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lunes, 19 de mayo de 2025

Eurovision y el blanqueamiento de un genocidio


Clasificaciones finales Eurovisión 2025.

 

Parece inevitable llegado el mes de mayo no dedicarle un rato a juntar unas palabras sobre Eurovisión. Es curioso como sin considerarme, ni mucho menos, un Euro-fan o sin estar siguiendo, ni siquiera por accidente, los acontecimientos que jalonan este evento, al final consigue colarse entre los puntos de interés que humildemente uno tiene que gestionar. Y siempre lo suele hacer gracias a la principal virtud que para mi tiene el Festival de Eurovisión: La capacidad para mostrar las profundas incoherencias e hipocresías del sistema. La posibilidad de desnudar, a través de una expresión cultural, los disfraces que tapan los oscuros intereses de agentes nocivos para la sociedad, la dignidad y la paz. Parece que no, pero hace ¡¡¡17 añazos ya!!! con el Chikilicuatre, España ya se rió de todo ello.

Si siempre hay ruido y es ensordecedor, en cuanto a la elección de los candidatos y representantes de Radio Televisión Española, hay otras veces en los que la polémica salta para tratar temas más importantes como el feminismo, el estatus de los colectivos oprimidos (LGTBI, raciales o incluso de clase), y sobretodo últimamente, por el agravio cometido al permitir la participación y blanqueamiento de Israel, inmersa en una Guerra de ocupación y exterminio de la población palestina, frente al veto impuesto a Rusia por su guerra y ocupación de los territorios rusófilos deUcrania. Por cierto, aprovecho decir que a Ucrania jamás le han vetado su participación en este festival o en otros eventos culturales o deportivos, pese a su política de acoso y laminación de derechos humanos contra sus ciudadanos de izquierdas o de habla rusa en el territorio del Maiden. Como tampoco la de Hungría o Polonia por lanzar políticas extremistas de negación de derechos a los ciudadanos por su condición sexual. Que ya nos conocemos.

En esta ocasión, ha sido en la propia semana de celebración, con galas de semifinales y final, donde la polémica ha saltado.

La labor del contubernio eurovisivo para justificar y blanquear la presencia de Israel y su política de ocupación y genocidio sobre Palestina ha sido exacerbada, tratando de imponerse sobre las legítimas posiciones de gran parte del público, de muchos de los artistas y delegaciones participantes, y de varios de los propios gobiernos europeos como España, Irlanda o Noruega que ya han dado pasos firmes en el reconocimiento del estado de Palestina.

Sin embargo, la actitud de los propios organizadores, el ente supra-nacional de la Unión de radio-televisiones (públicas no olvidar este matiz) Europeas (UER), amos y señores del tinglado de Eurovisión, ha degenerado en una crítica feroz, y a la vez, en una defensa de la dignidad y de los derechos humanos. Si bien se jactan, y junto a ellos las derechas extremas y las extremas derechas europeas, y también muchos colectivos de eurofanes, de un supuesto carácter apolítico en el festival, esta vez ha quedado claro que no existe tal suposición, y que funciona para justificar lo injustificable, y mantener el negocio y ganar dinero, muy importante, a pesar de las profundas brechas que provoca en la ética y en el acervo moral de las sociedades europeas.

Durante esta semana y en el contexto del festival Israel defendía su posición. Pero no su canción y su derecho, o no, a participar en el certamen. Lo que defendía era su política genocida. Justificaba su ofensiva militar y violenta. Garantizaba su supuesta superioridad moral. Acreditaba la ocupación ilegal de territorios saltándose la legalidad internacional. Daba pretextos, en definitiva, para la matanza de civiles, sobretodo de mujeres y niños, y trataba de hacerlo ante los críticos y con el beneplácito de la Europa más fiestera y diversa.

Como respuesta, ya he comentado, tanto muchos de los artistas participantes, como algunos de los entes televisivos, reaccionaron y se activaron para denunciar el genocidio y explicar el contexto de la ocupación y si, también de la participación de Israel en este certamen musical. Por lo tanto, y como es evidente y natural y propio de sociedades complejas e interrelacionadas, Eurovisión tampoco es apolítica.

Ante todo ello, la organización del festival debía haberlo evitado. La única manera era haciendo lo que hay que hacer: El veto a países violentos y genocidas. Denunciar y prohibir que se blanqueen políticas criminales y vergonzosas. Si no lo hizo, podía haber permitido algunos derechos fundamentales como la libertad de expresión. Libertad que garantizaban para que Israel presentara y cantara una canción “New Day Will Rise”, “Un día nuevo llegará”, con una letra infame que encima venía a justiciar el sionismo más radical y la postura ultra-conservadora, violenta y supremacista posible. Sin embargo, negaban esa libertad de expresión a las televisiones y presentadores que pusieron contexto a la actuación israelí. Las amenazas de multas y sanciones son una vergüenza.

No valen más humillaciones, ni aceptar la preponderancia de la élite fascista israelí y de todos sus acólitos. Es preciso dar explicaciones y purgar estas instituciones de reaccionarios y de personas tan malvadas y horribles. No es aceptable el dinero de los patrocinadores si vienen manchados de sangre y de tanta crueldad e inmoralidad. Si lo estamos viendo, y celebrando la actitud de muchos grupos, con los macro-festivales en España, también debemos exigir lo mismo para los representantes y funcionarios públicos europeos que mantienen Eurovisión.

¿Es ético celebrar un festival de la canción con un país participante que perpetra en estos momentos crímenes contra la humanidad y contra la legalidad internacional? ¿Es justo que se garantice su libertad de expresión y a cambio se prohíba la de quienes no están de acuerdo o simplemente quieren mostrar la realidad más aséptica posible? ¿Es lícito que un evento cultural o deportivo se lleve a cabo gracias al dinero de patrocinadores involucrados en las masacres de más de 50.000 personas y más de 15.000 niños? ¿Es justificable que todo siga igual pese a que la misma semana de celebración del concurso Israel atacaba a civiles en el Sur de Palestina causando la muerte de al menos 150 personas?

