lunes, 30 de agosto de 2010

Santa Marta y el consenso

Santa Marta de Tormes no es sólo uno de los principales municipios de la provincia, sino la referencia del alfoz salamantino. Sorprende sin embargo, que mientras municipios como Béjar, Ciudad Rodrigo, Guijuelo o Peñaranda han “colocado” a sus Alcaldes en las Cortes de Castilla y León, la Diputación, e incluso en las Cortes Generales, Santa Marta haya sido siempre un “dolor” de cabeza para los dirigentes políticos de PP y PSOE.

Y no era para menos, si se tiene en cuenta una cifra incontestable: siete cambios de Alcalde en 15 años. Pero nadie debe llamarse a engaño pues la confrontación institucional vivida hasta las últimas elecciones municipales no tiene nada que ver con que las formas de ejercer el poder hayan sido opuestas. Más bien al contrario, la política en Santa Marta puede resumirse en un “quítate tú para ponerme yo”, una especie de gatopardimo pero menos refinado, y en el que el urbanismo ha jugado un papel no menor. Por eso es menester mantenerse alerta ante la nueva tendencia: la adulación permanente al Alcalde por haber acabado con la confrontación y la falta de estabilidad.

Asumir semejante planteamiento equivale a reconocer que las minorías –o todo lo que no sea presidencialismo- es inconveniente para los intereses públicos, cuando realmente, la existencia de una pluralidad y de concejales y vecinos que participen y aporten una visión crítica suele ser un mecanismo útil para evitar desmanes, y sobre todo, para evitar que quienes se “instalan” en el poder, pierdan la perspectiva y olviden las diferencias entre los intereses públicos y lo privados.

Si el Alcalde de Santa Marta, Javier Cascante, goza de la estabilidad que les ha faltado a otros, es por la extraña conjunción de dos factores que en cualquier municipio darían lugar a la sospecha: de una parte, rozar la mayoría absoluta, de otra, contar con un PSOE arrobado de sumisión, incapaz de plantear una sola alternativa.

Si sobre algo se sustentan hoy los acuerdos, seamos claros, es sobre tres pilares que evidencian la forma de entender y hacer la política en Santa Marta: el urbanismo, el reparto de dinero y la expulsión del ciudadano del centro de la política. El resto es circunstancial. ¿Por qué suicidarse políticamente o dar espectáculos innecesarios, si con el tiempo los que estaban en el poder serán oposición y viceversa?

Si alguien desconfía de lo que está leyendo, que pregunte por las razones que mueven al PSOE a votar en Santa Marta al contrario de lo que hace en Salamanca si en ambos municipios está en la Oposición. ¿En qué municipio en el que el Alcalde no cuenta con mayoría absoluta la oposición le aprueba o se abstiene en tres ejercicios presupuestarios? ¿Qué hay detrás de los consensos? La respuesta es sencilla: externalización de servicios públicos (agua, basura, Escuela Infantil), huida de los eternos problemas (matadero, Valdelagua), venta de recursos públicos, subida de tasas e impuestos, modificación del reglamento de participación ciudadana, plenos a horas a las que apenas van tres vecinos y por supuesto, una generosa política de retribuciones para los concejales y un Alcalde que en su día se presentó al cargo “altruistamente” y hoy lo ejerce a razón de 53000 euros anuales.

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