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jueves, 9 de julio de 2009

El vampiro bondadoso



He ido al país de los morlacos impulsado por un vivo deseo de conocer ese pueblo tan singular. No hay aldea morlaca donde no se pueda contar un buen número de vampiros y existen lugares donde hay al menos un vampiro por familia, como en cada familia de los valles alpinos el infaltable "santo" o "idiota".

Pero en el caso del morlaco vampiro, no se da la complicación de una enfermedad degradante, que altere el principio fundamental de la razón. El vampiro es consciente y conocedor de todo lo horrendo de su situación, le disgusta y la detesta.

Busca de combatir su propensión de todas las maneras, recurre a los remedios propuestos por la medicina, a las plegarias religiosas, a la autoextirpación de un músculo, a veces a la amputación de las piernas: en ciertos casos se decide hasta al suicidio. Exige que después de su muerte, los hijos le perforen el corazón con una cuña y le claven al ataúd para hacer reposar en el sueño de la muerte su cadáver y libertarlo del instinto criminal.

El vampiro es de ordinario un hombre bondadoso, a menudo ejemplo y guía en su tribu, a veces ejercita oficialmente la función de juez; a veces es poeta.

A través de la profunda tristeza que le viene de la percepción de su estado, a través del recuerdo y el presentimiento de su siniestra vida nocturna, se adivina un alma tierna, generosa, hospitalaria, que no pide más que amar. Ocurre que el sol tramonte, que la noche estampe una suerte de sello plúmbeo sobre los párpados del pobre vampiro, para que él comience de nuevo a escarbar con las uñas la fosa de un muerto o perturbe a la nodriza que vela junto a la cuna del recién nacido. Porque el vampiro no puede ser otra cosa que vampiro y los esfuerzos de la ciencia y los ritos eclesiásticos nada pueden contra su mal.

La muerte no le cura, hasta en el ataúd conserva algún síntoma de vida, y pues su conciencia se mece en la ilusión de que su crimen es involuntario, no debe sorprender el hecho de habérselos encontrado a menudo frescos y sonrientes en el catafalco. El sueño del desventurado nunca estuvo desprovisto de pesadillas.

En la mayor parte de los casos, esta aberración se limita al intuito mental del infeliz que la experimenta. Cuando se realiza plenamente, ello se debe atribuir al concurso de otros factores, como las pesadillas y el sonambulismo. Entramos entonces en el campo de la ciencia médica, que hasta ahora no ha tenido en cuenta dos hechos importantes, que me parecen incontestables. El primero es que la percepción de un acto extraordinario no familiar a nuestra naturaleza se convierte fácilmente en sueño, el segundo, que la percepción repetida con frecuencia, y siempre en el mismo sueño, se convierte fácilmente en una acción proporcionada, realmente cumplida, sobre todo cuando se manifiesta en un ser débil e impresionable.

lunes, 27 de abril de 2009

Vampiria


Muchas millas sobre el campo y el mar
Hasta que mi amor pudo retornar,
De sus palabras no tengo recuerdos,
Sólo el de los árboles y el gemido del viento.

Y arribó listo para tomar sin daño
La cruz que he cargado por años,
Pero las palabras llegaron lentas
De aquellos fríos y mudos labios.

¿Cómo sonaban mis palabras lentas y plenas,
En aquel gran corazón que me amó en la pena,
Venido a salvarme del odio y el dolor
Y a confortarme con su delicado amor?

Sentí al viento golpeando frío, gélido,
Y a la bruma roja acariciar la puerta;
Sentí que el hechizo que sostenía mi aliento
Se quebraba, viviendo siempre muerta.

Mis dias sin ti son largos,
oscuros,
vacios...

Eres la flecha que amenaza mi corazón,
alma que perturba mi razón...

Pero aun asi
te quiero,
te adoro,
te venero...

Te añoro si no estas,
te echo de menos en cuanto te vas.

Eres la única persona en la que pienso,
la que me quita el sueño

Pero aun si te quiero te adoro te venero...


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...