lunes, 8 de junio de 2009

Nocte




Con motivo del festival de las Artes de Castilla y León el viernes 5 de julio llego a Salamanca, proviniente de Valladolid, el grupo de gothic metal Nocte. La sala Potemkin fue como siempre el lugar elegido, y pronto se convirtió en final de la travesía de almas nocturnas y góticas (pocas, pero entregadas). Los eternos y habituales problemas de acústica del recinto no se perdieron su cita y en las primeras canciones, maldijimos su existencia por privar a la banda de entregarnos su sonido tal y como es, con toda su calidad. Pero ya nos habían convencido con su propuesta y su talento que creció sobremanera cuando se le bajaron los graves. La melódica y firme voz de Rak velada por una silueta de inocencia y agresividad encauzo el recital hacia el trabajo de sus compañeros. Canciones en inglés o castellano, interpretadas con sutileza o con fuerza, acompañadas de miradas de lujuria y rebeldía que elevaron la testosterona y la felicidad por descubrir a un nuevo grupo, de gran talento, fuerza, que lucha por hacerse oír en el gothic metal, desde las viejas y retrógradas tierras de la vieja Castilla.

Pero la fuerza y clase de una voz femenina (y su ceñido vestido que dejaba sus piernas al desnudo) no dejo en segundo plano a sus compañeros de banda, donde el trabajo en teclado y bajo fue sublime, y con el que supieron dar mayor ímpetu a la batería, en la que el repertorio de doble bombos, platillos, cajas y distintos ritmos, aportaron una base rítmica de calidad excelente y necesaria ovación. Fueron el contenido perfecto para aderezar la voz, la guitarra solista y solitaria de Juan Diego, plena de fuerza y sensibilidad, y los solos de una batería que arrancaron en mi, merecida ovación una vez hechas las presentaciones.

Y es que la novedad de este grupo y su trabajo y talento fueron enormes, tanto como para arrancarme los dineros en su nuevo disco (que vivamente recomiendo) así como en buscar en la red sus anteriores trabajos (esfuerzo tampoco en absoluto baldío). Las canciones y su recuerdo crecen por doquier. Estatuas de Sal, The Cure, Carax, Tempest o Bucle Infinito. Con la melancolía, la soledad y la derrota como temática, como seña de una vida. Sus letras son himnos de generaciones aletargadas y muertas en la letanía de tiempos duros, de batallas desiguales entre el mundo y el individuo. El negro es color adornado con los puños cerrados, el brillo de las mandíbulas firmes y los ojos prisioneros del dolor. Música para excitar, para pensar, para rebelarse.

NOCTE se forma en los albores de una fría noche de Enero de 2004, cuando los hermanos Rak y Juan Diego tras dejar Efemérides por diferencias musicales contactan con Alfredo, un joven batería con el que Juan Diego había coincidido en el mundo itinerante de las orquestas, y con Dieddro, teclista y productor que a pesar de haber formado parte de grupos como Agnóstica y Sincrono, llevaba años sin unirse a ninguna banda, sumido en sus proyectos personales.
Con una música envolvente, melódica, de corte oscuro, cercana a lo que podríamos llamar Gothic Metal, con sus letras, que siempre encierran algo de poética y rozan los sentimientos más ocultos del ser humano, Nocte pretende llegar al público.

Las influencias que se perfilan en su estilo musical son muy variadas; pasando de Lacuna Coil, Chalice, Him,Theatre of Tragedy, Crematory hasta Depeche Mode, Roxette y Madonna. Su trabajo y talento mantienen una calidad sobresaliente, que nos hace enviarlos a ocupar el puesto número 1 en las escena gótica nacional; son ellos propios, ellos mismos, pero suenan a bandas de gran talento como The Gathering, Sirenia o Lake of Tears. Está clase, el sonido profesional y maduro que desarrollan debería permitirles “fichar” por alguna discográfica de renombre o mejor algún productor solvente y no atado a la dictadura del marketing, que les de el impulso definitivo tanto a nivel publicitario para ocupar un puesto no desierto en el panorama musical español, sino inexistente: El de la mejor banda española de rock gótico.

