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martes, 12 de enero de 2010

Nieve






Pasado el viento de la desidia.
Ni caballos ni carros estropean
el revuelo de árboles yermos.

Azorados por la envidia,
se miran y en gestos afean,
robustos y llorones álamos.

El viento se alejó.
Dejo de soplar en el corazón,
y con su ausencia el cielo
se precipito sin razón.
Aves callaron en silencio,
mientras nevó durante días.
El suelo vivo de colores muertos,
yació muerto ante el blanco más vigoroso.

Los ojos se estremecieron.
Vertiginoso vuelo emprendido por párpados,
inútiles para frenar la caída de la lágrima,
que me refresca tu ausencia.



El domingo, dentro de la cíclica de olas de frío (lo que tradicionalmente se ha llamado invierno), porfin nevo hasta cuajar (era la tercera vez en lo que va de estación). Y rápido anime a David, para vestirnos y abrigarnos, enfundarnos en los abrigos, braga polar al cuello, gorro en ristre, manos en guantes para jugar y fotografiar, para vivir el momento.

Yo no sé que tiene la nieve que nos hace volver a sentirnos niños. Imagino que es un material y situación propensa a la diversión y el juego. Incluso aunque más o menos estemos acostumbrado, y una o dos veces, nos despertemos con el paisaje blanco, la sonrisa y la esperanza llegan a nuestra alma. Año de nieves, año de bienes reza el refranero popular. Esperemos que así sea y que todas las sombras queden muertas y sepultadas por el agua, fría y cristalina, limpia y revitalizante que ayude a borrar todos los nubarrones y lodos y que nos ponga a cada uno en el camino adecuado.

El prado de al lado de casa se pinto de blanco y la mirada hacia adelante o hacia el cielo, era el ejercicio de abrir los ojos a la nevada. Los parques dejaron unos minutos de lado la risa y juegos de niños para embaucarse en el silencio del nuevo disfraz, y luego posterior alardear de él ante sus habituales compañeros y los nuevos con cuerpo de adulto y sentimiento de joven.

La pena que mi niña gaditana no lo pudo ver, y eso que te lo avise. Ahí que penita! Porque me hubiera encantado y fascinado jugar, divertirnos y dibujar lo que sentimos sobre la nieve.

domingo, 25 de enero de 2009

La esperanza vence al miedo


Inconsciente navego a oscuras. Me acompañan almas gemelas en la apatía y la levedad sobre naves frías y de agrietada madera. Su belleza, cadencia, inocencia, lujuria y compañía ajetrean mis velas para seguir recorriendo nudos que me lleven a puertos nuevos, en los que despertar de los sueños y por fin vivirlos; mi alma, mi corazón y mi mente permanecen quietos, pero estoy en continúa lucha por saber y conseguir ir a donde quiero y hacer que las borrascas dejen pasar a la luz.

Esta semana he viajado en la ilusión de un nuevo trabajo, de un manillar que quiero girar correctamente para poder abrir las puertas a mi plena vida. Esas horas han sido intensas en emociones y compañías, pero vacías en sentimiento. Sentado y de pie he ocupado mi mente durante segundos para al final acabar recreándose en la miseria atacado por un corazón que se expresa gritando al vacío el amor que no puedo tener. Como el tiempo he estado, y mi tiempo estos días también se ha llenado de viento y oscuras nubes, de lluvia intermitente que te empapa sin mojarte. La soledad se ha agudizado en un extremo ante las respuestas vacías, los corazones tibios y la ausencia incluso de cuerpos con los que compartir sabanas. Lo peor de todo es no saber si amo o no; si es a ti que lees o es a otra que desconoces; si sigo buscando lo que no puedo tener, porque atisbarlo es maravilloso o salgo a campo abierto a por nuevos susurros que apagen los gritos de porque te amo. Pensar en si soy injusto o no, también me azota, pero una vez harto de sufrir siempre, poco puedo hacer para pensar en las demás, si vivo encerrado en un cuerpo marcado por cicatrices pasadas.

Aclarar las ideas, los sentimientos, la agenda... todo ello a puertas de una nueva experiencia que quiero, anhelo que sea definitiva, duradera, gratificante y maravillosa. Necesito la pasta, pero más necesito cumplir todos esos sueños por los que suspiraba en las últimas horas del año pasado. Y voy a luchar con todo mi alma, centrándome en el objetivo, para no volver a caer en la miseria, para hacerme productivo para dejar de ser una rémora de mi mismo y mi familia. Y a la vez tengo que aclarar todos estos sentimientos esta amalgama de nombres, roces y sexo que me han inundado, dado placer, sustos también y trascendencia a mis últimos tiempos... Pero se me antoja díficil.

Y por suerte se puede contar con amigos y con amigas, y estos días, una vez más me lo he vuelto a pasar genial, me habéis robado el tiempo de las dudas y a cambió me regalais la alegría y la adredalina que acelera mi corazón, que se debate en ocasiones entre el terror y el tedio, yermo por tan sólo soñar unas pocas horas antes de morir... Días y noches así me hacen sentir especial. Gracias a todos y a todas...

[Quiero poder ilustrar estas entradas con fotos, ok]


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...