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miércoles, 31 de diciembre de 2014

El año que cambiaron nuestras vidas


Una Puerta del Sol de Madrid, aborratada pidiendo dignidad, democracia, justicia y República. Foto de eldiario.es.


No. No es éste 2014.Queremos que sea el 2015. Vamos a luchar y trabajar para que todos y todas, cada una y cada uno de nosotros, ciudadanos, de este país y en esta época, consigamos agarrar con las manos nuestro destino y poder tomar todas las decisiones y responsabilidades suficientes para poder cambiar de una vez por todas y para siempre, pese a los intentos funestos de evitarlo y retrotraerlo de la élite oligarca, el camino que lleva este mundo. Queremos dejar atrás el individualismo lacerante. La competitividad. El racismo y el fascismo. El machismo. La incultura. Lo zafio, estúpido y malhablado. Vamos a olvidarnos de la delegación de poderes y deberes y reivindicaremos las libertades empezando por la de pensamiento, siguiendo por la de opinión y expresión. Será el último año en el que la cultura será un negocio y a la vez un arma de embrutecimiento popular. 2014 ha sido la antesala y el calentamiento para el empoderamiento del pueblo. Para el cambio de mentalidad.

La Revolución se estuvo gestando mucho tiempo. Calentándose a fuego lento. Ardiendo con nuestras vidas, con nuestra dignidad. Ha cogido temperatura y 2014 ha supuesto el siguiente escalón con el que la ciudadanía harta de ser carne de cañón se lanzó a las calles a la lucha, la recuperación y la emancipación cultural capitalista en 2011. Ahora acaba un año en el que todas las contra réplicas del establishment, del capital y sus medios de difusión, propaganda y persuasión lanzaron ante el mayo de 2011 y los Indignados de Hessel.

2014 ha sido el año en el que el sistema capitalista en su extensión y particularmente el sistema del 78, el legado de la Transición, no sólo ha continuado poniéndose en solfa, sino que además ha comenzado a desmoronarse y deshacer, con esos dos pilares, Monarquía y bipartidismo hundiéndose en sus propias miserias (corrupción, decisiones antidemocráticas, nepotismo, caciquismo,...) y con el pueblo empoderandose y diciendo que ya está bien, que si como dicen "participemos en política", lo hacemos con nuestros valores, libertad y responsabilidad.

Al calor de la crisis sistémica del capitalismo de finales de 2007 poco a poco se ha pasado de las estrecheces de la ciudadanía, a la indignación pasando por una serie de episodios entre los que destacan el establecimiento de la precariedad, el fin del diálogo social, la deuda privada hecha pública y los recortes en servicios sociales y en derechos de todos para pagar esa deuda ilegítima. Y la crisis quedaba ahí, pero a partir de 2011 con la explosión popular y la indignación se fue convirtiendo también en una crisis política, que en el caso de #Españistan y en 2014 es absolutamente sintomática de un sistema el del Regimen del 78, que no sólo se demuestra incapaz de dar respuesta a los mandatos de mayor representividad ciudadana que están en las calles y las distintas asociaciones, sino que además preso del caciquismo y la corrupción es incapaz de regenerarse.

Seis años de crisis económica que el sistema había ido amortiguando como podía para que en 2014 con buena parte de ese espíritu de Mayo de 2011 en forma de partido, Podemos, haya llegado para reventarlo todo, con ilusión y ganas, pero también con responsabilidad y talento, con la capacidad de multitud de personas muy preparadas en el equipo de Pablo Iglesias.

