viernes, 5 de abril de 2024

No hay concordia sin memoria. No hay democracia sin justicia. No hay historia sin olvido



La ultra derecha española ha anunciado en la última semana una serie de iniciativas legislativas en las Comunidades donde gobiernan en contra de la Memoria Histórica y la Memoria democrática. “Leyes de Concordia” que son el pago por los acuerdos de investidura, pero también el compromiso personal y sentimental con el franquismo y la impunidad de sus familias durante todo el siglo XX. Blanquear y ocultar su pasado por parte de los herederos, mientras siguen deslizando su oposición ilegítima y fuera de todos los cauces legales a través del más básico lawfare y de la más burda y continua manipulación mediática.

La presentación de estas leyes sigue el patrón rutinario de la ultraderecha. Una utilización capciosa y orwelliana del lenguaje, en el sentido de acusar a los demás de lo que están ellos haciendo. Llamadlo “adoctrinar”, “perseguir”, “odiar”, pero no lo llames concordia a planteamientos que provocan discordia en la sociedad española por la nauseabunda intención continuada de blanquear el fascismo, del que son orgullosos herederos.

No podemos y no debemos sorprendernos de que la derecha presentada como “constitucional” y “democrática” avale el discurso de su socio de gobierno en Castilla y León, en Valencia, en Extremadura o en Baleares. El PP tiene una fuerte tradición, precisamente anti-constitucional (esta por el primer derecho cívico, social o económico de la Constitución que defiendan vía acción, declaración o incluso omisión) y anti-democrática que marca una tendencia con la línea trumpista actual. El auge de una fuerza de extrema derecha desligada del propio PP la ha llevado a subirse de nuevo al monte a defender el marco ideológico franquista y a atacar todos los convencionalismos que la ciencia histórica, la decencia y el sentido democrático de un estado de derecho marcan como inexcusables.

En un contexto de grave crisis institucional en España que ha hecho volar el sistema de mayorías parlamentarias en todos los escenarios, el acceso al poder, y con él a los recursos económicos de todos, necesita del concurso de esta extrema derecha ultramontana, negacionista de todo (igualdad entre géneros, razas, naciones y sentimientos, del cambio climático, de la memoria, etc.), y profundamente antidemocrática para plantarse como una alternativa de gobierno. Como bien se ha dicho no van a enfangarse y perder dinero (es lo único que les interesa) por una cosa de rojos, como la memoria histórica.

No les importa ni lo más mínimo hacer estallar su propia coherencia y deshacer sus propios acuerdos previos, como la Ley de Memoria de CyL con tal de no discutir el estado de las cosas, profundamente marcado por el pasado. Por lo que cualquier intento de restaurar la verdad, la justicia y la reparación es vilmente atacado y malversado.

La intención es articular un modelo de estado donde la memoria se amolde al escenario del mito de la transición y el Régimen del 78. Donde prevalece una interpretación equidistante que ha alentado el franquismo sociológico que nos está estallando en la cara. Ese falsario reparto de la responsabilidad entre los dos bandos, esa leyenda de la “guerra fratricida” como si ambos bandos hubieran sido igual de responsables en la guerra y si hubieran tenido las mismas armas, condiciones y legitimidad (obviando la necesaria participación de tropas extranjeras, regulares con todo lo que implicó en el bando nacional, y de voluntarios en el republicano) o el de que “todos hicieron barbaridades” o “recuerda Paracuellos”. Como si las víctimas del bando republicano no hubieran tenido reparaciones formales y patrimoniales en algunos casos durante la larga noche de la dictadura. Equiparando a torturador con la víctima, negando una vez más como durante la Dictadura, esa condición a los represaliados, a los asesinados, a los exiliados del bando de la legalidad vigente y luchadores por la democracia y la libertad. O esa intención de englobar toda la contienda incluida la execrable dictadura fascista y clerical que tuvo como consecuencia, con el primer período democrático de la Historia de España, como fue la Segunda República. El objetivo de estas “leyes de concordia” es sustentar estos relatos y cerrar la página de la reparación, de la memoria y de lajusticia.

La teoría de la equidistancia y la concordia de los herederos de los vencedores, que fueron, no se olvide, los golpistas, asesinos y fascistas, en oposición a las leyes de memoria democrática. Frente al derecho internacional y la justicia universal que consagra los Derechos Humanos y el derecho a la verdad, la justicia, la reparación y al establecimiento de una sociedad civil democrática, primera y mejor garantía de que no se repita el doloroso pasado. Una manipulación obscena que pretende igualar a víctimas y verdugos, a quienes atacaron y dieron un golpe de estado alzándose contra su propio pueblo, y a quienes defendieron la dignidad obrera y la democracia de la República.

El problema viene una vez más de la falta de rotundidad de la izquierda cuando ha tenido el poder. De no ser igual de agresivos de como lo es la derecha cuando ostenta la legitimidad de los boletines oficiales. La Ley de Memoria Histórica de 2007 y la Ley de Memoria Democrática de 2022 tienen muchas limitaciones, omisiones (entre ellas y clave dotaciones económicas presupuestarias que hubieran abierto todas las fosas y todos los archivos) y carestía de recursos públicos para instaurar el relato de la verdad histórica y la memoria democrática en la sociedad española.

Una democracia que nació como un punto y seguido a la dictadura autoritaria franquista, sin la preceptiva y saludable depuración de responsabilidades y la investigación de la miriada de corrupciones. Una transición donde prevaleció la forma del objetivo, la consolidación democrática por la vía pacífica (habría que hablar también de la violencia política durante la transición), frente al fondo, esto es, la construcción de una sociedad democrática plena. Donde el ruido de sables de gerifaltes del franquismo asustados ante el cambio permitió la aprobación de una Ley de Amnistía (esta amnistía no se discute) que supuso una “ley de punto final” en la que aparentemente (a nivel internacional como ya se ha hecho en varias ocasiones los crímenes de lesa humanidad como los del franquismo no prescriben) se renunciaba a juzgar los crímenes del bando nacional en la Guerra Civil y la dictadura.

No hubo una política de reparación y de memoria que reescribiera con verdad la falsaria historia del franquismo y su relato que quedó avalado como “un mal menor”, “una incomodidad pasajera” o incluso, “una absoluta tranquilidad.

En este sentido, no sorprende que en este momento de crisis global, con repliegue identitario en los valores nacionalistas, el auge de la extrema derecha haya traído el revisionismo y la estrategia del olvido del pasado. Si esto pasa en cualquier país europeo ahora mismo, incluidos los que fundaron sus sistemas democráticos bajo principios del anti-fascismo, qué decir de España donde la transición no supuso ni ruptura, ni reparación, ni justicia. Esto ha dejado indudables taras en el sistema político español. Eso sí, en nuestro caso se trata de un pasado olvidadizo a la carta, obviando lo que les perjudica pero usando y manoseando hasta el asco a las víctimas que si les propician votos como por ejemplo se ve con los distintos tipos de terrorismo (etarra, islámico, de ultraderechistas sobre sindicalistas, etc.).

