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lunes, 10 de octubre de 2011

Quererse mucho o el arte de hacerse pajas

No es que este obsesionado. Ni con el sexo, ni su ausencia de él desde hace un par de meses y sustitución onanística. Cierto es que en el próximo escarceo amatorio, (me) corro el riesgo de matar a la conejita que tenga la inmensa suerte de refrotarse en la intmidad con semejante elemento, pero me apetecía hablar del tema..

Uno de esos momentos de intimidad que más placer y relajación, tiene o ha tenido la naturaleza a bien darnos para nuestro uso (abuso) y disfrute. Habló de la masturbación. Si del simple onanismo, de esa época de la vida en la que pensabas que pelartela como un mandril era una situación transitoria en la vida, pasajera y que abriría, o por lo menos no dejaba candada, una puerta a mayores placeres y con más gente en la habitación. El 5 contra el calvo, hacerse una paja, una gayola, meneársela, darle al manubrio, embocar el par, ir al autoservicio, follarse la mano, hacerse la alemana, frotarsela, cambiar las marchas, o en su acepción femenina, hacerse un dedo, frotarse el chichi, ... (qué corto ando de vocabulario onanístico femenino) pocos momentos existen tan placenteros y agradables para nuestros ratos de soledad, y sobretodo que nosotros mismos podamos hacérnoslo con el simple coste de un poco de cariño y suaves caricias.

La calienturienta mente del hombre no necesita de excesiva información estimulante (visual, auditiva, tactil o incluso olfativa...) para darse placer, por lo que el costo puede quedar en un mínimo de higiene (un par de kleneex). En ocasiones bien por azar o con intencionalidad se busca documentación, por ejemplo a través de internet (Voy a tener suerte), esos links guardados en marcadores, bajo el title de un periódico de información regional de una provincia, por la que ni has pasado ni pasarás en tu vida, o incluso en las siempre ínfimas colecciones (en relación a la cantidad de porno que hay en la red) que casi todos tenemos guardadas en una carpeta privada y oculta, bajo el inocuo nombre de Miscelánea o Baúl, a la que se llega desde una carpeta llamada papelera d reciclaje, con el icono cambiado por la original, y que se encuentra en los documentos del Administrador. La existencia de esta carpeta es una de las grandes negaciones del hombre moderno.

Ya véis, un poco de gasto eléctrico y de conexión a internet y podemos seguir dándole a la zambomba. Incluso los hay que se vienen arriba y añaden toda suerte dispar de juguetitos, lubricantes, prendas, etc... es un mundo amplio e imaginativo, por lo menos tanto, como cada persona que habita el planeta, y que juega y se divierte, primero con inocencia luego con lujuria, de sus genitales. Por no hablar de aquellas veces que nuestro amiguito, o amiguita, nuestro cuerpo en definitiva, pide guerra, y él solito se presta estimulado y diligente a llamar nuestra atención con una excitación notoria y que requiere alivio urgente. Hay mañanas muy chungas.

Pero es que la masturbación no sólo es un acto económico. Es además higiénico y útil. Nos permite investigar nuestro propio cuerpo, nuestros limites y posibilidades. Practicada en pareja, posibilita que ambos se conzcan y se compreneten mucho mejor a la hora de expresar su amor, su borrachera o su "aquí te pillo, aquí te mato" de una manera mucho mejor, placentera y delicada. Y en el caso de los hombres permite la continúa regeneración del semen, y los espermatozoides, para que en su inmensa mayoría se mantengan siempre jóvenes, vigorosos y móviles, y poder así ser más proclives a la fertilidad y tener esa posiblidad de joderte la vida cuando no lo buscas. Antes se pensaba que para provocar el embarazo era requisito fundamental tener los huevos a rebosar. Error. Los espermatozoides tienen un ciclo de vida muy corto (y con vaqueros ajustados o sleeps, más todavía), y es importante tener una actividad diaria para que el ciclo de producción se mantenga activo y funcionando. A la hora de procrear nada como un ejército de jóvenes y vigorsos espermatozoides, en vez de uno senil, cansino y en las últimas.

Ah, y se me olvidaba, ¡¡Encima te corres, qué más le puedes pedir!!

Pues hombre hay algunas cosillas que ayudarían y puestos a pedir: Qué nos dejarán masturbarnos en paz. Las religiones ese cáncer del planeta y más desde que llego en la Edad Media, las religiones monoteístas a su cénit y poder, han acusado al masturbador con su puritano dedo. Con lógica y cordura, uno pensaría que coño le importa a esta gente lo que yo haga en mi baño, o en las letrinas del medievo. Pero es posible que haya que dar un paseo por este blog para recordar que las religiones, en cualquiera de sus disfraces y máscaras han tenido como leiv motiv torturar al personal y denigrar el placer. Siempre el de los otros, inferiores infieles, no el de las castas jerárquicas ya satisfechas de tocar impudemente niños o de gozar de harenes de vírgenes golosas. Un ejemplo, San Agustín , personaje desagradable y reprimido donde los haya, anunciaba que el vicio solitario era peor a ojos de Dios que la violación o el adulterio e imponía siete años de penitencia a las masturbadoras.