Antes el Movimiento 15M, las Mareas, las Marchas de la Dignidad han recuperado la calle y se la han arrebatado a los fascistas que han hecho alarde de ella durante 70 años. Ahora con una movilización en forma de partido político, institucionalizada en Podemos, las calles han quedado desiertas, pero no silenciadas, puesto que el debate político, la confrontación de ideas, y la ilusión en nuevo sistema que nos haga mejorar nuestras vidas es el verdadero espíritu. No hay que equivocarse porque en el 78 era el mismo halo, el que inundaba las calles, y abandonarlas dejándolo todo en manos del PSOE de González y Guerra fueron cimientos de lo que hoy tenemos, por lo que en mi opinión no debemos bajar en la confrontación social, en las manifestaciones y en las movilizaciones, incluso si se culmina todo con la toma del poder de opciones políticas que garanticen la representatividad del mismo. El sentido crítico, el espíritu rebelde, el fiscalismo de la situación la educación democrática, en definitiva, el empoderamiento, ha venido para quedarse.

Pero ahora la mecha ha prendido y el Regimen del 78 se reiventa con versiones nuevas de lo mismo de siempre. Abdicó el JuanCar en su hijo par tratar de mantener las prebendas de la Monarquia como forma de Estado para beneficio de la familia caduca, emputecida y enquistada. Después el #PPSOE hizo lo mismo con su secretario General, con un último servicio de Rubalcaba abdicando en su vez en Pedro Sánchez, una versión más jóven y atractiva pero con el mismo mensaje liberalismo económico para escarnio de la O de obrero que tienen en sus siglas y puesto a dedo en esos procesos tan oscuros que tienen en Ferraz a la hora de elegir líderes.

El #PartidoPutrefacto aguanta el tirón con toda su cúpula, y prácticamente todas las cúpulas autonómicas y provinciales imputadas y ya en muchos casos procesadas y cumpliendo condenas. Son los que mejor conocen el sistema caciquil franquista que es hoy en día #Españistan y así han exprimido el país hasta hacer insoportable y vergonzante el incesante conteo de casos de Corrupción y de amoralidad que durante este 2014 han ido descubriéndose. No contentos con eso han demostrado su fascismo íntrinseco con una Ley de Seguridad Ciudadana, que tiene muy poco de seguridad y muy poco de ciudadana puesto que antepone el orden establecido, que beneficia a unos pocos, a la libertad y los derechos de todos y que reprime la protesta a limites en los que se sentirían envidia los dictadores latinoamericanos de los años 80. Una auténtica Ley Mordaza que es indigna, antidemocrática y que como la práctica totalidad de todo el cuerpo legislativo y de actuaciones que han tenido han de ser derogadas y condenadas, para dejar de ser un estado decimonóico y conventirnos en una nación del Siglo XXI. Sin duda ha llegado el momento de que lograr que toda esta mafia en forma de partido político desaparezca y asuma sus responsabilidades penales por fascistas, vende patrias, corruptos y amorales.

2014 es el año en el que nos están tratando de colar el Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, el TTIP, lo que llevaría a que lo poco de libertario, social, solidario y humano que queda en Europa se vaya a la cloaca en favor de los beneficios de los compendios financieros y empresariales internacionales. Es una lucha que no debemos obviar y menos olvidar. Es una lucha en la que a todos nos va mucho.

En 2014 el sistema esta ardiendo. La gente que ya no está en las calles porque ya sólo quedan las cenizas de las certezas, y ahora esperamos con calma tensa, pero ya empoderados y participando el surgir de una verdadera democracia y de un sistema que nos haga a todos más libres, más dignos, solidarios y un sistema económico sostenible y capaz de estar al uso de las personas y no del dinero. Será el momento en el que podemos dejar que como siempre nos construyan un edificio de mediocridad, fascismo y en el que seremos carne de cañón, o podemos convertirnos en arquitectos de nuestro destino y así ennoblecer la palabra democracia.

A título individual, 2014 ha sido un año de cambios, y 2015 va a serlo de muchos más. Al menos esa ilusión tengo. Ha sido un año inolvidable de lucha, desenmascaramientos, de viajes (¡qué gozada Budapest!), y como siempre de descubrimientos, sobretodo de personas maravillosas.