Por ello, ante esta deriva la sociedad civil, y los historiadores que trabajan investigando y difundiendo la verdad de nuestra Historia Contemporánea (repugna el silencio de la Academia de la Historia española instalada en la endogamia, la mediocridad, la mendicidad moral y financiera y atada por los mismos herederos del fascismo) han alzado la voz denunciando la intención anti-democrática de la derecha de este país. No se puede tolerar tanta mentira, tanta indecencia y tanta negación a la justa reparación de las víctimas. Es imposible pretender construir un futuro sobre unas bases de impunidad y olvido. Sobre la doble violencia que sufren los luchadores por la democracia en este país, primero como víctimas directas del fascismo, y ahora que intentan borrarlos de la memoria colectiva y el patrimonio común, los herederos de sus verdugos.

Frente a la manipulación, la des-memoria y la indignidad, verdad histórica, anti-fascismo y democracia con mayúsculas y con todo lo que implica.


martes, 26 de marzo de 2024

"Invicible Shield" el último discazo de Judas Priest


 

Con una carrera de ya diecinueve discos a sus espaldas Judas Priest acaba de estrenar su último trabajo, Invicible Shield. La banda liderada por Rob Halford ha firmado una obra maestra espectacular, que ya he escuchado en su totalidad una docena de veces. Que la llevo ya en el móvil para escucharla mientras camino, hago la compra, voy en bus o hago ejercicio.

No es ninguna broma el nivel alcanzado y que ha puesto a todo el mundo del Metal, tanto crítica profesional como fanáticos de este género, de acuerdo en la excelencia del trabajo de los británicos, de la salud envidiable de la formación y de unas tremendas ganas compartidas por disfrutarlos en directo. Y lo es menos aún cuando pensamos en una carrera de más de 50 años, cuando allá en 1969 en Birminghan, Al Atkins, KK Downing e Ian Hill ponían los cimientos de una de las bandas más grandes de todos los tiempos.

Hoy de los fundadores sólo queda Hill al bajo en los Judas, y sin embargo, la esencia del grupo y la vigencia de su legado no sólo sobreviven. Es que crecen con cada propuesta, cada concierto, año a año, sumando a más fieles al heavy metal más puro de la Nueva ola del heavy metal británico (NWHMB).

Cuando una discografía es tan prolífica y una carrera tan constante a lo largo de los años y los discos, es verdaderamente emocionante poder escuchar el trabajo de una banda como Judas Priest. Con Halford a sus 73 años rindiendo a un nivel envidiable y regalándonos sus inigualables agudos. Con Scott Travis mostrando su maestría en la batería, acompañado muy bien por Hill en la base rítmica. Con la colaboración de Glenn Tipton, quien pese a su avanzado Parkinson, sigue en la banda grabando y participando en algunos conciertos junto a su sustituto en el lineon de la banda Andy Sneap. Y con el talento de Ritchie Faulkner como guitarra solista mostrándose como uno de los magos de las seis cuerdas más virtuosos y potentes del heavy actual.

En conjunto una banda emblemática y en plena forma que ha lanzado un disco que nada tiene que envidiar a sus producciones pretéritas, y ni tampoco, a las de otras formaciones más jóvenes. Invicible Shield, es una vacuna contra el aburrimiento y contra la comodidad. Es un órdago que suena fresco, vigoroso, con potencia juvenil y con control de una madurez que es exquisita. Pura seducción. Es un disparo rápido y certero para animar y levantar a los fieles y a los neófitos. Y fundamentalmente, es una obra de máxima inspiración por la banda, con una composición brillante, y donde destaca una producción experta que ha mimado hasta el último detalle el proceso de composición, grabación y lanzamiento del disco.

Todo se abre con “Panic Attack”, un ataque de pánico que nos transporta a los años 80, en una catarsis de heavy clásico trufado con toques progresistas. Las guitarras marcan el ritmo, al tiempo que se incorporan los timbales y platos de Travis para enmarcar la primera estrofa que descerraja Halford hasta un estribillo simple (sólo es el título de la canción) que abre la fiesta.

The Serpent and the King” es el siguiente corte y el segundo single que han lanzado, y siguiendo la estela de “Panic Attack” nos embarca a través de la sucesión de solos de un Faulkner en estado de gracia. Todo ello coronado con la voz de Halford que nos hace viajar en el tiempo a como si estuviéramos viviendo el lanzamiento de Pankiller hace 30 años. Una locura.

Como adelanto del nuevo disco fue el corte número 6, “Crown of Horns” la que nos puso sobre aviso y afiló nuestros colmillos. El riff inicial de Faulkner abre un temazo que suena a power metal por los cuatro costados, mostrándonos no sólo el oficio de una banda mítica, sino también la permeabilidad e imaginación de sus miembros. El estribillo alcanza una cadencia tremenda, y mientras el ritmo, más pausado en comparación con las canciones anteriores, pudiera parecer que empieza a perder fuerza el disco, lo cierto es que el final de la canción es pleno gracias a dos solos de guitarra llenos de virtuosismo y ritmo. Una delicia.

Entre medías “Invicinble Shield”, “Devil in Disguise” y “Gates of Hell”. La rotundidad con la que se abren los tres temas componen el cuerpo central de un disco de una banda en su mejor momento. Una auténtica obra maestra, donde la pericia de todos sobresale para hacer brillar a la banda en su conjunto. La verdad es que el tema homónimo del disco me parece una pasada, una declaración de honestidad y del legado eterno que los Judas hace mucho que ya alcanzaron, pero que de vez en cuando quieren recordarnos. Y bien que nos alegramos de que lo hagan.

Volviendo al desarrollo lineal del disco tras “Crown of Horns” le sigue “As God my Witness” una canción que amaga con continuar por la senda power iniciada por el corte anterior, pero que gracias a la destreza de Travis viaja en apenas un minuto al más puro sonido Judas.

Trial by fire” es para mi la canción predilecta de este disco porque el ritmo endiablado de la base rítmica integra a la perfección a las guitarras, que a mediado el tema hilvanan varios solos, con cambios de distorsión. El ambiente se oscurece y la niebla cae. Escuchas y crees que ha saltado un tema de un grupo de Death melódico. Y resulta que no. Que son los Judas Priest haciendo lo que les da la gana y regalándonos una obra maestra. Y todo ello con Halford en estado de gracia. Joder es que parece que han grabado esta canción con 30 años. Pletóricos.

