Sentarse en el sofá, enchufar la tele y ver y sobretodo escuchar a Gregory House es un placer. Inteligente, arrogante, chulesco, mordaz, ironico, obsesivo, huraño e incluso antipático. Estos adjetivos cubren la personalidad del nefrólogo del Hospital Universitario Princeton-Plainsboro de Nueva Jersey, donde se desarrolla la acción. Su encanto es eterno. La chispa que emana de House, de su personalidad es palpable y en absoluto desdeñable. Todo el mundo tiene una opinión sobre él. Te puede gustar, o no; pero lo que es seguro es que no te deja indiferente. Su minusvalía, su adicción a la morfina y otros calmantes no crean una sensación de pena por el doctor. Es aquí donde se ve el gran talento de Hugh Laurie, actor británico que interpreta al protagonista, y que pese a problemas y reticencias de los productores en un principio (querían a un actor estadounidense, pero quedaron prendados por la interpretación del ingles) ha dado a conocer su nivel, ya conocido en el teatro británico. Actor y personaje, son todo en uno. No solo coinciden en la fecha de nacimiento (11 de junio) sino que nadie podría imaginarse al doctor sin la voz y cara de este gran actor.
Y que decir del resto de personajes. Los doctores internos Eric Foreman, Robert Chase y Allison Cameron, tan distintos entre sí y que generan tantas emociones en el personaje principal, tampoco quedan atrás, y dan grandes dosis de sentido y coherencia a la serie. Tutelados por House, se presentan como alter ego del frontman, y como hubiera querido ser o no ser el propio House. También hay que destacar al único amigo de House, el oncólogo Wilson, la única persona con autoridad para discutir con House, y al que este puede escuchar. Y la jefa del hospital, la doctora Lisa Cuddy, que vive entre la desaprobación a los métodos del enigmático doctor, como presa de admiración por el irreverente médico.
Lo bueno de esta serie es que te hace despertar. Piensas, reflexionas y vives después de ver un capítulo de House. Sentencias, como "Necesito mucha estimulación; yo no me masturbo, me hago el amor", "Vienes a buscar mis sentimientos; lo siento, los deje en el otro pantalón" son auténticas perlas del conocimiento en el siglo XXI. Quizás pueda parecer una serie para gente, digamos cultivada. Seguro es. Pero no es un error del creador de la serie, sino una búsqueda de que algo quede de ella cuando se acaba el capítulo semanal. La terminología médica es complicada. Mucho más que en el resto de series que proliferan, y en ocasiones nos entretienen, sobre hospitales, médicos, etc. Pero también en la trama más humana y personal, su contenido es altísimo, viciado por sentimientos que mucha gente ignora o no sabe como calificar. El desasosiego de House, es suyo y a la vez propio de muchas generaciones actuales. Su inspiración en personajes históricos y literarios como Sherlock Holmes (infinidad de "detalles"dan idea de esta simbiosis) o Cyrano de Bergerac (el ingenio y la ironía) dan un valor universal a la serie. Los momentos en los que house pasa consulta son auténticos ejercicios que retratan el ser humano. la maldad, la mentira o el miedo, pero también la alegría, la vergüenza o el compañerismo quedan reflejados de una forma auténtica y novedosa, que hacen pensar en cómo somos y por qué somos.
Gracias a cuatro por dar la oportunidad a la gente de este país, cansada de ver siempre lo mismo, y a la misma gentuza en TV, por ofrecernos algo nuevo, distinto y que pasará a la historia con una marca de calidad magnífica. Gracias también a David Shore por crear esta serie, y a todas las personas que la han hecho posible. Y gracias también a Hugh Laurie por aportar su experiencia y calidad a un personaje único, al que su trabajo ha hecho universal.
"...el primer beso con lengua es un 8 en la escala de la felicidad.." - House
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