jueves, 3 de mayo de 2018

Día mundial de la Libertad de Prensa: Sin una prensa libre, no puede haber democracia



Cuando hace 22 años Naciones Unidas instauró el 3 de mayo como el Día mundial de la Libertad de Prensa lo hacía para que todas y todos tomemos conciencia del papel que juegan los medios de comunicación en la democracia; para que entendamos qué y cómo gobierne quien gobierne, la prensa es un contra-poder fundamental, que funciona como el vigilante capaz de destapar las corruptelas políticas, los abusos empresariales o el verdadero origen de los conflictos. Es el compromiso de los y las periodistas para quien le pese denunciar y ser el altavoz de quienes exigen un cambio del estado de las cosas, para mejorar, para lograr mayor libertad, mejor futuro. Y para que defendamos como sociedad también sus derechos y libertades, desde el punto de vista laboral, pero también en cuanto a la seguridad personal y al prestigio que merecen. La crisis económica y sus repercusiones, como reacción de los poderes fácticos en relación con la libertad de expresión y las agresiones contra profesionales de la información centran año a año la conmemoración.
Las dificultades económicas han castigado con dureza la profesión periodística. Después del sector de la construcción es el ámbito donde se ha registrado más destrucción de empleo. Y no es sólo eso, aprovechando la crisis se han cambiado legislaciones, empezando por la Ley Mordaza pero también las Reformas laborales que atentan claramente contra los derechos de los trabajadores. En el caso del sector de la comunicación, el efecto se transmite, como una mancha de aceite, al conjunto de la sociedad, porque la precariedad, la reducción de las condiciones laborales de los periodistas y el incremento de la dependencia de los medios respecto de los anunciantes, privados o públicos, pone en peligro derechos fundamentales como son el de la información a la que tienen derecho los ciudadanos.
El Artículo 52 del Estatuto de autonomía de Catalunya, y también en varios de los vigentes en el resto del estado español, reclama de los poderes públicos que garanticen el derecho a una información veraz y que se respete el pluralismo político por parte de todos los medios de comunicación. Y en cuanto a los medios públicos, que la información que proporcionen sea neutral.
Pero, una cosa es lo que se dice y otra es la realidad. Las patronales consideran la información no un derecho sino una mercancía. Y de su acceso o no sólo dependen las cuentas de resultados, sino también la influencia que diversos empresarios tienen en el estado de las cosas. La crisis ha supuesto, pues, una pérdida constante en las condiciones de trabajo y de empleo de los profesionales, y ninguna administración ha salido a defender el carácter público y los valores democráticos del derecho a la información.
Sólo basta con recordar los comportamientos que han tenido los poderes públicos, y sobretodo la derecha, personificada en el PP, en los casos del cierre de Canal 9 en Valencia, la casi privatización total de Telemadrid y, desde el gobierno de CiU, en Cataluña "la erosión del servicio público de la CCMA con la rebaja de la aportación económica y la inexplicada iniciativa de externalizar la venta de la publicidad".
Y todo eso sin entrar a hablar de RTVE, el ente público que día sí y día también, funciona como altavoz de las posiciones del Gobierno de Rajoy y su recua de maleantes, magnificando las noticias negativas de sus rivales políticos y guardando hasta la infamia las corruptelas y legislaciones para con los poderosos que llevan a cabo. Una burda manipulación informativa que forma parte de las recetas de quienes están destrozando el país y su sociedad para el beneficio de unos pocos.
Llegados a este punto no me quiero olvidar de la seguridad de los profesionales de la información. Es fundamental, básico, reconocer, alabar y desde nuestra posición defender el trabajo y dedicación de miles de periodistas que desempeñan su trabajo en zonas de conflicto como pueda ser Siria, Yemen o África. Y por supuesto quienes nos traen la actualidad y situación de los millares de emigrantes y refugiados que tratan de llegar a Occidente, engordando las arcas de las mafias y las listas de muertos y desaparecidos en el Mediterráneo mientras las autoridades ultra liberales y fascistas europeas miran para otro lado.