 


 

La habilidad y la imaginación de sus componentes vuelve a aparecer cuando escuchas el disco de continuo. “Escape from Reallity” y “Sons of thunder” juegan con varios ritmos y ambientaciones. Sin dejar de sonar a ese Heavy Metal clásico y atemporal, se introducen por sonidos más complejos y oscuros, pasando sin ataduras, sin perturbaciones y sin mácula desde el groove hasta el más rabioso trash. Y es que este disco es una enciclopedia de Heavy Metal.

Cierran la obra con “Giants in the Sky” otro temazo pletórico que al acabar te deja extasiado. La voz de Halford surfea las melodías que componen sus compañeros, construyendo en conjunto, un sonido muy redondo y sin fisuras. Una canción que te hace anhelar más. Y los anhelos se cumplen con la edición de lujo que primero han puesto a la venta. Y es que “Fight for your life”, “Vicious Cycle” y “The Lodger” tienen la calidad y la potencia suficiente no sólo para convertirse en rarezas. Es que pegan como el primer single. Y quizás hasta más.

En definitiva, y usando este recurso estilístico para cerrar, sólo puedo decir dos cosas: La primera es que con la tremenda salud, que en mi opinión vive el género en la actualidad, que unos tíos te lancen una obra maestra cuando ya superan la séptima década, con sus achaques y cosas, es un toque de atención celebradísimo y una demostración de que el talento no tiene edad, y de que el Heavy Metal es eterno. La segunda es que se aceleran las ganas de verlos en directo presentado este disco y haciéndonos disfrutar con sus clásicos imperecederos.

Gente: déjense unos cuartos en este disco en formato físico. Lo merece. Y dejémonos todos, bastante más seguramente, para disfrutar de Judas Priest en vivo. Lo merecen y nosotros también.

 


Este último video junto a KK Downing, Glenn Tipton y Les Binks durante su ingreso en el Salón de la Fama del Rock en 2022.    

lunes, 25 de marzo de 2024

Solidaridad contra la barbarie

 

Cuando el terrorismo y la barbarie atacan a la población civil es el momento que las buenas personas, independientemente de sus filias y fobias, de sus manías, de sus intereses y de sus aspiraciones, se posicionen con las víctimas, condenen los atentados y muestren solidaridad y compromiso.

No es el momento, por lo tanto, de aprovechar la coyuntura, arrimar el ascua a su sardina, y tratar de menospreciar el dolor y sufrimiento de quienes no son como nosotros para aplicar brocha gorda y poner el saco con ánimo de llenarlo.

El pasado viernes Moscú sufría un atentado terrorista por parte de unos atacantes pertrechados para el combate, con fusiles de asalto y cargados de explosivos durante un concierto en un recinto cerrado. Más de 130 víctimas y 400 heridos que han sumido a Rusia en un estado de duelo y alerta, poniendo con las orejas tiesas a toda la comunidad internacional.

La autoría no está clara pese a la atribución que se ha hecho Daesh. El Estado Islámico, esa basura humana financiada y auspiciada por Estados Unidos durante las guerras de Siria e Irak.

Puede que Rusia sea el enemigo o más bien sea la cortina de humo con la que asustar al personal para seguir facturándole equipamientos militares, cuyos costos bien podrían dejarse para financiar los servicios sociales, la educación y la sanidad de la ciudadanía. Sin embargo, tenemos a las élites europeas agarradas al clavo ardiendo de la posible invasión rusa y azuzando un odio que caldeé el fuego de la opinión pública para hacerla partícipe (en realidad las clases populares serán las que pongan las víctimas) de un estado de alarma perenne que satisfaga los deseos de los jerarcas de la OTAN.

El servilismo de Europa y sus gobiernos, tanto nacionales como en la Unión, para con Estados Unidos y su decadente imperio es del todo inconcebible. Primero porque nos guste o no, la realidad es que Rusia es Europa, o al menos buena parte de ella, y aunque su situación actual está lejos de considerarse una democracia (estamos nosotros en estos temas como para dar ejemplo) probablemente identitaria y culturalmente tenemos más en común que diferencias que nos separen.

Y después, porque la deriva belicista y agresiva de Estados Unidos es la de un país en descomposición social y política, víctima de un sistema depredador que ellos mismos han construido y alimentado y que ahora son incapaces de revertir. En su disputa por la supremacía mundial, el dominio único y hegemónico de Estados Unidos apenas ha durado 25 años (quizás solamente y no sin altibajos hasta la Segunda Guerra de Irak), y ahora viendo la decadencia ya inminente, y la presencia de otras potencias que discuten ese dominio imperial (China, fundamentalmente, pero también Japón, la India y algunos países emergentes), tratan de provocar un estado de pánico mundial que favorezca sus intereses.

Una suerte de “salto al vacío” o de “patada adelante” de un sistema político y económico corrupto e inmoral, incapaz ya de permitir el desarrollo y bienestar de su propia población, contra más el del resto del globo, y cuya máxima expresión es la disputa electoral entre dos políticos corruptos e inmorales de casi 80 años como Biden y Trump.

Y sin embargo, ahí está Europa, la Vieja Europa, arrodillada ante los desmanes y el aparato militar y mediático de Estados Unidos, viendo enemigos en el Este, saltándose sus propios acuerdos y convenciones y siendo incapaz de plantear alternativas.

Advierten de la inminente guerra. De la necesidad de más gasto militar. De mayores arsenales y ejércitos. El mensaje es como si siguiendo a Napoleón o a la Lutwaffe nos lanzáramos a través de los bosques polacos y los valles ucranianos hacia Rusia, armados con bayonetas y confiando en dominar Moscú antes de que llegué el invierno. Como si la guerra no hubiera cambiado hace 90 años. Como si no supiéramos (quizás no lo sabeís) los combates entre ejércitos regulares y en campos de batalla establecidos son cosas del pasado.

Hoy la guerra es la guerra de guerrillas, de escaramuzas en cuanto al enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Y de bombardeos de ciudades siempre con la excusa de acabar con las factorías de munición, combustibles o equipamientos. En cualquier caso se trata de masacrar a las poblaciones civiles, como vemos en Ucrania y en Palestina. Pero también en Congo, en Haití o en Yemén.

La guerra es una descomposición total del día a día de la población. De su salud, de su vida cotidiana, de su psique. Es la degradación total del ser humano, enviado casi siempre a masacrar a sus iguales (cuando no a ser pasto de la matanza) por los intereses y ambiciones de otros. La guerra es el estado de deshumanización máximo, de desmoralización extrema. Las víctimas pueden ser cualquiera, porque nadie está seguro de sufrir las violencias que tolera y fomenta la guerra.

