Mostrando entradas con la etiqueta trascendencia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta trascendencia. Mostrar todas las entradas

viernes, 24 de marzo de 2017

El mundo amarillo de Albert Espinosa


 
Hace unos años, seis o siete incluso, era un asiduo al late night de Buenafuente (ahora de vez en cuando, lo sigo visualizando, pero a la carta) y en uno de sus programas apareció Albert Espinosa, autor de El mundo amarillo, libro que presentaba y del que fue a hablar, haciendo una declaración de positivismo y ganas, pese a las circunstancias, que caló en mi, fijo su obra como pendiente en mis lecturas, hasta que en el pasado mes de noviembre, conseguí el libro, hasta atacarlo y devorarlo en apenas un par de tardes esta semana.
El mundo amarillo, está considerado como un libro de auto-ayuda por mucha gente, aunque el propio autor desde el prólogo ya defiende que no se trata de ese tipo de libros porque no pretende dar soluciones, sino que se constituye como un relato episódico de las enseñanzas que ha ido adquiriendo durante su vida, no precisamente fácil, no catalogable como común. Al contrario, se trata de un libro trascendente cargado de vitalidad y valor para afrontar la vida y sus etapas, sus problemas y momentos duros y también los buenos.
Albert Espinosa, el autor, durante su adolescencia y juventud padeció cáncer, hasta cuatro diferentes, que se han saldado por interminables temporadas residiendo en el hospital, innumerables pruebas y diagnósticos y sin una pierna, un pulmón y con un trozo de hígado. Pero hoy ya está curado, y decidió sentarse a plasmar lo que aquella experiencia también le ha legado en materia de aprendizaje y crecimiento, justo en esa época en la que cada uno de nosotros nos configuramos como personas.
Aunque me diréis que tal preámbulo, o incluso habiendo leído partes totalmente el libro hace referencia a un libro de auto-ayuda al uso, no se puede, ni debe, encasillar esta obra en ese epígrafe, porque al final lo que compone el relato de Espinosa es una forma de enfrentarse a la vida, con vitalidad, con honestidad, amor propio y solidaridad y cooperativismo con los demás.
El libro, lógicamente tiene mucho de autobiográfico. Es capaz de sacarnos más de una sonrisa y también llevar nuestras lágrimas al filo. Está escrito de manera cercana, como quien enseña a vivir. Y también de una forma amena y clara, facilitando más aún lo que de por si misma es una lectura divertida y estimulante.
A modo de capítulos nos muestra una serie de descubrimientos que el autor tuvo durante su vida en los hospitales mientras luchaba contra la enfermedad, tanto la propia como la de sus compañeros de planta. Todos esos descubrimientos y experiencias llevan al mundo amarillo y a quienes son los amarillos y por qué son importantes, imprescindibles, en nuestra vida. Un resumen que no quiere en absoluto laminar vuestro interés para leer El mundo amarillo, es que los amarillos son esas personas especiales en tu vida, que no tienen porque ser parejas, familia, o amigos, sino que en un momento concreto han cumplido una función fundamental en nuestro devenir, aportando conocimiento, calma, estímulo o lo que sea necesario en ese instante.
La lectura es tan amena e interesante que te lleva casi sin querer a que tú, lector, inconscientemente te plantes con el libro entre cerrado a pensar quienes son tus amarillos, si tu has sido o eres amarillo de alguien, y a darte las herramientas necesarias para poder reconocerlos y valorarlos en el presente y el futuro, así como para ofrecerte tu mismo como tal.
Por todo esto, no puedo más que animaros a leer o releer El mundo amarillo de Albert Espinosa. En definitiva, no se trata más de una lectura vitalista, divertida e interesante para intentar ser mejores personas y construir un mundo mejor para todos y todas.

