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miércoles, 20 de diciembre de 2017

Philip K. Dick: Las pesadillas de un visionario





Philip K. Dick (1928-1982) es uno de los escritores de ciencia ficción más importantes del Siglo XX. Pero es mucho más que eso. Con una de las literaturas más imaginativas y anticipadas de siempre. Pero también con una de las mentes más atormentadas de la centuria.
Dick profetizó las tendencias dictatoriales y fascistas que asolan su país, Estados Unidos. Puso rostro al individualismo que lamina la sociedad occidental de hoy en día. Describió el estado de las cosas entre decadente y subversivo al modo de la des humanización de las relaciones tal y como está ocurriendo en nuestros tiempos. Todo lo hizo 40 y 50 años antes, en una época de decidida controversia pero de alto optimismo en la tecnología y los avances sociales.
Philip K. Dick fue un autor prolífico de obra tan inabarcable como el anhelo de saber lo que podría haber sido si no hubiera fallecido con tan sólo 53 años. Publicó más de 40 novelas y más de 120 cuentos. Además, dejó una obra secreta: sus diarios personales autodenominados Exégesis, que abarcan más de 8.000 páginas, (una selección en un volumen, de casi mil páginas fue publicada en 2011 con prólogo de Jonathan Lethem.) Al principio de su carrera Dick pretendía ser en un escritor de literatura convencional y sus primeras novelas de aprendizaje fueron realistas. Aunque terminó siendo un escritor muy exitoso, ganando premios, lectores fanáticos, el respeto de sus compañeros de profesión y también dinero, siempre luchó a favor la ciencia ficción como género.
Desde que empezó a escribir y hasta la fecha de su muerte, la ciencia ficción era un gueto de Serie B despreciado por académicos, críticos y lectores convencionales. Más si cabe cuando Dick, se sumergía en el terreno de la Distopía y los futuros alternativos, no siempre beneficiosos y plácidos para el conjunto de la humanidad.
El mundo de Dick es de cyborgs, de corporaciones omnipotentes y monopólicas que manejan tecnologías como el control de la memoria y la percepción de la realidad; es el mundo de la adicción, de la alucinación, de gobiernos autoritarios; de paisajes pos-apocalípticos y mundos distópicos; es el mundo de la paranoia, y también del misticismo. Mundos paralelos. Pero dentro de todos estos escenarios y situaciones clásicas de la ciencia ficción la literatura de Dick se basa en las preguntas que son las mismas que están en el centro de la filosofía y la religión: ¿Qué es el ser humano? ¿Qué es la realidad? ¿Cuál es la naturaleza del Universo? ¿Qué futuro nos espera? ¿Podremos construirlo nosotros o en cambio llegará impasible e irremediable?


La ciencia ficción de Philip K. Dick está un nivel por encima de sus contemporáneos. Mientras otros escritores presentan fábulas con revelaciones y moralejas moralizantes, Dick de una manera distintiva y directa se ocupa de describir con desgarradora critica la resaca de terror y lo irracional en la sociedad contemperaría tecnológica. Y ahí fue donde la ciencia ficción empezó a ser importante porque se enfrentaba con el hecho de que estamos viviendo en una era tecnocrática en la cual las artes tradicionales, literarias y demás, no tenían mucho que decir sobre esto, no encontraban un vocabulario para reconocer la velocidad de cambio en la vida cotidiana.
Tanto es así, que aunque no hayan leído ni una sola línea de la obra de Philip K. Dick es probable que conozcan su mundo y su mente, lo primero de todo porque paso a paso y de forma irremediable nos acercamos al escenario habitual de sus libros. Sociedades degradadas y des estructuradas donde viven bajo relaciones sociales artificiales y cada vez más frías, seres -humanos o no- con graves carencias físicas y/o mentales que languidecen su dignidad bajo el prisma de un progreso tecnológico y económico ficticio e irreal para la extensa mayoría de la población.
Estos mundos también le son próximos porque la cultura pop y su instrumento más comercial en el cine ha empleado su literatura para maximizar sus beneficios sin entrar en demasía en la diversidad moral y en los planteamientos filosóficos con los que el autor americano impregnaba sus obras.
Es que, póstumamente, Dick se ha convertido en uno de los autores predilectos de Hollywood. Blade Runner, Minority Report, A Scanner Darkly, Total Recall, Screamers, Paycheck, Eternal Sunshine of the Spotless Mind y The Adjustment Bureau son algunas de las películas adaptadas de obras de Dick, quien solo pudo ver la Blade Runner de Ridley Scott, mientras que ya se ha estrenado una serie inspirada en la historia, que no en la trama literaria, en el The Man in the High Castle, la obra que profundizaba en la distopía de que el Eje, la Alemania Nazi y el Imperio del Japón, hubieran ganado la Segunda Guerra Mundial.