Y sí, puede que estemos en una situación prebélica, con una campaña armamentística, o cuando menos, animando al gasto en armamento por parte de los líderes de la UE y sus políticos liberales. Todos coinciden en la necesidad de armarse. Incluso los que antes querían reducir el cuerpo del estado, porque sobraban médicos o profesores, ahora quieren militares, y sobretodo misiles, aviones y balas.

Curioso es el caso español con un ejército engordado con los que somos llamados “reserva” que no somos más que una población envejecida, sin preparación de ningún tipo, ni física, ni en armamento o supervivencia, y que no hemos disparado un arma (casi) nunca. Incapaz de orientarse en una montaña sin un gps y con un alcoholismo social bien instaurado que deja nuestras condiciones físicas y mentales para el arratre. Estamos como para completar las tropas, cuyo grueso lo forman, y esto lo digo sin ningún tipo de que ya están llenas de latinoamericanos con la promesa de la nacionalidad y un chaleco reflectante para salir a correr por las mañanas en las inmediaciones de los cuarteles.

Pero sin embargo, la sociedad civil, la ciudadanía si se empodera no sólo evitará esta próxima guerra. Sino todas.

Por ello, más allá de lo que digan unos medios de comunicación fieles servidores de sus dueños y una clase política diezmada mentalmente y sin ningún tipo de ética seamos solidarios con el pueblo ruso ahora que están sufriendo. También con palestinos, ucranianos, yemeníes. Y con todas las víctimas de la violencia que el capitalismo y la ambición sin límites ni humanidad de los corruptos y amorales que nos dominan. Y seamos valientes para retirar la palabra y el poder a estos falsarios que dicen representarnos y solamente quieren preservar los privilegios y la decadente mentalidad de los inmorales.


miércoles, 21 de febrero de 2024

Assange y la decadencia de Occidente

 

 

Imagen tomada del articulo de referencia del diario Público (21 de febrero de 2024)


Esta semana ha comenzado la audiencia en la que la alta Corte Británica dictaminará si Julian Assange debe ser extraditado a Estados Unidos, dónde se le reclama por espionaje, revelación de secretos y creación de una organización para delinquir (entre otros cargos), por las revelaciones que realizó Wikileaks en 2010, con casi 100.000 documentos militares y de los servicios secretos estadounidenses. Más de 700.000 documentos en total (391.000 pertenecientes a la Segunda Guerra de Irak en la segunda oleada de la filtración) que son la mayor filtración de información de la Historia.

El colosal volumen de los secretos revelados por Assange, Wikileaks y los patriotas colaboradores que filtraron la información desde los servidores de las instituciones militares, diplomáticas y del servicio secreto solo es comparable a la brutal calidad que los documentos presentan. Los papeles publicados revelaron las estrategias militares, de contra-insurgencia y espionaje empleadas por el ejército estadounidense y otros funcionarios de seguridad en el contexto de la Guerra contra el terror iniciada por el presidente George W. Bush tras los ataques del 11S. Las guerras de Afganistán e Irak, las intervenciones de todo tipo (militar, político, diplomático o económico) en otros puntos calientes que provocaron cientos de miles de bajas civiles (se estiman unas 70.000 sólo en los 5 primeros años de intervención en Irak), detenciones y secuestros forzados, desapariciones, torturas y asesinatos impunes.

Unas filtraciones en bruto. Documentos de todo tipo (textuales, grabaciones de audio, de vídeo, imágenes) puestos tal cual se encuentran en los archivos del Pentágono para que la comunidad mundial los estudiará, interpretará y re-publicase con análisis de contexto, labor a la que muchas cabeceras periodísticas internacionales de buena gana se sumaron. Hoy en día muchas de ellas, se mantienen en silencio por este atropello a riesgo de perder fuentes de financiación tanto vía subvención, como colaboraciones, inversiones y a través de la publicidad de muchas grandes marcas.

Esta impagable, democrática, libertaria y necesaria filtración sacó a la luz las tácticas, conductas, comportamientos e intenciones del todopoderoso conglomerado militar-económico de Estados Unidos, con sus agencias y recursos gubernamentales dedicados a fomentar el negocio de la guerra en todo el mundo. Y sin embargo, a la espera de Assange, los únicos que han pasado por los juzgados y prisiones americanas todo este tiempo han sido los filtradores, como la soldado Manning o el analista, fugado y refugiado político en Rusia Edward Snowden, acusados de alta traición y de “poner en peligro la vida de los soldados estadounidenses”.

Para el imperialismo yankee y la élite de las élites Julian Assange y Wikileaks son los enemigos públicos número 1, por cumplir con el papel que en democracia y en los sistemas legales de representación, participación y toma de decisiones dejan al periodismo como cuarto poder. Todo por revelar sus constantes e ininterrumpidas violaciones de los Derechos Humanos y de los convenios internacionales para su defensa y promoción. Una persecución por todos los medios y canales para acabar con Wikileaks y su legado, atacando las fuentes de financiación, y promoviendo ataques informáticos a los servidores tanto de la plataforma, como de los medios (generalmente auto presentados como alternativos, de izquierdas o revolucionarios). Toda una estrategia de opresión y silencio cuya cúspide es el proceso contra su fundador y promotor, Julian Assange, que de ser extraditado se enfrentaría a peticiones de prisión de 175 años en régimen de máxima exclusión.

Una situación que continuaría con la tortura en vida que lleva sufriendo Assange todos estos años desde la publicación de la primera oleada de filtraciones. Assange ha sido víctima de una torcitera y nauseabunda campaña de difamación y desprestigio, tratando de boicotear la publicación y la fiabilidad de la fuente primaria de la información. Ha sido acusado de violación, en un proceso muy anunciado pero cuya resolución demostrando la inocencia del australiano ha pasado desapercibida. También ha visto como era acusado de delitos económicos, emparentado con las mafias rusa o china. Un tortuoso camino que le ha llevado a ser detenido, llevado de una forma muy sospechosa y saltándose todos los convenios y garantías legales internacionales a Reino Unido (tras el brexit una suerte de limbo legal judicial en Europa para el principal aliado estadounidense). A ser retenido en prisiones de máxima seguridad, sin acceso a sus familiares y asesores legales. Y con un episodio dantesco como su asilo y encierro en la embajada de Ecuador en Londres, cuando un gobierno izquierdista en el país andino fue a su auxilio y rescate. En 2019 con el cambio del color político fue vilmente entregado a las autoridades británicas.

Desde entonces y con el paréntesis por la pandemia se inició el proceso de extradición a Estados Unidos por los delitos ya referidos, de espionaje y revelación de secretos.

