Captura del Capítulo final de la segunda temporada de Isabel.
Recreación en la serie del cuadro La Rendición de Granada de Francisco Pradilla
Como
por responsabilidad seguimos en confinamiento,
no dejándonos llevar por la euforia de los cambios de fase, mi chica
y yo, hemos hecho maratón
de serie
este último mes y medio tirando de Isabel, la ficción histórica de RTVE
emitida por televisión entre septiembre de 2012 y diciembre de 2014.
Volvemos
a la costumbre de ver series ya concluidas. Dejarnos de seguir
ficciones que estiran el chicle o porque no nos llaman la atención
las tramas desde su planteamiento o bien por el desarrollo del mismo.
Isabel,
además
con su
estructura de tres temporadas (trece capítulos por temporada) tiene
una
coherencia notable. Aunque
eso sí, mi mayor critica es la duración
de los capítulos,
extremadamente largos (entre una hora y diez y una hora y viente),
fruto del medio, el prime
time
de la televisión en España, para el que se destinó la obra.
Como
apasionado de la historia
y de la política
tengo que decir que he disfrutado muchísimo con Isabel.
La serie ha resultado una agradable sorpresa porque ha conjugado con
maestría la veracidad histórica, con el ritmo narrativo; buenísimas
interpretaciones, con buena disposición de decorados (interiores y
exteriores); el carácter de servicio público del ente público,
divulgado cultura y divirtiendo a los espectadores.
Lo
primero que llama la atención, no puede ser de otra manera, es
Michelle
Jenner
como Reina
Isabel de Castilla.
La joven actriz esta sublime en el papel. Sorprende y engancha a la
par demostrando mucha versatilidad para interpretar a tal poliédrico
personaje. Ayudada por el maquillaje para ir envejeciendo junto a su personaje le dota de mucha expresividad y afectación. El
dolor como esposa, madre y reina; las dudas ante las tomas de
decisiones; el miedo al destino. Jenner siempre está muy cómoda con
el personaje dándole la humanidad necesaria. Un
acierto. No desentona Rodolfo
Sancho
como Fernando
de Aragón al
que también se muestra con sus múltiples caras, incluso aunque
algunas no gusten tanto.
Y toda la corte de secundarios se
sube
al listón dotando a la serie, con tan notables interpretaciones, de
mayor verosimilitud, trasladando al espectador al salón de
recepciones, a la alcoba real o al palacio de la Alhambra recién
conquistado.
Pedro
Casablanc como obispo Carrillo, Peris Mencheta como el Gran
Capitán,
Ginés García Millán como Pacheco el Marqués de Villena, Julio
Manrique como Cristobal Colón
y sobretodo Pablo Derqui como Enrique IV, Irene Escolar como Juana
la Loca,
Raúl Mérida como Felipe El Hermoso, Ramon Madaula como Gonzalo
Chacón -único
amigo y principal asesor de Isabel durante toda su vida-
y
Eusebio Poncela como el Cardenal
Cisneros,
sobresalen en un elenco que actuó sin fisuras, envolviéndose en el
maquillaje y ambientación de finales del siglo XV y de un vestuario
que se acaba convirtiendo en un personaje más, al uso de la
narración y el remarcado de las personalidades y los momentos
vividos para cada actor y actriz.
Isabel
resultó una súper producción dentro de las series
españolas,
pero sin dejar de ser modesta comparada con la producción
internacional. Es por eso donde los escenarios -pese al notable
esfuerzo y trabajo realizado- flojean algo, produciéndose re
aprovechamientos, algo mitigado con la muy buena fotografía y
dirección de la serie en la que jugando con la luz natural y la luz
de los candiles otorgan el ambiente lúgubre, intimo o claustrofóbico
según
convenga, pero siempre sobrio dentro de la Castilla
(y de las cortes europeas) y más luminoso para la ambientación en
el Reino de Granada. Son notables los encuadres de momentos históricos al uso de la pintura histórica del XIX y además una invitación para indagar en aquel movimiento y en sus artistas.
Sin
duda donde más puede cojear está falta de dinero sea en la
recreación
de las batallas,
sobretodo si comparamos, con Juego de Tronos con la que las
comparaciones eran inevitables ya
que se emitían al mismo tiempo, y porque la superproducción de HBO ha
trascendido de maneras insospechadas.
No hay apenas escenas del fragor de la batalla (si de inicios de
ofensivas, planteamientos y sobretodo consecuencias con campos
trufados de muertos y moribundos) y por eso Isabel
tiene que refugiarse en algo más económico, pero que sin embargo
resulta un manjar exquisito: política
e historia.
Si
en Juego de Tronos vemos un camino marcado, sobretodo a raíz de que
la ficción siguiera su historia alejada de los libros de George R.R.
Martin, en
el que
la política, los diálogos, fueron paulatinamente dejando paso a
épicas batallas, a vuelos sobre dragones, emboscadas por tierra y
por mar o a huidas
y persecuciones. En Isabel
se puede decir que mantiene una coherencia en el que los diálogos
entre personajes con escenas de confidencias entre reyes, príncipes,
consejeros, vasallos y enemigos, se suceden durante las tres
temporadas poniendo
en imagen lo recogido por las crónicas e historias.
