Hace poco más de 4 años el diario Público tras dos años de investigación destripaba los tejemanejes societarios, económicos y de influencias que en la SGAE se venían trayendo desde que se vieron con el poder ficticio de quitar y poner gobiernos y cobrar al actual el apoyo de los de la ceja. Su respuesta no fue la depuración de responsabilidades o la limpieza ética o refundación de la sociedad, sino la defensa panza arriba a base de comunicados y denuncias de injurias que evidentemente, no llegaron a nada porque la razón estaba de parte de los periodistas. Y la semana pasada se demostró.
Termino toda la falacia cuando la Guardia Civil entro en la sede de la SGAE con un auto implacable de la Audiencia Nacional que corroboraba toda la información y suspicacias que planteba el reportaje de investigación del diario Público. En este tiempo la SGAE ha acumulado palacios y contribuido a la especulación inmobiliaria tan española, ha dejado en la intemperie a miles de artistas y creadores humildes y jóvenes, puesto en el disparadero de la opinión pública a los que supuestamente representa, han pasado a gestionar privadamente un impuesto que recauda el estado y lastra el desarrollo tecnológico del país y la modernidad en los hogares, han puesto a un miembro afín en el <Ministerio de Cultura que en este tiempo enfagado en la batalla de los derechos de autor y la piratería ha dejado otras muchas artes y labores del ministerio totalmente olvidades. Sus detectives en las bodas, sus demandas contra Fuenteovejuna, contra las peluquerias o contra un festival de niños discapacitados, sus reiterados insultos a esos que él llama “internautas” (antes conocidos como clientes) o su ilegal canon digital son algunos ejemplos de esa política de relaciones públicas matonil. Y evidentemente se han enriquecido.
Este es el bagaje de la SGAE y de su presidente, Teddy Bautista, que como a buen político las urnas le habían esculpado de cualquier mala gestión (el mismo día de la intervención judicial fue reelegido por los socios de la SGAE). Ahora algunos sospechosos habituales, mantienen su costumbre de darse importancia afirmando "que veían cosas raras"; otros se lamentan de haber sido utilizados. Otros se sienten engañados y ahora muestran las bondades de la SGAE con los músicos en mala situación económica. E incluso en los medios tradicionales por fin salen las voces de alternativa dentro de la sociedad general de autores. Hasta Teddy Bautista ha sido Treding topic mundial.
El auto del Juez Pablo Ruz sobre la SGAE publicado anoche deja meridianamente claro el desastre en el que se había convertido la gestión de la propiedad intelectual en nuestro país. Pero a pesar de la explosión de júbilo y regodeo colectivo en la que se convirtió el anuncio de las acciones judiciales, nos equivocaríamos si pensamos que el caso acaba aquí. Ver a Teddy Bautista entrando esposado en prisión puede tener algo de catarsis social, pero no supone para nada el fondo de este asunto.
Primero, porque la SGAE no actuaba de manera independiente. Por mucho que ahora la ministra González-Sinde pretenda echar balones fuera, tiene, se ponga como se ponga, una importantísima responsabilidad en este asunto. Una ministra que proviene precisamente del entorno de las entidades de gestión, que llegó a donde está por presión de las mismas, que las ha favorecido de manera patente con sus decisiones, que ha favorecido que metiesen la mano en leyes como la que lleva su nombre y que ha ignorado las voces autorizadas que afirmaban que el monopolio de las mismas tenía efectos nocivos es cómplice absoluta de todo lo que el entramado de la SGAE haya podido hacer, por sostener precisamente las condiciones de impunidad para que ello tuviese lugar. El burdo intento de desplazar la responsabilidad hacia las comunidades autónomas en virtud de una sentencia del Tribunal Constitucional de 1997 resulta una patética excusa, dado que la sentencia se refiere únicamente a la gestión de los registros de la propiedad, nunca a una función de control y fiscalización de las actividades de la SGAE que, como entidad de ámbito estatal que es, correspondería al Ministerio de Cultura. El caso SGAE proviene de demandas presentadas en el año 2007, y las evidencias que movieron a la fiscalía anticorrupción a actuar las conocemos desde de febrero de este año. La gestión de los sucesivos ministros y ministras de Cultura en el período ha ido generando un clima de total impunidad y tolerancia, que señala una complicidad absoluta con las acciones de la SGAE que ahora conocemos, y que se hizo todavía mucho mayor con la llegada al ministerio de Ángeles González-Sinde. La ministra debe irse.
