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viernes, 13 de septiembre de 2019

Un juego de trileros



Me encuentro sorprendido y a la vez apesadumbrado por todo lo que ha acontecido estos últimos meses. Tras la confrontación electoral total de abril y mayo yo, al igual que muchas y muchos, dábamos por hecho un gobierno socialista, con o sin participación directa de Unidas Podemos, pero bajo un programa con unas cuantas y necesarias medidas de izquierdas. Sin embargo, hemos asistido estupefactos a un juego de trileros que a servidor, ya en julio con la primera ronda de contactos y sesión de investidura, le quedo claro se abocaba a unas nuevas elecciones generales.
La victoria en las generales de abril daba a Pedro Sánchez el mandato para formar gobierno. Todo parecía diáfano y claro. El pueblo había hablado, y una vez más, expresado la necesidad imperiosa de llegar a acuerdos y pactos. De hacer política para solventar desde lo más urgente a lo más en perspectiva. Y de lo pequeño a lo grande. Y una vez más los políticos españoles han fallado a su pueblo.
  • Primero porque ante un sistema de representación política totalmente sobrepasado y desactualizado no han sabido nunca -o no han querido- darle puestas a punto y convertirlos en maquinarias engrasadas que muestren (y faciliten) la expresión popular basada en las urnas. Que de eso se trata una democracia.
  • Y segundo porque vuelven a ser víctimas del cortoplacismo y sobretodo de un afán por la supervivencia política, de mantener y ampliar los privilegios de la casta, muy por encima de las necesidades de una sociedad que no está para prórrogas, repeticiones electorales y tanto eslogan manido.
Quizás el varapalo que toda la izquierda real se llevo en las elecciones de mayo envalentonaron a Pedro Sánchez, a su equipo y a la oligarquía que lleva explotando España 80 años. Aquel domingo España volvía a la casilla de salida. Al 14 de mayo de 2011. Viendo como se conformaban ayuntamientos, comunidades autónomas y parlamento europeo parecía que el bipartidismo aguantaba el tirón, con un PP encabezando el espectro de la derecha y sometiendo a sus marcas blancas liberal y fascista; y con un PSOE dominando el centro-izquierda, con una izquierda sometida y humillada yendo irremediablemente a la irrelevancia.
Pedro Sánchez era el encargado de formar gobierno y para hacerlo necesitaba apoyos. Y en casi 5 meses sólo ha recabado uno: el del diputado de Revilla. En una situación normal, Pedro Sánchez sería el gran fracasado y debería irse a su casa dando paso a un nuevo o nueva líder del PSOE. Pero España y su alta política es cualquier cosa menos normal y aquí estamos padeciendo la estrategia de la humillación constante a la izquierda, a los millones que votamos esa opción (incluso en sus distintas vertientes ideológicas) y también a los que el 15M gritábamos que No nos representan.
Se hace evidente que más allá de fibias y fobias la coalición electoral era la mejor forma de gobierno para dotar al país de estabilidad y poder avanzar en medidas tanto políticas, económicas y sociales necesarias para mejorar la vida de la gente.
Pero Sánchez se ha negado en redondo y ha sido el protagonista de una obra teatral llena de golpes de efecto y titulares de última hora que han sido una constante campaña electoral continua, porque siempre, desde el primer momento, ha tenido claro que el 10 de noviembre, España votaba de nuevo. Y el público, el electorado, ha ido abandonando asqueado el teatro hacia otros menesteres más agradables
El tiempo se acaba y mientras nuestros políticos se enzarzan en discusiones vanas los problemas sociales y disfunciones democráticas de éste estado se agravan.
Hablo de toda la miseria generada durante los lamentables mandatos de Rajoy (corrupción, justicia de partido, destrozo de la convivencia, destrozo del patrimonio público, sobrecostes en inversiones, privatización de la sanidad, privatización de la educación, prebendas a la iglesia, sistema de pensiones, freno a las ayudas de dependencia, reformas laborales -también la de Zapatero- que han abonado el terreno a la precariedad y el paro, estafa con las eléctricas, destrozo de las renovables, subidas del IVA, bajadas de impuestos a ricos y grandes empresas, fracaso en los Objetivos del Milenio, pucherazo electoral y voto robado...). Multitud de decretos ley que hay que revertir. Hablo de paliar todas las tropelías y estafas que la crisis inacabable está dejando, cuya solución ultra liberal amplia y que fortalece un capitalismo de amiguetes insoportable. Hablo de un clima y un medio natural que se degrada a pasos agigantados y entrando ya en el terreno de lo irrecuperable. Hablo de millones de mujeres que viven su vida lejos de la plena libertad y dignidad individual y colectiva. Hablo de una España vaciada cuya situación es desesperada. Hablo de un sistema de convivencia que se va al garete mientras los balcones se llenan de banderas y a la espera de una condena al procès que puede derribar todos los puentes. Hablo de una democracia que es una dictadura oligarca de tapadillo, con cientos de miles de represaliados sin reconocer y llena de prebendas para los que se beneficiaron del fascismo. Hablo de tantas y tantas cosas que podía seguir escribiendo durante todo el día y no haría más que caer y que cayéramos todos en la desesperación y en el hartazgo.