jueves, 4 de junio de 2009

Mensaje al Islam


La ilusión y el optimismo que la elección de Barack Obama provocó sigue vigente. Su fantástica oratoria, su gestión en temas medioambientales, económicos, en la solución de una crisis fruto del capitalismo exarcebado y ahora la declaración internacional más necesaria. Un discurso para la historia, un discurso para cambiar el mundo y las relaciones entre las religiones y los distintos países que las profesan. Una mano tendida a la cordialidad y colaboración entre la "primera" democracia del mundo y el mundo islámico. El mundo cambia con las ideas, no con los hechos. Los grandes avances en la historia de la humanidad, surgieron de las ideas que fueron las que impulsaron los hechos, revolucionarios, pacíficos o consecuentes. El discurso pronunicado en el día de hoy por el presidente estadounidense es la plasmación de un nuevo orden mundial. De una nueva situación que esperemos cierre por fin el neo-conservadurismo y sepa poner coto a la extrema derecha. Se ha dibujado un mapa de infinitas posibilidades, que pasan por encontrar la paz entre israelíes y palestinos, algo mucho más cerca, porque por primera vez un presidente americano (USA principal valedor internacional de Israel había vetado en la ONU 57 resoluciones en contra de los intereses hebreos) admite la necesidad y veracidad de la existencia de dos estados, uno Israel, el otro Palestina.

La luz llega a la vida de todos los seres a través de la poderosa voz de Obama, y un sinfin de posibilidades de mejora en las condiciones de vida de todos los seres humanos se hace plausible. El trabajo ha empezado, la esperanza sigue alimentada. No es un camino fácil, y a la declaración y sus posteriores adhesiones le tienen que seguir los hechos, las políticas efectivas que hagan de el planeta un hábitat saludable para todos, un mundo de igualdad de derechos, deberes y riquezas, un mundo más social, más justo. Sólo esperemos que no sea papel mojado; tampoco que esta voz se apague bajo las armas, las locuras o los sobornos...

Barack Obama se había dirigido antes de El Cairo al mundo musulmán. Habló en Estambul el pasado abril, en el marco de la Alianza de Civilizaciones, y su primera entrevista como presidente fue para la televisión Al Yasira. Pero su vigoroso y milimetrado discurso de ayer a más de mil millones de creyentes aúna la solemnidad del escenario, en el corazón del mundo árabe, con el propio carisma presidencial y el énfasis de un mensaje que se resume en que Estados Unidos puede y quiere ser su amigo. Desde la universidad cairota, Obama ha predicado un nuevo comienzo en las relaciones entre esos dos mundos presidido por el respeto mutuo y orientado por los intereses comunes. El ciclo de la desconfianza y la discordia debe acabar, ha dicho. Un desafío.

La gira de Obama por Oriente Próximo, abierta con una significativa visita a Arabia Saudí concretada a última hora, es tan potencialmente rompedora como arriesgada en sus resultados. De lo primero ilustra bien la contraprogramación de Osama Bin Laden. De lo segundo, el optimismo escéptico que reflejan las primeras reacciones al discurso. Porque al margen de la persuasión oratoria del presidente de EE UU, los destinatarios de su mensaje, árabes y musulmanes en general, esperan que su convicción argumental se transforme en opciones políticas concretas y reconocibles respecto de algunos de los conflictos más intratables de nuestro tiempo. Obama no ha esquivado ninguna referencia directa a los temas de enfrentamiento más candentes, se trate de Irak, las ambiciones nucleares iraníes -que Teherán ha descalificado- o la guerra de Afganistán. Su punto de vista salpicado de citas coránicas (el padre de Obama era musulmán) está en las antípodas del patrioterismo unidimensional de su predecesor en la Casa Blanca. Se echan de menos menciones directas a la falta de democracia del mundo árabe o su falta de respeto por los derechos humanos, pero es ingenuamente alentador escuchar que EE UU pretende que sus Gobiernos se pronuncien en público sobre las realidades de la zona en sintonía con lo que afirman en privado. Supondría una revolución de inimaginables consecuencias.

