lunes, 20 de enero de 2025

Abandonando Twitter


 

Hoy es lunes 20 de enero de 2025 y es el día elegido por una parte significativa de la comunidad en Twitter para abandonar esta red social. Millones de usuarios llevan eliminando sus perfiles y migrando sus contenidos y comunidades desde hace meses. Miles de asociaciones cívicas lo están anunciando en los últimos días. Y hoy es el día clave.

La fecha no es casual. Hoy Donald Trump vuelve a ser presidente de Estados Unidos, y lo hace acompañado por Elon Musk, dueño de Twitter que reubatizó como “X” tras comprar la red social por 44.000 millones de dólares en 2022. Trump y sus secuaces parecen mucho más peligrosos, descerebrados, intransigentes y ultras para la paz mundial, la estabilidad social y la salud medioambiental del planeta que como se presentó hace 8 años, o hace 4 en el Asalto al Capitolio.

Las razones de la compra de Twitter por parte de Elon Musk no fueron empresariales. No estaba planteada para ganar más dinero. No inmediatamente. Se trataba de controlar el mayor zoco de opinión y participación colectiva del mundo, y desde él verter informaciones falsas, bulos y construir artificialmente un estado socio-político afín a los intereses de Trump y del fascismo. Y ahora con el mangante (no hay errata) ya re-instalado en la Casa Blanca, Musk y el resto de la cúspide de la élite de la élite, pasaran a cobrar y lucrarse mucho más del lamentable estado de las cosas.

Por ello se hacia necesaria una respuesta de la comunidad ante esta deriva. Lo primero es imperecedero reconocer que ante lo que se presenta como una red social, lo que realmente se trata es de una entelequia. Porque no hay red. La red, por definición, implica la existencia de una serie de nudos (nodos en terminología informática) iguales, en acceso y posibilidades. En que estos nodos se comuniquen de igual a igual, fluyendo la información en cualquier dirección. Y eso no existe desde el momento en el que pagando se consigue más visibilidad e impacto que quien no paga. Y ocurre aunque el contenido sea de más calidad. La información a penas ya no puede venir desde al lado o desde abajo; la que llega desde arriba apaga cualquier otra opinión o información.

Pero es que tampoco son sociales. Serán digitales, publicitarias o corporativas, pero no pueden ser sociales, porque los usuarios apenas tienen control sobre lo que se expone ante ellos, y mucho menos de lo que dejan tras su paso.

Y hay que cuidarse mucho y ser muy consciente de dónde se está participando como usuario a la hora de querer informarse. La novedad y fortaleza del twitter primigenio era la posibilidad de seguir los canales y cuentas que tu quieres. Modular la información que recibes, obteniendo la voz de los que no tienen voz o no reciben la atención necesaria y justa desde los medios de comunicación convencionales pertenecientes a emporios empresariales. La idea es completar la información y obtener contextos nítidos y certeros sobre el estado de las cosas. Esto era algo básico y que permitió flujos de información en todas las direcciones fomentando un activismo que consiguió muchas cosas. Sólo hay que recordar lo que estábamos haciendo en este país hasta 2016.

El riesgo en origen era construirse un paraíso artificial de voces que confirman nuestras opiniones e ideas. Burbujas estancas, libres de patógenos e interferencias. “Cámaras de eco” las llaman los profesionales de la psicología y medios de comunicación, donde el debate ideológico es inexistente y se pasa a la defensa de trinchera o fondo de estadio de fútbol, donde el zasca ingenioso y el insulto más aberrante bailan pegados para enfangar cualquier debate. Pero de alguna manera, combinando con la información mainstrean de los medios de comunicación de masas se podía uno construir un relato propio verídico y con un contexto certero. Por ejemplo, yo sabía y sé que Al Saad era un cabrón, pero que el pueblo sirio vivía mucho mejor, que como lo va a hacer bajo el yugo de unos islamistas radicales aupados por Occidente. Y así con todo.


La deriva de la red social Twitter es insoportable. Lo que hace casi 15 años nos sirvió a muchos para conectarnos, aprender y participar, hoy en día es un lodazal nauseabundo donde se ha perdido el respeto, la educación y hasta el más mínimo saber estar. Los ultras, sabedores que el algoritmo premia sus barrabasadas y que la moderación es o inexistente o les es favorable, intoxican cada conato de debate, manipulan hechos y crean polémicas de donde no las hay, absolutamente artificiales, y que impiden de facto poder hablar, y dedicarse, a los problemas de verdad y a cosas más placenteras. El odio hoy lo inunda todo y la manipulación ha crecido sin cesar, incluso antes de la llegada y el abuso execrable de la Inteligencia Artificial. Manoseando la libertad de expresión Twitter y las otras redes del capitalismo de Silicon Valley, permiten que el que más grite, el más ruidoso, el más violento se imponga y se oiga más que las posiciones más cordiales, moderadas y educadas. Y si el que más grita y más violento es, es además, el que más paga, el lodazal impide una participación en estas redes sociales de forma saludable.

La propia dirección ha lanzado y promovido la profusión de cuentas fake o bots que literalmente amañan los temas de interés en la red, alterando de esa manera los estados de opinión en el mundo digital, pero con claras reminiscencias a la vida política y social del mundo real. La manipulación de procesos electorales es tan evidente, como lo es el silencio de quienes piden las actas cuando no salen las cosas como quieren, pero que callan ante el manoseo del voto.

En general, las desconfianza ha crecido a la par que desaparecía la moderación y el control, ya no sólo por parte de la dirección técnica y de negocio de los propietarios de la red, sino incluso, del propio usuario. La bajada en la calidad de la aplicación es incuestionable tanto en los sistemas de búsqueda, como en los algoritmos que ofrecían recomendaciones, hasta el punto de convertirlos en absolutamente prescindibles y hasta evitables.

La información es interesada, caótica, ruidosa y provoca distorsión. Sirve como acicate para crear estados de malestar fundados en el odio al diferente que tenemos al lado. Promueve el individualismo más atroz, el machismo más trasnochado, dejando a las mujeres como objetos de uso y disfrute del hombre. El racismo y la xenobofia, y sobretodo la aporafobia hacen que el odio sea la vitamina que nutre cada día esta red social.

Como guinda del pastel, la publicidad, que ya venía creciendo poco a poco en Twitter, se ha disparado bajo el dominio de Musk, y ni siquiera configurar la privacidad evita el asalto constante de los anuncios que interrumpen la linea de tiempo, e incluso de los hilos que eran lo más enriquecedor de entrar en twitter.

Todos los usuarios llevamos tiempo instalados en la dicotomía de si abandonar twitter, o si seguir. Pensando en dirigirse a espacios virtuales más amables, incluido el “dejar” las redes sociales e internet, o si seguir para dar batalla a los imbéciles, a la ignominia y el fango. En continuar participando, es decir, subiendo nuestros contenidos, nuestras aportaciones y nuestros datos, para que la aplicación haga negocio, sin derecho siquiera a la réplica, y haciendo que nuestra propia conciencia y valores se vayan más abajo con cada anuncio nuevo que te bombardea.

Hay quien dice que con Twitter, y con las redes que usemos en un futuro, no deberíamos cometer el mismo error que se cometió con Facebook que ya se abandonó en masa hacia 2012-2013 por millones de usuarios progresistas y normales, quedando como campo libre para que los ultras y sectarios desplegaran su odio a raudales. Las victorias de Trump en 2016 o el propio Brexit bebieron mucho de esa fuente. El riesgo de que se repita la historia es alto, pero también llega un momento en que como ciudadanos es preciso distinguir dónde, cómo y por qué quieres dar batalla.

