Con un sol frio de
noviembre nos encaminamos una vez más a Madrid, a La
Riviera para disfrutar de un concierto heavy de una de las
grandes bandas del Metal europeo.
Desde hacía un par de
años mantenía la intención de ver en directo a Amon Amarth
y esa era la principal atracción del cartel compuesto en el que
Testament hacia de glorioso telonero y Grand Magus de
grupo a descubrir.
Trasladarse a Madrid,
luchar contra su funesto tráfico y encontrar aparcamiento cerca de
La Riviera para estar lo más cerca posible de la sala para el antes
y el después de los conciertos. Así tras las cervezas de rigor y
costumbre en las inmediaciones de la sala, entramos a las 7 y media,
cuando ya prácticamente acababa su actuación Grand Magus, por lo
que sólo podemos dejar constancia del buen ambiente que reinaba en
la sala y del muy buen metal de estos suecos desgranaban en sus dos
últimas muescas del setlist, con esa tan nórdica profesionalidad y
dejando un muy buen sabor de boca en base a un sonido redondo de hard
rock en su última “Hammer of the North”.
Era el momento de
escuchar a Testament y había ganas en el respetable y en mi
mismo por paladear de genuino trash metal de los californianos
del Bay Arena. La histórica banda de los años 80 siempre se ha
mantenido fiel a su estilo y entregado periódicamente gran música,
cañera y auténtica para disfrute de una legión de seguidores que
en algunos casos no podían comprender esta especie de sorpasso
de algunas de las bandas nórdicas surgida a finales de los 90 o
principios de la década pasada sobre los otrora inaccesibles bandas
de los 80.
Quizás a la salida de La
Riviera esa sensación se atenuará visto y sobretodo escuchado la
calidad de la exposición de ambos grupos. Ni que decir tiene que
Testament puso todo de su parte para hacernos disfrutar del
mejor trash. Pero el sonido que se ajusto y padecimos los presentes
no le hizo justicia en ningún momento. Las guitarras apenas se
escuchaban, salvo al bajar para los solos, y la voz de un siempre
enérgico y dispuesto Chuck Billy apenas se hacia audible. Sólo
brillaba y de que manera Gene Hoglan a la batería imponiendo ritmo
endiablado a cada canción que formó parte del corto, por exigencias
de no ser cabezas de cartel, setlist que los californianos mostraron
a la audiencia que ya llenaba la sala.
Empezaron con
“Brotherhood Of Snake” de su último trabajo para
rápidamente ir hacia sus clásicos que hacían salivar a la
muchedumbre: “The New Order”, “Disciples of the
Watch” y sobretodo una “Into the Pit” que fue en mi
opinión la que mejor sonido disfruto con Billy haciendo un air
guitar tan inmenso con su pie de micrófono que parecía
realmente que había 3 guitarras sobre el escenario.
Eran las 21:18 y sonaba
la habitual intro de Amon Amarth mientras cada uno de los
miembros de la banda sueca aparecía en acción. El primero de ellos,
su última incorporación, el batería Jocke Wallgren que se
encaramaba a los mandos de su instrumento sobre un enorme casco de
vikingo adornados con dos inmensos cuernos, provocando la ovación
del público y quizás también la tradicional inexactitud histórica.
Ovación que iba en
aumento hasta la locura con la aparición de Johan Hegg
frontman y líder de la banda que en todo momento se mostró atento y
hospitalario en el paseo por la mitología nórdica, la historia
vikinga y el mejor metal europeo que Amon Amarth nos
ofreció durante una hora y media.
Al saludo en un
rudimentario castellano de Hegg pronto le siguió “The Pursuit
of Vikings” que sonó potente, sonó claro y permitió
embarcarnos a todas y todos en su drakkar paladeando la mejor
música digna del mismo Odín y de su palacio en Valhalla.
“As Loke Falls”,
“First Kill” y “The Way of Vikings” está
última con la representación histórica de un combate entre
guerreros vikingos siguieron a la inicial bajo un gran telón que
representaba el último álbum de la banda sueca, Jomsviking, excusa
para esta nueva gira.
A esas alturas ya era
evidente que toda la platea de hordas de vikingos iba a disfrutar de
un gran concierto. La voz de Hegg sonaba poderosa y acertada, incluso
en sus alocuciones con el público, más numerosas que las habituales
que otros grupos nórdicos tienden a expresar, lo que hacía las
delicias de algunas damiselas como podía constatar con mi
acompañante. En el bajo Ted Lunstron se hacía oír, mientras
poderosos riffs melódicos y solos intensos de ambas guitarras
de Olavi Mikkonen y Johan Söderberg se disputaban llevar la batuta
musical sobre el escenario. Disputa que acabo en empate para regocijo
y disfrute de todos los heavys que nos movíamos extasiados, gritando
guturalmente cada letra y disfrutando como auténticos Berserkers.
Para ese momento en la
bateria Wallgren ya nos había hecho olvidar a Fredrik Andersson. El
chileno disipó cualquier duda sobre su demostrada calidad a base de
imprimir velocidad y virtuosismo a cada propuesta del setlist de Amon
Amarth.
Le siguió “At
Dawn's First Light” y el otro clásico de la banda como es “Cry
of the Black Birds” que sonó tremenda, no menos que la mejor
recibida y coreada hasta el final “Deceiver of the Gods”
del anterior y homónimo disco.
“On a Sea of Blood”
iluminó el escenario de rojo y “Destroyer of the Universe”
hizo que desde las primeras hasta las últimas filas no quedará
nadie sin botar al son que marcaba los headbangers de la
banda. Siguió “Death in Fire” del histórico Versus
the World de 2002, y la reciente “One Thousand Burning
Arrows” que fue de las que mayor impresión me causó por su in
crescendo desde la melodía inicial de la guitarra de Olavi y el
crecimiento del melodrama de la trama bajo la voz de Hegg, todo ello
mientras los dos vikingos nos apuntaban con sus arcos y flechas
amenazantes. Pura, auténtica y magistral muestra de Death Metal
Melódico.
De aquí al final no bajo
la calidad con la impetuosa “Father of the Wolf”, ni
tampoco con “Runes to My Memory” del With Oden On Our
Side, para amenazar con el final con una poderosa “War of
the Gods” que lógicamente sonaba como hidromiel servido por
valquirias.
Volvieron tras unos pocos
segundos al escenario para causar más destrozos en nuestras
gargantas con una inapelable “Raise Your Horns” que hizó
que toda la platea sacará cuernos al son del mejor heavy europeo del
momento, para poner al final, broche momentáneo con el clasicazo,
“Guardians of Asgaard”.
Por último y tras unos
pocos segundos de ausencia, Hegg y los suyos volvían, y éste lo
hacia con su Mjolnir, el poderoso martillo de Tor. Y
todos ya sabíamos lo que tocaba: “Twillight Of The Thunder
Gods”, era el cierre y era el mejor posible dejándonos en todo
lo alto, a las puertas del valhalla del metal con el
corazón a mil y el sentimiento vikingo a flor de piel.
Amon Amarth, paso
por Madrid dejando su inconfundible sello de calidad, mitología e
historia vikinga, con un Death Metal Melódico de indudable
talento, sonoridad y autenticidad. Sin ninguna duda una noche para el
recuerdo, y muchas, muchas ganas de volverlos a ver y disfrutar.