En el año 2013 fueron asesinados 75 periodistas, 177 fueron encarcelados y 87 fueron secuestrados. Esta última cifra supone un aumento del 129% respecto del año anterior, según Reporteros Sin Fronteras.
Así con todo y centrándonos en este ajado país, en España no se disfruta de libertad de prensa. No lo hace. Otra cosa bien distinta es que las y los periodistas continúen desafiando al poder político y empresarial realizando su trabajo, pese a las amenazas, a la intimidación, a la represión y las multas.
El PP de Rajoy ha conseguido que, como sucede con la corrupción, los ataques a la libertad de prensa sean ya un problema estructural de todas las Administraciones Públicas, desde Ayuntamientos, a Diputaciones o Gobiernos Autonómicos. Cual caciques en un cortijo, los gobernantes se creen con el derecho de gestionar la información pública a su libre albedrío, en lugar hacer de la Administración un edificio de cristal en el que, no sólo la prensa, sino cualquier ciudadano pueda acceder a datos básicos como unos presupuestos o los costes de una servicio público.
Lo acabamos de ver con la actitud con la que la corrupta, fascista y mentirosa de Cristina Cifuentes ha tratado al eldiario.es cuando éste, gracias a un trabajo periodístico de primer orden denunció sus graves corruptelas en una Universidad pública. Les amenazó con una querella tratando de silenciarles, mientras se dedicaba a mentir en sede parlamentaria y al final dimitió no porque un medio contrario demostrará con periodismo su corrupción en una institución de todas y todos, sino por la publicación en un medio “amigo” de un video gestionado de forma mafiosa, en el que se demostraba como robaba en un establecimiento privado.
Por todo esto, debemos como sociedad ser mucho más sensible ante el estado de unos pilares fundamentales de una democracia. Un periodismo libre, seguro tanto en materia económica, como de garantías universales es una herramienta básica para construir una sociedad justa y libre. Y tenemos que ser beligerantes con las agresiones que reciben las y los periodistas y sus medios.


jueves, 19 de abril de 2018

Porque NO a las casillas de la Iglesia y de fines sociales


 Imagen extraída de aquí.

Nos encontramos a un par de semanas del inicio formal de la Campaña de la Renta 2017, donde los ciudadanos de a pie, los curritos, es decir, la clase trabajadora, se pondrá al día con el fisco. Pasaremos por caja en la mayoría de los casos como muestra una vez más, de que el trabajo, la economía real y efectiva, lo que se genera y produce gracias al sudor de la frente del obrero y la obrera -y también del riesgo corrido por algunos empresarios- tiene todas las zancadillas, mientras se pasan de puntillas con los beneficios que otorga la especulación y la ingeniería financiera. Eso si, si logran pillarlos, porque las cuantías golosas se guardan en paraísos fiscales, mientras el que debería vigilar mira para otro lado y sigue sin dar las herramientas necesarias, en personal y medios, a los inspectores que con honradez y sentido del estado desean hacer su trabajo.
La Campaña de la Renta en “nuestro” país se caracteriza por una ausencia casi total de recursos de participación y decisión de los contribuyentes para que estos destinen parte (o la totalidad) de sus impuestos a causas concretas como pudieran ser la investigación, la sanidad, la educación, la cultura o el deporte.
Aunque no son muchos los países que registran estas cláusulas en las declaraciones de impuestos de sus ciudadanos, si que existen ejemplos a los que como sociedad deberíamos prestar atención, como en Suecia, Canadá, Holanda, Francia, Estonia o Nueva Zelanda.
Evidentemente hay ciertos gastos como en materia de defensa y mantenimiento de instituciones políticas -es decir, sueldos de políticos y sus asistentes, así como sus privilegios- que deben de poder sufragarse y que son altamente impopulares, por lo que habría cierta cantidad de lo recaudado sujeta a la discreción del gobernante para poder dotar económicamente estas partidas cuestionables, pero que vamos a suponer de partida, necesarias para el mantenimiento del estado y del bienestar de sus habitantes. Esto en una teoría básica sin mayores distinciones, y sin entrar tampoco a valorar, la ideología y sentido de los gobernantes y las mayorías parlamentarias que lo sustentan, que podrían decidir aumentar o disminuir tales partidas para sufragar otro tipo de gastos de índole social y participativa.