Pero todo esto no le importa a Pedro Sánchez y a un PSOE envalentonado que ha olvidado aquel “con Rivera no” de la noche del 28 de abril. El desprecio a Podemos, sus confluencias, a su líder y a sus votantes ha sido constante.
Como clase trabajadora y movimiento político de izquierdas tenemos que aprender esta lección: Si logramos el avance y el progreso para éste país no será con el PSOE. Ni con su dirección de oligarcas baronías ni tampoco con sus bases electorales. La revolución vendrá pese al PSOE.
En éste blog he hablado muchas veces de la necesidad de que Podemos, Izquierda Unida, Equo o cualquiera que quiera hacer la revolución que España necesita, de contar, de convencer, a unas bases socialistas. Tanto ante las urnas, como en las calles. Pero desgraciadamente, me estoy dando cuenta que buena parte de esas bases son forofos de partido, sin capacidad de crítica y lo que es más doloroso, sin intención de exigir unos valores democráticos, republicanos, socialistas en lo económico y antifascistas lo suficientemente fuertes como para mantener a su partido en un centro izquierda tibio, desde el que poder construir.
Aupado por un sistema de privilegios basado en la dictadura y la idealizada transición, que se defiende como gato panza arriba. Fortalecido por unas encuestas que más allá de la desafección política no castigan su desidia y constantes atropellos. Y siguiendo una ruta marcada por su equipo encabezado por Iván Redondo y totalmente a favor de estado de las cosas, Pedro Sánchez nos lleva sin remisión a volver a votar el próximo 10 de noviembre.
Habrá repetición electoral no por un mero formalismo lingüístico o administrativo, sino porque probablemente se repetirá el resultado de bloques (aunque con mayor abstención, eso seguro). Serán nuevas elecciones, las de la XIV legislatura, y en ellas deberíamos de votar en consecuencia y hacer pagar a quienes no han podido y no han querido llegar a acuerdos respetando la soberanía popular que se expresó el pasado 28 de abril. Los que nos han fallado ya no deberían volver a presentarse (Sánchez, Iglesias y Rivera van a por sus cuartas elecciones generales) incapaces por inutilidad o por intereses y ambiciones personales de llegar a acuerdos para dotar de estabilidad al país. Y nosotros como electorado tendríamos que actuar en consecuencia. Desgraciadamente, las experiencias previas nos tienen ya prevenidos.
No sé que pasará ese día. Aunque no me creo las encuestas dudo que haya mayores cambios que dos o tres diputados arriba o abajo por fuerza, con lo que se mantendría la política de bloques y de bloqueos que estamos sufriendo. Parece que Sánchez quiera jugar con la baza de que un nuevo tercer partido “en la izquierda”, el de Errejón podía bajar aún más los resultados de Unidas Podemos, como ya pasó en Madrid, pero lo más probable es que quedará un bloque igual de repartido que el de la derecha y extrema derecha. De lo único que estoy seguro es de que estamos viviendo un tiempo de inestabilidad insultante para la soberanía popular. Y que estamos perdiendo una oportunidad para poder cambiar y recobrar y dar dignidad a las gentes que en nuestro día a día no tenemos prórrogas, ni repeticiones, ni segundas oportunidades.
Y lo que me parece más grave: Nadie habla, ni lamenta, la profunda brecha que en la confianza de la ciudadanía en la política se está abriendo. Hoy la política aburre, genera crispación, se ve con desidia y ya desinterés, una casta política a extirpar (quizás no falte razón), un juego de intereses personales por encima de lo público, de lo de todos. En definitiva, un problema. Y cuando una cosa se percibe como un problema el impulso inmediato de los humanos para solucionarlo es la extirpación y la erradicación, lo que puede abrir la puerta al fascismo otra vez.


miércoles, 3 de julio de 2019

El Gatopardo. Versión española.