Si estas preguntas no son todavía lo suficientemente incómodas quizás deberíamos añadir cómo es posible que Israel estuviera a punto de ganar el certamen, gracias a los votos de algunos jurados oficiales de los países participantes, y sobretodo a un mirada de puntos del “tele-voto popular” que no tiene ninguna garantía ni seguridad y que mediatizó el resultado final.

Por si esto no fuera poco, y aunque no soy especialmente favorable a la canción presentada por España, me queréis decir ¿qué no hubo un castigo directo al país más beligerante con la política genocida y fascista de Israel?

Por supuesto, que no toda la población de Israel (faltaría más) apoya la política del criminal de guerra de Nethanyahu y sus acólitos fascistas. Y que no celebran el genocidio y abogan por un diálogo entre culturas y religiones que garantice la paz en Israel y en Palestina. Y que si, que tienen su derecho a sentirse representados en un certamen. Pero cuando los símbolos como la bandera y la propia canción se usan para justificar esa supremacía y ese dominio no todo vale.

Cuando se habla de derechos humanos, legalidad internacional, causas de guerra o justicia no vale la equidistancia. No se puede poner uno de lado e intentar no mancharse en el charco de fango y sangre. Tampoco cuando tratamos la superioridad moral de las personas que queremos un mundo mejor, más justo, digno y ético. Frente a esto está la batalla cultural librada por quienes quieren reescribir la Historia tras la derrota del fascismo en el siglo XX. Sí, de esos que nos dicen que queremos otra historia y que no aceptamos la derrota en la Guerra Civil, pero que por la tibieza y los cortoplacismos de aquella época se toleraron gobiernos fascistas después de 1945, en Europa y en el mundo. Y ahora quieren derribar los valores y la sociedad más tolerante e inclusiva para imponer de nuevo sus reaccionarias visiones.

Un ejemplo de esto viene con la reacción al resultado final. Mientras buena parte del público habitual de Eurovisión se quedaba ojiplático con el resultado del Tele-voto, las huestes del fascismo españistaní celebraban que en esa variable, en España ganará Israel. Se atreven a defenderlo como una respuesta “democrática” al gobierno del perro y como un éxito de su capacidad de movilización. Obvian, porque no les da para más, que su apoyo a un estado genocida y que está perpetrando crímenes de lesa humanidad es injustificable, incompatible con la democracia y con los valores del siglo XXI. Por eso son reaccionarios y por eso, siempre, la derecha de este país se encuentra en el lado equivocado de la Historia. Pero es que además, y lo que es más denigrante aún, por sus ansías de poder se colocan en el lado opuesto al interés general de su propio país y a la decencia. No les da para más. Siempre digo que la gran desgracia de este país es tener una derecha, unas huestes conservadoras, tan poco patrióticas, mucho menos democráticas y tan deleznables.

Desde luego, dado lo acontecido con este festival y fundamentalmente, con lo que ocurre cada día en Gaza y en Cisjordania se hace necesario ponerse firme. Muy bien el gobierno trabajando desde la diplomacia reconociendo a Palestina y denunciando los crímenes de Israel. Pero basta ya de la doble moral capitalista de vender armas y delegar la autonomía de la propia nación porque hay dinero de por medio.

Muy bien RTVE permitiendo a sus presentadores expresar su opinión y también que contasen sin acritud el contexto de la interpretación de la canción de Israel, y después y ante la amenaza de sanciones por parte de los organizadores, proclamando su posición antes de la retransmisión (la Radio-Televisión belga fue mucho más allá y cortó la interpretación de Israel con un mensaje en pantalla y en silencio mostró su apoyo a Palestina). Pero llegado a este punto se hace necesaria una reflexión profunda si merece la pena seguir participando en este tinglado. En exigir responsabilidades y si es necesario quedarse en casa. Porque para que nos humillen al tiempo que loan a los criminales y fascistas no hace falta ir a Eurovisión.


viernes, 5 de abril de 2024

No hay concordia sin memoria. No hay democracia sin justicia. No hay historia sin olvido



La ultra derecha española ha anunciado en la última semana una serie de iniciativas legislativas en las Comunidades donde gobiernan en contra de la Memoria Histórica y la Memoria democrática. “Leyes de Concordia” que son el pago por los acuerdos de investidura, pero también el compromiso personal y sentimental con el franquismo y la impunidad de sus familias durante todo el siglo XX. Blanquear y ocultar su pasado por parte de los herederos, mientras siguen deslizando su oposición ilegítima y fuera de todos los cauces legales a través del más básico lawfare y de la más burda y continua manipulación mediática.

La presentación de estas leyes sigue el patrón rutinario de la ultraderecha. Una utilización capciosa y orwelliana del lenguaje, en el sentido de acusar a los demás de lo que están ellos haciendo. Llamadlo “adoctrinar”, “perseguir”, “odiar”, pero no lo llames concordia a planteamientos que provocan discordia en la sociedad española por la nauseabunda intención continuada de blanquear el fascismo, del que son orgullosos herederos.

No podemos y no debemos sorprendernos de que la derecha presentada como “constitucional” y “democrática” avale el discurso de su socio de gobierno en Castilla y León, en Valencia, en Extremadura o en Baleares. El PP tiene una fuerte tradición, precisamente anti-constitucional (esta por el primer derecho cívico, social o económico de la Constitución que defiendan vía acción, declaración o incluso omisión) y anti-democrática que marca una tendencia con la línea trumpista actual. El auge de una fuerza de extrema derecha desligada del propio PP la ha llevado a subirse de nuevo al monte a defender el marco ideológico franquista y a atacar todos los convencionalismos que la ciencia histórica, la decencia y el sentido democrático de un estado de derecho marcan como inexcusables.

