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miércoles, 22 de noviembre de 2017

Nada de Black Friday: Buy Nothing Day, Día sin compras



Mañana es Acción de Gracias (“Thanksgiving Day”) en Estados Unidos y pegado a él aparece el “Black Friday” (y tras el finde el “CiberMonday”) eventos sociales basados en el consumismo más desaforado, extremo, irracional, y que da inicio a la época del año más alocada y sin sentido en cuanto a las compras se refiere: La Navidad.
Lo que empezó siendo al otro lado del Atlántico como un día para comprar en familia siguiendo la unión y el recogimiento interior simbolizados el día anterior, al calor de jugosos descuentos y ahorros antes de las fiestas, es hoy, ya trasladado al viejo continente y a esta España (llena de banderas en los balcones y a la vez huérfana de identidades propias) una exaltación al consumo. Una oda a la barbarie de la búsqueda animal de las gangas. Un derroche de dinero, y también emocional, de gentes obnubiladas por las luces de colores, las canciones machaconas, los eslóganes y la publicidad.
La liturgia común viene a ser rastrear durante semanas catálogos, webs y tiendas físicas con los productos que nos gustan y/o creemos necesitar. Madrugar o salir lo antes posible del trabajo y las obligaciones para ir a la tienda, y/o antes haber comprado online reventando el paypal. Coger el coche e ir al centro comercial. Comerse un atasco morrocotudo a la entrada. Correr por los pasillos. Correr por las escaleras mecánicas. Apretarse para entrar; pegarse por el producto deseado. Correr hacia la caja. Pagar por lo que querías, y a menos que tengas un zhen a prueba de bombas, pagar también por media docena -como mínimo- de productos que ni te has enterado que has comprado, que seguro no necesitas, que desde luego no habías planificado adquirir. Después, por supuesto, te viene otro atasco descomunal para llegar a tu casa. Y allí darte cuenta, o el día que te lleguen los productos adquiridos en el comercio en Internet, que ni que te queda bien, ni lo necesitabas. Las calidades no son las que demandas. Y los derechos como consumidor probablemente han desaparecido como esa buena cantidad de pasta que te has dejado en un día de locura compulsiva. De comportamiento instintivo condicionado por la perpetúa publicidad. Por la sociedad del espectáculo, de la indiferencia y la apariencia, que queda dinamitada si irrumpe el deseo de desear más allá del capricho consumista.
Y es que detrás de las ofertas, muchas de ellas fraudulentas, del Black Friday se esconden realidades que nos convierten en cómplices de las perversiones del sistema, que sigue girando y lo hará sin parar hasta que sea demasiado tarde. Tras los mostradores, estresados aparecen trabajadores y trabajadoras precarios, exprimidos por las legislaciones lesivas liberales, neoliberales y ultra liberales que han transformado derechos y garantías en beneficios de unos pocos y falta de seguridad para casi todos.
Detrás de las pasarelas de pago y las confirmaciones de cobro se encuentran repartidores engañados y estafados, muchas veces bajo figuras como los “falsos” autónomos y otras formas de contratación que subyagan los beneficios sociales para goce de la élite capitalista opresora.
A través de ellos te llegarán objetos que probablemente se construyan a miles de kilómetros de tu domicilio y en condiciones tanto de seguridad laboral, como profesional, dudosos por no decir esclavistas. Injusticia social que además se añade a los perjuicios al medio ambiente por adoptar un modelo de sociedad ultra plastificado, empaquetado, transportado a costa de miles de toneladas de residuos provenientes de la combustión de hidrocarburos. Y cuyas consecuencias vamos a sufrir y lamentar todos, pero ellos, las personas que componen la mano de obra barata ya están sufriendo.


Pero no todo tiene que ser así. Hay también maneras y actitudes que demandan mayor civismo, más racionalidad y contención. Discursos y acciones que partiendo de lo individual llegan a lo común. Que crecen en su impacto y logran que nos empoderemos. No tenemos que comprar lo que no necesitamos, simplemente porque nos lo dicen, porque nos hacen creer que nos ahorramos algo.
Así el viernes, a la par del Black Friday, yo te digo que tenemos el Buy Nothing Day. El Día de No Comprar Nada.
Un Día sin Compras que critica un modelo de producción y consumo a la medida de las élites, de las grandes empresas y de sus objetivos de maximización de beneficios y de tener a la población sumida en la idiotez.
Frente a esto con nuestras acciones como ciudadanos, en nuestro rol de consumidores, podemos cambiar las cosas. Si ejercemos un consumo transformador y responsable, teniendo en cuenta la sostenibilidad ambiental, la repercusiones sociales favoreciendo los productores y vendedores de cercanía, el reparto equitativo de la riqueza, la solidaridad y las relaciones comunitarias conseguiremos girar la estructura de poder.
Esta huelga de compradores viene a contestar un modelo de ofertas, de explosivo crecimiento, que beneficia a las grandes compañías. A los oligopolios de siempre abierto y salarios de mierda como los encabezados por Amazon que tiene como objetivo -y es algo que su portavoz Jeff Bezos ha dicho en varias juntas de accionistas de la compañía- deshumanizar las relaciones comerciales lo que otorga y otorgará pingues beneficios.
Un modelo alejado y cada vez más del consumo consciente e informado, de la trazabilidad del producto ya que con el gancho de las ofertas tapan los impactos sociales y medioambientales que genera.
No olvidemos que pese a la propaganda interesada el capitalismo y el consumismo no consiguen generar un mercado accesible y justo para miles de millones de seres humanos que no pueden acceder a los servicios y recursos más básicos como la alimentación. Y estas brechas se siguen abriendo en buena medida por “nuestra” actitud sumisa, individualista y nada contestaria ante las agresiones que nos infringe el capital.


