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martes, 29 de diciembre de 2020

Un All Star Game de hace 20 años

Allen Iverson entrando a canasta entre las torres del Oeste en el All Star Game 2001 (nba Imagen)

 

La tarde del día de Navidad, en el que empezaba la nueva y extraña por el coronavirus temporada NBA, mi hermano y yo revivíamos del pasado. Recordábamos y sobretodo, disfrutábamos en el encuentro en torno al baloncesto, armazón de fraternidad que nos construimos en su momento y con el que pasamos la vida como excusa para conocernos y pasión que paladear.

Y no. No nos sentamos enfrente de la televisión para ver un partido en directo. Ni siquiera en diferido de esta temporada. O de la pasada. Nos entregamos con devoción a la tarea de disfrutar del NBA All Star Game de 2001 celebrado en Washington, un partido que en poco más de mes y medio cumplirá 20 años.

Hablé en su momento de la evocación del pasado como comercialización de la nostalgia. Es indiscutible que cada generación en su madurez recupera e idealiza su adolescencia y juventud. Se recuperan imágenes y recuerdos del pasado que se muestran bajo la lupa de la memoria, ciertamente tergiversada y tendente a edulcorar lo que vivimos para hacernos mejores en el momento actual. Cualquier aspecto de nuestra vida, de nuestro camino, está sujeto a evocarse e instalarlo en los altares de lo trascendente, puro e incorruptible, aunque la realidad distase mucho de ser ese sueño dulce y maravilloso.

Pero con el baloncesto no puedo dejar de pensar que tiempos pasados fueron mejores. Hoy, veo (y cuando los veo, porque con el maremagnum de horarios, televisiones, plataformas se hace realmente imposible) partidos infumables. Donde el físico ha devorado la táctica (por lo menos siempre nos quedará el baloncesto femenino). Donde se ha dejado pista abierta para que los highlights sean la única noticia de basket. Probablemente no haya habido una época en la que hubiera tanto talento técnico y físico y tan poco ba-lon-ces-to en los cerebros de los jugadores. Todo son triples y mates cada cual más estratosférico que el anterior como si no valieran el resto de canastas. Y de todo ello, de todo esto, nada, absolutamente nada me transmite algo. Es la absoluta mercantilización y el espectáculo por las audiencias sin el más mínimo interés, y ni mucho menos transmisión de valores.

Un baloncesto que me resulta aburrido, monótono e intrascendente. Y protagonizado por unos jugadores que salvo por un par o tres jugadores, no me provoca ninguna emoción, identificación o admiración. Peor incluso cuando piensas en equipos porque salvo apelos al romanticismo de la memoria y la emotividad (¡ahí mi Estu!) tampoco se guardarán ni en mi cabeza ni en mi disco duro (Aquellos Sacramento Kings).

Un baloncesto insustancial, alejado, no sólo porque hoy no haya público en las gradas, sino porque de tanto alimentar una burbuja mediática de estrellas y galaxias ha acabado por desconectar a la afición, evitando la identificación entre jugadores, equipos y sentimientos. Todo ello por un juego más burdo, entregado al big data del aprovechamiento de las posesiones y balanceado hacia la exhibición personal por encima de la colectiva. Por todo esto, la victoria de España en el último Mundial y como la consiguió resulta tan estimulante.

Pero volviendo al sofá junto a mi hermano están los partidos que guardamos en nuestra memoria. Algunos los tenemos almacenados en discos duros y pueden ser recuperados. Otros simplemente son evocaciones de recuerdos. Empiezan por un "¿te acuerdas de aquel día...?" y terminan con más anécdotas, con otros partidos. Hablando de una peli o de un libro. Y aquel All Star de 2001... Es que aquel Partido de las Estrellas... opino que no ha habido ninguno igual.

Por la retransmisión de Montes y Daimiel con lo cual ya garantizas el éxito en divertir y trascender. Pichichi Robinson, Melodía de seducción Spreewell o Hilo de seda Houston. Menuda guasa que tenía el hispano-cubano y cuánto lo échamos de memos.