En un contexto de grave crisis institucional en España que ha hecho volar el sistema de mayorías parlamentarias en todos los escenarios, el acceso al poder, y con él a los recursos económicos de todos, necesita del concurso de esta extrema derecha ultramontana, negacionista de todo (igualdad entre géneros, razas, naciones y sentimientos, del cambio climático, de la memoria, etc.), y profundamente antidemocrática para plantarse como una alternativa de gobierno. Como bien se ha dicho no van a enfangarse y perder dinero (es lo único que les interesa) por una cosa de rojos, como la memoria histórica.

No les importa ni lo más mínimo hacer estallar su propia coherencia y deshacer sus propios acuerdos previos, como la Ley de Memoria de CyL con tal de no discutir el estado de las cosas, profundamente marcado por el pasado. Por lo que cualquier intento de restaurar la verdad, la justicia y la reparación es vilmente atacado y malversado.

La intención es articular un modelo de estado donde la memoria se amolde al escenario del mito de la transición y el Régimen del 78. Donde prevalece una interpretación equidistante que ha alentado el franquismo sociológico que nos está estallando en la cara. Ese falsario reparto de la responsabilidad entre los dos bandos, esa leyenda de la “guerra fratricida” como si ambos bandos hubieran sido igual de responsables en la guerra y si hubieran tenido las mismas armas, condiciones y legitimidad (obviando la necesaria participación de tropas extranjeras, regulares con todo lo que implicó en el bando nacional, y de voluntarios en el republicano) o el de que “todos hicieron barbaridades” o “recuerda Paracuellos”. Como si las víctimas del bando republicano no hubieran tenido reparaciones formales y patrimoniales en algunos casos durante la larga noche de la dictadura. Equiparando a torturador con la víctima, negando una vez más como durante la Dictadura, esa condición a los represaliados, a los asesinados, a los exiliados del bando de la legalidad vigente y luchadores por la democracia y la libertad. O esa intención de englobar toda la contienda incluida la execrable dictadura fascista y clerical que tuvo como consecuencia, con el primer período democrático de la Historia de España, como fue la Segunda República. El objetivo de estas “leyes de concordia” es sustentar estos relatos y cerrar la página de la reparación, de la memoria y de lajusticia.

La teoría de la equidistancia y la concordia de los herederos de los vencedores, que fueron, no se olvide, los golpistas, asesinos y fascistas, en oposición a las leyes de memoria democrática. Frente al derecho internacional y la justicia universal que consagra los Derechos Humanos y el derecho a la verdad, la justicia, la reparación y al establecimiento de una sociedad civil democrática, primera y mejor garantía de que no se repita el doloroso pasado. Una manipulación obscena que pretende igualar a víctimas y verdugos, a quienes atacaron y dieron un golpe de estado alzándose contra su propio pueblo, y a quienes defendieron la dignidad obrera y la democracia de la República.

El problema viene una vez más de la falta de rotundidad de la izquierda cuando ha tenido el poder. De no ser igual de agresivos de como lo es la derecha cuando ostenta la legitimidad de los boletines oficiales. La Ley de Memoria Histórica de 2007 y la Ley de Memoria Democrática de 2022 tienen muchas limitaciones, omisiones (entre ellas y clave dotaciones económicas presupuestarias que hubieran abierto todas las fosas y todos los archivos) y carestía de recursos públicos para instaurar el relato de la verdad histórica y la memoria democrática en la sociedad española.

Una democracia que nació como un punto y seguido a la dictadura autoritaria franquista, sin la preceptiva y saludable depuración de responsabilidades y la investigación de la miriada de corrupciones. Una transición donde prevaleció la forma del objetivo, la consolidación democrática por la vía pacífica (habría que hablar también de la violencia política durante la transición), frente al fondo, esto es, la construcción de una sociedad democrática plena. Donde el ruido de sables de gerifaltes del franquismo asustados ante el cambio permitió la aprobación de una Ley de Amnistía (esta amnistía no se discute) que supuso una “ley de punto final” en la que aparentemente (a nivel internacional como ya se ha hecho en varias ocasiones los crímenes de lesa humanidad como los del franquismo no prescriben) se renunciaba a juzgar los crímenes del bando nacional en la Guerra Civil y la dictadura.

No hubo una política de reparación y de memoria que reescribiera con verdad la falsaria historia del franquismo y su relato que quedó avalado como “un mal menor”, “una incomodidad pasajera” o incluso, “una absoluta tranquilidad.

En este sentido, no sorprende que en este momento de crisis global, con repliegue identitario en los valores nacionalistas, el auge de la extrema derecha haya traído el revisionismo y la estrategia del olvido del pasado. Si esto pasa en cualquier país europeo ahora mismo, incluidos los que fundaron sus sistemas democráticos bajo principios del anti-fascismo, qué decir de España donde la transición no supuso ni ruptura, ni reparación, ni justicia. Esto ha dejado indudables taras en el sistema político español. Eso sí, en nuestro caso se trata de un pasado olvidadizo a la carta, obviando lo que les perjudica pero usando y manoseando hasta el asco a las víctimas que si les propician votos como por ejemplo se ve con los distintos tipos de terrorismo (etarra, islámico, de ultraderechistas sobre sindicalistas, etc.).

