lunes, 30 de octubre de 2017
Techo y comida
martes, 1 de diciembre de 2009
Libertad según Liberalismo

La libertad del individuo frente al Estado se ha considerado el principio que en teoría ha motivado al proyecto liberal. Los partidos liberales y la Internacional Liberal (de la cual, Convergència Democràtica de Catalunya forma parte) se presentan a sí mismos como los defensores de la libertad, frente a la socialdemocracia, a la cual critican por su excesiva dependencia del Estado, asumiendo que tal dependencia limita la libertad del individuo. De tal postura los partidos liberales derivan sus propuestas culturales, políticas y económicas, desenfatizando la intervención del estado, promoviendo la privatización de las actividades económicas, sociales y culturales, y oponiéndose a su vez a políticas públicas redistributivas. Los programas de Convergencia (CDC) y de la Internacional Liberal, así como de la sección europea de tal Internacional, tipifican lo que estoy describiendo.
Lo que es sorprendente es que este canto a la libertad continúe en la narrativa liberal cuando la experiencia de tal tradición política ha sido tan opuesta a su credo. Fue precisamente el intelectual más famoso de esta tradición, Milton Friedman, definido por el diario liberal estadounidense The Wall Street Journal como “el luchador por excelencia por la libertad” (17.11.06), el que defendió con mayor ahínco la enormemente represiva dictadura del General Pinochet, mostrándola como un ejemplo al resto de América Latina (ver su entrevista a la revista Times 02.02.08). En realidad, la historia de los partidos liberales en América Latina ha sido la historia de apoyos a las fuerzas más represivas de aquel continente. Un último ejemplo de ello ha sido el apoyo de la Internacional Liberal al golpe militar de Honduras nombrando nada menos que Vicepresidente de tal Internacional al golpista Micheletti que lideró el golpe que depuso al Presidente Zelaya, iniciándose una represión en el que los oponentes al gobierno Micheletti han sido asesinados, torturados, encarcelados y (el propio Presidente Zelaya) exiliados. Y, por si no fuera poco, el presidente de la Internacional Liberal visitó Honduras en apoyo del gobierno golpista, un golpe que ha sido condenado (y el gobierno Micheletti considerado ilegítimo) por todos los gobiernos de la UE. Convergencia Democràtica de Catalunya, por cierto, no ha criticado el apoyo ofrecido por la Internacional Liberal a tal gobierno ilegítimo y opresor. Tampoco se ha desvinculado de tal postura otro liberal, Mario Vargas Llosa, que continúa promoviendo su liberalismo en las páginas de El País. Todos ellos continúan callados frente a la farsa de las llamadas elecciones que se están desarrollando en Honduras en condiciones donde los partidos que se oponen al golpe son reprimidos y sus medios clausurados. ¿Dónde están los liberales de España que dicen que defienden la libertad? ¿Los han oído ustedes?
¿Cuál es la libertad que el liberalismo defiende?
Todos aquellos hechos nos llevan a hacernos la pregunta ¿qué es lo que los partidos liberales entienden por libertad? Para responder a esta pregunta basta analizar cuáles son los grupos y clases sociales que se han beneficiado más de las políticas liberales. Y los análisis empíricos dan una respuesta contundente. Las clases empresariales y las rentas superiores son las que se han beneficiado más de tales políticas a costa de las clases populares. La oposición de los partidos liberales a políticas redistributivas del estado, al gasto público que refuerzan la protección social, el énfasis en la reducción de la carga fiscal (sobre todo de las rentas superiores), su hincapié en la desregulación de los mercados laborales (facilitando el despido) y toda su batería de propuestas incrementan los beneficios empresariales e incrementan los ingresos de las rentas superiores a costa de las rentas medias e inferiores. La evidencia existente en la bibliografía científica muestra claramente que a mayor fuerza tiene el liberalismo en un país, más incrementan las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo. Esto es precisamente lo que ha ocurrido en ambos lados del Atlántico durante los últimos treinta años (desde el inicio de la época liberal, con el Presidente Reagan en EE.UU. y Margaret Thatcher en Gran Bretaña). Beneficiar a las rentas superiores ha sido un objetivo de tales políticas, pues asumen que la riqueza que se crea en la cúspide se filtra a todos los demás. Fue el Presidente Reagan el que en su discurso inaugural, lo definió claramente. “Tenemos que favorecer a las rentas superiores, pues la riqueza que se crea en la cúspide se irá filtrando al resto de la sociedad”. El problema con este enunciado es que tal riqueza durante su mandato no se filtró al resto de la población. Al final de su mandato, el 5% de la población de renta superior del país vio crecer su renta un 368%. Para el 90% de la población la renta permaneció prácticamente constante, y para el 40% de la población (de ingresos inferiores), la renta descendió.