Por desgracia, la ciencia médica, olvido el logos y abrazo el theos, y también estas absurdeces religiosas durante varios siglos alimentaron los códigos y libros médicos, provocando que la masturbación fuera enterrada bajo losas de mentira e intolerancia, considerándola una peligrosa desviación que provoca terribles daños en quien la sufría. Los médicos decimonónicos recomendaban el empleo de ataduras y guantes rasposos para evitar que los jóvenes destruyeran su salud por las noches. Una solución parcial, porque no podían recomendar directamente la castración. Para compensar, castraban a las mujeres, ya que la extirpación del clítoris y los labios mayores se consideraba una excelente terapia para proteger a las muchachas de la perdición. Todavía hoy en África se cerebran estas prácticas, con ciertos aires de indiferencia por parte de la comunidad internacional gobernante (NO ciudadanos de a pie y ONGs).

Algunas de las teorías científicas y filosóficas que provocaron el oscurantismo en el onanismo venían en ocasiones mentes preclaras, como por ejemplo la de Aristóteles, quien defendía que el semen venía del cerebro, por lo que "derramarlo por puros fines lucrativos" podía dejar al pajillero sin médula. Sin nadie al volante ahí arriba, vamos. De esta idiotez supina de Aristóteles, quien recordemos alejó la filosofía del hombre para ponerla al uso de los dioses con lo cual supuso un atraso frente a sus antecesores, ha quedado en el vulgo la percepción de que la masturbación produce estupidez, parálisis, e incluso ceguera, y que el joven onanístico consume fuerzas inúltimente pudiendo quedar prematuramente envejecido, tísico y desperdiciado para la sociedad y las labores del campo, quiero suponer. Encima para joder te podáis quedar calvo, y lleno de granos. Una estigmación intolerable a la masturbación.

Yo ante tal sarta de mentiras, mantenidas y consentidas solo puedo decir que desde los 13 años, le he dao al tema con entusiasmo, porque ya que te pones, lo haces bien, y sigo vivo y en muy buena forma. Tengo una buena estatura, un buen cuerpo bien trabajado. Soy fuerte, rápido, vigoroso y activo. Inteligente, genuino, gracioso, hilarante, apispado y con muchísima capacidad de improvisación. Esto no lo digo yo, lo han dicho algunas. Cierto es que el pelo va perdiendo su sitio, no por las gayolas y si por herencia genética. Lo de los granitos nunca fue un problema pasada la pubertad, salvo por una intoxicación alimentaria que tuve hace 4 años. Total, el onanismo, el placer, no tiene porque ser restringido, ni secuestrado, porque no tiene ningún perjuicio, es más solo ventajas, como las ya reseñadas allí arriba.

Por fortuna, uno dejo el catolicismo impuesto, al momento de salir de la primera comunición y ver que los regalos más allá de mis padres, no fueron para tanto, por lo que levantarte pronto un domingo para ir a pasar frío a una iglesia, oír memeces y oler a incienso dejó de ser cita ineludible. No lo recuerdo, pero seguro que mientras otros estaban en misa, yo ya le daba a la mangotera con vigor y frucción. Pero a todos se nos ha quedado grabado algún comentario de algún sacerdote en tv o en esa (anti)educación sexual retrógrada que se ha dao muchos años en este país, en el que te venían a decir que de tanto masturbarte podías quedar disminuido para cuando te hiciera falta.


Pues qué queréis que os diga. Lo cierto es que aunque ya hace tiempo, desde que se acabo el factor superarse a si mismo, no paso de 3 diarias, mantengo una alegre, cariñosa y compañera relación con mi polla, y las reservas no tienen viso de acabarse. Así que como sé que no van a encontrar mejores argumentos para dejar de zumbarmela, seguiré haciéndolo hasta mi muerte, a no ser que consiga morir placidamente, que en mi caso, sería algo así como morir follando. (Muerte por kiki.







Pero en el caso de las mujeres, como siempre, todo es peor. Los peligros que persiguen a la joven onanista son, si cabe, más aterradores que los del varón. En 1870, el doctor Francis Cooke alertó sobre la lacra que amenazaba a la civilización en su obra Satan in Society. Las doncellas victorianas, lejos de guardar su pureza para el altar del matrimonio, se profanaban con el nefasto y solitario crimen de la masturbación. Peor aún, la degradación se camuflaba bajo el disfraz de la amistad ya que, lejos de las miradas de sus padres, las jovencitas estimulaban mutuamente sus genitales, arrastrándose hacia el abismo de los lechos sudorosos. Ufff, cuidao que me está surgiendo algo entre manos.