Sin embargo en España, como decía anteriormente tenemos que hablar de una ausencia casi total ya que mientras todavía hoy, y pese a las campañas y alegatos pidiendo su inclusión es imposible destinar una parte de nuestros impuestos a por ejemplo la investigación y el desarrollo o a la proliferación de la cultura, si que existen dos apéndices en los que asignar a conciencia parte de nuestros impuestos, así como de la devolución que Hacienda nos hace en caso de haber aportado más de lo que nos corresponde: La casilla de la Iglesia y la casilla de los fines sociales.
La financiación de la Iglesia Católica a través de la declaración de la renta es injusta e insolidaria. Quienes marcan la casilla no pagan un 0,7% más, sino que se detrae del conjunto de lo recaudado anualmente, es decir que “todos pagamos” aun sin tener voluntad para ello. El culto y el clero de cualquier organización religiosa y de las organizaciones a su servicio, debe estar financiado por sus fieles. Más si cabe cuando hablamos de la acofensionalidad del Estado, recogida en la según interese sacro santa Constitución. Por otro lado, las necesidades sociales, no deben ser voluntad del contribuyente o establecidas por las organizaciones sociales, sino que han de formar parte de las políticas del Estado, en función del interés general.
Las creencias se las han de pagar quien las tenga y la Iglesia buscar los fondos entre sus fieles. Es necesario que se elimine la asignación tributaria a través del IRPF, privilegio que se mantiene por el Concordato y los Acuerdos de 1979. Izquierda Unida reclama al Gobierno que derogue los acuerdos con el Vaticano, por “vulneran el principio de independencia entre la Iglesia y el Estado” que viene a amparar “la financiación de la Iglesia Católica con fondos públicos y el adoctrinamiento religioso en todos los niveles del sistema educativo”.
Mientras aumenta la pobreza y se privatizan los servicios públicos, el Estado aporta a la Iglesia Católica, a través de subvenciones directas y exención de tributos, una cifra que supera los once mil millones de euros anuales, lo que supone más del 1% del PIB, para el sustento del culto y el clero, mantener diócesis, seminarios, realizar manifestaciones políticas partidarias, lanzar campañas de discriminación y segregación en razón del género, en contra de la libertad de la mujer para decidir sobre su maternidad, o sobre la libre elección de la orientación sexual, los avances científicos, la eutanasia o la muerte digna; incluso para financiar cadenas de televisión privadas, como 13TV.
Exenciones fiscales en el IBI valoradas en 3.000 millones al año (sin olvidar el negocio que la Iglesia Católica Española hace con los bienes inmuebles que adquiere gracias al privilegio para inmatricularlos otorgado por el Gobierno de Aznar en 1997), 4.600 millones para pagar a los 16.000 profesores de religión y los conciertos con los centros religiosos, 3.200 millones para dispensarios, hospitales y centros de salud dirigidos por órdenes religiosas, y otros 500 millones para la conservación del patrimonio artístico propiedad de la Iglesia (patrimonio que la Iglesia gestiona, cobra al visitante y se desentiende de su mantenimiento y restauración que corre a cargo de los presupuestos de todos). El Congreso ya ha exigido en varias ocasiones al Tribunal de Cuentas la fiscalización del dinero que la Iglesia, después de que el tribunal haya rechazado hacerlo con los votos del PP.
Desde la firma del Concordato en 1953 entre los fascistas de Franco y el Papa Pio XII bajo los principios del nacional-catolicismo imperante seguimos pagando a la Iglesia y ellos siguen adoctrinando. En 1979 no es que se firmara a contracorriente, sino a traición, con el silencio de muchos, el desconcierto de algunos y el desconocimiento de la mayoría. Desde entonces y siempre, siguen perpetuando sus privilegios.
