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martes, 7 de marzo de 2017

Historia del mayor crimen perfecto: Inside Job


 
A estas alturas la mayoría de vosotros ya lo habréis visto. A aquellos que no, os lo recomiendo. A los que sí, nunca viene mal volver a pensar un poco en lo sucedido, como hice yo la otra noche, siendo este documental un buen resumen y recuerdo de lo sucedido.
Documental americano estrenado en cines en a finales de 2010 gracias al Oscar al Mejor Documental que recibió en 2010, y sobre todo por el tema que trata: la crisis financiera de 2008 y que ha continuado hasta nuestros días.

Narrado por Matt Damon, curiosamente uno de los actores que apoyó a Barack Obama en su llegada a la Casa Blanca y que ha reconocido su desencanto por las decisiones que tomó el ya ex-presidente de los Estados Unidos en cuanto a sus decisiones en materia de política económica y regulación de las practicas financieras.
Damon, como un narrador omnisciente, va desgranando con detalle las razones que han llevado a la crisis mundial, con foco en EE.UU., donde la alianza entre los organismos políticos y las grandes corporaciones económicas fueron el día a día bastante antes de que todo estallara en 2008 (se remonta a los tiempos de Ronald Reagan). Entonces ya era más que evidente la alianza perversa y corrupta que empezó manipulando el mercado inmobiliario y generando letales burbujas y que ha llegado incluso a controlar las jerarquías universitarias y las decisiones legales. 
Nos cuenta la crisis financiera actual desde sus comienzos, vista por sus ejecutores, bien por acción o por inacción. No hay apenas hueco para las víctimas, aunque el autor logra concienzudamente que siempre estén presentes. Pretende aclarar las causas de las crisis financiera mundial provocada por las hipotecas “subprime” y señalar a sus responsables a través de los testimonios de inversores, economistas y hasta el antiguo director del FMI, el francés Dominique Strauss-Kahn o el filántropo George Soros, que ha acostumbrado a usar productos mass media, como pueda ser esta película, para quedar como el "rico bueno".
Construido de forma sencilla directa y ordenada cronológicamente se estructura en varias partes, dedicando la introducción a la crisis financiera en Islandia de 2008 y 2009 (y su revolución silenciada), continua exponiendo las causas de la crisis mundial y finaliza con un diagnóstico de la situación actual, concluyendo lo poco que se ha hecho durante la administración Obama y lanzando lo erróneas de sus planteamientos como los tratados comerciales como el TTIP o el Transpacifico. Se centra en los cambios en la industria financiera, los grandes riesgos que se permitieron tomar eludiendo las regulaciones que pretendían controlar el sistema, y sobre todo, el conflicto de intereses que existe en el sector financiero y que en la mayoría de los casos se oculta al público y la presión que ejerce dicho sector en los políticos.
Estructurada en cinco bloques y recurriendo a una combinación clásica de materiales, van sucediéndose en Inside Job multitud de entrevistas con los "responsables directos" de la crisis (muchos quedan en evidencia y otros declinaron participar), así como especialistas del ámbito económico, político, académico y empresarial, que se suman a materiales de archivo, imágenes urbanas, comparecencias públicas, gráficos ilustrativos de cifras y porcentajes... Uno lo aprecia sobre todo por su función periodístico-informativa, por su meticuloso rastreo y exposición y por el hecho de dejar constancia de algunos de los barros de los que proceden estos lodos.
 