La apuesta más prometedora de Obama, y más comprometida para su credibilidad, apunta a Israel y los palestinos. Que un carismático presidente de Estados Unidos al comienzo de su mandato considere en ese escenario intolerable y humillante la situación palestina e indispensable para la paz un Estado propio representa una crudeza diplomática histórica. Es cierto que a la vez ha refrendado el férreo vínculo entre su país e Israel, pero por primera vez esa relación privilegiada aparenta estar acotada por la aceptación por el Gobierno judío de una serie de condiciones, entre ellas el fin de los asentamientos. Netanyahu se ha congratulado forzadamente por la seguridad que Washington le renueva, pero guarda un ominoso silencio sobre un eventual Estado palestino o el cese de la colonización israelí.

miércoles, 3 de junio de 2009

El valle del Jerte

Cuando las semanas pasan a velocidad de la luz y se sonríe con la rutina o se llora por la desidia. Para cuando esa cotidianidad transforme la esperanza y oprima la garganta, ahogándonos en la mediocridad. Para cuando tiempo y mente coincidan en valorar la levedad de la vida que los vive. Para siempre deben de quedan los buenos amigos y amigas, y los mejores momentos vividos. Y aunque hay veces que el entorno se empeña en bloquear las miras, en cerrar las puertas. Cuando rumores y envidias enturbian el momento, no sé como calificar la suerte de poder olvidar aunque sólo sea un momento. Y si además, esa suerte tiene el condimento de la confianza, el compañerismo y la simpatía de aquellos que partieron ajenos o ajenas y llegados un momento se juntaron, se arrimaron, para hacer cada día -y cada noche- especiales.

Aprovechar los parajes que rodean está Salamanca reúnen 2 requisitos: Desconocidos y preciosos. Y la oportunidad de visitarlos necesita de un "plan", de un propósito, ninguno tan loable como hacer la amistad más grande. Y aunque el día empezó turbado (por la modestia de la espera) y acabo azorado (por la cabezonería de todos), no hay más que celebrar, recordar y preparar el próximo día, o finde, genial, imborrable y eterno. Fue el Valle del Jerte nuestro destino y allí decidimos pasar un genial día de campo, que espero se repita pronto y mil y una veces. La belleza y frondosidad del paraje, reinaba eternamente y resulto el fondo ideal para todas aquellas instantáneas que guardan en formato digital el día. El esplendoroso y agreste paisaje también se aloja en mi memoria ya y pervive con las ganas de recordarlo en vivo. El oír del paso de un río a escasos metros se hace música mezclada con nuestras risas y palabras todas ellas necesarias y acertadas. Compartir este momento, un día, una vida, y hacerlo con todos vosotros y vosotras, es la prueba del porque ahora y aquí me siento agraciado.

Buscar esa sombra fresca, bajo un árbol, y acomodarse en un banco de piedra, como un verraco, partiéndonos el culo (primero literalmente y luego figurado). Con la coca-cola corriendo, la cerveza regándome, nos pusimos a tope de embutido, empanada, ensaladilla (vaya fichaje los cueros), de melón... Todo rico, rico, y con el fundamento de vuestra compañía. Un café en una terracita, y un baño en una piscinita natural, ¡qué más se puede pedir!, pues joder, qué os hubiérais bañado vosotras también. Con el agua helada, el primer golpe, fue durillo, pero una vez hecho el cuerpo, no hay mal que por bien no venga, y creo que rejuvenecí a la más tierna infancia.

La segunda adolescencia que vivo y presumo de ello se integra de factores tan diversos como la “fiesta” el vivir rodeado de bellezas y poder saborear algunas; la amistad por reverdecer continuamente, no ceder a estragos, a torpedos en la línea de flotación, porque se sostiene con la confianza, el compañerismo y el cariño. También existen problemas propios de la generación pasada; o mejor dicho perduran. Esas broncas, esa angustia de no saber si la inmediatez se hará eterna... Tengo fuerza y valor para conseguirlo y no perder esta batalla para seguir luchando en la guerra que se ha convertido nuestras vidas.