Algunas de las razones que Europa Laica argumenta para no marcar las casillas del IRPF, ni para la Iglesia ni fines sociales, se relacionan con la discriminación que supone para los contribuyentes; porque quienes marcan estas casillas reducen su aportación a los gastos públicos en un 0,7%, conculcando el artículo 31 de la Constitución: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo…”.
La propia existencia de esta casilla refleja el apoyo del Estado a la religión Católica, discriminando otras creencias distintas, por lo que se conculca así el principio de no discriminación por razón de creencias regulado en el artículo 14 de la Constitución, que reconoce que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión… “. El Estado no se debe convertirse en recaudador de organizaciones privadas, además de que la asignación que se lleva la Iglesia, se detrae de las políticas públicas para escuelas, hospitales, servicios sociales, infraestructuras, medio ambiente o promoción del empleo.
Por otro lado la casilla para “otros fines de interés social”, también debe desaparecer. Los motivos podrían ser más difíciles de explicar y entender, pero es necesaria su eliminación, porque el origen de su existencia está basado en un engaño; una gran coartada para introducir y perpetuar la casilla de la Iglesia Católica en el IRPF; además una parte considerable de la asignación a fines de interés social va a entidades de la propia Iglesia, como por ejemplo Cáritas, por lo que recibe fondos por las dos vías. El espíritu solidario que se presupone a quien marca esta casilla, no puede llevarse a cabo con el dinero de todos. El que quiera ser solidario que lo haga de su propio bolsillo pero no a costa de la hucha común. En todo caso, los “fines de interés social”, no deben depender de la voluntad de los contribuyentes, ni establecido por las organizaciones sociales, sino que deben formar parte de las políticas sociales del Estado, de las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos en función del interés general.
El artículo 16.3 de la Constitución establece que “Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”. De otra parte, el Acuerdo sobre Asuntos Económicos entre la Santa Sede y el Estado Español, de enero de 1979, en su Artículo II.1, establece que “el Estado se compromete a colaborar con la Iglesia Católica en la consecución de su adecuado sostenimiento económico, con respeto absoluto del principio de libertad religiosa“.
Ambos documentos están en vigor constituyendo una grave contradicción. Mientras por un lado se consensuó y aprobó una Constitución votada (ya hace casi 40 años) que recogía el sentir de una sociedad católica pero en la que se incluían fuerzas y sentimientos cercanos al laicismo o cuando menos la aconfesionalidad, el otro es una firma entre dos estados (sin la rubrica de la población como ya exigía la Constitución aprobada un año antes) para salvaguardar los bienes y el poder de intervención de la Iglesia en la vida pública.
Hoy en día, cuando el porcentaje de la población que no votó en 1978 se acerca al 70% y quienes muestran su ateísmo o cuando menos su desafección de la Iglesia católica, es preciso explicar qué supone marcar una casilla u otra en nuestras declaraciones de impuestos. También es necesario explicar que se hace con el dinero recaudado. ¿Por qué se destinan cantidades para comprar armamento y no para investigar en la lucha contra el cáncer o las enfermedades degenerativas o raras? ¿Por qué mantener ingentes cantidades de asesores sin oficio ni beneficio de partidos políticos corruptos y amorales y no mejorar el sistema público de pensiones? ¿Por qué asignar a discreción dinero para la tauromaquía y no para el sostenimiento de la cultura o su promoción en las zonas rurales?
¿Por qué mantener la atroz maquinaria de un ente privado como es la Iglesia católica y no destinar todo ese dinero a erradicar la pobreza y la desigualdad social que se están agudizando día a día en este país?
Por todo esto es necesario pensar muy bien qué hacer con nuestros impuestos, así como también estar alerta e investigar y fiscalizar qué hacen con ellos una vez que están recaudados y convertidos en Presupuestos. Si queremos mantener su estatus y el nivel de vida de la codiciosa y medieval iglesia católica o queremos progresar y convertirnos en un país moderno, necesariamente laico, donde se pueda vivir mejor sin sufrir las tergiversaciones e intromisiones de quienes nos quieren atados al palo o directamente erradicados.