El desarrollo de las políticas públicas liberales ha sido negativo para las clases populares también en Europa. La masa salarial y los beneficios laborales y sociales han disminuido durante el periodo liberal en Europa. Y la tasa de crecimiento económico en la UE ha sido mucho menor durante tal periodo que en el periodo 1950-1980, cuando las políticas públicas favorecieron el keynesianismo.
Esta situación fue incluso más acentuada en América Latina, donde el crecimiento económico per cápita pasoó de ser un 89% durante el periodo 1960-1980 (época keynesiana) a un 9% en el periodo 1980-2000 (época liberal), consecuencia de políticas económicas liberales (promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial), lo cual explica el surgimiento de gobiernos opuestos a tales políticas en la mayoría de países de aquel continente, donde tales gobiernos han sido hostilizados por los partidos liberales que, como ocurrió en Honduras, llegan incluso a liderar golpes militares en contra del cambio. ¿Es ésta la libertad que piden?
El Pensamiento Secuestrado. Susan George

Extractos de una obra clave para comprender la situación del mundo en la primera década del siglo XXI provocados por los desmanés de las oligarquías religiosa, nacionailsta, económica estadounidenses. Susan George hace un ejercicio de retrospectiva y memoria crítica con las políticas neo-conservadoras tanto desde la década de los 60s y 70s, como ya con la administración Reagan, comienzo declarado del período neo-con. Sus políticas y represiones así como la de sus "herederos" políticos y como han dejado tanto la primera potencia mundial como el planeta más pobre, corrupto, fraudulento y moralmente depauperado. IMPRESCINDIBLE.
Las grandes empresas siguen embolsándose beneficios récord: en 2006, los de Exxon fueron de 40.000 millones de dólares. El gobierno sigue concediendo flagrantes extensiones fiscales e indignantes subvenciones al sector empresarial, especialmente a la ya opulenta industria petrolera. Estalla en el país un escándalo financiero tras otro, la mayoría de los culpables sale en libertad bajo fianza gracias al dinero de los contribuyentes, el esporádico chivo expiatorio va a prisión y la indignación decrece. Los salarios de los presidentes de los consejos de administración de las grandes empresas son ya más de 400 veces superiores a los de sus empleados promedio. Hace tiempo que desaparecieron los movimientos progresistas de la década de 1930 que pedían más igualdad y justicia social.
¿Cómo es que han bastado sólo unas décadas para que los ideales estadounidenses, expresados en algunos de los documentos políticos más inspiradores que se han escrito, estén pisoteados en el fango? ¿Cómo puede el país cuyo primer acto independiente fue declarar que “todos los hombres han sido creado iguales” ser ahora una de las sociedades más desiguales del planeta? ¿Por qué tuvieron tanta libertad para actuar quienes planearon la estrategia para hacerse con el poder?, pues eso es lo que es. ¿Por qué se han encontrado con tan poco oposición? Confío en demostrar que la batalla es, sobre todo, cultural, y que la estrategia de la extrema derecha ha sido rentable. Si uno consigue entrar en la cabeza de la gente, no hace falta preocuparse de sus manos ni de su corazón: irán detrás. Y entonces los dirigentes podrán hacer cuanto les plazca.
