jueves, 4 de noviembre de 2010

La trascendencia de lo intrascendente

El Palomero ha rescatado la trascendencia dentro de este vacío de vorágine insulsa para motivarme e inspirarme en uan nueva entrada. Según dicen algunos expertos en la materia, las buenas noticias no son noticia. Y quizá por eso la sensación que se nos queda después de ver o escuchar un noticiario es de desánimo y de hastío cansino.

Se nota que estamos sumidos en una crisis profunda, que muchas cadenas de televisión están al borde de la quiebra y que por eso tratan de producir programas propios y reducir así de forma drástica los fastuosos gastos de antaño.

Y es por eso quizá, que algunas cadenas de televisión han decidido ocupar casi todo el horario de su programación con unos concursos telefónicos, dignos de ser llevados a un juzgado de guardia, y con programas del corazón que elevan a la categoría de estrellas a personas cuyo único mérito ha sido acostarse con algún famoso o divorciarse de aquella cantante de éxito efímero.

Porque vivimos en una sociedad tan vacía de valores, tan superficial y materialista, que es incapaz de prestar atención a asuntos que requieran un esfuerzo extra o dar un paso más allá de los intereses de uno mismo. Porque nadie puede dar lo que no tiene y la boca sólo puede hablar de lo que hay dentro del corazón.

Y es por eso quizá, que algunas cadenas de radio centran su programación en los acontecimientos deportivos, en si un entrenador opina esto o aquello, en las declaraciones de aquel jugador que afirma que hay que tener respeto al rival, que está contento por los goles que ha marcado pero que lo importante es el colectivo, que el equipo sume tres puntos y vaya paso a paso, porque en esa competición no hay equipo pequeño y la sorpresa puede llegar en cualquier momento.

Sí, una sorpresa que nunca se da en este tipo de declaraciones que se podían grabar una vez y para siempre y así emitirlas una temporada tras otra, partido tras partido. Esto sí que sería una buena manera de reducir gastos y sin que el aficionado de turno fuera consciente de ello.

Erich Fromm, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX, habla en su libro “El arte de amar” de la “necesidad de trascendencia”. Según él, esta “necesidad de trascendencia es una de las necesidades básicas del hombre, arraigada en el hecho de su autoconciencia, en el hecho de que no está satisfecho con el papel de la criatura, de que no puede aceptarse a sí mismo como un dado arrojado fuera del cubilete…”. Básicamente viene a decir que el ser humano necesita crear, manifestarse, sentirse importante… en definitiva, sentirse humano.

Escribir en un blog es una búsqueda de trascendencia. Hacerlo, como humildemente hago, sobre mis experiencias, vivencias, sensaciones y sentimientos es una válvula de escape. Existen los blogs temáticos, sobre tecnología, deporte, noticias, etc. que obviamente buscan su necesidad de trascendencia, pero la interacción de los habituales y conocedores en el blog de una determinada temática puede que coarte diversas expresiones de emotividad o intimidad.

Si embargo los blogs personales se caracterizan por tener un tono que podríamos llamar “existencialista”, en el sentido de subjetividad y visión personalista, y no en el muchas veces erróneo de calvario y sufrimiento porque sí –aunque también los hay así-. La mayoría están confeccionados a modo de diario personal en el que el autor expone su visión del mundo sin llegar a interaccionar con el lector, y dando un uso al blog claramente catártico, por un lado, y de “quiero hacerme oír y comprender”, por otro. Lo cierto es que en este tipo de blogs te puedes encontrar de todo. Navegando no hace mucho, fui a caer en uno en el que su autor exponía en un post una lista de razones por las cuales no se suicidaba. En un principio me chocó un poco, pero luego comprendí que “la necesidad de trascendencia” estaba detrás; a su vez, me sirvió de idea para escribir este post.

En realidad, el fin último de esta entrada era preguntar: ¿hasta qué punto estos blogs se ajustan a la famosa “Web 2.0”? Y por otro lado: Tratándose de enfoques tan personalistas, ¿tienen un interés “didáctico” y/o comunicativo en la blogosfera? A la segunda pregunta me atrevo a responder: creo que su interés quizá no esté en estos campos; pero la creatividad, las ideas y los sentimientos que irradian muchos de ellos los hacen parte imprescindible de la blogosfera.

Yo vengo de un blog de ese estilo y quizá el día de mañana acabe en uno de ellos tratando de purificarme a base de posterar… nunca se sabe.

La trascendencia es una hermosa [cualidad de la consciencia] a cultivar, es un arnés válido y fundamental para saltar de lleno en la intensidad de la vida y encarar la noble tarea de hacer con nuestras personas una espléndida obra de arte a través de nuestros actos, con mayor consciencia y responsabilidad.

Hoy en día la trascendencia esta oculta. La tapan sombras y capas de inutilidad, futilidad, soberbia, casposidad, sinvergoncería,... Es la muestra continua, el regalo inesperado e indeseado para las gentes que vivimos bajo los yugos de la opresión, economíca, moral o libertaria. Nos queda luchar y sacar fuerzas de la esquelética existencia que nos han dejado para recuperar nuestra trascendencia, lo que a cada uno y cada una, nos hace vivir, sentir y pensar. Lo importante, lo que recordaremos nos espera. No importan los demás, lo que nos ofrecen o las opiniones que sacan de nosotros. Lo importante es vivir.

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