Ya sea rellenando cada declaración de impuestos, en las calles o defendiendo la aconfesionalidad del Estado, así como la laicidad de la sociedad, es el momento de implicarse y cambiar las cosas.






miércoles, 18 de abril de 2018

El puto amo: Robert Lee Ermey



El pasado domingo 15 de abril fallecía a causa de una neumonía el actor estadounidense Robert Lee Ermey. Escribo estas pocas líneas para homenajear a un hombre hecho así mismo, que no se cansó de interpretar -de aquella manera- a tipos duros, como colosal secundario, casi siempre militares. Pero que tampoco se cansó de denunciar en no pocas ocasiones la deriva militarista, intervencionista de los Estados Unidos en el mundo, así como el abandono y el estado de los veteranos cuando vuelven de esas guerras y son olvidados por la sociedad y el estado que se presupone marcharon a defender.
Nacido en el estado de Kansas en 1944, Ermey tuvo que alistarse en 1961 por mandato de un juez, cansado ya de verle ante el tribunal por su actitud díscola y gamberra. Allí no sólo enderezó su vida dentro del Ejército donde pasó a ser instructor de combate y de pelotón durante dos años, antes de marchar a la Guerra de Vietnam, así como pasar dos períodos de servicio en el enclave de Okinawa donde ya había adquirido el grado de Sargento Jefe de pelotón.
Licenciado por razones médicas en 1972, Ermey pasó a trabajar en Hollywood como consultor militar y como preparador de interpretaciones de combate y de vida militar, poniéndose delante de la cámara en alguna ocasión como en Apocalypse Now, donde interpretaba al piloto de uno de los helicópteros de la colosal obra de Francis Ford Coppola.
Ya en ese momento Robert Lee Ermey era conocido en el mundillo del cine por contar sus peculiares anécdotas, tanto de su gamberra juventud, como de su redención en el cuartel, así como de hechos que vivió en el frente, o su idea sobre lo que fue la Guerra de Vietnam. Y también se hicieron célebres sus primeras denuncias sobre el abandono que tenían los veteranos de la Guerra de Vietnam y la situación en la que vivían, muchas veces sufriendo episodios psicóticos surgidos por el síndrome de estrés postraumático.
Así llegó hasta 1987 donde colaborando con Kubrick en la preparación de La Chaqueta Metálica (The Full Metal Jacket), Ermey saltó a la fama. Allí convenció al fetichista director de su valía interpretativa, cuando aleccionando al actor elegido en primera instancia para el papel del Sargento de Instrucción Hartman, le “decía quince minutos de obscenidades sin parar ni repetir dos veces la misma palabra”.
Kubrick le concedió el papel y la película fue todo un éxito entre otras cosas porque pasaba a ser una denuncia de la Guerra, y de la política estadounidense, tanto interna como externa. Y la interpretación de Ermey le aupó unas excepcionales criticas que se tradujeron en una nominación a los Globos de Oro como mejor actor de reparto, que finalmente se llevaría Sean Connery por Los Intocables.
Desde entonces y hasta su muerte, Robert Lee Ermey compaginó papeles en películas menores (hasta 70) con colaboraciones muy especiales y celebradas como cuando presto su voz en Toy Story, así como también con actos y denuncias por el militarismo excesivo que su país destila y el olvido interesado de los veteranos de guerra.
Siendo ya condecorado como Sargento de Artillería, no dudo realizar alegatos pidiendo un mayor control de las armas para la población civil, así como encabezó la manifestaciones por la mejora de las condiciones de vida de los veteranos de guerra (tanto Vietnam, como de la primera y segunda de Irak).
Un hombre que apetece recordar y dedicarle unos minutos porque se mantuvo integro y nos dio algunos de los mejores momentos de la historia del cine.



