menos consolidarla, porque todas las repúblicas europeas que nacieron en aquellos turbulentos años que siguieron a la Primera Guerra Mundial, desde Alemania a Grecia, pasando por Portugal, España o Austria, acabaron acosadas por fuerzas reaccionarias y derribadas por regímenes fascistas o autoritarios.

Nunca en la historia de España se había asistido a un período tan intenso y acelerado de cambio y conflicto, de avances democráticos y conquistas sociales. En los dos primeros años de la República se acometió la organización del ejército, la separación de la Iglesia y del Estado y se tomaron medidas radicales y profundas sobre la distribución de la propiedad de la tierra, los salarios de las clases trabajadoras, la protección laboral y la educación pública.

Pero esa legislación republicana situó en primer plano algunas de las tensiones germinadas durante las dos décadas anteriores con la industrialización, el crecimiento urbano y los conflictos de clase. Se abrió así un abismo entre varios mundos culturales antagónicos, entre católicos practicantes y anticlericales convencidos, amos y trabajadores, Iglesia y Estado, orden y revolución.

Como consecuencia de esos antagonismos, la República encontró enormes dificultades para consolidarse y tuvo que enfrentarse a fuertes desafíos desde arriba y desde abajo. Los primeros desafíos fuertes, y los que más se vieron porque solían acabar en enfrentamientos con las fuerzas de orden público, llegaron desde abajo, desde la protestas sociales, y después insurrecciones, de anarquistas y socialistas. El golpe de muerte, el que la derribó por las armas, nació, sin embargo, desde arriba y desde dentro, desde el mismo seno de sus fuerzas armadas y desde los poderosos grupos de orden que nunca toleraron lo mucho que la República tenía de democracia social y de soberanía parlamentaria.

España comenzó los años treinta con una República y acabó la década sumida en una dictadura derechista y autoritaria. El discurso del orden, de la patria y de la religión, se impuso al de la democracia, la República y la revolución. La larga dictadura de Franco, que mató, encarceló, torturó y humilló hasta el final, durante cuatro décadas, a los vencidos, resistentes y disidentes, culpó a la República y a sus principales protagonistas de haber causado la guerra, manchó su memoria y con ese recuerdo negativo crecieron millones de españoles en las escuelas nacionales y católicas. Nada hizo la transición a la democracia por recuperar su lado más positivo, el de sus leyes, reformas, sueños y esperanzas, metiendo en un mismo saco a la República, la guerra y la dictadura, un pasado trágico que convenía olvidar.

La distancia entre la democracia actual y la que podía promover la República hace más de setenta años es abismal. El respeto a la ley y a los resultados electorales, la defensa de la libertad de expresión y asociación y de los derechos civiles, forman parte hoy de nuestra cultura cívica. Las dos burocracias que tanto pesaban en la historia de España, la armada y la eclesiástica, el ejército y la Iglesia católica, que asesinaron a la República y dominaron durante la dictadura, están hoy subordinadas al Estado y al poder civil que emerge de los ciudadanos, aunque la Iglesia se resista a abandonar algunos de los enormes privilegios que la victoria en la guerra y los servicios prestados a Franco le concedieron. El analfabetismo, los latifundios, los fascismos y los sueños revolucionarios desaparecieron, sustituidos por la defensa de una sociedad civil democrática y por la cultura de la paz. El capitalismo ha vencido y el consumo, el coche y la casa en propiedad han obrado el milagro de que hasta los más pobres parezcan ricos. No es una República, pero esta democracia ha sido un logro de muchos y conviene cuidarla y mejorarla.

En los últimos años ha salido a la luz la memoria de los vencidos en la guerra, de las víctimas del franquismo. Pero nadie desde los poderes de la democracia actual se atreve a defender a la República. Casi nadie recuerda a sus grandes dirigentes, muertos la mayoría de ellos en el exilio, a quienes presidieron sus instituciones, hicieron sus leyes y dieron el voto a todos los ciudadanos. Y sin embargo, todavía están con nosotros los nombres de las calles, monumentos, símbolos y ritos del franquismo. Es el momento de cambiar eso, de devolver la dignidad a quienes defendieron la democracia y la libertad con la palabra y la ley. Hasta que un golpe de Estado les obligó a hacerlo por las armas.

