martes, 30 de junio de 2009

Escribir que las cosas deben cambiar te hace ser un apestado


Genial y reveladora entrevista a Roberto Saviano por parte de El País, 30 de junio de 2009.

Ya está en las librerías italianas el nuevo libro de Roberto Saviano (Nápoles, 1979). Se titula ‘La belleza y el infierno’, y es la suma de su obra periodística: reúne perfiles, reportajes y artículos publicados antes y después de Gomorra (2006), la novela que partió su vida en dos: éxito y fama, miedo y soledad.

En el prólogo, Saviano cuenta cómo es esa existencia nómada y sin hogar (dolor, huída y aprendizaje, habitaciones de hotel, viajes veloces, tristeza y escritura) desde que le amenazó la Camorra, y explica el origen del título, tomado de un pasaje de ‘El hombre rebelde’, un ensayo de Albert Camus: “El infierno tiene solo un tiempo, la vida un día recomienza”.

Saviano ha sobrevivido gracias a la escritura que le obligó a renunciar a la normalidad. Quizá por eso, ha llenado el libro de agradecimientos. Los amigos que ha ido encontrando en esa nueva etapa son el motor de las 250 páginas. Y luego están, sin estar, los ex amigos, aquellos que se fueron sin despedirse y que al irse aumentaron su rabia y su incomprensión, pero también, sin saberlo, le animaron a seguir escribiendo. Unos textos exactos, airados y apasionados a la vez, textos justicieros, o militantes si se prefiere.

Como perseguido, Saviano se siente cómodo entre los perseguidos. Pero escribe pensando en los lectores. En muchos lectores. Dice que es la única forma de callar a los cínicos, los difamadores, los cobardes. “No quiero escribir como los cínicos. El cinismo es la armadura de los desesperados que no saben que lo están”, explica.

Los amigos nuevos, vivos o muertos, tienen algo en común. Son ejemplares. Beppino Englaro, el héroe recto que desafió la hipocresía de los ateos devotos; Miram Makeba, la reina de África que murió en escena en Castelvolturno, territorio Gomorra; los boxeadores olímpicos del Gimnasio de Marcianise, que escapan de la Camorra a base de sudor; Anna Politovskaia, la periodista rusa asesinada para taparle la boca; el músico Michel Petrucciani y el futbolista Lionel Messi, dos enfermos sublimes, entre la belleza y el infierno; el infiltrado en la mafia Joe Pistano, cuya historia inspiró la película ‘Donnie Brasco’…

En octubre, Saviano llevará algunos de esos textos y personajes al Piccolo Teatro de Milán: “Soy un intruso del teatro, pero siento la necesidad de comunicarme directamente con los lectores”, dice en esta entrevista, en la que reflexiona sobre la vida y el periodismo y ataca el cinismo que, a su juicio, está devorando a su país.

Pregunta. La pieza sobre Joe Pistano, Donnie Brasco en el cine, es como un encuentro con un maestro...

Respuesta. Bueno, él es un policía que estuvo infiltrado seis años en el clan Bonnano, y gracias a él hubo más de 100 detenidos… Su vida tiene bastante que ver con la mía. Quedamos en Roma, en un restaurante, y me dijo que debía ir sin escolta. Llego y me dice: “La verdad es que para ser italiano vas muy mal vestido”. Es todo un personaje. Veía a su mujer y sus hijos solo en agosto y en Navidad. Me dijo: “Del infierno se puede volver”. Me preguntó si hacía deporte, si estaba tatuado. “Ah, entonces eres un hombre”. A cada frase se santiguaba. Es religiosísimo.

P. ¿Qué le enseñó?

R. Estuvo muchas veces a punto de morir, pero no lo mataban porque nunca huía. Pasó mucho miedo, pero pesaban más las ganas de acabar el trabajo. Pensaba que si se salvaba podría terminarlo. Ellos se reunían para decidir qué hacer con él, y él se quedaba fuera esperando. Me contó que los bosses estadounidenses se habían dulcificado mucho, y que cuando la cosa se puso fea tuvieron que llamar a los sicilianos. En la Comisión Antimafia dijo que la forma de acabar con ellos es dejar que se americanicen, porque la buena vida les hace cada vez menos fiables como organización, les quita disciplina y jerarquía. Los mafiosos italianos se drogan solo ahora, antes no la tocaban. Las mujeres, me decía, llegaban con un golpe de uña. “Se vuelven locas por los criminales”. Su idea para resistir es que él estaba en lo cierto y los mafiosos estaban equivocados.