Es cierto, que durante su transcurso en ocasiones se hace difícil seguir el hilo de la narración ante la avalancha de personajes, discursos, datos y teoría y práctica de la macro economía que se expone ante el cerebro del espectador que puede acabar atosigado, bombardeado e incluso desconectado.
Supongo que es difícil juzgar la objetividad del documental dependiendo en gran parte del posicionamiento ideológico del espectador y su conocimiento del tema. Aún así, me atrevo a decir que es bastante imparcial y no deja indiferente, aunque se llega a la triste conclusión que poco puede hacerse salvo indignarse.
Solamente añadir que aunque es un documental ameno y didáctico, a veces trata temas demasiado técnicos y de difícil comprensión.
El final del documental no es nada optimista pues afirma que a pesar de las regulaciones financieras que se han producido a raíz de la crisis, el sistema que la provoca no ha cambiado. Podemos acabar con las palabras del propio director Charles Ferguson al recoger el Oscar “… discúlpenme, pero debo arrancar señalando que tres años después de que estallara nuestra horrible crisis causada por el fraude financiero masivo, ni un solo ejecutivo ha sido encarcelado, y eso esta mal...” (de hecho, el único encarcelado en los Estados Unidos ha sido Madoff, precisamente por aprovechar la avaricia instalada en el sistema y robar y estafar a los ricos).
Conclusión: Inside Job es la historia de un crimen perfecto
Primero desde los años 80 se genero una corriente de opinión académica y universitaria que lanzaba el axioma de que el mercado era el regulador perfecto y que no era necesaria la intervención del Estado como supervisor.
Después, cuando esa ideología la inmoralidad del neoliberalismo cuajo, para lo que no hubo problemas para explotar dictaduras fascistas en el tercer mundo, sus seguidores se aupaban a los consejos de administración de Wall Street, los claustros de las principales facultades de economía de las universidades americanas y el mismo funcionaria-do de élite de los dos partidos americanos.
Desde allí, y usando las puertas giratorias de manera continuada, comenzaron a hacer negocios explotando la avaricia innata del ser humano. Se valieron de su control de las políticas económicas de los gobernantes de turno, como asesores. Invadieron los cuerpos de los organismos de regulación y control financiero y de las Agencias de calificación que fueron avalando las prácticas de esta mafia para al final  generan burbujas a cuyo estallido le ha seguido un mundo más injusto, inseguro y decadente.
El Estado que no hizo sus deberes para controlar y supervisar a los mercados, finalmente rescató con dinero público a las empresas corruptas. Los responsables del fraude no han acabado en la cárcel, regresaron a casa con los bolsillos llenos y hasta se re colocaron en el Gobierno u otras instituciones económicas mundiales desde las cuales incluso dictaron las recetas para salir del despropósito económico y social que ellos mismos habían provocado.
Y mientras, las calles, salvo esporádicos en el espacio o en el tiempo conatos de rebeldía, silenciadas.
Al final Inside Job viene a hacer un poco de justicia poética, porque de la otra, nada de nada.


 