Esa
fidelidad
histórica
acaba imponiéndose al mito y a la leyenda, por más que estas
licencias se empleen para dar mayor empaque a lo que nos quieren
contar. Así al final se puede decir que a
través de la1 de Televisión española nos han enseñado historia,
con sus claros y sus oscuros, sus aciertos y errores de manera
rigurosa y ofreciendo una ventana abierta para explorar más sobre
aquel período histórico tan decisivo en nuestra identidad nacional.
Así
tenemos por encima de todos los personajes a los que se pone a
contraste (qué bien queda reflejado el mezquino Obispo Fonseca o el
siempre leal a Castilla, Beltrán de la Cueva) a los dos principales
puesto a la lupa de la historia por sus actos y su trascendencia.
Se
dice con acierto, que Isabel
y Fernando
unieron el germen
de lo que hoy es España tras el proceso de Reconquista iniciado en
Covadonga en el 722.
Pasaron de “las
Españas”
a “España” (pasarían más de medio siglo hasta que si
identificará la Hispania romana o la Hispania visigoda con la
España, digamos actual). Y también se dice, con no menos acierto
pese a que es obviado, que Isabel y Fernando pusieron sus reinos bajo
dominio de reyes extranjeros. Si, eran de su familia y Felipe II fue
criado en España, pero es evidente que las noblezas y proto
burguesías de Castilla y Aragón se vieron sustituidas por las de la
familia Habsburgo que velarían sin dudar por sus intereses en
Flandes.
La
influencia que no cambió, sino que es más, se afianzó fue la de la
jerarquía de la iglesia católica española
que vio
como durante el reinado de Isabel de Castilla su poder aumentó y sus
riquezas se multiplicaron con la llegada del oro de las Indias que
muchas veces pasaba de Sevilla directamente a Roma y sus prelados en
territorio hispano.
Durante
la serie, Isabel
es retratada con verosimilitud como reaccionaria y sobretodo
fundamentalista. Implanta la Inquisición
y ante sus primeros desmanes aumenta su autoridad. Episodios como la
expulsión
de los judíos,
de los árabes del Reino de Granada y la persecución sobre los
conversos se enmarcan dentro de la época de las cruzadas, pero
evitaron que toda la capacidad e ingenio de estos colectivos
beneficiará a su reino, continuando un Renacimiento marcado por el
descubrimiento del “Nuevo
Mundo”
y de lo que sucedía en las ciudades estado de la península itálica.
Como
aficionado a la Historia
no quiero cometer el error de mirar la vida y obra de Isabel
de Castilla,
una mujer noble de finales del siglo XV y principios del XVI, con
ojos del siglo XXI. Es de alabar y reseñar la implicación con la
política de su reino y de su familia que Isabel tuvo desde el primer
momento. Pero tenemos que entender y contar también como sus
acciones resultaron una apuesta por la jerarquía eclesiástica más
reaccionaria frente a los mitos de la convivencia y las tres
culturas.
Europa
estaba recién salida de la época de las Cruzadas, se temía al
enemigo musulmán de Oriente y todavía había un reino de domino
árabe sobre la península. Había una quiebra social dentro del
estado por la posición privilegiada de judíos y conversos frente al
vulgo plenamente católico, que en muchas diócesis, a través de los púlpitos, recibía odio e
incomprensión hacia los distintos. Su
distinción como sus
católicas majestades
creció con el impulso de evangelizar (antes eso que alfabetizar) a
los indígenas “descubiertos” por Colón.
Isabel,
como cualquier rey o reina de la época, se consideraba elegida por
derecho divino. Herramienta de la voluntad de dios y llamada a un fin
superior, en su caso la expulsión del último infiel sobre los
antiguos reinos visigodos. Y ella siguió su dictado al pie de la
letra y sin apenas titubeos incluso cuando supo de la violencia
contra judíos, moriscos y conversos.
Sus
acciones también bebieron de la hipocresía. Por
un lado dio alas a la Inquisición
incluso para perseguir a prestamistas y aliados de la corona. Pactó
matrimonios de conveniencia
con todos sus hijos que se mostraron casi en totalidad fallidos,
cuando
ella desestimó varios pretendientes para poder decidir su marido, lo
que provoco no pocos enfrentamientos con muertos en el campo de
batalla.
Estos
matrimonios de conveniencia por las casas reales de la Europa
occidental fueron fracasando. Unos
por la escasa salud de su prole (recordemos que Isabel y Fernando
eran primos, y
que es clara la enfermedad -cáncer de útero-, la causa de la muerte
de la reina),
otros por el desatino en el acierto o no de los pretendientes y en la
voluntad que moldeaban
sobre sus hijas. Y otros por pura mala suerte, lo cierto es que al
final de sus reinados Castilla se quedó al borde de una nueva Guerra
Civil, Guerra
por la sucesión.