Por ello, ante esta deriva la sociedad civil, y los historiadores que trabajan investigando y difundiendo la verdad de nuestra Historia Contemporánea (repugna el silencio de la Academia de la Historia española instalada en la endogamia, la mediocridad, la mendicidad moral y financiera y atada por los mismos herederos del fascismo) han alzado la voz denunciando la intención anti-democrática de la derecha de este país. No se puede tolerar tanta mentira, tanta indecencia y tanta negación a la justa reparación de las víctimas. Es imposible pretender construir un futuro sobre unas bases de impunidad y olvido. Sobre la doble violencia que sufren los luchadores por la democracia en este país, primero como víctimas directas del fascismo, y ahora que intentan borrarlos de la memoria colectiva y el patrimonio común, los herederos de sus verdugos.

Frente a la manipulación, la des-memoria y la indignidad, verdad histórica, anti-fascismo y democracia con mayúsculas y con todo lo que implica.


jueves, 11 de febrero de 2021

Censura en Españistan


 

Entre hoy o mañana el rapero Pablo Hasel tiene que ingresar en prisión, siguiendo una condena puesta por un delito de opinión. En sus letras de contenido político, el músico catalán denuncia la corrupción del Rey emérito y la violencia del sistema y el estado de las cosas.

Te puede gustar o no Hasel. Ser aficionado o no a su estilo. Incluso puedes estar de acuerdo o no con su discurso. Pero si consideras que por una canción está justificado su ingreso en prisión, podemos valorarte como anti democrático y en consecuencia, fascista. Las muestras de solidaridad se suceden mientras se acaban los plazos legales para subvertir esta salvajada, una más en este lupanar para el fascismo que resulta Españistan.

Nunca hemos oído ni visto juicios o intervenciones policiales para impedir actuaciones de grupos de extrema derecha que cantan para oprimir a otros colectivos. No hay ni siquiera reproches a los provocadores que acuden a barrios obreros a lanzar soflamas clasistas plagadas de odio (xenofobia, homofobia, misoginia, etc.) en el contexto de una campaña electoral. Y sin embargo, presos políticos comunistas o anarquistas se pudren en las cárceles ante la indolencia de la población y sin la cobertura de los medios de comunicación burgueses como con otros casos más conocidos.

Unas leyes fascistas que beben de las fuentes del franquismo, y cuyos herederos no sólo las pusieron en marcha cuando tuvieron ocasión, y por supuesto, lo volverán a hacer, sino que valiéndose de todas las artimañas del sistema han bloqueado concienzudamente su derogación e incluso su modificación a normas más laxas. La ultra derecha de PP y Cs (y obviamente, encontraríamos a Vox en esta barricada) llevan desde 2017 con la derogación de la Ley Mordaza aprobada en las Cortes paralizada por sus mayorías y sus tejemanejes. Y ahora que tenemos una mayoría, compleja pero mayoría progresista, para proceder a derogarla, se suceden las semanas sin que haya atisbo de corregir este fallo multi-orgánico en nuestra democracia.

No es nuevo, ni tampoco propio de éste país que la derecha, se haya valido y se valga de la democracia para sus fines. Para enriquecerse enfangando el buen nombre de la política. Que también. Pero sobretodo, para mantener un estado de las cosas que favorezca la opresión del 1% sobre el resto. Tampoco lo son las traiciones del PSOE a la clase trabajadora y a los colectivos denigrados y oprimidos en el estado. Su cobardía y sumisión es tan lacerante como desesperante la lentitud de movimientos desde la izquierda para crear una ola que desde convencimiento, movilización y generosidad pueda superar este franquismo sociológico para hacer al estado avanzar y mejorar. Y es que la izquierda “guay” tampoco ha tenido problemas en emplear la brocha gorda cuando algo le incomoda.

La Ley Mordaza fue puesta en marcha con el único fin de "ser una respuesta del Gobierno y del poder legislativo a las numerosas manifestaciones que en los últimos años se han llevado a cabo en España". No lo digo sólo yo, ni multitud de personas y colectivos. Son palabras de la ONU en su informe sobre la calidad democrática en España y donde reclamaba la adopción de “todas las medidas necesarias para garantizar, en la legislación nacional, el ejercicio de los derechos fundamentales y las libertades públicas de conformidad con los estándares internacionales".

Los derechos a manifestarse pacíficamente y expresar colectivamente una opinión son fundamentales para la existencia de una sociedad libre y democrática” son palabras también del mismo informe de la ONU y vienen a respaldar los capítulos de libertades cívicas, individuales y colectivas, de la nuestra violada Constitución. Ese mamotreto que apenas nadie se ha leído y que está ubicada en la boca o en el culo de nuestra derecha dependiendo de si les sirve o no para su discurso de opresión y odio.

Derechos cercenados de libertad de expresión, de opinión, de reunión, de manifestación, al tiempo que crecen el número de multas, detenidos e identificados por la Policía, a la que se protege para que puedan seguir realizando su papel de esbirros del sistema. Todo ello haciendo que la libertad de prensa también se vea terriblemente deteriorada y que pongan a España como ejemplo del retroceso en la libertad de prensa en el mundo.

Ofende el que puede. Y puestos a la defensiva existen unos cuantos tarados dispuestos a emplear la maquinaria bien engrasada de medios de comunicación afines (aquí empleados como medios de coerción), policías como perros sarnosos siempre delicados con la mano del poderoso y jueces que bajo su batiburrillo de togas y tomos se convierten en legisladores de lo moral, lo correcto y hasta de lo útil. Así, hemos tenido por este país en los últimos años juicios por blasfemia, persecución de chistes, cantantes, articulistas, tuiteros, humoristas. De asociaciones vecinales o ecologistas a los que se les busca las vueltas para desactivarlos por su oposición exitosa a megalomanías de los de arriba. De tirititeros a los que les aplicaron la ley anti terrorista.

