jueves, 7 de septiembre de 2017

Final como punto de partida


Como ayer escribí sobre el guión y la realización más desastrosa de la andadura de Game of Thrones, me veo obligado a dejar escritos también algunas de mis opiniones e ideas sobre el cierre de esta séptima temporada de la afamada serie basada en la saga Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin. Y sí, va a ver spoilers.
El séptimo de la séptima resultó ser mucho más redondo y consecuente con todo lo visto anteriormente. Recupero los clásicos diálogos cargados de política e intriga, de deseo y aversión, y de medias verdades y rotundas mentiras.
No fue el capítulo más espectacular de la serie, pero si que destilo un guión lógico y con armonía; fue filmado con soltura y momentos de brillantez aprovechando tanto la potencia de las localizaciones (especialmente esa nueva “Dragonpit” -algo así como la Guarida de los Dragones- ambientada en las ruinas romanas de Itálica, en Santiponce, Sevilla), como el saber hacer de actrices y actores que tienen totalmente domados sus personajes y el estado de los mismos ante la batalla de emociones que tienen que jugar.

[AVISO: AQUÍ VIENEN LOS SPOILERS]  
[AVISO: AQUÍ VIENEN LOS SPOILERS]  

The Dragon and the Wolf (El Dragón y el Lobo) no fue tan perfecto como otros cierres de temporada (sin ir más lejos, el del año pasado) pero si que ha dejado el escenario que es la mesa de Westeros en RocaDragón con sus piezas en posición y claramente definidas.
Aquí la concatenación de los hechos:
  • Reunión de los reyes de Poniente, Cerscei, Jon y Daenerys, acompañados de sus lugartenientes.
  • Diálogo de los hermanos Clegane, o mejor dicho, monólogo de El Perro.
  • Muestra cual barraca de feria, del no-muerto que ha venido desde Más Allá del Muro.
  • La Lannister que pide el sometimiento del Rey en el Norte, para sumarse a la tregua, y Snow demostrando que tiene más honor que cerebro. lo rechaza.
  • Abandona Cercsei la mesa de discusión.
  • Tras unas frases hechas, Tyron decide por mutu proprio, reunirse con su hermana. Tras duros reproches, la mano de Daenerys descubre que su hermana está embarazada, y arranca a puerta cerrada un acuerdo para que las huestes de los Lannister se sumen a la alianza frente al Rey de la Noche. Los guionistas no quieren que sepamos sobre qué términos discutieron los Lannister. De momento.
  • Con la vuelta de Cerscei a la mesa se anuncia la alianza. Los forasteros abandonan Desembarco del Rey.
  • Cerscei le explica a su hermano y amante, Jaime, que no piensa poner ni un sólo soldado al servicio de la guerra contra los no muertos; que piensa batallar con el que resulte ganador, con la ayuda de los mercenarios de la Compañía Dorada, que pagará gracias a sus acuerdos previos con el Banco de Hierro, de Braavos.
  • Jaime se enfada. Se rebela. Alude a su honor y a la trascendencia de la batalla que está por venir y decide traicionar a su hermana, ante la inexpresiva mirada de La Montaña. Al final, mientras caen los primeros copos de nieve en Desembarco, marcha sólo hacia el Norte.
  • Al mismo tiempo, o en otro tiempo, antes o después, en Invernalia, Meñique continúa con su conspiración entre las hermanas Stark.
  • Sansa monta en la Sala del fuego un juicio contra Ayra, bajo la sonrisa confiada de Lord Peter Baelish. Pero la más Tully de los Stark demuestra que aprende, lento, pero aprende y acusa de traición a las casas Stark y Tully a Meñique con el Cuervo de Tres Ojos como testigo. Meñique comienza a suplicar ayuda y clemencia pero acaba siendo ejecutado por Ayra, que “ya mata a nivel de quinto”.
  • Al poco tiempo Samuel Tarly llega a Invernalia y habla con Bran sobre el origen de Jon Snow y ambos llegan a la conclusión de Jon Snow es en realidad Aegon Targaryen Stark, hijo de Raeghar y Lianna y el legítimo heredero del Trono de Hierro, despejándose así la gran duda de toda la serie.
  • En ese instante, o en otro, en el barco que los lleva a Invernalia, Jon Snow o Aegon Targaryen y Daenerys Targaryen, es decir, su tía, pasan a los hechos y consuman su alianza con un revolcón, que no escapa a un Tyrion meditabundo, quien sabe si tramando algo con ese pacto secreto con su hermana.