¿Quieres quedarte en un lugar donde el odio es favorecido y el anti-fascismo vilipendiado? ¿Vas a poder articular un activismo o una comunidad que permita plantear alternativas en el mundo real al fascismo y el capitalismo ultra? ¿Merece la pena quedarse y trabajar para un público cautivo que si sigue ahí ya es fruto de su pereza, e incluso de su propio interes?

Por supuesto, como en todo proceso de salida quedan atrás las cosas malas, pero también las buenas. Magníficas personas que participando y trabajando han promovido contenidos e informaciones interesantes e imprescindibles. Pienso en aportaciones brillantes y necesarias en Historia, ciencia, sociología, política, pero también en dónde voy a informarme de las cosas que me interesan como el rugby, el basket femenino, el atletismo, el ciclismo, la naturaleza, la música heavy o la literatura. En las cosas que pasan en Salamanca, o en el teatro local, aquí al lado. Pero llega un momento en el que es inevitable dar este paso. Las redes tienen su propio ciclo de vida, al igual que nuestra participación en ellas, y Twitter ya hace mucho tiempo que entró en la decrepitud más deplorable.


En mi caso, voy a aguantar la cuenta en “X” unas semanas más mientras completo mi usuario de Mastodon y cree uno para blue.sky que me permita conservar mi imagen en esa red ante posibles suplantaciones. Incluso es posible que en tiempo medio abandone cualquier red social incluidas las que parecen imposibles como whatsapp o youtube. Pero el hecho es que ya he puesto fecha de salida a twitter.

viernes, 10 de enero de 2025

Version Slayer «In-A-Gadda-Da-Vida»

Aquí el original de Iron Butterfly

Y aquí la versión de Slayer

En 1987 y en un encargo para la banda sonora de la película Less than zero (Golpe al sueño americano en España) Slayer lanzaba su versión del mítico In-A-Gadda-Da-Vida de Iron Butterfly, que acabaría incluida en su disco de covers lanzado en 1996, Undisputed Attitude. El original es sin duda el ejemplo más claro del rock psicodélico de los 70. Lanzada en 1968 por esta banda de San Diego Iron Butterfly en su segundo álbum se convirtió en un himno de la contracultura y en la música perenne de los movimientos por la paz y los derechos civiles en Estados Unidos.

El reto de encajar el rock progresivo y el extensísimo solo de órgano de una canción de 17 minutos en un tema de la banda más agresiva y oscura del Trash metal era mayúsculo. Pero la pericia y las ganas de la banda liderada por Tom Araya lo hizo fácil para legarnos un tema que rinde homenaje sin duda a los originales, nos presenta el resto de influencias musicales y culturales y lo hacen desde una perspectiva radicalmente distinta.

En cuanto al análisis musical, el primer aspecto a considerar es la adaptación musical que realiza Slayer. La interpretación de esta banda no solo preserva la esencia de la canción original, sino que la transforma en un torrente sonoro que encapsula la energía del thrash metal a través del tono psicodélico de la original. Y todo ello reduciendo la duración, intensificando su fuerza para que a la vez pueda convertirse en una canción propia del género del trash.

Desde el inicio, las guitarras de Jeff Hanneman y Kerry King abren el tema con riffs potentes que distorsionan el carácter melódico que hizo famosa a la versión original. Esta decisión no es casual; refleja la filosofía de Slayer de desafiar las convenciones y llevar el límite sonoro al extremo, y además, nos hace reconocible a quienes interpretan la canción. Te preguntas, por qué suena tan distinto y tan bien el In-A-Gadda-Da-Vida, o qué hacen los Slayer.

La batería, ejecutada por Dave Lombardo, se convierte en el motor que empuja la pieza hacia adelante. El uso de ritmos rápidos y cambios abruptos de compás destaca un enfoque agresivo que consigue capturar la atención del oyente desde el primer segundo. En comparación, la versión original de Iron Butterfly se desliza suavemente a través de sus secciones, creando una sensación etérea. Slayer rompe con esta atmósfera al introducir un sentido de urgencia y agresividad. Se reconoce el estilo de Lombardo y se identifica la pieza que está desarrollando. Sublime.

El solo de guitarra es el elemento que merece una atención especial. Mientras que la versión original presenta un solo de órgano que evoca un ambiente casi hipnótico, Slayer opta por un despliegue técnico de guitarras eléctricas, lleno de velocidad y ferocidad. Ambos mástiles se coordinan y dan replica desembocando un caudal de notas y arpegios que no desmerece el desarrollo del solo central original. Al contrario, le da otro sentido y nos transporta hacia los umbrales donde el heavy metal se hace fuerte y auténtico. Este cambio no solo marca una diferencia tonal, sino también emocional; mientras que el solo de Iron Butterfly puede considerarse una celebración del espíritu libre de la época a través de la riqueza y calidad técnica, el de Slayer es una declaración de fuerza y dominio, de virtuosismo técnico y estilístico propio de los años 80 y del Trash metal. No queda excluida de esta versión el propio contexto de la época en la que se lanzó, ni tampoco el de las condiciones del lanzamiento. Una época en la que empezaba a hacerse evidente la ruptura del sueño americano, asi como la cada vez mayor desesperación de los jóvenes estadounidenses.


En cuanto a la letra, la interpretación de Slayer se aferra a la estructura básica de la canción, pero la entrega vocal de Tom Araya aporta una nueva capa de intensidad donde el estilo rasgado y a la vez grave del chileno le dota de un carácter especial. La forma en que Araya grita las líneas originales se aleja del estilo suave y relajado de la voz de Douglas Ingle, el cantante de Iron Butterfly. Este cambio vocal refuerza la idea del intenso desencanto y la desesperación que son elementos comunes en las letras de Slayer.

El contenido lírico de «In-A-Gadda-Da-Vida», que se interpreta comúnmente como una celebración del amor y la libertad, se transforma en un grito de resistencia en la versión de Slayer. La banda encuentra una forma de conectar el mensaje original con su propia estética, lo que ofrece al oyente una oportunidad de reflexionar sobre el significado cambiante de los ideales de la contracultura en la era moderna. La canción interpretada por Slayer encaja como un guante en los axiomas en los que se mueve la banda y el género desde el primer momento. In-A-Gadda-Da-Vida puede que no sea una canción suya, pero resulta como si lo fuese, y la agresividad, el dolor y la distorsión de este mundo tan cambiante y desesperado funciona a la perfección.


Desde su lanzamiento, la versión de Slayer ha generado diversas opiniones. Los fanáticos del metal suelen elogiar la habilidad de la banda para reinterpretar una obra clásica, mientras que algunos puristas del rock critican la "violencia" del enfoque. Sin embargo, esto es precisamente lo que hace que esta versión sea relevante. Una vez más, Slayer desafía la noción de lo que se considera "sagrado" en el mundo de la música, demostrando que incluso las obras más veneradas pueden ser transformadas sin perder su esencia.

La influencia de esta versión se extiende más allá de la propia banda, y ha inspirado a otros grupos a experimentar y reinterpretar piezas de otros géneros, adaptando a su estilo esas propuestas que pueden parecer consagradas e intocables. El diálogo entre géneros funciona a la perfección y los que lo celebramos somos todos los heavys.

Aquí somos muy fanáticos de la versión de Siniestro Total, No me lavo en la vida.

martes, 31 de diciembre de 2024

Una revuelta a la televisión española

 Lalachus y David Broncano nos van a dar la bienvenida a 2025

 

Esta noche, como muchas de las personas y familias de este país, volveremos tras muchos años a sintonizar Televisión ... Española para recibir el nuevo año. Ver en la Primera las Campanadas y tomarse las uvas al son que marcan, para inmediatamente felicitar con quienes compartimos el momento y pasar a llamar a los que por desgracia están lejos.