Más de un mes ha pasado desde las Elecciones Municipales, Autonómicas y Europeas del 26 de mayo. Un mes pensando. Madurando. Reflexionando. Un mes poniendo en orden multitud de datos, sucesos y opiniones. Más de 30 días aprovechando los ratos de esperas y paseos para tratar de entender desde lo puntual y concreto hacia a lo genérico y de conjunto y viceversa. Y no es fácil sacar conclusiones que se puedan convertir en axiomas. En una hipótesis ni siquiera refrendable sobre las inercias que se mueven en la política nacional y más allá en circunscripciones más grandes o más pequeñas. Componer un análisis crítico y auto-crítico, desde la responsabilidad personal hasta la conjunta de un partido o movimiento resulta un ejercicio titánico que aún así, a de quedar perenne para no sufrir bajo los vaivenes de la ultimísima hora y marcar una tendencia en la acción que dé respuesta a los múltiples escenarios en los que nos encontramos.
La doble cita electoral compuesta por la del domingo 26 de mayo y la anterior del 28 de abril en forma de Elecciones Generales tanto por su planteamiento, como sobretodo su resultado han supuesto el fin a la convulsión que la vida política española ha vivido estos últimos años. Cuidado, no quiere decir esto que la emergencia social que había provocado tal situación se haya terminado y mucho menos solucionado. No. Todo lo contrario.
Hace 8 años la indignación y la desesperación llevaron a cientos de miles de personas, en su mayoría jóvenes con estudios y altas pretensiones vitales, hijos e hijas de la clase trabajadora y en entornos eminentemente urbanos, a tomar las calles y las plazas. Y a dialogar. A discutir. A plantear y denunciar problemas y poner sobre la mesa soluciones que venían de un ejercicio de empoderamiento admirable, necesario y revolucionario.
Desde entonces han pasado multitud de cosas. Se han laminado los cimientos de una frágil democracia que viste el desnudo, rancio y putrefacto sistema dictatorial español. Privilegios de realeza, iglesia, jueces, militares, nobles y grandes empresarios se han puesto en solfa al mismo tiempo que se hacía una crítica general a un sistema capitalista que se desmorona y que se muestra -evidentemente- incapaz de mejorar el bienestar de todas y todos.
Problemas como el cambio climático, los movimientos migratorios, el fin cada vez más cercano de los combustibles fósiles que han alimentado un sistema global y una crisis del capitalismo a escala planetaria, sobretodo en su vertiente más extrema la financiera y desregulada, no sólo NO se han resuelto sino que se agravan como parte de la patada adelante del sistema capitalista occidental.
El cambio del paradigma de un mundo uni-polar, regido por Estados Unidos a través del FMI y la OTAN vira en estos momentos a un nuevo escenario en que nuevos actores como China (y el resto de países emergentes) o viejos como Rusia parecen llevarnos a un mundo multi-polar de impredecibles consecuencias. En medio está una Unión Europea débil y acomplejada como Unión de los capitales y subsidiaria de Estados Unidos y que se ha resquebrajado en una línea argumental paralela tras el Brexit.
Hoy, con todo lo sucedido -y votado- la fractura social sigue abriéndose. Cada vez hay más desamparados, más desahuciados, más precarios, más parados. Cada vez somos más pobres en números absolutos y relativos. Cada vez nuestro entorno se deteriora con mayor velocidad. Cada vez más energúmenos e ignorantes convierten la libertad en libertinaje, degradando la cultura y el planeta. Las mujeres lejos de alcanzar la igualdad continúan sumidas bajo el yugo de un machismo capitalista y militante que las considera inferiores, propiedad y elementos de estatus de los hombres. El mundo vive una desesperada inmigración Sur-Norte; y en España el verdadero drama territorial es una España vaciada que no encuentra solución y provoca numerosos problemas más. Se ha reforzado en toda Europa una peligrosísima derecha clasista y fascista que amenaza con dinamitar los acuerdos y tenues convivencias que nos habíamos dado desde finales de los años 40.
Aquel 16 de mayo parecía que empezábamos una “Segunda Transición”. Tomando las plazas y más adelante discursos, de reconocimiento de problemas y planteamiento de soluciones daba la sensación de que el pueblo iba a asaltar el “Palacio de Invierno” y una revolución política, social y económica iba a construir un país (un mundo) mejor.
Sin embargo, el sistema se ha defendido como gato panza arriba, lanzando zarpazos, hiriendo a su propio pueblo, sabedor de que no podía perder el control del poder. Las estrategias no han sido nuevas sino que ya estaban probadas. Ya las utilizo antes en el Crack del 29 y tras la Crisis del petróleo de 1973 y la Guerra del Yom kipur.