Si no fuera por algunos elementos que reaccionaron contra esta reacción de odio y víscera tendríamos las cárceles llenas de quienes denunciamos, de un modo u otro, la corrupción, el caciquismo, la cutrez, el autoritarismo y la avaricia de las élites de éste país. Y estos, podrían seguir ejerciendo sus corrupciones, cacicadas, cutreces, autoritarismos y avaricias varias.

Pero el éxito de la Ley Mordaza no viene en la medida del volumen y número de sanciones, detenidos, multas y presos. Su funcionamiento está ideado para restringir y coartar la libertad de la población. Para que antes de salir de casa a parar un desahucio en favor de un banco o un fondo buitre, te lo pienses. O para ir a una manifestación en defensa de la Sanidad pública, también te lo pienses. Que mientras te pones el palestino recapacites si te merece la pena. No vaya a ser que te caiga un palo o una multa porque te apliquen la desmesura de la violencia institucionalizada. 

La Ley Mordaza funciona muy bien cuanto te piensas un tuit, un chiste, o escribir un modesto artículo como eśte. Internet es el nuevo campo de batalla, donde las ideas y las corrientes de opinión pueden prender mechas que incendien los cimientos de un sistema que se pudre desde su cúspide por momentos. Por eso es tan importante el control de la red y su neutralidad. Y por eso en multitud de ocasiones desvían la atención con otro caso espectacular, para legislar con el ánimo de ponerle puertas al campo y limitar nuestra capacidad de comunicación, de activación, de aprendizaje y de subversión.

El dictador murió en la cama y los que ayer eran fascistas se despertaron al día siguiente como demócratas. O eso es lo que nos quieren hacer creer desde hace ya 45 años. La Ley de Amnistía fue la continuación de la dictadura que garantizó la supervivencia no sólo de los crímenes franquistas, empezando por el beneficio económico colosal de algunos mangantes aupados al poder oligarca bajo las condiciones de la victoria fascista, sino que además, permitió colocar una educación garantista para con el franquismo sociológico. No se discutieron, debatieron los crímenes, las causas y las consecuencias de la dictadura y procedió a perpetuarse una legitimidad del golpe del 36 y del terror fascista que es una inmoralidad y aberración histórica.

Rascas un poco la superficie social y enseguida salta ese discurso misógino, paternalista, racista, ultra-nacionalista, intolerante, violento, fascista en definitiva, y anti democrático en esencia. Nada puede sonar discordante de un discurso oficial de talante continuista con la dictadura pese a que ya hemos crecido en el estado varias generaciones nacidas y educadas en democracia. En teórica democracia.

En frente multitud de asociaciones por la Memoria Histórica a los que no les mueve el revanchismo como vomitan desde sus altavoces los poderes fácticos. Sino que su afán es el de la reparación, la justicia y la verdad. Su éxito es la mayor garantía democrática que podemos recibir por lo que el apoyo a esta causa tiene que ser intenso de todo aquel que se auto denomine demócrata.

La caverna plagada de hinchas furibundos y bestias irracionales ha salido en tropel a cargar contra el vicepresidente del gobierno por decir que "No hay una situación de plena normalidad política y democrática en España". Pablo Iglesias hacía estas declaraciones en el contexto de la campaña electoral para las catalanas del próximo domingo, con el ánimo de enervar a sus huestes ante el presumible descalabro electoral de la coalición Unidas Podemos. Alentar el voto remarcando la excepcionalidad social y política en el estado español con una desigualdad lacerante, una falta de democracia y memoria insultante y con problemas territoriales y de identidad convertidos en trinchera desde la que incendiar la colaboración, el diálogo y la normalidad. Todo ello, por una persona y un partido político que han sufrido y sufren la persecución del sistema por tierra, aire y mar; es decir, por los medios, por jueces, por otros partidos políticos y por las cloacas.

Como una profecía autocumplida Iglesias tiene razón. Cuando sus mensajes y acciones, iniciativas y denuncias causan tanto pavor y tanto escozor. Cuando movilizan en contra y a favor al mismo número es fundamentalmente porque lo que dice es verdad. Porque nos caerá mejor o peor Iglesias o estaremos a favor o en contra de su formación. Pero lo que nadie debe olvidar es que el ensañamiento que sufren va a la par del desprestigio del sistema que denuncian y de las pocas medidas que consiguen arrancar al mismo sistema, empezando por sus elitistas compañeros de gobierno.

¿Es democrático encarcelar a un rapero porque no nos gustan sus letras? ¿Es democrático que el sistema bajo el sistema, las cloacas, se dediquen a lanzar bulos y perseguir a los opositores a éste siniestro régimen? ¿Es democrático que despidan a quienes escriben un titular incómodo ante la última salida de tono elitista de la casa real? ¿Es democrático desahuciar a una anciana a 10 minutos de la llegada del toque de queda? ¿Es democrático que se quede sin casa y con la deuda? ¿Es democrático que de media un español o española dedique el 55% de su renta anual al pago de un lugar donde vivir? ¿Es democrático desmontar los servicios públicos? ¿Es democrático que aún existan más de 150.000 desaparecidos por la represión franquista? ¿Es democrático que te sienten en un banquillo porque un grupo de gilipollas se ofenden cuando te cagas en dios y en la virgen? ¿Es democrático que la princesa se vaya a un colegio a Gales a 76.000€ anuales al tiempo que miles de sus compatriotas mueren de frío o calor en barrancones? ¿Es democrático que la sanidad pública haya sido derruída en favor de la privada por unos políticos elegidos en teoría para su administración? ¿Es democrático el volumen de corrupción que destila este estado fallido?