jueves, 22 de marzo de 2018

Y esto no es rugby



En primer lugar tengo que confesar que desde luego no quería escribir sobre rugby en este tono y sobre este tema. No se me pasaba por la cabeza -ni a nadie moderadamente próximo a este deporte- que haya que hablar, escribir e informarse sobre lo acontecido en Bruselas el pasado domingo, en lo que podría haber sido una fiesta y lo que debía de haber sido: una competición deportiva, fraternal y justa, de rugby.
Pero tras lo visto y vivido en el “pequeño Heysel” necesito explicar con unas líneas como me siento y como viví y vivimos estos momentos los miles de rugbiers, profesionales o aficionados en distintos ámbitos (jugadores, técnicos, periodistas, federativos, árbitros, etc.) tras ver como se usurpaba la posibilidad de disputar en buena lid la clasificación para el próximo Mundial de Rugby 2019, en Japón.
Debo decir, lo primero de todo, que no era yo muy optimista con las posibilidades de España, del XV del León. Consideraba a Rusia y Rumanía con mayores opciones, pero gracias a una muy buena disposición táctica -sobretodo defensiva- de la selección nacional se conseguía primero batir a Rusia en Krasnodar y luego ganar a Rumanía -eso sí, la peor Rumanía que yo he visto- en la Central. Estos dos resultados, a parte de asegurar las repescas de clasificación, ponían en “nuestra” mano el billete a Japón, al partido inaugural frente a la anfitriona, lo que podía y debía ser el espaldarazo definitivo para el rugby en nuestro país, y para el rugby español en el concierto internacional.
Tras apabullar en el trámite de la semana pasada a una muy desdibujada Alemania (que ya nos hizo el favor de ganar a Rumanía el año pasado) y comprobar, una vez más, como el Rey, Felipe VI el preparao, no tiene ningún problema para empaparse de los éxitos de otros para salvar la supuesta necesidad y conveniencia de su arcaica institución, nos poníamos en disposición de celebrar la clasificación para un Mundial, la segunda en la historia, tras la del año 99 en Gales.
Según se acercaba el día todos estábamos expectantes, más ilusionados, más nerviosos. Se preparaban viajes a la capital belga y se organizaban comidas con familia, amigos y compañeros de empuje, para eso mismo, para empujar y para disfrutar de un hito histórico de nuestro rugby y del deporte patrio.
Pero toda esa ilusión se vino abajo un par de horas después, en las que tanto los que habían estado en el estadio, como los que lo vimos por televisión, nos encontrábamos furiosos y abatidos, no por la derrota sino por la perversión hacia el rugby: hacia ese sentimiento fraternal y de respeto que veneramos y defendemos en cada charla y tertulia de barra de bar.
Nos habían robado el alma de lo que amamos. Habían pervertido el espíritu reverencial del rugby.
A tener en cuenta:
  1. Hay que decir antes de entrar en profundidad, que España mereció la derrota. No jugamos bien. No entendimos bien los condicionantes, como el campo (sus dimensiones y su estado) ni el arbitraje y fallamos en la estrategia de partido. El XV del León entró nervioso, lo que puede ser normal, pero cayó en la desesperación, lo que también fue lógico, y así se hizo imposible ganar. Enfrente Bélgica, que son un buen equipo sin más, inferior por supuesto, pero que aprovechando lo que les permitió el árbitro y utilizando muy bien el pie, siempre llevo la iniciativa. Sin embargo España se convirtió en previsible jugando por posesión y no por ocupación, no utilizando el recurso del pie para ganar metros y poniéndoselo fácil al árbitro que ya venía predispuesto a ello. Mientras tanto Bélgica se sentía impune en el campo y reforzaba su idea de juego gracias a un arbitraje parcial y asimétrico que permitió todo a unos y nada a los otros.