Y contra esta situación tienen que levantarse toda persona que se declare demócrata, y quiera un mundo más justo, pacífico y en el que los Derechos Humanos sean el mínimo sobre el que construir una sociedad más fraterna y con futuro. Rebelarse en contra de la extradición y la tortura que está sufriendo Julian Assange, su familia y sus colaboradores, es defender la libertad de expresión, la libertad de prensa y el derecho a la información que tenemos los ciudadanos. Porque todo este proceso es un intento de matar al mensajero para callar las voces, criminalizar y amedrentar a los periodistas y medios, y los particulares que se oponen a este estado de las cosas que sigue condenando al 99% a la inmundicia moral y material. Un poder alternativo al cuarto poder.

Muchos medios que se aprovecharon del trabajo desinteresado, gratuito y libertario de Assange, Wikileaks y todos los colaboradores, apenas han publicado una nota sobre el proceso abierto ayer, y sobre la situación de Assange todos estos años. No hay columnas de opinión que hablen de la vergüenza americana y mundial de que los urgidores, ya fueran cargos militares o políticos, que permitieron estas agresiones a los Derechos Humanos denunciadas por Wikileaks. Tampoco de los autores directos de tales tropelías y violencias a la más básica dignidad humana y a toda legalidad internacional, tanto en el contexto de la Guerra, como de la paz. ¿Dónde está la prensa libre en Europa? ¿Dónde está la sociedad civil europea? ¿Dónde están las organizaciones cívicas, partidos y sindicatos europeos que movilicen a la gente contra este atropello?

La Historia se repite como tragedia con pasmosa eficacia en una secuencia que acorta los tiempos y espacios en una espiral que compagina el dolor de las víctimas y la indiferencia de los testigos. Israel masacra Gaza cometiendo un genocidio con la población árabe y pobre de Palestina ante el silencio de un Occidente cobarde y descerebrado que acrecenta su carencia moral y los vicios decadentes de una sociedad que se desmorona. Pablo González, periodista español, va a encadenar su octavo confinamiento en una prisión polaca (un miembro de la UE, supuesto aliado) sin haber tenido un juicio y sin saber realmente en que se sustenta su reclusión. No hay periódicos, ni radios, ni televisiones, ni tampoco partidos políticos (salvo honrosas excepciones) que se cuestionen este atentado a la legitimidad de nuestro país y a un pilar fundamental de los estados democráticos como es la libertad de información. Y sin embargo, la opinión pública se ha tenido que tragar panegíricos a un nazi, corrupto, archimillonario por los tratos corruptos y nepotistas de su padre en tiempos del fin de la URSS, como Navalny sólo porque ha convenido presentarlo como un “opositor”, “demócrata” encima, de Putin. La misma basura humana que los opositores de Venezuela o Cuba que a lo que realmente se oponen es a que les usurparon el privilegio de masacrar y aprovecharse de las poblaciones vulnerables y pobres de ambos países.

Qué puede ofrecer Europa al mundo si no es un legado de democracia y ejercicio y defensa de la libertad y la dignidad humana. Posicionados de la debacle del perverso imperio estadounidense se está viendo arrastrar a una posición de mera atracción turística ante la emergencia de nuevas potencias globales que traen de la mano la decadencia de Estados Unidos como faro del mundo libre. Un nuevo mundo se está construyendo y lo único que podría aportar Europa es pisoteado cada día por seguir los dictados de unas élites endogámicas, homicidas e irresponsables entregadas al dinero y que desprecian los Derechos Humanos.

Ya estamos más que acostumbrados a que la élite se posicione siempre del lado del poder y no discuta ni uno sólo de los desmanes, hipocresías y chantajes que ejerce sobre el mundo y su ciudadanía. El caso de Julian Assange y Wikileaks es un buen momento para que el pueblo se posicione a favor de los Derechos Humanos y de un ecosistema global garante de la paz y la dignidad.

 

 

viernes, 9 de febrero de 2024

Autovías y Tractores


Hay convocadas diversas manifestaciones y acciones reivindicativas de corte de carreteras y accesos a ciudades por parte de algunas de las asociaciones agrarias. Están causando problemas de circulación y alterando lógicamente el orden y funcionamiento del país. Lo han hecho, por cierto, sin las pertinentes convocatorias y anuncios reglados por el estado de derecho, y no están recibiendo la coerción que se supone se le exige a las fuerzas de orden en estas ocasiones. Por recordarlo ante las agresiones de los esbirros del estado con permisos en la mano que algunos otros hemos sufrido.

Existe un descontento evidente y razonable en el sector agroganadero europeo y sus legítimas reivindicaciones y protestas están siendo instrumentalizadas por la extrema derecha, tanto en España como en el resto del continente, recogiendo el testigo de lo que fueron las protestas de los Chalecos Amarillos en Francia. Esto hace que sea muy difícil al común de los habitantes saber interpretar de qué va esto. Entre otras cosas, porque a los medios de comunicación de masas parece que les ha pillado con el pie cambiado y de sorpresa. Sin embargo, esto contrasta con el hecho de que la opinión pública, y también desde la izquierda, estamos absolutamente con los agricultores, ganaderos y con el mundo rural en general. Se entienden muchas de las reivindicaciones y de las problemáticas que existen, y aunque haya quien quiera hacer creer que tanto en el sentir popular, como en esos propios medios, como desde la izquierda se aplica una conciencia urbana que no acaba de entender la realidad del sector primario y de sus gentes, la realidad es que hay un consenso unánime en apoyarlas. Porque es natural y lógico, justo y digno. Y porque estas protestas en el fondo discuten los usos del modelo neoliberal aplicado en este caso al sector primario donde ha llevado la precariedad, la inseguridad y la indignad. Eso sí, la izquierda centrada en las cuitas internas y en el análisis teórico de procesos vuelve a estar alejada del conflicto, y queda el terreno baldío para que la política fascista y reaccionaria se apropie de estas protestas.

Sin embargo y que baste como ejemplo, como al segundo día de manifestaciones y algaradas, los medios han empezado a dar voz a supuestos portavoces del colectivo agrícola y ganadero. La sensación que queda es que esta propuesta va de una caterva de fascistas, metidos en la conspiranoia más aberrante, y sobretodo impulsados contra Perro Sanxe porque “no sé qué de la Amnistía”. Así entrevistan en las autovías o en plató a latifundistas, a terratenientes, a nobles y demás fauna que no ha cogido una azada en su vida. No sabe uno a ciencia cierta si es un “error” de los medios de comunicación de masas al confundir a estas asociaciones del campo, que son grupúsculos de patronos y dueños de los terrenos con entidades que fueran representantes de los trabajadores agrícolas. Ni siquiera con asociaciones mayoritarias. Pareciera que se trata de un mensaje buscado con una intención evidente.

Los tractores y las personas que los conducen protestan contra la Agenda2030, contra Marruecos, Sudáfrica o Chile. Contra los ecologistas porque desde la ciudad no conocen el medio natural. Contra la UE que llena de burocracia, requisitos y umbrales el día a día de la actividad agraria mientras firma acuerdos comerciales hiper laxos con los países del Sur. Y contra el gobierno. Por supuesto.