lunes, 30 de enero de 2017

Una nueva vida


Quizás, al acabar de leer las siguientes líneas, puedas pensar que el título usado para esta entrada no es el más apropiado. Puede que tengas razón, y sólo percibas un mero cambio de decorado sobre el escenario que es mi vida. Pero para mi, es mucho más. Es una nueva vida. Asumir, y con ganas luchar por superar, nuevos retos personales y que más pronto que tarde, también sean profesionales. Que me hagan crecer, mejorar y madurar. Poder decir que si, que esto es lo que quiero y lo estoy consiguiendo.
No tengo ninguna duda de haber tomado la decisión acertada. De saber que he hecho lo correcto, pese haber dejado atrás, madre, padre, unos pocos amigos, y algunas personas excepcionales en distintos ámbitos en los que me he movido. También haber abandonado algún que otro reto personal. Pero como dije ya en su momento, no podía soportarlo más. No podía vender mi coherencia por 400 ó 500 euros mensuales, por muy bien que me pudieran venir por mi trabajo como concejal. NO. Eso es innegociable.
Por supuesto que me hubiera encantado seguir en la lucha por llevar dignidad y mayor democracia y participación a Santa Marta, dentro de Izquierda Unida. Pero era imposible poder trabajar junto a una militancia que no quiere, que prefiere ser rebaño enjaulado enfocado a un pesebre donde le echen siempre la misma comida. Imposible hacer una buena labor sólo, luchando contra una persona que quiere dominar por un interés personal y familiar que lleva enfangando mi organización, mi partido, en Salamanca, 13 años.
Desde luego no voy a abandonar la lucha porque creo en el proyecto, en su veracidad y en su necesidad. Pese a que la distancia vaya a ser un lastre, unido a la sinvergüenza del postureo, de la falsedad y la vaguería. Daré batalla. Que no tengan duda. Y quien este conmigo y así lo crea conveniente, sabe que puede encontrarme para unir fuerzas y para rescatar mi partido, mi movimiento social y político de los sectarismos e intereses particulares.
Retomando la idea y la necesidad de éste escrito están mis ganas de escapar de la agonía de Salamanca. Quizás haya caído en la misma agonía, está vez en Toledo, puesto que ya veía y ahora observo las mismas penurias, una mayor y más dolorosa frugalidad en la apariencia, sin importar la trascendencia. Es una asquerosa homogeneidad en el pensamiento, retrógrado, fascista, caciquil, cutre, rancio, atrasado y orgulloso de ser tan inútil, bruto y cavernícola.
Puede que en unos meses también me active aquí políticamente y social. Desde luego, falta hace y seguro que cualquier ayuda es bienvenida, aunque de producirse, la experiencia amarga me dará prudencia. Pero ahora, lo que quiero es amar y ser amado, como estoy sintiendo. Cuidar y que me cuiden. Vivir en definitiva, esa experiencia y hacerla con cuidado y esmero, eterna y trascendente. Para mi y mi pareja.
Seguro hay quien pueda pensar que lejos de arriesgarme en aventuras vitales más inestables o inseguras, he venido donde estaba quien me quiere y me quiere bien. Podéis ser libre de pensar lo que queráis pero ahora por encima de todo, lo que no quería es volver a perder, por miedo o egoísmo la compañía, el amor y el proyecto común con una persona que me llena y me hacer sentir pleno, y con quien trato de otorgarle eso mismo.
De momento puedo mantenerlo durante un tiempo y me vale y me apetece lucharlo. Y así lo hago, y así lo haré.
Construir una rutina que tenga episodios de improvisación, para disfrute de los sentidos, para trascendencia de los sentimientos y los pensamientos.
Que nos quede un recuerdo rico, vigoroso, estimulante y consecuente. Ese es el objetivo. Lo que necesito, deseo y quiero.

jueves, 4 de noviembre de 2010

La trascendencia de lo intrascendente

El Palomero ha rescatado la trascendencia dentro de este vacío de vorágine insulsa para motivarme e inspirarme en uan nueva entrada. Según dicen algunos expertos en la materia, las buenas noticias no son noticia. Y quizá por eso la sensación que se nos queda después de ver o escuchar un noticiario es de desánimo y de hastío cansino.

Se nota que estamos sumidos en una crisis profunda, que muchas cadenas de televisión están al borde de la quiebra y que por eso tratan de producir programas propios y reducir así de forma drástica los fastuosos gastos de antaño.

Y es por eso quizá, que algunas cadenas de televisión han decidido ocupar casi todo el horario de su programación con unos concursos telefónicos, dignos de ser llevados a un juzgado de guardia, y con programas del corazón que elevan a la categoría de estrellas a personas cuyo único mérito ha sido acostarse con algún famoso o divorciarse de aquella cantante de éxito efímero.