No puedo, ni debo, posicionarme en lo alto del podio de la superioridad moral en la que ciertos sectores de la izquierda se presentan como cool-es, elitistas y estándar de calidad suprema cultural, y por supuesto, de pureza ideológica. Yo al contrario que ellos digo que tengo televisión. Y la uso. Diariamente.

A veces, y sobretodo últimamente a consecuencia de tener que lidiar con caseros en el ecosistema salvaje de la vivienda en España, buscando las vueltas para poder ver canales y programas. Tengo que usar las plataformas de internet, libre y gratuito, para poder ver lo que quiero ver, porque desde hace unos meses la antena ha muerto ante el maltrato de arrendatarios anteriores y la indiferencia de los arrendadores. Apenas conservo 3 o 4 canales. Por fortuna puedo ver después de comer Expedición al pasado, que me parece lo único entretenido e interesante a partes iguales. Los autonómicos y el femenino en el que puedes ver el también interesante y necesario programa de los trajes de novia talla XXXL, a ratos entre las reformas de los gemelitos. Y ya. El resto no se ve. Se pixelea, se bloquea y desaparece. Y ya está. No pasa nada.

Desde luego hace décadas que no me informó a través de la televisión. No veo sus informativos, salvo la información meteorológica, y muchos menos, los programas, matinales, vespertinos y nocturnos, de debates políticos. El espectro de la derecha ultramontana copa todo el plasma catódico actual, y sólo sobrevive a duras penas la televisión pública, a esperas de que en el siguiente cambio de gobierno se ope por la Cadena Ser y se controlé el consejo político e ideológico de RTVE.

Aún con esto, vuelvo al hilo de la pureza ideológica de los pata-negra de la izquierda, tan limpios y tan brillantes, alejados de todo lo que huela a conflicto y a masa obrera, y que nos dan lecciones a los demás sobre cómo actuar en caso de hacerlo. Desde el posmodernismo, desde la urbanización de viviendas unifamiliares, desde las cátedras universitarias y desde el acceso a los medios de comunicación se está muy bien y se articulan relatos que deslegitiman la finalidad de la política como es la acción hacia la transformación de las condiciones materiales de la gente y el avance, o el progreso si se prefiere, de la sociedad, para que sea más justa, libre, igualitaria y emancipadora.

Discutir en las asambleas de partidos y sindicatos, en la barra de bar o en las redes sociales está muy bien y sería muy divertido, si no fuera porque enfrente cabalga una oleada reaccionaria de carácter ultra montano, injusta, criminal y malévola. Tener que discutir con tus supuestos compañeros ciertas cosas ante esta avalancha de inutilidad, casposidad y rancio patrioterismo no sólo es una pérdida irrecuperable de fuerzas y de tiempo. Es que además, se pone la alfombra roja desteñida para que nos arrasen, puesto que enfrascados en estas cuitas internas hemos dejado de ocupar los campos de batalla, a veces pero no solo en la dialéctica, para que la ultra derecha se apropie de los discursos, los debates, los escenarios y las mentes.

Una de las estrategias que más éxito renta a las élites cleptómanas de la derecha es la proliferación de bulos, mentiras y medias verdades. Las fake news no son un fenómeno nuevo propio de las redes sociales, ni mucho menos. Llevan desde siempre instalados en el día a día de la política liberal que supuestamente se decide a través de unas elecciones. Esto hace que sea conveniente convencer al electorado, aunque a veces se haga faltando a la verdad, insultando a la veracidad y poniendo en cuestión la propia lógica y los saberes que como sociedad con un acervo cultural sostenido teníamos ya más que asumidos.

Perder tiempo también en tener que desmentir toda la sonora maña de estupideces de toda índole que se escuchan por los medios de comunicación e internet es ya de por sí una putada y una derrota. Lo primero porque da igual que avales con sentencias o ciencia la verdad. Los destinatarios del bulo no te van a creer, porque el bulo reafirma sus prejuicios y sus cuñadeces. Si ya eres un reaccionario, un inmoral, un racista, un machista o un anormal que piensa que la tierra es plana o que los extraterrestres construyeron las pirámides egipcias y de Meso-América te vas a trufar en todos los datos verificados que te planten delante de la jeta. Esto no quiere decir que demos el partido por perdido en el minuto 1 y no desactivemos la mentira, la media verdad y el relato falsario interesado en sustentar ciertos estados de opinión y concienciación. No. Se trata de construir relatos que aporten estos datos reales y poder así discutir al imbécil y desacreditar su imbecilidad. Eso sí, sin caer en su propia cochiquera porque ya sabemos que no se puede pelear con un cerdo, porque al final te va a morder, te va a tirar al barro y ahí te va a ganar.

La televisión generalista en España desde siempre ha sido un alumno bien aplicado en la creación y difusión de mentiras enfocadas a sustentar mayorías y opiniones de derechas. Sólo en este año hemos visto como ciertas presentadoras y programas de televisión en las cadenas privadas han lanzado una campaña de bulos en torno al principal problema del estado, el acceso a la vivienda. Pero no lo han hecho desde el punto de vista de los millones de familias trabajadoras que no pueden acceder a este derecho básico con justicia social y sostenibilidad, sino de los grandes tenedores de vivienda, de los especuladores y de los arrendatarios que tratan de pagar la letra de un chalet de lujo a través de la renta por un pisucho de mala muerte sin reformar desde 1996.

Ana Rosa, Griso o Vicente Vallés no se han quedado ahí y han convertido en un problema de primer orden en la opinión pública la cuestión migratoria. Pero no dando voz a las personas que migran, desde dentro del país o que vienen desde fuera, sino dando un altavoz descomunal a los conflictos que se producen, cuando no hay arraigo o cuando chocan formas diversas de ver la vida. Aunque estos conflictos y problemas afortunadamente no sean la tónica general y si episodios esporádicos (por el momento) gracias a la labor de laminación de la opinión pública y de la inteligencia, se ha convertido en el problema nº1 de la nación, reafirmando las posiciones del partido ultra y llevando a la derecha y al centrismo del psoe de la mano a posiciones racistas y xenófobas.

En este juego de bulos y condicionamiento del votante entraron hace unos años otro tipo de programas. Sobretodo desde la pandemia de covid en 2020 los que eran programas de entretenimiento dieron un paso más allá y comenzaron a lanzar sus soflamas incendiarias y reaccionarias a un público cautivo, que en principio llegó hasta ahí por otros contenidos, pero que de la noche a la mañana, se veía inducido por la más rancia presentación de la sociedad.

Hay un programa en este país con más de 10 años en antena liderando el conocido como access prime time de lunes a viernes, esto es, el acceso o la hora previa a los programas estrellas de las cadenas los días de diario. En este programa, una persona se dedicaba a entrevistar a personajes públicos tanto del mundo del arte, de la política o del deporte, con una mezcla de rigor y humor en el que participaban dos marionetas de trapo con forma de hormigas. Varios colaboradores salían y hacían que la invitada o el invitado se lo pasarán muy bien haciendo trucos de magia, experimentos científicos o de cinética, probarán como se está dentro de una melé de rugby o lo que fuera.

Con el tiempo los colaboradores se fueron marchando del programa, todavía sin saber muy bien por qué. Fueron sustituidos por gente sin ningún talento más que el ser hijo de alguien. Y ahí tienes a una pareja de imbéciles riéndose sus gracias, a una supuesta periodista tóxica sentando cátedra, o a una pija demostrar al mundo que se puede ser una perfecta hija de la gran puta con un tono de voz suave y lánguido y con planteamientos propios de una niña de 6 años.