¿Qué daños se causan las muchachas con sus febriles frotes? Ellas no eyaculan oleadas de médula. Pero ¡ay! la mente femenina, de por sí frágil, se debilita por los espasmos  del tocamiento. La obsesión enfermiza por el placer ahoga el propio deseo de vivir, dejando tras de sí abotargadas jóvenes de rostro macilento, profundas ojeras, y respiración lenta y difícil. Sus cuerpos se vuelven blandos, pesados, sus movimientos torpes y erráticos. Reducidas a muertas vivientes, las desdichadas consumen sus últimas fuerzas, empujadas a la tumba por el desenfreno. Las supervivientes quedan imposibilitadas de concebir hijos sanos. Si por un milagro la onanista llega a reproducirse, su vástago nacerá debil, enfermizo, tísico,  probablemente idiota, apenas humano.

Otro médico, el doctor Talmey, lo resumió con más precisión: la autoindulgencia conduce a la anemia, la malnutrición, la astenia muscular y el agotamiento mental y nervioso. La mujer inmoderada se delata por su palidez, su melancolía y su incapacidad para enfrentarse a cualquier trabajo mental o corporal.

La solución, como ya dije, era quirúrgica. Unos sabios cortes en las zonas pecaminosas y ¡hop! resuelto. Ya en pleno siglo XX algunos cirujanos proponían la lobotomía para prevenir que las ovejitas se descarriaran, porque las niñas buenas no se tocan.
Uno con su bagaje, de amistades y conversaciones pecaminosas y lujoriosas, previas al coito, la comtemplación o al onanismo solitario redentor de la frustración tiene ya su opinión formada. Es decir, algunas amigas, o parejas, me han comentado, en algunas ocasiones con una descripción suficientemente prolija, otras escasa lamentablemente en detalles, los avatares íntimos y si algo he sacado en claro, más allá de los esfuerzos para mantener una atención sana y no sudar excesivamente es que las niñas buenas se tocan (y mucho) y bien que hacen, qué coño, nunca mejor dicho!!! Sin ser médico, mis amigas masturbadoras, son alegres, divertidas, buena gente, bellas, cultas y hasta alguna entiende el fuera de juego. Las hay que ya tienen hijos y son unos torbellinos, nada enqlenques o tísicos, hasta el punto de haber preferido un poco más de tranquilidad.

Pero incluso mi percepción, y sobretodo mi imaginación va más allá. Y es que como en tantos aspectos de la vida, creo que las mujeres pueden darnos sopapos en tema de masturbación. No tienen desgaste con el orgasmo, con lo que pueden enlazar varias pajas seguidas sin demasiada dificultad (una novieta que tuve hace 3 años, me dijo que llegó a enlazar una noche de aburrimiento hasta 15, cuando yo nunca llegue, por más empeño que puse de 7 en  8 horas). Sus corrimientos son mucho más intensos y significativos, para llegar al momento de calentamiento simplemente con frotar disimuladamente los muslos se ponen a tono.

Y para más INRI, joder que cachondo soy, visualmente resulta un arte mucho más bello y erótico. Mientras el sólo hecho de imaginarme desde fuera pelarmela con la mezcla de fortaleza para sostener la base y tronco, y la finura en la cabeza, me revuelve las tripas, el sólo hecho de imaginar a una mozalbeta, deslizar sus manos al bajo vientre, buscar sus hendiduras, apretar y jugar con su botoncito... Vamos todo elegancia. Menuda envidia, si tuviera clitoris no cabe ninguna duda de que lo tendría más que reluciente.

Aunque eso sí, una buena, alegre y abundante eyaculación le da al asunto un toque más decó, más performance. Y además, tenemos una gran arma secreta: La próstata. Campeones y onanistas que estéis leyendo esta sarta de gilipolleces, podéis dejar de encoger el culo. A parte de para mantener ocupados a los proctólogos, la próstata manejada con corrección y saber hacer es una bolsa inagotable de placer y relajación, Para descubrirla, nada como una amiguita experta. Para intimar con ella, mucha soledad, intimidad, porque si tu pareja o tus padres, te descubren con la mano en el culo, no creo que sea fácil convencerles de lo que no es.

Por otro lado, siempre, siempre es aconsejable investigarse, darse a conocer el cuerpo a uno mismo, no sea que con 40 años, vayas al proctólogo y resulte que al hecho de que te metan una mano enguantada en latex por el culo, tu amiguito el calvo responda con una incómoda erección, que haga temblar los cimientos de tu heterosexualidad.

Por otro lado, sed comprensivos y respetuosos si veís a vuestra pareja masturbarse. Y también si son vuestros hijos, el que los tenga. REcordad que pese a ser vuestros hijos, se van a tocar. Y en caso de descubrir la faena, sed discretos y dejarles acabar que no hay paja más triste que la no completada. Luego ya con tiempo y delicadeza se puede introducir el tema, y las ventajas de los pestillos de las puertas (grandes aliados de la masturbación). Y ya de paso se puede improvisar una buena clase de sexualidad, no de pajas porque cuando les pillemos fijo que ya llevarán una buena sarta a sus encalladas manitas, sino de sexo, llamando a las cosas por su nombre, con naturalidad, con seguridad y sanidad, sin hacerles vomitar por el simple hecho de que sus padres hablen con ellos de sexo y plantear un plan de ataque para contestar todas las preguntas que nunca se atreverán a hacer. Lo agradecerán. Y para eso siempre esta el padre de Jim.