Segundo, porque un gobierno no puede ignorar un informe de la Comisión Nacional de Competencia que evidencia que el sistema por el que se rigen las entidades de gestión en España resulta nocivo para el desarrollo del mercado. Y en caso de hacerlo, debe cargar con las consecuencias. El informe de la CNC es de enero de 2010, y simplemente, fue archivado en un cajón, un comportamiento que claramente no es de recibo. El gobierno era perfecto conocedor de los abusos y de la posición dominante en que se encontraba la SGAE, de la existencia de un clima que propiciaba claramente la corrupción, y simplemente, no hizo nada para evitarlo.
Tercero, porque varias cuestiones fundamentales que competen a la gestión de la propiedad intelectual en España han sido impulsadas de manera directa por el entorno de la SGAE, las entidades de gestión, y el entramado de lobbies de la propiedad intelectual, lo que las coloca automáticamente bajo sospecha. El mayor problema de la SGAE no es la corrupción que se está destapando en su gestión, sino el desarrollo de un entorno que ha sido capaz de enfrentar a creadores y ciudadanos, que ha impedido el desarrollo de alternativas razonables de mercado digital – lo que ha abocado a los ciudadanos a buscar canales alternativos para obtener las obras – y que ha impedido la entrada de emprendedores nacionales y empresas extranjeras… mientras la SDAE se dedicaba, en lugar de a proponer alternativas protegida por "papá Estado", a llevárselo directamente crudo. Que la SGAE pruebe ser un nido de corrupción profundamente institucionalizada debería conllevar no solo la revisión y eliminación inmediata del canon digital, sino también la investigación de los sistemas de subvención de contenidos culturales (sobre cuya presunta corrupción se ha escrito también abundantemente), o la derogación automática de una ley Sinde que pretendía consagrar una justicia a medida de las entidades de gestión.
Cuarto, porque la SGAE no es la única sociedad de gestión en este país. También están DAMA, CEDRO, VEGAP, AGEDI, EGEDA, AIE y AISGE, cada una de ellas con su parcela monopolística generosamente asignada para que la explote como le dé la gana y, como en el caso de la SGAE, en una situación de práctica ausencia de controles que propicia la corrupción. No afirmo, por supuesto, que en todas ellas existan comportamientos corruptos. Pero sí que el régimen en el que operan los hacen perfectamente posibles. Un régimen absurdo, que lleva muchos años pidiendo a gritos una reforma profunda.
Quinto, porque no solo el gobierno, sino también la mayoría de los partidos, proporcionaron a la SGAE una interlocución absolutamente privilegiada y con una actitud de marcada connivencia. El papel vergonzoso del Partido Popular marcado por el brusco "cambio de opinión" con respecto a la llamada "ley Sinde" provino precisamente de presiones desde ese entorno. Precisamente el diputado que ahora ha pedido la comparecencia de la ministra de Cultura, Jose María Lassalle, fue precisamente quien impulso este cambio de opinión, en función de sus buenas relaciones con las entidades de gestión y con el mal llamado "entorno de la cultura"… todo un acto de enorme hipocresía.
Sexto, porque muchos de los participantes en el turbio entramado de la propiedad intelectual en España actúan de manera completamente inadecuada, vulnerando las leyes de la competencia o las prácticas razonablemente exigibles a toda empresa. Promusicae, por ejemplo, vulnera abiertamente las leyes antimonopolio creando un sistema, RitmoNet, que da lugar a un entorno donde solo las discográficas pertenecientes a la asociación pueden de hecho tener llegada a un canal de promoción tan importante como la radio… y no solo no pasa nada, sino que el gobierno lo sabe, lo ampara y hasta lo financia parcialmente.
Séptimo, porque la situación española se da también en muchos países. Alemania y Suiza, sin ir más lejos, acaban de empezar a investigar a la IFPI, Federación Internacional de la Industria Fonográfica, por posible fraude fiscal. Todo el entorno relacionado con la gestión de la propiedad intelectual es un profundo y poderoso entramado de asociaciones, lobbies y conseguidores destinado a sostener prebendas y privilegios que, de otra manera, serían completamente insostenibles, y los tentáculos alcanzan incluso a la Presidencia de Gobierno de los Estados Unidos.