miércoles, 8 de junio de 2016

La permanente y nauseabunda realidad de un estado fallido: #Españistan


Tengo la sensación, y la certeza, de haber escrito este artículo muchas veces. Tantas que creo que me repito, que aburro. Suficientes como para tirar la toalla y desistir del empeño. Las justas como para saber que tras haber redactado estas líneas para mi pequeña bitácora personal en Internet, tener la certeza de que me voy a sentir mejor y con ganas recobradas para continuar la lucha.
España es exasperarte. Un estado fallido. Una ruina completa. Un erial de sentido crítico, de interés, de participación. Un desierto en actitud democrática. Un espacio geográfico diverso que únicamente sirve para que los de siempre se lucren legal e ilegalmente del sudor, la sangre y las lágrimas también de los de siempre, de los de abajo, de la clase trabajadora.
Tengo éste blog, mi blog, mi bitácora en Internet, mi archivo de escritos repleto de artículos y textos sobre la desfachatez, la sin vergoncería y la vergüenza de ser español. Y estoy cansado, agotado de la vorágine informativa, de la infoxicación mediática, continúa, día sí y día también sobre los pitufeos, los apaños, los sobres, los fraudes, las corruptelas, las inmoralidades, las amoralidades, la soez antidemocrática, fascista y clerical. Es un bombardeo. Es un circo de tres pistas donde se representa cada día la función del más difícil todavía. Donde los focos ciegan al público que idiotamente traga, asume, paga y vota, y hasta vitorea la función del ridículo.
Hoy ha entrado en la cárcel un chico por robar hace 5 años 79€. De nada ha bastado la exigua cantidad, el arrepentimiento, el que ya tenga su vida ordenada. Ahora ya está en la prisión de Granada. Al mismo tiempo eldiario.es ha mostrado como la aristocracia de la familia borbón, compiyoguis de los actuales reyes se beneficiaron de la amnistía fiscal del indigno gobierno del #PartidoPutrefacto. Pagaron 6.000€ para fiscalizar 4 millones de € que defraudaron a posta, fruto de herencias de los usurpadores que aparecen en los libros de historia. Se demuestran que “los de siempre” hoy en día se benefician de éste sistema, con los políticos corruptos fruto de su mismo sistema. Una rueda nauseabunda y demoledora. Si éste es el sistema, su sistema, yo me declaro orgulloso y seguro Anti-Sistema.
En los últimos meses se ha descubierto como Mario Conde, un gran estafador de los 90, ha podido ir trayendo el dinero extraviado en aquellos años mientras nos daba lecciones de moralidad. De la suya. Y la justicia ni esta, ni se le espera.
Nos han dicho que había que trabajar más y ganar menos (justo cuando la evolución tecnológica nos debería llevar a ganar más y trabajar menos, dando tiempo y libertad para poder mejorar nuestras vidas, seguir estudiando y dedicarse al voluntarismo, por ejemplo, algo que crearía más empleo), mientras se componían sociedades piramidales opacas con los sueldos de los trabajadores, las aportaciones de las accionistas y los pagos de los clientes.
A la cárcel también va a ir el fulano que decidió estrellar el coche contra la sede del PP en Madrid en la calle Génova. Una sede pagada en "B" y por la que el #PartidoPutrefacto ha tenido que poner más de un millón de euros para que no fuera expropiada.
El PSOE Andaluz que ha anclado a toda la región en un paro endémico por ceder parcelas de gobierno a los designios neoliberales está siendo investigado por los EREs. El #PartidoPutrefacto, como no, podrido en Valencia y en Madrid, con Púnicas, Gurtel y casos por todo el territorio (también en Castilla y León, donde se empieza a menear el árbol de la inmoralidad) y donde además hay que sumar la cara dura de los Granados, Bárcenas, Esperanza Aguirre, etc. que han mal vendido la riqueza del país con nuestros derechos y libertades en el paquete, al capital extranjero, por comisiones millonarias, y que encima ahora se atreven, seguros de la injusticia de este país, a dar lecciones y hacerse los ofendidos porque les han pillado robando lo que se supone es de todXs.
Y todo dentro de una UE inmoral, donde el fascismo y el ultraliberalismo caminan alegres llevando a millones de personas a la indignidad. Donde no existe la justicia. O si existe es la del embudo a convenencia del poderoso. Ancho o estrecho el cerco según mis intereses. Y voy a parar, porque podría escribir páginas y páginas...
Si ahora mismo me pusiera grácilmente, con interés y punición a relatar, a resumir la actualidad mediática de este país que tanto nos avergüenza, podría rellenar más de cien páginas. De hecho, lo he comprobado. He rastreado mi blog y sumado artículos y llevaba más de 200 páginas, y todavía me faltaban enlaces y documentación para relatar lo que ha aparecido. Si, lo que ha aparecido. Porque esa es otra.
Mientras las y los periodistas sufren por desarrollar su profesión, vocacional casi siempre, con unos mínimos de dignidad y libertad para descubrir, relatar y mostrarnos el barro de las cloacas de este país de mierda, todXs, tenemos esa sensación de la punta del iceberg. Y cuando vas entrando en capas impermeables de las instituciones como pueda ser un ay-untamiento, más certera es esa apreciación porque se ve, se vislumbra, lo podrido del sistema y lo bochornoso que resulta cuando sales de estas ajadas fronteras, viajas y comparas te das cuenta de que si, efectivamente: Sabemos una ínfima parte de lo que está sucediendo y lo que ha venido sucediendo, no ya estos años de Estafa llamada crisis. Tampoco, aunque una cantidad importante venga ahí, del orgasmo neoliberal y de juego de burbujas al calor del crédito europeo. Tampoco del período de transacción a la democracia, ni por supuesto los de los 40 años de dictadura fascista, ni los tres de Guerra Incivil.
Y es que lo peor de todo es la propia sociedad. Salvo algún despertar causal y casual, como pueda ser el 15M o las Mareas, o las luchas tiránicas casi individuales de colectivos y personas concretas, no se consiguen agitar los tarros de una sociedad que ya parece vacunada ante la corrupción y la inmoralidad. Esa vacuna probablemente venga de una falta de educación en democracia, en valores sociales absoluta, fruto por una parte, como en el resto de Occidente, de la corriente de pensamiento neocon que sólo nos quiere como consumidores descerebrados, pero también, con un pedigrí españistaní, una denominación de origen que viene de aquel atado y bien atado del franquismo. España se acostó con una dictadura y se levanto a la mañana siguiente con una “democracia” como si tal cosa, sin habérselo ganado, sin saber lo que cuesta y lo que vale, y sin haber hecho la autocritica necesaria, tanto individual, como colectiva y como no pasada por los tribunales como se debe hacer con todos los crímenes de lesa humanidad. Y una dictadura fascista los cumple todos.
Aún con todo, hay lugar para la ilusión. Poco a poco, de manera atomizada, individualizada, personas anónimas se activan. Los interruptores conectan el sentido común. El fango escamea sobre la piel y el hedor repugnante de la realidad de este país hace que sensorialmente despertemos. Gritemos. Lloremos. Y nos indignemos.
Es verdad que es desesperante. Lento y minucioso. Como Morfeo en Matrix vamos desconectando a mentes del sistema, no para sacarlos ya de éste sistema bochornoso, sino para ir sumando fuerzas siempre abriendo los ojos y las mentes con cuidado, porque es fácil acabar en el desánimo.
Y también hay muchas mujeres y hombres ya con experiencia sin desánimo en la lucha.
Esta es la ilusión y también la responsabilidad. Cambiar, aunque queden cada vez menos fuerzas, este país y convertirlo en un lugar digno donde vivir sin que te avergüence la inmoralidad instalada, la compañía de los ciudadanos zombies y cuñados, y las continuas injusticias y falta de justicia.