Por aquella NBA de cambio de siglo y cambio de época tras la dictadura de Air Jordan. La NBA de las estrellas emergentes que rascaban los contratos de patrocinio de su Majestad y luchaban por ganar su dominio en la liga y su espacio en el Olimpo. Kobe Bryant. Allen Iverson. Vince Carter. Kevin Garnett. Shaq O'Neal. Tim Duncan. Ray Allen. Antes de la segunda vuelta de el Mesías. Era la NBA de la disputa ideológica baloncestística: Por un lado en el Este, entrenadores con una visión más cartesiana basada en el control del juego y en la predominancia de la defensa. En el Oeste sumas de talento que venían a alimentar las ganas por ganar anotando de otro tipo de entrenadores que poblaban los banquillos. Ambas visiones fuertemente enfrentadas e identificadas. Nosotros recuerdo, más en la línea del espectáculo. Ahora miras el palmares y no ha habido tanta diferencia entre Este y Oeste, entre el resultado por una u otra concepción.

Lo que hace especial a aquel partido y que luego salvo en un par de ocasiones más no ha vuelto a igualar, fue la competitividad. Ambos equipos con todos sus jugadores involucrados en sumar la victoria. Y así bajo esa presión fue subiendo el nivel de juego por ambos lados para ir pasando de las acciones festivas y recreativas (que provocaron no pocas pérdidas en ambos equipos) a un partido en serio.

Larry Brown como entrenador del Este apuntaló su libreto frente al más libertario de Rick Adelman cerrando la zona con Dikembe Mutombo. El pivot zaireño se hizo dueño de su canasta ante la batería de talento que mostraba el Oeste atrapando 22 rebotes y bajando con su presencia los porcentajes rivales. Fue decisivo para el resultado final.

Allen Iverson resulto el MVP. El antihéroe gangsta representaba todo lo opuesto a Michael Jordan (y alguno de sus legítimos herederos como Kobe Bryant) y en su tierra lidero la ofensiva del Este encontrando en Marbury, Carter o Ray Allen sus mejores aliados. Por contra, en el Oeste Bryant, Duncan y Garnett hacían de las suyas.

Con el paso de los minutos, los cuartos y los parciales el partido fue ganando en intensidad hasta un último cuarto espectacular. En él el acierto no fue esquivo sino más incisivo aún dejándonos momentos de pasmosa anotación y brillantez en el juego ofensivo que tenía que lidiar con un vigor defensivo máximo.

Y todo ello protagonizado por jugadores reconocibles y con carisma que hoy por hoy no veo en la NBA. No sólo eran buenos (buenísimos) sino que los veías y congeniabas con ellos. Sus orígenes y recorridos vitales pueden que sean los mismos pero la forma en la que aquellos jugadores transmitían no aparece ni por asomo en los grandes totem de la liga hoy en día.

Quizás no sé, estábamos muy melancólicos y nostálgicos como parece propicio el período navideño. Pero frente a sentarme a ver un partido actual me llama la atención, me motiva mucho más, indagar en la memoria y recuperar aquellos maravillosos años donde los jugadores, aún inalcanzables, eran de carne y hueso. Y el baloncesto, aún insuperable, era un deporte por encima del espectáculo, el dinero y la fama. Un juego del que disfrutar botando en la pista, en la consola y disfrutando de la competición.

 

viernes, 27 de octubre de 2017

Aquellos Sacramento Kings



Corría 1998 cuando en el draft de la NBA, Sacramento Kings, elegían a Jason Williams en el número 7 producto de la Universidad de Florida. Llegaba a un equipo incipiente, nuevo proyecto de los hermanos Maalouf, que de la mano de Geoff Petrie como General Manager, y de Rick Adelman como primer entrenador, trataban de poner a Sacramento en el mapa baloncestístico americano.
Junto a esta elección del draft también llegaba Chris Webber. El genial ala-pivot de talento descomunal, pero marcado por su etapa en Michigan (equipo de los "5 magníficos" y aquel tiempo muerto, sin tiempos muertos que costo el título a los “Wolverines”) y de su relación con Pj Carlessimo en Golden State. Aquella temporada del lock-out la incidencia en victorias fue mínima, pero se vio como el estilo desenfadado y espectacular llegaba a esta franquicia y se podía ver como periódicamente alguna de sus jugadas aparecían en los resúmenes de las mejores jugadas de la NBA.