Que quede totalmente claro que desde aquí y desde toda la izquierda estamos con estas protestas, las apoyamos, las comprendemos y las respaldamos. Faltaría más. De entrada porque lo que están diciendo los agricultores y los ganaderos es lo mismo, igualito, que lo que lleva la izquierda, y particularmente Izquierda Unida, diciendo casi ya 40 años. Que el capitalismo neoliberal es suicida, opresivo. Que el acuerdo de Maastricht iba a traer la desregulación de las cadenas de distribución dejando a quienes se dedican al sector primario en una clara y flagrante desigualdad con respecto a los grandes comercializadores. Que añadía toneladas de papeleo y burocracia que lastraban el trabajo de los profesionales. Que iba a impedir el relevo generacional y por lo tanto aumentaría el fenómeno demográfico del éxodo rural. Que los acuerdos comerciales transnacionales, como el TTIP, dejan el campo y al trabajador a los pies de los caballos de los poderosos. Que iban a poner nuestros productos a competir con otros de escala global producidos con ningún tipo de control y con prácticas y técnicas abusivas y que laminan los derechos de los trabajadores, la salud o el medio ambiente. Que es vital un acuerdo de estado que proteja el medio natural incorporando las legitimas reclamaciones y las enseñanzas y trabajo de todo el mundo rural.

Desde luego la Unión Europea entregada al neoliberalismo ha mostrado una vez más su fracaso y el de esta ideología perversa y homicida. Ha dejado a su propio campo, a sus graneros y provisiones en una situación de desventaja flagrante con respecto a los productos importados de otros países y con los grandes mangantes de las cadenas de producción (no me he equivocado). Y por esta puerta, como ya pasó en el Brexit, la extrema derecha está valiendo su fuerza telúrica en el campo español para incluir su euroescepticismo, su negacionismo climático (y de propina, el entre géneros) y sus proclamas racistas y xenófobas. Y por supuesto, su único afán en tener el poder para saquear el país.

Como contraste estaría bien saber cuántos trabajadores del campo, braceros y jornaleros están siguiendo estas manifestaciones. Cuántos trabajan en el sector. Cuántos lo hacen con contrato y seguridad jurídica. Alguien ha preguntado a las mujeres del mundo del campo que llevan día a día el trabajo en la explotación, del hogar, de cuidados y a veces otro trabajo fuera del sector primario qué piensan de esto (sé que también hay hombres que hacen estas labores, pero el porcentaje de mujeres es abrumador). Hasta el momento las imágenes son de hombres. Casi todos mayores de 50 años.

Sin embargo, según estos ganaderos hay que “derogar la ley de bienestar animal” y “derogar leyes ambientales y de protección de especies que atentan contra la agricultura, ganadería y zonas rurales”. Pues me parecen una serie de reglamentaciones bien necesarias y que nada tienen que ver con el trabajo de los productores pequeños, y si sobre las formas de operar de las macrogranjas, los cotos de caza o las ganaderías de toro de lidia. Si a una empresa que dice que no puede pagar el SMI a sus empleados se le dice que lo mejor que puede hacer es cerrar, en este caso, aplico lo mismo: Si no puedes dar una calidad de trato a la vida de los animales que tienes en la explotación, mejor ciérrala.

Por otro lado, de toda esta protesta rechina bastante lo que tiene que ver con todo lo que es cuidado del Medio Ambiente y de la salud de la población como consumidores de los productos agroganaderos. No tanto por las reclamaciones frente a la Agenda2030. Sí, un emblema que  viene impuesto por las élites, pero que también es uno de los acuerdos internacionales vinculantes más ambiciosos a la hora de plantear políticas y alternativas en defensa del planeta y sus gentes. Y que señoras y señores, está proyectado para el año 2098. No creo que muchos de los que están cortando las carreteras esta semana se hayan leído el plan al completo, y sólo sigan las medias verdades vomitadas por intereses creados de quienes han puesto al campo en la situación actual y que no quieren que nada de eso cambie. De acuerdo en que las iniciativas más importantes que ya sabemos viene impuesta por las élites neoliberales como patada hacia adelante cuqui y en purpurina de un supuesto futuro de progreso y garantía de los derechos humanos pero sin cuestionar las circunstancias de base de toda desigualdad. Pero precisamente por eso, estos agricultores y ganaderos no deberían permitir jamás que la extrema derecha se apropie de sus legítimas y razonables preocupaciones y protestas.

No, se trata de cómo están estos agricultores españoles y europeos adaptándose al contexto cambiante que nos está tocando vivir. A un mundo en el que los combustibles tanto para producir como para transportar lo producido son cada vez más escasos, y por lo tanto más caros. Con un cambio climático real e imparable que está transformando la forma en la que los ecosistemas y sus integrantes se interrelacionan. Con fenómenos atmosféricos cada vez más extremos ya sean sequías, lluvias torrenciales, olas de calor más intensas y repetidas, u olas de frío siberiano más frecuentes. Y sin embargo, ahí los tienes cuestionando a la ciencia, en otra característica básica de lo que es Españistan, y al más evidente sentido común.

En el campo y sólo basta con mirar los resultados de todas las elecciones, se ha castigado tradicionalmente a la izquierda y sus políticos y programas, porque van a traer las penurias a lo rural. Las demandas ecológicas y por protección del medio ambiente se hacen desde la ciudad, sin comprender la realidad del campo, eso dicen, y por lo tanto, se dan mayorías a partidos de derechas que en principio les defienden. Craso error. Porque estas políticas de derechas, de desregulación de los mercados, son las que se cargan el medio rural por intereses especulativos que poco o nada tienen que ver con las necesidades de las poblaciones, de desprotección de la ciudadanía en todos su roles (productor, trabajador, consumidor), las medidas que han favorecido las concentraciones parcelarias hasta el mega-latifundio, las macrogranjas o la pérdida de los puntos de venta en cadenas de distribución más cortas, son las que han puesto la soga y atado el nudo alrededor del cuello del agricultor y el ganadero.

Sí, es muy fácil echar la culpa al urbanita que quiere productos más naturales, ecológicos y saludables. Que estos se produjeran con unas condiciones de prosperidad y dignidad para toda persona que participe en el proceso de producción, distribución y venta. Y que no se deteriorará el medio ambiente. Lo que pasaba hace 50 o 60 años en Europa, 40 o 50 en España. Con lo cual el relato de lo que siempre se ha hecho es falso. Porque antes no se abonaba con cientos de píldoras de colores. Ni se sulfataba a mansalva con drones y avionetas extensiones de 4000 hectáreas o más. Ni había cultivos de regadío donde tienen un suelo y un clima de secano. No se llenaba el buche del ganado con antibióticos a granel, ni se les tenía que impartir vacunas contra enfermedades que aquí no se conocían. Es la globalización y el neoliberalismo los que están cargándose el trabajo y la vida del sector primario. No lo olvidemos.