Al mismo tiempo se hacían más evidentes la actitud machista y sexista del presentador para cuando las invitadas eran mujeres a las que hacía pasar por su diversión, el más indisimulado acoso y violencia sexual. Todo ello ya con una clara línea derechista, de ataque al gobierno central y a todo lo que huela a izquierda o a sindicatos, dando pábulo a cualquier bulo y mentira interesada y creando de esta manera estados de opinión artificiales y construidos para cimentar mayorías reaccionarias.

Otro programa en esta deriva fue ese que se dedicaba a buscar fantasmas y extraterrestres y que de un tiempo a esta parte se ha dedicado a lanzar las mismas soflamas incendiarias, a replicar bulos y medias verdades y a dar cobijo a nazis directamente poniéndolos ante una audiencia que no se creía que los fantasmas fueran tan reales y dieran tanto miedo.

Tengo que decir que yo estos programas apenas los he visto. El primero sólo una vez, porque fueron unos conocidos (el “B” del Complutense que jugó el sábado anterior en Salamanca y nos lo dijo en el Tercer Tiempo) a hacer una demostración de rugby. Lo vi y el programa me pareció un formato deleznable. El otro lo veía hace unos años con mi mujer los domingos para coger el sueño, y entre cabezadas saltaba ya para soltar aborchonado “menuda gilipollez que acaban de decir”. Así que si, estoy escribiendo de oídas. Pero ahí los tienes hoy en día, quejándose de que no hay libertad de opinión, de que en los 80 se podía hablar de todo y todo tipo de ocurrencias y cuestionamientos de cosas tan importantes como la violencia machista o el cambio climático. Como si no estuvieran televisión, llegando a millones de espectadores, soltando sus mentiras, bulos y gilipolleces.

Ante este clima catódico, unido a las soflamas incendiarias de la radio matutina de los federicos, herreras y ansinas, y a los periódicos en papel, que sin excepción pertenecen a los emporios mediáticos de la ultraderecha, algunos ya llevamos tiempo diciendo que es necesario que desde la izquierda, los partidos, sindicatos y asociaciones se haga un esfuerzo por publicar y difundir nuestras opiniones, iniciativas y propias noticias. Y que en la cima de la pirámide aprovechar, que en teoría, se está en el gobierno para que la radio-televisión pública sea un espacio donde haya variedad y la verdad sea el objetivo primordial.

Bien, pues no parece que en el primer punto estemos haciendo mucho. Pero por lo menos, hay que decir, que Pedro Sánchez ha entendido, por otra parte como suele ser habitual en él, las necesidades intrínsecas para garantizar su supervivencia política y ha decidido dar batalla por el control del relato mediático a través de RTVE. Con pocas medidas, es verdad, y por supuesto, sin abrirse a contenidos más atrevidos y necesarios en los que se hable de feminismo, de cambio climático o de los problemas reales de la clase trabajadora. Pero algo es algo.

Para discutir el liderazgo en audiencias del mequetrefe y las hormigas, RTVE fichó en verano a unos chavales humoristas que llevaban años haciendo en la televisión de pago un formato de entrevistas y bromas irreverentes. Un estilo desenfadado, joven y actual que no había hecho que el canal de pago ganará más abonados, pero si que sus visualizaciones en youtube fueran de récord.

Brocano y su tropa han revuelto el panorama televisivo del país de tal manera que hasta RTVE ha tenido que rendirse a la evidencia, y pese a las primas trabas de una dirección nacida de los senos de Rajoy, encargar a Broncano y Lalachus la presentación de las campanadas de Nochevieja. Probablemente el programa más importante del año.

Sin duda, La Revuelta es un formato mucho más fresco e interesante que el resto de propuestas de la televisión generalista española. Si quitamos a La2 que aún con borrones imperdonables, es un espacio para la cultura y la divulgación, el resto de canales es una bazofia. Repetición hasta la nausea de los mismos programas. La mayoría producidos en las televisiones de pago de Estados Unidos con formatos que sustentan la ideología neo-con que tan bien les ha ido hasta ahora allí, verdad. Repetición de las mismas series, los mismos reallitys, las mismas películas. Una y otra vez. Te tiras un mes viéndola porque no tienes más remedio, porque estás convaleciente o por lo que sea, y al día 32 ya no hay nada que te resulte original y divertido.

Por eso, La Revuelta es tan exitosa y una idea tan acertada. Porque frente a una presentación de la realidad con una clara intención hay otra que es más acorde al mundo de la gente que viene a divertirse, a reír y a pasárselo bien. Porque hay problemas, pero no pueden convertirse en opresiones, hay que echarle humor como primer paso para superarlos. Porque frente a unas nuevas generaciones idiotizadas por los youtubers que se han posicionado gracias al dinero de papa y lanzan más bulos y más opiniones individualistas y trasnochadas, pese a ser jóvenes, hay aquí un formato que intenta ganarlos para la causa de la democracia, de la participación política y en el que además, comparten espacio, aunque sea televisivo, con otras generaciones.

Y si, es verdad. Yo no veo la Revuelta todos los días. Muchos días ni enciendo la televisión. Otros a lo mejor lo pongo y veo como Broncano, Grison, Castella o Ponce bromean y dan pie a la participación del público (un acierto brutal y de lo más destacable de este programa). Veo la intervención de Lalachus, un descubrimiento que me tiene enamorado por su frescura, su espontaniedad y su sentido del humor. A veces veo la entrevista y a veces no. A veces, no me gusta que Broncano o Grison interrumpan constantemente a las invitadas con sus bromas, porque a veces a fuerza de repetirse caen en la misma ranciedad que otros. Y otras veces apagó el televisor porque los entrevistados son esos cantantes y actores “modernos” que gustan ahora a la gente joven y que a mi, lo siento, no me dicen nada. Pero lo positivo es que exista este programa y no eché de antemano a toda la gente a los brazos de los reaccionarios y ultras. Porque disputando el terreno de juego de la audiencia, no sólo es que ya gane, es que además, de entrada, está demostrando que hay partido. Y que la mayoría de la gente es inteligente o por lo menos lo suficiente para construirse su propia opinión si les das alternativa en la oferta de relatos.

El éxito de La Revuelta y la noticia de que Broncano y Lalachus van a presentar las campanadas de La1 han provocado una reacción machista y fascista en redes sociales y en columnas de opinión en periódicos, televisiones y radios de toda esa purria cavernícola con la que tenemos que lidiar en este país.

Los tuits refiriéndose al aspecto físico de Lalachus son vomitivos y el más puro ejemplo de rancio abolengo españistaní que te puedes echar a la cara. Cuando las campanadas las presenta hombres con sobrepeso como Chicote o Ibai nadie se ha quedado. Todos celebran que Pedroche salga desnuda porque así empezaban el año con una paja. Si no queréis ver a Lalachus y a Broncano vete a otro canal, y no molestes. Y sobretodo, no insultes.

Yo, y estoy seguro que muchos, nos quedamos con el humor, con la originalidad y con esa sonrisa natural y divertida que gente con talento nos viene a mostrar.


Por un 2025 donde demos de verdad batalla al fascismo y donde las clases trabajadoras venzan. Donde acabemos con la desigualdad y defendamos lo que realmente nos hace libres, iguales y fraternos. Por un 2025 con humor, salud y revolución.


viernes, 27 de diciembre de 2024

¿Habrá elecciones en 2025?

