lunes, 15 de junio de 2020

Isabel. Serie de historia y política para el confinamiento


Captura del Capítulo final de la segunda temporada de Isabel. 
Recreación en la serie del cuadro La Rendición de Granada de Francisco Pradilla

 

Como por responsabilidad seguimos en confinamiento, no dejándonos llevar por la euforia de los cambios de fase, mi chica y yo, hemos hecho maratón de serie este último mes y medio tirando de Isabel, la ficción histórica de RTVE emitida por televisión entre septiembre de 2012 y diciembre de 2014.
Volvemos a la costumbre de ver series ya concluidas. Dejarnos de seguir ficciones que estiran el chicle o porque no nos llaman la atención las tramas desde su planteamiento o bien por el desarrollo del mismo. Isabel, además con su estructura de tres temporadas (trece capítulos por temporada) tiene una coherencia notable. Aunque eso sí, mi mayor critica es la duración de los capítulos, extremadamente largos (entre una hora y diez y una hora y viente), fruto del medio, el prime time de la televisión en España, para el que se destinó la obra.
Como apasionado de la historia y de la política tengo que decir que he disfrutado muchísimo con Isabel. La serie ha resultado una agradable sorpresa porque ha conjugado con maestría la veracidad histórica, con el ritmo narrativo; buenísimas interpretaciones, con buena disposición de decorados (interiores y exteriores); el carácter de servicio público del ente público, divulgado cultura y divirtiendo a los espectadores.
Lo primero que llama la atención, no puede ser de otra manera, es Michelle Jenner como Reina Isabel de Castilla. La joven actriz esta sublime en el papel. Sorprende y engancha a la par demostrando mucha versatilidad para interpretar a tal poliédrico personaje. Ayudada por el maquillaje para ir envejeciendo junto a su personaje le dota de mucha expresividad y afectación. El dolor como esposa, madre y reina; las dudas ante las tomas de decisiones; el miedo al destino. Jenner siempre está muy cómoda con el personaje dándole la humanidad necesaria. Un acierto. No desentona Rodolfo Sancho como Fernando de Aragón al que también se muestra con sus múltiples caras, incluso aunque algunas no gusten tanto. Y toda la corte de secundarios se sube al listón dotando a la serie, con tan notables interpretaciones, de mayor verosimilitud, trasladando al espectador al salón de recepciones, a la alcoba real o al palacio de la Alhambra recién conquistado.
Pedro Casablanc como obispo Carrillo, Peris Mencheta como el Gran Capitán, Ginés García Millán como Pacheco el Marqués de Villena, Julio Manrique como Cristobal Colón y sobretodo Pablo Derqui como Enrique IV, Irene Escolar como Juana la Loca, Raúl Mérida como Felipe El Hermoso, Ramon Madaula como Gonzalo Chacón -único amigo y principal asesor de Isabel durante toda su vida- y Eusebio Poncela como el Cardenal Cisneros, sobresalen en un elenco que actuó sin fisuras, envolviéndose en el maquillaje y ambientación de finales del siglo XV y de un vestuario que se acaba convirtiendo en un personaje más, al uso de la narración y el remarcado de las personalidades y los momentos vividos para cada actor y actriz.
Isabel resultó una súper producción dentro de las series españolas, pero sin dejar de ser modesta comparada con la producción internacional. Es por eso donde los escenarios -pese al notable esfuerzo y trabajo realizado- flojean algo, produciéndose re aprovechamientos, algo mitigado con la muy buena fotografía y dirección de la serie en la que jugando con la luz natural y la luz de los candiles otorgan el ambiente lúgubre, intimo o claustrofóbico según convenga, pero siempre sobrio dentro de la Castilla (y de las cortes europeas) y más luminoso para la ambientación en el Reino de Granada. Son notables los encuadres de momentos históricos al uso de la pintura histórica del XIX y además una invitación para indagar en aquel movimiento y en sus artistas.
Sin duda donde más puede cojear está falta de dinero sea en la recreación de las batallas, sobretodo si comparamos, con Juego de Tronos con la que las comparaciones eran inevitables ya que se emitían al mismo tiempo, y porque la superproducción de HBO ha trascendido de maneras insospechadas. No hay apenas escenas del fragor de la batalla (si de inicios de ofensivas, planteamientos y sobretodo consecuencias con campos trufados de muertos y moribundos) y por eso Isabel tiene que refugiarse en algo más económico, pero que sin embargo resulta un manjar exquisito: política e historia.
Si en Juego de Tronos vemos un camino marcado, sobretodo a raíz de que la ficción siguiera su historia alejada de los libros de George R.R. Martin, en el que la política, los diálogos, fueron paulatinamente dejando paso a épicas batallas, a vuelos sobre dragones, emboscadas por tierra y por mar o a huidas y persecuciones. En Isabel se puede decir que mantiene una coherencia en el que los diálogos entre personajes con escenas de confidencias entre reyes, príncipes, consejeros, vasallos y enemigos, se suceden durante las tres temporadas poniendo en imagen lo recogido por las crónicas e historias.
