Llevo mucho sin escribir no por falta de ganas o de cosas que contar, sino más bien por la carencia de tiempo y la amalgama de sentimientos que vienen y van. Esta experiencia sigue su curso, y aunque cada día siento más la angustia de estar lejos de esta ciudad, cada vez me encuentro más acomodado en mi nuevo destino. El trabajo sigue su curso, sin más novedades que el desenmascaramiento de aquellos que engañan, aquellos que olvidan y aquellos que solo quieren su propio beneficio. En palabras limpias lo mismo que en todas las empresas. Multitud de jefecillos, jefes y aspirantes a jefecillos que se creen con cargo y nivel para discutirte algo, y encima hacerlo humillándote y demostrando su "gran" nivel. Sin embargo, conmigo van mal dados porque yo no callo ni me achanto ante nadie y aunque parezca otra cosa, no tengo resquemor de decir lo que pienso, a quien sea y tenga las consecuencias que tenga. Y es que cada vez estoy más seguro de que tengo menos que perder y adquiero ese sentimiento de seguridad y confianza, basado en no perder nada.
El piso tampoco es que sea la bomba, pero francamente podía sea peor. Pasan los días ahí sin ver y sin saber casi nada de nadie, y cierta desconfianza me llega de alguna pieza y sus allegados. Pero en fin, con el precio de la vivienda, los ya caros 200 euros por una habitación, son una bicoca comparado con otras "peticiones", así que hay que seguir con la lucha exterior, esta lucha nueva y activa que es mucho más simple que esa lucha interior que todos tenemos.
Cada finde que vuelvo a Salamanca la nostalgia aparece. No se puede comparar. Ni siquiera el centro de Madrid me pareció comparable a las mañanas de ayer y ante-ayer en las que el dorado de la piedra, las tiendas, los bares, los pinchos, las chicas, las personas, todo me hizo volver a repetirme qué esto es único, qué es lo que me gusta, y qué es lo que quiero.
El último intento de encontrar empleo de lo mio aquí en Salamanka, a expensas de contestación, me pareció frustrante. Metí el curriculum por una ETT, y me llamaron. Acudí a la entrevista, y a parte de estar en donde Cristo perdió las llaves. La entrevista fue extraña, y lo que más me jode [perdón] es esa eterna frase de que "tu trabajo no sólo sera de informático; harás tareas de administración, etc.". Joder, vaya mierda. Yo soy informático coño, y encima técnico, es decir, ya este es un trabajo (como informático) que me viene pequeño, pero que encima tenga que usurpar funciones de otros trabajadores ya es lo último. En fin, si me llaman es probable que venga, pero no me convence. Casi espero agotar un poco el tiempo en Madrid y luego ya veremos.
Por lo demás estar en Salamanka con mi familia, mis amigos, viendo esta ciudad, sintiéndola y viviéndola es un sentimiento fenomenal. Estoy encantado de estar aquí, y aunque me apesadumbra el tener que partir hacia allí, ya es un sentimiento algo menor que en semanas precedentes. Mis ganas y mi futuro están en Salamanka y esto es un medio, un triste medio, para conseguir iniciar ese proyecto de vida que pretendo sea el mio, único y fantástico.
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