En pocos días va a acabar un año más, y tiene pinta que no va a ser el último, de una crispación política insoportable para el ciudadano normal. El teatro televisado, radiado y panfleateado por los periódicos tiende al infinito de la hipérbole y la víscera. El teatrillo de la democracia liberal burguesa no es política en términos grandilocuentes. No hay debate como tal. Sólo reproches y acusaciones parvularias del y tu más … No hay grandeza en los discursos, ni en las palabras, y los hombres públicos de la antigüedad no pueden verse reflejados en los parlamentarios y parlamentarias de hoy en día.

Los medios de comunicación de masas y las redes sociales no ayudan a rebajar la crispación y la violencia verbal que a punto está de volverse física, si es que no lo ha hecho ya. Una ultra derecha, toda ella, política, judicial y mediática echada al monte bajo el mandato de la económica que quiere cerrar el círculo de la explotación de la clase trabajadora y de los recursos y patrimonios de todas y todos. No puede aflojar el nudo de las levas en un contexto de crisis de valores colosal, donde el imperio se convierte en pasado. Se desmorona a cada día y pierde capacidad para seguir manteniendo el orden establecido mientras sus propias poblaciones, en Estados Unidos y en la lacaya Europa quedan en manos de sátrapas que se venden como depositarios de la democracia y la voluntad popular y no son más que los enterradores de un sistema y una ideología que hace aguas por todas las partes. Incapaz de garantizar el bienestar de la mayoría, y que solo sirve para usurpar a las clases productoras.

Con este contexto cada año que se mantiene el gobierno de coalición más progresista de la historia es un éxito que no deja de sorprender a los que tenemos un par de dedos de frente y sabemos cómo funciona el mundo, y cómo mal-funciona el sistema democrático y capitalista.

Si ante esta avalancha de acciones de casi toda índole -solo falta el típico golpe militar españistaní-, que un gobierno, supuestamente de izquierdas, se mantenga en el poder es para alabarlo. Pero también es verdad, que más por méritos propios, se debe a los deméritos de ese bloque cainita y rancio, incapaz de convencer a una mayoría para facilitarle el acceso al poder, toda vez que su estrategia de odio y crispación se basa en atacar a todos los que son diferentes al típico españolito de a pie. Por qué si sólo se siente español el hombre, blanco, de apellidos nacionales, de media edad y que tiene un trabajo, una hipoteca y un coche que contamina, ¿cómo diablos va a convencer a las mujeres?, a jóvenes que no pueden acceder a la vivienda, a jubilados a los que no les llega la pensión y a los que pretenden explotar hasta el último segundo, a personas sensibles con el bienestar animal, la calidad de los ecosistemas y en lucha contra el cambio climático. Cómo pueden convencer a catalanes, vascos, valencianos o canarios. Más allá de Madrid, más aún, más allá de la M30 hay mucha España y muchos y diversas españolas y españoles.

Qué clase de inútiles corruptos y amorales son los políticos de derechas de este país (y ojo, que también hay muchos en la supuesta izquierda) para que ante todo el apoyo mediático y económico mediante no sean capaces de ganar una mayoría. No busquen mucho. Los llevamos viendo muchos años y su último ejemplo está siendo en Valencia.

Por todo ello, lo indico una vez más, es absolutamente descorazonador que un gobierno como el actual no sea más proactivo a la hora de plantear propuestas y ejecutar políticas en beneficio del bien común. Si prácticamente sin hacer nada ya tienen a un ataque frontal de una oposición que ha demostrado con la pandemia, con el volcán, con las guerras de Ucrania o Palestina, o con la Dana, su nula capacidad para poner el interés general por encima del suyo particular. Su esquiva colaboración para solventar los problemas comunes y garantizar la capacidad adquisitiva de todas las familias. Que lejos de plantear soluciones se suma a crear más y más problemas, a veces donde no los hay, para derribar al gobierno. Que se manifiesta por derechos trasnochados que no existen y por mantener costumbres que poco o nada tienen que ver, no ya con la España y Europa del siglo XXI, sino con el mundo de cambio de siglo.

Por qué este gobierno no es agresivo y cambia proactivamente el país a través del BOE. Retratando a todas las fuerzas políticas una y otra vez. Cada semana. Y a todos esos supuestos “medios de comunicación”. Es verdad que luego hay que ir al Congreso (y al Senado) y conseguir la suma de muchos partidos, con ideologías diversas y a veces enfrentadas, para sacar adelante toda propuesta. Pero es la manera de ir planteando soluciones y a los acuciantes problemas, muchos de ellos enquistados, que lastran este país y a sus gentes. Qué desperdicio de acción política que podía resultar en ir acercando a personas trabajadoras a un gobierno, que quizás no es el que más simpático les resulta, pero que indudablemente mejora sus condiciones de vida.

El último ejemplo los estamos teniendo estas semanas con el impuesto a las eléctricas, una medida social importantísima que puso freno al lucro excesivo de estas empresas, que desde que dejaron de ser patrimonio nacional (gracias pp y gracias Aznarin) se han convertido en sanguijuelas de las clases trabajadoras. PNV y el chiringuito del cara-dura de Puigdemont son tan de derechas como el pp y tan patriotas del dinero como ellos. Su bandera les separa pero les une mucho más el dinero. Y ahí están defendiendo el interés de los accionistas, muchos de ellos extranjeros, frente a que sus compatriotas (españoles, catalanes o vascos) pasen frío en invierno. Son así de sinvergüenzas e hipócritas.

Por eso plantear esa reforma fiscal progresista y basada en un modelo de justicia social que financie y garantice la igualdad entre ciudadanos de oportunidades, el acceso a los servicios públicos, empezando por la sanidad y la educación, es tan necesaria como evidente que a de ser la primera promesa electoral de todo partido de izquierdas de verdad. Por ello es tan básico mostrar las contradicciones de estos partidos de derecha. Porque están en una situación de desventaja. Aunque no lo parezca.

Porque mientras la ultraderecha madrileña esté echada la monte es imposible que estos partidos catalanes y vascos vayan a facilitar directamente, o incluso, indirecta, un gobierno de extrema derecha. Porque sus electorados jamás lo perdonarían. Y de hecho, si hace un año y medio sacaron adelante, junto a las fuerzas de izquierdas, incluidas las nacionalistas y el PSOE un gobierno de coalición fue el miedo a ese gobierno de extremo centro que los tendría entre sus objetivos, y fundamentalmente porque su propia nación los trataría como traidores.

Por lo tanto, con este ecosistema parece factible que salga adelante cualquier propuesta fiscal, o política, que vaya en beneficio de las clases populares y de los pueblos que viven más allá del barrio de Salamanca de Madrid. Lo primero porque todos, y en esto debería de incluirse a las derechas que encima rigen algunas Comunidades Autónomas, están interesadas en que salga adelante unos presupuestos para 2025 que desbloqueen las ayudas europeas y les permita hacer o no, sus políticas. Sean las que sean.

Otra cosa es avanzado el año y viendo que los propios pactos entre fascistas saltan por los aires con más facilidad que los de izquierdas, sería la idoniedad de una convocatoria de elecciones generales a partir del verano. La búsqueda de sustentar una nueva mayoría progresista que garantizará el gobierno restando los apoyos de PNV y Junts toda vez pasado el ciclo electoral en Euskadi y Catalunya. Descarto una moción de censura o un empuje desde las derechas que llevarán a una elecciones anticipadas.

De darse la convocatoria y revalidarse un gobierno del PSOE, con o sin participación de la izquierda a la izquierda del PSOE, se producirían dos hechos muy importantes: El primero trascendental es que el PP estallaría. No podría aguantar más años de oposición porque no sabe y porque hay una lucha por el poder más que evidente. El segundo que quizás, y solo quizás si los interesados demuestran tal interés, sería la responsabilidad de aprovechar por fin la oportunidad y hacer políticas que merezcan la pena y nos permitan ser un mejor país, con mayor dignidad. Que podamos de una vez por todas, y junto a todas y todos, transformar este país y arrojar al contenedor de la basura el franquismo y el tardo-franquismo.