Por último os dejo con una clasifiación particular de un hecho importantisimo en la vida de todo hombre y mujer. La masturbación:. Hasta ahora, se creía que siempre son motivadas por un deseo sexual imposible de satisfacer en pareja. Pero con paciencia y papel se puede llegar a diferenciar múltiples diferencias en la motivación de estos actos que tantas satisfacciones nos han dado. He aquí esta perla de sabiduría.
  • -1. La paja viciosa. Es la paja por excelencia, la que hasta ahora se creía la única. Es la que te haces simplemente porque estás salido y punto. Tiene una variante conocida como la paja dedicada, y es aquella que te haces cuando ves una tía que te pone como una moto y te la machacas pensando en ella, antes de que el recuerdo se evapore de tu mente.
  • - 2. La paja ociosa. Es aquella que te haces sin ningún tipo de motivación sexual, simplemente porque te aburres y no tienes nada que hacer. Es la que se da en esas largas tardes de verano, cuando estás de vacaciones y tus colegas no pueden quedar hasta las nueve y todavía son las siete y no sabes cómo matar el tiempo hasta que llegue la hora. Si el nivel de aburrimiento es muy alto, puede derivar en la paja experimental, que es cuando te da por hacer chorradas como pelártela con la mano izquierda, untada en crema o con la mano fría.
  • - 3. La paja valeriana. La que te haces en momentos de estrés buscando no la satisfacción sexual (que nunca viene mal), sino la relajación posterior. Es lo que sueles hacer el día antes de un examen que llevas cogido con pinzas.
  • -4. La paja valium o somnífero. Son las cuatro de la mañana en verano, no te quedas dormido ni a la de tres, y mañana te tienes que levantar a las ocho... Pues eso, pajote al canto y en cinco minutos estás roncando. Existe una variante llamada paja gelocatil, que te la haces porque te duele la cabeza, con la intención de calmarlo.
  • - 5. La paja higiénica. Por extrañas circunstancias de la vida, llevas una larga temporada de inapetencia sexual y hace tiempo que no vacías las pelotas. Se hace imprescindible en momentos así darle al manubrio para evitar las molestas e incómodas de explicar las poluciones nocturnas.
  • - 6. La paja celebrativa. Has conocido a una chica maja, finalmente has triunfado... con dos cojones, cuando llegas a casa te la pelas para celebrar el polvo.
  • -7. La paja sorpresiva. Estás en el tigre tan tranquilo, notas algo raro, miras hacia abajo... ¡Ahí va! ¿Y esto? Te das cuenta de que estás empalmado y no sabes por qué. Pues bueno, ya que estamos, habrá que aprovecharlo...
  • -8. La paja McAulay: Te la haces simplemente porque estás "Solo en casa". Nuestra preferida.
  • - 9. La paja preparativa. Has quedado con una linda señorita que va a servir para que des rienda suelta a tus más bajas pasiones, pero no quieres quedar mal... ¿qué mejor que una buena manuela para evitar desagradables caídas del sistema de forma precoz? Existe un subtipo conocido como paja preventiva, y es la que te haces cuando tienes que hablar en público y no quieres quedar mal por culpa de >una inoportuna e imprevista erección.
  • - 10. La paja rutinaria. Pues bueno, porque siempre te la pelas los viernes a las siete y media o el sábado después de comer, para no perder las buenas costumbres...
  • - 11. La paja reto: es aquella que te haces simplemente por lo bien que queda conceptualmente habérsela hecho. Dos subtipos: Por cantidad ("tengo que llegar a la séptima del tirón", suele desaparecer con la pubertad) y por lugar también conocido como paja estandarte (en lugares raros, como en clase, o en la sacristía...)
  • - 12. La paja innovadora: La primera. Tiene un no sé qué de misterio, de no saber qué va a pasar... finalmente te abre las puertas de un mundo nuevo, pero es una lástima que sólo ocurre una vez en la vida.

Bueno, y ahora os dejo que tengo algo que hacer...

lunes, 16 de marzo de 2009

Tripas


A continuación un relato breve de Chuck Palahniuk, autor conocido sobretodo por su novela llevada al cine por David Fincher, El Club de la lucha. El siguiente relato esta inmerso en la novela Fantasmas, que narran los problemas que un grupo de supuestos escritores tienen para ver publicadas sus obras, sólo por no tener un gran "patrocionador" o mecenas; así deciden introducirse en un retiro para autores noveles, que no resulta tan bucólico como esperaban, y en el que carecen tanto de medios de subsistencia básicos como de total libertad. La acción transcurre entre las peripecias de los escritores y los relatos que cada uno de ellos va desarrollando en el tiempo de "retiro". Los elementos de miedo, terror, crudeza y la fantasía se van mezclando en la acción principal y en los cuentos de los protagonistas, que cada vez se vuelven más oscuros por como las condiciones de vida que ellos mismos están pasando.