P. El bien y el mal…

R. Camus lo dice de otra forma: para contar la realidad es necesario haber atravesado el abismo del infierno y tener el talento de la belleza.

P. Messi y Petrucciani, por ejemplo.

R. Dos enanos que se convierten en gigantes. Petrucciani tenía una enfermedad muy rara, se llama huesos de cristal. Su abuelo era napolitano, y en el infierno de su condición encontró la belleza, la fuerza para ser mejor. Fue capaz de crear algo único. No como un freak que tiene éxito; era independiente de su estado físico. No era un fenómeno de feria. Escuchas un disco suyo y notas un talento infinito. El infierno mejoró su talento, le empujó a ser mejor. Tenía siempre alrededor un montón de mujeres, decía que le dejaban porque las engañaba. Estaba lleno de vida y era un ser monstruoso. Tuvo un hijo y le contagió la enfermedad. Explicó que él había tenido una vida maravillosa y no tenía porqué impedirle vivir una vida semejante. Hay un vídeo en Youtube en el que su hijo toca el piano sentado en sus rodillas. Es como si hicieran el amor solo que en público.

P. ¿Y él cómo tocaba el piano si sus huesos se rompían?

R. Desde el parto vivió con el cuerpo enyesado, todo salvo las manos. Por eso entendió que tenía que hacer algo con las manos. Su abuelo le enseñó a tocar la batería. Luego se fue a América, a una comunidad hippie, y era el enano que todos usaban para los juegos eróticos. Empezó a tocar el piano y un día se encontró con el saxofonista de Keith Jarret, que había dejado la música y era cartero. Tocaron juntos, hicieron un disco mítico que cambió la percepción del jazz. Luego se murió de una pulmonía. Al romperse tantas veces la caja torácica, tenía los pulmones llenos de cicatrices. Es una historia increíble. Le miras y piensas que no tiene nada que ver con la belleza. Lo escuchas y entiendes cómo transforma lo que es en belleza.

P. En el prólogo hace una especie de alegato de la defensa.

R. Me defiendo ante los lectores de las calumnias que me lanzan. Me dicen que soy un producto de marketing, que copio, que soy un escritor de un solo libro y un solo tema. Siempre he dicho que los lectores hacen posible y peligroso el oficio de escribir. Gomorra ha vendido más de tres millones de copias en el mundo y sus lectores saben ahora que Italia es el segundo país del mundo donde hay más personas protegidas, después de Colombia.

P. Pero esa vida ha tenido cosas positivas.

R. He conocido a Salman Rushdie y, cada vez que tengo un problema, le mando un mensaje y me ayuda. Me dice que no me haga un mártir de mí mismo, que vea chicas, que me busque un exilio de oro, que no me martirice para ser coherente con el personaje. Una vez no me querían dejar volar con Air France, decían que los pasajeros tenían miedo. Me dijo: “llama a Le Monde y diles que no te dejan”. Lo hice, Le Monde llamó a Air France y se arregló. Siempre recordaré que cuando estuvimos juntos en Estocolmo dijo que lleva todavía dentro las heridas que le produjeron los colegas.