Lo primero siempre es decir “No se puede”. Recordar que se decía, que se escribía sobre los Indignados. Como el poder se guardaba la carta de la legitimidad democrática para presentarse como garantes de las instituciones y una voluntad popular mayoritaria que la mayoría de las veces era estafada y olvidada.
Y cuando un voto numeroso se articulo en un nuevo partido, siguiendo ese mantra que desde las calles no se podía hacer política, lanzaron toda su maquinaría propagandística para tergiversar, mentir y acoplar un mensaje de que “vais a estropear todo”.
La segunda estrategia usada para mantener el poder ha sido la amenaza y donde han necesitado la creación de la gran coalición liberal-socialdemócrata para frenar la entrada en gobiernos de partidos de izquierdas.
La tercera estrategia ya asume mucho mayor riesgo para el pueblo, porque es la de utilizar a botarates del propio sistema para enfrentarlos bajo un populismo nacionalista contra las ideas que surgen desde la izquierda. Es lo que es Vox y es lo que fue el nazismo alemán o el ruido de sables de la Transacción española. La reacción siempre es tele dirigida desde despachos.
Y por último, si todo lo de antes no funciona siempre queda el recurso de la violencia, en potestad del poder y de ejercerla sobre cuantos revolucionarios sea necesarios. Ha pasado siempre y me temo que volverá a suceder.


Dicho todo esto y antes de entrar en un análisis electoral más sesudo, me aparecen en la cabeza muchas preguntas: ¿puede la izquierda y con ella las masas populares sobre las que caen el peso de las ganancias de la oligarquía, ganar bajo las reglas creadas por esa propia oligarquía? ¿Existe un relato orquestado, medido y probado para que nos conformemos con los resultados de una elección o una votación? ¿cómo podemos, tanto a nivel individual, de partido y de estrato social, resolver la paradoja de la representación de nuestros propios representantes? ¿cuándo un representante elegido por el pueblo se convierte en “casta”? ¿cuándo se produce la traición ideológica? ¿Cuánto tiempo podemos soportar como masa que sus ganancias cada vez más exageradas recaigan en nuestras pérdidas cada vez más draconianas?


Lampedussa es un señor de Murcia
  1. El PSOE fue el gran triunfador de las elecciones. Tanto en su doble ciclo 28 de abril-26 de mayo, como en la triple confrontación de municipales, autonómicas y europeas. En estas últimas como eje a considerar por su carácter de circunscripción única representando una amplia mayoría.
    Debería (y debe) formar gobierno central. En las regiones y ayuntamientos importantes ha ampliado su mayoría (Castilla la Mancha, Extremadura..., Vigo, Valladolid,…) y parece con todo que ha pasado su momento más bajo y recupera una posición centrista y predominante en el discurso
    mediático e ideológico en el país.
  2. El PP gracias fundamentalmente a su potente implantación en todo el territorio español aguanta el tirón. Beneficiado por las candidaturas municipales que se han presentado en todos los ayuntamientos y que tiraron a los candidatos de autonomías y europeas, Casado consiguió parar el adelanto por parte de Cs. Y además se ha visto beneficiado por la táctica miope y ultra conservadora de Rivera que les ha mantenido en gobiernos de regiones y municipios (Castilla y León, ... Madrid, Salamanca,…).
    El PP parece seguir desgastándose, mitad por la continúa sangría de corrupción y nepotismo, mitad por la pérdida efectiva del discurso de la derecha tanto en su posición liberal, como de extrema derecha. En principio, no parecen muy capacitados los nuevos líderes y
    lideresas de tal formación para aguantar el tirón. Y más ahora, que con todo, los ingresos vía representación institucional van a menguar considerablemente y muchos estómagos agradecidos o desagradecidos pueden reclamar su parte.
  3. En la doble cita electoral, Ciudadanos, ha salido reforzado. El problema viene en que tras acortar la distancia con el PP la estrategia de alianzas con la extrema derecha de Vox para mantener en el poder a ese mismo PP, va a hacer muy difícil, cuando no improbable, el adelantamiento de la nueva formación de derechas. Valls desde Barcelona y como outsider venido de Francia ya les ha dado una lección que tardarán tiempo en olvidar.
    Ya se oyen voces de la oligarquía que a través de los medios del capital vuelven a llamar a la gran coalición liberal-socialdemócrata, afeando la conducta de un Rivera que no quiere ni ver a Sánchez ni en pintura. Que el IBEX35 y los poderes fácticos del estado confabulen por ese extremo es la prueba determinante de lo perjudicial que sería para el interés general y el de las clases populares.
    Tan perjudicial como la actitud de un partido que tratando de posicionarse como referente de la derecha pacta y blanquea con el fascismo y mantiene en el poder a un PP corrupto y chabacanero.
