viernes, 19 de febrero de 2010

¿Y ahora qué?

Me consumo en tiempos que no quiero vivir. No puedo continuar así... Sólo quiero llevar a cabo mi sueños, mis anhelos. Odio ser el chico desgraciado alejado de la persona de que se enamoró allá en los veranos, allá en el sur... No aguanto ni un minuto más viviendo esta desidia esta desazón. Hecho en falta tu amor y no sólo en dosis programadas cada quince días. Lo necesito de continúo, alimento y sustento, compromiso de felicidad eterna. Evitar los muros y construir escaleras que superen los ya fabricados y los que surgen de la nada.

Quiero recuperar el tiempo perdido, volver a coger las riendas de mi destino y juntarlo con el tuyo, porque es lo que más deseo. No me apetece sobrevivir en el recuerdo o en la lejanía. Quiero vivir el desasoseigo de esos cinco minutos que te retrasas de lo habitual en nuestras rutinas. No me apetece ver morir días en los que no te haya abrazado; esta desdicha me mata a cada momento, cuando recuerdo, pienso y sueño.

Las noches son eternas vísperas a la angustia. Relojes deshechos en tu ausencia en el pasar de tiempos agotadores sin la compañía del deseo. Ya no me queda paciencia y dudo tener huecos para más heridas. Ojos que miran pero no ven. El sentimiento se desgarra, se hace jirones... Sólo tengo ganas de volver a fundirnos, de no perdernos jamás y unirnos en único corazón. Sé que tenemos amor, porque sé que nos sobran las palabras y nos sobrarán en el destello que se provoca con nuestra presencia. Ganas de explotar y arrasar con todo para alcanzar el deseo hecho destino, recobrar lo bello vivido. No puedo ahora ya más que agotar las últimas lágrimas por tu ausencia ante el sueño de que los buenos tiempos vuelvan, y los mejores por fin lleguen.

Convencido de mis sentimientos el único muro noto como se hace más denso. Mi espacio se hace pequeño a cada momento, y pronto las vigas no soportarán el peso de otra noche más sin ti. Lejos de ti no puedo vivir, sin ti sólo me queda morir. El silencio lo impregna todo, incluso mi rabia y mi miedo. No me queda más que el orgullo de lo hecho, porque ha sido alimentado por mi corazón, y él aunque temerario tiene la virtud de no equivocarse. Este laberinto para dos no puede ser eterno, por algún sitio he de hallar la salida de encontrar la entrada a tu vida y compartir los buenos y malos momentos. El anhelo de amarte es más fuerte que cualquier valla que quiera entorpecer mi paso. Sólo quiero dejar de vivir si, ausentes, sin amor, casi sin sueños. El frío ha congelado ya mis estancias y me cuesta respirar. La soledad ha congelado mi sangre y será así hasta que recupere el embrujo nuevamente.

No quiero cansarme, no quiero dejar de sentir. Tengo ganas de luchar, no eternas, y no sé ya sin con cercana fecha de caducidad. Aspiró a hacerte feliz, es el deseo que siempre albergue y que hoy es más fuerte que ayer... No quiero esconderme en un adiós porque te siento tan cerca viva en el recuerdo, en el sueño y en tus sentimientos que lo único que conservo son las ganas de luchar por ti. Te quiero.

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