  • Un poco más tarde, Bran como Cuervo de Tres Ojos vislumbra el Muro, en Guardaoriente donde ve como el Rey de la Noche, montando a Vyserion derrite y derrumba el Muro, lo que provoca el avance de los No-muertos hacia el sur.
Aquí las posibles consecuencias:
  • La primera de todas ellas es que vamos a tener que esperar para ver el desenlace, por lo menos hasta inicios de 2019. David Benioff y D.B. Weiss, productores y creadores de la serie, han explicado más de una vez que iniciarán la producción de la nueva temporada en octubre de 2017 y las grabaciones se podrían extender hasta agosto de 2018.
En caso que así sea, la temporada 8 no se estrenará hasta inicios de 2019. Es un largo tiempo de espera, pero mientras más tiempo, más oportunidad de hacer las cosas bien y que los fanáticos de la serie quedemos realmente contentos con el final.
  • Están anunciados 6 episodios, con una duración cada uno entre 100 y 120 minutos. Es decir, para finalizar Juego de Tronos nos van a estrenar cada semana ¡¡una película!!
  • Y luego vendrán los spin off basados en el Universo fantástico de Martin, anteriores o incluso posteriores a Juego de Tronos... ¡yuhu!
  • ¿Está vivo Tormund? Quiero creer que si, en un personaje de los más queridos e interesantes de la trama, y tras caer el muro, no se dio ninguna pista para saber si él y Dondarrion sobrevivieron.
  • ¿Se producirá la “Cleganebowl”? La batalla a muerte entre los hermanos Clegane... De producirse será, sin duda, uno de los momentos cumbre de lo que queda por venir.
  • En la Batalla contra los Caminantes Blancos va a jugar un papel decisivo Vyserion como ”dragón zombie” al servicio del Rey de la Noche. Y al tiempo, Theon Greyjoy, en un arranque de valentía ha partido hacia las Islas del Hierro en busca de su hermana Yara (no sabemos si está allí, en Desembarco, o en la bodega de Euron “Ojo de Cuervo” que navega a Essos para traer a la Compañía Dorada). Pero el tema es que en Pyke está un elemento mitológico y poderoso que apareció en los libros, pero no en la serie: El cuerno Dragón capaz de controlar los dragones. No sabemos si está en poder de Euron, también, pero de existir (en el universo de la serie), lo más probable es que siga en Pyke. ¿podría éste cuerno dominar al zombie Vyserion?
  • Melissandre apostó por Jon Snow como Señor de Luz (Azor Azhai en los libros), el mesías prometido que liderará la victoria de los vivos sobre los muertos, de la luz sobre la oscuridad. ¿Es Jon Snow -o Aegon Targaryen- Azor Azhai?
  • El romance entre Jon Snow y Daenerys ha sobrepasado la simple alianza militar o estratégica y va a ocasionar profundas grietas en la confianza que tienen en sus allegados. Tanto Sansa, y todo el Norte, como Tyrion, y el olvidado esta temporada Daario, tendrán su opinión.
  • ¿Y cómo se tomarán ellos su casquete incestuoso? ¿Cómo van a reaccionar cuando se enteren de que son tía y sobrino?
  • Y, ¿va a asumir Jon que es legítimo heredero al Trono de Hierro?
  • Y, Daenerys, ¿cómo se lo va a tomar?
  • Y por último, ¿Quién ocupará finalmente el Trono de Hierro?
Como veis, queda mucho, y muy apasionante por descubrir. Por vivir y sentir. Por disfrutar de una serie, como evento de entretenimiento, también cultural y por supuesto como fenómeno social.
Tenemos un año para leer y releer la saga literaria de Martin; para, esperemos, devorar el nuevo libro (Vientos de Invierno), y también para revisar la serie para tenerlo todo fresco ante el estreno de la última temporada de Juego de Tronos.
Pero hagámoslo conscientemente: Cuidaros de y no deis spoilers porque si. Avisad de ellos. Ser generosos y preguntad si vuestros interlocutores están al día. Respetemos y favorezcamos que todas y todos puedan disfrutar de la serie o de los libros descubriendo por si mismo, sus destinos y sus secretos.
Y también, muy importante, no os dejéis despistar. No viváis vuestra vida en Poniente y os olvidéis de que aquí y ahora, nos roban, nos mienten y nos manipulan. Que siempre tengamos en el horizonte, que debemos luchar y podemos ganar por nuestro futuro y el de las generaciones venideras.


