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miércoles, 21 de febrero de 2024

Assange y la decadencia de Occidente

 

 

Imagen tomada del articulo de referencia del diario Público (21 de febrero de 2024)


Esta semana ha comenzado la audiencia en la que la alta Corte Británica dictaminará si Julian Assange debe ser extraditado a Estados Unidos, dónde se le reclama por espionaje, revelación de secretos y creación de una organización para delinquir (entre otros cargos), por las revelaciones que realizó Wikileaks en 2010, con casi 100.000 documentos militares y de los servicios secretos estadounidenses. Más de 700.000 documentos en total (391.000 pertenecientes a la Segunda Guerra de Irak en la segunda oleada de la filtración) que son la mayor filtración de información de la Historia.

El colosal volumen de los secretos revelados por Assange, Wikileaks y los patriotas colaboradores que filtraron la información desde los servidores de las instituciones militares, diplomáticas y del servicio secreto solo es comparable a la brutal calidad que los documentos presentan. Los papeles publicados revelaron las estrategias militares, de contra-insurgencia y espionaje empleadas por el ejército estadounidense y otros funcionarios de seguridad en el contexto de la Guerra contra el terror iniciada por el presidente George W. Bush tras los ataques del 11S. Las guerras de Afganistán e Irak, las intervenciones de todo tipo (militar, político, diplomático o económico) en otros puntos calientes que provocaron cientos de miles de bajas civiles (se estiman unas 70.000 sólo en los 5 primeros años de intervención en Irak), detenciones y secuestros forzados, desapariciones, torturas y asesinatos impunes.

Unas filtraciones en bruto. Documentos de todo tipo (textuales, grabaciones de audio, de vídeo, imágenes) puestos tal cual se encuentran en los archivos del Pentágono para que la comunidad mundial los estudiará, interpretará y re-publicase con análisis de contexto, labor a la que muchas cabeceras periodísticas internacionales de buena gana se sumaron. Hoy en día muchas de ellas, se mantienen en silencio por este atropello a riesgo de perder fuentes de financiación tanto vía subvención, como colaboraciones, inversiones y a través de la publicidad de muchas grandes marcas.

Esta impagable, democrática, libertaria y necesaria filtración sacó a la luz las tácticas, conductas, comportamientos e intenciones del todopoderoso conglomerado militar-económico de Estados Unidos, con sus agencias y recursos gubernamentales dedicados a fomentar el negocio de la guerra en todo el mundo. Y sin embargo, a la espera de Assange, los únicos que han pasado por los juzgados y prisiones americanas todo este tiempo han sido los filtradores, como la soldado Manning o el analista, fugado y refugiado político en Rusia Edward Snowden, acusados de alta traición y de “poner en peligro la vida de los soldados estadounidenses”.

Para el imperialismo yankee y la élite de las élites Julian Assange y Wikileaks son los enemigos públicos número 1, por cumplir con el papel que en democracia y en los sistemas legales de representación, participación y toma de decisiones dejan al periodismo como cuarto poder. Todo por revelar sus constantes e ininterrumpidas violaciones de los Derechos Humanos y de los convenios internacionales para su defensa y promoción. Una persecución por todos los medios y canales para acabar con Wikileaks y su legado, atacando las fuentes de financiación, y promoviendo ataques informáticos a los servidores tanto de la plataforma, como de los medios (generalmente auto presentados como alternativos, de izquierdas o revolucionarios). Toda una estrategia de opresión y silencio cuya cúspide es el proceso contra su fundador y promotor, Julian Assange, que de ser extraditado se enfrentaría a peticiones de prisión de 175 años en régimen de máxima exclusión.

Una situación que continuaría con la tortura en vida que lleva sufriendo Assange todos estos años desde la publicación de la primera oleada de filtraciones. Assange ha sido víctima de una torcitera y nauseabunda campaña de difamación y desprestigio, tratando de boicotear la publicación y la fiabilidad de la fuente primaria de la información. Ha sido acusado de violación, en un proceso muy anunciado pero cuya resolución demostrando la inocencia del australiano ha pasado desapercibida. También ha visto como era acusado de delitos económicos, emparentado con las mafias rusa o china. Un tortuoso camino que le ha llevado a ser detenido, llevado de una forma muy sospechosa y saltándose todos los convenios y garantías legales internacionales a Reino Unido (tras el brexit una suerte de limbo legal judicial en Europa para el principal aliado estadounidense). A ser retenido en prisiones de máxima seguridad, sin acceso a sus familiares y asesores legales. Y con un episodio dantesco como su asilo y encierro en la embajada de Ecuador en Londres, cuando un gobierno izquierdista en el país andino fue a su auxilio y rescate. En 2019 con el cambio del color político fue vilmente entregado a las autoridades británicas.

Desde entonces y con el paréntesis por la pandemia se inició el proceso de extradición a Estados Unidos por los delitos ya referidos, de espionaje y revelación de secretos.