P. ¿Así que lo peor es la envidia de los otros escritores?

R. Lo digo en el libro: siento orgullo de ser atacado por ese tipo de escritores y políticos que me acusan de representar una puesta en escena y de pillar dinero. Ahora sé que solo el negocio bueno gana al negocio malo. Gasto 10.000 euros al mes en abogados para defenderme. Te dicen que has plagiado, te intimidan con querellas criminales… La noticia sale en los periódicos y cuando ganas han pasado cuatro años. El odio nace de que sienten que eres diferente. Hay muchos políticos y escritores que creen que todo es lícito, viven en la impunidad total. El mecanismo que me empuja a escribir es justo el contrario de ese cinismo. Creo que hace falta cambiar las cosas. Me niego a sucumbir al conformismo. Ellos saben que la mayor parte del país está de su parte. Que nadie sale a la calle a protestar por nada, que la gente adora ser representada por políticos que encarnan sus contradicciones. La gente siente que Berlusconi tiene los mismos vicios y contradicciones que ellos, por eso están cómodos con él. Si tratas de cambiar eso, les quitas el sueño. Pero no hablar de las cosas solo sirve para esconderlas y escurrir el bulto. La indiferencia de los italianos, esa forma de acostumbrarse a cualquier cosa, ha contagiado a la sociedad civil, a los periodistas, a los líderes de opinión. Pensar o escribir que las cosas deben cambiar te convierte en un apestado. Dicen que lo haces porque no has llegado donde esperabas, porque no tienes enchufe… Te llaman inadaptado, dicen que eres poco fiable, que estás fuera del sistema. Ese cinismo está devorando el país.

P. ¿Por qué no escriben para los lectores?

R. Todo el mundo habla para las elites. Como si ya no se pudiera conquistar a los lectores y la única forma posible de estar en el mundo fuera hablar para los colegas. Yo escribo siempre para el público más amplio posible. Esa es la fuerza que tienen las palabras sobre los criminales. Pero también Miriam Makeba, que vino a morir sobre un escenario en un pueblo inmundo dominado por la Camorra, cantó esa noche para 30 personas. Le daba igual que el teatro estuviera lleno o vacío, vino para las prostitutas nigerianas porque eran su gente. En el artículo escribí que murió en África, Castelvolturno es África. Solo esa vieja generación sigue pensando que hablar al público es necesario. Hoy, además, hay que hablar para el mercado global. Si queremos que ‘El País’, ‘La Repubblica’ o el ‘Times’ se interesen por estas cosas, la única forma es que interesen a los lectores.

P. Politkovskaia murió asesinada por llegar al público.

R. Lo que más me sorprendió es que su hijo me contó que tenía a su madre enferma y que se dedicaba muchísimo a cuidar de su familia. El día que la mataron había ido al supermercado a comprar cosas para ella. Era una mujer dedicada y completa. Nunca renunció a su familia, tampoco a su trabajo en Grozni. Sorprende la indiferencia con que la prensa trató su caso. Antes de matarla la envenenaron en el avión, la ingresaron en el hospital y los análisis que probaban el envenenamiento desaparecieron. Lo denunció pero nadie le hizo caso. Dijeron que había visto muchas películas de 007. Hasta que murió nadie la creyó. Su marido, en una entrevista, dijo que era mejor así, que ella temía más a las calumnias y a las fotos de supuestas orgías que a la muerte. Con la muerte nadie tiene dudas. Las dictaduras matan, las democracias destruyen la imagen.

P. La lista de agradecimientos del libro es enorme.

R. Son todas las personas que me han ayudado. Al principio no sabía cómo acabaría esto. El odio político, el riesgo de quemarte… Solo tenía a los Carabineros conmigo, y poquísimos amigos. Esos son los que me han dado gasolina para aguantar y evitar errores. Al principio era fragilísimo, con el tiempo he aprendido a defenderme y construirme. Poner los nombres es una forma de homenaje, y a la vez el relato de un país distinto. No solo existe el que mira hacia otro lado. Hay gente magnífica en este país.

P. El nombre más importante no está. Es el de la dedicatoria. “A M…, luz en esta larga noche”.

R. Es jodido entrar en relación con uno como yo. Enorme presión mediática, judicial… He sido un tipo intratable, nervioso, siempre fuera de onda, sin casa fija… En este diario infernal del día a día, ella ha intentado estar cerca de mí: merecía ese homenaje. Con algunos amigos también estoy en deuda. No es fácil: deben compartir tu batalla, soportar la presión y seguirme por el mundo. Soy un profesional ambicioso de pecado mortal. Quiero cambiar el mundo con las palabras, es una especie de misión. Por suerte no tengo desviaciones místicas, pero el sentido de mi vida es ese. El libro es para los que no crecieron conmigo y desaparecieron de repente. No sé todavía cuál era mi culpa. No hice nada feo, nada malo ni sucio. Pero se fueron.