Porque vivimos en una sociedad tan vacía de valores, tan superficial y materialista, que es incapaz de prestar atención a asuntos que requieran un esfuerzo extra o dar un paso más allá de los intereses de uno mismo. Porque nadie puede dar lo que no tiene y la boca sólo puede hablar de lo que hay dentro del corazón.

Y es por eso quizá, que algunas cadenas de radio centran su programación en los acontecimientos deportivos, en si un entrenador opina esto o aquello, en las declaraciones de aquel jugador que afirma que hay que tener respeto al rival, que está contento por los goles que ha marcado pero que lo importante es el colectivo, que el equipo sume tres puntos y vaya paso a paso, porque en esa competición no hay equipo pequeño y la sorpresa puede llegar en cualquier momento.

Sí, una sorpresa que nunca se da en este tipo de declaraciones que se podían grabar una vez y para siempre y así emitirlas una temporada tras otra, partido tras partido. Esto sí que sería una buena manera de reducir gastos y sin que el aficionado de turno fuera consciente de ello.

Erich Fromm, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, habla en su libro “El arte de amar” de la “necesidad de trascendencia”. Según él, esta “necesidad de trascendencia es una de las necesidades básicas del hombre, arraigada en el hecho de su autoconciencia, en el hecho de que no está satisfecho con el papel de la criatura, de que no puede aceptarse a sí mismo como un dado arrojado fuera del cubilete…”. Básicamente viene a decir que el ser humano necesita crear, manifestarse, sentirse importante… en definitiva, sentirse humano.

Escribir en un blog es una búsqueda de trascendencia. Hacerlo, como humildemente hago, sobre mis experiencias, vivencias, sensaciones y sentimientos es una válvula de escape. Existen los blogs temáticos, sobre tecnología, deporte, noticias, etc. que obviamente buscan su necesidad de trascendencia, pero la interacción de los habituales y conocedores en el blog de una determinada temática puede que coarte diversas expresiones de emotividad o intimidad.

Si embargo los blogs personales se caracterizan por tener un tono que podríamos llamar “existencialista”, en el sentido de subjetividad y visión personalista, y no en el muchas veces erróneo de calvario y sufrimiento porque sí –aunque también los hay así-. La mayoría están confeccionados a modo de diario personal en el que el autor expone su visión del mundo sin llegar a interaccionar con el lector, y dando un uso al blog claramente catártico, por un lado, y de “quiero hacerme oír y comprender”, por otro. Lo cierto es que en este tipo de blogs te puedes encontrar de todo. Navegando no hace mucho, fui a caer en uno en el que su autor exponía en un post una lista de razones por las cuales no se suicidaba. En un principio me chocó un poco, pero luego comprendí que “la necesidad de trascendencia” estaba detrás; a su vez, me sirvió de idea para escribir este post.

En realidad, el fin último de esta entrada era preguntar: ¿hasta qué punto estos blogs se ajustan a la famosa “Web 2.0”? Y por otro lado: Tratándose de enfoques tan personalistas, ¿tienen un interés “didáctico” y/o comunicativo en la blogosfera? A la segunda pregunta me atrevo a responder: creo que su interés quizá no esté en estos campos; pero la creatividad, las ideas y los sentimientos que irradian muchos de ellos los hacen parte imprescindible de la blogosfera.

Yo vengo de un blog de ese estilo y quizá el día de mañana acabe en uno de ellos tratando de purificarme a base de posterar… nunca se sabe.

La trascendencia es una hermosa [cualidad de la consciencia] a cultivar, es un arnés válido y fundamental para saltar de lleno en la intensidad de la vida y encarar la noble tarea de hacer con nuestras personas una espléndida obra de arte a través de nuestros actos, con mayor consciencia y responsabilidad.

Hoy en día la trascendencia esta oculta. La tapan sombras y capas de inutilidad, futilidad, soberbia, casposidad, sinvergoncería,... Es la muestra continua, el regalo inesperado e indeseado para las gentes que vivimos bajo los yugos de la opresión, economíca, moral o libertaria. Nos queda luchar y sacar fuerzas de la esquelética existencia que nos han dejado para recuperar nuestra trascendencia, lo que a cada uno y cada una, nos hace vivir, sentir y pensar. Lo importante, lo que recordaremos nos espera. No importan los demás, lo que nos ofrecen o las opiniones que sacan de nosotros. Lo importante es vivir.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...