Pero fue 1999 cuando los Sacramento Kings se hicieron un hueco en el corazón de todos los aficionados. El espectáculo era su seña de identidad, y bajo esta premisa reunieron en el equipo una amalgama de talento ofensivo jamás vista en una sola franquicia NBA.
Cuando hoy vemos a los nuevos “super” equipos como Cleveland Cavaliers o Golden State Warriors sumando jugadores con All Stars parece lejano el recuerdo y legado de aquel equipo que a finales del siglo pasado y principio de éste maravillo en base a un estilo preciosista donde la virtuosidad no estaba reñida con el objetivo, y lo efectista se convertía en efectivo. Aquellos Sacramento Kings eran una forma novedosa en el tiempo más cercano para formar un equipo de baloncesto, pero recordaba a los años de la ABA, y aquellos 70s y 80s que pusieron los cimientos para el seguimiento de la mejor liga del mundo. Todos, los buenos aficionados, recordamos con cariño quien pudo disfrutarlos y con admiración quienes lo hacemos en le tiempo, a aquellos equipos que se pusieron el espectáculo por montera y ofrecían diversión y talento a raudales para configurar el baloncesto profesional como una opción más, y la más especial, de ocio televisivo en Estados Unidos y luego ya en todo el mundo.
Jason Williams, Doug Christie, Corlis Williamson, Chris Webber y Vlade Divac, eran los titulares. Bobby Jackson, Dan Martin, Nick Anderson, Pedja Stojakovic, Jon Barry, Lawrence Funderburke, Scott Pollard, eran los suplentes. Todo lo que rodeaba al equipo más espectacular de la NBA era maravilloso: las predicciones apocalípticas de Funderburke, las patillas y el estilo de Pollard, la celosa mujer de Christie, la infancia y adolescencia de Williams, las peripecias entre las fronteras y nacionalidades griega, serbia y bosnia del jovencísimo Stojakovic o los antecedentes leoneses del mítico Pete Carrill, asistant coach de Adelman, y que llegaban a nosotros con las fantásticas retransmisiones de esos cracks de cracks como eran Andrés Montes y Antoni Daimiel.



Año a año más aficionados se volvían locos cuando tenían la posibilidad de ver un partido de los Kings. La camiseta con el 55 de Williams era la segunda más vendida de toda la NBA y jugadores del equipo acaparaban nominaciones (Webber, Divac, Stojakovic, jugadores de la semana, del mes, All Stars...). El Arco Arena se llenaba noche tras noche acumulando la mayor racha de llenos consecutivos de la historia del deporte americano (316 llenos consecutivos). La gente disfrutaba con su equipo y presumía.

Sin embargo la ambición de los Maalouf no se veía saciada, sobre todo porque el equipo no acababa de tener un balance alto en temporada regular, y siempre en en primera ronda topaban contra el claro favorito (Spurs, Lakers de O' Neal, Jazz de Stockton & Malone). Siendo especialmente dura la del año 2001 cuando en 4 partidos los Lakers destrozaban a los capitalinos del estado de California.


Esto promovió el traspaso la misma noche del draft. Cuando Jason Williams fue enviado a Memphis Grizzlies, a cambió de Mike Bibby. El pequeño base de la Universidad de Arizona, hijo de Henri Bibby, de un talento ofensivo demoledor, pero más cerebral que Williams.
El cambio fue inmediato. Sacramento paso a rondar las 60 victorias y el ansiado anillo comenzaba a engarzarse en torno a los dedos del equipo que más enamoraba por su juego en la NBA. Las plantillas que se fueron reuniendo eran tremendas. El talento ofensivo era cada vez mayor. Eligiendo ya en posiciones retrasadas del draft, jugadores como Hedo Turkoglu, Darius Songaila, Gerald Wallace o Kevin Martin apuntalaban la riqueza ofensiva de los Kings. Llegaba un Brad Miller que sustituía de manera brillante al retirado Divac. Durante 6 años Sacramento anotaba más de 110 puntos de media y lideraba el ránking de asistencias con más de 30.

El juego era primoroso. De una perfección exquisita. Movimiento de balón concreto y preciso. Movilidad de los jugadores desde y en todas las posiciones. Arte hecho baloncesto. Con una retro alimentación clara ya que cuanto mejor atacaba más defendía, y si defendía bien, corría y anotaba con más ahínco.