Una vida nómada

- La osadía. En 2006, Roberto Saviano, entonces un joven y desconocido periodista, publica Gomorra, en el que se detalla el funcionamiento de la mafia napolitana y sus conexiones internacionales.

- Un autor encañonado. El éxito imparable del libro moviliza al clan de los Casalesi, el más poderoso de la Camorra, que jura venganza por haber denunciado el entramado de sus negocios.

- El cine. Gomorra llega al cine de la mano de Matteo Garrone. La película es Premio del Jurado del Festival de Cannes en 2008.

- Con Rushdie. Saviano participa en 2008 junto al escritor perseguido por una fetua en un encuentro histórico en Estocolmo.

- Al teatro. En octubre de 2009 Saviano llevará textos de su nuevo libro al Piccolo Teatro de Milán.


lunes, 29 de junio de 2009

Finde alternativo


Y es que pese a que ver a todas esas niñas wapas, que encima nos sonrien y nos tratan como iguales, -no por lo de guapos, evidentemente- de vez en cuando, no viene nada mal, pues pegarse una escapadita, un finde de descanso y relax, o un viaje para ver gente y tugurios nuevos. Y como existen múltiples opciones, y las más baratas las hemos probado pues decidimos irnos de camping, al Jerte, a pegarnos un bañito en un rio truchero, de aguas frias y claras, y en un valle que hechiza, embelesa y acobarda a cualquiera que lo visite y se convierte en inolvidable paraje de sueños y memorias a quien lo haya visitado.

La opción del camping y pasar noche a ras de suelo, con cielo estrellado, pero oculto tras la canadiense no la habíamos practicado, y pensábamos que era de las más económicas que nos podían salir. No es que nos hayamos gastado un dineral, pero con un poco de cara por nuestra parte, y una de menos por parte de los dueños del camping pues algo más se hubiera ahorrado. Pero aún así, la experiencia fue genial, y entre los preparativos, montar el show, y el show montado de la tienda. Clavar esos hierros más torcidos que la costura de una media de rejilla a las 6 de la mañana. Con los últimos rayos de luz finiquitamos la instalación de lo más parecido a casa propia que hemos tenido, creo yo, en nuestra vida, después de un cómodo viaje, por otros parajes de esta noble provincia "kansiana", disfrutando de la música y poniéndonos al día con ese Tiedra, a días de nuevo destino o de confirmación.

Y una vez allí, una vez cenados, dormidos y bebidos, disfrutamos de un gran finde de descanso, marchando de la terraza del bar, a la piscina artificial, y de alli a la natural. Con esos aspectos a mejorar, como currárnoslo más durante la semana y tener comida sin tener que andar "mendigando", con un par de aspectos a mejorar (maza, clavos rectos, manta y funda para la tienda, etc.). Pero como de todos los errores, se aprende (aunque sea, para cometerlos mejor) la experiencia es un buen cimiento para repetirla siempre que se pueda y se tenga el ánimo. Personalmente no soy un "campero". No me apasiona y tampoco me invita a hacer muchas paradas, o mucho turismo. Soy más en estos destinos de descanso y relax, y como así se ha cumplido no tengo de qué quejarme. Grave asunto para alguien como yo con este punto crítico, ácido y mordaz, que me regala conquistas, me premia con sonrisas y halaga mi indomable intelecto, acostumbrado a la barbarie informativa y las respuestas de una sociedad decrépita y anciana. Bueno que me desvío del "tema".

