De
esto no se habla. No es portada, ni noticia, ni siquiera reseña. No
aparece en los relatos de los éxitos y heroicidades del deporte
español, aunque puedan subyacer las dudas y los silencios incómodos
de quienes saben más de lo que pueden contar. Y si no se tiene la
costumbre de consultar prensa extranjera o ver eventos deportivos por
canales foráneos se desconoce.
Creo
con humildad que hay pocos aficionados que como yo hayan disfrutando
tanto con las victorias que el
deporte español
ha ido cosechando los últimos 20 años. La
épica y el talento y estilo
en los títulos mundiales y europeos de fútbol, balonmano,
baloncesto... las victorias de nuestros ciclistas, la
leyenda de Nadal.
El nivelazo del deporte
femenino
compitiendo internacionalmente con claras diferencias en recursos,
visibilidad y por qué no decirlo, en aspectos culturales. Y así con
tantas disciplinas deportivas y tantos y tantas deportistas. Pero
como intento, contextualizar y aprender, componer un retrato real y
completo de las situaciones que vivo y me apasionan, y como además,
tengo la oportunidad, la necesidad y la capacidad de escuchar e
interpretar más allá, es el momento, tras esta noticia, en el que
dejar unas líneas sobre algo que por desgracia, empaña el trabajo y
el talento de los y las deportistas españoles, y que además, supone
una vez comprobados los hechos y acontecimientos, una lacra y una
vergüenza para España.
Vamos a ser claros. La opinión pública internacional piensa desde hace 15
años que las principales estrellas de nuestro país se hallan entre
las 211 bolsas de sangre requisadas en la Operación
Puerto
y que no tienen "dueño" tras las actuaciones de las
autoridades tanto deportivas, como judiciales, españolas más
preocupadas por cerrar en falso la causa que de llegar al fondo de la
misma y depurar las responsabilidades tanto penales, como federativas
pertinentes. Por lo tanto, la
Edad de Oro del deporte español
se encuentra cuestionada fuera de nuestras fronteras porque existe
una percepción
de tolerancia con el dopaje como cuestión nacional,
como
política gubernamental en materia deportiva.
Aunque el sumario y las filtraciones apuntan a que los implicados
proceden mayoritariamente del ciclismo y del atletismo, fuera están
convencidos de que también aparecerían, sobretodo figuras del
fútbol, del baloncesto, y hasta Rafa Nadal… Y tienen la seguridad
de que esa es la razón, y no otra, por la que la justicia de España ha denegado repetidamente el acceso a las bolsas contraviniendo con
ello las regulaciones de la Agendia
Mundial AntiDopaje
(AMA).
Por contra, en Italia, a través de un requerimiento judicial, fuera
de los cauces de la administración deportiva, sí lograron una
muestra y descubrieron a Alejandro Valverde, un nombre que aquí no
había trascendido. Eso apoya la tesis de quienes piensan en lo
fraudulento de nuestros éxitos deportivos y en la existencia de una política deportiva en España que favorece y encubre el dopaje.
Y
en esta sensación o creencia que se tiene fuera de nuestras
fronteras sobre la limpieza de nuestro deporte, no ayudan el mejunje
que tienen formado entre CSD, COE, Federaciones, medios de información e intervenciones de tipo políticas y mediáticas de
fuerzas de seguridad y justicia ordinaria.
Se
hace evidente que durante todos estos años y sobretodo desde el
estallido de las mediáticas Operaciones
anti dopaje,
como la Operación
Puerto
y la posterior Operación Galgo,
las autoridades gubernamentales y deportivas españolas no han
sabido, por ineptitud o por interés, cerrar de una vez por todas y
de forma clara la intromisión del dopaje en las practicas de los
deportistas y entrenadores, con un compromiso
inequívoco de lucha contra el dopaje como cuestión nacional.
La
supervivencia de un personaje como Eufemiano
Fuentes
cuando quedo demostrada su participación en la Operación
Puerto,
vista hasta su aparición en la Operación
Galgo,
donde además se añadía el tráfico de sustancias, es decir la
existencia de un negocio, con oferta y demanda de sustancias dopantes
demuestra que no se han hecho las cosas nada bien en esta materia.
Durante todos esos años Fuentes siguió trabajando como si tal cosa,
con el único parón de acudir a un juzgado los lunes de cada semana.
Siguió asesorando a deportistas individuales, clubes deportivos y
federaciones como si nada hubiera pasado y como si su nombre no
hiciera correr ríos de tinta fuera de nuestras fronteras. Y lo peor
de todo es que las salpicaduras y el hedor llega hasta hoy, y hasta
los éxitos de hoy, pero pueden llegar también a los de mañana, de
deportistas que ahora en su proceso de formación y madurez se han
visto inmersos, o se han introducido, en estas tramas.
Desde
luego el deporte profesional, con todo el dinero que mueve,
especialmente el fútbol masculino, es
un negocio y a la vez una herramienta poderosa de manipulación de
las gentes
y explotación de los seres humanos con lo que abre la puerta por ese
interés, a la entrada del dopaje, como fin para maximizar el
espectáculo y mantener a la población absorta frente a la
televisión. Poco importan aquí las graves consecuencias médicas
que el dopaje deja en quienes recurren a estas sustancias para
maximizar su rendimiento. Tampoco se tiene en cuenta la ética que se
derrumba con estos comportamientos en la práctica deportiva.
Y
no estamos hablando, únicamente, de mafias que favorecen el dopaje
en gimnasios de barrio y entre deportistas amateurs, sino que
denuncio
la dejadez del gobierno
(ojo, que no distingo colores, ya que esto se percibe como una
práctica extendida en el tiempo, y como una
política nacional de encubrimiento para favorecer resultados
deportivos celebrados con exuberante vehemencia patriótica)
para atajar el problema y castigar y repudiar a sus causantes, ya
fueran deportistas, médicos o directivos y federativos de cualquier
deporte. Que estructuras opacas y endogámicas como el COE y algunas
federaciones (atletismo, ciclismo, tenis, fútbol, baloncesto,...) se
han visto beneficiadas por una forma de legislar concreta y una forma
de aplicar la justicia parece evidente. No es lo mismo que sea un
organismo deportivo y unos laboratorios quienes cojan al culpable, le
pidan explicaciones y se llegue a la verdad, a que miembros de la
guardia civil, a través de la declaración de un topo, irrumpan en
el domicilio de un deportista o de un médico deportivo. Lo primero
si es compromiso por un deporte limpio. Lo segundo, parece más
maquillaje que otra cosa, y eso se contrasta cuando empiezan a
hacerse oídos sordos ante las peticiones de las Agencias anti dopaje
internacionales.
Por
todo esto, todos los aficionados al deporte, y más quienes estamos
preocupados con los valores que se sacan de éste, de la
superveniencia de la ética en nuestra educación, y también en la
imagen exterior de nuestro país, reclamamos tolerancia cero con el
dopaje, pero de verdad. Exigimos limpieza. Fuera
el doping del deporte.
Y una política deportiva y educativa que se tome en serio el delito,
y sus consecuencias sanitarias y educativas. Y por supuesto
deportivas, aplicando las resoluciones judiciales necesarias para
castigar a los tramposos y disuadir a quienes puedan caer en la
tentación.
En
definitiva, resaltar
el valor del deporte limpio.
Recuperar su práctica sana y con aporte de valores éticos y
educativos. Y expulsar estos comportamientos que ensucian el nombre
de nuestro deporte, y de quienes consiguen éxitos o simplemente
compiten sin recurrir al dopaje, y que además, quiero creer, suponen
una mayoría.
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