Quizás si no se hacen estas medidas que darían una mejor, o incluso por primera vez una democracia, no es tanto cobardía o inutilidad, como que al final son el mismo problema. Una casta política, a la que se han sumado todos los advenedizos, para que nada cambie. Entonces y sólo si superáramos nuestras diferencias, las clases trabajadoras, la población debería levantarse y reclamar un clima político más constructivo y digno. Una quimera.

Para contestar a la pregunta del título de esta entrada no tengo una respuesta en firme. La lógica y la experiencia previa con Pedro Sánchez me dice que si. Porque aunque es casi imposible y puede que hasta una locura, se trata de una estrategia audaz que le garantizaría 4 años más y dejaría muy tocado a su rival al que además podría ir desgastando nuevamente en otro ciclo electoral. Si se dan las circunstancias, que ahora no son porque no le otorgarían la iniciativa, no tengo ninguna duda. Otra cosa sería las políticas que practicaría, que estarían influidas por la relación de mayorías. Si no se dan esas circunstancias que le favorecieran, ya veremos…

Una de las principales razones de pensar así es que a la izquierda a la izquierda del PSOE, la situación es tan lamentable que van a empujar a muchas personas al psoe por incomparecencia. Es duro decirlo pero es así.

No pensemos más en estas cosas y tampoco demos palabra a los cuñados. Feliz año nuevo. Y disfrutar de este su último fin de semana.

 

 

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Barro y trabajadores

No es que falten ganas por ponerme a escribir, y ni mucho menos temas que trabajar y tratar, para dejar aquí unas reflexiones, que pese a algunos incondicionales que me leen (y me lo advierten), tienen más funcionamiento como ordenamiento de mis ideas y opiniones, y registro físico, virtual mejor dicho, de mi coherencia. Si en los últimos meses apenas escribo y público, esta vez si es así, es más por lo apretado de los días entre trabajo y estudios y vida de pareja y familiar. Si ahora pongo negro sobre blanco es por la absoluta desolación por lo acontecido la semana pasada.

El martes 29 de octubre de 2024 es ya un día funesto en la historia de España y de Valencia. Una DANA, conocida también como gota fría, provocó un tren de gigantescas tormentas que sacudieron el centro de la región de Valencia, desde la desembocadura del Júcar hacia el interior, en un movimiento, desde el Mediterráneo hacia el Levante, de catastrófica virulencia.

En poco más de 8 horas, en algunas zonas se descargó el agua de un año, y los barrancos, rieras y cauces, naturales o artificiales, apenas pudieron contener el volumen de agua caída y comenzaron a desbordarse y arrasar todo lo que aparecía a su paso. Las imágenes y testimonios del cataclismo acontecido son devastadoras. Capaces de atacar la piel y la sensibilidad de cualquier ser humano, mínimamente empático y, en definitiva, que conserve esas gotas de humanismo. Más si cabe, cuando tierras y gentes son para mi más que bien conocidas, y de hecho, desde hace un par de años vivo, vivimos, a poco más de una hora de la zona cero de la catástrofe.

La rabia, el dolor y la indignación por la devastación material y humana, más de 200 fallecidos, y en este momento 90 desaparecidos confirmados por el gobierno central, ya tendrían suficiente caldera por el hecho mismo. Por lo injusto que es la naturaleza que siempre castiga a los más pobres y desamparados.

Pero en este caso, y por desgracia siempre en Españistan, el tardo-franquismo hace de las suyas y lo que hubiera sido un evento natural extraordinario, extremo y muy peligroso, se convirtió en una trampa mortal para las clases trabajadoras.

Lleva la AEMET y muchos científicos (ambientólogos, físicos, geógrafos, sociológos, etc.) muchísimos especialistas avisando que se estaban poniendo los ingredientes para un drama terrible. Un mar Mediterráneo (en realidad todos los mares y océanos mundiales) con unas temperaturas máximas del agua récord, auténtica gasolina para las tormentas y fenómenos como la gota fría en el Mediterráneo o los huracanes en el Caribe. Cientos de asociaciones, instituciones y organismos avisando de la situación de la Comunidad Valenciana, con un urbanismo que ha edificado sin más planeamiento que el enriquecimiento rápido, abusivo y personal. De cada tres metros cuadrados que hoy están urbanizados (viviendas, equipamientos, transportes, industrias, naves, almacenes, centros comerciales, etc.), que están cementados y hormigonados en la Comunidad Valenciana, uno lo está en zona inundable. Un tercio del desarrollo urbanístico y empresarial construido por donde el agua ha pasado siempre. Y por donde volverá a pasar siempre que vuelva, siempre que lo necesite.

Y se sigue construyendo. Y se siguen aprobando planes y promociones robando el espacio que necesita la naturaleza para preservar sus propios ciclos. Si hay dinero de por medio nada más interesa, ni prevalece. Ni siquiera la vida, aunque se envuelvan en la bandera.

Desde el viernes 25 ya estaban activadas las alertas por posibles lluvias torrenciales y avisos de “especial significación y virulencia”. Se fueron recordando durante todo el fin de semana. Actualizándose y advirtiéndonos a todos de que tomaros las precauciones necesarias. Y algunos hicimos caso, y por ejemplo, nosotros adelantamos nuestra vuelta de Valencia un día. Otros muchos no. Otros muchos, cada día más y sobretodo, cada vez más ruidosos, enfangan los debates y las propuestas, son la DANA que embarra la ciencia en los medios de comunicación y las redes sociales. Insultan la inteligencia, y la labor y dedicación de los científicos de este país. Una vez más la estupidez marca el camino en España y arrastra al lodo a la ciencia.

El propio martes la situación no estaba para bromas. Por la madrugada, aquí en Alcoy cayó una tormenta tremenda con mucha fuerza durante una hora, y que siguió dejando agua hasta las 10 de la mañana. La cabeza del frente fue hacia el Norte, donde empezó a descargar en la zona del interior de Valencia, la comarca de Utiel-Requena. Mientras otra rama de la misma tormenta hacía saltar las alarmas al Sur, en la provincia de Albacete, en el bonito pueblo de Létur, en la Sierra del Segura, que era literalmente arrasado por la fuerza salvaje del agua que desbocada inundaba y arrancaba el casco histórico del pueblo. El balance se mide en millones de euros de daños y hasta 6 fallecidos.

A mediodía la situación en Utiel era dramática. El rio Magro, sobre el que cruce hacía apenas un mes y estaba totalmente seco, se había desbordado, con un caudal incontrolable que trasladaba las orillas a 200 metros a cada lado. Su paso por el territorio era virulento e imparable y hacia las 2 de la tarde, ya habría desaparecidos y fallecidos, y una situación caótica en toda la Hoya de Buñol.

Sin embargo, en ese momento está el punto dramático de ese día. Porque en ese momento, aunque no se habrían podido parar las aguas que ya bajaban desbordando torrentes y barrancos, ni el ciclo de tormentas que ahora estaba en frente de la ciudad de Valencia y la desembocadura del Turia, recargándose mar adentro. Pero lo que si se podría haber hecho es minimizar el impacto es las zonas más afectadas en la Horta Sur y la ciudad de Valencia, al Sur del cauce nuevo del Turia.