Esta experiencia se tiene, digo se va a repetir, y por supuesto, claro que sí, que todos y todas estáis invitados para seguir añadiendo días, noches, miradas y sonrisas a este libro sin acabar que son nuestras vidas.

miércoles, 24 de junio de 2009

Bochorno


Ya está, ya pasó. Así, como un niño enfermo, acariciado por su madre al emerger de la fiebre, deben sentirse hoy nuestros líderes. Ya está, ya pasó, ya terminaron estas elecciones tan engorrosas, que a ellos les han interesado menos que a nadie. Hoy ya pueden salir a la calle, jugar con sus compañeros a apedrear a los de enfrente, sin tener que acordarse de decir de vez en cuando la palabra Estrasburgo, con lo difícil que es pronunciarla bien, encima. Por eso, han preferido atrincherarse en términos más castizos, que si la crisis, que si el empleo, que si el paro, que si el sastre, que si los espías, que si el impuesto de matriculación, que si tu plan no funciona, que si pues anda que el tuyo, que si estoy contigo, Paco.

Ha sido una campaña bochornosa, como un ensayo de elecciones generales representado por actores aficionados, que balbuceaban con un chicle en la boca sin haberse aprendido el papel. Ha sido ineficaz, irresponsable, casposa y tristísima. Habrá costado un dineral, pero eso es lo de menos. Cada vez resulta más difícil creer en Europa, esa Arcadia feliz a la que los españoles que llegamos a conocer el franquismo, aunque fuera de refilón, mirábamos como a la patria del progreso y la razón, de la civilización y las libertades. A la que miramos después como un contrapoder universal, capaz de sostener el concepto de la sociedad del bienestar frente al neoliberalismo caníbal de Estados Unidos. A la que ahora es mejor no mirar, para no ahogarse en el intento de divisar el fondo de su infinito ombligo.

Ya ni siquiera consuela hablar de la Europa de los mercaderes, porque lo que pasa va mucho más allá de la economía. Europa cansa, porque está cansada. Europa aburre, porque está aburrida. Europa, aquella doncella seducida por un dios, se ha convertido en una vieja repintada, adicta al botox y a los rayos UVA. Y da pena verla.

Europa viaja en un tren roto. Los síntomas de avería eran claros en época de bonanza. Ahora con la crisis provocando estrépitos no queda ninguna duda de que el sistema neo-liberal capitalista agoniza y con él toda la sociedad (sobretodo las clases más bajas). La campaña y elecciones europeas han tenido un tinte claramente nacional en todos los países. Por fortuna España no ha sido el ejemplo más fragrante de bajeza y ruina moral, puesto que Italia con "el papi", las ragazzas y los escándalos sexuales sigue empeñándose en trasladar Lepe a la Toscana. Pero tampoco hemos quedado mucho más allá y asuntos verdaderamente interesantes como la política agraria, la gestión de Internet o la representación y representatividad de las cámaras europeas ni se han mencionado en el tablero bipartidista español. Las interesantes propuestas de Izquierda Unida, Izquierda Anti-capitalista o Iniciativa Internacionalista apenas tuvieron eco salvo en los que no venden su voto a la foto más impactante o el comentario más casposo. Sus resultados no indican nada, como los de todas las elecciones con una participación record en lo negativo y la continúa sensación de negativa representavidad que ejercen los dos partidos mayoritarios.

Ya no es que la izquierda más radical o extrema, verdi-roja en códigos centro-europeos encuentre acomodo en una bancada que izan la bandera del PSOE. Las continúas medidas neo-liberales, e incluso derechistas, se siguen sucediendo y poco o nada se oye hablar de una intervención clara del estado en 4 campos que sufren o provocaron la actual crisis. Ni construción, ni sistema financiero (parece que ya suficientemente reglado, por fortuna), ni sector primario (extra-inflaccionado y deudor para los productores), ni sectores claves (energía, transporte, etc) van a tener que plegar velas a los dictamenes centrales. Ni autonómicos, ni tampoco locales. El librecambio exarcerbado parece que se va a librar porque resulta que las clases poderosas lo quieren, y el pueblo llano, feliz en su inopia y onanismo, aplaude las hazañas con el PC fútbol de Florentino, o arrima el voto a la derecha o ni siquiera se acerca un triste domingo a sacar el DNI de la cartera, para algo que no requiera que le suceda la VISA o la 4b.