Palahniuk, es el escritor más destacado por talento y seguimiento de la llamada Generación X, y su ácida y mordaz crítica, así como su esplendorosa imaginación e inagotable capacidad de impacto le hacen ser uno de los literatos actuales más seguidos, tanto en las librerías como en Internet.

Os dejo ya, con un relato más que impactante... Tripas:

"Tomen aire.

Tomen tanto aire como puedan. Esta historia debería durar el tiempo que logren retener el aliento, y después un poco más. Así que escuchen tan rápido como les sea posible.

Cuando tenía trece años, un amigo mío escuchó hablar del “pegging”. Esto es cuando a un tipo le meten un pito por el culo. Si se estimula la próstata lo suficientemente fuerte, el rumor dice que se logran explosivos orgasmos sin manos. A esa edad, este amigo es un pequeño maníaco sexual. Siempre está buscando una manera mejor de estar al palo. Se va a comprar una zanahoria y un poco de jalea para llevar a cabo una pequeña investigación personal. Después se imagina cómo se va a ver la situación en la caja del supermercado, la zanahoria solitaria y la jalea moviéndose sobre la cinta de goma. Todos los empleados en fila, observando. Todos viendo la gran noche que ha planeado.

Entonces mi amigo compra leche y huevos y azúcar y una zanahoria, todos los ingredientes para una tarta de zanahorias. Y vaselina.

Como si se fuera a casa a meterse una tarta de zanahorias por el culo.

En casa, talla la zanahoria hasta convertirla en una contundente herramienta. La unta con grasa y se la mete en el culo. Entonces, nada. Ningún orgasmo. Nada pasa, salvo que duele.

Entonces la madre del chico grita que es hora de la cena. Le dice que baje inmediatamente.

El se saca la zanahoria y entierra esa cosa resbaladiza y mugrienta entre la ropa sucia debajo de su cama.

Después de la cena va a buscar la zanahoria, pero ya no está allí. Mientras cenaba, su madre juntó toda la ropa sucia para lavarla. De ninguna manera podía encontrar la zanahoria, cuidadosamente tallada con un cuchillo de su cocina, todavía brillante de lubricante y apestosa.

Mi amigo espera meses bajo una nube oscura, esperando que sus padres lo confronten. Y nunca lo hacen. Nunca. Incluso ahora, que ha crecido, esa zanahoria invisible cuelga sobre cada cena de Navidad, cada fiesta de cumpleaños. Cada búsqueda de huevos de Pascua con sus hijos, los nietos de sus padres, esa zanahoria fantasma se cierne sobre ellos. Ese algo demasiado espantoso para ser nombrado.

Los franceses tienen una frase: “ingenio de escalera”. En francés, esprit de l’escalier. Se refiere a ese momento en que uno encuentra la respuesta, pero es demasiado tarde. Digamos que usted está en una fiesta y alguien lo insulta. Bajo presión, con todos mirando, usted dice algo tonto. Pero cuando se va de la fiesta, cuando baja la escalera, entonces, la magia. A usted se le ocurre la frase perfecta que debería haber dicho. La perfecta réplica humillante. Ese es el espíritu de la escalera.

El problema es que los franceses no tienen una definición para las cosas estúpidas que uno realmente dice cuando está bajo presión. Esas cosas estúpidas y desesperadas que uno en verdad piensa o hace.

Algunas bajezas no tienen nombre. De algunas bajezas ni siquiera se puede hablar.

Mirando atrás, muchos psiquiatras expertos en jóvenes y psicopedagogos ahora dicen que el último pico en la ola de suicidios adolescentes era de chicos que trataban de asfixiarse mientras se masturbaban. Sus padres los encontraban, una toalla alrededor del cuello, atada al ropero de la habitación, el chico muerto. Esperma por todas partes. Por supuesto, los padres limpiaban todo. Le ponían pantalones al chico. Hacían que se viera… mejor. Intencional, al menos. Un típico triste suicidio adolescente.

Otro amigo mío, un chico de la escuela con su hermano mayor en la Marina, contaba que los tipos en Medio Oriente se masturban distinto a como lo hacemos nosotros. Su hermano estaba estacionado en un país de camellos donde los mercados públicos venden lo que podrían ser elegantes cortapapeles. Cada herramienta es una delgada vara de plata lustrada o latón, quizá tan larga como una mano, con una gran punta, a veces una gran bola de metal o el tipo de mango refinado que se puede encontrar en una espada. Este hermano en la Marina decía que los árabes se ponen al palo y después se insertan esta vara de metal dentro de todo el largo de su erección. Y se masturban con la vara adentro, y eso hace que masturbarse sea mucho mejor. Más intenso.