Una vida que inspiró sus sueños
La vida de Dick fue caótica, intensa y triste. Su padre abandonó a la familia cuando era chico. Vivió toda su vida en diferentes ciudades de California. Fue adicto a las anfetaminas; lo ayudaban en su frenético ritmo de escritura pero le dejaron secuelas que, al fin, resultaron mortales. Tuvo cinco esposas y tres hijos, a ninguno de los cuales trató bien. No participó en su crianza ni los ayudó econonómicamente. Hasta llegó a golpear a una de sus esposas. Era profundamente paranoico y con motivos. En un evento nunca explicado su casa fue robada, y destruida, pero solamente fueron extraídos sus papeles personales. Vivía de escribir pero siempre le faltaba dinero. Sentía que como escritor nunca había sido valorado como se merecía.
La biografía de Philip K. Dick se describe en la rutina del escritor hecho así mismo y configurado y reconfigurado a través de dos episodios personales que el marcaron profundamente.
En el primero de ellos, su hermana melliza, Jane Charlotte Dick, murió por negligencia a los pocos meses de su vida. La madre primeriza era inmadura, y aparte de la escasa compañía de su marido, estaba completamente sola. Pero no era cruel o indiferente. Abrumada por la incipiente crianza de sus hijos, llamó a su madre por ayuda, pero ya era muy tarde. En un accidente, quemó a su hija Jane con una botella de agua caliente con cual intentaba calentar la cuna. Los médicos llevaron a los mellizos al hospital. La niña murió en camino y el niño se salvó después de estar varios días cerca de la muerte. Ambos estaban desnutridos.
Años después, en el Exégesis, Dick escribió: “Es el Jane dentro de mi —el ánima o el principio femenino— que es el lado lacrimoso de mi ser, que está enfermo y que ahora busca ser hospitalizado. Es Jane dentro de mí que se está intentando morir. O, en realidad, es la Jane que realmente murió, que repite sus pasos en mi anima una y otra vez, ese viaje mortal que se dio por la negligencia. Es la Jane-dentro-de-mi que ahora esta asustada y deprimida. Pero si la Jane dentro de mi se muere ahora me llevará a mí (el mellizo masculino) con ella, con lo cual no tengo que sucumbir. Jane tendrá que seguir viviendo en su existencia vestigal a mi lado aunque esté al otro lado…
Para el biógrafo Lawrence Suten la muerte de Jane es el evento central en la vida psíquica de Dick: “El tormento se extendió a través de su vida entera, manifestándose en las relaciones difíciles que tuvo con las mujeres y con su fascinación por resolver los dilemas dualistas” como el de humano/androide, por ejemplo, que es central a su obra.


El otro evento central en la vida de Dick fue una serie de visiones que duró dos meses enteros, en 1974. En ese momento vivía en Orange County en California. Volvía del dentista donde había sido tratado por un dolor de muela. De vuelta en su casa le abrió la puerta a alguien que le vino a traer su medicación de una farmacia. Era una mujer joven con un colgante de un pez dibujado. Dick le preguntó qué significaba. La chica le dijo que era el símbolo de las primeras sectas cristianas, las perseguidas por el Imperio Romano. En ese momento Dick tuvo una revelación. Tuvo un momento de conocimiento total en la cual vio la historia humana entera. Se dio cuenta que la historia no es lineal, sino circular. Que el Imperio Romano aun existía, que esta realidad en la cual vivimos era de hecho una especie de prisión. La visión persistió por dos meses mutándose, multiplicándose, profundizándose.


Desde entonces hasta su muerte Dick se ocupó de interrogarse a si mismo sobre el significado de este evento, tratando de discernir si era una visión mística, un sueño, un flashback de droga, un brote psicótico o esquizofrénico, o una combinación de todas estas cosas. El episodio, que el denominaba “2-3-74” no solo le brindó una visión de la “realidad” sino también una mirada sobre el significado de su obra y el sentido de su vida.

Cuenta Lethem en la introducción de la selección publicada del Exégesis: “Dick comenzó a ver todos sus escritos anteriores —especialmente sus novelas de ciencia ficción de los 60— como un intricado e inconciente precursor a sus percepciones visionarias… [En el Exégisis] Dick escribió sobre la ternura, sufrimiento y naturaleza del universo; sobre la esencia de la tragedia; sobre alienígenas de tres ojos; robots hechos de ADN; cultos cristianos antiguos y reprimidos cuyas creencias esenciales predecían la teoría Marxista; viajes en el tiempo; radios que siguen tocando después de ser desenchufadas; y la naturaleza verdadera del universo como le fue revelado en el Libro tibetano de la muerte, El origen de la conciencia y la mente bicameral de Julian Jaynes, y la película Tres mujeres de Robert Altman” entre muchas, muchas otras cosas.


