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sábado, 5 de noviembre de 2016

Ya no soy concejal

Ayer por la mañana, 4 de noviembre de 2016, acudí al Ayuntamiento a hacer efectiva mi renuncia, mi cese como concejal en Santa Marta de Tormes, en el Grupo Municipal de Izquierda Unida – Los Verdes. Lo he hecho, devolviendo mi acta a Izquierda Unida Castilla y León, partido al que pertenezco, con conciencia y honor, y a quien considero pertenece el acta de cargo público, más allá de meros formalismos administrativos.
Hay varios motivos, y tras este párrafo algunos de ellos los desarrollaré algo más. Pero el principal motivo de esta renuncia a la responsabilidad y la ilusión por trabajar, luchar y construir algo bueno para este municipio, es el hartazgo.
Aparte de este hartazgo, sensación psíquica y emocional, existe también una razón física, y no es otra que la necesidad perentoria de “buscarme las habichuelas”. Quiero trabajar y quiero hacerlo también lejos de este municipio y de una provincia, Salamanca, que se va al sumidero a vertiginosa velocidad.
Durante los últimos meses he estado en esa búsqueda, pero prefijándola a mi entorno más habitual con un empeño mayor, como si quisiera hacerlo compatible con la labor a la que me comprometí en marzo de 2015.
Pero eso ya acabó fruto de un hartazgo que estoy seguro se nota en mi rostro, en mis nuevas canas y en mis viejos modales, al no sentirme satisfecho y darme por dolido ante la batería de situaciones que han hecho, que me hacen imposible continuar.
Una buena parte de ellas es encontrarme con la tozuda realidad salmantina que hace casi imposible querer aspirar a un empleo para ganarse la vida y mantener la dignidad. Con excusas de lo más variopinto se han sucedido las ofertas y las semanas, las visitas a empresas y explotadores, ignorantes ellos y ellas que trazando ese camino destrozan el poco porvenir que queda por estas tierras.
Para mí, casi se ha hecho ya imposible continuar con mi vida en Santa Marta. Sin un sueldo, sin la rutina del trabajo. Con la escasa retribución por la función de representante político, claramente insuficiente.
Insuficiente porque hasta que no llegas a entrar en el Ayuntamiento y comienzas a trabajar para tratar de conseguir tus objetivos políticos por el bien común, no comprendes la tarea enorme que es, debido al tamaño del Ayuntamiento mismo, con multitud de servicios y funciones despojadas del interés general, en empresas y concesiones privadas, que hay que rastrear y perseguir, frente a otros grupos, concejales, funcionarios y empresas, empeñadas en dificultar tu labor. Deberías dedicarte a tiempo completo ante asuntos como urbanismo, empleo, economía, función pública, todas ellas de tamaño colosal y llenas de polémica por esa forma de gobernar y gestionar “lo de todos para unos pocos, y sin el pueblo”, y que de momento, no os guste o no, y a mi particularmente me asquea, es la opción preferida por la plebe.
Así se confirma algo que sospechaba. Y es que para un trabajador, un asalariado, un ciudadano o ciudadana normal, sin padrinos, ni madrinas. Sin herencias. Sin pensiones o plazas fijas de la administración se hace imposible compatibilizar el trabajo, y el derecho, de representante municipal con una vida normal. Algo que sólo, con unos pocos meses de experiencia en la gestión de esas tres agendas, personal, política y laboral, he podido constatar.
Lo cierto, es que desde la izquierda en numerosas ocasiones hemos oído y hemos criticado a los “políticos profesionales”. No falta razón, porque sin transparencia, sin limitación de cargos y sin una ley que persiga y castigue las corrupciones, nepotismos y prevaricaciones estos profesionales de la política han favorecido el estado de las cosas de este país que se desangra.
Pero por otro lado, están los “políticos por hobby”, aquellos y aquellas que van a pasearse al Ayuntamiento a cumplir como autómatas su función y escurrir el bulto en cuanto se puede. A pasar la mañana. Y después a percibir automáticamente la asignación que se considere. Tan doloroso es lo primero, como lacerante lo segundo. En cualquiera de los dos casos, me sentiría miserable porque ni quiero pertenecer a una casta endogámica, ni tampoco pervertir la función democrática y la representación.