Muchas personas, sobre todo en Europa, siguen viviendo en su mayor parte en un mundo racional, culto, con servicios públicos y al menos cierta protección social. Sus sociedades, pese a las numerosas injusticias, continúan siendo relativamente habitables. Quizá como resultado de ello, estas personas suelen creer que la actual situación calamitosa de Estados Unidos es totalmente obra de Bush y de sus seguidores neocón. Lógicamente, entonces, esta situación cesará en cuanto los actuales dirigentes sean desbancados, como muy tarde en 2008, y sustituidos por otros que tengan más principios.
Además, la mayoría de los europeos que viaja a Estados Unidos por trabajo o por placer nunca se aventura más allá de las costas del Atlántico y del Pacífico que, hay que admitirlo, son más atractivas, más amigables para los europeos y sin duda más divertidas que los lugares que quedan en medio. Estos europeos no tienen ni idea de lo que piensa –o de lo que no piensa- la gente en el vasto interior del país. No entienden cómo los estadounidenses pueden haber elegido a estos dirigentes, y que están tan seguros de que cualquier día de estos entrarán de nuevo en razón. Este extraño comportamiento es temporal y cesará cuando un partido diferente u otras personas diferentes consigan el poder.
Todo en la cultura –desde los medios de comunicación a la mayoría de las escuelas, pasando por la práctica religiosa generalizada- disuade del pensamiento crítico.
El huracán Katrina reveló las consecuencias sociales y ecológicas de la “libertad económica” para aumentar el calentamiento global y dejar a los pobres a su suerte.
Los trabajadores mal pagados se concentran de forma abrumadora en las “ocupaciones de servicios”, que representan actualmente casi cuatro quintas partes de la economía estadounidense. Los peor pagados, en su mayoría mujeres, trabajan en “empleos relacionados con preparar y servir comida” y en el comercio minorista. Con la pérdida constante de empleos bien remunerados en el sector de la fabricación a favor de China y de otros países donde pagan salarios bajos, las personas cuyos puestos de trabajo desaparecen se ven obligadas a encontrar nuevos trabajos en puestos mal pagados del sector servicios donde podrían ganar incluso menos que el salario mínimo. El peor salario para ocupaciones como camarero en un restaurante se paga legalmente –prepárense- a 2,13 dólares la hora. Se supone que quienes sirven comidas deben sobrevivir a base de propinas. Los extranjeros que salen a comer en Estados Unidos no entienden esas bárbaras costumbres y suelen dejar poca calderilla, cuando lo apropiado sería el 20% de la cuenta. Los camareros se pelean para no tener que servir a extranjeros, especialmente británicos.
Lo sé porque he leído el extraordinario libro de Barbara Ehrenreich Nicked and Dimed (Vivir de propinas), en el que relata la vida de una mujer, ella misma, que vive atrapada en este tipo de trabajos. En su caso fue voluntario. Se trasladó desde Florida hasta Maine y Minnesota, y trabajó como camarera, doncella de hotel, mujer de la limpieza, auxiliar en una maternidad y dependienta en Wal-Mart. Aprendió que hasta los empleos más modestos exigen un esfuerzo mental y físico agotadores y que un solo trabajo no es suficiente: si usted insiste en vivir bajo techo en lugar de en su coche o en la calle, necesitará por lo menos dos. Si viene de otra ciudad y no tiene una familia a la que recurrir, nunca ahorrará suficiente dinero para pagar tres meses de alquiler por adelantado por una habitación o un apartamento y tendrá que vivir en moteles. Incluso los más baratos son caros.
Ehrenreich, escritora profesional, hizo este trabajo como experimento social: tenía la educación y el estatus social para huir una vez reunido el material y poseía las habilidades necesarias para contar la historia. Sobre todo, sabía que la situación era temporal y que podía salir de ahí en cualquier momento, por ejemplo si caía enferma. La mayoría de las personas atrapadas en estos trabajos están atrapadas sin más y su situación no va a mejorar. Como señala Holly Sklar, quienes preparan y sirven comidas deben depender a menudo de los bancos de alimentos para dar de comer a sus familias; los auxiliares sanitarios no pueden permitirse un seguro médico y quienes cuidan niños no pueden ahorrar lo suficiente para la educación de sus propios hijos.