  4. Nuevo tope mínimo de Unidas Podemos. Parece claro que la estrategia de la confluencia electoral acordada por las direcciones de Podemos e Izquierda Unida no sólo no suma, sino que resta, por lo que se le puede dar como fallida. Baste como ejemplo los resultados de las europeas y su circunscripción única: Se ha pasado del 10,03% de los votos de Izquierda Unida más el 7,98% de Podemos en los anteriores comicios, en 2014, a los 10,05% de Podemos-IU, juntos, ahora.
    Aún con todo, es evidente que hay una izquierda alternativa numerosa en electorado (y también en el espectro ideológico a la izquierda del PSOE hay mucho de que hablar) que hay que considerar y recuperar para una militancia activa en la calle. Y también que la representación obtenida es vital para formar un gobierno progresista que no sólo es necesario sino que además es bien visto por casi tres cuartas partes de la población.
    La caída de Podemos está siendo tan apresurada como fue su auge.
    Sin duda, en los pésimos resultados de Unidas Podemos a vuelto a influenciar muy negativamente lo ocurrido en Madrid.
  5. En alguna ocasión ya he hablado de éste estado centrista, en torno a cuya capital Madrid, se marca todo el eje político y social y el calor abrasador mediático arrastrando al resto de territorios.
    El PP ha recuperado el ayuntamiento de Madrid con la inestimable ayuda de Cs y Vox y parece que mantendrá la Comunidad tras toda la ola imparable de corrupción y despilfarro que sus veinte años de gestión han provocado.
    Madrid como ayuntamiento del cambio siempre ha estado en entredicho para un servidor. Es indudable que es preferible una alcaldía como la de Manuela Carmena a la de cualquiera de la recua de maleantes que antes y ahora ocupan el cargo. Pero no es menos indudable que la manera de trabajar de esta señora y su séquito
    ha dinamitado toda construcción de una izquierda alternativa en al capital y región centro y símbolo del poder español. Las y los electores de los barrios periféricos de Madrid han castigado la nula implicación de la corporación de Carmena en los problemas del día a día de estas zonas ya fueran precariedad, desahucios, casas de apuestas, limpieza viaria, inseguridad… Enfangados en el Madrid cool, el de Distrito Centro y barrios molones como Chueca y Malasaña los votantes que auparon a Carmena en 2015 se quedaron en casa o votaron por otras opciones.
    Desde luego el daño infligido a la izquierda de éste país es profundo y se hace necesario, vital, que todos los implicados construyan desde la humildad y el compromiso con las clases trabajadoras una izquierda fuerte, representativa y con más ganas de trabajar, que de
    hacerse publicidad.
  6. Entre el fiasco de la izquierda hay tres buenas noticias que remarcan que trabajando, informando y educando a los vecinos y vecinas y estando en el conflicto, con responsabilidad, humildad, transparencia y escuchando y proponiendo se pueden hacer grandes cosas.
    En
    Zamora, Paco Guarido e IU casi triplicaron sus votos, aumentando su representación hasta la mayoría absoluta como premio a la magnífica gestión hecha estos 4 años en la ciudad de Viriato y que ha sido reconocida por zamoranos y zamoranas sin atender a cuestiones de partido convirtiéndola a esta si, como verdadero Ayuntamiento del cambio.
    Lo mismo se puede decir de Cádiz, donde
    Kichi y Anticapitalistas mantienen la alcaldía.
    Y en Valencia Compromís con la gestión de Joan Ribó.
    Hay muchos pueblos, en la provincia de Cádiz o en Asturias donde el trabajo, sin ruido mediático ni disputas de poder internas, sino para mejorar la vida de la gente ha sido reconocido y refrendando por las urnas. Es la hora de dejarse de tonterías y ponerse a trabajar.
  7. Sobre Santa Marta de Tormes, por mi pasado ahí, escribiré más adelante.
  8. Parece evidente que el sistema nos quiere llevar de nuevo a un tablero político nacional bipartidista. El sistema electoral, con sus circunscripciones provinciales y el sistema parlamentario bicameral favorecen ese extremo, potenciando el fenómeno del voto útil, pese a que es evidente, que en la calle, en los pueblos y ciudades de éste país hay bastantes posiciones que van mucho más allá de las dos Españas.
Como sociedad tenemos que ser muy cuidadosos de asimilar ciertos discursos que en aras de una supuesta gobernabilidad vengan a proclamar esa gran coalición o las bondades de votar a una de las dos fuerzas mayoritarias con el uso de un partido bisagra como Ciudadanos. Tal extremo no sólo es injusto y antisocial, es que además no representa la situación política y social del país.