A todos y todas os deseo un gran y reivindicativo 2015; Qué 2015 sea el año de nuestras vidas; el año de la libertad, de República, justicia y de democracia. Un año pleno de alegría, salud, trabajo, cultura y momentos inolvidables. Nos lo merecemos.

jueves, 28 de febrero de 2013

Adiós ¿al padre de la indignación?



Ayer murió Sthépane Hessel. Tenía 95 años. Su libro ¡Indignaos! (Indignez-Vous, 2011), 32 páginas, editado en Francia en una pequeña editorial y en un primer momento, vendido por menos de 3 euros, fue todo un toque de atención al mundo entero, priorizado en Francia, y recogido por la Europa pobre del sur sobre las consecuencias del exacerbado capitalismo neoliberador y de la misería a la que se conducía, y conduce, al 99% de la población. También de la impredecible en aquel momento, pero latente, merma de calidad democrática, libertades y derechos que llevaba asociado. Era una llamada a toda la población, pero especialmente a la juventud. Desde el punto de vista literario fue el renacer del panfleto, en el caso español casi desde la Segunda República, y vino con el prólogo de su coetáneo, José Luis Sampedro. Llego a vender cietos de miles de ejemplares, haciendo más rica si cabe a una editorial, de ideología conservadora. Y neoliberal.

Vinculado a la bohemía (hijo de una pintora), el también hijo de un judío alemán, Hessel, no pasó nunca las estrecheces económicas de Sampedro, sino que llevo una vida cómoda en el aspecto económico, pero audaz, libre y cultural como recogio Truffaut para uno de sus ensayos cinéfilos de Nouvelle Vague. Sólo hasta el auge del nazismo cuando acabo por su ascendencia en un campo de concentración (en Buchenwald y Dora-Mittelbaus) donde fue torturado. Liberado, renego de su ascendencia germánica (se nacionalizó francés) y comenzó su carrera diplomática, culmiando su desmedido interés por lo "público", la política y la sociología, y sobretodo la filosofía, que ya demostro desde su más temprana edad. Así llegó a ser unos de los ponentes y desarrolladores y firmar La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en un claro anhelo, un sueño real y factible, de un mundo mejor.

Y con ese espíritu y ya nonagenario, Hessel lector empedernido de poesía, se sento y escribió un alegato contra el egoísmo, la estupidez humana y en favor a la rebelión, el despertar crítico y democrático de unas generaciones acomodadas, a la par que amordazadas, para jamás protestar y dar por bueno todo. En una situación de deriva democrática lamantable, de europeismo a la baja y por calidades (siempre se declaró europeísta), de crisis económica endémica del sistema capitalista que ya da sus últimos coletazos herido de muerte por el egoísmo de la clase dominante, en el que el trabajo esta supeditado a la especulación, donde cada vez más gente vive peor, sólo para unos pocos (ínfimos...). En esa situación fue un hombre de 93 años quien recupero la idea de la sublevación, de la lucha en las calles y de la recuperación del poder democrático por el pueblo. Su planfeto iluminó, pero el camino ya estaba hecho.

No fue en "su Francia" donde ¡Indignaos! cobró fuerza en las calles. Allí los franceses cobran más del doble que nosotros, españistaníes. Y aún gobernados, por un ultra liberal como Sarkozy, los franceses mantienen un poderoso músculo sindical y reivindicativo que mantiene calientes y claras las lineas de lo tolerable, de los derechos, deberes y libertades del pueblo, a salvo, de despotas, caciques y egoístas capitalistas. Fue en el sur de Europa donde su libro ha tenido más influencia.