Que no le quepa duda a nadie, que podía, perfectamente, desde mi nuevo destino y gracias a Internet gestionar todo lo que haga referencia a mi partido y el Ayuntamiento. Los compañeros de Izquierda Unida y algunos funcionarios me facilitarían mi labor. Pero ese no es mi estilo. Ni tampoco mi objetivo.
Eso se lo dejo a los tránsfugas, los cuneros, a los sindicalistas de derechas y los bocineros de púlpito. A quienes adoran las medallas y las fotografías. Quienes detestan el pueblo llano y ansían volver a la época de los estamentos.
Desde el primer momento he tenido claro que me verían por las calles. Y así, hasta ahora lo he hecho, con mayor o menor éxito y con más y con menos ganas y apetencias. Porque el hartazgo apareció, y lejos de marcharse, aumentó.
Pero ahora, como digo, necesito escapar de esta realidad, de un entorno opresivo y de funciones que lejos de darme felicidad, me la roban a dentelladas.
Y es que, como digo, estoy harto:
  • Harto, de luchar por una quimera. Por una utopía que los años de la política de tierra quemada del PP van a legar a este municipio. Un pueblo que tiene su futuro comprometido y oscurecido por la administración interesada del PP y de quienes han necesitado para su lesiva para el interés general, gestión.
  • Harto de trabajar por la gente, pero sin la gente. Cansado de proponer encuentros, charlas y debates entre concejales y ciudadanos y/o asociaciones. De plantear situaciones que empoderen y promuevan la participación ciudadana. Y encontrarse continuamente frente a sillas vacías.
  • Harto de una asamblea, cuya militancia ni está, ni se le espera. De nada sirve todo el trabajo, si los tuyos propios no te apoyan aunque sea de forma simbólica. He dedicado muchas horas a facilitar toda la información a la gente que pertenece a nuestra agrupación y nos hemos encontrado las más de las veces solos. Cuando más tenia y podía la militancia que aportar y descargarnos de tareas. Ahora que podíamos trabajar también en enseñar y acompañar a los militantes, es cuando menos respuesta propia obtenemos. Es descorazonador. Esto quita el sentido y las ganas a cualquier empeño en la lucha.
  • Harto de esta democracia por delegación, de quienes te interpelan sólo para que les resuelvan su problema individual. Y que después “si te he visto no me acuerdo”. Un ombliguismo. Un individualismo contra el que no estamos sabiendo luchar.
  • Harto de tener que luchar para mantener la lealtad. A personas. A grupos de ellas. A asambleas. A un partido. Interpretando las segundas intenciones de cada contendiente. Y yo en medio de todos los charcos.
  • Harto de un compromiso artificial, que no me satisface. Que me enfada y me enfanga. Que se ha empeñado en frenar mi vida y lastrar mis necesidades.
Para rematar, mi partido, Izquierda Unida, se difumina y diluye. Siendo los militantes de base, aunque representemos pequeños cargos políticos, mercancía en la mesa de negociación de las élites que buscan el empotramiento en Podemos, sin importar siquiera el legado de todos estos años; dejando de lado una ideología que dolorosamente se muestra y demuestra como necesaria, certera y única herramienta de cambio revolucionario para recuperar dignidad, bienestar y libertad para la totalidad de la población.
Por todas estas razones decidí en su momento dimitir, y en las dos últimas semanas se ha precipitado la decisión, lo primero de todo, porque necesito, otra vez en mi vida, retomar las riendas de la misma y dirigirla a un destino en el que me sienta feliz, identificado, útil y valorado.
Pero aquí, desde luego, no terminará mi participación política, mi activación social. Son inherentes a mi persona, y donde vaya estaré en vanguardia luchando por un mundo mejor. Un país con futuro. Una sociedad con dignidad.
Perteneceré y seguiré promoviendo movimientos. Desde el sindicalismo, el ecologismo, el asociacionismo y la defensa de los servicios públicos y derechos humanos y especialmente en nuestro rol de consumidores.
Mi ideología está clara. Y pertenece a un tablero en el que con los movimientos tectónicos continuarán agrandándose tratando de dar respuesta y sostén a las legítimas necesidades e ilusiones de los desfavorecidos. De la clase trabajadora, verdadero motor histórico de cambio y progreso.