Pero tal día como hoy que es lo que tenemos de República. Recuerdos enterrados en cunetas, cuentos de una tarde o viejas palabras pronunciadas por viejos labios que se marchitan con el tiempo. Lo cierto es que por ejemplo, laicismo hay poco (ayer todos los cargos públicos prometieron su cargo delante de una cruz, algo así como el ni contigo pero sin ti). El sistema bicameral sigue siendo un cáncer para las profundas reformas que se necesitan en este país, grande, diverso y multi-territorial. Y persisten actitudes retrógradas, machistas e impresentables, que producen escarnio y sonrojo pero no provocan una catarata de acciones para sacar a estos vociferantes de sus medios.

Seguimos pidiendo República, de manera revolucionaria, grotesca y en ocasiones cómica, pero no por ello, deja de ser cierto, el hecho de que es necesaria y el futuro de esta sociedad, porque aquellos valores de los años 30 del pasado siglo, son a día de hoy, más progresistas, igualitarios y sociales que los que tenemos en los albores del siglo XXI. Es la oportunidad de volver a tener lo que hace 80 años nos robaron con armas y violencia. Libertad, igualdad, paz y solidaridad.

LA II REPÚBLICA: CINCO AÑOS QUE TRANSFORMARON ESPAÑA

14 de abril de 1931: cuando el rey perdió su trono. En los planes de Alfonso XIII no casaba la idea de que unos comicios municipales, los del 12 de abril, pudieran echarle del poder. Así fue. Las listas republicanas vencieron en 41 de las 50 capitales de provincia. El pueblo lo leyó como un plebiscito sobre la Monarquía. El rey cayó. Y se marchó.

28 de junio de 1931: las primeras elecciones. La primavera de 1931 se presentó agitada. Bajo el Gobierno provisional de Niceto Alcalá-Zamora se impulsaron las primeras reformas: la reestructuración del Ejército, los cambios en el campo y en la escuela, el discurso secularizador. Pronto estallaron los conflictos con una Iglesia ultra. Prendió de nuevo la violencia anticlerical, que ya emergió en mayo. El Ejecutivo preparaba mientras las primeras elecciones. Las constituyentes del 28 de junio, ganadas por republicanos y socialistas.

9 de diciembre de 1931: España tiene Constitución. El otoño se llenó con la redacción de la Carta Magna republicana. La derecha desertó y se abstuvo en la votación, el 9 de diciembre. Al día siguiente, las Cortes eligieron a Alcalá-Zamora presidente de la República.

10 de agosto de 1932: primer golpe, la ‘Sanjurjada’. Con Manuel Azaña como presidente del Gobierno tuvo lugar la primera algarada militar: la rebelión, en Sevilla, del general José Sanjurjo. Fracasó. El miedo a la involución aceleró la aprobación, en septiembre, de la reforma del sector agrario y del Estatuto de Catalunya.

Enero de 1933: disturbios en Casas Viejas. La inquietud por el lento implante de las reformas en el campo derivó en los sucesos trágicos de Casas Viejas (Cádiz), promovidos por los anarquistas y reprimidos con dureza por el Gobierno. La factura le costó el puesto a Azaña.

19 de noviembre de 1933: comienzo del ‘bienio negro’. La inestabilidad condujo a la convocatoria de nuevas elecciones en noviembre de 1933, las primeras en las que votaron las mujeres. Triunfan los radicales de Lerroux y la derecha de la CEDA de Gil-Robles. Comienza el bienio negro, el desmontaje de las reformas promovidas desde 1931.

Octubre de 1934: revuelta en Asturias. Hasta octubre de 1934 no se integrarán miembros de la CEDA en el Gabinete. Eso soliviantó a la clase obrera, que se sintió atacada y reaccionó violentamente. La huelga revolucionaria caló en Asturias y en Catalunya, donde Companys proclamó el Estado catalán. Su autonomía fue suspendida y los líderes políticos, detenidos. Hubo más de 1.300 muertos.

16 de febrero de 1936: la victoria del Frente Popular. Desde mayo de 1934 hasta las elecciones de 1936 se sucedieron ocho gobiernos. La derecha fue derrotada en esos comicios por la conjunción de republicanos e izquierdas integrados en el Frente Popular.

17 y 18 de julio de 1936: el golpe que mata la República. Es la sedición de parte del Ejército, liderada por Sanjurjo, Mola y Franco, la que desencadena la Guerra Civil. Con ella sucumbe un quinquenio de florecimiento de las libertades. De apuesta firme por el Estado laico, la educación, la cultura. Por la modernización de un país atrasado.

¡¡Qué bueno mi hermano!!

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...