Esto no quiere decir que un día, en una librería, 500.000 (son las copias que ha vendido aquí; innumerable el número de lecturas que ha tenido, por compartir, prestar,...) jóvenes, encontraramos ¡Indignaos! y salieramos con las rastas, las batucas y las Quecha a la calle y a las plazas. No. Lo cierto es que el estado de Indignación, que tenemos ahora y que es un hermano que le ha salido al degradado estado del bienestar que nos han violado en Españistán, llevaba muchos años calentándose. Crisis económicas, jóvenes sobrecualificados sin oportunidades, burbujas inmobiliarias, estafas, déficits democráticos, franquismo latente, Transición de buen rollismo sin contenido... Demasiadas cosas para estar tranquilo, viendo fútbol y televisión. Lo cierto es que por todo el país han ido naciendo ideas y plataformas; blogs, grupos en redes sociales; recuperándose el asociacionismo de barrio y asambleario para finalmente aparecer en las calles. Las 500.000 copias con las que aumento su cuenta de resultados la editorial Planeta (editora entre otros del planfeto retrogrado y fascista de La Razón) no pueden ser comparadas con la red y la participación que la indignación popular llevaba ya en sus mentes y corazones, espoleando el talento y la energía de muchas personas asqueadas de un sistema moribundo y nauseabundo porque condena a la mendicidad a la gente honesta y premia a los inmorales y amorales. Aunque evidentemente ayudo para etiquetar el Movimiento 15M, siguiendo las prebendas y manías que tiene el periodismo de hoy en día. Etiquetarlo y catalogarlo todo. Y llego el día.

Aquel 15 de mayo de 2011 España se hecho a las calles hastiada de corrupción, dictaduras (franquista, conservadora y económica) y sobretodo de amoralidad. Y ante aquel despliegue de fuerza reivindicativa y lucha, Hessel y su panfleto, sirvieron para hacer ver que la indignación, estaba latente y ya ardiendo, pero sobretodo que no entendía de ideologías, ni edades, procedencias, ni estados. La democracia real, aspira a unos criterios y bases de dignidad de los seres humanos, que nunca pueden ser sobrepasados.

Leí ¡Indignaos! cuando me lo presto mi jefa (fíjense que buen rollismo). Y me pareció bueno, correcto. Pero quizás porque ya estaba, entre comillas aburrido y cansado de leer, lo mismo siempre: las mismas cosas que me indignaban ya y me cabreaban (e indignan y cabrean todavía hoy) no me pareció lo suficientemente poderoso como para encender una revolución. Quizás a alguien ajeno a la realidad palpable de la calle y mediatizado por los medios de comunicación de masas al servicio del poder le sirviera de acicate. No lo dudo. Más tarde, Hessel, escribió ¡Comprometeos! que era un llamamiento para pasar de la indignación a la acción, y ahí, encontro menos empuje mediático, quizás porque interesa más tenernos indignados, pero que no hagamos ruido, no ocupemos espacio en la vía pública, o saquemos  el hoy más necesario que en 1789 gran invento del Dr. Guillotin. Y después, aquí, en Españistán, llegó más neoliberalismo, más fascismo y más conservadurismo.

Pero quizás la aportación más importante de Hessel al 15-M fue la de transmitir, con su edad y trayectoria política, un tipo de credibilidad que los grandes medios necesitaban para poder hablar de las movilizaciones en calle sin sentir que daban voz a lo que caricaturizaban como un latido antisistema que aunque muchos nos sentimos así, otros muchos no se encontraban cómodos con la etiqueta. Y sobretodo el compromiso del que él nunca dimitió. Es necesario tomar el relevo. No son tiempos de desperdiciar la energía ni los terrenos ganados que se están yendo por un sumidero. El final de Indignaos cobra hoy todo su significado: "Una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comuniciación de masas que no proponen otro horizonte para nuestra juventud que el del consumo de masas, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos". Llamando "a los que harán el Siglo XXI" a la acción porque "Crear es resistir, resistir es crear". Él descansa ya, es nuestro turno.


D.E.P. Stephane Hessel.