Es
importante también valorar la política sucesoria de los Reyes
Católicos
en cuanto a Portugal y una hipotética unión ibérica. Desde luego a
la hora de plantear los matrimonios de sus hijos esta idea estuvo
sobre la mesa, pero parece claro que el hecho de que tuvieran que
casar con una hija al príncipe de Portugal y que éste fuera el
hombre de la casa en la corte de Castilla desestimo este plan
-después sería un príncipe “holandés”
el que estuvo sentado en el trono como
consorte de la hija Juana-.
Siguió planeando esa posibilidad sobre las tres coronas, más aún
con la muerte del rey Juan de Portugal y la subida al trono de Manuel
I que era hijo de la prima segunda de Isabel, Maria de Braganza. Lo
cierto es que la historia es como es y las muertes de la primogénita Isabel y su hijo Miguel, Príncipe de la Paz, cerraron aquella posibilidad por lo que, lo que se podría haber cerrado en dos generaciones
un reino
ibérico
con dominio absoluto sobre lo descubierto por Colón y Vasco de Gama
(dejando
el Tratado de Tordesillas en papel mojado),
control absoluto del Mediterráneo occidental y con importantes
asentamientos coloniales tanto en el golfo de Guinea como en la costa africana
del Índico, jamás se produjo. ¿Cómo
hubiera sido la historia?
Nunca lo sabremos.
Es
importante citar como hace la serie, la consideración que buena
parte de la nobleza tuvo para con Isabel
como usurpadora del trono.
Fallecido su primo Enrique IV (y también su hermano, el que habría
sido Alfonso XII de Castila) Isabel se auto proclamo Reina por encima
de la vástago de su primo, la siempre sospechosa Juana la
Beltraneja.
A la guerra de sucesión que le siguió, le continuó un reinado de
relativa calma en cuanto a las intrigas internas
de
palacio, pero que a la muerte de Isabel y debido al escaso tino en su
pronóstico de descendencia añadió notable inestabilidad al reino.
Isabel
de Castilla
es presentada y con verosimilitud como la principal valedora que tuvo
Cristóbal
Colón
en su aventura buscando una ruta alternativa a las Indias. Frente al
desdén con el que no pocos de sus consejeros, y su propio marido,
trataron al genovés (en la serie no hay ninguna duda sobre el origen
del Almirante), Isabel siempre vislumbró la conveniencia de tan magna
aventura y mantuvo las promesas y la inversión en el viaje de 1492
enfrascados como estaban los reinos tanto en la conquista de Granada
como en las campañas en Napolés y el Rosellón.
Pero
también hay que hablar de la figura de Fernando
de Aragón,
rey consorte de Castilla, principal consejero de Isabel cuando
no decisivo en la toma de decisiones,
y una figura que históricamente quizás, haya quedado enterrada bajo
la imagen de una mujer
decidiendo sobre la vida de los hombres en el siglo XV.
Fernando
de Aragón
es un personaje que me interesa desde las primeras líneas de El
Príncipe
de Maquiavelo.
Para el filósofo florentino el rey
de Aragón era el modelo y tipo de rey que Italia (lo que era Italia
en aquel entonces) necesitaba.
Un
rey capaz de mandar sus ejércitos en el campo de batalla y mancharse
de sangre, pero sobretodo un rey capaz de jugar las partidas
diplomáticas jugando con las alianzas, los ejércitos y situaciones,
propias y ajenas. Un rey capaz de interpretar las intenciones de sus
enemigos y anticiparse a ellas, modulando su respuesta ante el
carácter de sus contendientes. En definitiva, un rey que con
política consigue sus fines. Incluso cuando esa política se
convierte en guerra y violencia pero siempre haciéndolo en
situaciones de ventaja porque la partida previa la ha ganado.
Muchas
criticas de El
Príncipe
y hasta el propio Maquiavelo
reconocen en la figura de Fernando de Aragón la inspiración
para relatar las funciones y cualidades del buen gobernante y muchos
episodios de la vida y obra de Fernando en la corte de Aragón y
Castilla y sobretodo en relación a sus disputas con Francia y con
los Estados Pontificios, son relatados en la magna obra de Maquiavelo
(también
en Del
Arte de la Guerra
de 1520) y reflejados en el discurrir de la serie de televisión, Isabel.
Son ejemplos del hacer maquiavélico,
no como algo malvado y tremebundo como ha trascendido por algún
interés oscuro, sino como una cualidad generosa y conveniente para
el buen gobierno.
Por
todo esto y más, mucho más, como los castillos que se ven (Oropesa,
Castillo de la Mota, Arévalo, Madrigal, Alcázar de Segovia), las
calles de Plasencia, Trujillo o Toledo. El fabuloso vestuario, siempre bien asesorado. La música, primero puesta por la
Orquesta de Hungría y después por la orquesta de RTVE y unas
geniales interpretaciones no puedo deciros más que veáis o reviséis
Isabel. La encontraréis en la web de rtve.
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