Siempre Republicano, Ateo, Anti capitalista, Anti belicista, Anti fascista, y pro humano.


miércoles, 9 de diciembre de 2015

Una Justificación y Una Exigencia

 Edificio del Ayuntamiento de Santa Marta de Tormes

No me veo en la obligación de tener que justificar mi ausencia en el último pleno. Mis compañeros en el grupo municipal, de partido, afiliados y simpatizantes de la Asamblea Local y otros vecinos y concejales de otros grupos políticos que me han interpelado los últimos días, aún habiendo hablado sobre el último pleno y explicado que no estuve porque tenia un viaje previsto desde hacía varios meses, no me han fiscalizado. Todo lo contrario. Me han apoyado, animado y disculpado entendiendo que por encima de mi disponibilidad para acudir al pleno estaba la imposibilidad de anular todo un viaje con la pérdida de unas importantes cantidades de dinero.
No. Este escrito solamente funciona en primer lugar por una catarsis personal, como cada vez que escribo, sin más ánimo de expresarme libremente y dar a conocer mi opinión. Y en segundo, y último lugar, para aprovechar a explicar ciertos funcionamientos de no pocas instituciones gobernadas por el PP (#PartidoPutrefacto) y en particular el Ayuntamiento de Santa Marta.
En el pasado mes de octubre, solicite por tercera vez en lo que va de mandato, y esta vez acompañado por varios grupos más como el PSOE (#PPSOE), que se creará un calendario a primero de mes con las fechas de pleno, junta de portavoces y comisiones informativas, para que todos los concejales pudieran gestionarse su agenda, sus quehaceres diarios en cuanto a una vida profesional y personal, con el compromiso de representación política. Y evidentemente, al resultado me remito, fui ignorado.
Por supuesto, el argumento esgrimido por el equipo de gobierno para adelantar varios días el pleno era para poder celebrar en el ordinario el reparto de mesas electorales de cara a las próximas elecciones generales del 20 de diciembre, dado que ya se iba a cumplir el plazo legal, antes de la fecha, tradicionalmente, escogida para la celebración de los plenos, los jueves. Desde luego el ánimo de ocasionar los menores gastos posibles al Ayuntamiento es loable y de agradecer, pero es evidente que si hubiera que haber celebrado un pleno extraordinario para tal menester, los concejales no hubieran tenido problema alguno en renunciar a su compensación económica por pleno (260€ por concejal). Por lo menos, nosotros, los concejales del Grupo Municipal Izquierda Unida – Los Verdes así lo habríamos hecho, y estoy seguro, que por vergüenza torera, imitación o convencimiento político el resto de fuerzas y concejales hubieran seguido nuestro ejemplo.
Como decía más arriba me fue imposible acudir por el notable impacto económico que me suponía renunciar a unos billetes de tren adquiridos con anterioridad, sin derecho a reembolso, teniendo que adquirir unos nuevos, y anulando una reserva hotelera, todo ello de un viaje ideado en abril y terminado de organizar en agosto.
Me equivocaría en querer denunciar aquí alguna mala fe o interés oscuro, sino más bien la suma de causalidades, unido al hecho de que habría perdido, redondeando unos 400€ (260€ de billetes de tren, más un billete nuevo, en torno a los 80€, más la anulación de dos días de la reserva de hotel que habría quedado en 60€).
No. Quiero aprovechar estas líneas para denunciar un espíritu en la aplicación de la normativa (ROF y ROM, reglamentos de ordenamiento y funcionamiento de la institución del Ayuntamiento) por parte del equipo de gobierno del #PartidoPutrefacto, ya que la decisión de convocatorias de órganos colegiados de control y soberanía, quedan en manos de la Alcaldía.
Gestionar un municipio como este por supuesto que es difícil. Pero también lo es hacer una labor de oposición efectiva, mandato que también es legítimo y es el que nos corresponde, teniendo en cuenta, las labores de ocultación de la información y los plazos exiguos de trabajo para poder, en primer lugar conocer nosotros mismos los datos de la materia en cuestión (desde presupuestos, ordenanzas, mociones, decretos, etc.), darlo a conocer a nuestros respectivos grupos de trabajo, afiliados o simpatizantes, elaborar una respuesta acorde a nuestras inquietudes e ideología, y hacerlo con el máximo rigor, y en las mejores condiciones de seguridad de la información, su difusión y por último si así lo requiere el pleno, su aplicación por el bienestar de los vecinos y vecinas de Santa Marta de Tormes.