El momento culmen fue el playoff de 2002. Tras barrer a Utah Jazz (equipo ya en declive) y a Dallas Mavericks (en ascenso) la Final de Conferencia Oeste les enfrentaba a Los Angeles Lakers. La serie estaba caldeada. Se vendía como el enfrentamiento snobs vs. catetos (palabras de O´Neal) y se prepararon las noches de los cencerros en el Arco Arena. La eliminatoria era reñida. Se llego al quinto partido en el Staples con empate a 2, habiendo vencido siempre los caseros, con especial mención a aquel triple en el último segundo de Robert Horry en el segundo tras el palmeo a donde no debía haber nadie de Divac. Así era ese extraño elemento llamando Robert Horry. Pero aquí un gran partido de Chris Webber, Mike Bibby (canastón final) y Divac daba el punto a favor de Sacramento. A los 4 días se veían las caras en el Arco Arena. El partido fue equilibrado y se llego al tiempo de prórroga. Allí se impuso el artículo 34. Shaquille O'Neal llego a los 35 puntos, 12 en ese período extra, y empataba la serie.


Pero en el séptimo la mala suerte se cebo con Sacramento. Stojakovic inconmensurable en todos los playoffs, venía tocado desde el 4º partido. Y en el definitivo sus porcentajes bajaron ostensiblemente. Stojakovic fallaba, mientras que Fox, Fisher o George cumplimentaban a Bryant y a Shaq como Phill Jackson quería. Los esfuerzos de Bibby y Webber fueron baldíos. L.A. llegaba a la final de la NBA para barrer en ella a New Jersey. El sueño de los kings estuvo cerca, muy cerca, pero se convirtió en pesadilla.


Con los años se ha sabido mediante a declaraciones off the record y reportajes especializados que en la NBA no querían una final entre Sacramento Kings y New Jersey Nets.
Para el comisionado David Stern y las franquicias no era recomendable arriesgarse a que la final bajará las audiencias televisivas en Estados Unidos, algo que jugándosela dos equipos de ciudades menores y con pocos aficionados fuera de sus entornos se antojaba como más que probable.
Se ha hablado de asignaciones arbitrales dudosas y en algún momento en el que he visualizado aquellos partidos, especialmente el sexto en el Arco Arena de Sacramento, se puede decir sin tapujos que hubo una conspiración, que hubo una línea arbitral para favorecer el pase de los Lakers. Faltas dudosas de los pivots de Sacramento, body-checks muy agresivos sobre la salida de bloqueo de Stojakovic que había sido un martillo pilón toda la serie y que no fueron castigados. E incluso varias jugadas en los últimos minutos de tiempo regular en los que extrañamente los relojes de posesión variaban quitando entre uno y dos segundos a los locales y otorgándoselos a los visitantes.
También en el séptimo y decisivo se sucedieron decisiones arbitrales dudosas que favorecían a la “fiebre amarilla” y que impidieron la que hubiera sido primera final de Sacramento (la franquicia ya jugó varias en los 50, logrando el título en 1951 en la ciudad Rochester (estado de Nueva York) bajo el nombre de Royals).




Desde ese momento la franquicia vive en retroceso. No se han vuelto a alcanzar el número de victorias en regular session, y en playoffs no ha vuelto a estar cerca del anillo -de hecho, ahora lleva 5 años sin alcanzar la post-temporada-. Los míticos jugadores han ido saliendo, siendo sustituidos por jugadores más mediocres en cuanto talento, e incluso discutidos en la liga. La reconstrucción sigue en marcha, y también salió Rick Adelman. De un baloncesto espectacular se ha pasado a las catacumbas de la NBA. El equipo aburre y no gana. Y pasarán varias temporadas hasta que vuelva a entrar en playoffs.


Pero Sacramento Kings fue el enganche a la NBA de toda una generación. Ha sido el equipo que mejor baloncesto colectivo ha practicado por encima de Lakers o Bulls. Siempre guardará un hueco en nuestro corazón, aunque ahora se turbe. Y es que el deporte es un espectáculo, una forma de ver la vida y nunca la hubo tan bella. Sacramento Kings y toda su organigrama emprendió una forma de crecer basada en el talento y el espectáculo, en hacer disfrutar a sus fans y a todos los aficionados. Gracias por hacer del basket arte.