La economía estadounidense desvía una riqueza cada vez mayor de los trabajadores a quienes ya tienen dinero, en lugar de satisfacer las necesidades de alimentos, cobijo, vestido, transporte, salud, educación, etc, de toda la población con independencia de su nacimiento, raza y condición social. Para la mayoría de los estadounidenses, esto parece el orden natural de las cosas y es sorprendente observar que siguen conservando, en general, el optimismo y el sentido del humor. Aunque ya no puedo rastrear la referencia, recuerdo con nitidez una encuesta que mostraba que, en relación con su propia riqueza y condición social, el 19% de los estadounidenses encuestados consideraba que estaba entre el 1% de las personas de más renta. Otro 20% decía que no, que no estaba aún entre ese 1%, pero que lo estaría algún día.
La inestable pirámide de la riqueza
En realidad, tienen pocos motivos para el optimismo. La distribución de la riqueza estadounidense está enormemente desequilibrada y cada vez lo estará más. En Estados Unidos, la punta de la pirámide está hecha de oro macizo y la base de metal de baja ley. Lamento de nuevo todas las cifras, pero quizá puedan perdonarlas puesto que son muy llamativas.
En 1980, la proporción de ingresos de un director general respecto de los del trabajador medio era de 42 a 1. En 2002, el director general ganaba más de 400 veces el salario del trabajador medio. Podemos mostrar este contraste de otro modo. En 1968, el director general mejor pagado en Estados Unidos ganaba lo mismo que 127 trabajadores medios o que 239 trabajadores que cobraban el salario mínimo. En 2005, el director general mejor pagada ganaba lo miso que 7.443 trabajadores medios o que 23.282 trabajadores que percibían el salario mínimo. Otras comparaciones muestran hasta qué punto valora la sociedad a los directores generales más que, por ejemplo, a los maestros de la escuela pública. Aquí la proporción es de un director general = 63 maestros de escuela medios en 1990, pero 264 en 2001.
El 1% de la población estadounidense más rica se ha apropiado de un tercio de la riqueza nacional total y el siguiente 19%, de otro 51%, lo que significa que le 20% de los estadounidenses más adinerados tiene el 84% del valor neto total (activo menos deudas). Esto deja sólo el 16% para el restante 80% de la población. Si sólo se tiene en cuenta la riqueza financiera (es decir, sin contar bienes inmuebles ni otros activos fijos), el 1% de la cúspide de la pirámide tiene el 40%, y el 20% de la parte superior tiene un pasmoso 91%. Entre 1973 y 2005, los ingresos reales para el 5% de estadounidenses más ricos aumentaron aproximadamente un 50%.
Esto no es nada en comparación con el 0,001% de la cúspide. Suelo perderme con estos porcentajes tan pequeños y doy bandazos entre los sistemas de notación: lo que quiero decir es que una persona de cada 10.000 o alrededor de 30.000 estadounidenses en total, son realmente los pocos y felices. Desde finales de la década de 1960 hasta finales de la de 1990, aumentaron su porcentaje de los ingresos totales estadounidenses del 0,5 al 2,5%. Dicho de otro modo, estos super-millonarios tenían tantos ingresos como el 15% de la población (pobre) de Estados Unidos, probablemente el único país del mundo donde 30.000 es igual a 45.000.000.
Esto en lo que se refiere a los ingresos. Volvamos ahora al valor neto, que es la riqueza total, que abarca todos los activos, incluidos los que no se pueden convertir rápidamente en efectivo (como bienes inmuebles, aviones privados o yates), menos las deudas. Según datos de la Reserva Federal, en la década comprendida entre 1995 y 2004, el valor neto del 25% de la parte inferior de la pirámide aumentó un 8%, mientras que el del 10% de la cúspide se disparó un 77% (como reflejo de las grandes subidas del precio de la vivienda, entre otros factores).
