sábado, 20 de septiembre de 2008

Juegos Paralímpicos; el afán de superación


Termiaron los Juegos Paralímpicos y lo hicieron de manera dormida y oculta tras los focos que deslumbran a la mayoría de la sociedad embargada en sus quehaceres diarios, el vaivén de las bolsas, sobretodo la de la compra y otras estupideces varias. Poca gente siguió con atención permanente y volcados el transcurrir de las pruebas, pero todos al ver las competiciones resumidas en los telediarios, signos de exclamación nos embargaron y nuestra admiración salió a relucir incomparable eso sí, con el espíritu, la lucha y la superación de DEPORTISTAS y PERSONAS plenas de confianza, amor propio y competitividad.

Esta competitividad ya no sólo con el rival, sino también con la sociedad. Acostumbrada esta última a poner todas las trabas para mantener el status y "dar la mejor imagen posible" construye barreras continuámente. Físicas, en las aceras, accesos, escalones y bordillos donde solo algunas veces la solidaridad de los viandantes permiten superar ese obstáculo pero no el psicológico que produce. También existen barreras sociales, levemente paliadas por las instituciones, no sé sabe si en un acto de lealtad electoral o conciencia social. Y por último psicológicas, en las que toda la sociedad somos participes cuando no somos capaces de reconocer el valor y talento de todas estas personas que por distintas circunstancias de esta asquerosa vida se ven privados de la totalidad de su cuerpo y sus sentidos.

Estos 10 días que estos inefables deportistas han utilizado para gritar al mundo: "Existimos y merecemos vuestro respeto y también admiración", han sido de apóteosis deportiva. Con China volteando también el medallero en un acto que completa la Tercera Revolución Cultural, y encima parece dar la imagen de que el régimen es capaz de no menospreciar a nadie. Las organizaciones de derechos humanos dicen lo contrario. Y el resto de países y personas luchando por darse a conocer, sentirse reconocidos, dibujar nuestras sonrisas y gestos de admiración que a su vez se disfrazan de sincero cariño, si no somos capaces de tratarlos de igual a igual en la vida diaria, conociendo sus limitaciones, reconfortándoles en lo posible e igualando su situación a ojos de la sociedad.

Por desgracia, no conozco muchos nombres. Un día vi un resumen del baloncesto en silla de ruedas y me emocione. En España tenemos, en una comparación poco afortunada, lo que los periódicos llamaron el "Phelps Paralímpico", y es que la gesta de Ehmaed Ehmaed ha sido extraordinaria, incomparable y única. Gran actuación del nadador salmantino Alejandro Gómez que fue el segundo deportista en toda la historia olímpica de esta provincia en colgarse una medalla (así nos va esto es un reflejo de lo que esta provincia es). Pero todos y todas compitieron maravillosamente y su felicidad fue el transporte a nuestros sueños y a los suyos propios para seguir repitiendo éxitos deportivos y también sociales. Gracias a todos ellos, de todas las naciones, por demostrar que todo es posible. Y un compromiso firme para borrar todas las barreras y muros que construímos los "normales", quizás no disminuidos físicos, pero si de espíritu. Y tampoco olvidarnos de como tiene que ser en países del tercer mundo el ser discapacitado. Una razón más para no olvidarnos de que en el Sur la gente muere por no tener agua o vacunas contra enfermedades erradicadas en el siglo XIX.

Y aquí voy a hacer un pequeño homenaje a una de estas deportitas, holandesa y tenista que ostenta récords ya inigualables y además un pedazo de nuestro corazón y simpatía: Esther Vergeer. Y es que hay leyendas del deporte que no conocemos, pero ninguna como la holandesa Esther Vergeer. La tenista ha ejercido un dominio en su disciplina mayor que ningún otro deportista en las últimas décadas: ha perdido un partido en los últimos siete años, colecciona 252 torneos seniors, fue capaz de ganar 250 sets consecutivos entre agosto de 2004 y octubre de 2006 y lleva, antes de los cuartos de final de los Juegos Paralímpicos, 345 partidos seguidos ganados.

Nadie puede igualar su palmarés, en ningún deporte. El dominio de Vergeer es incontestable, y todos los datos que se añaden a su biografía lo contrastan: es número uno del Mundo en individuales desde abril de 1999, y en dobles desde octubre de 1998. En los últimos siete años sólo perdió una vez, en 2003 en el Open de Australia. Ha ganado el Premio Laureus al Mejor Deportista Discapacitado dos veces. Su récord como profesional es 548 victorias y 25 derrotas. Colecciona las medallas de oro en los dos últimos Juegos Olímpicos, tanto en individuales como en dobles. ¿Hay algún otro deportista de la historia capaz de comprársele en dominio?

Vergeer quedó parapléjica tras una operación cuando tenía ocho años. Le tenían que corregir un defecto de nacimiento en una vena cercana a la espina dorsal "y también me quitaron las venas buenas. Cuando acabé, tenía parálisis", cuenta ella misma.

Antes apenas había había practicado deportes, pero empezó a jugar al baloncesto (fue campeona de Europa con la selección en 1997) y después, al tenis. Aad Zwaan, el mejor entrenador del mundo y culpable de que Holanda tenga los mejores tenistas en silla de ruedas, empezó a trabajar con ella y se convirtió en un fenómeno mundial. "Este deporte es una oportunidad. Cuando quedas en una silla de rueda puedes quedarte mirando por la ventana cómo crecen los tulipanes o hacer algo con tu vida", dice Zwaan, resumiendo la filosofía con la que afronta el entrenamiento de estos deportistas.

Vergeer se ha convertido en alguien muy conocido en Holanda. Desde hace dos años es profesional y puede jugar torneos por todo el Mundo, gracias al apoyo del Comité Olímpico holandés y de varios patrocinadores. Es la única estrella del deporte para discapacitados de su país. "Cada día la gente me reconoce más por la calle", señala.



La tenista considera, además, que cuando se retire del tenis empezará a darse cuenta de lo difícil que es la vida en una silla de ruedas. "Ahora mismo, quitando subir escaleras o lanzarme en trampolín, puedo hacerlo todo. Pero cuando deje el tenis querré encontrar un marido y fundar una familia, y seguro que eso sería más fácil de conseguir con un par de piernas", sentencia.

En definitiva, como comentábamos ejemplos como los que estas grandes personas nos han enseñado estos días alimentan nuestro espíritu y tienen que mostrarnos que hay pocos muros insalvables y que la finalidad última, tiene que ser vivir

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