El presidente de la Comunitat de Valencia, Carlos Mazón, del PP, pero aupado con los votos de la extrema derecha, a las 2 de la tarde se planta ante los medios. Lo hace para anunciar que la Generalitat va a apoyar a la ciutat de Valencia (también de vuelta a manos del PP) en su candidatura para alojar la intrascendente y carísima Copa América de Vela. Un evento que no despierta ningún interés, y que en Barcelona acaba de ser claramente un fiasco, como lo fue en su día en la Valencia de Rita Barbera, pero que eso si, deja jugosas comisiones y dinero a repartir entre la oligarquía de la ciudad, región y país. En esa misma comparecencia Carlos Mazón anuncia que la tormenta va a remitir y que no es necesario parar la actividad. No fuera a ser que empezarán a anularse reservas de lo que se presumía un histórico puente "de_todos_los_santos" a nivel de ocupación hotelera y negocio turístico. Apenas una hora después las tormentas empezaban con especial violencia a descargar, una tras otra, sucesivamente a través de un corredor de 80 kilómetros, dopando de agua cauces que inundarán todo lo que encuentren a su paso.

A las 20:34 cuando las valencianas y valencianos ya tenían el agua por el pecho, y habían tenido que salir de sus coches por la ventanilla para ponerse a salvo los que habían podido (otro día si eso hablamos del fracaso que es que sólo en la ciudad de Valencia y su área metropolitana haya 5 millones de desplazamientos en vehículo privado cada día), la Generalitat activaba el nivel máximo de alerta, y sonando a cachondeo mandaba el sms de aviso a la población para que se resguardara. Ese sistema de aviso, por cierto, que la ultra derecha política y mediática discute con frenesí como atentado a la libertad desde el año de la pandemia.

Antes, hace un año exactamente, para acceder al sueldazo que tiene no tuvo ningún problema en desmontar la Unidad de Gestión de Emergencias regional que el anterior gobierno valenciano había puesto en marcha, en un contexto, y una tierra, que no hacía más que tener gotas frías críticas e incendios tremebundos. A cambio, firmó y sufragó no sé cuantos festejos taurinos, populares y municipales, y garantizó el sueldazo para el torero facha que no se sabe muy bien qué ha hecho ahí, hasta que hace poco que en el paripé del teatrillo de la política institucionalizada salía del govern.

Cuando surgió la necesidad y oportunidad de crear la UME, en 2005 había que oír a esta extrema derecha que tenemos. Que si era una vergüenza y un capricho de Zapatero; que si  todo era parte de una táctica para desmilitarizar el país y que ya no hicieran la guerra en el perejil, por el rey, por la patria y por la pasta. Sobretodo por la pasta. Y cuando la han podido revertir, como en el caso de Valencia, lo han hecho antes de que pudiera demostrarse su imperiosa necesidad, y su función trascendental como parte de los servicios públicos a la ciudadanía, y especialmente a las clases trabajadoras.

Y es que gobiernos como el que lidera Mazon, la tarada de Madrid, el ladrón en Andalucía, o el que aspira a montar el amigo del narco en Moncloa, tienen una serie de requisitos, en los que poco o nada tiene que ver la composición, estén dentro o no, los fachas sin complejos. La agenda neoliberal de recortes y adelgazamiento del sector público, es decir, de lo que nos hace a todas y todos ciudadanos libres y de igual condición, las bajadas de impuestos asociadas a esto como parte del populismo de botarate, y el cuestionamiento, cuando no de negación, a todo lo que huela a ciencia, saber y conocimiento, no vaya a ser que discuta las sagradas entelequias del estado españistaní.

No es la primera vez que una catástrofe natural o provocada, directa o indirectamente por la mano del hombre, tenga la mayor desgracia de ser gestionada, tanto en prevención, crisis, como resolución y esclarecimiento, por los desalmados amorales del PP. Tampoco será la última. Y sin embargo, se prestan a rebasar todos los límites de la dignidad de la clase trabajadora. Toda la capacidad física y emocional que podemos resistir para sobrevivir y seguir luchando. A veces, frenándonos en el impulso de arrasarlos ya de una vez, como turba bárbara, porque somos mejores que ellos. Porque ellos, por sus políticas y su ideología criminal y fascista, nos asesinan. Cada día, de camino al centro de trabajo, y dentro del propio tajo. Al acceder a una vivienda, consumiendo productos de primera necesidad cada vez peores. Exponiéndonos a un medio ambiente y una naturaleza viciada, contaminada. Y ahí están. Y ahí siguen. Pretendiendo gobernar y dar lecciones. Son insufribles. Los odio cada día más

Que un inútil como Carlos Mazón una semana después no haya dimitido y esté ante un juicio por lo penal es un drama. Que más que plantear soluciones y converger ayudas y coordinación, no haya hecho más que poner palos en las embarradas ruedas es una desgracia. Y que además, con el paso de las horas, y ante los daños causados por su nefasta gestión, empiece a mentir ya sería suficiente para que las personas que creemos que merecemos un país mejor nos subiéramos por las paredes. Que además esa ultra derecha que critica la ciencia, negacionista del cambio climático (porque en realidad lo que tratan es que los que se han venido lucrando deteriorando las condiciones vitales del planeta paguen la factura de las tropelías y no se la dejen al pueblo) y punta de lanza de las oligarquías patrias se erijan en salvadores de la gente es otra muestra de recochineo y burda propaganda dopada por las oligarquías y que insulta la inteligencia de todas y todos que sabemos lo que ha pasado y pasa.

Ni que decir tiene que han sido las clases trabajadoras, por cuestión de clase, no de raza, ni de nacionalidad, sino por sentido de pertenencia y fraternidad, las que se han auto-gestionado para con solidaridad, empatía y compromiso ayudar a sus vecinos y familias. Y a ellos mismos. Primero, para salvar las propias vidas. Después, a levantar sus barrios y pueblos. A salvar los pocos enseres que se puedan y a limpiar y restaurar las casas, como buenamente se pueda. A tratar de devolver la electricidad, el agua corriente y las comunicaciones; a reconstruir de urgencia las vías de acceso (ejemplarizante la labor de Óscar Puente, el único político en su sitio en esta semana). A organizar un tren, ahora de ciclistas, que entran y salen de Valencia y los pueblos para conseguir víveres y medicinas para quienes no pueden desplazarse. A compartir con los vecinos, los voluntarios y desconocidos lo que les queda en la nevera y la despensa. A quitar barro y achicar agua las manos voluntarias y voluntariosas, como en su día quitamos txapapote, o sacamos víctimas de trenes estrellados o explotados.

Y sin embargo, es agotador tener que recordar que los impuestos van para esto: para unos servicios públicos de calidad y con dignidad. En Sanidad, en Educación, en Servicios Sociales, y si también, en equipos de rescate y gestión de emergencias. Y no tanto en policías que se dedican a reprimir a la clase trabajadora, a perseguir a los que pillan lo que pueden para seguir tirando (no hablo de los que aprovechan cualquier situación para causar más dolor) y en seguir desahuciando hasta 6 viviendas al día en pleno 2024, llueva, nieve o haga 40 grados a la sombra.

El martes eran las y los trabajadores de Valencia (también en Letur, en Cuenca o en el litoral atlántico andaluz) los que estaban en peligro. Los que tenían que luchar por su vida para volver a sus casas, tras la jornada laboral. Nadie se dignó en pensar en ellos, en evitarles una situación de peligro extremo porque no puede parar ni una misera tarde la rueda del consumismo y el capitalismo exacerbado. Es la clase trabajadora la que tiene que jugarse la vida para salvar un coche o una moto con la que desplazarse -perdiendo un montón de horas al año de su tiempo libre y de su familia- para trabajar. Porque si pierden esa herramienta, pierden el empleo y el sustento.