No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros:

No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros I
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros II
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros III
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros IV
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros V
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros VI
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros VII
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros VIII
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros IX
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros X
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XI
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XII
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XIII
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XIV
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XV
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XVI
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XVII
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XVIII
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XIX
No somos mercancía en las manos de políticos y banqueros XX

martes, 24 de mayo de 2011

La vuelta del panfleto: La génesis de todo

Stéphane Hessel. Este francés de 93 años ha escrito un pequeño alegato de 32 páginas en el que solicita a la juventud francesa que se movilice ante la grave crisis económica y ante un actual modelo económico agotado y que está mostrando sus incoherencias.

El panfleto Indignez-Vous narra en la primera parte la historia de este hombre que luchó contra el régimen nazi y que fue uno de los redactores de la carta de los derechos humanos. Con la autoritas que da predicar con el ejemplo, su librito está siendo un éxito editorial en Francia. Pronto se traducirá al español.

Es curioso observar como en España la juventud en general y la universitaria en particular se muestra muy poco indignada (al menos no lo manifiesta) con el actual estado de cosas.

¡Indignaos!, 19 páginas, publicado en Francia por una pequeña editorial, parece alumbrar el renacer del panfleto, ese veterano género que trata de satisfacer la necesidad de comunicar ideas a contracorriente en tiempos difíciles; un género que, en todos los países y en todos los momentos históricos, siempre ha sido perseguido por las autoridades.

Está en la naturaleza del ser humano el querer expresar la crítica y la denuncia aunque el poder no se lo permita. Con los antecedentes de las filípicas griegas y los libelos romanos, el panfleto atraviesa el medioevo como sinónimo de escrito de carácter satírico y/o difamatorio. Para algunos autores, el vocablo toma el nombre de una obra teatral del siglo XII que llegó a constituir un género, Pamphilius seu de amore. Más tarde, en el último tercio del siglo XVIII, los panfletos pasaron a transformarse en escritos políticos e ideológicos con las revoluciones democráticas norteamericana y francesa. Surgieron como reprobación al orden establecido y con el objetivo de difundirse rápidamente al margen de los canales tradicionales que les estaban vedados. Su época dorada, sin embargo, es el siglo XIX. Los movimientos obreros utilizaron el panfleto para la difusión ideológica y para incitar a la acción libertadora; la obra cumbre del género es el Manifiesto Comunista (1848).

En cuanto a España, varias instituciones ilustradas canarias conservan panfletos del siglo XIX, de pulcra caligrafía, convocando a la insurrección contra la invasión francesa. Y bajo el franquismo, las octavillas a multicopista fueron arriesgados ejercicios de oposición y llamamientos a rebelarse contra una dictadura asfixiante.

La similitud de circunstancias está en la clave de la vuelta hoy del panfleto político y social. Si en el siglo XIX se produjo una gran convulsión con la industrialización y el nacimiento de la clase obrera, asistimos ahora a una transformación profunda que está acabando con los derechos laborales y sociales logrados desde entonces. La única diferencia es que el asalariado del siglo XXI se considera a sí mismo, al menos en España, “clase media” y no se mueve. Casi nadie lo hace.

Y sin embargo, el nuevo panfleto se abre paso con inusitado vigor, publicitado, como siempre, de boca a oído, horadando el “pensamiento único” oficial, combatiendo la resignación y la cobardía. Si ¡Indignaos!, de Hessel, es ya el libro de no ficción más vendido en España, Reacciona, publicado por Aguilar, que ahonda en nuestros motivos particulares, ha escalado en solo tres semanas al quinto puesto. En este caso es Hessel quien prologa un libro que inicia el relato coral con José Luis Sampedro levantando una alfombra donde se ocultan las miserias al gran público: “Se confunde a la gente ofreciéndole libertad de expresión al tiempo que se le escamotea la libertad de pensamiento”. Como él, Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la Unesco, habla de los cambios radicales a acometer: “¡Ha llegado el momento de ‘rescatar’ a los ciudadanos!”. Pero la economía no es el único sector del que se habla en este librito, por la sencilla razón de que no es el único afectado por esta profunda crisis.Toda una generación estafada de jóvenes -como dice el periodista Ignacio Escolar-, la sociedad desinformada o la debacle de la ciencia, la educación y la cultura, que son la base del auténtico progreso, sufren hoy las consecuencias de un sistema injusto.

