Tres meses y dos semanas ha durado esta aventura. Esta vida fuera de la tierra media de mi vida termina con la felicidad de haber encontrado un nuevo destino laboral, cerca de mi "casa", cerca de mi vida y cerca de lo que me gusta. Este curro es un segundo paso para ir encontrando mi vida tras un fructífero primero, hecho aquí en Madrid, que me deja buenas sensaciones, a pesar de que la empresa (sub-contratada por Telefónica) es una mierda (sobretodo en lo que respecta a los procesos dependientes de Telefónica).
Lo mejor de este curro, como casi siempre los compañeros, y aunque hay, como casi siempre, trepas y gilipollas, la suerte es que al final recordaremos con los que verdaderamente queremos, la ineptitud e imbecilidad de los lameculos y bufa-almohadas. Pero no le dediquemos más líneas a gente sin sentido. Lo mejor, esa Vane, que es una persona excepcional, que siempre ha estado dispuesta para ayudar, ya sea en cosas cotidianas del trabajo, en la búsqueda de casa o en explicarme como funciona el transporte público en Madrid. Raúl un tio cojonudo, divertido y comprometido; el resto de la plantilla muy maja todos ellos (Juanjo, David, Jorge, Silvia, Raúl, la tímida Carolina, etc.). No es un curro en el que haya aprendido mucho, pero por lo menos he conocido a buena gente.
En el piso, bien. Pese a problemillas y desconfianzas todo ha ido bien, y lo mejor es demostrarme a mi mismo la posiblidad de desarrollarme y crecer en un ambiente nuevo sin problemas y conociendo plenamente todas mis capacidades.
Este nuevo curro al que voy a deparar, no me da de antemano mucha confianza, por lo que seguiremos con la búsqueda y ahora si, comenzaremos a buscar la formación necesaria para conseguir un empleo, quizás menos remunerado pero que me haga más feliz.
Pero lo mejor de por fin encontrar trabajo estable (sobretodo de lo mio) en Salamanca es volver a estar con mi gente. Mi familia, mis amigos y amigas, y toda esa gente guapa y maja de Salamanca o de paso, que nos podemos encontrar allí en una noche cualquiera. El ambiente siempre es inmejorable, y las ganas a disfrutar únicas e irrepetibles. Salamanca es una ciudad en la que se vive muy bien; en la que se puede disfrutar de cada minuto con varias opciones, y en la que lo peor viene de la clase política.
La política es un estadio de la vida que para mucha gente le es indiferente, pese a ser parte de la identidad y el carácter de cada individuo. Eso hace que las tramas, mentiras y cacicadas que suceden allí no se vean apenas influidas a pie de calle, aunque se trate por ejemplo, de perdonar deudas de millones de euros a los constructores amigos, subir los impuestos directos e indirectos un 80% a los ciudadanos o por ejemplo, embaucar al consistorio (y con ello a toda la ciudad) en una serie de procesos judiciales trasnochados e ilógicos, solo para defender la legitimidad de la represión y el fascismo de tiempos pasados. Al final quienes pagamos el pato somos todos las personas de a pie. Los impuestos son necesarios, pero deben ser progresivos e ir destinados a garantizar la existencia de un buen servicio público, y la calidad del mismo. En Salamanca pagan más impuestos los que menos tienen, y encima es para ingresar lo que el Ayuntamiento no quiere exigir a sus amigos constructores. La derecha retrógrada que gobierna en Salamanca encuentra en sus interesados amigos de la Cámara de Comercio a los cómplices y secuaces. 10 ricachones que representan a centaneres de pequeños comerciantes, y que seguramente bajo la mesa, a recibido las prevendas para aplaudir la llegada del Corte Inglés, la discusión sobre el AVE (cuando no tenemos un servicio ferroviario convencional en buenas condiciones, ni tampoco autovía hasta Avila), y ahora el aumento en los impuestos sobre el transporte público, que en apenas va a mejorar el servicio, pero si que va a esquilmar los bolsillos de los ciudadanos, que no se sabe si podrán comprar en los comercios adheridos a aquella vetusta organización.
El sábado llegó a Salamanca, y casi sin deshacer la maleta, nos vamos a ir de "mani" a tomar las calles y empuñar pancartas, para a viva voz, con nuestros gritos, parar la sangría que la derecha está haciendo en esta comunidad y de manera más particular en la provincia y sobretodo en la capital. Algún día la gente pro-Lanzarote se dará cuenta de cómo está dejando este vándalo de corbata la ciudad. Cómo los acaudalados constructores hacen y deshacen lo que quieren, viendo pasar las sentencias judiciales como si nada, porque saben que no van a llegar a ningún destino, más allá de la fraudulenta y bochornosa gestión consistorial.
Debe ser el momento de que desde las calles, toda la población que necesita el transporte público (ojito con los universitarios y estudiantes, que no votan y "deciden" en Salamanca pero viven y tributan en ella) y toda la izquierda y gobierno coherente echen a este impresentable y su tropa del ay-untamiento, para que esta ciudad, se encamine en la prosperidad y el futuro, para ella misma y para todos los que a pesar de todas estas bochornosas actuaciones, tenemos la suerte de vivir en ella.
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