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martes, 15 de febrero de 2011

La peli de hostias definitiva: The Expendables


Todo el que me conoce sabe mi debilidad por el cine, sobretodo de acción, y ya dentro de este género la variable más extrema que yo he definido como Cine de Hostias. Esas pelis que de manera eficaz y rapida, y sin lugar a dudas, cumplen con su propósito de divertir en base a un ejercicio de resolución de conflictos fundamentado en el poderío físico y armamentístico, en la última palabra y en que las secuencias de acción, como persecuciones de coches, tiroteos, explosiones o peleas de artes marciales hacen que mentes como la mía se olviden de las visicitudes de Schopenhauer o Stendhal, del debate político y cultural sobre las descargas (por supuesto, que me la he descargado y la he visto en mi pc) o de la cotidianiedad, y disfrutemos con mayúsculas en la versión extrema de la película. Y hoy mi tedio y taciturnidad se han transformado en excitación violenta y cachonda gracias a Los Mercenarios.

Resumir la sinopsis no tiene gran mérito, porque esta serie de películas suelen funcionar con unos patrones y artesonados narrativos sencillos e incluso simples. En los albores del sub-género las muy recomendables Die Hard (lo que aquí alguién atiborrado de anfetas decidió llamar Jungla de Cristal), si que aparecieron los suficientes giros en el argumento, pero las visicitudes de John McClane que llegan hasta nuestros días, resultan la excepción que confirma la regla.

Puestos a recordar las Alertas Máximas de Steven Seagal o los blancos humanos de Van Damme (ambos las dos grandes ausencias en el reparto de la película en cuestión) y otros muchos ejemplos del cine de los 80 y 90 tenían como cualidades una exposición sencilla: unos malos muy malos que tratan de aniquilar y reducir a escombros la sociedad actual, amenazando salvajemente a la desguarnecida población civil casi siempre con el ánimo de lucro como fin último de sus actividades. Contra ellos, antihéroes que se convierten en héroes añadiendo la valentía y el tufillo redentor a unas personalidades oscuras y aun sinfin de capacidades, normalmente adquiridas en la marina y la Guerra de Vietnam, que pueden ir desde las sempiternas artes marciales, el uso de explosivos, tácticas de combate o incluso psicología. Pequeños toques de humor debidos a la socarranería y el sarcasmo del protagonista (siempre un ejemplo de virilidad) y ciertos momentos de critica política y social condimentan una ensalada que suele resultar muy apetitosa en taquilla, pero absolutamente insípida para la crítica.

Lo cierto es que este genero de acción tiene en bastantes de nosotros, ya sabéis, hombres jóvenes de menos de 35 años, que crecieron en los 80, a un gran público devorador de estos filmes cuando llegan al cine, al dvd, al pelis-yonkis o cuando en tardes y noches de desidia y aburrimiento decidimos aligerar el peso de nuestra intelectualidad al simple disfrute de una buena pelí de entretenimiento.

Y algo así es lo que me ha sucedido a mi esta tarde, toda vez que llegado del curre, atenazado por el frío y con cierto cansancio, me he metido una dosis de balas, soez palabrería y violencia gratuita sin contemplaciones, firmada (guión, dirección co-protagonismo) por el mismo Sylvester Stallone.

The Expendables, o como otra mente enferma a titulado en España, Los Mercenarios, cumple perfectamente con su apuesta y encargo: divertir. En 2009 se rodó esta obra que indudablemente será considerada una obra de culto, un mito y ejemplo de lo que el cine de acción puede llegar a ofrecer, y que funciona de manera solvente ante la pantalla. Seguro que pululan las criticas que la destrozan por todos los lados, pero a mi que quieres que te diga, la puse con una esperanza, que me divertiera y me evitará caer en el tedio, y lo ha conseguido.

El argumento: No lo voy a destripar. Una recomendación: vedla!. Porque el principal argumento y motivo de esta película es divertir y servir como homenaje cachondo a todo ese cine ochetentero que ha hecho vivir muy bien a toda esta recua de musculitos.