miércoles, 6 de septiembre de 2017

Que un buen guión no te estropeé un buen espectáculo

Si podéis ver Game of Thrones verla; Y si podéis leer la saga de Canción de Hielo y Fuego, leerla y buscar en la wiki, así como deleitar otras obras del universo fantástico y medieval de George R. R. Martin.


Las series de televisión son el producto cultural de moda. En los últimos 15 años han asaltado el podium de prioridades en materia de ocio en todo el mundo. Se han convertido en un canal de comunicación de primer orden, pudiendo llegar a millones de personas que de manera recurrente y periódica se sientan delante de la televisión -y ya de otros dispositivos electrónicos- para seguir la marcha de su serie favorita.
Siempre han existido las series de televisión como una forma lógica de fidelizar a la audiencia a un canal y poder maximizar beneficios de éste por medio de la publicidad. Fue en los 90 cuando con fenómenos como "Los Simpsons", "Twin Peaks", "Expediente X" o "Friends", las ficciones saltaron las pantallas para convertirse en fenómenos sociales con claras influencias culturales y en la vida y expresión de la ciudadanía, particularmente en Occidente.
A principios de siglo esa tendencia fue al alza, hasta que llego el fenóneno "Pérdidos" (Lost) que durante 6 años, con claros y rotundos altibajos en el guión, aferró a una legión de seguidores mil millonaria por todo el planeta ávidos de conocer los secretos de la isla y la fortuna y destino de los supervivientes del 815 de Oceanic.
En los últimos años el asalto de propuestas ha sido constante. Con la llegada al gran público de grandes contenedores y generadores de contenidos como Netflix o HBO muchas de estas propuestas han crecido en impacto, sobretodo por la originalidad de temáticas, tramas, actrices y actores, guionistas y directores que participan, y también por la calidad en la exposición. Breaking Bad, Vikings, The Americans, The Wire, Mad Men, Broadwalk Empire, Borgen y House of Cards; Black Mirror y Stranger Things... Big Bang Theory en las sitcon; hasta españolas como el notable fenómeno de El Ministerio del Tiempo.
Pero si hay una que ha saltado todos los estándares, convirtiéndose en un fenómeno social y cultural, intergeneracional e internacional, es Juego de Tronos (Game of Thrones). Por cierto no está demás, recordar que en España sus dos primeras temporadas pasaron desapercibidas, maltratadas, como siempre por los canales de Televisión que en su butaca oligopolística ni quieren ni entienden la realidad de la televisión y su público hoy en día.


Para lograr esa trascendencia que marcará de manera inequívoca la cultura de esta segunda década del Siglo XXI, Game of Thrones se ha valido de varias herramientas.
La principal de ellas emplear el universo literario que George R. Martin creó hace más de 20 años con Canción de Hielo y Fuego. Una profusa saga en un mundo que es imaginario y real al mismo tiempo. Identificable tanto geográfica como temporalmente, pero que a la vez resulta extraño. Con una trama que puede ser contextualizada en la Baja Edad Media europea y que al mismo tiempo sorprende con la imaginación y la fantasía. Donde conviven personajes claramente referenciados en personas y acontecimientos históricos y elementos sobrenaturales como Dragones, caminantes blancos, "verdevidentes" y No-muertos.
Para aprovechar todo el potencial de la extensa, cuidada y vibrante literatura de Martin era imprescindible tratar la historia con respeto a la fuente original, cuidando cada detalle y otorgando a los diálogos la parte importante de desarrollo de la trama por encima de la acción (en un primer momento).
Pero fue asumir la crueldad propia del autor para con cualquier personaje lo que valió la fama de impecable para con la serie. Cualquiera podía ser víctima del filo del hacha o la espada o de la falta de escrúpulos de cualquier otro personaje, casi siempre más afilados, y muchas veces fue el detonante para enrevesar aún más la historia. Encontrar las localizaciones es otra de las potencialidades de Game of Thrones, como así acertar de lleno con el casting, donde a personajes de lo más diversos, le han puesto cara y voz, un elenco entregado a la causa. Si además aparece un novedoso tratamiento del sexo y las relaciones carnales, con sus versiones ya fueran incestuosas, homosexuales o incluso en orgías, tenemos todos los ingredientes para configurar una ensalada que enganche al público, tanto conocedor y amante de los libros, como del que cae delante de la televisión, sin distinguir entre niveles culturales, nacionalidades u otras distinciones.