Pero he aprendido a quedarme siempre con lo mejor, y dentro de lo mejor, estáis todos. Días, noches, semanas. Fiestas, cenas, campings... Sois lo mejor y lo único por lo que merece la pena existir. Hay que repetirlo... Venga, un saludo, y para cuando otro trivial.

jueves, 28 de mayo de 2009

La Muerte de un Dios





En muchos sentidos (tal vez, en todos), nuestra cultura es heredera de la tradición judeocristiana, y como buenos descendientes de esa tradición, nos cuesta imaginar que un dios pueda ser aniquilado. La muerte de Jesús es sólo aparente: un destino que debía cumplirse; y digo aparente porque la fe católica le debe más en la Resurrección que en la Pasión.

Hoy hablaremos de la muerte de un dios.

Dentro de las creencias nórdicas existe la tradición del "Ragnarok" , que significa algo así cómo: "el crepúsculo de los dioses"; allí se nos describe con mucho detalle cómo los dioses caerán en una batalla épica ante las huestes de los Gigantes del Frío. El concepto es complejo, ya que muchas cosas deben cumplirse antes de que llegue el día del conflicto; profecías y hados de los cuales hablaremos en otro momento; pero lo central es que hay una batalla, de la cual los dioses no pueden librarse, y aún sabiendo que serán derrotados, anhelan que ese atardecer, el último, finalmente llegue.

Ahora bien, el mito del Ragnarok es gigantesco, profundo e insondable; allí morirá Odín, Señor de los Dioses; su espíritu divino se desgarrará bajo las fauces del Lobo. Destino cruel para el creador de las Runas, pero no exento de gloria: lucha con honor y cae; final feliz que el espíritu nórdico alaba y añora; pero existe otra tradición, menos pródiga en honores, más humana (si se quiere), o menos teñida de ese valor que sólo encuentra motivación en el sacrificio. En ella hay algunos rasgos patéticos que hubiesen sido más afines con el Romanticismo que con la fría Islandia. Allí muere un dios; lejos de los campos de batalla y de los grandes salones del Valhalla.

Imaginar un dios es tarea de filósofos y teólogos, imaginar su muerte es de poetas.

Este mito nace como historia en Islandia (aunque posiblemente se desarrolló primero en Noruega) dónde la nueva fe cristiana no separó a los hombres de los antiguos dioses, quienes siempre conservaron por ellos una profunda nostalgia. Los preservaron en mitos y leyendas; arraigados profundamente en el corazón, pero sólo eso; ecos de una grandeza que hizo temblar a Roma. Vivían aún en las fábulas, pero los templos y los viejos robles, sedes inmemoriales de su culto, yacían olvidados, escombros de un fe otrora poderosa.

Cierta noche llegó un anciano a la corte del rey Olaf Tryggvason. Los rasgos del anciano revelaban que era de noble cuna, pero algo en su porte le daba un aire etéreo, muy impropio de un anciano. Iba envuelto en una capa oscura, negra como las plumas del cuervo; el sombrero de alas anchas le cubría los ojos. Después de cenar, el rey se dirigió al Anciano y lo interrogó sobre los avatares de su vida. El Viejo respondió que su vida fue larga, demasiado como para describir sus pormenores, declaró que lo único que aún podía hacer con algún talento era tocar el arpa, y contar historias.

El fuego era un bastión frente a la noche, las sombras lamían las paredes del castillo, y las llamas crepitaban y saboreaban la dura madera del norte. Los hombres se reunieron en torno al Anciano; afuera, salvo el ronco aullido de algún lobo en el descampado, no se oía nada.

El Anciano se sentó de espaldas a las llamas, de manera que los oyentes veían su figura recortada: una espectral sombra encorvada por los años; vencida y desgastada por el recuerdo de mil desgracias y de efímeras alegrías. Sus dedos acariciaron el arpa, la música flotó sobre los hombres, y en cada oído palpitó con una melodía diferente: habló de Brunhild y de la dulce Krymild, de Sigurd y del enano Andvari, del dragón que duerme sobre las joyas, y de un río que es sepulcro de tesoros.

Cantó todas las cosas que pueden decirse con palabras; los hombres temían respirar, nadie deseaba quebrar el encantamiento. La música, derramada en los oídos, despertaba en los asistentes los ecos imprevisibles de la memoria: algunos veían a sus madres susurrándoles dulces y tristes historias, otros eran transportados al hogar de la abuela, quien narraba heróicas hazañas de ancestros olvidados; pero a todos los unía una sensación común, la certeza de que todas aquellas cosas (el fuego, el viejo, el castillo, acaso el Midgard) eran irreales.