Esa fidelidad histórica acaba imponiéndose al mito y a la leyenda, por más que estas licencias se empleen para dar mayor empaque a lo que nos quieren contar. Así al final se puede decir que a través de la1 de Televisión española nos han enseñado historia, con sus claros y sus oscuros, sus aciertos y errores de manera rigurosa y ofreciendo una ventana abierta para explorar más sobre aquel período histórico tan decisivo en nuestra identidad nacional.
Así tenemos por encima de todos los personajes a los que se pone a contraste (qué bien queda reflejado el mezquino Obispo Fonseca o el siempre leal a Castilla, Beltrán de la Cueva) a los dos principales puesto a la lupa de la historia por sus actos y su trascendencia.
Se dice con acierto, que Isabel y Fernando unieron el germen de lo que hoy es España tras el proceso de Reconquista iniciado en Covadonga en el 722. Pasaron de “las Españas” a “España” (pasarían más de medio siglo hasta que si identificará la Hispania romana o la Hispania visigoda con la España, digamos actual). Y también se dice, con no menos acierto pese a que es obviado, que Isabel y Fernando pusieron sus reinos bajo dominio de reyes extranjeros. Si, eran de su familia y Felipe II fue criado en España, pero es evidente que las noblezas y proto burguesías de Castilla y Aragón se vieron sustituidas por las de la familia Habsburgo que velarían sin dudar por sus intereses en Flandes.
La influencia que no cambió, sino que es más, se afianzó fue la de la jerarquía de la iglesia católica española que vio como durante el reinado de Isabel de Castilla su poder aumentó y sus riquezas se multiplicaron con la llegada del oro de las Indias que muchas veces pasaba de Sevilla directamente a Roma y sus prelados en territorio hispano.
Durante la serie, Isabel es retratada con verosimilitud como reaccionaria y sobretodo fundamentalista. Implanta la Inquisición y ante sus primeros desmanes aumenta su autoridad. Episodios como la expulsión de los judíos, de los árabes del Reino de Granada y la persecución sobre los conversos se enmarcan dentro de la época de las cruzadas, pero evitaron que toda la capacidad e ingenio de estos colectivos beneficiará a su reino, continuando un Renacimiento marcado por el descubrimiento del “Nuevo Mundo” y de lo que sucedía en las ciudades estado de la península itálica.
Como aficionado a la Historia no quiero cometer el error de mirar la vida y obra de Isabel de Castilla, una mujer noble de finales del siglo XV y principios del XVI, con ojos del siglo XXI. Es de alabar y reseñar la implicación con la política de su reino y de su familia que Isabel tuvo desde el primer momento. Pero tenemos que entender y contar también como sus acciones resultaron una apuesta por la jerarquía eclesiástica más reaccionaria frente a los mitos de la convivencia y las tres culturas.
Europa estaba recién salida de la época de las Cruzadas, se temía al enemigo musulmán de Oriente y todavía había un reino de domino árabe sobre la península. Había una quiebra social dentro del estado por la posición privilegiada de judíos y conversos frente al vulgo plenamente católico, que en muchas diócesis, a través de los púlpitos, recibía odio e incomprensión hacia los distintos. Su distinción como sus católicas majestades creció con el impulso de evangelizar (antes eso que alfabetizar) a los indígenas “descubiertos” por Colón.
Isabel, como cualquier rey o reina de la época, se consideraba elegida por derecho divino. Herramienta de la voluntad de dios y llamada a un fin superior, en su caso la expulsión del último infiel sobre los antiguos reinos visigodos. Y ella siguió su dictado al pie de la letra y sin apenas titubeos incluso cuando supo de la violencia contra judíos, moriscos y conversos.
Sus acciones también bebieron de la hipocresía. Por un lado dio alas a la Inquisición incluso para perseguir a prestamistas y aliados de la corona. Pactó matrimonios de conveniencia con todos sus hijos que se mostraron casi en totalidad fallidos, cuando ella desestimó varios pretendientes para poder decidir su marido, lo que provoco no pocos enfrentamientos con muertos en el campo de batalla. Estos matrimonios de conveniencia por las casas reales de la Europa occidental fueron fracasando. Unos por la escasa salud de su prole (recordemos que Isabel y Fernando eran primos, y que es clara la enfermedad -cáncer de útero-, la causa de la muerte de la reina), otros por el desatino en el acierto o no de los pretendientes y en la voluntad que moldeaban sobre sus hijas. Y otros por pura mala suerte, lo cierto es que al final de sus reinados Castilla se quedó al borde de una nueva Guerra Civil, Guerra por la sucesión.