Para algunos críticos la obra más importante de Kafka son sus diarios. Tal vez el Exegesis de Philip K. Dick tenga el mismo destino. Si hay una critica que se le puede hacer a las obras de Dick es que sus ideas y sus mundos son mucho más fascinantes que su prosa en si. Tal vez no sea incorrecto decir que Dick no es muy buen escritor. Así lo comentaba el mismo:
Soy un filósofo que ficcionaliza, no un novelista; mi habilidad de escribir cuentos y novelas es utilizada con el fin de dar forma a mis percepciones. El centro de mi escritura no es el arte sino la verdad. Por lo tanto lo que yo cuento es la verdad, y sin embargo no hay nada que pueda hacer para aliviarla ni por hechos o explicaciones. De todas maneras esto suele darle ayuda a un tipo de persona sensible y atormentada por el cual hablo. Creo que entiendo el ingrediente en común en ellos a quienes mi escritura les ayuda: ellos no pueden atenuar sus propias sospechas sobre la irracional y misteriosa naturaleza de la realidad. Y para ellos el corpus de mi escritura es un largo argumento acerca de esta inexplicable realidad. Es una integración y presentación y análisis y respuesta y historia personal.



Philip K. Dick hizo algo aparentemente imposible. Escribió sobre el espíritu de nuestros tiempos treinta años antes de que se empezará a construir esta realidad. Se murió antes de Internet, antes de la Guerra contra el Terrorismo y la Guerra Contra las Drogas. No llegó a ver la realidad virtual o la farmapsicologia. Pero escribió sobre todas estas cosas y más. Julian Assange es un personaje de Philip K. Dick. También lo son Dick Cheney y Donald Trump. La CNN, la Fox, y la televisión reality. Amazon, Google, Facebook, el comercio electrónico. Y podría seguir. Y seguir. Y seguir… Todos son parte del mundo Dick.
Toda nuestra era fue profetizada por Philip K. Dick. Antes que nadie, él ya describió como distopías y visiones futuristas, nuestro consumismo, nuestro individualismo. La pérdida de humanidad plasmada en relaciones sociales que son meras transacciones de interés. El liberalismo sin medida que termina en la opresión del más fuerte y el más rico sobre todos los débiles y pobres. El fascismo reapareciendo siempre.


El pasado sábado, 16 de diciembre, Philip K. Dick hubiera cumplido 89 años.

domingo, 26 de agosto de 2007

El futuro según Blade Runner

Fernando Savater visitó hace unos años el edificio Bradbury de Los Ángeles, donde se rodaron algunas de las escenas más famosas de 'Blade Runner'. «Ridley Scott no se inventó nada», constata el filósofo. «Todo está en las mismas condiciones de la película. Hay basura apilada a la entrada, vagabundos durmiendo en los rincones, niños dispuestos a quitarte las ruedas del coche. La Policía recomienda no pasear por el barrio al anochecer. Incluso juraría que la lluvia que cae de vez en cuando tiene altos índices de radioactividad ».

Estrenada en España justo ayer hace veinticinco años, 'Blade Runner' se estrelló en taquilla, pero no tardó en convertirse en una película de culto. El público de entonces esperaba una cinta de acción futurista, en la estela de 'La guerra de las galaxias'; el protagonista, Harrison Ford -alias Han Solo e Indiana Jones-, prometía aventura escapista. Ni la crítica ni el público vislumbraron el sustrato filosófico del filme más influyente de la ciencia ficción.

Y es que 'Blade Runner' proyecta su apocalíptica sombra sobre el diseño, la arquitectura, el cine y el cómic posteriores. Ridley Scott supo rodearse de talentos visionarios que dibujaron un futuro que ya es presente. El director de 'Alien' y 'Gladiator' no ha vuelto a hacer una película mejor. La novela de Philip K. Dick publicada en 1968 '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' le sirvió para dibujar un Los Ángeles superpoblado, que en el 2019 aparece como una megalópolis putrefacta, construida a base de rascacielos piramidales y coches que vuelan sobre calzadas húmedas. Un 'melting pot' humano entre neones intermitentes. Una vívida y aterradora premonición de nuestras ciudades bajo la síntesis de tecnología avanzada y decadencia social.