En términos de valor neto, se puede refinar más aún la cifra de 30.000 = 45 millones de personas, comparación que tiene en cuenta únicamente los ingresos. Cuanto más arriba se está en la escala de éxito, mayor es la concentración de riqueza. Cada año, la revista de negocios Forbes publica su lista de multimillonarios, que ricos y famosos esperan con avidez. A principios de 2007, los 400 estadounidenses más ricos tenían en total 1,25 billones de dólares o, si lo prefieren, 1.250.000 millones de dólares. ¿Y cuánto es eso? El 10% del PIB de Estados Unidos, que la OCDE situaba en 2005 en 12.428 millones de dólares.
A pesar de la globalización que en todos los lugares arrastra la riqueza hacia arriba y la concentra en las enjoyadas manos de personas de otras partes de mundo, la cosecha mundial de 2007 de multimillonarios de la lista Forbes sigue siendo un 40% estadounidense. Ya saben que Bill Gates es el hombre más rico de la tierra, con 56.000 millones de dólares, según la lista Forbes de 2007. Pero ¿y la familia Walton, famosa por las tiendas Wal-Mart, uno de los sitios donde trabajó Barbara Ehrenreich a cambio de una miseria? La orientación de Wal-Mart es descaradamente derechista y religiosa; es en sus monstruosas tiendas donde los libros de la serie Los que quedan atrás, sobre el Argamedón y el Rapto, empezaron a volar de los estantes. No hay duda de que el Señor ha cuidado de la familia fundadora: 6 miembros de este clan dejan pequeño a Gates con un botín familiar total de 83.000 millones de dólares. Mientras tanto, el número de estadounidenses “gravemente afectados por la pobreza” aumentó un 26% (hasta 16 millones). Los salarios, la principal fuente de ingresos de la mayoría de la gente, cayeron un 6’5% entre 2001 y 2004.
Todo esto parece una estrategia a largo plazo para rebajar la calidad de uno de los pocos servicios públicos que quedan en Estados Unidos. Dejen que la calidad disminuya lo bastante y los padres estarán dispuestos a hacer cualquier sacrificio por la educación de sus hijos. Quienes puedan permitírselo enviarán a sus hijos a escuelas privadas, que suelen estar regentadas por una u otra confesión religiosa. Los neoliberales cantarán el mantra “libre para elegir” y presionarán a favor de un sistema nacional de vales escolares. ¿Qué es lo que hay que elegir entre una escuela desvencijada, quizá peligrosa, y otra limpia, ordenada, bien dotada, cuyo ambiente propicia el aprendizaje. Naturalmente, algo costará, pero así es la vida, ¿no? La gente tiene lo que se merece, sus hijos también.
jueves, 29 de octubre de 2009
Un cambio histórico

Se habla sin parar de la necesidad de cambiar el modelo productivo de nuestro país. Pero tengo la impresión de que se precisa poco. Porque, ¿qué quiere decir cambiar el modelo productivo? En realidad, se trataría no sólo de modificar la composición sectorial del PIB, es decir, el origen de la riqueza que generamos, sino también cómo la generamos, cómo la repartimos y cómo la consumimos. Si me permiten la licencia, es, en cierto sentido, modificar la dirección de la historia de España en términos económicos, lo mismo que en el 78 la modificamos en su orientación política. Y esta magna empresa no se hace con leyes, aunque bienvenidas sean aquellas que lo propicien. Se trata de un gran esfuerzo colectivo, sostenido en el tiempo, que exige un nuevo contrato y unas nuevas reglas. Un contrato donde se especifique lo que cada parte debe aportar -y no realidades frente a promesas- y nuevas reglas que impidan, en lo posible, que se repita dentro de un tiempo el mismo desastre, acrecentado.
Cuando la crisis ha golpeado con más virulencia en España en clave de empleo, la sorpresa ha sido relativa. Advertencias de lo que podía suceder, haberlas, las había. Era obvio que nuestro sector inmobiliario no podía crecer con aquella exuberancia y el estallido ha sido brutal. Se explican las actuales cifras de paro si tenemos en cuenta que el 20% del empleo creado desde 1996 a 2007 lo fue en ese sector, que concentraba más del 15% de toda la inversión y suponía alrededor del 11% del PIB. Si a ello unimos que los otros sectores que crearon más empleo fueron la hostelería, el servicio doméstico y el comercio al por menor (más de otro 20%), tenemos el cuadro completo. Como ven ustedes, sectores de "alto valor añadido".