Estamos hablando de un Ayuntamiento que gestiona anualmente un presupuesto de más de 8 millones de euros, para 15.000 habitantes. Con problemáticas propias y algunas comunes a municipios colindantes. Con una cantidad de servicios privatizados abrumadora, lo que aparte de encarecer el servicio, perder empleo público y limar el interés general con los beneficios empresariales, dificulta sobremanera el acceso a la información a la que los concejales en nuestra labor de representantes ciudadanos tenemos derecho y deber de consultar, reclamar y dar a conocer.
Y sin obviar además, que nos encontramos un Ayuntamiento, en cuanto a edificio físico, cerrado a la ciudadanía y a sus representantes electos, con un horario de mañana para todo el mundo (menos para el equipo de gobierno y los funcionarios adoctrinados que forman parte del partido que hacen uso y desuso de él, sin ningún problema tardes e incluso fines de semana) por lo que el acceso a la información y al asesoramiento de los técnicos municipales se hace muy complicado con lo que se deteriora la calidad del trabajo democrático de los concejales de los distintos grupos de la oposición, lo que lleva en primer lugar a una frustración personal y en un modo más amplio, sumado al resto de cacicadas y corruptelas por todos conocidas al desapego de la ciudadanía y su negación de la cosa pública.
Santa Marta de Tormes es un ayuntamiento de tipo medio. Lo cual trae una dificultad implícita por el volumen de trabajo a la hora de hacer, en mi caso particular, oposición con control de lo que hace el equipo de gobierno y propuestas desde la izquierda, por una retribución económica, que aún siendo generosa no permite dedicarse plenamente a ello (y aquí que nadie dude de mi voluntad de no dedicarme a la política exclusivamente, sino más bien como compromiso personal). Sin querer entrar a todas las labores que como militante de un partido político trae, con actos, trabajos y estar siempre, incluso en el tiempo de ocio, pendiente o siendo interpelado con vecinos que saben de la condición de uno y lógicamente buscan alguien que les escuche y les pueda tramitar su problema o duda (y desde luego que esta es una de las labores más importantes y gratificantes del ser concejal).
Pero sobre todo, y como tesis final, se dificulta e incluso imposibilita ante la actitud de quienes mandan, con su ocultación de la información de lo que hacen y deshacen, con horarios hiper restringidos de acceso a los documentos y a las personas, y dejando como única posibilidad para poder postularse en un municipio con las características de este como concejal a personas que o bien están jubiladas, o bien son funcionarios, o bien, como en mi caso, están desempleadas.
Mi voluntad es firme por seguir trabajando estos años en mi labor delegada como representante público de concejal, y hacerlo de la mejor manera posible, con honestidad y humildad para que en Santa Marta mejoren las condiciones de vida de todos y todas, siempre con una ideología, la izquierda, donde tenemos claro la remunicipalización de servicios, la defensa por unos servicios públicos de calidad, la creación de un parque de vivienda pública que vuelva a su estatus de bien de uso y no de lujo, empleo seguro y en condiciones para todos y todas, ocio (cultura y deporte) accesibles, la protección del medio ambiente y el cambio de hábitos para convertirnos en ciudadanos responsables y nuestras ciudades en entornos sostenibles. Pero también estoy en búsqueda activa de empleo desde hace unos meses, y barrunto ya la posibilidad de que mi labor como concejal, con un empleo y junto a una vida personal, con sus relaciones y aficiones, se vea muy deteriorada.
Por todo ello, sigo demandando a estos políticos, que se venden así mismos y para la sociedad como grandes “gestores” y que la empresa privada es lo máximo, que gestionen como se hace en la empresa privada, con sus plazos y calendarios, lo que es de todos sin lecturas cortoplacistas ni intereses partidistas, sino con el ánimo de dar el mejor servicio a los habitantes de Santa Marta, y así evitar la deriva hacia el desinterés y la desidia que la política produce en la población, algo de lo que por desgracia (hablo del ascenso del fascismo), este país y otros muchos ya tienen desastrosa experiencia.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...