Es el tipo de hermano mayor que viaja por el mundo y manda a casa dichos franceses, dichos rusos, útiles sugerencias para masturbarse. Después de esto, un día el hermano menor falta a la escuela. Esa noche llama para pedirme que le lleve los deberes de las próximas semanas. Porque está en el hospital.

Tiene que compartir la habitación con viejos que se atienden por sus tripas. Dice que todos tienen que compartir la misma televisión. Su única privacidad es una cortina. Sus padres no lo visitan. Por teléfono, dice que sus padres ahora mismo podrían matar al hermano mayor que está en la Marina.

También dice que el día anterior estaba un poco drogado. En casa, en su habitación, estaba tirado en la cama, con una vela encendida y hojeando revistas porno, preparado para masturbarse. Todo esto después de escuchar la historia del hermano en la Marina. Esa referencia útil acerca de cómo se masturban los árabes. El chico mira alrededor para encontrar algo que podría ayudarlo. Un bolígrafo es demasiado grande. Un lápiz, demasiado grande y duro. Pero cuando la punta de la vela gotea, se logra una delgada y suave arista de cera. La frota y la moldea entre las palmas de sus manos. Larga y suave y delgada.

Drogado y caliente, se la introduce dentro, más y más profundo en la uretra. Con un gran resto de cera todavía asomándose, se pone a trabajar.

Aun ahora, dice que los árabes son muy astutos. Que reinventaron por completo la masturbación. Acostado en la cama, la cosa se pone tan buena que el chico no puede controlar el camino de la cera. Está a punto de lograrlo cuando la cera ya no se asoma fuera de su erección.

La delgada vara de cera se ha quedado dentro. Por completo. Tan adentro que no puede sentir su presencia en la uretra.

Desde abajo, su madre grita que es hora de la cena. Dice que tiene que bajar de inmediato. El chico de la cera y el chico de la zanahoria son personas diferentes, pero tienen vidas muy parecidas.

Después de la cena, al chico le empiezan a doler las tripas. Es cera, así que se imagina que se derretirá adentro y la meará. Ahora le duele la espalda. Los riñones. No puede pararse derecho.

El chico está hablando por teléfono desde su cama de hospital, y de fondo se pueden escuchar campanadas y gente gritando. Programas de juegos en televisión.

Las radiografías muestran la verdad, algo largo y delgado, doblado dentro de su vejiga. Esta larga y delgada V dentro suyo está almacenando todos los minerales de su orina. Se está poniendo más grande y dura, cubierta con cristales de calcio, golpea y desgarra las suaves paredes de su vejiga, obturando la salida de su orina. Sus riñones están trabados. Lo poco que gotea de su pene está rojo de sangre.

El chico y sus padres, toda la familia mirando las radiografías con el médico y las enfermeras parados allí, la gran V de cera brillando para que todos la vean: tiene que decir la verdad. La forma en que se masturban los árabes. Lo que le escribió su hermano en la Marina. En el teléfono, ahora, se pone a llorar.

Pagaron la operación de vejiga con el dinero ahorrado para la universidad. Un error estúpido, y ahora jamás será abogado. Meterse cosas adentro. Meterse dentro de cosas. Una vela en la pija o la cabeza en una horca, sabíamos que serían problemas grandes.

A lo que me metió en problemas a mí lo llamo “Bucear por perlas”. Esto significaba masturbarse bajo el agua, sentado en el fondo de la profunda piscina de mis padres. Respiraba hondo, con una patada me iba al fondo y me deshacía de mis shorts. Me quedaba sentado en el fondo dos, tres, cuatro minutos.

Sólo por masturbarme tenía una gran capacidad pulmonar. Si hubiera tenido una casa para mí solo, lo habría hecho durante tardes enteras.

Cuando finalmente terminaba de bombear, el esperma colgaba sobre mí en grandes gordos globos lechosos.

Después había más buceo, para recolectarla y limpiar cada resto con una toalla. Por eso se llamaba “bucear por perlas”. Aun con el cloro, me preocupaba mi hermana. O, por Dios, mi madre.

Ese solía ser mi mayor miedo en el mundo: que mi hermana adolescente virgen pensara que estaba engordando y diera a luz a un bebé de dos cabezas retardado. Las dos cabezas me mirarían a mí. A mí, el padre y el tío. Pero al final, lo que te preocupa nunca es lo que te atrapa.

La mejor parte de bucear por perlas era el tubo para el filtro de la pileta y la bomba de circulación. La mejor parte era desnudarse y sentarse allí.

Como dicen los franceses, ¿a quién no le gusta que le chupen el culo? De todos modos, en un minuto se pasa de ser un chico masturbándose a un chico que nunca será abogado.