Ahora de vez en cuando salgo a la calle o voy a una cancha con una camiseta de Jason Williams en Sacramento Kings. Voy orgulloso porque más allá de la victoria o de la derrota, esta la filosofía. El ansía de trascender y ser importante y especial para mucha gente por el modo de entender la vida, el deporte y el baloncesto en este caso. Y por ser coherente y fiel a un estilo.

Como dijo una ocasión Antoni Daimiel: "Si queréis conquistar a una chica, lo mejor que se puede hacer es invitarla a ver un partido de los Kings"


sábado, 30 de agosto de 2014

Copa del Mundo de Baloncesto, España 2014


El serbio Milos Teodosic, eliminado en 4os a España en el último Mundial, Turquía 2010

Del 30 de agosto al 14 de septiembre se celebrará en España la decimo séptima edición de el Campeonato Mundial de Baloncesto de la FIBA. Durante esos 15 días las 24 selecciones clasificadas se disputarán la Copa Naismith, (nombre del trofeo que se entrega al campeón en honor al profesor Naismith, inventor del baloncesto) en uno de los eventos deportivos que más interés despiertan a nivel mundial.

Las distintas sedes, repartidas por toda la geografía española, albergarán los hasta 78 partidos que se van a disputar entre los distintos competidores. Sevilla, Bilbao (donde disputará sus partidos Estados Unidos), Gran Canaria y Granada (donde lo hará la anfitriona, España) serán los emplazamientos para la primera fase, quedando Madrid y Barcelona como sedes de las eliminatorias directas, y Madrid como ubicación del último fin de semana para la disputa de las medallas.

El Campeonato Mundial de Baloncesto, o “MundoBasket” como gustan de llamarlo en latino América, ha vivido a lo largo de su historia momentos llenos de pasión, polémica e incluso de tensión política. Yugoslavia (en sus diferentes nominaciones) es el país más laureado con 5 campeonatos, seguido de Estados Unidos con 4 y la U.R.S.S. con 3. Precisamente ambas potencias trasladaban sus diferencias a la cancha de baloncesto y durante los años 70 y 80 protagonizaron momentos épicos en el que los jugadores universitarios estadounidenses, con nombres como Doc Rivers, Pinone o Alonzo Mourning, no conseguían batir ni a una Yugoslavia con nombres como Drazen Petrovic, Vlade Divac o Toni Kukoc, ni tampoco a una URSS en la que sobresalían nombres como Arvidas Sabonis, Belosteny, Volkov o Tkachenko. Así estas selecciones, con la añorada Brasil de Oscar Smichdt, se repartieron los primeros títulos mundiales, hasta la entrada en 1994 de los jugadores NBA profesionales de Estados Unidos que con jugadores como Shaquille O’Neal, Reggie Miller o Kevin Durant consiguieron desarrollar todo su potencial.

Aunque la entrada de muchos jugadores internacionales en la NBA ha subido el nivel de otros países y provocando sonoras derrotas contra Argentina, la Yugoslavia de Stojakovic y Bodiroga, la Grecia de Spanoulis o la Alemania de Nowitzki, Estados Unidos siempre son considerados los máximos favoritos. Para esta ocasión jóvenes talentos como Stephen Curry, Derrick Rose o Kyle Irving tratarán de demostrar su supremacía y su juego más rápido y físico, lo que siempre proporciona acciones espectaculares.

No será fácil para Estados Unidos revalidar su título conseguido en Turquía en 2010 y otras potencias como la Argentina de Ginobili y Scola, una remozada Brasil con jugadores NBA, la actual campeona de Europa, Francia o las siempre competitivas Croacia, Lituania, Grecia y Serbia intentarán batir a la potencia mundial del baloncesto.

Pero será la anfitriona, España, el máximo rival a priori para Estados Unidos. La conocida como “ÑBA” quiere sumar su tercer título mundial (fue Campeona del Mundo en Japón en 2006 y además Campeona del Mundo Junior en 1998) en casa y despedir así a su mejor generación en el que será casi seguro, su último gran torneo.