Es verdad que estamos mejor preparados que en otras épocas para hacer frente a la sacudida, pero no es cierto que estemos pertrechados como los países avanzados de Europa. ¿Cómo vamos a estarlo con productividad más baja, menos inversión en I+D+i, peor formación profesional y un 30% de fracaso escolar? Y el doble de desempleo no obedece a las disfunciones de nuestro mercado laboral. El que más del 30% de la mano de obra tenga contratos temporales -cuando en Europa es una tercera parte- no tiene su causa en el mercado laboral, sino en que un exceso de mano de obra se concentra en sectores estructuralmente temporales de baja productividad y escasa cualificación. Esto es lo que hay que cambiar. Porque si el capital, en España, se ha cobijado en demasía en la vivienda residencial es porque ahí se hacía dinero rápido, fácil, y podía forrarse hasta el que no sabía hacer la o con un canuto. En ese desmadre han colaborado, por activa o por pasiva,bancos, administraciones y una parte de un empresariado de cartón piedra. Dejando aparte la corrupción, de la que se advirtió.
Darle la vuelta a esta situación -no sólo salir de la crisis- va a costar años. Construir un modelo moderno, inmerso en la sociedad del conocimiento, de las nuevas tecnologías, avanzado socialmente y sostenible supone abordar reformas muy serias. Empezando por el sistema financiero, que si bien parece sólido no distribuye con fluidez el crédito y está ahogando a las pymes. La banca no es sólo de los accionistas, sino también de los impositores, al controlar el dinero del país y, en este sentido, realizar un servicio público esencial que, como tal, debe estar eficazmente supervisado y regulado para que cumpla con su función. De lo contrario, ¿cómo se justifica que acuda a su rescate el dinero del contribuyente cuando tienen dificultades?
De otro lado, España necesita, también, una reforma de la empresa y, dentro de ella, la laboral, que es una parte de aquélla. Pero está de moda hablar sólo de esta última, sin concretar en qué consiste. Una economía de la innovación y el conocimiento exige la participación del personal, formas más avanzadas de organización del trabajo y una manera más equitativa de repartir la riqueza. No hay nuevo modelo con los salarios perdiendo posiciones, el gasto social por debajo de la media europea, un exceso de familias que no llegan a fin de mes y el 20% de la población por debajo del nivel de pobreza.
Todos decimos que hay que invertir mucho más en educación, I+D+i, en las universidades, en formación profesional. Se ha avanzado en los últimos años, pero estamos lejos de los países de cabeza. En el Índice Sintético de Innovación de la UE España ocupa el puesto 17, cuando somos la quinta economía de Europa. Si queremos converger en este campo, que es la clave del futuro, tenemos que hacer un esfuerzo mucho mayor, las administraciones y, sobre todo, las empresas, que están retrasadas. Lo mismo que avanzar hacia una economía sostenible o verde supone un nuevo paradigma energético, otra forma de producir y consumir, ahorrando.
Todo ello, como es lógico, requiere copiosas inversiones y ahorro en gastos superfluos. Pero, sobre todo, un replanteamiento de la política fiscal. La moda de las rebajas fiscales debe concluir. De lo contrario, es ridículo hablar de cambio de modelo. De entrada, hay que exterminar los paraísos fiscales y combatir con energía el fraude fiscal. Dicho esto, a corto plazo y en el caso español, yo hubiera preferido sustituir el anunciado aumento de impuestos por algo más de déficit, teniendo en cuenta el bajo nivel de deuda. Subir impuestos a las mayorías cuando se está iniciando el despegue no me parece lo más acertado.