Y así trascurrió la noche, los oídos atentos y el recuerdo vivo; finalmente, el Anciano relató el nacimiento de Odín. Dijo que las Tres Mujeres (que no deben nombrarse) auguraron que el niño no viviría más que la vela que se consumía sobre la mesa. Con la rapidez que provoca el terror, los padres de Odín apagaron la vela para que el niño no muriera.

El rey Olaf, quien se había convertido a la fe católica, declaró que la historia era falsa. El anciano torció la boca en una mueca que bien podía ser una sonrisa; buscó entre los infinitos pliegues de su capa y la presentó ante los hombres, una vela a medio consumir.

La depositó sobre la mesa y anunció:

"Quien tenga el valor para matar a un dios, ya sabe lo que debe que hacer"

El Viejo abandonó el salón y se sumergió en las heladas sombras.

Los hombres se miraron, pero nadie se movió. La noche reanudó sus sonidos: el viento azotaba las paredes del castillo, oprimiendo los corazones. El rey se puso de pie, tomo la candela, y la encendió.

El tiempo se hizo pesado, pegajoso; la vela, erguida sobre la mesa, se consumía lentamente. Cada hombre presagiaba un final diferente, algunos imaginaban que el cielo se quebraría, que infaustos rayos caerían para castigar tamaño sacrilegio. El tiempo pasó, un gallo cantó a lo lejos anunciando a la aurora; llegaron las primeras luces del día, los corazones se calmaron. La vela estaba consumida, yacía sobre la mesa, inerte, como los Viejos Dioses.

Los hombres se desperezaron, se pusieron de pie; cada uno con la intención de dirigirse hacia sus hogares. El rey, siguiendo las reglas de la hospitalidad, los acompañó hasta sus monturas. Salieron y el frío de la mañana les bañó el rostro; un cielo azul los cobijaba; caminaron unos vacilantes pasos y lo vieron: el Anciano, con el azul del cielo en los labios, yacía tendido en la hierba, consumido.

La leyenda quiere que el anciano muerto sea Odín, al menos así lo refieren los maestros de la tradición. Yo pienso que no; que es algo más. El Viejo es el último creyente de una fe abandonada; y también es Odín. Muere porque sólo él cree en los antiguos dioses; ya no queda otro, nadie realiza ofrendas ni eleva plegarias. No hay devotos sin un dios, ni dios sin creyentes.

Odín murió, es cierto, pero no en la infame batalla del Ragnarok, sino cuando se consumió la vida de su último creyente.

I grew up by the sea
I played under the sun
Come to me come into my dreams
This is my light of life

Between the bluebells
Sits a girl with blond braids
A blue-eyed angel
With strawberry cheeks
The spell has bound me
I was living a dream
Norweigan homeland
My heart belongs to you

I climbed mountains so high
I discovered the deep
Long to be long, long to be part of this dream
This is where my heart beats

domingo, 24 de mayo de 2009

Una semana

Transcurren las semanas con ese regustillo de lo cotidiano, lo repetitivo, lo rutinario. Hacía tanto tiempo que no sentía eso que ya ni me acordaba, y que me ha cogido con tal violencia que no dejo de pensar en lo afortunado que estoy siendo. El saberse útil, el sentirlo es un valor tangible, masticable, algo que puedo ver y tocar. Es una sensación plena y valedora. Llena mi tiempo; esas horas y días muertos y yermos ya han encontrado sentido y llenan mis venas de la droga de saberse ejecutor de algo importante. Puede parecer algo pequeño, misero o suave para mentes más dichas, ocupadas o transgresoras. Para mi es la casi felicidad. Quizás dentro de unos meses me astié, cansé y rompa con todo. No sería la primera vez. O a lo mejor si. A lo mejor si, porque en eso si que sería la primera vez, por si de una vez le echara los huevos necesarios, para ir a por ti, a llevarnos a la felicidad para sólo volver cuando no dejemos ni el recuerdo. No puedo hacerlo ahora porque me debo un tiempo de descanso de parar y arrancar, coger velocidad. Dar forma a la vida por autonomasía. Ahora no. Pero no hace tanto tiempo seguro que si.