España que ha tenido una relación de amor-odio con el baloncesto, con grandes generaciones como la de los 80 (bronce mundialista y plata olímpica) con fiascos y derrotas como en los años 90, vive ahora su mejor momento. Recientemente doble campeona de Europa (2009 y 2011), Campeona del Mundo en 2006 y con dos platas Olímpicas (2008 y 2012) frente a Estados Unidos, poniéndoles muy difícil las cosas y dejándonos algunos de los mejores partidos de la historia del baloncesto.

Pau Gasol (doble campeón NBA, jugador de Chicago Bulls) como gran estrella lidera una generación de jugadores envidiable entre las que destacan su hermano Marc Gasol (Mejor Defensor NBA) de los Memphis Grizzlies, Serge Ibaka (Oklahoma Thunder), José Manuel Calderón (New York Knicks) o Ricky Rubio (Minnesota Timberwolves) todos ellos disputando la NBA y siendo importantes. Incluso el resto de jugadores que disputan la liga doméstica (ACB), casi siempre en Real Madrid o FC Barcelona, han llegado a la NBA y ahora tienen gran consideración como Juan Carlos Navarro, Sergio Rodríguez (MVP actual de la Euroliga), Felipe Reyes o Rudy Fernández. Todos juntos conforman un equipo sólido con grandes individualidades, muy competitivo y en el que se mueven más como amigos que como simples compañeros.

Como ves España va a ser el centro de atención las próximas dos semanas poniendo de manifiesto su gran capacidad para la organización de eventos internacionales, su potente y variada oferta turística de renombre mundial y el calor de su gente en la disputa del Mundial de Baloncesto, que nos dará un nuevo Campeón del Mundo en uno de los deportes más seguidos y espectaculares.


Artículo en inglés aquí.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Jason Williams se retira


Amanecimos con la noticia de que Jason Williams se retira. Centrándonos únicamente en el aspecto deportivo esta amarga noticia pierde parte de la sorpresa que estimula en primera impresión. Jay-Will ya no era el fantástico y espectacular jugador de sus primeros 3 o 4 años en la liga. Su juego muto merced a la acción de entrenadores como Hubie Brown o Pat Riley para convertirse en un base más eficaz, alejado de los resúmenes de mejores jugadas pero más efectivo a la hora de sumar la victoria. Williams entendió que sin su gurú particular, Rick Adelman, y primero en plantillas poco competitivas como la de Memphis cuando fue traspasado en 2001, el arte y creatividad de su juego no tenia correspondencia. Y ya cuando consiguió un grupo mejorado -primero en Memphis junto a Pau Gasol y la inestimable ayuda de Hubie Brown- y más tarde en el traspaso con Miami Heat, la presión por conseguir mejores marcas en regular season y sobretodo ganar el anillo junto a Shaq y Wade dejo muy postergados los recursos fantasiosos del base formado en la Universidad de Florida. En cambio la efectividad y capacidad de lectura de juego de Jason Williams fue aprovechada por aquellos Heat de Pat Riley para alimentar el ego del engominado "coach" y las ingentes cantidades de balones que solicitaban tan ilustres compañeros. Aún así, Williams dejo algunas acciones plenas de belleza con la camiseta de Grizzlies y Heat, muchas de ellas en playoffs y en esa final victoriosa contra Dallas en 2006.

Pero esto fue después de que Jason Williams saltará a la cancha de la NBA siendo nº 7 del draft de 1997, y a base de espectáculo, improvisación, talento y desenfado nos metiera a todos en el bolsillo. A sus compañeros, asqueados de derrotas, a un técnico siempre considerado poco dado al showtime como Adelman, que sin embargo supo que construir en torno a Williams y al ala-pivot All Star Chris Webber, a la ciudad de Sacramento, a todo el público y periodistas de la NBA, y a todos aquellos que teníamos oportunidad de ver algún resumén, por pequeño que sea, en el que se mostraban las virtudes del genial base nacido hace 21 años en aquel momento, en Virginia Occidental. Recuerdo un partido frente a San Antonio Spurs, en ese momentos campeones tras la temporada del lock-out, narrado por Montes y Daimiel, en el que el número 55 volvió loco y esquizoide el juego hasta sumar la victoria para el casillero King. En un alarde de intensidad y talento, Williams puso la primera piedra para enamorarme del basket. Se gano a todo el mundo; en tiempos de Jordan, Shaq, Duncan, Kobe o Garnett fue dos años seguidos la camiseta de la NBA más vendida en la tienda de la Quinta Avenida de New York, todo ello y el reconocimiento mundial sin ser nominado al All Star. Luego ya vinieron muchos más partidos, acontecimientos como aquel pase con el codo en el partido de rookies, o demostraciones genuinas y espectaculares de su talento, improvisación y baloncesto hecho arte.