  2. Me parece inconcebible y una chapuza a la vista del resultado interesada, que el partido decisivo que daba la plaza 2 Europa, de clasificación directa para un Mundial, se juegue en un recinto que no sólo no cumple unas mínimas condiciones en dimensiones y calidad del terreno de juego (lo que valió como excusa para que Bélgica negará la posibilidad de entrenar el día antes en el mismo a España, algo que en el mundo del rugby, sobretodo para los pateadores, puede ser decisivo) sino que además imposibilitaba una buena realización televisiva que hubiera favorecido la presencia del TMO, el video arbitraje, solicitud puesta por la Federación Española y denegada por Rugby Europa aduciendo las condiciones del estadio. No se nos puede olvidar decir que en Rugby Europa manda el Presidente de la Federación Rumana, Octavian Morariu. Baste comparar el estadio donde Uruguay consiguió su clasificación mundialista hace unas semanas.
  3. A Morariu le dieron igual las reclamaciones para cambiar la designación arbitral para este último partido, donde estaba un compatriota, el ya célebre Vlad Iordaneschu. Apeló a la pureza y el respeto al árbitro, ancestrales valores del rugby. Para este sujeto pisar y enfangar cualquier cosa valía para lograr la clasificación directa para Rumanía, y seguramente, cobrar los derechos de emisión en su país. Insisto, jugar el partido inaugural es muy importante. Y eso sin entrar en el juego de las apuestas donde la victoria belga se pagaba en torno a los 5 euros por euro apostado (España se pagaba a 1,18). Un rumano que pone a otro rumano para arbitrar un partido en el que Rumanía puede o no acabar clasificándose. Definición de sospechoso.
  4. Ya existen artículos y videos donde se analizan la cadena de errores flagrantes del árbitro Iordaneschu. Particularmente, y tras dos visionados del partido con toda la modestia que atesoró, puedo decir que ya desde los primeros minutos vi una clara intencionalidad: Mientras se sucedían las infracciones y los retenidos españoles a los pocos segundos de ser placado un jugador, Bélgica acumulaba rucks de hasta 10 segundos. No se frenaba la dureza del XV local que paraba como podía (placajes al cuello, lanzarse por encima del placado, entradas desde el lateral, etc.) a España.
  5. Muy dolorosa fue también la interpretación en las fases estáticas, donde Iordaneschu igualó fuerzas permitiendo el giro y el levantamiento de los belgas en las melés; la obstaculización irregular de los mauls, donde España era netamente superior y sin embargo vio como perdía balones por retenidos o inexistentes infracciones de pantalla. En definitiva, una interpretación de la norma al uso, castigando a unos y premiando a otros.
  6. También en los castigos fue díscolo Iordaneschu. Castigo con amarilla a un pilier español en una infracción que se invento, y dejo sin castigar con el sin bin preceptivo tanto varios placajes altos, como un palmeo intencionado cuando España luchaba por la remontada. Tampoco escapo la interpretación de la ley de la ventaja que le sirvió para oportunamente ir hacia atrás en una jugada hispana, cuando se lanzaban en franca posibilidad de ensayo inventando un adelantado totalmente inexistente.
  7. Para rematar su estelar actuación, Iordaneschu se invento dos infracciones hispanas con 15-10 en los minutos finales para dar aire a una agotada Bélgica que veía peligrar el resultado. Primero pitando un inexistente parcial en la touch y después para regalar un golpe de castigo centrado a los belgas que pasaron para dejar sin apuros el 18-10 final.
  8. 28 golpes de castigo pitó a España Iordaneschu, por 11 belgas, cuando la media del XV del León en el torneo era de 8, y cuando el reparto de la posesión del balón estuvo a casi el 50% y se jugo más en el medio campo belga.
  9. Al final, derrota española. Rumanía clasificada para el Mundial, y los jugadores españoles impotentes ante la rabia cercando, insultando y aplaudiendo con sarcasmo al trío arbitral que tuvieron que salir en un coche que les esperaba en marcha.