Y la derecha y la extrema derecha no van a parar esa rueda por muchas facilidades y promesas que hagan. Van a pisar el acelerador del capitalismo más depredador. Mirad lo que ha pasado en Reino Unido, en Estados Unidos, en Brasil o en Argentina. No van a redistribuir la riqueza. Recordemos que por ejemplo votaron en contra de la Ley que prohíbe a las grandes cadenas de distribución obligar a los productores a vender por debajo de coste. Algo que estaba pasando y sigue pasando por la carencia de inspectores que no se han puesto en las administraciones autonómicas que legisla la ultraderecha. Que llevan años gobernando administraciones y provocando trastornos a las personas y a las empresas, al medio ambiente y al patrimonio de todos. Que son corruptos.

No se cuestionan el estado de medio ambiente y de los derechos de los trabajadores del campo. O los formularios y requisitos burocráticos que tienen que hacer frente las explotaciones y sus propietarios. No han vigilado, de hecho han alentado, un reparto de ayudas a través de la PAC totalmente inmoral, injustificado y delictivo, durante ya 30 años.

Desde la izquierda no se puede ver a estas manifestaciones como expresiones de la extrema derecha. Eso sería un error. No comparecer y dejarles que llenen de banderas, muchas preconstitucionales, las justas reclamaciones del sector agrario y ganadero español y europeo sería perder otra oportunidad para poder construir un país más digno, justo y con futuro.

Además es preciso ayudar a que los pequeños productores puedan sobrevivir a este momento de zozobra y cambio, porque el pueblo en general está con ellos, sin usar banderas ni consignas rancias o fascistas. Simplemente porque la mayoría de la gente entiende la labor esencial del mundo rural, porque lo valoramos y lo queremos. Y porque entendemos que merecen un futuro y un bienestar con dignidad. Para todas y todos los integrantes del mundo rural.

 

 

miércoles, 7 de febrero de 2024

Qué no lo llameís feminismo

 


El día a día de la actualidad en Españistán suele estar salpicado de polémicas artificiales generadas desde arriba y que nada (o apenas un poco) tienen que ver con la realidad de la vida de las personas y de la dinámica social. El continuo teatrillo de la alta política con partidos, líderes y medios cumpliendo su papel para mantener alejada a la plebe de la toma de decisiones, y que estas, nunca atenten contra los privilegios establecidos. Cualquier declaración o proyecto es susceptible de ser atacada por el rival político, merced a sus sicarios mediáticos y por las respectivas turbas en las redes sociales que la vilipendian o defienden sin crítica según corresponda. Ocupa horas de televisión y radio (supongo que algunas páginas en periódicos también) vertiéndose toneladas de contaminante opinión sesgada, parcial e indocumentada, vomitada por tertulianos y todólogos.

A escala, desde lo nacional hasta lo local, se reproduce el patrón, y los temas planteados siempre desde arriba permean la capa freática de la opinión pública relegando al ostracismo las noticias y hechos que si que tienen que ver con la vida de las clases populares, la calidad democrática, el sentido ético de la sociedad o la conservación de todo tipo de patrimonio común.

A veces estos temas, e insisto, lanzados por las élites, son esporádicos y solamente una vez cada 4 o 5 años atentan la santa tranquilidad del ciudadano medio. Las más de las veces son acontecimientos que periódicamente vuelven y revuelven para mantenernos a todos ocupados discutiendo lo que a estas alturas de la película debería estar ya bien claro.

Estos temas recurrentes pueden ser de todo tipo. Políticos y sociales, también económicos, pero sin duda, los más polémicos son aquellos que cuestionan los convencionalismos y patrones culturales. Por ejemplo, están las discusiones en torno al balón, en cuanto a la selección española o la polémica semanal entre farsa y mandril. Cada español era un seleccionador nacional y una espada en los ejércitos de las dos españas futboleras, pero gracias a los dineros de las televisiones se ha alejado el fútbol a muchos que no pueden pagar estos empeños, y el ruido sobre la pelotita rodando ha ido bajado bastantes escalas. O al menos eso me parece a mi.

Luego hay acontecimientos culturales como las galas de los Goya, los premios literarios o algunas fiestas populares que asaltan la tranquilidad, merced a la más torcitera manipulación mediática cuando lo que en esos eventos se expresa no es precisamente lo que quieren que se diga por parte de las élites.

Pero si existe un evento que marca la polémica es todo lo que tiene que ver con Eurovisión. El competir en un contexto europeo (bueno más o menos) con una canción pop, que sea más o menos representativa y del buen gusto lo más generalizado posible, hace enervar las más bajas pasiones hispanas, volviendo a configurarse las dos, o más, españas.

No es poca cosa y no me parece, de entrada, negativo, puesto que una de las funciones de la cultura y el arte (si una canción pop enlatada y perpetrada desde parámetros de negocio puede considerarse arte) es cuestionar los rigores ideológicos y los marcos de convivencia, haciéndonos pensar, reflexionar, sentirnos incómodos para así, por medio de esa reflexión, ser mejores. Si esto se produjera sin más pues hasta el negocio estaría bien inventado.

Y digo negocio porque ya hace mucho que el ente público, RTVE, lo convirtió en un modo de facturar a través de las audiencias, patrocinios y productos varios.

Cuando surgió Operación Triunfo se abrió la veda para generar un microcosmos que comprendiera todo lo que tiene que ver con el concurso internacional, y al tiempo que automáticamente se acabó la música en vivo en RTVE (repasen los cachitos y cuenten cuantos pedacitos salen después de 2001) se generó un negocio y una acaparación de atención que periódicamente sublevaba a las audiencias.

Este año no ha sido una excepción. En los últimos años y tras la troleada mítica del Chikilicuatre, RTVE controló mucho más uno de sus productos estrella y montó una suerte de festival en Benidorm, al que en teoría podía llegar cualquiera que reuniera los votos populares necesarios. Primera falsedad porque en realidad todo queda planteado y producido por los gigantes de la música de este país. Así está siendo estos últimos años. Y para completar todo el guiso y que éste no se salga de los parámetros que requiere RTVE entre un jurado “profesional” y un recuento del voto telemático algo sospechoso ya van tres años que colocan al producto en forma de canción y voz femenina que va a representar a España en Eurovisión.