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miércoles, 11 de mayo de 2011

La vergüenza de Europa


En esta ocasión esta imagén no se ha producido. Nadie acudió al auxilio de una patera pérdida en la inmensidad del Mediterráneo. No ha habido rescate, ni misión humanitaria, ni dinero. Sólo vergüenza e inmoralidad. Esta es nuestra Europa.

La OTAN no sabe nada. Francia tampoco. Italia menos. Malta niega haberse enterado. Lo mismo dice la UE… Pero 61 personas (hombres, mujeres y niños) murieron de hambre y sed a bordo de una barcaza en la que huían de Libia rumbo a las costas europeas. La Guardia Costera italiana fue avisada cuando la embarcación sufrió los primeros problemas. Testimonios de algunos de los nueve supervivientes sostienen que un helicóptero militar sobrevoló el barco e incluso lanzó agua y paquetes de galletas, antes de desaparecer en el horizonte. Ningún país reconoce haber enviado ese helicóptero. Las corrientes devolvieron la barcaza a las costas libias tras 16 días a la deriva en un Mediterráneo supuestamente vigilado hasta el último metro por las fuerzas militares que ejecutan la misión bélica autorizada por la ONU. Cuesta muchísimo creer los desmentidos oficiales cuando, además, es conocido el empeño de Gadafi en facilitar la huida desesperada de la gente que intenta llegar a Europa escapando de la guerra civil y las maniobras de Berlusconi y Sarkozy para cerrar sus fronteras a los inmigrantes africanos (con el visto bueno de la Comisión Europea). La normativa marítima, el respeto a los derechos humanos y hasta el sentido común obligan a socorrer a cualquier náufrago. Es exigible una investigación a fondo de las denuncias, porque a día de hoy nadie sabe el número de víctimas de un éxodo africano que debería avergonzar a Europa.

martes, 8 de marzo de 2011

Greg Page, el hombre que controla la alimentación del planeta




Tiene 59 años y jamás concede entrevistas. Seguramente, su nombre y el de su empresa no le digan nada. Pero por sus manos pasa la mayoría de los alimentos que usted pueda imaginar. Cargill es una de las cuatro compañías que controlan el 70 por ciento del comercio mundial de comida. Mientras el mundo se enfrenta a la mayor crisis alimentaria en décadas, ellos hacen caja ‘leyendo los mercados’… Así funciona.



Usted no lo sabe, pero la tostada de su desayuno es una mercancía más valiosa que el petróleo. La harina con la que está hecha tiene nombre: Cargill. ¿Le suena? Pues también se llaman Cargill la grasa de la mantequilla que unta su tostada y la glucosa de la mermelada que la endulza. Cargill es el pienso que engordó a la vaca lechera y a la gallina que puso los huevos que se fríen en la sartén. Cargill es el grano de café y la semilla de cacao; la fibra de las galletas y la bebida de soja. ¿El endulzante del refresco, la carne de la hamburguesa, la sémola de los fideos? Cargill. Y el maíz de los nachos, el girasol del aceite, el fosfato de los fertilizantes... ¿Y qué me dice del biocombustible de su coche, ese almidón que las petroleras han refinado para convertirlo en etanol y mezclarlo con gasolina? Adivine.