Unas imágenes muy dolorosas para el rugby, para el deporte. Para quienes defendemos este maravilloso juego, esta filosofía de vida, como es el rugby, como la más idónea y necesaria para acercar a nuestras vidas y a las de las nuevas generaciones. Adiós al respeto, a la imagen de los caballeros embarrados saludando con cortesía. Un dolor que va a traer consecuencias:
  1. Como deportista entiendo la reacción, la rabia, de los jugadores españoles a los que les habían robado en la cara la posibilidad de jugar un Mundial. El rugby es un deporte de caballeros, pero no de imbéciles que aceptan que les quiten un sueño hecho en base a trabajo e ilusión. Puede parecer que esa trifulca final estuviera fuera de lugar pero también tenemos que entender el daño tremendo hecho a un rugby en ciernes, como el español. No sólo a esta generación a la que cierran, de momento, el camino al Mundial, sino a un plan estratégico que valiéndose de este impulso quiere o al menos intenta articular un proyecto que haga del rugby una posibilidad más en la práctica deportiva en todo el territorio español. En el rugby, cada metro, cada centímetro ganado se defiende frente a todo y ante todos. Y el domingo cuando un árbitro nos robaba en la cara, aunque exista ese código reverencial y de respeto hacia su figura, yo no me hubiera quedado en aplaudirle irónicamente. Probablemente le hubiera partido la cara. Y esto no es rugby.
  2. Cada día que pasa más voces autorizadas del mundo del rugby se suman al hastag #JustificeForSpainRugby, y claman por la repetición del partido con un arbitraje justo e imparcial. De momento no voy a ir por ahí, pero lo que si que es fundamental es investigar lo sucedido y depurar responsabilidades para sacar de los órganos directivos del rugby europeo y mundial a personajes como Moriaru y compañía, que ensucian nuestro noble nombre por intereses económicos y por la perpetúa lucha de poder en la cúspide de la pirámide rugbística mundial. Y esto no es rugby.
  3. Doy por hecha que los jugadores españoles que participaron en la trifulca final tendrán sanciones duras y ejemplares de World Rugby con el ánimo de sentar precedente y salvaguardar el respeto al árbitro. También considero hecha la sanción a perpetuidad para el árbitro rumano Iordaneschu y el resto del trío arbitral, así como también para quienes permitieron tal designación. Pero World Rugby tiene que tomar muchas más cartas en el asunto: Investigación y echar a todos los corruptos. Estipular una normativa para que las federaciones que aspiran o al menos participan en las clasificaciones de la Copa del Mundo pongan y tengan los medios necesarios para una justa competición. Sobretodo entrando en la mafiosa Rugby Europa donde se toleran por interés campos de juego internacionales como el pequeño Heysel o en materia de designaciones de árbitros o delegados, dando transparencia y pulcritud y garantizando las mejores condiciones de desarrollo del juego de manera justa y segura.
    Y esto no es rugby.
  4. Después del partido del domingo y a expensas de lo que ocurra en los próximos días, España tiene ante sí dos repescas: La primera, ganando a Portugal y luego a Samoa; la segunda, si se pierde con los polinesios en un cuadrangular frente a Canada, y las selecciones que vengan de la competición africana y asiática. Hay que asumir, que World Rugby va a sancionar y duramente a los jugadores que participaron en la tangana final, y que habrá que construir un equipo prácticamente nuevo para esos partidos.
  5. Desde luego la única salida para salvaguardar el honor y el buen nombre del rugby es la repetición del partido. No hay otra. Que Rumanía se gane en el terreno de juego de una manera justa su clasificación -por qué no con una nueva victoria belga frente a España-. Evidentemente, insisto, en este caso España afrontaría frente a Bélgica un partido con bastantes e importantes jugadores sancionados (y algún nuevo lesionado). Pero es la única manera de hacer, que en este momento, de expansión del rugby, como práctica deportiva y sobretodo -y eso le hace tan jugoso y propicio a las corruptelas-, como afición y método de esparcimiento televisivo se puedan mantener los valores de respeto y caballerosidad que lo encumbran.
Hay mucho dinero en juego, si, pero sobretodo, por encima de todo, esta la reverencia ancestral al rugby. Unos valores y un legado con más de 150 años de historia que no pueden enturbiarse por los intereses particulares de personajes oscuros. No dejemos morir el rugby.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...