Tampoco esto es una sorpresa. Una campaña de ideas, de calidad hubiera atraído como mucho a un par de millones de votantes en España (uno para cada polo bipartidista). Sin embargo, aguantamos estoicamente las patrañas de la derecha, los agravios de la pseudo izquierda que nos gobierna, y hasta las proclamas de los más retrógrados y pasados, con ganas de volver al poder.

Mientras tanto la calidad de vida se resiente. El lado humano de la recesión, parte de ese nuevo género mediático que ha dado en llamarse "porno de la recesión", es la historia de un descenso gradual del exceso a la frugalidad, de la holgura a la austeridad. Los super-ricos prescinden de sus aviones privados; la clase media alta recorta sus clases particulares de Pilates; las clases simplemente medias renuncian a las vacaciones y a sus veladas en la terraza del bar de Esther. En algunas descripciones, la recesión llega incluso a dibujarse como "la gran niveladora", difuminando los vertiginosos niveles de desigualdad que caracterizaron las últimas dos décadas y apiñando a todo el mundo en una única clase grande, la de los Nuevos Pobres, en la que todos conducimos diminutos utilitarios de alta eficiencia energética y cultivamos tomates en el porche de casa.

Por lo tanto, mientras el verano frie las ya perjudicadas neuronas del electorado español, y mientras no falten mesías que clamen el por qué hay tanto obrero que vota a la derecha (y añado yo, a esa pseudo-derecha de puño y rosa) se pliegan armas para la siguiente batalla (elecciones locales) no sin rebajar el nivel de tensión y crispación, y mucho menos el de idiotez suprema. Tampoco en Europa están para echar flores y me sigue sorprendiendo que los que nos han llevado a la actual situación (neo-cons que van desde la extrema derecha hasta laboristas británicos o social-democratas) han conseguido aferrarse a la plaza. Y peor aún, porque aquí no nos queda el consuelo de que los corruptos, ávaros y presuntos no sólo han renunciado o han sido renunciados a presentarse, es que además son alabados. Cuánto más robas, más te queremos, es la moraleja.

lunes, 22 de junio de 2009

Las heridas

¿Dónde has estado? ¿Por qué estas palabras existían y no te conocía? Ahora estas aquí con esta luz tan fuerte y cegadora. Incauto, siempre pensé que el mundo se ha hecho para la soledad. Creía poder sobrevivir conmigo y mis sombras. Los miedos eran reconocibles y se identificaban con el dolor. Todos y cada uno de ellos los fue venciendo, hasta ser este tipo duro y a la par sensible que soy. Hubo momentos buenos. También excepcionales. Las sonrisas y las lágrimas se sucedieron sin apenas conocerse. También llegan los momentos en que se derraman. Nunca pasa el tiempo suficiente como para ver cicatrizadas todas esas heridas, y sin embargo seguimos adelante. A mi me da por no deberle nada a nadie. Ser coherente y seguro de mi mismo. Intento mantener mi opinión, modificarla lo menos posible. Me ofuscó en hacer reconocer a mis iguales lo zafio de sus planteamientos. No lo hago por quedar por encima, sino por enmendar futuros problemas. La pena o la solución que muchas veces lo dejo como algo imposible.

Las lágrimas no derramadas son las que nos hacen daño. Se convierten en cristales que rayan los ojos por dentro y caen en nuestro corazón para ajarlo como una cueva milenaria. Por esas grietas he sangrado y sangraré toda mi vida. Lo empezó haciendo de color rojo, fuerte y apasionado; pronto se turbó en negro color, en una masa pesada que bloqueaba mis arterias y mis fuerzas para derrotar la tristeza. El pesimismo no se elige; te conquista, te seduce. Se ve el mal, el odio y el temor triunfar en todos los rincones. No hay nadie que escape a su poder. Los más ricos y fuertes pueden caer bajo el yugo que sostenemos los más desfavorecidos. Por qué ser duro, y por qué no serlo. La realidad siempre me vapulea y me sorprende. Aquí y ahora admito que lucho con todas las fuerzas para no verme superado, derrotado por un destino caprichoso, maquiavélico que nos coloca en todas las encrucijadas que jamás hubiéramos esperado. Y así estoy por fin feliz, por trabajar donde y como quiero. Suspirando por alargar la semi-esclavitud todo el tiempo que me sea posible para asegurar un futuro y para ir cumpliendo sueños.