Hay mucho, mucho hilo de donde tirar.
Y ahora como queda el canón
Al canon digital le crecen las sentencias. Primero fue un juzgado de Alcalá, después la Audiencia de Barcelona, más tarde el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y ahora se suma al corro la Audiencia Nacional. El canon, según la UE, es un abuso que no cumple con la directiva europea y que no deberían pagar ni las empresas ni la Administración. El canon, según la Audiencia, es también una ley ilegal, que se aprobó con gravísimos defectos de forma, sin cumplir todos los trámites necesarios. Es una chapuza de principio a fin.
Pero más allá de lo que digan los tribunales, el canon injusto e ilegal es también el canon inútil: un fracaso que ha provocado más problemas que beneficios incluso para los propios creadores. No ha ayudado a la industria cultural a hacer esa transición hacia el futuro, sino que la ha complicado. Se ha convertido en la gran excusa popular para la piratería, en la justificación para las descargas. Es muy difícil explicar a los ciudadanos por qué hay que pagar a la SGAE por cada CD-R, aunque el artista allí grabado sea el niño en sus fotos de cumpleaños. Tampoco se entiende que cobren por cada DVD virgen y que después sea ilegal realizar esa copia privada de un DVD original, que vienen protegidos contra copia. ¿Es justo cobrar por un derecho que después no se puede ejercer? No, y tampoco es justo un impuesto privado: un dinero que se gestiona después de forma opaca y sin apenas control público.
Hay que ayudar a los creadores, claro que sí. Cualquier industria que sufra una reconversión tan dura se merece ayuda pública, como se hizo con el carbón. Pero habría sido estúpido que esa ayuda saliese de un canon a los trenes eléctricos. No se puede rescatar el pasado lastrando el futuro.
Como evidentemente y ya sabíamos todos los que nos dedicamos al mundo de internet o la creación de contenidos como posts en un blog, tutoriales, fotografía, etc, y como también existe documentación y estudios acreditados, las descargas tienen un efecto sobre las ventas cercano a 0. Y toda esta vorágine recaudatoria que por supuesto tenía un fin ecuménico para los mandamases de la SGAE, ha hecho tanto daño a la cultura y a la industria cultural de este país, la regeneración que necesita tanto sociedad, cultura e industria es tan grande que va a ser un camino largo y tortuoso. Sobretodo porque las voces discordantes desde dentro o desde fuera se ha demostrado que teníamos razón, que la copia física en la que se basa toda la política de cara a la opinión pública va a ser un fetiche, ahora empezar a poner la cultura en el nuevo mundo, el mundo digital e interconectado es una tarea titánica y en la que muchos de "nuestros artistas" parten con clara desventaja.
Y es que cuando incluso las nuevas ideas como Grooveshark han sido pisoteadas y boicoteadas desde la SGAE y nos hemos encontrado de continúo con la arcaica visión de la creación cultural que llevan heredando siglos, el sello de futuro es el de la cultura libre y las voces que siempre han abogado por ella, por una relación entre creadores y consumidores mucho más igualitaria, justa y equiparativa para ambas partes, se demuestran que son los que tenemos y tienen razón.
Copiad Malditos
A continuación escribo (algo que tenía pendiente desde hace un par de meses) sobre el documental Copiad Malditos que tan buena impresión y tan claro me dejó todo el lío de los derechos de autor desde una visión amplia, universal y no la de la estrategia dominante que nos quieren imponer.
Aquí está el documental que bajo licencia Creative Commons lo que le permite ser posteado, re-posteado, compartido, twiteado, etc. y que llegue a mucha más gente.
Aproximadamente hace 5 años me dio por encender la tele. No recuerdo muy bien por qué cometí ese error, quizás era porque no tenía ningún capítulo para bajar de Lost o porque de aquella no corrías el riesgo de daño irreversible en la retina que actualmente lleva implícito pulsar el botón verde del mando que pone ON.
El caso es que tuve suerte. Allí estaba un Pedro Piqueras que presentaba un debate en el contexto de una reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, la aprobación de un plan antipiratería y un gran debate social sobre lo correcto o incorrecto de bajar contenidos de internet sin el permiso expreso de sus autores. ¿Os suena? Hablo de hace 5 años amigos.