Y contra esta situación tienen que levantarse toda persona que se declare demócrata, y quiera un mundo más justo, pacífico y en el que los Derechos Humanos sean el mínimo sobre el que construir una sociedad más fraterna y con futuro. Rebelarse en contra de la extradición y la tortura que está sufriendo Julian Assange, su familia y sus colaboradores, es defender la libertad de expresión, la libertad de prensa y el derecho a la información que tenemos los ciudadanos. Porque todo este proceso es un intento de matar al mensajero para callar las voces, criminalizar y amedrentar a los periodistas y medios, y los particulares que se oponen a este estado de las cosas que sigue condenando al 99% a la inmundicia moral y material. Un poder alternativo al cuarto poder.

Muchos medios que se aprovecharon del trabajo desinteresado, gratuito y libertario de Assange, Wikileaks y todos los colaboradores, apenas han publicado una nota sobre el proceso abierto ayer, y sobre la situación de Assange todos estos años. No hay columnas de opinión que hablen de la vergüenza americana y mundial de que los urgidores, ya fueran cargos militares o políticos, que permitieron estas agresiones a los Derechos Humanos denunciadas por Wikileaks. Tampoco de los autores directos de tales tropelías y violencias a la más básica dignidad humana y a toda legalidad internacional, tanto en el contexto de la Guerra, como de la paz. ¿Dónde está la prensa libre en Europa? ¿Dónde está la sociedad civil europea? ¿Dónde están las organizaciones cívicas, partidos y sindicatos europeos que movilicen a la gente contra este atropello?

La Historia se repite como tragedia con pasmosa eficacia en una secuencia que acorta los tiempos y espacios en una espiral que compagina el dolor de las víctimas y la indiferencia de los testigos. Israel masacra Gaza cometiendo un genocidio con la población árabe y pobre de Palestina ante el silencio de un Occidente cobarde y descerebrado que acrecenta su carencia moral y los vicios decadentes de una sociedad que se desmorona. Pablo González, periodista español, va a encadenar su octavo confinamiento en una prisión polaca (un miembro de la UE, supuesto aliado) sin haber tenido un juicio y sin saber realmente en que se sustenta su reclusión. No hay periódicos, ni radios, ni televisiones, ni tampoco partidos políticos (salvo honrosas excepciones) que se cuestionen este atentado a la legitimidad de nuestro país y a un pilar fundamental de los estados democráticos como es la libertad de información. Y sin embargo, la opinión pública se ha tenido que tragar panegíricos a un nazi, corrupto, archimillonario por los tratos corruptos y nepotistas de su padre en tiempos del fin de la URSS, como Navalny sólo porque ha convenido presentarlo como un “opositor”, “demócrata” encima, de Putin. La misma basura humana que los opositores de Venezuela o Cuba que a lo que realmente se oponen es a que les usurparon el privilegio de masacrar y aprovecharse de las poblaciones vulnerables y pobres de ambos países.

Qué puede ofrecer Europa al mundo si no es un legado de democracia y ejercicio y defensa de la libertad y la dignidad humana. Posicionados de la debacle del perverso imperio estadounidense se está viendo arrastrar a una posición de mera atracción turística ante la emergencia de nuevas potencias globales que traen de la mano la decadencia de Estados Unidos como faro del mundo libre. Un nuevo mundo se está construyendo y lo único que podría aportar Europa es pisoteado cada día por seguir los dictados de unas élites endogámicas, homicidas e irresponsables entregadas al dinero y que desprecian los Derechos Humanos.

Ya estamos más que acostumbrados a que la élite se posicione siempre del lado del poder y no discuta ni uno sólo de los desmanes, hipocresías y chantajes que ejerce sobre el mundo y su ciudadanía. El caso de Julian Assange y Wikileaks es un buen momento para que el pueblo se posicione a favor de los Derechos Humanos y de un ecosistema global garante de la paz y la dignidad.

 

 

jueves, 3 de mayo de 2018

Día mundial de la Libertad de Prensa: Sin una prensa libre, no puede haber democracia



