Y hoy ha sido el primer día en un nuevo trabajo, igual por necesario e innecesario a la vez, ya que aunque, maldita la gracia, hace falta para vivir (por lo menos, con cierta dignidad), sobra de todas las cosas bellas e importantes de la vida. Sacrificar las 40 horas semanales, más las que nos dejamos yendo y viniendo, por vivir plenamente el resto de tiempo que dedicamos a nuestras pasiones, intereses y amores.
Qué difícil es afrontar ya no sólo el primer día, sino el primer mes en un puesto de trabajo como informático. Todo son dudas, aplicaciones nunca vistas, lenguajes ignorados, preguntas con un toque ¡lo debes de saber!, que disfrazan la ignorancia de quienes te mandan y enseña la tuya propia, siempre acompañada por el instinto asesino de quien se ve golpeado antes de que suene la campana. No tengo miedo a "demostrar" mi ignorancia, ni tampoco a perder la evadida confianza depositada en mi; no sé si a los 3 o 6 meses, o antes o después, este trabajo me cansará o se cansaran de mi, pero no siento más preocupación que la que pueda sentir un fatxa entre 10 sarperos. Y me explicó; aunque queremos ahora y siempre vivir de la mejor manera posible, y no hay más remedio que la de asegurándose un buen "empleo" con un "buen sueldo" y con las mejores condiciones posibles. Pero harto estoy de morir en vacíos intentos de ser quién no soy. Me encanta ser como soy, y que nadie se haga el imbécil pensando que en algo voy a cambiar. Vestiré igual que siempre, oiré mi música, expresaré mis ideas y sentimientos como así vengan de mi mente o corazón, y nunca dejaré de ser guerrillero de oficina.
Por último, ¡¡¡¡Cómo me gusta Salamanka!!!!. A pesar de esas broncas parentales que no conducen a ningún sitio, nunca las recordaré mientras días como los últimos sean los que alimenten mi espíritu. Esas ya tradicionales tardes de basket con mi hermano, aderezado con la búsqueda de gangas literarias en la feria del libro; esos pinchos, esos amores de una noche (2 en una, jajajaja), esas copas de garrafa, k siguen contaminando la noche; y esos colegas con los que pasarlas; y siempre, mi querido hermanito, dando kaña y dando abrazos.
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