Un lampedussa español ha hecho de las suyas y parece que volvemos a la casilla de salida de antes del 15M o el estallido independentista en Catalunya.
El PSOE aquel partido contra el que se revolucionó la juventud y la izquierda en 2011 es de nuevo el partido mayoritario. La derecha, causante de casi todos los males, se mantiene trampeando, desligando los discursos liberal-económico e ideológico-(ultra)conservador. El capitalismo no se discute y ni tampoco los beneficios y posiciones dominantes de quienes se lucraron por la Guerra Civil y la dictadura.


¿Qué va a suceder?
De entrada me parece absolutamente bochornoso y una tomadura de pelo al pueblo la actitud de Pedro Sánchez y el PSOE esperando a no sé qué e incluso amenazando con la repetición de elecciones (repetición que de darse, a parte de profundizar en el hartazgo de la sociedad para con la política y sobretodo los políticos, debería ser con otros candidatos puestos que estos -Sánchez, Rivera e Iglesias- no valen, porque no se ponen de acuerdo). Es evidente que el país no puede esperar a formar gobierno. Por si no lo recuerdan en pleno julio de 2019 éste país funciona bajo los presupuestos de 2017, los presupuestos que Rajoy y Cs pactaron, y que el gallego asumió al año siguiente cuando no le dió la gana pasar por el Parlamento.
Esto me lleva a una cuestión subalterna que es reflexionar sobre cuál es la utilidad e importancia del sistema de representación política en forma de partidos, toda vez que el país, parece funcionar y como una maquinaria bastante bien engrasada, con el piloto automático de personas y funcionarios.
Pero volviendo al quid de la cuestión, viendo los resultados de ambas contiendas la fortaleza del PSOE es amplía, pero no lo suficiente como para enrocarse en las negociaciones. Hace mucho que ya conocemos al PSOE. A su cúpula de baronías retrógradas, aburguesadas y notoriamente pro-sistema. Pero aquí y ahora necesita a Unidas Podemos. Necesita a Pablo Iglesias, que además es la persona del panorama político nacional, que mejor puede mediar en Catalunya (y Euskadi). Y el PSOE tendrá que aceptar y tragar con ciertas medidas sociales de izquierdas que Podemos, IU y Equo puedan sacarles, así como también con una, dos o tres personas de estos partidos en el Gabinete.
Amenazar con la repetición de elecciones (por muy bien que les dibujen las encuestas), buscar el pacto nuevamente con Cs o asumir unas líneas rojas de manera pública y notoria para entorpecer las negociaciones son tres escenarios que el PSOE -partido que personalmente me importa una mierda y del que no me fío, como tampoco de su líder- no se puede permitir. Es que el país, y la gente que vivimos en él, no nos lo podemos permitir.
Hasta el momento, he aplaudido la audacia de Pedro Sánchez, un prohombre del sistema, hoy y siempre, pero que con humildad, reconociendo errores pasados y acercándose a las bases del PSOE había recuperado parte de la ilusión para hacer de éste país un lugar mejor donde vivir. Pero ahora naufragando en su propio tacticismo, Pedro Sánchez está en camino de cometer una de las mayores traiciones a la cultura democrática de su propio partido, a sus propias palabras y a la urgencia social que necesita el país.
Esperemos que reaccione y recapacite y se pueda construir una mayoría estable, de izquierdas y que comience a hacer efectivas políticas que devuelvan por fin dignidad a las gentes de éste país. Si no es así, veremos cuanto tarda en estallar esta restauración del sistema.


martes, 30 de abril de 2019

10 valoraciones a las Elecciones Generales del 28 de abril



Análisis y predicciones de lo que puede suceder tras las elecciones generales del pasado domingo, 28 de abril.
  1. Pedro Sánchez Presidente. En octubre de 2016 Pedro Sánchez era defenestrado por la dirección federal del PSOE tras ir cosechando sus peores resultados en la historia. Hoy es presidente electo del gobierno, después de una moción de censura exitosa y con la mayor victoria de la historia del PSOE en número de diputados con respecto a su principal perseguidor.
  2. Lo hace tras la masiva movilización de la izquierda y de las mujeres, particularmente, tras la triple alianza de Andalucía, encabezada por una ultra derecha, machista y criminal que amenaza con detonar la limitada democracia que tenemos.
La participación ha sido la más alta desde 1982. Ha sido la participación de una sociedad no tan radicalizada como se podía augurar, sino más bien centrada, y sobretodo interesada, en que se solucionen los graves problemas económicos y sociales que tenemos y las profundas carencias y disfunciones de nuestra democracia.