Los creadores de la serie David Benioff y D. B. Weiss han elaborado todos estos años con meticulosidad y empeño un lenguaje narrativo basado en la obra de George R. R. Martin. En ese lenguaje estaban codificados también el uso de recursos estilísticos usando los propios de los libros (secuencias tomadas de la literalidad de los capítulos de los libros, siempre titulados con el nombre de uno de los personajes, desarrollo de una trama pausada, y sobretodo, uso de los diálogos de los personajes muchas veces capaces de esconder su segundas y terceras intenciones), y alguna vez empleando propios del canal audiovisual de la televisión.
Durante las 4 primeras temporadas se mantuvieron, salvo unas pocas licencias argumentales, pegados a lo publicado. Game of Thrones cubría episodios, siguiendo el ritmo de los capítulos de Canción de Hielo y Fuego.


Pero llegó el momento en el que la serie supera a la saga, sobrepasa el tiempo y agotadas las páginas toca ahí improvisar y tener capacidad, en principio con el conocimiento y asesoramiento de Martin, de llevar un camino propio y resolver las tramas sin el recurso de las novelas.
Con el número de temporadas, capítulos y si me apuras hasta las horas de duración de cada uno de ellos marcados se hace necesario acelerar el ritmo para solucionar la trama y ver quién y por qué se sienta al final en el Trono de Hierro.
Es cierto, que la tremenda complejidad de la serie, en su producción y post-producción ha traído y traerá esperas muy largas, y la concentración de todo lo qué se quiere, y más importante, lo qué se necesita contar, en menos episodios tanto para esta como para la próxima temporada (aunque esta con anuncio de que cada episodio durará más de 80 minutos).
Hasta aquí todo, vamos a decir, normal. La correspondencia interna de la serie se va manteniendo, y pese a la natural pérdida de frescura con el devenir de las temporadas, se ve una línea natural en el tiempo y el espacio coherente. Es verdad, que personajes que antes tardaban hasta una y dos temporadas enteras en recorrer una distancia concreta, ahora van y vienen en cuestión de capítulos, incluso dentro del mismo episodio. Pero también es justo decir que muchos espectadores, incluso los que hemos leído los libros de Canción de Hielo y Fuego, deseamos, ansíamos ver el final de la serie y el devenir de nuestros personajes favoritos y de cada uno de los Reinos que componen Westeros.

[AVISO: AQUÍ VIENEN LOS SPOILERS]

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Pero eso es una cosa y otra acelerar todo sin sentido, en un capítulo, porque si, cayendo en la incongruencia con el resto de la historia y en el caos en los planteamientos mentales con los que nos han presentado durante años a los personajes, y de los que nosotros mismos nos hemos compuesto. El penúltimo capítulo de esta serie es el ejemplo de ello.
Acostumbrados desde el primer momento a alcanzar el clímax narrativo en ese penúltimo episodio de cada temporada, el de este año, Más Allá del Muro, no iba a ser una excepción.
Tras 5 capítulos muy vibrantes en el que se había producido el encuentro que todo fan ansiaba -el de Jon Snow con Daenerys Targaryen- se acelera la acción hasta límites estúpidos. En un sin sentido, el Rey en el Norte, elabora una suerte de plan suicida para tratar de convencer a Cercei Lannister de la conveniencia de alianzas frente al Rey de la Noche, como si tras 55 capítulos no supiéramos de la maldad y el egoísmo de la melliza.
Así y aliado con la práctica totalidad de majaras de Westeros, forman un Escuadrón Suicida, que se adentra Más allá del Muro, a pie, en plena ventisca. Snow camina junto a Ser Jorah, y un recuperado para la causa Gendry, y con la Hermandad Sin Estandartes formada por Thoros de Myr y Beric Dandarrion, junto a El Perro, Sandor Clegane. Por supuesto, no podía faltar Thormund “Mata-Gigantes”, y unos cuantos salvajes sin nombre que cubren el papel de carnaza para osos No-muertos, que así se nos descubre la capacidad del Rey de la Noche para resucitar cualquier cosa.
El motivo de tal paseo por el campo no puede ser más rocambolesco: Capturar “vivo” a un No-muerto, y llevarlo luego a Desembarco, para que Cercei se crea los cuentos de la Vieja Tata.
Sin provisiones. Sin caballos. Bajo una tormenta de nieve. Tienen que separar de algún modo a un No-muerto ya que suelen viajar en grupo, volver al Muro, y atravesarlo, confiando en que se nos haya olvidado que “el Muro no es sólo hielo y piedra. Antiguos hechizos fueron tallados en sus cimientos. Magia fuerte. Protege a los hombres de lo que hay mas allá. Y mientras permanezca los muertos no pueden pasar”.
Bueno, pues quien nos iba a decir que se iban a encontrar a una especie de avanzadilla liderados por un Caminante Blanco, por lo que se lanzan a la batalla, cayendo éste bajo el ácero valyrio de “Garra” la espada de Jon Snow. Aquí se nos demuestra que los “re-vividos” por un Caminante blanco desaparecen cuando éste “muere”. Pero la casualidad da para que uno de los no-muertos, presumimos transformado por otro caminante blanco, quede en pie y acorralado por nuestros héroes. El plan está saliendo a la perfección.