Con un anillo engarzado en su tatuada mano, Jason Williams deja el baloncesto justo después de firmar como agente libre por los Angeles Clippers. Allí iba a ser el base suplente de Baron Davis según había hecho público Mike Dunleavy. Quizás el hecho de saberse no importante en la rotación de su nuevo equipo sea una de las causas posibles de su marcha de las canchas NBA con 32 años cumplidos. Si es así se suma a por lo menos otras dos causas, que sin duda, han forzado la situación: Por un lado, esta claro, que los problemas en los isquios que "White Chocolate" ha arrastrado las dos últimas temporadas han lastrado su juego, sus minutos y su importancia en la NBA. Y también es evidente que Williams ya no se sentía tan único e íntegro como cuando llego a la liga en 1997. El cambio en su juego, en mi opinión rompió su alma, y convirtió su pasión como era el baloncesto en un perpetuo bostezo, negándole y negándose el mismo, la importancia que el juego, tal y como lo entiende él, con su parte de espectáculo y diversión, tiene en su vida. Padre de una hija, su personalidad siempre misteriosa y tímida, no aporta tampoco posibles causas del abandono. Olvidados ya sus episodios de problemas con las drogas tanto en su periplo NCAA como en Sacramento, Williams había rechazado este verano al menos tres ofertas del basket europeo (Maccabi pujo por él seguro, y he leído que Olympiakos y CSKA preguntaron por él a su agente) y algunas varias de la NBA (entre ellas una de Minnesota y otra de Sacramento).

La noticia es un punto negativo en una temporada NBA que se presenta apasionante. Particularmente me ha dejado frio y tendido, como si me hubieran robado parte de mi alma y corazón, porque así ha sido. No es frivolo decir que el baloncesto hecho por Williams y su filosofía del juego y la vida, me ayudaron a entender no solo el deporte de la canasta, sino también a adaptarla para encaminar mi existencia con esos valores que veía ante mí, en haces de luz y música.





















Mi esperanza es que esto no es definitivo. Qué Jay Will va a recuperarse de sus problemas físicos, recuperar su ánimo y volver, cuál AVE FÉNIX, para volver hacerme a mirar todos esos videos, a dedicarle un post en el blog, a buscar insistentemente su camiseta de Sacramento Kings. De aquellos Kings, con el número 55, que me engancharon a este deporte. Hasta pronto JASON WILLIAMS.

lunes, 9 de junio de 2008

Sillon Ball

Fue el domingo jornada de descanso y escasa repercusión. Anta la improbabilidad manifiesta de revivir mejores momentos aprovechamos el montón de acontecimientos deportivos para con tranquilidad, pasión y cierto grado de desorientación empeñar las horas en disfrutar de todos aquellos ídolos del deporte español actual, acompañados de estrellas de calibre internacional e histórico.

Empecemos. GP de Catalunya en Montmelo. Por TVE. Primera carrera de 125 que casi ni vi. Realizando las tradicionales tareas hogareñas y procurándome desayuno supe que gano un francés por la indomable suerte de oír la Marsellesa. Eso sí que es un himno y no lo que nos gastamos por estos lares. Siempre que juegas con Francia, el primer gol o la primera canasta se la marcan con el himno. En 250, Bautista que me cae fenomenal y es un gran piloto mostró una vez más que no esta fino, o que no tiene suerte. Cedió la carrera a 3 vueltas del final en favor de un italiano. Desde Giacomo Agostini y Ángel Nieto, España e Italia nos estamos dando bien de cera en el Campeonato del Mundo de Motociclismo. Y para terminar Moto GP. Pedrosa, uno de esos deportistas españoles de nueva hornada venció y domino absolutamente una carrera desde la primera curva. Por detrás el gran Valentino Rossi luchaba con el campeón del Mundo Stoner por ser segundo. Pedrosa es un grande, pero Rossi, ya no se queda en el mejor piloto de la historia; es algo más, un referente, un personaje histórico, un hito social. ¡¡Qué grande eres Rossi!!