  1. El voto útil es el principal fenómeno en las elecciones generales españolas, y en estas no ha sido una excepción. El PSOE se ha aprovechado de él, para aunar todo el voto opuesto a estas derechas nauseabundas, jugando con la Ley Electoral. Y además se ha beneficiado de la pérdida de representación de esa derecha fragmentada en tres bloques, de casi similar poder.
10.800.000 votos para PP, Cs y Vox. Los mismos 11 millones que en las últimas 4 elecciones han votado derecha en nuestro país. Y prácticamente la misma representación en el Congreso: 147 diputados. Enfrente, 10.300.000 votos progresistas que han sumado más porque no se han dispersado tanto, y porque gracias a la campaña y los debates televisados Sánchez e Iglesias, se posicionaron como dos líderes centrados, respetuosos y con propuestas para solucionar problemas, frente a un Casado y Rivera, enzarzados entre ellos, maleducados, crispados y sin alternativas, asustados por el fantasma de un franquismo caínita, que sólo trae populismo y barbarie.
Siguen vigentes las dos Españas, y Pedro Sánchez ha de cuidarse de cumplir las expectativas de un electorado que le ha dado su confianza, y que de desmovilizarse daría el gobierno a una derecha que ya conocemos como corrupta, fascista y antisocial.
  1. El gran derrotado es el PP y vamos a ver si no lo es definitivamente. La pérdida de representación es tan colosal que atenta al sustento financiero de esta organización. Pablo Casado ha sido incapaz de articular en su persona el apoyo que tradicionalmente ha tenido el PP. Picó en el anzuelo de la extrema derecha y derivo su discurso hacia ella, perdiendo así el apoyo de los sectores más centristas y liberales de su partido que han ido a parar a Ciudadanos. Y sin embargo, tampoco pudo conservar el voto ultra que viendo aparecer una fuerza sin maquillajes que les podía representar se han sumado a ella.
  2. Albert Rivera ha salvado con creces la bola de partido que tenía en el tejado y ya saliva viéndose como líder de la oposición y líder del centro derecha en España. Con un partido artificial, inmerso en no pocas polémicas internas, tiene mano para aprovechar la situación. Frente a la voz de sus amos, que rezan por una unión PSOE+Cs, Rivera debería mantenerse, por una vez, fiel a su palabra de no pactar nunca más con Sánchez, y así conservar por un lado los electores que ha arrancado al PP y presentarse como la opción más moderada y central del tablero político nacional.
  3. Me niego a decir que la ultra derecha entra por primera vez en el Parlamento. Los herederos del franquismo han tenido un acomodo preferente todos estos años en el PP y ahora lo que tenemos es una nueva fuerza que se presenta para recabar el voto ultra, toda vez que parece amortizado lo que ha sido el PP.
Para cualquier democracia es una tragedia que un sólo representante del fascismo se aupé a un escaño. Contra más, con 24. Su programa está claro: populismo barato para seguir viviendo del dinero público sin dar un palo al agua. Atizar los odios entre españoles por razones de nacimiento, ideología, sexualidad o religión y anquilosar el país al reducto ultra conservador son los mantras de Vox y frente a ellos no puede haber más que una respuesta antifascista y democrática clara.
  1. Hablar de Unidas Podemos es hablar de una derrota. Pablo Iglesias volvía de su baja de paternidad para encabezar una campaña que ha sido buena, ya que ha salvado los muebles, hundiéndose menos de lo pronosticado por las encuestas, pero aún así se han perdido un tercio de los diputados y, todos los senadores.
Los votos se habían perdido antes, unos huían por lo contaminado de las cloacas del estado, y otros, lo hacían cansados de la eterna fragmentación de la izquierda y de ver como lejos de consagrase como un espacio de respuesta inclusiva al fascismo y el neoliberalismo, primaban los intereses y filias y fobias personales, por encima de las necesidades del país.
Se espera -una vez más- una auto crítica clara, sincera y que proponga soluciones. Por lo pronto no estaría de más un último (y desesperado) llamamiento a la unión de todas las fuerzas progresistas ante las elecciones del próximo 26 de mayo. Después, esa auto critica, una mayor concienciación en la conveniencia de un partido de izquierdas de amplio espectro capaz de acoger a contra más mejor, con el fin de proteger a la clase trabajadora de tanto fascismo y tanto liberalismo. Y más tarde, una regeneración completa del proyecto, para evitar convertirse en una IU 2.0. condenada al ostracismo, y sobretodo para recuperar los ideales de su emergencia, volviendo a la horizontalidad en las decisiones. Pablo Iglesias sabe que tiene que irse pero querrá colocar a Irene Montero como cabeza de partido y así mantener su influencia. Sería un error, que derrumbaría la ya derruida credibilidad del partido. Podemos necesita salir de la endogamia impuesta por el Círculo de la Complutense y concentrar un discurso de defensa de la clase trabajadora y de verdadera izquierda.