Allí había gente que me resultaba conocida: Teddy Bautista, presidente de la SGAE, Alex de la Nuez, Andrés Vicente Gómez e incluso Chenoa. Al que sí que no conocía era a un fulano bajito, repeinado, de gafas que tímidamente levantaba el dedo para hablar cada vez que quería intervenir. Como si estuviera en clase vamos. Pacientemente escuchaba a los demás contertulios y luego con voz pausada y una seguridad en sí mismo que sólo el que sabe más de lo que dice puede mantener, destrozaba por completo los argumentos de los demás.
Yo creo, invierto un tiempo en crear y ese tiempo debe ser remunerado. Si otra persona ofrece esa creación, esa inversión que hice será irrecuperable. Por ello, necesito ser la única persona que decida sobre su creación. Necesito ser el único oferente. Esto es lo que opina el lobby industrial cultural. Todo en uno. Estamos programados para ser monopolistas de nuestras creaciones.
Volvamos al documental. Llega el tipo este de gafas y no se le ocurre mejor cosa que romperme todos los esquemas. Su primera intervención es para decir que se descarga contenidos de Internet ejerciendo un derecho fundamental de todos los españoles. ¿Pero qué demonios?
Este tipo me enteré al final del programa que se llamaba David Bravo y cada una de las cosas que dijo iban en contra de todo lo que había oído hasta la fecha. Eso no era lo peor. Lo peor era que esa parte del cerebro que ya he citado se empezó a hacer un lío porque por algún razón, ese acento andaluz tenía la manía de decir cosas con muchísimo sentido.
En realidad la argumentación de David Bravo aquél día dista mucho del refinamiento que tiene actualmente. Se limitó (que no era poco) a diferencia la copia privada de la copia de seguridad, y a explicar que descargar algo de internet no era ilegal ni por lo civil ni por lo penal. Su nombre en Google me llevo instantáneamente a su blog. Y en él, muy cerquita de la dirección de contacto, vi el símbolo del Copyleft y por extensión de las Creative Commons. Ni pajolera idea de que era aquello. Sólo supe por cómo estaba construido el símbolo (una C) al revés, eso parecía una alternativa al copyright de toda la vida. Además de enviarle el correo electrónico que muy cordialmente me respondió pasados unos días, empecé a navegar por los artículos de su página a empaparme de esa historia del Copyleft porque yo pensaba que para proteger mis trabajos e insertar un símbolo de copyright tenía que pagar una pasta y si eso del copyleft me permitía hacer lo mismo pero en barato, pues pa’ alante.
Y me encuentro con que en el blog de David Bravo y en otros muchos, los contenidos se podían copiar y pegar libremente. Tenías que respetar la autoría claro está, pero empecé a entender que las Creative Commons y el plagio no tenían nada que ver. Ahora después de toda la literatura, investigación y experiencias vividas en todo este asunto y después de estos años, yo creo, a partir de las creaciones, de las ideas, de la inspiración de otros. Si otra persona ofrece mi creación, la inversión que hice valdrá la pena porque mi mercado se amplía y mis clientes también. Por ello, no puedo ser la única persona que oferte mi obra. Necesito infinitos oferentes e infinitos demandantes. Los que hayáis estudiado Economía veréis rápidamente la diferencia entre los dos párrafos en cursiva. En el primero estamos definiendo un monopolio. En el segundo un sistema de competencia perfecta.
En un monopolio el monopolista tiene lo que se llama beneficios extraordinarios, esto significa muy coloquialmente que gana más de lo necesario para cubrir los costes, los cuales incluyen vivir de su producto. En un sistema de competencia el oferente no tienen beneficios extraordinarios. Puede vivir de su producto, por supuesto pero no puede vivir a costa de exprimir el beneficio del que compra.
Y en estas líneas está la gran paradoja de la educación económica: como autores nos programan para ser monopolistas, como consumidores exigimos un sistema de competencia. Por lo tanto, en mi opinión, el debate sobre la producción cultural en el mundo desarollado se limita a una cuestión de coherencia: si disfrutas de los contenidos de libre acceso porque estos enriquecen tus creaciones, no puedes ser tan hipócrita de cerrar el acceso a las tuyas. Yo por lo menos yo no soy capaz de hacerlo.