Pero claro, todo era demasiado bonito, así que poco tiempo tardan en verse cercados por las hordas de no-muertos comandadas por el mismísimo Rey de la Noche. Tras ordenar a Gendry, quien recordemos nunca había estado Más Allá del Muro a que volviera al Muro para mandar un cuervo, para que Khalessi, volará con sus dragones hacia donde nunca había estado, los encuentre y los rescate, los protagonistas pasan, creemos una noche en el centro de un lago que se ha ido congelando.
La rompedora de cadenas llega con su camada, con su modelito de invierno impoluto, como Deus ex machina, justo en el momento en el que el Escuadrón Suicida está a punto de caer bajo las roídas espadas de los No-muertos, para a continuación pasar a fuego todo el escenario de esta batalla improvisada.
Hay que decir, que como casi siempre la factura técnica de filmación es sublime. Antológica. Hasta aquí ni un pero a como está rodado el episodio, pleno de espectacularidad y acción, pese a que hayan volado los artesonados lógicos que todos los seguidores de la serie y la saga nos hemos compuesto durante todos estos años.
Y es que las elipsis temporales pasan de ser molestas a claramente grotescas, cuando tras, suponemos una noche o dos noches, bastardo de Baratheon, cuervo y Targaryen sobre Dragones cubren las distancias para salvar a los protagonistas.
Pero volviendo a la acción, aquí llega el momento clave, y ya falla también la edición del capítulo. El Rey de la Noche, como un Jan Zelezny cualquiera, blande una jabalina de hielo. En la siguiente toma, tiene en el punto de mira a escasos metros a Khalessi sobre Drogón, con el resto de personajes con nombre subiéndose a sus lomos, y con un Jon Snow despreocupado dando espadazos sobre unos cuantos no-muertos que no tienen importancia. ¡Es que ni siquiera podemos decir que estaba salvando a alguien!
Pero nuestro antagonista demuestra verdadera humanidad contraviniendo todo lo que nos han contado antes, y en vez de acabar con el dragón que tiene más cerca, y de paso con la serie al zumbarse al 50% de los protagonistas, afina puntería sobre Vyserion que vuela despreocupado y chamuscando no-muertos a, yo que sé, ¿300 metros?
El caso es que con un salvaje alarido que hiela el corazón de todos y descompone el bello rostro de su madre, el dragón “azul” cae y tras sus últimos estertores se hunde por una brecha en el hielo en el fondo del lago.
Pese al dolor Drogón y Rheagal emprenden el vuelo de huida con los personajes principales, menos con un Jon Snow perdido luchando todavía sin saber por qué con unos cuantos no-muertos que lo llevan también al fondo de lago.
Pero tranquilos, que el guaperas no va a caer tan fácil. Sin saber por qué y usando la misma argucia narrativa que nos mostraron un par de capítulos antes, Snow sale del agua helada, con armadura y abrigo de los caros, para cuando volvía a ser sometido por sus enemigos, surgir otro Deus Ex Machina, ya repetido también. Interviene, como la temporada anterior, el tio Benjen, convertido en “Manos Frías” para darle su caballo y devolverlo a Guardaoriente. Al pobre tío que le vayan dando que nunca cayó simpático.


