Mostrando entradas con la etiqueta tragedia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tragedia. Mostrar todas las entradas

lunes, 14 de marzo de 2011

Mundo de mierda


Desde el abatimiento escribo estas obligadas letras, entre la indignación, y el desánimo que me produce el espectáculo que contemplo.

25.000 personas mueren de HAMBRE cada día…Gente que previamente ha pasado graves carencias, verdadera necesidad, tremendas incomodidades, dolor, tristeza, sufrimiento, enfermedades, desamparo, desesperación y desprecio, después de ver morir a sus hijos sin poder hacer nada para evitarlo, a pesar de que su salvación habría costado tan sólo unos cuantos euros.

Un reparto equitativo y racional de la riqueza, y una planificación de los recursos habrían bastado para evitar tanta ignominia.

Pero en este mundo de mierda en el que estamos viviendo la mayor parte de la riqueza está en muy pocas manos.

Esta distribución discriminatoria se da por clases sociales y por regiones del planeta, generando a los que se van “salvando de la quema” la quimérica idea de que con un reparto equitativo todos seríamos más pobres y por lo tanto prefieren conservar lo que creen su situación de privilegio.

Divide y vencerás, dijo Julio Cesar, y el sistema se vale de esta artimaña para mantenernos en el profundo agujero de la desigualdad, mientras que avanza catastróficamente, sin miedo a cargarse la biodiversidad, el aire, el agua, o los mismísimos ecosistemas que hacen posible nuestra existencia, y se afana, en una cruel ofensiva por monopolizar los recursos del planeta convirtiendo a los ciudadanos en simples consumidores y mano de obra barata, que se conforman con saber que se jugarán, o en el mejor de los casos, con ver en la tele, tres partidos de futbol a la semana.

Mientras, en la Europa dónde aun se hablaba del bienestar, y de logros sociales, se imponen lo que llaman los mercados, a saber, el capital, puenteando a los Gobiernos, que en vez de responder a las necesidades de la población se comportan como marionetas de los poderosos, privatizando, las empresas públicas, la gestión y la titularidad, de los servicios públicos, y hasta los sectores estratégicos de los países, como transportes, comunicaciones, educación, o sanidad, el sistema de prestaciones sociales, y el sistema de pensiones.

¿Pero es que no tenemos ojos en la cara? Y encima nos ponen la película de Espartaco para que ni lo intentemos… Hay que negarles su presumida propiedad de los recursos, y redistribuirlos, pero mientras tanto … creo que deberíamos dejar de participar en este juego boicoteando al sistema ya, pero claro…aparte de no distinguir una lechuga de una escarola, ni un puerro de unos ajetes, reconozco que yo tampoco sé muy bien por dónde empezar.

P.d.: Mi más sentido pésamen con la tragedía de Japón. Terremoto, tsunami y desastre nuclear. Mi más sincero apoyo.

lunes, 23 de agosto de 2010

La tragedia falsamente natural de Pakistán

Partiendo del principio de que la realidad supera a la ficción, las tragedias se han convertido en los espectáculos preferidos de la sociedad mediática. Cuando el ocio abunda, la gente se pasa horas y horas delante de la televisión viendo inundaciones, edificios que se desmoronan, autobuses que se despeñan en los Andes o restos de sangre que recuerdan las peleas rituales de los suburbios.

Cada vez hay más ocasiones en las que el subconsciente cristiano apela a nuestra conciencia de culpa y nos impide gozar del espectáculo. Y por eso hemos ido eliminando de la programación las guerras, las hambrunas y los crímenes de las dictaduras, para centrarnos con fruición en las catástrofes naturales -inundaciones, terremotos, huracanes, sequías y nevadas- que nuestra ignorancia o nuestra soberbia le puede imputar a Dios. Pero eso hace que el subgénero preferido por los medios siga siendo «la falsa tragedia de verano», que, al convertir en desastre natural lo que en realidad es una crimen contra la humanidad, nos permite gozar de su intensidad garantizada mientras lavamos nuestra conciencia de sus negras responsabilidades. Y esto es la tragedia de Pakistán.

De los cuatro millones de desplazados que provocó el monzón en Pakistán, solo 100.000 lo son por causas naturales. Los otros 3.900.000 hay que imputárselos a una dictadura corrupta que se gasta su dinero en armamentos, o se lo lleva para casa en bolsas de plástico, mientras deja sin infraestructuras y sin orden urbanístico alguno a docenas de millones de habitantes que conviven al mismo tiempo con las armas nucleares y la miseria.

Desde hace tres décadas, Pakistán ha sido la niña mimada y consentida de Estados Unidos y de sus aliados occidentales, que, para garantizarse el control de Oriente Medio, de su petróleo y de su situación estratégica, consintieron y financiaron a dictadores, provocaron la ruptura interna y la talibanización de una nación creada artificialmente, y derivaron toda la ayuda hacia un militarismo salvaje que, mientras asienta y protege a la élite dirigente, hunde en la miseria y el caos al 90% de la población.

Por eso quiero prevenirle frente a los falsos lavados de conciencia. Porque, si bien es cierto que algunas inundaciones de Valencia, Tarragona o Andalucía son «espectáculos de verano» producidos en la fábrica del Altísimo, la gran tragedia paquistaní es una catástrofe humanitaria imputable de lleno a la incuria y a la injusticia de los dirigentes de dentro y de fuera del país, y en modo alguno puede ser contemplada sin sentir que estamos disfrutando de algo ganado con malas artes, dominando y abusando de la gente que murió o va a morir porque así lo hemos querido.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...