El Montaje y dirección. Pues en poco rato he podido leer como ponen fino a un Stallone, del que sabemos perfectamente que tanto lifting y botox ha reducido a cero su capacidad mímica (algo tampoco muy díficil si recordamos Rocky I). Podéis leer que la peli esta mal rodada y tal y cual, pero yo no opino lo mismo. La película se cuenta visualmente para servicio de los actores y en ella todos salen bastante bien parados. Yo también veo las semejanzas con la manera de dirigir de Michael Bay, también denostado y que a mi me parece sublime (recordad Pearl Harbor, La Roca o Armaggedon) y todo plano resulta convincente. Sólo hubiera faltado algo más de destreza para sacar más partido a las coreografías de peleas de Jet Li o de Jason Statham, sobretodo cuando estamos tan acostumbrados a admirar el partido que les sacan (Nacer para morir del chino o la saga Transporter en caso del británico).

Y en cuanto al reparto, qué. Pues salvo las ausencias por desabenencias "artisticas" de Steven Seagal o Van Damme todas las grandes estrellas del género aparecen. Aparecen los clásicos como el propio Stallone o el mítico Dolph Lundgren; forzudos reconocibles de otros productos violentos como Austin, Couture o Crews. Mike Rourke aplica el libreto de El Luchador para dar sentido moral con su interpretación a la película, momento en el que en un alarde de saberse reír de si mismos nombar una conocida marca de vodka cuya imagen publicitaria les presta Bruce Willis. Y dos clasicazos como el gobernador Schuache y el propio Bruce Willis (Sr. Church) nos dejan un diálogo a tres bandas con el propio Stallone, que alejado del lirismo y la retórica de Shakespeare, se lanzan pullas por dos minutos plétoricos que son más que justificados para pagar una entrada. Y también tenemos a las dos estrellas actuales del cine de acción, Jason Statham y Jet Li, para los que la película sirve como un paso de testigo de sus predecesores como líderes y santo y seña del cine de acción.

Incluso con tanta testosterona en ebullición no pueden faltar bellezas féminas, y de entre ellas destaca Giselle Itié.

Hasta la banda sonora tiene su punto con un tema final inigualable: El eterno himno de los Thin Lizzy, The boys are back in town:


En definitiva, decir que es una buena opción para tratar de aligerar la cotidianiedad, echar unas risas y relajarnos. No es la película para ver con tu chica el 14 de febrero, pero joder, lo que te puedes reír con ella (la película digo, mal pensados) y pasarlo bien, puesto que funciona como un homenaje y a la vez una válvula de escape para reírse de si mismos a todas estas estrellas del cine ochetentero. Sin duda ya guarda un lugar privilegiado en mi colección privada, como obra de culto, alocada, desenfrenada y de disparatada gamberrada, que te lo hace pasar en grande. Acción a raudales, un plantel que nos desmerece el sueño juvenil de ver a todos estos tipos duros juntos y muchas ganas de pasarlo bien y hacer pasadlo bien. Lo dicho: Vedla!

miércoles, 7 de abril de 2010

Yo no quiero esta democracia para mi



No dejo de oír, ver y leer en los medios alabanzas a la perfección de la democracia estadounidense tras la aprobación de la reforma sanitaria de Obama. Periodistas de toda categoría jalean las bonanzas de un sistema que ha sabido dar un nuevo sistema de salud para los Estados Unidos. Tal vez yo sea demasiado cínico, pero yo no quiero esta democracia para mí.