Podía seguir así preguntas y líneas hasta el infinito porque es infinita la indignidad que asola este país. Porque la censura, la persecución, la violencia son demostraciones diarias de la anti democracia en España, donde se han juntado el hambre y las ganas de comer, donde se han juntado el fascismo y el ultraliberalismo. Por todo esto se hace vital y urgente la derogación de la Ley Mordaza (así como la derogaciones de las reformas laborales y otra multitud de legislaciones en favor de la dignidad y bienestar de las clases trabajadoras). Unirnos como izquierda democrática y consciente de las dificultades se hace necesario. Es el momento de transitar ya de una vez por todas y pese a las agresiones de los que temen perder sus esclavistas privilegios, de la dictadura a la democracia.


miércoles, 15 de julio de 2020

El anciano Rey desnudo

Portada de El Jueves, nº2251 del 15 de julio de 2020.

La serie de éxito de esta temporada de primavera-verano no está ni en Netflix, ni en HBO. No es un producto de las cadenas de Mierdaset o A3Mierda. De hecho se afanan en taparlo en sus informativos. La serie de verdad que supera todos los registros de ficción en tramas plenas de golfería, sinvergüencería y corrupción es la que está protagonizando muy a su pesar, el Rey emérito, Juan Carlos I, y con él toda la familia real y con actuaciones estelares de los partidos pro-regimen tratando de mantener con más o menos arcadas la supuesta dignidad de la institución.
Los medios extranjeros han olido el hedor a mierda que todo lo emponzoña en torno a la casa real y a la figura de su patriarca. Los escándalos sexuales bien callados durante años con dinero público, son el aderezo a una trama de corrupción que han convertido a los Borbones en una de las mayores riquezas del mundo, al tiempo que engañaban a la opinión pública, más o menos, monárquica o republicana, con más o menos ganas de cambiar de régimen, pero desde luego ya harta de tanto latrocinio y de que se rían tanto en su cara.
Parece probado lo que era un secreto a voces. Juan Carlos I ha llevado una contabilidad paralela a la asignación presupuestaria por su labor como Jefe del Estado, y tanto ejerciendo de titular, como de jubilado, ha llevado a cabo una labor de comisionista de altos vuelos con cada barril de petróleo que ha entrado en éste país o con cada metro de AVE a la Meca. Y siguen apareciendo más y más chanchullos investigados por la fiscalía suiza, con la británica también atenta, y con la española absorta, cuando no impedida por políticos y medios que deben pleitesía y sumisión al caradura. Incluso se hacen públicos sus tejemanejes con el yerno predilecto, el condenado Urdangarín, lo que debería llevar inequívocamente a la reapertura de toda la causa del caso Noos cerrada en falso.
Como ya he dicho en alguna ocasión existe un relato oficial que presenta a Juan Carlos I como hacedor de la democracia. Relato que está en claro deterioro ahora que se descubren lo que parecía evidente: la corrupción intrínseca del cabeza de familia y la más que probable, colaboración necesaria de su familia y de cortesanos políticos, militares, periodísticos y empresarios.
Para todo el establishment, para toda la oligarquía españistaní se hace imprescindible salvar todo ese relato y la verosimilitud con que se instale en las cabezas de los obreros votantes. Sin él, se desmonta todo el tinglado y saben perfectamente, que si el anciano monarca es cuando menos desacreditado (no confió en ver a nadie en la cárcel), la familia real depuesta y abierto un proceso constituyente para modificar la forma de estado, los siguientes en la lista son ellos.
Porque saben que tras la dictadura donde algunos se hicieron obscenamente ricos y poderosos intimando con el fascismo (corrupción, trabajo esclavo, opresión, robos, etc.) la continuidad hacia un régimen democrático sin hacer justicia, ni investigar lo sucedido, necesitaba de una gran mentira orquestada en la figura de un personaje responsable y de intachable moralidad.
Por eso ya se han tapado todos los escándalos de un depredador sexual. Por eso la prensa rosa “no entra” en palacio desde hace veinte años, no fuera a no encontrar a la Reina emérita, emigrada desde entonces a Londres. Por eso se han cerrado periódicos, programas de radio y páginas de internet que denunciaban toda la corrupción borbónica.
Porque derruida la mentira queda la verdad. Y la verdad es que “nuestra democracia” es la continuación de una dictadura militar-fascista en la que no se reparó a las víctimas. No se fiscalizó todas las tropelías. No se recuperaron los huesos de los muertos por la democracia y la libertad. Aquellos criminales fascistas de la noche a la mañana se convirtieron en demócratas de toda la vida y bajo el relato de Juan Carlos I, montaron un sistema que garantizaba los privilegios usurpados al pueblo y la permanencia del relato franquista como verdad suprema, por encima de la historia y de la justicia.
Nuestro estado sigue cubriendo ochomiles en materia de indignidad y vergüenza. Tener un estado como monarquía parlamentaria, con dos jefes de estado, el titular y el emérito, ambos bien salvaguardados por la inviolabilidad jurídica en la Constitución, un privilegio propio de la Edad Media y con el que se aferran a su trono los que no quieren que se destape la verdad y ganemos credibilidad como democracia y dignidad como pueblo.
Juan Carlos I convivió con el dictador más de veinte años. Le juró lealtad en varias ocasiones, dos de ellas en el pseudo parlamento. A la muerte del dictador ya eran conocidas por Madrid -basta con leer las biografías no autorizadas-, sus correrías de juerguista donde no faltaba el sexo con las musas del destape y las drogas. No cambió de hábitos durante el reinado y en su primera parte, mantuvo línea directa con los coroneles fascistas que afilaban sables llegando a postularse como futuro caudillo. Parece evidente su intervención como instigador en el golpe del 23F. Durante toda su vida mantuvo estrecha relación con algunos de los sátrapas más siniestros de la historia contemporánea, aceptados como monarcas como puedan ser la dinastía real saudí, de los emiratos o la marroquí (nunca intercedió por el pueblo saharuí)
Tuvo que abdicar en 2014 cuando la revolución ciudadana se estaba organizando. Antes tuvo que salir a la palestra a pedir perdón porque le pillaron cazando elefantes en Botswana con una de sus amantes, mientras el pueblo pasaba las penurias de la crisis económica y los recortes en derechos sociales del miserable Rajoy.
Ahora la parte de relato a salvar dada la abochornante mierda que está saliendo a la luz es la de situar a Felipe VI como un rey honesto y ejemplar que desconocía la vida privada de su padre. Algo que suena a pitorreo y que además intenta tomarnos por tontos a toda la ciudadanía (que no digo yo, que no haya alguno o alguna, pero vamos…).
Como si no viéramos en Felipe VI a un déspota muy vinculado a la derecha más rancia y recalcitrante del estado. Un rey distante y alejado kilómetros de la ciudadanía. Con una reina altiva, creída e incapaz de articular un mensaje que ayude a empatizar familia con institución y de paso con el pueblo llano. Metidos en su burbuja de cortesanos y pleitesías de periodistas, políticos y empresarios. De una élite que sabe que en la salud de la monarquía reside su propia salud, por encima de la justicia social y la justicia histórica que España implora y necesita.
Siguen quemándose etapas y desangrándose un régimen monárquico, el de la familia Borbón, y con él todo el estado de las cosas de la transacción. El régimen del 78 está en las últimas y sólo hay que ver que sus principales valedores son políticos de ultraderecha como Abascal, Casado, Teodoro o Page y periodistas más cerca de la defenestración profesional que de salvaguardar la ética y la verdad.
El desapego de esta gentuza con la realidad de su supuesto pueblo es inversamente proporcional al encubrimiento que se hace de su criminal actividad. No se pregunta al pueblo la aceptación de la monarquía y de Felipe VI desde hace casi 6 años. Saben que el resultado sería la puerta abierta a un plebiscito y a abrir el modelo de estado. No se puede aguantar más inmundicia. Es el momento ya de echar a toda esta familia de corruptos fascistas al mundo real, a tener que ganarse la vida, como todos los demás. España merece justicia y dignidad. Si hay que llenar las calles para que se judicialice y se sepa todo lo que ha pasado se hace.
Como banda criminal que es, que devuelvan lo robado a la Sanidad Pública, entreguen la corona y se disuelvan. España merece República.