Y también estoy feliz porque me siento vivo. Disfruto de cada día y más de cada noche. Las escapadas en compañía o a solas. Las citas tan cercanas con un cristal juntándonos y separándonos. Conocerte y amarte es todo en uno. Soy como soy, con lo bueno y lo mucho malo. Sólo lamento no vivirte en presente. Recuerdo los comics de la estela plateada, de jugar con el espacio y el tiempo y hacerlo inmejorable o imperdonable. Sueño con la vida actual y la libertad pasada. Conjugo sus verbos para intentar convencerme de que el destino es un cabrón sin escrúpulos que sólo deja la salida de un revolver con 5 balas en el bombo. Y sin embargo, solo recuerdo lo bello y lo bueno. Me pueden hacer putadas, o devolverme confianzas confiadas pero no encuentro ahora el rencor de sentirme dolorido o manipulado. Quizás mañana, dentro de un mes, un año o incluso nunca tome revancha de dolores ahora infligidos. No es mi estilo, y nunca lo he hecho pero la desesperación modula los actos.

Estas ganas de vivir y que me vivan que ahora tengo no son eternas. Lo sé. Tampoco han sido una constante en mi vida. Lo que nunca ha sido una variable es mi forma de ser. He crecido, florecido y madurado, y voy sobreviviendo poco a poco con muchas más ganas y fuerzas que tiempos atrás. Convencido estoy o al menos eso creo, que no cometeré errores superados pero nunca jamás olvidados. Porque los motivos esgrimidos se mostraron ineficaces para mantener mi seguridad quizás encontrarte a ti, me de una nueva excusa, sin duda la más válida y sólida. Porque nunca se sabe lo que se va a necesitar y mucho menos lo que se tiene, en ocasiones coger una oportunidad es mejor que dejarla pasar. La ves marchar y siempre piensas que lo realmente importante es jugar, apostar. Quedarse sentado en el banquillo o la grada no vale. Así no tomas partido en las decisiones y eso a la larga pasa factura.


Ahora cada día es especial. Aguardo nuevas experiencias, nuevos planes. Espero verte, amarte... sentir; El fluir de la sangre ya hirviente para cerrar todas esas heridas que el tiempo y otros y otras fueron dejando. He llegado hasta aquí muy convencido de como soy, muy orgulloso de ello. Se intetará cambiar a mejor; modular no ser tan radical. Pero no prometo nada.

miércoles, 17 de junio de 2009

Aquellas mañanas de sabado

Era una época de sueños, de vivir sin preocupaciones. Era tiempo de juegos, de desconocer las responsabilidades. Había mucha ilusión y empeño por conseguir la victoria, pero era similar al de disfrutar, de vivir experiencias y estar con la gente. Pasaba los sábados por la mañana. No había por aquel entonces noches de viernes, salvo alguna contada en la que firtreábamos con el alcohol y ni nos atrevíamos a buscar compañía femenina. No era necesario. Si que lo era y lo es, la cercanía de los iguales, de los que siempre compartimos una visión de la vida sin saberlo, y un balón en un 40x20, más de 1000 veces.

Sabíamos que éramos buenos. Jóvenes e ilusionados recogíamos la equipación cada mes de septiembre. No agradaba compartir equipo con otros. Habíamos estado juntos toda la vida. Nos conocíamos, compenetrábamos. Sabíamos donde mandar el pase, hacia donde iniciar la carrera, en que punto dejar el balón regalado para el compañero que llegaba. También eran claras nuestras deficiencias. Sabíamos de lo que eramos capaces, como equipo y como individuo. A quién, cuándo y cómo ayudar. Pero a los compañeros se les aceptaban, algo que no siempre nos sucedió. Llegaron así que me acuerde, Oscar, Dani, otros chavales no tan agraciados a nivel calidad y fichamos para nuestras vidas a Fio, Cifu que era nuestro portero y “erse” Dani. Y así hicimos equipos. Los aburridos entrenos de Toñin se alternaban con los más amenos, más de juego con Fai. Entrenando menos de dos horas y medía por semana no podíamos pensar en asimilar muchos conocimientos y rutinas tácticas para el juego ofensivo. Siempre es más costoso en tiempo y esfuerzo explotar el talento y el juego de ataque, por lo que decidimos asimilar el fútbol “vasco” de férrea defensa, dureza impenetrable y solidaridad atrás. Difícil era superar la primera línea y en la segunda esperaban con el cuchillo entre los dientes para robar o por lo menos forzar.

