Van no sé cuantas. Entrevistas, personal de recursos humanos, curriculums enviados y seguramente extravíados, que he empleado estos meses en esa búsqueda de empleo, de trabajo digno en tiempos de crisis, en ciudad de crisis y en momentos ya estos de extrema agonía, material y personal. Porque ya estoy cansado de "patear" la ciudad, de hacer llamadas, de abrir los periódicos por la sección de ofertas de empleo o de perseguir por internet ofertas que son sólo espejismos. Esta situación de perpetúa tensión y terror establecido por todos aquellos que no quieren otra cosa que infundir el pánico para seguir contronándonos, a mi ya no me vale de excusa ni de evasión.
Y hoy que he acudido una vez más a esa llamada que alimenta la esperanza de conseguir un buen empleo, he hecho una entrevista más. Otra más. Espero que sea la última en mucho tiempo, y con las buenas sensaciones que me ha dado el trabajo, su ubicación, la gente que por ahí aparecía... llevo más de 6 horas adoptando todas las religiones y credos como propios, llenando de plegarías, velas e inciensos los rincones de mi morada, sólo por un trabajo. Si llegamos a pagar por trabajar, ya lo último que me quedaba era la coherencia, pero ya visto, lo visto, con ella sóla no se van a cumplir todos los sueños. Y por eso, deseo que eso que me comentaron al final de que "era finalista" no era una quimera, ni una manera de quedar bien y darme aliento. Creo que tengo mis opciones y sólo espero y sueño con que me den una oportunidad. No es pedir mucho, pero visto, lo visto.
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