jueves, 13 de febrero de 2020

Silenciar a los nostálgicos



Subida del salario mínimo interprofesional, pensiones subidas al IPC, sueldo de los funcionarios del estado subido, inicio del trámite para le ley del derecho a una muerte digna, ley contra la exaltación del franquismo, paralizado con política y diálogo el conflicto del campo español azuzado por las derechas, des-tensión el tema de Catalunya.
Éste es el bagaje del primer mes de gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos. Y no parece mal bagaje dadas las expectativas de caos y colapso que auguraban las resentidas derechitas cobardes y ultra derecha clasista a las que visto lo visto en la primera sesión de control al nuevo gobierno se han quedado con el único argumento de “Venezuela”. Sea lo que sea que signifique eso.
La agenda política la marca el gobierno desde el martes con el cambio del Consejo de Ministros de viernes al segundo día de la semana. Así evitan que durante la semana, en las tertulias de café, de trabajo, de comida se hable de lo que la oposición quiera. Este gran acierto estratégico del gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, tiene descolocados a sus oponentes, tanto políticos como mediáticos.
El anuncio de la intención del Gobierno de tipificar como delito la apología y exaltación del franquismo, tan criminal, corrupto, traicionaero y homicida como el nazismo alemán o el fascismo italiano, ya ha provocado las furibundas reacciones de los cuerpos del estado impregnados en esencia de tan detestable régimen. Medios, judicatura, miembros de las fuerzas armadas y cuerpos de seguridad del estado y partidos políticos herederos directos del catequismo franquista se han puesto en solfa no vayan a perder la oportunidad de cantar las alabanzas y amenazar con el golpismo como han estado acostumbrados estos 40 años largos ya de pseudo democracia ibérica.
Que esta gentuza aluda a la libertad de expresión es un chiste de mal gusto cuando hay más de 150.000 personas ejecutadas y desaparecidas en nuestro país y hubo más de 4 millones de exiliados por su forma de pensar y vivir. Pero es lo que tiene esa legitimidad auto impuesta con la Ley de Amnistía (siguiente paso, debería ser derogarla y pasar a juzgar los delitos de lesa humanidad, que por cierto, nunca prescriben) que sustentó judicialmente lo que socialmente impregno el franquismo durante tantos años en la educación, las costumbres y los criterios de la población.
A las ultra derechas de éste país no sólo les preocupan que sus rituales de exaltación fascista sean perseguidos y condenados por vía penal. Lo que más les duele es que de seguir avanzando en el camino de la Memoria Histórica, los privilegios y las usurpaciones al pueblo saldrán a la luz, se repararán y tendrán que pagar la traición a la clase trabajadora y al país al que dicen tanto adorar. Se les cae la máscara de democracia cuando los pones ante los fantasmas de un pasado caínita, violento y genocida y que ahora en el presente, muestran poniendo trabas a cualquier avance social que la población reclame, a cualquier mínimo atisbo de justicia social y a cualquier llamamiento de emancipación que los y las oprimidas lancen.
Las interesadas igualdades con el terrorismo etarra, o con el comunismo en la República o en Venezuela son el manoseo de uso y abuso de conceptos que contraponen única y exclusivamente para salvaguardar sus privilegios que vienen de un golpe fascista militar, de una guerra civil salvaje y traicionera, de una larga dictadura que implantó garantizó los modelos de corrupción y nepotismo y una democracia siempre amenazada por la repetición de la historia de un ejército, una iglesia, una nobleza y una burguesía perennes enemigos de la clase trabajadora española.
Todos hemos visto como la ley y su peso caía sin escrúpulos sobre unos chavales de Alsasua por una pelea de bar con unos Guardias Civiles envalentonados; sobre una diputada que defendía el derecho a la vivienda digna; sobre anarquistas y comunistas; sobre cantantes y letras; sobre humoristas y chistes; sobre tuiteros; sobre vecinos que defienden su barrio; sobre unos tirititeros que realizaban una sátira sobre la libertad de expresión. Y así mil casos más. Y también hemos visto como la ley resbalaba sobre el manto de la impunidad sobre los fascistas que asaltaron la librería Blanquera; sobre los asesinos de antifascistas o aficionados a un club vasco de fútbol; sobre los que salen a cazar inmigrantes y homosexuales.
Como decía Galeano, “la justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos”.