Y hay más: el Manifiesto de economistas aterrorizados, de autores franceses, también comienza a propagarse en España.

El descontento de una parte de la ciudadanía -la que con criterio propio se siente seriamente agraviada- se está canalizando también en iniciativas como juventud sin futuro/sinmiedo o democraciarealya, entre otras, con creciente seguimiento en Internet. La actuación de los políticos sufre un claro desprestigio (representa el tercer problema para los españoles tras los económicos), lo que menoscaba peligrosamente el valor de una actividad destinada a dignificar el papel del ciudadano y a regular la acción del Estado en beneficio de la sociedad.

Las asambleas y mítines de los siglos XIX y XX parecen haberse trasladado a las redes sociales e Internet con su enorme poder amplificador. En un océano de masificación informativa, en el que los grandes medios difunden de manera casi uniforme la cultura dominante, se necesitan brújulas, periscopios y radares para orientarse. Y así, impresa o digital, una literatura panfletaria -cuya calidad desmiente el carácter peyorativo que solía acompañar al género- se abre paso con el mismo espíritu crítico de antaño. Son textos breves y directos que hablan con vehemencia cargada de razones. Dos nonagenarios -con décadas de historia vividas y reflexionadas- marcan el camino por el que ya muchos avanzan para indignarse y reaccionar. Ignorarlo sería insensato.

Porque Hessel no es un outsider, ni un buenista, ni un idiota. Stéphane Hessel, a estas alturas ya un abuelito venerable pero todavía activo, ha sido muchas cosas en Francia. Un hijo de intelectuales refinados, un luchador, un prisionero de guerra, un resistente… y un hombre del establishment francés de posguerra, donde ha ejercido numerosas funciones de responsabilidad, tanto como asesor como en primera línea, participando en hitos como la redacción de la Declaración de Derechos de Naciones Unidas. Lo que Hessel cuenta en apenas 20 páginas en Francia tiene mucha más importancia de la que podemos otorgarle desde España porque resuenan en sus líneas hálitos de un proyecto político y cívico en el que todo el Estado francés, desde la élites a los trabajadores, se embarcaron a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Como nada de eso hemos tenido en España, nos cuesta entender hasta qué punto es significativo que un señor mayor escriba esas cosas que, desde aquí, se ven como obviamente deseables pero imposibles de conseguir en contexto actual. Y nos conformamos.


Algunos extractos de esta obra ya legendaria del movimiento político y social y de la insurrección pacífica como método de cambio y mejora:

-El interés general debía primar sobre el interés particular y el reparto justo de las riquezas creadas por el mundo del trabajo, sobre el poder del dinero. La Resistencia propuso “una organización racional de la economía que garantice la subordinación de los intereses particulares al interés general, libre de la dictadura profesional instaurada a imagen de los estados fascistas”, y el gobierno provisional de la República recogió el testigo.

-Son los cimientos de las conquistas sociales de la Resistencia lo que hoy se pone en tela de juicio.

-Pero mi optimismo natural, que quiere que todo aquello que es deseable sea posible, me llevaba hacia Hegel. El hegelianismo interpreta que la larga historia de la humanidad tiene un sentido: es la libertad del hombre que progresa etapa por etapa. La historia está hecha de conflictos sucesivos, la aceptación de desafíos. La historia de las sociedades progresa y, al final, cuando el hombre ha conseguido su libertad completa, obtenemos el Estado democrático en su forma ideal.

La inmensa distancia que existe entre los muy pobres y los muy ricos, que no para de aumentar. Es una innovación de los siglos XX y XXI. Los que son muy pobres apenas ganan actualmente dos dólares por día. No podemos permitir que esta distancia siga creciendo. Esta constatación debe suscitar de por sí un compromiso.