Con esta rápida secuencia de spoilers se puede ver un desarrollo atropellado e irracional que rompe los esquemas de todos nosotros, al demostrar por primera vez una estupidez humana sin límite en personajes que por contra, hasta ese momento y dentro de sus propias carencias, se habían mostrado coherentes. Nada cuadra. Todo es como si un niño de corta edad hubiera jugado con sus muñecos, pese a que se pueda enviar el no-muerto a Desembarco del Rey, y el precio pagado es excesivo.
El guión es una demostración en la que se premia la espectacularidad por encima de la inteligencia y la coherencia interna de la obra. Parece como si se quisiera contentar a los espectadores que en los últimos dos años han llegado en tropel imponiendo unos ritmos que no pueden ir con lo que este proyecto necesita.
Aquí tengo que decir que me hace gracia porque hay quienes dicen que en una serie donde hay dragones, zombies y demás, preocuparse por estas cosas es absurdo. Pero estoy radicalmente en desacuerdo.
El contrato no verbal entre los creadores de una obra de ficción es que ellos ponen las reglas, sean las que sean, por fantásticas y absurdas que puedan ser. Lo que no es de recibo es que a la mitad del relato, estas se obvien para resolver algún conflicto. Y esto es exactamente lo que han hecho con este capítulo.
Para ofrecer lo que el gran público quiere no vale con traicionar los esquemas argumentales que has creado previamente, no porque falles a fans que llevan siguiéndote desde hace años, sino sobretodo porque quitas lógica y sentido a todo el resto de la obra, que se ve deteriorada por un capítulo, muy espectacular si, pero cojo en cuanto a coherencia y verosimilitud con todo lo visto anteriormente.
Pero no todo queda aquí. La traca final viene tras las escena en que Jon Snow y Khalessi hacen manitas sobre la cama. Los no-muertos tiran de unas enormes cadenas, que nadie sabe de dónde se han sacado, del cadaver de Vyserion, al que nadie sabe tampoco cómo lo han conseguido enganchar, para que ya emergido el Rey de la Noche, lo pueda resucitar.
Ya tenemos el leiv motiv, de todo el capítulo que no es otro que el de proporcionar herramientas para que se desarrolle la última temporada, que eso si, promete espectacular, pero que abogamos porque mantenga la verosimilitud, la intriga y la cohesión con el resto de la serie y también con la saga literaria, de la que también esperamos las dos últimas entregas.


[continuará...]





martes, 29 de agosto de 2017

Fernando Alonso: Talento, decisiones y las dos Españas

 Alonso en el último GP, el pasado domingo, en Spa Francorchamps

Hay una suerte de prejuicio, dicho popular o consigna frente al “catetismo” que viene a afirmar que para desmitificar ese espacio geográfico llamado España, con todo lo que supone a nivel social y cultural, es conveniente comenzar a viajar por el extranjero. Si se hace además, durante intervalos amplios mejor que mejor. Pues bien, para el tema que me ocupo en esta ocasión, tampoco está de más leer prensa extranjera (que para eso si es útil google translate) o ver y escuchar las retransmisiones deportivas de las carreras que se hacen en otros países.
En un país sin ningún tipo de tradición en el seguimiento de la Fórmula 1 surgió una estrella hace 15 años que iluminó con su presencia todo el panorama deportivo patrio. Un nuevo Quijote, un pionero más en eso de traer otras costumbres, otras prácticas y ampliar los horizontes acostumbrados a ser más bien cortos e introvertidos.
Aparecía un joven asturiano sonriente y con aires de seguridad al que le acompañaban no pocas loas del periodismo especializado por su desbordante talento, su capacidad de aprendizaje y su ambición sin límites. Ingredientes todos ellos que han cocinado una suerte de deportistas que han traído éxitos multi disciplinares a nuestro deporte. La famosa “Edad de oro del Deporte español” de cuyo lado más perverso hablaba ayer.
Era Fernando Alonso y en aquel momento iniciaba una carrera deportiva que atraía la atención de la prensa tanto generalista como deportiva, por lo que ya se vislumbraba el fenómeno social. Aquellos primeros pasos eran pausados y conscientes en quemar etapas en un mundo, la Fórmula 1, donde los contactos eran importantes pero el dinero lo es todo.
Así de la mano de Flavio Briatore, Alonso y su equipo personal junto a su familia asaltaba el status quo de una competición abocada al aburrimiento por la dictadura férrea del Ferrari de Michael Schumacher. Parecía que nadie podía aplacar la tiranía del Kaiser, pero un casi imberbe asturiano montado en un coche prometedor, pero no ganador como era aquel precioso Renault, en tan sólo tres años, era capaz de primero llegar al podio. Luego ganar una carrera. Y luego ya en 2005 ganar su primer título de Campeón del Mundo de Fórmula 1, logro que replicaría al siguiente año.