Izquierda Unida esta en esa misma encrucijada, y aunque parezca lo contrario tras estas elecciones, a la izquierda del PSOE sigue habiendo un espacio ideológico inmenso que tiene que ser el de Podemos e IU.
En cuanto a las confluencias, todas, una vez desligadas del proyecto Unidas Podemos, han perdido su representación y tanto en Galicia, Catalunya, como Valencia se han perdido escaños que tras la aplicación del sistema d’Hont han acabado en otras fuerzas.
  1. En Euskadi, la suma de las tres derechas nacionales no ha conseguido ni un escaño. Supongo que tirarse años insultando a vascos y catalanes, e incluso mandar a la policía a aporrearles, habrá tenido algo que ver.
PNV amplía su representación, al igual que Bildú lo que les da el título de necesarios en el nuevo Congreso. Podrán negociar directamente con Sánchez.
En Catalunya, frente a la táctica de confrontación de Puigdemont y Torrá se ha impuesto el pragmatismo de Junqueras y Rufián. Así Esquerra ha conseguido sus mejores resultados y llama a la puerta de la Generalitat que no puede seguir bloqueada por el tacticismo de la burguesía liberal catalana.
  1. La hecatombe del PP ha sido tan colosal que han perdido la mayoría, y con ella su capacidad de boicot, en el Senado. Desde 1996 el PP ha regido la cámara alta, usándola a su antojo para desgastar rivales. Ahora el PSOE tiene la oportunidad y la responsabilidad de darle sentido, aplicando una política que venga a solucionar los muchísimos problemas que tiene la organización territorial del país, empezando por el drama de la España vaciada. Aún con esta mayoría, el Senado, debe desaparecer en una nueva Constitución.
  2. PACMA ha subido su resultado, pero sigue sin acceder a un diputado. Más de 300.000 votos sin representación, que en principio, deberían darle un eurodiputado en las próximas Europeas. Con la ultra derecha haciendo campaña con los toros, las fiestas y la caza, tienen que hacer frente con el resto de fuerzas democráticas y antifascistas, pero asumiendo y aprendiendo más del ecologismo que del animalismo.
¿Qué va a pasar?
En principio, estamos ante una legislatura “normal” en cuanto a su duración. Va a ver, salvo hecatombe, cuatro años de Pedro Sánchez en la Moncloa. Incluso, y hasta por primera vez, tras unas elecciones generales, el IBEX35 subía. Ahora bien, necesitará apoyos.
Cruzando el ecuador de éste masivo ciclo electoral, ni Sánchez ni el PSOE van a forzar posibles pactos que pueden desgastar a los barones territoriales y ciertas candidaturas en alcaldías.
Su principal socio, para investidura y presupuestos, será Podemos, que a parte de mantener en la izquierda las políticas sociales y económicas del Gobierno a de articular un proceso interno, que primero reconduzca a las múltiples corrientes, territoriales e ideológicas, a un proyecto común, para después abrirse a una nueva dirección elegida entre todos.
PNV y Bildú aparecen como socios preferentes que no le pedirán un referéndum de autodeterminación a cambio, pero si mayores competencias y dinero para Euskadi.
Pero cuidado. A Sánchez el otro día le gritaban “Con Rivera no”, igual que hace 15 años a Zapatero le gritaban “No nos falles”. Pues bien, sin fiarme mucho de la dirección del PSOE, Pedro Sánchez tiene una oportunidad histórica para reconstruir una España que necesita amplias reformas políticas y sociales que den estabilidad y mejoren la dignidad de las gentes. Reformar, cuando no una nueva, Constitución, es inaplazable. La España plural lo necesita. La España vacía, lo implora. Feminismo, justicia social, memoria y cambio climático son los cuatro ejes sobre los que debe articular su acción de gobierno, gobernando para todos, no sólo para los poderosos.
En cuanto a la oposición de la derecha a priori, estamos ante un tiempo nuevo, en el que el derrumbe del PP parece evidente, desligándose en dos partidos: Una centro derecha liberal en Ciudadanos; Y una extrema derecha franquista, en Vox.
El 26 de mayo más, con las elecciones municipales, autonómicas y europeas, tan sólo 4 días después, en principio, de la sesión de investidura.


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