No, no busque marca o etiquetas; no las encontrará. Cargill ha pasado de puntillas por la historia. ¿Cómo puede ser que una empresa fundada en 1865, con 131.000 empleados repartidos en 67 países, con unas ventas anuales de 120.000 millones de dólares que cuadruplican la facturación de Coca-Cola y quintuplican la de McDonald’s, sea tan desconocida? ¿Cómo se explica que una compañía tan gigantesca que sus cuentas superan la economía de Kuwait, Perú y otros 80 países haya pasado tan inadvertida hasta ahora? En parte, porque es una empresa familiar. Sí, sus números pasman, pero Cargill no cotiza en Bolsa y no tiene que dar explicaciones. Sus socios son un enjambre de tataranietos de los fundadores, los hermanos William y Samuel Cargill, campesinos de Iowa que levantaron un imperio en el siglo XIX gracias a un ascensor de cereal arrimado a la vía del tren en un pueblecito de la pradera que no venía en los mapas. Más tarde, un cuñado -John MacMillan- tomaría las riendas. Durante décadas, los Cargill y los MacMillan fueron añadiendo silos de grano, molinos harineros, minas de sal, mataderos y una flota de barcos mercantes. Hoy, unos 80 descendientes se reparten los dividendos y juegan al golf. Poco más se sabe de ellos, salvo que los varones visten falda escocesa en las fiestas para honrar a sus antepasados. Y que siete se sientan en el consejo de administración y están en la lista Forbes de los más ricos del planeta, con fortunas que rondan los 7000 millones por cabeza. El presidente de la compañía es Greg Page, un tipo flemático al que le gusta decir, con cierta sorna, que Cargill se dedica «a la comercialización de la fotosíntesis».

Pero no está el patio para bromas. Los precios de los alimentos básicos se han disparado en el último año: el trigo, un 84 por ciento; el maíz, un 63, y el arroz, casi un diez; los tres cereales que dan de comer a la humanidad. Son máximos históricos, advierte la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Por encima de los que en 2008 causaron revueltas en 40 países y condenaron a la hambruna a 130 millones de personas. Y los precios seguirán subiendo, pronostica Financial Times. «El coste de los cereales es crítico para la seguridad alimentaria porque es la materia prima de referencia en los países pobres. Si los precios continúan elevándose, habrá más algaradas.»

Las razones son múltiples. Un cóctel de sequías, malas cosechas y especulación. Pero los ganadores son muy pocos. Y entre ellos están las mastodónticas empresas que controlan el comercio mundial de cereales. Cargill ha triplicado sus beneficios en el último semestre y sus ganancias superarán los 4000 millones de dólares, récord alcanzado en 2008 en el río revuelto de la crisis alimentaria. La compañía apostó a que la sequía en Rusia, uno de los grandes productores mundiales, obligaría a Vladimir Putin a prohibir las exportaciones para asegurar el consumo interno. Y acertó. «Hicimos un buen trabajo ‘leyendo los mercados’ y reaccionamos con rapidez», explicó una portavoz de Cargill. ¿En qué consiste esa reacción? En esencia, se trata de jugar al Monopoly comprando cosechas en el mercado de futuros, en ocasiones antes de que se plante una sola semilla. Y moviéndolas de un lugar a otro del planeta, allá donde resulte más rentable.

Las grandes cerealeras basan su poder en el control de las redes de distribución. Silos, almacenes, ascensores de grano estratégicamente situados en los tendidos ferroviarios, flotas mercantes transoceánicas... No poseen la tierra. Prefieren que los agricultores corran el riesgo de perder la cosecha. Si hay abundancia, las compañías hacen acopio y esperan. Si un desastre climático arruina la producción en un lugar del mundo, tienen la capacidad para transportar los excedentes desde otros lugares, por lejos que estén.

Es un juego arriesgado. Rusia, por ejemplo, suministraba a Egipto y otros países árabes. Cargill vio venir el desabastecimiento antes que nadie -por algo tiene un servicio de inteligencia que han comparado al de la CIA: utiliza satélites de comunicación, sensores de clima y un ejército de informadores y ‘ topos’ en los gobiernos- y se adelantó a sus competidores: las también estadounidenses Archer Daniels Midland (ADM) y Bunge y la francesa Louis Dreyfus. Estas cuatro firmas -todas, centenarias, familiares y muy reservadas- controlan en torno al 70 por ciento del comercio mundial. Así que Cargill acaparó trigo de otros productores para colocarlo en los puertos del norte de África y apretó las clavijas en el precio. Negocio redondo. Solo que el pan subió en todo el Magreb y el espectro del hambre se sumó al ansia de libertad. La mecha de la revolución estaba preparada para que Facebook la prendiese.