Cuando hace 22 años Naciones Unidas instauró el 3 de mayo como el Día mundial de la Libertad de Prensa lo hacía para que todas y todos tomemos conciencia del papel que juegan los medios de comunicación en la democracia; para que entendamos qué y cómo gobierne quien gobierne, la prensa es un contra-poder fundamental, que funciona como el vigilante capaz de destapar las corruptelas políticas, los abusos empresariales o el verdadero origen de los conflictos. Es el compromiso de los y las periodistas para quien le pese denunciar y ser el altavoz de quienes exigen un cambio del estado de las cosas, para mejorar, para lograr mayor libertad, mejor futuro. Y para que defendamos como sociedad también sus derechos y libertades, desde el punto de vista laboral, pero también en cuanto a la seguridad personal y al prestigio que merecen. La crisis económica y sus repercusiones, como reacción de los poderes fácticos en relación con la libertad de expresión y las agresiones contra profesionales de la información centran año a año la conmemoración.
Las dificultades económicas han castigado con dureza la profesión periodística. Después del sector de la construcción es el ámbito donde se ha registrado más destrucción de empleo. Y no es sólo eso, aprovechando la crisis se han cambiado legislaciones, empezando por la Ley Mordaza pero también las Reformas laborales que atentan claramente contra los derechos de los trabajadores. En el caso del sector de la comunicación, el efecto se transmite, como una mancha de aceite, al conjunto de la sociedad, porque la precariedad, la reducción de las condiciones laborales de los periodistas y el incremento de la dependencia de los medios respecto de los anunciantes, privados o públicos, pone en peligro derechos fundamentales como son el de la información a la que tienen derecho los ciudadanos.
El Artículo 52 del Estatuto de autonomía de Catalunya, y también en varios de los vigentes en el resto del estado español, reclama de los poderes públicos que garanticen el derecho a una información veraz y que se respete el pluralismo político por parte de todos los medios de comunicación. Y en cuanto a los medios públicos, que la información que proporcionen sea neutral.
Pero, una cosa es lo que se dice y otra es la realidad. Las patronales consideran la información no un derecho sino una mercancía. Y de su acceso o no sólo dependen las cuentas de resultados, sino también la influencia que diversos empresarios tienen en el estado de las cosas. La crisis ha supuesto, pues, una pérdida constante en las condiciones de trabajo y de empleo de los profesionales, y ninguna administración ha salido a defender el carácter público y los valores democráticos del derecho a la información.
Sólo basta con recordar los comportamientos que han tenido los poderes públicos, y sobretodo la derecha, personificada en el PP, en los casos del cierre de Canal 9 en Valencia, la casi privatización total de Telemadrid y, desde el gobierno de CiU, en Cataluña "la erosión del servicio público de la CCMA con la rebaja de la aportación económica y la inexplicada iniciativa de externalizar la venta de la publicidad".
Y todo eso sin entrar a hablar de RTVE, el ente público que día sí y día también, funciona como altavoz de las posiciones del Gobierno de Rajoy y su recua de maleantes, magnificando las noticias negativas de sus rivales políticos y guardando hasta la infamia las corruptelas y legislaciones para con los poderosos que llevan a cabo. Una burda manipulación informativa que forma parte de las recetas de quienes están destrozando el país y su sociedad para el beneficio de unos pocos.
Llegados a este punto no me quiero olvidar de la seguridad de los profesionales de la información. Es fundamental, básico, reconocer, alabar y desde nuestra posición defender el trabajo y dedicación de miles de periodistas que desempeñan su trabajo en zonas de conflicto como pueda ser Siria, Yemen o África. Y por supuesto quienes nos traen la actualidad y situación de los millares de emigrantes y refugiados que tratan de llegar a Occidente, engordando las arcas de las mafias y las listas de muertos y desaparecidos en el Mediterráneo mientras las autoridades ultra liberales y fascistas europeas miran para otro lado.
En el año 2013 fueron asesinados 75 periodistas, 177 fueron encarcelados y 87 fueron secuestrados. Esta última cifra supone un aumento del 129% respecto del año anterior, según Reporteros Sin Fronteras.
Así con todo y centrándonos en este ajado país, en España no se disfruta de libertad de prensa. No lo hace. Otra cosa bien distinta es que las y los periodistas continúen desafiando al poder político y empresarial realizando su trabajo, pese a las amenazas, a la intimidación, a la represión y las multas.
El PP de Rajoy ha conseguido que, como sucede con la corrupción, los ataques a la libertad de prensa sean ya un problema estructural de todas las Administraciones Públicas, desde Ayuntamientos, a Diputaciones o Gobiernos Autonómicos. Cual caciques en un cortijo, los gobernantes se creen con el derecho de gestionar la información pública a su libre albedrío, en lugar hacer de la Administración un edificio de cristal en el que, no sólo la prensa, sino cualquier ciudadano pueda acceder a datos básicos como unos presupuestos o los costes de una servicio público.
Lo acabamos de ver con la actitud con la que la corrupta, fascista y mentirosa de Cristina Cifuentes ha tratado al eldiario.es cuando éste, gracias a un trabajo periodístico de primer orden denunció sus graves corruptelas en una Universidad pública. Les amenazó con una querella tratando de silenciarles, mientras se dedicaba a mentir en sede parlamentaria y al final dimitió no porque un medio contrario demostrará con periodismo su corrupción en una institución de todas y todos, sino por la publicación en un medio “amigo” de un video gestionado de forma mafiosa, en el que se demostraba como robaba en un establecimiento privado.
Por todo esto, debemos como sociedad ser mucho más sensible ante el estado de unos pilares fundamentales de una democracia. Un periodismo libre, seguro tanto en materia económica, como de garantías universales es una herramienta básica para construir una sociedad justa y libre. Y tenemos que ser beligerantes con las agresiones que reciben las y los periodistas y sus medios.


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