El tiempo es la dimensión que más nos influye. Cuando te diviertes o encuentras el lado ameno de una situación este pasa rápido, fugaz. Sin embargo, cuando el desasosiego se adhiere a tu piel y la traspasa llegando al corazón, el tiempo se para, los segundos se convierten en horas y el tedio y la desesperanza arraigan en nuestra alma.
En este momento de búsqueda absoluta en mi vida son más consciente de los segundos que de las vivencias que pasan delante de mis ojos. La incertidumbre es dueña y señora de mi vida. La sensación de pérdida, de ausencia es infinita. Los momentos que pasan jamás podre volver a recuperarlos. Aquí aparece el miedo. Un miedo al mañana, un miedo al pasar de los días, porque sabes que mañana acabará como hoy: vacío y sin vida.
Las personas y los sucesos se plantan delante de mí pero nada me aportan. Pierdo la esperanza y las ganas en salir y buscar esa diversión tan cara en lo material como en lo espiritual. Nunca jamás volveré a tener esa sensación que tenía en ese pasado no tan reciente, y lo peor es que esto es una certeza que crece y se solidifica. Necesito aire, agua y tierra nueva, donde poder respirar, beber y sembrar para crecer y llegar a eso a lo que todos tenemos derecho, y que nadie puede llegar a cumplir.
No des vueltas al pasado,
ResponderEliminarpues no lo puedes cambiar.
Que no te agobie el futuro:
no sabes si llegará.
Disfruta y vive el presente,
no lo dejes escapar,
porque una vez que se vaya
ya nunca más volverá.