Ayer, viendo el debate previo a la decisiva votación los argumentos utilizados por los representantes, especialmente los republicanos, pero no exclusivamente, no podía reprimir cierto sentimiento de vergüenza. De forma vehemente sus señorías enarbolaban un discurso rancio y apolillado que siquiera las facciones más ultras en Europa se atreverían a usar. Entre muchas perlas, se oyó cómo un representante afirmaba de forma categórica que la aprobación de esta ley suponía la muerte moral de Estados Unidos y el fin de la libertad de este país. No contento con sus exageraciones, echó mano del miedo y afirmó que los viejos fantasmas del pasado se levantaban de nuevo: el comunismo volvía a suponer un desafío para los USA, ahora ya desde su interior. No merece la pena dar el nombre del político autor de estas afirmaciones, pues seguro que eso es lo que a él le gustaría. No creo que estos argumentos puedan ser considerados propios de un verdadero debate político e intelectual.

Por el contrario, los discursos a favor marcaron las carencias que el sistema democrático posee aún en el año 2010. ¿Cómo se puede permitir que la mayor potencia mundial no reconozca el derecho a la salud como un derecho universal? Porque no lo olvidemos, en los Estados Unidos, la salud ha sido y seguirá siendo un lujo, algo por lo que hay que pagar. Y esta nueva ley no lo modifica.

Entre los llamamientos a un voto positivo se escuchó la voz de una representante que criticaba las "pre-existent conditions", es decir, la fórmula por la que las grandes compañías de seguros podían rechazar a un enfermo si por sus condiciones -una enfermedad crónica, por ejemplo- no se alcanzara ningún beneficio. El problema había llegado a tal extremo que algunos seguros excluían a mujeres maltratadas, puesla violencia de género se consideraba como una "pre-existent condition", negando así el derecho a una atención médica adecuada a las víctimas de violencia familiar.

No, puedo pasar por la rueda de molino que afirma que debemos aprender de los Estados Unidos. Este país ha tenido en el limbo a más de 45 millones de personas, a los que se les ha negado de forma continuada un derecho humano. Esta nueva ley viene a paliar en cierta medida este agravio, pero eso no significa en absoluto que la sanidad pase a ser considerado un derecho público y universal, tal como lo es en Europa. La sanidad seguirá estando en manos privadas y, por si fuera poco, seguirá dejando en la indigencia sanitaria a los indocumentados, cerca de 15 millones de individuos que seguirán siendo no ciudadanos de segunda, sino de tercera o cuarta categoría a los que se estarán cercenando sus derechos más elementales.

Además, no entiendo esas jaculatorias que sostienen que ese gran debate es la expresión máxima de la democracia: los representantes de los Estados sirviendo a sus electores y defendiendo sus intereses por encima de la disciplina de partido. Cierto, muchos representantes demócratas han votado en contra de una ley que su propio líder había presentado. Pero, ¿ciertamente estos representantes defienden a sus electores? Uno puede dudarlo si analiza someramente cómo funciona este país.

La mayoría de la población hace caso omiso a los procesos electorales, que no hay que olvidar son muy costosos. Más bien, muchos políticos miraban a su bolsillo: no hay nada más que ver las cantidades desembolsadas por la industria farmacéutica y de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos que financian muchas de esas campañas y que, lógicamente, se habían posicionado contra esta reforma. Para perderse en los datos, se puede echar un ojo a la CNN.
Además, el 21 de enero de este año, la Corte Suprema abrió la veda a que las grandes corporaciones financien libremente y sin límites dichas campañas y gastos electorales. Como afirma Chomsky, esto supone poner, como mínimo, en un brete los fundamentos del sistema democrático.

Y es que no puedo comulgar con estas afirmaciones de alabanza continua. Lo repito: la democracia estadounidense ni es perfecta ni es la mejor ni es un ejemplo que se debe seguir. Otro dato que parecen olvidar estos nuevos conversos: el sistema político en este país no es que fomente el bipartidismo, es que está basado en él. Si en España nos quejamos de que la ley electoral favorece a los grandes partidos y discrimina a los pequeños, ¿qué sería de éstos en Estados Unidos?

Sí, la reforma sanitaria es un hito, pero no porque sea perfecta sino porque arregla un desaguisado que en nuestro tiempo es difícil de enterder que aún exista. Por si fuera poco, este cambio legislativo no entrará en vigor hasta 2014. Pues eso, que esta democracia no es para mí.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...