Pero el cuento de hadas torno en pesadilla. En un doloroso penar por las temporadas, los circuitos y las gorras de los equipos.
Como doble Campeón del Mundo, Alonso llegaba a McClaren en 2007. Todo parecía indicar que asomaba la época tiránica de Alonso, subido a las flechas plateadas que eran el equipo con el coche más dominante en aquel momento. Lo que sucedió después, todos lo sabemos, todos lo recordamos amargamente. McClaren y la FIA, trataban de allanar el camino del compañero de Alonso, un debutante inglés llamado Lewis Hamilton. La relación entre ambos era competitiva y explosiva. El espectáculo era tremendo y la polémica incendiaria porque el inglés dejaba notas de su gran calidad y también fallos propios de su edad, y Alonso se sobreponía a todas las zancadillas con exhibiciones y genialidades memorables como el fantástico Gran Premio de Europa en Nürburgring (para mi la mejor carrera de todos los tiempos), o en Hungría. Los lances de carrera hicieron que la superioridad manifiesta de los McClaren se disipará y los títulos fueran a parar a Ferrari, tras el famoso affaire del caso de espionaje, del que nunca se ha sabido a ciencia cierta el papel que jugó nuestro protagonista.
Aún con todo, acabado el año, Alonso tuvo las puertas para continuar en McClaren en un coche, que insisto era claramente el mejor (de hecho, al año siguiente Hamilton salió Campeón del Mundo). También fue tentado por Red Bull que trabajaba en un proyecto ganador y que años después amargó la estantería de trofeos del asturiano.
Y es que la parrilla, los directores técnicos, ingenieros, los medios especializados y los grandes aficionados coincidían, sin atender a banderas, que no había un piloto como Fernando. Por talento, carisma y aura de leyenda del indomable a imagen y semejanza del gran Senna del que se siempre se ha declarado admirador.
Pero Alonso a la espera del hueco en Ferrari eligió Renault. Un equipo ya en franca retirada, y casi sin competitividad pero que aún así nos dejó, tremendas actuaciones exprimiendo un coche que sería el quinto o sexto de la parrilla y con el que incluso llegó a ganar carreras (Singapur, primer Gran Premio nocturno en la historia con el “affaire” Nelsinho Piquet; y en Japón).
Aquel hueco en Ferrari llegó en 2010 cuando ya era evidente la llegada del Red Bull de Vettel y sobretodo Adrian Newey para construir uno de los coches más brillantes y competitivos de la historia. Que Alonso consiguiera llegar durante dos temporadas a la última carrera con opciones de victoria en el Campeonato del Mundo es un hecho que prueba la competitividad y habilidad del asturiano para sacar todo el jugo a lo que dispone. Mientras los medios británicos, absolutos expertos en automovilismo, destacaban el trabajo de Alonso y los tiffossi italianos disfrutaban con su talento, la relación entre piloto y directiva de los de Maranello se deterioraba, volviéndose insostenible en 2014 cuando las apuestas técnicas en aquel coche se mostraron horrendamente ineficaces, y los errores en estrategia y planificación de carrera habían dilapidado varias carreras, algunas decisivas, para nuestro piloto.
Así, Alonso, se volvía a ver en la tesitura de elegir una vez más un volante para competir, ya con clara intención de estar en la disputa del Mundial de Pilotos. Y que apareciera McClaren con Honda como motorista, rememorando la relación que ambos llevaron junto a Senna para ser dominadores del Mundial hace 25 años era un caramelo demasiado tentador.