Ninguna otra película ha provocado tantos análisis; Google detecta casi tres millones de páginas web que hablan de 'Blade Runner'. Ridley Scott, que padeció un rodaje de pesadilla en lucha contra el estudio, los técnicos y su estrella principal, se ha ocupado de mantener viva la atención con nuevos montajes del filme. Warner anuncia para diciembre el lanzamiento mundial de 'Blade Runner. The Final Cut'. El 'montaje final' -el quinto desde 1982- añade escenas y pule efectos especiales. En su edición de lujo, un maletín de aluminio como el del cazarreplicantes Rick Deckard contendrá cinco DVD con todas las versiones, un sinfín de extras, miniaturas, fotografías, una carta firmada por Scott y hasta el celebérrimo unicornio de papel que tantas disquisiciones ha provocado.

Ese unicornio se encuentra a la misma altura filosófica que el monolito de Kubrick en '2001'. En el mundo imaginado por Dick, los androides (robots con apariencia humana) se llaman replicantes y son ilegales. Una Policía especial tiene derecho a 'retirarlos', aterrador eufemismo de exterminarlos: son los 'blade runner', un término cortesía del escritor William Burroughs. La gracia reside en que los androides, pese a su apariencia punk, resultan más humanos que los humanos. Buscan identidad y afecto como la criatura de Frankenstein, sumidos en una patética e inútil plegaria a su creador para que les alargue la vida. Deckard descubrirá en su cacería que su presa no son los robots insensibles que imaginaba. ¿O es él también un replicante?

Más allá de lo ético

En 1992, el 'director's cut' estrenado en los cines dio la razón a los partidarios de que el personaje de Harrison Ford era el Nexus 6 más perfeccionado, porque ni siquiera él mismo conoce su condición no humana, al igual que la bella Rachael. Scott eliminó la voz 'en off' que en su día le impusieron los productores y que otorgaba un chandleriano aire de cine negro al relato. Asimismo, se deshizo del pegote final, la fuga de Deckard con Rachael, e incluyó la aparición onírica de un unicornio en un bosque tomada de 'Legend', rodada tres años después. Un sueño que alude a los recuerdos implantados de Deckard. Scott sacaba de dudas este mes en la revista británica 'Empire': «En una película que habla sobre la paranoia, siempre me pareció que Deckard tenía que ser un replicante. Es una ironía divertida que se mantiene escondida en el filme, excepto para aquellos que pongan atención».

Pero 'Blade Runner' posee virtudes que van más allá de lo filosófico y lo ético. Se convirtió en piedra angular de un nuevo movimiento literario, el ciberpunk, y reanimó la carrera de Philip K. Dick. Su diseño de producción, densamente conceptualizado, marcó la estética de películas, anuncios, videoclips y series de televisión. ¿Cuántas veces hemos visto desde entonces interiores llenos de humo y cortantes haces de luz? Una de las primeras influencias visuales de Scott fue el retrato de la soledad que presenta el pintor Edward Hopper en su cuadro 'Nighthhawks'. Los paisajes alucinantes y retorcidos de la revista de cómics 'Heavy Metal' le condujeron a reclutar a los dibujantes Syd Mead y Moebius. El técnico en efectos especiales Douglas Trumbull, responsable de los ballets espaciales de '2001', y el músico Vangelis se sumaron a una conjunción de talentos irrepetible.

Juntos crearon un entorno futurista basado en un concepto ideado por Scott, 'retrofitting' o retroutilización: actualizar maquinarias y edificios añadiéndoles elementos nuevos. Los vehículos, viviendas, calles y bares no lucen asépticos como en el cine de ciencia ficción de hasta entonces. Se llegaron a diseñar y construir los interruptores de la luz, las tarjetas de crédito, los vasos, las portadas de revistas expuestas en los quioscos. Paraguas con luz, pantallas planas de televisión, fotografías digitales, la 'interlingua' que hablan los protagonistas. «Un mundo de detritus culturales, donde lo atávico convive con la más avanzada tecnología», según el diseñador Juli Capella.

Ironías del destino, Syd Mead escogió como punto de partida de sus diseños urbanos las torres gemelas del World Trade Center. Ya no existen, igual que marcas comerciales que aparecen en el metraje, como Atari y Cuisine Art. El tiempo, el gran tema de 'Blade Runner', según Fernando Savater, no ha envejecido lo más mínimo esta sombría epopeya. Y la muerte del androide Roy Batty, una de la más hermosas de la historia del cine, conmueve veinticinco años después. «Al final, cuando expira el tiempo, vuelve la constancia de lo irrepetible», reflexiona Savater. «'Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia' Bienvenido a la humanidad, hermano replicante».

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...