El pasado sábado Rajoy obtenía una pírrica mayoría parlamentaria para ser reelegido como Presidente y formar Gobierno, poniendo así fin a un año de tiempo añadido, gobierno y presidente en funciones. Lo hacía con el apoyo, indisimulado ya como siempre, de Ciudadanos y la abstención del PSOE, en un nuevo capítulo de su crisis interna, síntoma de la crisis del sistema. En contra el resto del arco parlamentario y sobretodo de millares de ciudadanos y ciudadanas que volvieron a Rodear el Congreso ante tanta indignidad y protesta por este golpe a la democracia perpetrado por las élites oligárquicas y los poderes fácticos del estado español.
Con
ello se cerró la ventana de oportunidad para el cambio
revolucionario que este país y sus clases populares ansiábamos y
luchamos por ello.
La inmodélica transición
legó un estado con graves deficiencias en democracia debido al poder
que las fuerzas reaccionarias conservaban de la dictadura fascista.
Esa presión hizo imposible dotar de mayor empaque a la estructura
democrática a la que España aspiraba. Así tenemos hoy un estado
dolorosamente centralista, sin una separación de poderes efectiva,
con una monarquía repugnante como regente del país, un ejército
claramente diocechista, fascista en sus mandos y sólo interesado en
dilapidar dinero público en armamento, para beneficio propio. Una
justicia alejada de unos ratios mínimante aceptables. Y todo ello
con una corrupción e inmoralidad instaladas en el cuerpo del estado,
porque quien no tiene miedo al castigo opera con absoluta
tranquilidad, alevosía e impunidad.
La Gran Recesión de 2007
ha traído un enorme problema social, que hoy todavía lejos de
recuperarse se continúa agravando. Si las políticas neoliberales
impuestas por Reino Unido y Estados Unidos en los 80 y seguidos con
ferviente convicción por no pocos estados europeos, entre ellos
España en los 90, fueron la principal causa de esta crisis,
perdón estafa, la adopción de esas mismas políticas como
solución ha ahondado y profundamente en las brechas entre las clases
sociales, prácticamente volviendo a instalar los estamentos en
nuestra sociedad.
Los gobiernos, socialista
de Zapatero y el “popular” de Rajoy han provocado un descenso
vertiginoso en el bienestar de los ciudadanos e instalado la
indignidad en el corpus político nacional. De propina Rajoy ha
agudizado el problema territorial de este país compuesto por varias
nacionalidades, volviendo a la centralización del estado y
mostrándose como vehemente y amenazante ante las expresiones de
soberanía y legitimidad que las naciones-estado de la periferia han
mostrado.
Frente a este estado de
las cosas. Frente a este avance en la indignidad de las personas, sus
sentimientos, derechos, libertades y bienestar, la sociedad civil se
hartó y decidió empoderarse y unirse en la lucha por la
superviviencia y la dignidad. Fue el 15M, y constituyo un
bloque de fuerzas sociales que de manera horizontal y mediante
presencia en las calles trataba de proponer un modelo revolucionario
buscando una alternativa por una España más justa, anti neoliberal,
anti fascista, anti estado-uni nacional. Más democrática en
definitiva. En frente el estado central, que percibimos como
corrupto, intransigente, opresivo, insensible, hostil, profundamente
anti democrático y tremendamente neo liberal.
La movilización fue en
auge y se formó un nuevo partido político, Podemos, que ha servido
más como válvula de escape de la indignación que como herramienta
de cambio, toda vez, que articulado la nueva opción política, y
entrando esta y sus dirigentes en las instituciones aminoró la
presión social planteando, equivocados ellos y dolientes los demás,
el trabajo institucional como único sector de trabajo con el fin de
cambiar la realidad de este país.
Tras todo ese ilusionante período y evolución se llegó a las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, con la oportunidad de articular una mayoría democrática capaz de cambiar el actual estado de las cosas y proponer políticas en las que el hombre y la mujer sean el centro de la acción política, así como su bienestar y dignidad.
Tras todo ese ilusionante período y evolución se llegó a las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, con la oportunidad de articular una mayoría democrática capaz de cambiar el actual estado de las cosas y proponer políticas en las que el hombre y la mujer sean el centro de la acción política, así como su bienestar y dignidad.
Quizás las
expectativas tanto ante esas elecciones como antes en el 15M eran muy
grandes. Ha habido errores en todo este tiempo por todos quienes
proponemos un modelo de izquierdas fuerte y una economía al servicio
de las personas. El mayor de ellos frenar la movilización social
durante los últimos 2 años y medio (exceptuando la Movilización contra el machismo y la violencia machista de noviembre del año pasado).
Pero lo cierto es que ese
objetivo de asaltar el poder y abrir un proceso revolucionario y
constitucional se ha frenado.
Rajoy sobrevive de nuevo
bajo la táctica del percebe, agarrado a la roca y liderando a un
Partido Popular que lejos de descalabrarse en las elecciones y en los
juzgados por su horrenda e intrínseca corrupción se ve ahora
reforzado, vivito y combatiente por dejar las cosas como están
y exprimir a la clase trabajadora hasta la extenuación para el
beneficio de las oligarquías.