En un minuto estoy acomodado en el fondo de la piscina, y el cielo ondula, celeste, através de un metro y medio de agua sobre mi cabeza. El mundo está silencioso salvo por el latido del corazón en mis oídos. Los shorts amarillos están alrededor de mi cuello por seguridad, por si aparece un amigo, un vecino o cualquiera preguntando por qué falté al entrenamiento de fútbol. Siento la continua chupada del tubo de la pileta, y estoy meneando mi culo blanco y flaco sobre esa sensación. Tengo aire suficiente y la pija en la mano. Mis padres se fueron a trabajar y mi hermana tiene clase de ballet. Se supone que no habrá nadie en casa durante horas.

Mi mano me lleva casi al punto de acabar, y paro. Nado hacia la superficie para tomar aire. Vuelvo a bajar y me siento en el fondo. Hago esto una y otra vez.

Debe ser por esto que las chicas quieren sentarse sobre tu cara. La succión es como una descarga que nunca se detiene. Con la pija dura, mientras me chupan el culo, no necesito aire. El corazón late en los oídos, me quedo abajo hasta que brillantes estrellas de luz se deslizan alrededor de mis ojos. Mis piernas estiradas, la parte de atrás de las rodillas rozando fuerte el fondo de concreto. Los dedos de los pies se vuelven azules, los dedos de los pies y las manos arrugados por estar tanto tiempo en el agua.

Y después dejo que suceda. Los grandes globos blancos se sueltan. Las perlas. Entonces necesito aire. Pero cuando intento dar una patada para elevarme, no puedo. No puedo sacar los pies. Mi culo está atrapado.

Los paramédicos de emergencias dirán que cada año cerca de 150 personas se quedan atascadas de este modo, chupadas por la bomba de circulación. Queda atrapado el pelo largo, o el culo, y se ahoga. Cada año, cantidad de gente se ahoga. La mayoría en Florida.

Sólo que la gente no habla del tema. Ni siquiera los franceses hablan acerca de todo. Con una rodilla arriba y un pie debajo de mi cuerpo, logro medio incorporarme cuando siento el tirón en mi culo. Con el pie pateo el fondo. Me estoy liberando pero al no tocar el concreto tampoco llego al aire. Todavía pateando bajo el agua, revoleando los brazos, estoy a medio camino de la superficie pero no llego más arriba. Los latidos en mi cabeza son fuertes y rápidos.

Con chispas de luz brillante cruzando ante mis ojos me doy vuelta para mirar… pero no tiene sentido. Esta soga gruesa, una especie de serpiente azul blancuzca trenzada con venas, ha salido del desagüe y está agarrada a mi culo. Algunas de las venas gotean rojo, sangre roja que parece negra bajo el agua y se desprende de pequeños rasguños en la pálida piel de la serpiente. La sangre se disemina, desaparece en el agua, y bajo la piel delgada azul blancuzca de la serpiente se pueden ver restos de una comida a medio digerir.

Esa es la única forma en que tiene sentido. Algún horrible monstruo marino, una serpiente del mar, algo que nunca vio la luz del día, se ha estado escondido en el oscuro fondo del desagüe de la pileta, y quiere comerme.

Así que la pateo, pateo su piel resbalosa y gomosa y llena de venas, pero cada vez sale más del desagüe. Ahora quizá sea tan larga como mi pierna, pero aún me retiene el culo. Con otra patada estoy a unos dos centímetros de lograr tomar aire. Todavía sintiendo que la serpiente tira de mi culo, estoy a un centímetro de escapar.

Dentro de la serpiente se pueden ver granos de maíz y maníes. Se puede ver una brillante bola anaranjada. Es la vitamina para caballos que mi padre me hace tomar para que gane peso. Para que consiga una beca gracias al fútbol. Con hierro extra y ácidos grasos omega tres. Ver esa pastilla me salva la vida.

No es una serpiente. Es mi largo intestino, mi colon, arrancado de mi cuerpo. Lo que los doctores llaman prolapso. Mis tripas chupadas por el desagüe.

Los paramédicos dirán que una bomba de agua de piscina larga 360 litros de agua por minuto. Eso son unos 200 kilos de presión. El gran problema es que por dentro estamos interconectados. Nuestro culo es sólo la parte final de nuestra boca. Si me suelto, la bomba sigue trabajando, desenredando mis entrañas hasta llegar a mi boca. Imaginen cagar 200 kilos de mierda y podrán apreciar cómo eso puede destrozarte.

Lo que puedo decir es que las entrañas no sienten mucho dolor. No de la misma manera que duele la piel. Los doctores llaman materia fecal a lo que uno digiere. Más arriba es chyme, bolsones de una mugre delgada y corrediza decorada con maíz, maníes y arvejas.

Eso es la sopa de sangre y maíz, mierda y esperma y maníes que flota a mi alrededor. Aún con mis tripas saliendo del culo, conmigo sosteniendo lo que queda, aún entonces mi prioridad era volver a ponerme el short. Dios no permita que mis padres me vean la pija.