Llegamos a la sobremesa con un plato fuerte, fortísimo: La final masculina de Roland Garros. Federer vs. Nadal; el mejor tenista de la historia (y sólo tiene 26 años) contra la posibilidad de vencer por cuarta ocasión consecutiva en París (e igualar a Bjorn Borg). ¡¡Qué partido!! ¡¡Qué manera de vencer!!. Sin dudas, pleno de confianza, moral, más que en forma. Así jugo un Nadal que dejo los plenos de calidad intentos de Federer en simples anécdotas. Puntos inverosímiles, passings, algún globo soberbio que dibujan en el rostro de Roger la desesperación por dejar para otro año el logro del Grand Slam. Nadal es otro nombre de esa élite deportiva española que nos enorgullece y apasiona. Roger Federer es también un talento innato y otro deportista para la historia.

















Y uno más de esa lista es Fernando Alonso. No está siendo la mejor temporada para el asturiano en un coche bastante pobre lo que le obliga a arriesgar en demasía. Ese hecho y también que no esta teniendo la suerte necesaria le están provocando demasiados fallos. Muchos para un doble campeón mundial. En el GP de Canada, al igual que en el de Monaco, las condiciones de carrera y meteorológicas le favorecían pero al final no hubo manera de adelantar a Heidfeld y Alonso tuvo que retirarse tras sufrir un accidente. El alemán de BMW acompaño en la victoria a su compañero de equipo Robert Kubica. El polaco un año después de casi matarse en el mismo circuito, sumo su primera victoria. Me encanta como pilota este hombre y sería genial que ganará el Mundial, cosa que no me extrañaría si Hamilton y Raikkonen siguen igual. El fines tuvo que retirarse tras destrozarle el coche Hamilton que no vio el semáforo rojo ante el que estaba parado el de Ferrari. ¡¡Qué risa!! ¡¡Qué ganas de desaogarme!! jaja, de verdad que no soporto al británico y ni valoro sus gestas, así que cuando la caga (y son bastantes veces) las disfruto a tope.














Ya en la madrugada, segundo partido de la Final 2008 de la NBA. Celtics vs. Lakers. Y Pau Gasol que le hace otro mate remontando linea de fondo en las narices de Garnett. Solo por eso valió la pena levantarse y encender el ordenador (había que verlo por Internet). El partido se lo llevaron los de Boston con bastante injusticia por mi parte, ya que aunque no anduvieron finos los Lakers, lo cierto es que el bagaje arbitral se fue cobrando víctimas angelinas. Los celtics acudían como un reloj a la linea de tiros libres, mientras que Bryant, Gasol u Odom recibían golpes y golpes sin sumarse la victoria. El arbitraje en los playoffs está siendo muy cuestionado, casero y bastante protector con el defensor, pero lo de estas final raya el esperpento en la mejor liga del mundo. Imagino que en los 3 siguientes los lakers ganarán, porque mejorarán y porque encontrarán también sus ayudas arbitrales. Vamos Pau, otro deportista nombre propio del futuro en España, que nos hace trasnochar con su tremenda calidad y humanidad.



Y esta mañana el último aperitivo. Preolímpico de baloncesto femenino en Madrid. Y España a buscar su plaza. Aparte de polémicas todos con nuestras chicas. La Sexta va a retransmitir el torneo con los comentarios de Andrés Montes, Iturriaga e Irene Herradas. Vaya cachondeo. En la pista a espera de rivales más fuertes, 113-42 a Fiji. Valdemoro, Montañana, y las jóvenes Torrens, Revuelto, Abalde, Nicholls, Domínguez, ¡¡Qué equipazo!! ¡¡!Qué futuro!!. Es el deporte femenino el gran olvidado en nuestro país pero con nombres como estos y los de otras figuras como Mayte Martínez, Marta Domínguez, Almudena Cid o las chicas del hockey hierba y demás luchadoras de la pista, el tatami, la piscina o el tartan es un honor ser español.



Todos y todas a por todo en Pekín.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...