Pero si todos los contenidos culturales fueran de libre acceso ¿qué incentivo tendrá un autor para crear? ¿de qué vivirá?
No es mi problema. Quiero decir, no es mi problema que al día de hoy alguien siga confundiendo contenido de libre acceso con contenido gratuito. Tampoco lo es que alguien piense que si algo es de libre acceso significa que se puede plagiar. Ni muchísimo menos mi problema es explicarle a la industria cultural cómo ganar dinero en un sistema de competencia perfecta donde no haya monopolios.
Mi problema es, como autor, enfrentarme a un mercado competitivo como es internet, haciéndome un hueco en él, y siendo coherente con mi visión de la difusión cultural, ganar dinero.
Teniendo una página web es relativamente sencillo: publicidad. Pero eso es como decir que los artistas pueden vivir de los conciertos, ya es casi un tópico. El caso es que Internet puede ir mucho más allá y una licencia Creative Commons el hacer tu creación que pueda ser compartida es un partido mucho más ético y justo.
Lo que no soporto, lo que me saca de mis casillas, es que la gente que juega el otro partido desprecie de una forma prepotente a los que nos molestamos en hacer las cosas de otro modo. No al tipo que lo que quiere todo gratis y luego se monta un negocio monopolístico sino a los que nos esforzamos en ser coherentes con una forma de pensar y actuar a la que la legislación española no se lo pone nada fácil.
Ayer, 5 años y pico después del debate en el que conocí a David Bravo, se emitió en TVE2 el documental con Creative Commons “Copiad Malditos” que paso a insertar a continuación gracias a que está licenciado con Creative Commons.
Tenía cierto recelo con él, no lo negaré. Pero cuando vi que empezaban por entrevistar a Ignasi Labastida, tipo serio, poco dado a salir en medios y ni más ni menos que director de Creative Commons España cambié el chip. Posteriormente, el gráfico de Javier de la Cueva abogado que colabora estrechamente con David Bravo, explicando el laberinto legal que supone romper la lógica del Copyright, es para enmarcar. Además, el señor de la Cueva empezó con quizás la mejor definición de copia que se puede hacer actualmente “la copia es la génesis de la creación”
Y allí estaba una vez más David Bravo, con unos argumentos igual de contundentes, con el mismo sentido común y con la misma sensación del que sabe mucho para explicar las cosas sencillas.
Al día siguiente Alejandro Sanz publicó el siguiente mensaje en su Twitter:
Ayer se emitio un documental en tve2 “copiad malditos” en el, se llego a decir que los artistas somos los vulneradores de los derechos fundamentales de los EspaÑoles.. En fin, ante semejante burrada solo me queda lamentarme por el posicionamiento de nuestra television publica que se supone eso.. Publica.
Posteriormente añadió
Y yo me pregunto si esos dos abogados que con tanto ahinco defienden la gratuidad cobran por su trabajo o predican con el ejemplo
Los tweets los he copiado tal cual. También citó el siguiente artículo:
La 2 de TVE ¿en contra del copyright?
Os copio y pego el último párrafo del mismo:
¿Es el enemigo? Mira que os quería proponer, que como tenemos montao esta guerra con los derechos de autor y los piratas que digo yo que, si podemos pensar por un momento en que somos un autor con una oportunidad, ¿me comprendes? Ya conocemos que según el documental ese de la 2, que si optamos por el copyleft tendremos una obra o creación que sacarán en la tele y la podrán ver todos en internet y descargársela gratis, vamos que nos la harán famosa. Por eso digo que aprovechemos también para decir que si usamos el copyright tendremos una semilla que puede germinar poco a poco creciendo, dando frutos y dando cobijo a todo aquel que se quede a la intemperie.
A mí personalmente me encanta que me rompan los esquemas. Por eso sigo leyendo a Pons Asinorum (leyendo YA su entrada sobre NetFlix), al Infa.me y a otros muchos blogs personales de gente con talento que le dan una vuelta de tuerca a ideas profundamente establecidas en tu cabeza. No siempre estoy de acuerdo pero para qué negarlo, adoro que me hagan cambiar de opinión y esa gente como mucho más talento para divulgar que yo lo consigue el 90% de las veces.
