El 24 de septiembre pasado, hizo 20 años del lanzamiento del albúm Nevermind, con su primer single "Smell like teen spirit". Podía haber sido un lanzamiento más, de un nuevo grupo, con sus canciones más o menos, sus videos. Podía haber sido todo menos trascendente, más rutinario, más volátil. Pero no. Ese 24 de septiembre de 1991 cambió el mundo de la música, especialmente la industria musical, el modo de hacer campañas de marketing, e incluso si me apuráis el apelativo viral para una forma de hacer promoción y convertir a 3 chicos del estado de Washington en un fenómeno mundial y de masas.
No corro el riesgo de ser precisamente un gran fan de Nirvana, de la música grounge en general, aunque paladeó ciertos temas (Come as you are, Lithium, Stay Away) o a los Foo Fighters o Pearl Jam. No es el submundo grounge mi música de juventud y rebeldía, y sin embargo un poco de historia, documentación y bagaje hace ver que lo que sucedieron esos 3 años en Seattle y en el mundo de la música en general, fueron impactantes.
Todo surgió en Seattle. Una ciudad de importante tamaño pero aislada de la onda musical americana (y mundial) que se centraba en New York y California, y que no tenía prácticamente actividad cultural. La tierra que vió nacer a Jimi Hendrix o a Duff Mckagan (bajista de los Guns n'Roses), también vió como tuiveron que salir de ella para triunfar o alcanzar el reconocimiento y éxito por su música, al tiempo de que los SoundGarden o Alice in Chains empezaban a dar sus primeros conciertos en bares de la ciudad y a realizar sus primeros discos.
Pero la música guardaba entre sus calles una de las historias más increíbles y tenía a un tímido chico del suburbio de Abeerdeen como protagonista. Kurt Cobain, junto a sus amigos David Grohl (bateria), Kris Novoselic (guitarra) habían tenido poco éxito con una maqueta lanzada en el sello local Sub Pop, y habían firmado por Geffen, discográfica de los Guns ´n Roses, con la que esperaban alcanzar las 200.000 copias vendidas, suma modesta pero que para alcanzarla necesitaban algo más de promoción más allá de las fronteras del estado del noroeste americano. El punk melódico que aportaban los Nirvana parecía no tener ningún hueco en el escenario musical, rockero o metalero americano. Pero los caminos a la leyenda guarda increíbles recovecos y en el caso de Nirvana y su ascenso a los cielos es espectacular.
Kurt Cobain, no era precisamente carismático sobre el escenario. Tenía una gran voz, pero no destacaba potencialmente por un magnetismo o una imagen llamativa. Pese a cumplir con los canones en su rostro de la mayoría de chicos americanos, Kurt se sentía acomplejado y esa actitud se veía sobre el escenario y en su trato. Las botas de campo, los vaqueros anchos, camisas de cuadros o jerseys de lana eran imposibles de imaginar en un escenario de rock, y sin embargo algo sucedió.
Lo que pasó fue que a la MTV que se había afianzado dentro de la oferta de canales de cable en Estados Unidos, y siendo el único dial dedicado a la música, llegó desde la discográfica Geffer, el video de "Smell like teen spirit" primer single del Nevermind de Nirvana. El video ambientado en un partido de basket de instituto, con sus jugadores, animadores, espectadores y bedel fregando una vomitona, mostraba al kurt Cobain inadaptado y carente de carisma que hacía el contraapunto a toda la música que mostraba la MTV que había acostumbrado al público a frontman plenos de fuerza, sex appel y que encajaban perfectamente en el papel del chico perfecto. En aquel video, Kurt Cobain mostraba al mundo el prodigio de su voz y la fuerza de sus letras. Y el público americano, y después mundial, encontro en él, el icono de una nueva generación y de toda una subcultura.
El movimiento grounge que comenzó en ese momento aunaba a una generación de "niños perdidos", desencantados con una sociedad adulta que quería de ellos un conformismo invitándoles a ser despreocupados, desenfadados, que cumplieran unos canones fisicos y en su forma de ser, y que en el mundo real dejaba a una generación entera, plena de angustia, malestar, silencio y con un sentimiento de rencor cocido en la soledad del individualismo americano. La respuesta a ese sentimiento no habia venido del punk de los Sex Pistols, o del rock glam de los ochenta. Los nacidos entre 1970 y 1975, no sentían aquella música como suya, y el siguiente avance vino de Nirvana o Pearl Jam y se llamó grounge.
Aquel video hizo que toda esa generación que posteriormente dieron a la literatura o el cine la llamada generación X, encontrará en Cobain al ídolo que canalizó la angustia la juventud y fue adoptado por ellos. Decían, es uno de los nuestros. Cobain cumplió con esa imagen perfectamente, imagen de músico "alternativo" o "antisistema". Su música, letras, comportamientos, vestimenta, declaraciones hacian justicia a esa imagen, y su ética underground poco a poco empezo a hacerse más beligerante con la industria musical, que por su parte se hacía de oro, con el fenómeno.