No me resisto a citar el artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a una nacionalidad”, y el artículo 22: “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la Seguridad Social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables para su dignidad y para el libre desarrollo de su personalidad”. Y aunque esta declaración tiene un alcance declarativo, y no jurídico, ha desempeñado un papel muy importante desde 1948; hemos visto cómo hacían uso de ella los pueblos colonizados en sus luchas por la independencia; sembró los espíritus en su combate por la libertad.

Lo sé, Hamás, que ganó las últimas elecciones legislativas, no ha podido evitar que se lancen cohetes a los pueblos israelíes en respuesta a la situación de aislamiento y bloqueo en la que se encuentran los gazatíes. Evidentemente pienso que el terrorismo es inaceptable, pero hay que admitir que, cuando un pueblo está ocupado con medios militares infinitamente superiores, la reacción popular no puede ser únicamente no violenta.

- No deberíamos exasperarnos, deberíamos esperanzarnos. La exasperación es una negación de la esperanza.

-Sartre escribe en 1947: “Reconozco que la violencia, cualquiera que sea la forma bajo la que se manifiesta, es un fracaso. Pero es un fracaso inevitable puesto que estamos en un mundo de violencia. Y si es cierto que el recurso a la violencia contra la violencia corre el riesgo de perpetuarla, también es verdad que es el único medio de detenerla”.

-El mensaje de un Mandela, de un Martin Luther King encuentra toda su pertinencia en un mundo que ha sobrepasado la confrontación de las ideologías y el totalitarismo conquistador. Es un mensaje de esperanza relativo a la capacidad de las sociedades modernas para lograr la superación de los conflictos a través de una mutua comprensión y una atenta paciencia. Para conseguirlo, hay que basarse en los derechos, cuya violación, cualquiera que sea el autor, debe provocar nuestra indignación. No cabe transigir respecto a estos derechos.

-Pero no es menos cierto que se han hecho importante progresos desde 1948: La descolonización, el final del apartheid, la destrucción del imperio soviético, la caída del muro de Berlín. Por el contrario, la primera década del siglo XXI ha sido un periodo de retroceso. Este retroceso lo atribuyo en parte a la presidencia de George Bush al 11 de septiembre y a las desastrosas acciones que como consecuencia ha emprendido Estados Unidos, como esa intervención militar en Irak. Nos hemos encontrado con esta crisis económica, pero no hemos aprovechado la ocasión para iniciar ninguna nueva política de desarrollo. De la misma manera, la cumbre de Copenhague contra el cambio climático no ha conducido al compromiso de una verdadera política para la preservación del planeta. Nos encontramos en un umbral, entre los horrores de la primera década y las posibilidades de las siguientes. Pero hay que tener confianza, no hay que perder la confianza nunca. El decenio anterior, el de 1990, fue el origen de grandes progresos. Las Naciones Unidas supieron convocar conferencias como la de Río sobre el medio-ambiente, en 1992; la de Pekín sobre las mujeres, en 1995; en septiembre de 2000, a partir de la iniciativa del secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, los 191 países miembros adoptaron la declaración sobre los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio, a través de la cual se comprometía a reducir la pobreza en el mundo a la mitad desde 2000 hasta 2015. Mi principal disgusto es que ni Obama ni la Unión Europea hayan propuesto una aportación para una fase constructiva apoyada en los valores fundamentales.

-No, esta amenaza no ha desaparecido del todo. De la misma manera, apelemos todavía a “una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no proponen otro horizonte para nuestra juventud que el del consumo de masas, el desprecio hacía los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición a ultranza de todos contra todos”.
A aquellos que harán el siglo XXI, les decimos, con todo nuestro afecto: “CREAR ES RESISTIR, RESISTIR ES CREAR”.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...