Para apagarla, algunos países árabes han incrementado sus importaciones de trigo, como Argelia y Arabia Saudí. Ejemplo que han seguido otros gobiernos, como el de México, escarmentado por la reciente crisis de las tortillas y donde grupos de desesperados armados con piedras y machetes asaltan los trenes cargados de cereal y los saquean, a razón de 35 toneladas cada mes. Pero acumular reservas provoca que los precios sigan al alza. Pura ley de la oferta y la demanda. Y la demanda no deja de crecer. Porque la población mundial aumenta y porque la emergente clase media china e india come cada vez más y mejor. Las inundaciones en Australia y Paquistán también han contribuido a que escasee el grano. Las reservas mundiales actuales totalizan 432 millones de toneladas, lo que equivale a solo 70 días de consumo, que bajarán a 64 en primavera.

«Hemos entrado en un terreno peligroso. El precio mundial combinado de cereales, grasas vegetales, productos lácteos, carne y azúcar lleva seis meses consecutivos subiendo y ha superado los niveles del último pánico alimentario. Y todavía hay margen para que se encarezcan mucho más si la ola de calor en Argentina se convierte en sequía, o si Ucrania y Rusia vuelven a tener malas cosechas», explica Abdolreza Abassian, economista jefe de la FAO. El Banco Mundial prevé que los precios elevados se mantendrán al menos hasta 2015. Hay quien va más allá y considera el cambio climático otro factor inflacionario. Algunos expertos estiman que por cada grado que aumente la temperatura se perderá un diez por ciento de la producción agrícola. «La era de los alimentos baratos ha terminado», sentencia Gonzalo Fanjul, de Intermón Oxfam. La cesta de la compra en América Latina ya se ha encarecido un 45 por ciento desde el verano. Y el relator especial de la ONU en derecho alimentario, Jean Ziegler, considera un «genocidio silencioso» que cientos de millones de toneladas de cereal se quemen como biocarburantes.

Con estas perspectivas, que los especuladores entrasen a saco en el mercado de materias primas y hayan convertido la Bolsa de Chicago -el parqué de referencia en materias primas- en un casino donde las fichas son habas, granos y frijoles estaba cantado. Es algo que viene sucediendo desde que estalló la crisis financiera en 2007. La burbuja inmobiliaria y crediticia es ahora una burbuja alimentaria. Según la desaparecida consultora Lehman Brothers, alrededor de 270.000 millones de dólares habrían emigrado de Wall Street a la caza de chollos en los contratos de futuros de Chicago, cuyas ganancias se han disparado un 65 por ciento en el último año. Bancos de inversión, fondos de pensiones y de alto riesgo (hedge funds) se están dando un festín a costa del hambre de millones de personas. Se aprovechan de mecanismos tan sofisticados que les permiten apalabrar compraventas descomunales desembolsando un porcentaje muy pequeño del valor de mercado. «¿Cómo es posible que un especulador pueda adquirir el 15 por ciento de la producción de cacao sin pagar un céntimo para revenderla después?», se preguntaba, escandalizado, elpresidente francés, Nicolas Sarkozy.

Pero estos recién llegados no dejan de ser unos advenedizos en un negocio controlado desde hace más de un siglo por los mismos de siempre: las cerealeras surgidas al calor de la Revolución Industrial, cuando millones de campesinos emigraron a las ciudades y dejaron de comer lo que cultivaban para depender del pan. En Europa, las dinastías del trigo surgieron a lo largo del Rin: los Fribourg (Continental), los Louis-Dreyfus y los Bunge. De origen humilde, se ganaron la amistad de reyes y tuvieron algunos momentos de gloria. En 1870 salvaron de la hambruna a los parisinos que, cercados por el Ejército prusiano, se comían sus propias mascotas. Y en 1917 burlaron el bloqueo de los submarinos alemanes que estrangulaban las rutas de abastecimiento a los países aliados. Después de la Segunda Guerra Mundial, el Plan Marshall sirvió para colocar los excedentes norteamericanos y alimentar a medio mundo, incluida España. Fueron esfuerzos heroicos, aunque muy bien remunerados.

Hoy, el mundo les pide que estén a la altura de las circunstancias. Pero el negocio es el negocio. Hay un dicho en Argentina: «Bunge le da al campesino crédito, le vende la semilla y le compra el grano. Y cuando la cosecha está lista, le vende la soga para ahorcarse». Por eso, algunos organismos piden que se cree una reserva mundial de grano de la que puedan echar mano los gobiernos cuando haya escasez y que, además, sirva para estabilizar los precios. Porque esta vez, advierte la ONU, además de condenar a millones de personas a no poder llenar el estómago en los países desfavorecidos, todos notaremos en mayor o menor medida las consecuencias de la burbuja alimentaria.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...