Este cóctel resulta explosivo por naturaleza y el resultado siempre es polémico. Si hace dos años se desechó a las favoritas del público Txantxugueiras y a Rigoberta Bandini por una canción interpretada por una mujer semidesnuda, que encima canta en spanglish, en lugar de mandar una canción en gallego a Eurovisión. El año pasado se apostó por la clásica canción de flamenco pop en vez de otras propuestas que tenían mucha más aceptación del fan eurovisivo español. Y este año, la polémica no ha sido menor y ya está aquí.

Los representantes de España en Eurovisión será el dúo de electropop Nebulossa con la canción “Zorra”. Un pastiche facilón y perfectamente olvidable que pone el acento en que una mujer, y especialmente las mujeres de más de 50 años (la intérprete femenina tiene 55) pueden hacer lo que quieran. Faltaría más. Todos los que somos demócratas, anti-fascistas, feministas y con sentido común, estamos de acuerdo.

La cuestión es si es apropiado la apropiación del término “Zorra” para la causa feminista a través de una canción que va a recibir toneladas de promoción.

El apelativo tomado del precioso y pequeño cánido silvestre de frondosa cola y alargada boca y nariz, tiene un matiz distinto si se lo ponemos a un hombre o a una mujer. Lo que para el hombre es sinónimo de “listo, astuto, atento o vivaz”, para la mujer lo es de “promiscua, ligera, insolente o facilona”. Lo que para uno tiene una connotación positiva que emana inteligencia, para la otra es negativa y provoca escarnio por la falta de moralidad y por la pulsión sexual. Es evidente que muchos, erróneamente y a veces dejados por la costumbre, hemos usado este término de estas formas. Pero es que es el insulto, junto al de puta, fácil y asiduo en la boca del machista cuando regaña a una mujer que no le hace caso, o que quiere unas iguales condiciones laborales, reclama sus derechos, o incluso cuando la tortura y la mata. Por lo tanto, estamos ante un término con una connotación violenta y opresora. O es que se os ha olvidado lo que ha pasado con la selección femenina de fútbol.

En este sentido, el apropiarse del término “Zorra” podría ser positivo. Pero hay que comprender que esto no se hace de la noche a la mañana y tienen que pasar generaciones para que se pueda dejar atrás el uso maniqueo del vocablo y que se sume a un diccionario de igualdad. Por ejemplo, y esto lo sé gracias a un amigo afroamericano de ascendencia caribeña que trabajó en Estados Unidos antes de venir a España, la apropiación del término despectivo “Negro” (Nigga en inglés) por parte de los afroamericanos ha terminado en fracaso. Porque usar entre ellos el apelativo que emplean los blancos cuando hablan despectivamente de la población afroamericana, no se ha traducido, por más que hayan pasado treinta años, en que se le quite la connotación racial y de clase, y siguen siendo asociados a los bajos fondos, la delincuencia, la marginalidad o la drogadicción.

Por lo tanto, si bien puede ser interesante el poner el énfasis en el uso que hacemos del lenguaje, pero de ahí a validarlo porque es la canción de Eurovisión, va un trecho.

No conozco a ninguna mujer que le guste que le llamen “Zorra”, y creo que oír a todas horas como se avecina la cancioncita de marras es un martirio innecesario. Pero es que es más que eso, puesto que la representación nacional en Eurovisión sea “Zorra” puede que mande un mensaje a fuera de nuestras fronteras, pero también dentro, bastante perverso. No creo necesario explicarlo, salta a la vista.

Llegados aquí hay que hablar del contexto en el que se pretende la canción funcione como campaña: El festival de Eurovisión.

En primer lugar, por la propia puesta en escena que se replicará en Suecia. Bailarines ligeros de ropa, una cantante sexy que reproduce una vez más el ideal de sexualización de la mujer, y contoneos de índole sexual. Es decir, una vez más estamos ante una cosificación de la mujer, entendida como objeto sexual, a la que coyunturalmente se suma el hombre representados por los bailarines, que por otro lado no dejan tampoco de cumplir con el estereotipo queer. Por lo que son las apetencias sexuales del hombre, sea hetero o no, las que se satisfacen a través de las personas cosificadas en pantalla. Todo eso con el mensaje machacón de que “y qué si soy una zorra”, por lo que si de lo que se trata es de retirar la connotación negativa a la palabra “Zorra” y romper con los estereotipos impuestos por el heteropatriarcado y la opresión machista me parece que estaremos, como mínimo, ante un intento fracasado.

Por otra parte es preciso completar el cuadro del contexto. Eurovisión se ha convertido en un evento de amplio calado reivindicativo de los colectivos LGTBI, y es algo bien positivo, y que no tiene que ser sentido como excluyente. Y estos colectivos no deberían dejar que las mujeres se sintieran menospreciadas o incluso insultadas por una canción porque se le quiera dar una patina rompedora a una cosa que por lo de más, es bastante pro-sistema. Fundamentalmente, porque en esa barricada de sufrir la opresión del machito ambos colectivos están juntos. Y porque pareciera como si no fuera suficiente el machismo ejercido por los heterosexuales, también tuvieran que soportar el machismo ejercido por homosexuales o transgénero. Mucho cuidado con esto, porque esto laminó muchísimo la labor del Ministerio de Igualdad la anterior legislatura. Vuelvo a insistir en que dotar de derechos a un colectivo, no tiene que significar impedir que otro los obtenga, o que incluso los pierda.

Volviendo al propio festival de Eurovisión, al fin y al cabo estamos ante una verbena musical televisada en el que la parafernalia de la puesta en escena, los mecanismos y códigos aparecidos y las músicas, indumentarias, actitudes y temáticas expresadas no son más que la agenda heteropatriarcal, que huele a cerrao y que saca muchas de las peores cosas del país. Parece mentira que corriendo ya el siglo XXI tengamos que conformarnos con unas actuaciones musicales televisadas (no sólo la de “Zorra”) como las del evento del pasado sábado. Pero quizás si, sea por esto mismo por lo que cada año todo lo que rodea a Eurovisión es sinónimo de polémica.

Más si cabe en una edición como la que se avecina, con la presencia de Israel inmersa en una Guerra de ocupación y exterminio de la población palestina. La invitación israelí no se discute, porque claro, todos sabemos que “Eurovisión es un festival apolítico”, pero esto choca y mucho si recordamos el caso de Rusia vetada (al igual que en las competiciones deportivas) por su guerra y ocupación de los territorios rusófilos de Ucrania.

Me da mucha pereza tener que escribir esto para ordenar mis ideas, porque Eurovisión y el trato que RTVE da a la música me decepciona bastante o directamente no me interesa. Pero lo que no hay quien pueda comprender son las severas taras e hipocresías con las que tenemos que desayunarnos cada día. Más si cabe cuando estas lastiman o dañan a las mujeres.

El Manifiesto Comunista. Comentario

  Introducción En 1848 se publicaba el documento político-ideológico y filosófico más trascendental de la Historia de la Human...