Por todo esto os pido que reflexionéis y compartáis con vuestros contactos éste humilde artículo o la campaña de Ecologistas en Acción para seguir el Día sin compras. Hagamos un ejercicio libre y racional de nuestro consumo.
Por nosotros mismos. Por millones de personas que sufren la inconsciencia de nuestros actos. Algunos más cerca y otros más alejados. Por el planeta. Por demostrar que no sólo somos simples consumidores, zombies y embobados ante la televisión y la publicidad. Qué tenemos inteligencia. Qué tenemos fuerza. Qué somos más y ya estamos hartos.
Frente al Black Friday, el Buy Nothing Day.

viernes, 18 de mayo de 2007

House. Lo mejor de la TV

Desde hace algún tiempo tenemos la suerte de disfrutar de House. Junto a los Soprano una de las mejores series de TV de todos los tiempos. Acostumbrados estamos a recibir productos de ocio y TV americanos, con su sistema de valores, y con la retórica holywoodiense como máximo atractivo. House no es así. En esta serie se retratan las grietas que hay en una vida con una veracidad bestial. La ironía y la suprema inteligencia que irradian son de una perversidad mayúscula, pero a la vez, son muestras de agudeza e ingenio de un grupo de guionistas y productores, entre los que destacan David Shore y Bryan Singer, que tienen como meta realizar un buen producto televisivo, como muestra artística, y no solo, como mero instrumento económico.



Sentarse en el sofá, enchufar la tele y ver y sobretodo escuchar a Gregory House es un placer. Inteligente, arrogante, chulesco, mordaz, ironico, obsesivo, huraño e incluso antipático. Estos adjetivos cubren la personalidad del nefrólogo del Hospital Universitario Princeton-Plainsboro de Nueva Jersey, donde se desarrolla la acción. Su encanto es eterno. La chispa que emana de House, de su personalidad es palpable y en absoluto desdeñable. Todo el mundo tiene una opinión sobre él. Te puede gustar, o no; pero lo que es seguro es que no te deja indiferente. Su minusvalía, su adicción a la morfina y otros calmantes no crean una sensación de pena por el doctor. Es aquí donde se ve el gran talento de Hugh Laurie, actor británico que interpreta al protagonista, y que pese a problemas y reticencias de los productores en un principio (querían a un actor estadounidense, pero quedaron prendados por la interpretación del ingles) ha dado a conocer su nivel, ya conocido en el teatro británico. Actor y personaje, son todo en uno. No solo coinciden en la fecha de nacimiento (11 de junio) sino que nadie podría imaginarse al doctor sin la voz y cara de este gran actor.

Y que decir del resto de personajes. Los doctores internos Eric Foreman, Robert Chase y Allison Cameron, tan distintos entre sí y que generan tantas emociones en el personaje principal, tampoco quedan atrás, y dan grandes dosis de sentido y coherencia a la serie. Tutelados por House, se presentan como alter ego del frontman, y como hubiera querido ser o no ser el propio House. También hay que destacar al único amigo de House, el oncólogo Wilson, la única persona con autoridad para discutir con House, y al que este puede escuchar. Y la jefa del hospital, la doctora Lisa Cuddy, que vive entre la desaprobación a los métodos del enigmático doctor, como presa de admiración por el irreverente médico.

Lo bueno de esta serie es que te hace despertar. Piensas, reflexionas y vives después de ver un capítulo de House. Sentencias, como "Necesito mucha estimulación; yo no me masturbo, me hago el amor", "Vienes a buscar mis sentimientos; lo siento, los deje en el otro pantalón" son auténticas perlas del conocimiento en el siglo XXI. Quizás pueda parecer una serie para gente, digamos cultivada. Seguro es. Pero no es un error del creador de la serie, sino una búsqueda de que algo quede de ella cuando se acaba el capítulo semanal. La terminología médica es complicada. Mucho más que en el resto de series que proliferan, y en ocasiones nos entretienen, sobre hospitales, médicos, etc. Pero también en la trama más humana y personal, su contenido es altísimo, viciado por sentimientos que mucha gente ignora o no sabe como calificar. El desasosiego de House, es suyo y a la vez propio de muchas generaciones actuales. Su inspiración en personajes históricos y literarios como Sherlock Holmes (infinidad de "detalles"dan idea de esta simbiosis) o Cyrano de Bergerac (el ingenio y la ironía) dan un valor universal a la serie. Los momentos en los que house pasa consulta son auténticos ejercicios que retratan el ser humano. la maldad, la mentira o el miedo, pero también la alegría, la vergüenza o el compañerismo quedan reflejados de una forma auténtica y novedosa, que hacen pensar en cómo somos y por qué somos.



Gracias a cuatro por dar la oportunidad a la gente de este país, cansada de ver siempre lo mismo, y a la misma gentuza en TV, por ofrecernos algo nuevo, distinto y que pasará a la historia con una marca de calidad magnífica. Gracias también a David Shore por crear esta serie, y a todas las personas que la han hecho posible. Y gracias también a Hugh Laurie por aportar su experiencia y calidad a un personaje único, al que su trabajo ha hecho universal.


"...el primer beso con lengua es un 8 en la escala de la felicidad.." - House

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...