Y es que el trabajo, ese sueño y la alegría, fiesta y compañerismo de los amigos, están haciendo de estos meses algo grande, algo digno de mención. Vivir la vida como si tuviera 20 años, cazando ya casi los 27 es una segunda oportunidad un regalo del tiempo, que estoy aprovechando al máximo, y lo seguiré haciendo, hasta que el cuerpo aguante, o el corazón comience a latir por tenerte cerca. Estoy a tope, preparando los retos de cada finde, y las vacaciones, los viajes, alimentados por la amistad. Qué se haga eterno este tiempo, o mejor aún, que no se haga, y sólo podamos romper el reloj, cuando me acompañes.

lunes, 18 de mayo de 2009

Murió Benedetti



Sin ti la poesía había fenecido,
Sin tu lucha la historia nos habría olvidado,
Pasados los años y los exilios,
Disfruto de tus versos,
porque ya son eternos...

Sin ti el coraje no habría tenido marco.
Sin ti una generación habría desonocido
como nombrar la belleza,
sujetar la certeza,
y amar con cabeza.

Tú nos regalastes versos,
de caliente juventud,
de amarga derrota y agridulce victoria.
Tú nos enseñastes a amar,
a la cercana mirada,
y la lejana ausencia.

No ha sido la mejor semana para la sensibilidad en el mundo. Dos de los grandes productores de la misma nos han dejado en menos de 7 días, y la muerte, la soledad o la injusticia que tantas veces clamaron en canciones y poemas, ahora se agiganta con la certeza de no vislumbrar ya más que epitafios sublimes, pero epitafios en definitiva. Mario Benedetti, el fantástico poeta e ideólogo uruguayo falleció anoche, víctima de fallos multiorgánicos, pero sobretodo de la soledad tras el amor, de la viudez sin su luz.

El poeta resistente, que vivió el exilio y la enfermedad (un asma pertinaz, obsesiva) le fueron rompiendo, pero él se mantuvo siempre "en defensa de la alegría". Finalmente, una agonía causada por un fallo intestinal, que hizo deprimentes sus últimos días, le rompieron del todo, y murió ayer a los 88 años, en su tierra, Montevideo. Nació en Paso de los Toros, pero esta urbe que parece un microcosmos literario fue el lugar al que volvió siempre, de todos los exilios. Era al final (y esta expresión la acuñó él) un desexiliado.

Su muerte se produjo semanas después de su última hospitalización por fallos multiorgánicos que al final le cegaron el humor y la vida; pero había empezado a morir mucho antes; hace tres años falleció su mujer, Luz, con la que vivió toda la vida, en la libertad y en el destierro; él creyó siempre que la enfermedad de Luz, que se olvidaba de apagar las luces de la casa, en Madrid, era una simple distracción, e incluso le compró artilugios con los que dominar las consecuencias de su sordera. El poeta del compromiso, del amor y de la alegría, sintió luego que, en efecto, esas ausencias eran debidas al alzhéimer que inundó la casa de desolación y de huida.

Se fue con ella, de nuevo, a Montevideo, y allí la cuidó hasta que le dejó del todo. Y le dejó malherido. Benedetti tuvo algunos momentos de alegría después, como cuando Hortensia Campanella, su biógrafa última, le entregó el manuscrito en el que se condensa la vida entera del escritor. Él ironizó ante tanto papel, y delante de Ariel, su fiel ayudante, dijo: "¿Tanto he hecho?".

Pero su alma estaba herida; seguía escribiendo, poemas, haikus, animado por su editor de poemas, Chus Visor; tenía la casa llena de literatura; en un tiempo fue política, sus poemas estaban al servicio de la rabia que le produjeron las dictaduras del sur, la suya, la uruguaya, que le persiguió a muerte, y la argentina, que también quiso matarle. Mató a un amigo suyo, el líder político Zelmar Michelini, y esta muerte fue un símbolo de las muertes que hubo antes y después en la vida acosada de hombres como él. Luz fue su bastón. Y Palma y Cuba y Lima sus lugares de exilio; a los tres les guardó siempre gratitud; fue un gran defensor de la Cuba de Fidel, por eso mismo, pero jamás utilizó esa afinidad para discutir, en los últimos tiempos sobre todo, lo que en esa revolución que él quiso se fue torciendo.