No nos engañemos.
Obviamente la crisis del régimen tardo-franquista españistaní
no ha acabado. Hasta ahora se ha defendido como gato panza arriba
afilando sus uñas y lanzando zarpazos cada vez más viscerales y
lacerantes como puedan ser sus medios de disuasión vendidos al capital o legislaciones de blanco y negro como puedan ser la Ley
Mordaza, la LOMCE. También, posee, domina y usa los jueces, para
dictar sentencias a gusto del poderoso con un Tribunal Constitucional
y un Tribunal Supremo plagado de hombres de partido, tomando partido.
Sin embargo, la
podredumbre y la indignidad ya ataca los cimientos de este estado de
las cosas y han tenido mal que bien ir sacrificando elementos
concretos para parar lo que en su momento era un espíritu en las
calles, una revolución en marcha.
Cambiaron al viejo rey,
por uno más nuevo, más actualizado y presuntamente con mejor
prensa, pero lo cierto es que pese a las toneladas de papel empleado
la imagen de la Casa Real sigue por los suelos y la cuestión de la
Jefatura de Estado, cada vez tiene más debate y más voces en contra
de la monarquía.
Y ahora han tenido que
sacrificar a uno de los polos del bipartidismo para seguir manejando
el cotarro y seguir tratando de sacarnos del agujero cavando más
profundo. Esperando a que el capitalismo de amiguetes que hoy en día
es la economía mundial, genere otra nueva burbuja crediticia, que
pagará la siguiente generación, el sistema ha inmolado al PSOE y
cualquier posibilidad de una alianza post-electoral para dotar a
España de gobierno progresista, abandonar la suicida política de
austeridad impuesta por una Europa cobarde y antisocial y volver a
poner las instituciones, la democracia, al servicio del bienestar
común. De paso también se elimina la posibilidad de un proceso
constituyente que se necesita como el respirar.
Seguimos
siguiendo el guión establecido en Grecia, y el PSOE sigue a pies
juntillas el destino del PSOK su partido hermano griego. Ahora
con la abstención del pasado sábado en el Congreso (y la apertura
de expediente a quienes mantuvieron el No a Rajoy) se ha consagrado
una de las mayores traiciones en democracia por no hablar de una
falta a un compromiso electoral más lacerante de la historia
europea.
La crisis del sistema
anti social, anti humano que nos han impuesto sigue vigente. Pero
hemos perdido la oportunidad, por fallos, por egoísmos y por
lecturas erróneas, para abrir ya el proceso constituyente que
necesitamos y comenzar a cambiar el estado de las cosas para volver a
poner a la economía al servicio de las personas y no al revés.
Pero sobretodo si hoy no
existe esa posibilidad y no tenemos un gobierno de izquierdas es la
oposición de la estructura clásica y rancia, el poder económico,
financiero, mediático y político que ha trabajado incansable y en
la sombra y a la luz cuando ha hecho falta, para que el PSOE no se
sentará a crear un gobierno alternativo junto a Unidos Podemos, y
otras fuerzas de la izquierda, y que hubiera iniciado los cambios
necesarios (aumento del gasto social, fin de la austeridad,
fortalecimiento del sector público, búsqueda del pleno empleo no a
base de reducir salarios y aplicar precariedad, sino en base a buen
empleo y al conocimiento, con políticas de redistribución de los
medios de producción y las rentas y por supuesto una regeneración
democrática total).
La emergencia social así
como la retahíla de problemas que todos conocemos ya no pueden
esperar más, y sin embargo tendrán que esperar no se sabe hasta
cuanto.
Ahora toca seguir
luchando. Volver a las calles. Continuar informando y despertando
conciencias de que esto no puede seguir así y que tenemos el deber,
la posibilidad y las responsabilidad de luchar por cambiarlo. Toca el
tiempo de reflexionar pero de seguir activos para volver a generar la
ventana de oportunidad lo antes posible, por el cambio es necesario y
es inaplazable.
El problema es saber
cuando volveremos a estar en situación de que el pueblo pueda
empoderarse definitivamente. Como decía más arriba el PP, heredero
del franquismo, servicial perro de los amos, convencido y agresivo
neoliberal sobrevive y adquiere la legitimidad de la ignominia, la
corrupción y el asalto a la democracia de los poderes fácticos para
tratar de adormecernos y hacer del abuso su uso y de nuestros
derechos y libertades su capital.
Lo único que hemos
conseguido es que se quiten las máscaras y nos confirmen lo que ya
sabíamos: Que poderes ocultos, los mercados, los grandes oligarcas,
los poderes financieros, el capital y los poderes fácticos de
siempre, como la iglesia católica, confabulan y trabajar para seguir
oprimiendo al hombre y la mujer, a su libertad y a su dignidad.
Explotándonos, a nosotros y al medio ambiente para un único fin:
Mantener y aumentar su estatus.