Es importante también valorar la política sucesoria de los Reyes Católicos en cuanto a Portugal y una hipotética unión ibérica. Desde luego a la hora de plantear los matrimonios de sus hijos esta idea estuvo sobre la mesa, pero parece claro que el hecho de que tuvieran que casar con una hija al príncipe de Portugal y que éste fuera el hombre de la casa en la corte de Castilla desestimo este plan -después sería un príncipe “holandés” el que estuvo sentado en el trono como consorte de la hija Juana-. Siguió planeando esa posibilidad sobre las tres coronas, más aún con la muerte del rey Juan de Portugal y la subida al trono de Manuel I que era hijo de la prima segunda de Isabel, Maria de Braganza. Lo cierto es que la historia es como es y las muertes de la primogénita Isabel y su hijo Miguel, Príncipe de la Paz, cerraron aquella posibilidad por lo que, lo que se podría haber cerrado en dos generaciones un reino ibérico con dominio absoluto sobre lo descubierto por Colón y Vasco de Gama (dejando el Tratado de Tordesillas en papel mojado), control absoluto del Mediterráneo occidental y con importantes asentamientos coloniales tanto en el golfo de Guinea como en la costa africana del Índico, jamás se produjo. ¿Cómo hubiera sido la historia? Nunca lo sabremos.
Es importante citar como hace la serie, la consideración que buena parte de la nobleza tuvo para con Isabel como usurpadora del trono. Fallecido su primo Enrique IV (y también su hermano, el que habría sido Alfonso XII de Castila) Isabel se auto proclamo Reina por encima de la vástago de su primo, la siempre sospechosa Juana la Beltraneja. A la guerra de sucesión que le siguió, le continuó un reinado de relativa calma en cuanto a las intrigas internas de palacio, pero que a la muerte de Isabel y debido al escaso tino en su pronóstico de descendencia añadió notable inestabilidad al reino.
Isabel de Castilla es presentada y con verosimilitud como la principal valedora que tuvo Cristóbal Colón en su aventura buscando una ruta alternativa a las Indias. Frente al desdén con el que no pocos de sus consejeros, y su propio marido, trataron al genovés (en la serie no hay ninguna duda sobre el origen del Almirante), Isabel siempre vislumbró la conveniencia de tan magna aventura y mantuvo las promesas y la inversión en el viaje de 1492 enfrascados como estaban los reinos tanto en la conquista de Granada como en las campañas en Napolés y el Rosellón.
Pero también hay que hablar de la figura de Fernando de Aragón, rey consorte de Castilla, principal consejero de Isabel cuando no decisivo en la toma de decisiones, y una figura que históricamente quizás, haya quedado enterrada bajo la imagen de una mujer decidiendo sobre la vida de los hombres en el siglo XV.
Fernando de Aragón es un personaje que me interesa desde las primeras líneas de El Príncipe de Maquiavelo. Para el filósofo florentino el rey de Aragón era el modelo y tipo de rey que Italia (lo que era Italia en aquel entonces) necesitaba.
Un rey capaz de mandar sus ejércitos en el campo de batalla y mancharse de sangre, pero sobretodo un rey capaz de jugar las partidas diplomáticas jugando con las alianzas, los ejércitos y situaciones, propias y ajenas. Un rey capaz de interpretar las intenciones de sus enemigos y anticiparse a ellas, modulando su respuesta ante el carácter de sus contendientes. En definitiva, un rey que con política consigue sus fines. Incluso cuando esa política se convierte en guerra y violencia pero siempre haciéndolo en situaciones de ventaja porque la partida previa la ha ganado.
Muchas criticas de El Príncipe y hasta el propio Maquiavelo reconocen en la figura de Fernando de Aragón la inspiración para relatar las funciones y cualidades del buen gobernante y muchos episodios de la vida y obra de Fernando en la corte de Aragón y Castilla y sobretodo en relación a sus disputas con Francia y con los Estados Pontificios, son relatados en la magna obra de Maquiavelo (también en Del Arte de la Guerra de 1520) y reflejados en el discurrir de la serie de televisión, Isabel. Son ejemplos del hacer maquiavélico, no como algo malvado y tremebundo como ha trascendido por algún interés oscuro, sino como una cualidad generosa y conveniente para el buen gobierno.
Por todo esto y más, mucho más, como los castillos que se ven (Oropesa, Castillo de la Mota, Arévalo, Madrigal, Alcázar de Segovia), las calles de Plasencia, Trujillo o Toledo. El fabuloso vestuario, siempre bien asesorado. La música, primero puesta por la Orquesta de Hungría y después por la orquesta de RTVE y unas geniales interpretaciones no puedo deciros más que veáis o reviséis Isabel. La encontraréis en la web de rtve.


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