Era un hombre cordial, enteramente, pero era un tímido absoluto. Los que le conocieron en España le recuerdan, por ejemplo, en la Feria del Libro de Madrid, puntilloso, anotando con palotes los libros que firmaba; y le recuerdan rechazando el pescado con espinas y en general las tonterías; era un conversador tranquilo; llegaba a los sitios con su maletita marrón gastada, y dentro llevaba siempre poemas o cartas, en esos momentos en que cumplía compromisos parecía a la vez el escolar que fue y también el oficinista.

Su apariencia era la de un juez de paz, pero nunca hubo paz dentro de su alma, ni siquiera cuando se le vio feliz, con su mirada desvaída por las lentillas, con su bigote largo e invariable a lo largo de una vida en la que tantos se enamoraron con sus poemas o escuchaban las canciones que hicieron con sus versos su paisano Daniel Viglietti y Joan Manuel Serrat. Con Viglietti tiene una anécdota que se parece a algunas de las que le convertían también en un escolar huidizo al que le asustaba la fama, al tiempo que le agradaba que algunos, ante sus recitales multitudinarios, dijeran que parecía una estrella de rock.

Hubiera sido incapaz de cantar, pero un día se encontró con Viglietti en París, en un aeropuerto, y Daniel le dijo a Mario: "Estoy haciendo música para sus poemas". "Y yo estoy haciendo poemas". Entonces el poeta se quedó pensando, y añadió, riendo como reía, como para no molestar: "Tenemos que hacer algo con esta casualidad". De esa casualidad nacieron conciertos, libros; eran como dos en la carretera; cuando vimos a Viglietti en Montevideo, en el entierro de Idea Vilariño, a mediados de abril, la gran amiga generacional de Mario, el cantante nos dijo: "Y lo de Mario. Estamos tan mal, y vamos aún a lo peor".

Montevideo fue su último sitio, y fue casi el primero. Su largo recorrido por la vida conoció una interrupción terrible, cuando los médicos le detectaron tumores que aconsejaron operación, en el hospital 12 de Octubre de Madrid. Allí le atendió, entre otros, el doctor José Toledo, que le conocía, y todo el mundo se desvivió por él. Un día, poseído por el dramatismo al que a veces lo llevó su pesimismo, el que también está en su obra, Mario decidió abandonarse. Como hubiera dicho Idea, que le precedió en la muerte, empezó a decir para qué. Detrás de esa decisión de no seguir hay algunos versos, como éstos: "Me he ido quedando sin mis escogidos / los que me dieron vida / aliento / paso / de soledad con su llamita tenue / y el olfato para reconocer / cuánta poesía era de madera / y crecía en nosotros sin saberlo / Me he quedado sin Proust y sin Vallejo / sin Quiroga ni Onetti ni Pessoa / ni Pavese ni Walsh ni Paco Urondo / sin Eliseo Diego sin Alberti / sin Felisberto Hernández sin Neruda / se fueron despacito en fila india".

Con la enfermedad, Mario descuidó su aspecto, dejó de afeitarse, y alguien le dijo, una madrugada: "Así no puedes estar. Tú eres guapo, un hombre así parece enfermo. Ya no lo estás". Al día siguiente se rasuró del todo, se puso de limpio, y cuando este amigo le visitó y se hizo el distraído sobre su nuevo aspecto, el viejo poeta revivido le llamó la atención y le dijo:

-¿No te has fijado que hoy sí me afeité?

Era un hombre insobornable, el más comprometido de su tiempo. Su muerte deja en silencio mustio su época, su ejemplo y la raíz de sus versos. Pero los muchos que le cantan no lo dejarán, como él decía del verdadero amor, en lo oscuro.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.

es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.

Mario Benedetti, Una mujer desnuda y en lo oscuro

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...