Pero aquel caramelo ha sido un amargo veneno que ha matado las expectativas de Alonso, pero sobretodo de un público que se ha cansado o se toma a guasa esas “pretemporadas ilusionantes” o “ese coche tan competitivo en octubre” o “esas mejoras que vienen”. Honda no ha sabido propulsar el buen coche de McClaren y Alonso, no ha podido competir en ninguna carrera con la parte alta pese a dejar exhibiciones de pilotaje que le han hecho merecedor el apelativo del Mejor piloto con el peor coche de la historia. Con un coche que es claramente el peor de toda la parrilla, sin velocidad, y lo peor de todo sin fiabilidad, tras tres años de fallos y pruebas erradas.
Y aquí vuelvo al principio donde digo que leo y escucho alguna retransmisión en inglés, donde los locutores y los comentaristas como Brandle, Eddie Jordan, Coulthard o Hill coinciden en aplaudir el tesón y talento de Alonso que consigue llegar a los puntos cuando acaba la carrera con un coche lamentable que además duele en el corazón británico por todo lo que McClaren representa para ellos.
Pasado el ecuador de la presente temporada el trío amoroso entre McClaren, Honda y Alonso está roto. O bien el proveedor de motores, o bien el piloto, saldrán de la relación. En ambos casos el futuro inmediato no parece halagüeño para el asturiano, puesto que en caso de continuar en Woking se empezará de 0 con un nuevo motor, ya sea Renault o una versión siempre anticuada de Mercedes, que exigirá un replanteamiento del coche. Y saltar otra vez de escudería para llevar otra gorra, se antoja también difícil para conseguir pelear por el Mundial en un plazo corto, ya que los principales equipos están cerrados.
La realidad se torna dura y no sé si Fernando Alonso acabará ganando su tercer mundial algún día y poder retirarse alcanzando a su gran ídolo Ayrton Senna. Desde luego nada me gustaría más. Sería una vuelta a Itaca en la que nuestro Ulises en monoplaza volvería a la senda del éxito, ya remoto, alejado, casi olvidado y cuya trascendencia ya hemos visto esta en entredicho. Un final magnífico para un viaje épico cargado de tragedia, también de comedia y por supuesto de diversión.
Que Fernando Alonso es el mejor piloto, por talento, de la parrilla actual es indiscutible. Que es capaz de exprimir sus coches y sacarles hasta la última gota de rendimiento, nadie lo duda. Uno de los mejores de la historia, sin lugar a dudas. Pero que en ocasiones ha tomado decisiones deportivas que con el paso del tiempo se han demostrado como erróneas, bien por la explosión de otros competidores, bien por boicoteos propios o ajenos, o bien porque desprende un gafe, también parece evidente.
Pero lo más certero de todo es que tras inocular el veneno de la pasión por la Fórmula 1 en España, personaje y persona, son carne del tradicional maniqueísmo patrio. Las dos Españas, vuelven a aparecer como Anti-Alonsistas o Alonsistas, como quien menosprecia y minusvalora el legado e influencia del piloto asturiano, y quienes lo exacerbamos y quizás también disculpamos sin critica algunas de las cosas que le suceden, que además tratamos como afrenta nacional.
Es difícil que este país que con la misma facilidad sube al pedestal a alguien, para luego derribarlo en medio de un tumultuoso apedreamiento podamos sacar una imagen razonada y sosegada de Alonso, que no generé un debate visceral. Parece complicado que muchos aficionados, afincados en una u otra vertiente sentimental con respecto a su trabajo, talento y legado, consideremos a Alonso como lo que es, un excelente piloto de Formula 1, y que nos ha hecho disfrutar, y también cabrearnos, durante un buen número de años. Un mismo disfrute que parece es la última causa de la supervivencia de Alonso en el "Circo de la Fórmula 1".
Si sigue, es para divertirse, pasárselo bien, competir, intentar luchar por ese tercer título mundial... y los aficionados, al deporte, a la Fórmula 1 o a Fernando Alonso, en exclusiva, deberíamos acompañarle, también disfrutando y saboreando lo que van a ser los últimos años en la élite de un piloto que trasciende por talento e incidencia, habiendo otorgado al sentir polideportivo y cultural de este país, una pasión, a veces desmedida, por el automovilismo.

 Épica imagen tras el abandono del año pasado en Brasil

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...