Pero Kurt Cobain, estaba jodido, y aunque en aquel momento nadie esperaba que todo fuera a acabar como acabó, hoy visto con perspectiva se ve que estaba siendo coherente con lo que sería su final. Y es que lo que la juventud vislumbraba en la música y actitud de Nirvana y de Kurt Cobain en particular, era la inadaptación. Esa generación inadaptada veía en Cobain a un inadaptado. Pero es que realmente lo era. Había crecido en una familia disfuncional, tenía desiquilibrios emocionales desde la infancia y arrastraba traumas, inseguridades, desprecios y maltratos desde la escuela. Era un dios del rock, pero era un paria.
La industria musical fue la que cambió de manera más radical y duradera a raíz del Nevermind.
Como decíamos, las compañías discográficas se lanzaron de cabeza a
Seattle para lanzar a cualquier grupo originario de la ciudad e intentar
convertirlos en los “nuevos Nirvana”. Alice in Chains o Soundgarden
fueron redescubiertos para un público general y nuevas bandas como Pearl Jam
se convirtieron en la nueva sensación de la temporada. El rock
“alternativo” dejó de ser una alternativa para convertirse en la moda
predominante y aparecían grupos “alternativos” hasta de debajo de las
piedras. ¿Qué significaba ser “alternativo”? Pues
básicamente tener un sonido basado en guitarras saturadas, con melodías
melancólicas y letras que hablasen de angustia existencial. En lo
musical, la moda duró bastantes años. Michael Jackson y Madonna
tuvieron seria competencia durante una buena temporada. Nirvana había
establecido un nuevo paradigma discográfico que se prolongaría durante
el resto de la década de los noventa. Mientras el tsunami “grunge” arrasaba el
mundo del espectáculo —música, cine, televisión, moda— a causa de su
éxito, Kurt Cobain iba siendo absorbido por una espiral autodestructiva
incrementada por las presiones de la fama, la persecución de la prensa
del corazón y su tormentoso matrimonio con Courtney Love, probablemente la última mujer que le convenía a alguien con los problemas de Kurt.
La drogadicción de Cobain era bien
conocida y a nadie le sorprende algo así en una estrella del rock. Las
letras de sus canciones, sin embargo, daban una buena pista de hasta qué
punto estaba destrozado por dentro, pero como suele ocurrir, resultaba
difícil decir a priori qué parte correspondía a la realidad de la
persona y qué parte era ficción del artista. En sus entrevistas también
dejaba indicios sobre lo miserable de su existencia, pero muchos podían
pensar que se trataba simplemente de un mal bache o incluso que eran
exageraciones producto de la pose, como sí ocurría con algunos otros
músicos de la era grunge. El resultado fue que Cobain era uno de los
individuos más famosos y admirados del mundo pero estaba hundiéndose en
la miseria sin ninguna ayuda efectiva. Su mujer le martirizaba con
continuos chantajes emocionales y ataques destinados a destruir su
autoestima, mientras la prensa le desequilibraba aún más con continuas
habladurías, cotilleos y rumores grotescos. Kurt Cobain estaba solo y la
presión estaba quebrándole. Hubo algún intento de suicido con
somníferos que fracasó y que mucha gente vio como un mero reclamo de
atención: sí, Cobain no está bien, pero ¿se suicidaría alguien que está
ganando millones? Seguro que en cuanto se le pase la neura del momento
le veremos liado con actrices y modelos, viviendo la vida a todo tren.
Antes de su muerte Kurt Cobain era ya un icono generacional, pero la noticia de su suicidio le elevó prácticamente a los altares. La misma prensa que le había insultado con regularidad comenzó a ensalzarlo con términos igualmente exagerados. Se reavivaron los debates sobre el existencialismo juvenil aunque en realidad la muerte de Kurt Cobain fue también la muerte sociológica de la “era grunge” y el concepto de “generación X”, por un sencillo motivo: la juventud se había identificado con él, pero no todos los jóvenes estaban tan, tan dañados como él lo estuvo. Identificarse con su descontento era fácil, pero identificarse con su suicidio no. Sus fans tenían que seguir adelante y pasar página. No le iban a dejar de admirar por haberse quitado la vida —de hecho en muchos casos fue al contrario, quizá porque aquello demostraba que Kurt había sido sincero— pero ya no tenía sentido imitarle. La gente, aunque esté jodida, suele querer vivir. Eso sí, la noticia de la muerte de Cobain causó un considerable impacto, similar al que había producido años atrás el asesinato de John Lennon. Kurt Cobain fue ascendido al mismo Olimpo en el que moraban Lennon, Jim Morrison, Janis Joplin o su paisano Jimi Hendrix. Casi nadie discutió el que Cobain fuese incluido en ese club, lo cual nos deja con una última pregunta…
Lo que sucedió después es historia del rock. Su suicidio, su ascensión inmediata a los altares y los mitos. La moda grounge, y la desafección entre adultos y adolescentes; o mejor dicho, el descubrimiento por parte de los primeros de muchos de los problemas de los segundos. Pero es que añadido al fenómeno sociológico, también existe el cambio y fenómeno musical. Con su fenómeno viral, demostro a todos los grupos que fueran viniendo, cual era el camino para hacerse ricos y famosos, aunque esta finalidad no era el alimento de Nirvana. Además nos dejaron grandes canciones, tanto musicalmente, como sus desgarradoras, angustiosas y rebledes letras. Por todo ello, Nirvana, y más concretamente Kurt Cobain están en el olimpo de los dioses del rock.
No hay comentarios:
Publicar un comentario