Copiad Malditos es un gran documental. Tiene pegas como todo pero me alegro muchísimo de que se haya emitido en la TVE Pública porque su función, como bien dice Alejandro, es dar a conocer todos los puntos de vista y de uno, del monopolio y sus gozadas, ya hemos oído hablar mucho tiempo aunque eso ya no lo dice Alejandro. Copiad Malditos es quizás un documental que a algunos les rompa los esquemas, que a algunos quizás les anime a investigar como hice yo en su momento y que a otros, ¡y no pasa nada por eso oyes!, ni les venga ni les vaya y cuando se conviertan en autores licencien sus obras con copyright de tal forma que nadie pueda distribuirlas, copiarlas ni modificarlas hasta 70 años después de su muerte. Yo es pensar que un artículo mío no llegará al público hasta dentro de 100 años (si dejo de fumar) y me entra una tristeza muy grande por el cuellico.
Pero, maldito Alejandro Sanz… Esos dos abogados claro que cobran por su trabajo. De hecho si no fuera por la difusión que han tenido sus vídeos y presentaciones tendrían menos clientes en sus bufetes de abogados e impartirían muchas menos conferencias. En definitiva, ganarían menos dinero. Y tú, Alejandro, también puedes intentar cobrar por tu trabajo. Por lo que se desprende de tus palabras, supongo que entiendes por tu trabajo vender discos. ¡¡Qué feo!!. Yo pienso que tu trabajo es componer y cantar que suena mucho más bonito y que lo rentabilizas a través de varias vías: discos, conciertos, colaboraciones con otros artistas y actos promocionales o acuerdos publicitarios.
Y como cualquier español puedes intentar vivir de tu trabajo a través de cualquiera de esos medios. De hecho tienes una suerte que muy pocos oferentes tienen en sus mercados. Eliges el mercado del disco compacto como una forma de rentabilizar tu trabajo y resulta que cuando pones el álbum en las tiendas no se vende. No pasa nada, por ley, te compensaremos todos los españoles con un dinerito. Por ley, ni más ni menos. Si se queda corto el dinero, se sube. Si no basta con el dinero, se reforman las leyes ¿qué más te podemos ofrecer campeón?
El grado de ignorancia, de mal humor, de arrogancia, de desprecio y de analfabetismo que empapa cada una de tus palabras cuando opinas sobre propiedad intelectual es el mejor ejempo de que en el mundo actual, si quieres ganar millones de €, no te queda más remedio que entrenar a tu cerebro para que nunca se salga del camino que asfaltaron los que antes que tú ganaban esos millones.
Jamás vi en eso que llamáis, por mucho que uséis a Gila, “el enemigo” la desfachatez, prepotencia y falta de coherencia que veo cada vez que abrís la boca los que yo llamo, sin tirar de Gila, los ignorantes conformistas. Tuve la oportunidad de conocer en persona a David Bravo, de reirme con él de las barbaridades que dice la gente como tú al calor del sol en una terracita en Sevilla, de que me me explicara las salvajadas que hacen firmar algunas discográficas a los artistas que empiezan, de comentar el final de Los Soprano y en definitiva de reafirmar mi idea de que si esto era una cuestión de bandos, yo me pedía al que levantaba el dedo en la tele para opinar no al que gritaba su incompetencia a los cuatro vientos sin importarle lo más mínimo quedar retratado como un babayu.
Claro que no estoy de acuerdo con todo lo que dice David Bravo, ni con todo lo que dice Javier de la Cueva, ni con todo lo que dice en general cualquier persona que me encuentro por la vida. Quizás esto te joda por no poder meter a la gente en paquetes pero lo que la media, el internauta medio, el autor medio, el ciudadano normal y corriente y por supuesto yo, intento, es estar de acuerdo con mi forma de sentir, de crear y de consumir. Lo que intento es ser coherente y disfrutar de los que saben más que yo que son muchísimo más de los que el copyright nos deja ver.
Ojalá, Alejandro, tu opinión tuviera el copyright más absoluto. Ojalá la ignorancia fuera de uso y disfrute exclusivo del que no quiere aprender. Ojalá tuviera que pagar por oirte hablar, por acceder a tu forma de pensar y de despreciar el trabajo de los demás.
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