Y fue y es la clase trabajadora la que se arremanga y se mete en el barro para recobrar la normalidad de la indignidad del día a día. Para poder seguir siendo explotados. Por empresarios amorales. Por políticos inútiles, corruptos. Por un fascismo indisimulado.

Hemos subido a ayudar el domingo y volveremos el finde. Y lo haremos mil veces más. Pero para ayudar a las personas. No para ayudar a que todo siga igual, como si esto no hubiera pasado.

 

jueves, 5 de septiembre de 2024

El Festival Intercéltico de Lorient

Bandera de la nación celta compuesta por el resto de banderas de las regiones de herencia celta. Foto tomada el 20 de septiembre de 2023 en Landernau, Bretaña.

 

El año pasado empleamos septiembre para ir en coche hasta Normandía y Bretaña y visitar durante todo el mes aquellas bellas y estimulantes tierras. La amalgama de paisajes naturales, urbanos y rurales, la sucesión de monumentos (castillos, catedrales, iglesias, Hotel le ville y maries, museos,…), los paseos por senderos y rutas. La gastronomía y la amabilidad de las gentes y los modos de vida más pausados y que mantienen su esencia haciéndolos a la vez atractivos e irrenunciables … una delicia de viaje, de encadenado de kilómetros y tramos en una ruta en coche de ida y vuelta por el Oeste francés y recorriendo Normandía y Bretaña.

Una de las primeras sorpresas vino cuando hacíamos tiempo para salir a cenar en el hotel B&B del día y encendía la televisión un momento. En la televisión pública francesa, la RTF, una vez llegados a Normandía y después por Bretaña, en el tercer canal del grupo, RTF3, destinado como canal regional con programación continua, el programa estrella eran las sesiones del Festival Intercéltico de Loirent, pequeña ciudad bretona.

Hago un inciso para hacer notar la necesidad y oportunidad que supondría que RTVE hiciera lo mismo y se dotará de un tercer canal de producción propia con contenidos regionales. Lo ideal sería que se pudieran ver en el resto de autonomías, y de hecho, en el ejemplo francés, comprobé como muchos programas se compartían entre señales de cada región. Especialmente los de contenido cultural y de viajes que presentaban las regiones al país. Ni que decir tiene que en Bretaña RTF disponía de un canal más en lengua bretona. En el caso españistaní, de ilusiones se vive.


 

El Festival Intercéltico de Lorient en Bretaña, Francia, es un evento cultural de renombre internacional que celebra la rica herencia celta a través de música, danza, gastronomía, arte y tradiciones. Este festival anual, que se lleva a cabo en la ciudad bretona de Lorient, atrae a miles de visitantes cada año y es una oportunidad única para sumergirse en la cultura celta y disfrutar de una experiencia verdaderamente inolvidable.

El origen del Festival Intercéltico se remonta a la década de 1970, cuando un grupo de entusiastas de la cultura celta decidió organizar un evento que reuniera a las diversas ramas celtas de Europa para compartir sus tradiciones y celebrar su patrimonio común. Desde entonces, el festival ha crecido en tamaño y popularidad, convirtiéndose en uno de los festivales celtas más importantes del mundo.


Una de las características más destacadas del Festival Intercéltico de Lorient es su programación musical diversa y emocionante. Durante diez días, artistas de toda la región celta se reúnen para ofrecer conciertos en vivo de música tradicional y contemporánea, fusionando sonidos ancestrales con influencias modernas, pero manteniendo la esencia de la cultura celta en sus actuaciones, logrando de este modo no sólo la supervivencia como tal de este patrimonio etnográfico, sino además, estimulando que más personas se acerquen, investiguen y quieran involucrarse en su legado. Los visitantes tienen la oportunidad de presenciar actuaciones de renombrados grupos musicales, bandas de gaitas, cantantes solistas y bailarines, creando un ambiente vibrante y lleno de energía.

De este modo y a través de la señal de la televisión nacional no sólo se presentaba la herencia cultural celta de Normandía y Bretaña, sino que el viernes y el sábado los eventos de máximo seguimiento, se retransmitían en directo en RTF1 para todo el país. Y no es que sólo hubiera agrupaciones y bandas de música celta de estas dos regiones sino que el Festival Intercéltico de Lorient se nutre de aportaciones de las otras regiones donde el marchamo celta tiene fuerza y su raigambre esta presente. Así pudimos ver a grupos de Irlanda, de Escocia, de Gales, de la Isla de Man, y otras islas del canal. Incluso grupos venidos desde Nueva Inglaterra y la Columbia Británica en América y de Australia y Nueva Zelanda, con representantes que mantienen vivos en sus lugares de origen, el acervo cultural e identitario de sus antepasados quienes tuvieron que emigrar para subsistir.

Pero es que hay más aún. Parte importante, y muy celebrada por el público francés, era la presencia de bandas de gaiterios galegos y astures, quienes con su labor y entrega nos hicieron reflexionar. Y es que tiene bemoles la cosa que para poder disfrutar y conocer esa labor de permanencia de un rito del patrimonio cultural y folclores propios y tan característicos, hayamos tenido que viajar a Francia y podamos verlo por TV en prime time. Y sin embargo, en España todas estas expresiones culturales no tienen espacio ni cuentan con el respaldo, ni el más mínimo apoyo de las élites y las administraciones. De hecho, las puedo ver en la televisión francesa, por su propio valor cultural, mientras que en España solo se pueden ver cuando complementan la presencia real en los Premios Príncipes de Asturias. Una vergüenza.

Eso sí, la cultura urbana y la presencia de modos de expresarse que no tienen nada que ver con lo que somos acaparan todo espacio mediático, imponen su agenda y constriñen la expresión, la socialización y la libertad de las gentes, en un ejercicio de homogenización cultural terrible. Una igualación que procede a la eliminación de las formas de sentirse propias y ancestrales, y se sustituyen por comportamientos y pensamientos consumistas e individualistas, que además, ofrecen una bajeza moral y una falta de ética que es absolutamente contraproducente para la sociedad.

Volviendo al Festival Intercéltico de Lorient, además de la música, el festival también ofrece una amplia variedad de actividades culturales y recreativas para todas las edades. Desde demostraciones de danza celta hasta talleres de artesanía tradicional, con fuerte presencia de los trajes típicos y los trabajos que suponían, pasando por degustaciones de comida típica celta, hay algo para todos los gustos en el Festival Intercéltico. Los visitantes pueden explorar puestos de mercado con productos artesanales, aprender sobre la historia y la mitología celta en conferencias y exposiciones, o simplemente relajarse y disfrutar de la atmósfera festiva.

Otro aspecto destacado del
Festival Intercéltico de Lorient es su desfile anual, donde grupos folclóricos de toda Europa desfilan por las calles de la ciudad con trajes coloridos y música tradicional. Este desfile multicolor es una celebración de la diversidad y la unidad de las culturas celtas, y refleja la importancia de preservar y promover estas tradiciones milenarias para las generaciones futuras.

En conclusión, el F
estival Intercéltico de Lorient en Bretaña, Francia, es mucho más que un simple evento cultural: es una celebración vibrante y emocionante de la herencia celta que une a personas de diferentes países y orígenes en torno a una pasión común. A través de la música, la danza, la comida y las tradiciones, este festival mágico nos invita a sumergirnos en la riqueza y la belleza de la cultura celta, recordándonos la importancia de honrar nuestras raíces y celebrar nuestra diversidad como pueblo.

A mi y a mi mujer nos ha dado ganas ya de ir otro año y disfrutarlo al máximo.


Aquí una muestra del desfile de gaitas del día previo al comienzo del Festival.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...