No éramos por aquel entonces los más dignos representantes del tiki-taka. El ataque era contra-ataque, y poco duraba el balón en nuestros pies. Eso sí no especulábamos. Se buscaba la rápida opción de ataque; el tio desmarcado, a jugársela en uno x uno, el balón largo a la espalda... transiciones rápidas que dejaban al rival sin aliento y en el que dependiendo de quien la llevara, o de las posibles oleadas se exponenciaban las alternativas de marcar. David era fuerza y potencia; capaz de llevarse varios defensas para dejar espacios y llegar como un trailer al remate; yo soy la velocidad, el individualismo. Realizo lo imposible y a veces fallo lo fácil. Podía irme de cuantos hiciera falta y juntos formábamos una primera línea defensiva brutal. Atrás Miguel, jugó con nosotros 2 años. Su energía, su anticipación era el sinónimo de guardaespaldas para todos nosotros. Borre, ponía su salida de balón y su disparo, y con mucha entrega olvidaba sus carencias físicas. Fio, es clase, llevarse la bola como acompañante, como un apéndice más de su cuerpo. Dani, el ausente, desaparecido, como si la cosa no fuera con él, su forma de ser alimentaba nuestro compañerismo y sus gotas de genialidad hacen nuestro juego espectacular. En la portería teníamos a Raúl, el Cifu; el hombre no era lo mejor del mundo para hacer un saque, pero si juntaba el día... Y así, todos juntos y sin revolver nos convertimos en equipo, gracias al Tari.

A vosotras que nos acompañáis al Torero y véis como saludamos a un tio que hay por ahí. Es nuestro mister, nuestro mister. Nos dió confianza, nos dejo volar libres, y a la vez nos enseñó responsabilidad. Nos hizo jóvenes. Éramos niños y acabamos siendo casi hombres. Nos puso al albor de la pubertad. Los primeros alcoholes le tuvieron como cómplice, ahora le reconpensamos con nuestro cariño y unas dosis enfrascadas.

Aquellas mañanas de autobús, de esperar a la puerta del banco; de viajar por esa Kansas que a veces me parece esta provincia. De subir al pabellón, quitar el agua de las goteras... Rivales a los que se cogía y coge sin miedo, los otros paquetes de Santa Marta, Armenteros, La Fuente... Goles inólvidables, partidos jugados hace 10 años que no se olvidan. Los sueños se vaciaron pero quedo el resultado de trabajar bien, poner pasión y estar orgulloso de cumplir. Sigo teniendo en la mente todo aquel partido del 5-3 contra Armenteros. Nos calzábamos las zapatillas más baratas de la tienda, porque el talento no lo daba la marca sino nosotros. Calentar con el chandal húmedo de frío. El Recinto ferial, el frontón, el pabellón de Alba, Peñaranda, aquel horrendo año jugando al aire libre con un equipo de 16 fulanos... Esquivar las alcantarillas, las goteras y los rivales. Sentir fluir la sangre, escapar el sudor y conseguir marcar. Buscábamos la victoria con ahínco, pero con respeto, coherencia y buen trabajo; ahora lo seguimos haciendo, pero con el lamento de no poder hacerlo con gente que nos llegué.

Lo que hicimos, lo que sentíamos. Deporte y amistad inseparables en un vínculo eterno. Todas esas mañanas de sábado; días de entreno, partidos... torneos, pachangas entre amigos que acaban en el vacío vaso de cerveza, o con enemigos que tienen el mismo final con la soberbía inflando ego. En definitiva, amistad y ser como somos, gracias a algo que es un placer.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...