Tipificar como delito la exaltación del franquismo llega tarde. Y probablemente será difícil ejecutarla, mientras exista la Ley de Amnistía. Pero es necesario y un primer paso para educar a la sociedad en democracia y poder abrir los melones que la dictadura y 40 años de silencio han dejado madurar hasta que se han podrido. España necesita una revisión de su historia y una aplicación de la justicia de manera urgente, reparando a las víctimas y condenando a los verdugos ante la historia, y también a sus privilegiados herederos, cuyos privilegios vienen de aquellas matanzas.
Una buena parte de esos herederos están en las altas instancias de la judicatura y en las asociaciones “conservadoras” fachas de la justicia. Ya han expresado su disconformidad y las dudas legales sobre tal medida. Aquí es bueno recordarles que en una democracia, la justicia, lo legal o ilegal, lo moral o inmoral, lo decide la sociedad en su conjunto. Y hay cosas que son absolutamente incomprensibles en un estado de derecho. Exaltar el fascismo en una democracia es una de ellas, quizás la más importante de todas, como nos demuestran todos nuestros países vecinos.
Desde luego existe un riesgo. Poner a la extrema derecha con la bandera de la defensa de la libertad de expresión es un juego peligroso. Mas si cabe porque ya conocemos a los medios de persuasión que trabajan para ellos. No sería la primera vez que una medida coercitiva para acabar con los abusos del fascismo, se convierta años después en un arma para atacar la disidencia desde la izquierda. Que los demócratas, socialistas y comunistas nos veamos atacados por llevar una bandera republicana, una camiseta con una hoz y un martillo o por leer a Miguel Hernández, Lorca, Barea o a la pasionaria.
Para evitarlo es evidente la necesidad de perseguir, investigar y judicializar Guerra Civil, dictadura y años de plomo dentro de la Transición. Dar las herramientas necesarias a la Ley de Memoria Histórica para acabar con la impunidad y la amnistía. Pero sobretodo hace falta mucho compromiso antifascista. En las calles, en la educación y en los medios. Para enseñar, para cultivar el sentido democrático y libertario en la población y así evitar que se dejen seducir por los cantos de sirena de los clasistas y fascistas que siempre nos han considerado, a la clase trabajadora, infrahumanos a los que explotar, aprovecharse, despreciar y asesinar.
El gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos debe de continuar en esta línea marcando el ritmo político, y dentro de ese ritmo, los que creemos en ese inmenso espacio a la izquierda de estas dos fuerzas, aprovecharnos y construir un modelo revolucionario que termine con la indignidad de la clase trabajadora.
Éste gobierno de coalición tiene incontables y enormes retos que asumir. Y el próximo sin mayor demora, debe de ser la derogación de la Ley Mordaza. También es conveniente y urgente, deshacer el entuerto de mordaza digital.
Funcionando así, se lanzaría el mensaje de permitir la disidencia, la libertad de expresión, siempre dentro de unos valores democráticos y de igualdad, no empleando la nostalgia en la apología y exaltación de la dictadura franquista que tanto dolor y tanta opresión han causado al pueblo español.
Engordar el código penal, una herramienta de opresión de la burguesía y del sistema, puede no parecer una buena idea y que se vuelva en contra de la clase trabajadora. Pero lo que ya se ha demostrado como una idea fallida es permitir que la agenda y el ruido lo marquen los nostálgicos de la dictadura franquista.
España, o mejor dicho la oligarquía de derechas, ya tiene sobrada experiencia de aplicar la brocha gorda sobre el rival ideológico, es decir la clase trabajadora o los pueblos oprimidos, y que luego venga Europa a enmendar la plana y llamar la atención sobre los abusos de poder de una juridicatura reaccionaria, siempre al servicio de un estado de las cosas anti democrático. Con la Ley Mordaza ha sido una constante. Puede pasar que la libertad de expresar alabanzas a Franco y a sus secuaces asesinos sea abalada por el Tribunal europeo de Derechos Humanos. A mi, me parece harto improbable cuando no inverosímil.
Si abrir este debate sirve para poner negro sobre blanco lo que sucedió en éste país durante el último siglo bien vale la pena. Si sirve para desenmascarar a los que hoy en un escaño, un micrófono o una columna de periódico defienden la supervivencia de valores machistas, homófobos, racistas y clasistas bien vale la pena. Si sirve para ayudar a reabrir todas las fosas comunes, todos los procesos sumarísimos, todos los delitos de odio, todas las muertes por razones de ideología, bien vale la pena. Si sirve educar en memoria, en historia y en democracia a toda la ciudadanía para que puedan interpretar libremente y componer su ideario bajo una imagen certera de la historia, bien vale la pena.


Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...