Una de mis manos está apretada en un puño alrededor de mi culo, la otra arranca el short amarillo del cuello. Pero ponérmelos es imposible.

Si quieren saber cómo se sienten los intestinos, compren uno de esos condones de piel de cabra. Saquen y desenrrollen uno. Llénenlo con mantequilla de maní, cúbranlo con lubricante y sosténganlo bajo el agua. Después traten de rasgarlo. Traten de abrirlo en dos. Es demasiado duro y gomoso. Es tan resbaladizo que no se puede sostener. Un condón de piel de cabra, eso es un intestino común.

Ven contra lo que estoy luchando.

Si me dejo ir por un segundo, me destripo.

Si nado hacia la superficie para buscar una bocanada de aire, me destripo.

Si no nado, me ahogo.

Es una decisión entre morir ya mismo o dentro de un minuto. Lo que mis padres encontrarán cuando vuelvan del trabajo es un gran feto desnudo, acurrucado sobre sí mismo. Flotando en el agua sucia de la piscina del patio. Sostenido por atrás por una gruesa cuerda de venas y tripas retorcidas. El opuesto de un adolescente que se ahorca cuando se masturba. Este es el bebé que trajeron del hospital trece años atrás. Este es el chico para el que deseaban una beca deportiva y un título universitario. El que los cuidaría cuando fueran viejos. Aquí está el que encarnaba todas sus esperanzas y sueños. Flotando, desnudo y muerto. Todo alrededor, grandes lechosas perlas de esperma desperdiciada.

Eso, o mis padres me encontrarán envuelto en una toalla ensangrentada, desmayado a medio camino entre la piscina y el teléfono de la cocina, mis desgarradas entrañas todavía colgando de la pierna de mis shorts amarillos. Algo de lo que ni los franceses hablarían.

Ese hermano mayor en la Marina nos enseñó otra buena frase. Rusa. Cuando nosotros decimos: “Necesito eso como necesito un agujero en la cabeza”, los rusos dicen: “Necesito eso como necesito un diente en el culo”. Mne eto nado kak zuby v zadnitse. Esas historias sobre cómo los animales capturados por una trampa se mastican su propia pierna; cualquier coyote puede decir que un par de mordiscos son mucho mejores que morir.

Mierda… aunque seas ruso, algún día podrías querer esos dientes. De otra manera, lo que tenés que hacer es retorcerte, dar vueltas. Enganchar un codo detrás de la rodilla y tirar de esa pierna hasta la cara. Morder tu propio culo. Uno se queda sin aire y mordería cualquier cosa con tal de volver a respirar.

No es algo que te gustaría contarle a una chica en la primera cita. No si querés besarla antes de ir a dormir. Si les cuento qué gusto tenía, nunca nunca volverían a comer calamares.

Es difícil decir qué les disgustó más a mis padres: cómo me metí en el problema o cómo me salvé. Después del hospital, mi madre dijo: “No sabías lo que hacías, amor. Estabas en shock”. Y aprendió a cocinar huevos pasados por agua.

Toda esa gente asqueada o que me tiene lástima… la necesito como necesito dientes en el culo.

Hoy en día, la gente me dice que soy demasiado delgado. En las cenas, la gente se queda silenciosa o se enoja cuando no como la carne asada que prepararon. La carne asada me mata. El jamón cocido. Todo lo que se queda en mis entrañas durante más de un par de horas sale siendo todavía comida. Chauchas o atún en lata, me levanto y me los encuentro allí en el inodoro.

Después de sufrir una disección radical de los intestinos, la carne no se digiere muy bien. La mayoría de la gente tiene un metro y medio de intestino grueso. Yo tengo la suerte de conservar mis quince centímetros. Así que nunca obtuve una beca deportiva, ni un título. Mis dos amigos, el chico de la cera y el de la zanahoria, crecieron, se pusieron grandotes, pero yo nunca llegué a pesar un kilo más de lo que pesaba cuando tenía trece años. Otro gran problema es que mis padres pagaron un montón de dinero por esa piscina. Al final mi padre le dijo al tipo de la piscina que fue el perro. El perro de la familia se cayó al agua y se ahogó. El cuerpo muerto quedó atrapado en el desagüe. Aun cuando el tipo que vino a arreglar la piscina abrío el filtro y sacó un tubo gomoso, un aguachento resto de intestino con una gran píldora naranja de vitaminas aún dentro, mi padre sólo dijo: “Ese maldito perro estaba loco”. Desde la ventana de mi pieza en el primer piso podía escuchar a mi papá decir: “No se podía confiar un segundo en ese perro…”.

Después mi hermana tuvo un atraso en su período menstrual.

Aun cuando cambiaron el agua de la pileta, aun después de que vendieron la casa y nos mudamos a otro estado, aun después del aborto de mi hermana, ni siquiera entonces mis padres volvieron a mencionarlo.

Esa es nuestra zanahoria invisible.

Ustedes, tomen aire ahora.

Yo todavía no lo hice."

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