En fin, las grandes empresas colectivas necesitan, en general, ser pactadas. No se cambió de modelo político sin consenso; no se cambiará el modelo productivo sin acuerdo. En este sentido, se ha hablado mucho de los Pactos de la Moncloa. La situación de hoy no tiene nada que ver con aquélla, pero sí en una cosa: conviene acordar los grandes retos nacionales. Entonces se trató de un pacto, a iniciativa del Gobierno, de las fuerzas políticas, con un contenido también económico y apoyado por las fuerzas sociales. Hoy, quizá habría que haberlo hecho al revés: un gran acuerdo económico social, a iniciativa del Gobierno, con las fuerzas sociales, debatido y, en su caso, aprobado por el Parlamento.
Se tenía que haber aprovechado el momento de la explosión de la crisis, cuando los que siempre pugnan para que todo siga más o menos igual estaban acongojados y necesitaban, imperiosamente, el concurso del Estado. Ahora ya se han rehecho, en parte, y no están por la labor. Olfatean, quizá equivocadamente, tiempos mejores para su causa. Los grandes pactos son siempre el resultado del miedo o de la necesidad. Pretender que lo sean del patriotismo o de la solidaridad es demasiado pedir en los tiempos que corren. El Gobierno, en todo caso, es el llamado a realizar un crudo y certero diagnóstico y apretar las clavijas a las partes. De lo contrario, unos y otros seguirán a su bola. Temo que lo que no se hizo en su momento sea cada vez más difícil conseguirlo. Pero valdría la pena intentarlo, pues el país lo necesita y los españoles lo agradeceríamos.
viernes, 9 de enero de 2009
Fácil y para toda la familia
“La fiesta ha terminado”, decía la presidenta del Congreso de EE.UU. al presentar el primer Plan de
En el fondo existe la idea de que unos se lo han llevado crudo y lo que es peor, que lo que a partir de ahora se ponga a su servicio, para salir de la crisis, se lo van a seguir llevando. Las francachelas millonarias de los directivos de AIG o Fortis, o los cobros de indemnizaciones blindadas por algunos directivos tras su intervención por los gobiernos refuerzan esa impresión.
Recuperar la credibilidad requerirá reestablecer la jerarquía de lo público, la autoridad para que los causantes del desastre no se vayan de rositas, la capacidad de regular e intervenir frente a los abusos, la posibilidad de disponer recursos públicos y aplicarlos con justicia social, es decir poner la política al servicio de los intereses generales, al servicio de la ciudadanía, lo que no es fácil tras décadas de ofensiva ideológica y práctica política conservadoras, predicando las bondades del mercado libérrimo y los males de la intervención pública, que en la práctica, se tradujo en poner lo público al servicio de unos pocos como mostró de forma descarnada la guerra y posguerra en Irak. Así, el ciudadano tiembla cuando oye a los próceres del “nuevo capitalismo” hablar de intervención del Estado.
Pero no nos engañemos, para salir de esta situación, de una forma u otra, tocará arrimar el hombro a los de siempre y se trata de hacerlo repartiendo las cargas con la mayor justicia posible y sentando las bases para que lo sucedido no se repita. Nadie cree que los ciudadanos no vayan a pagar nada en esta situación y con el volumen de recursos necesarios para abordarla o se incrementan los ingresos públicos o se recortarán fuertemente los gastos.
Pero en esta etapa unos pocos se han lucrado mucho, otros han mejorado, pero lo mayoría sigue igual y una parte importante igual de mal que siempre y no será ni justo ni eficiente que los únicos que paguen sean estos últimos. La razón de justicia se explica sola, la de eficiencia, en un caso como el español, radica en que los menos favorecidos viajan menos al extranjero y no compran coches ni artículos de lujo importados, es decir consumen pero no lastran el déficit exterior.
Además, dado el deterioro y la pérdida de confianza en las alternativas de ahorro privado la tendencia al gasto entre los sectores con mayor capacidad adquisitiva no es fácil que se resienta y será más fácil que el proceso de ahorro e inversión se aborde desde lo público, por lo que incrementar los ingresos públicos, con criterios de justicia social y eficiencia sería preferible a reducir los gastos.
El comportamiento irracional del sistema financiero en estos años, que valoraba algo tan intangible como las expectativas infinitamente más que la capacidad de las empresas para satisfacer necesidades, ha dado paso ahora a una reacción no menos irracional, en la que el pánico desploma los valores, independientemente de lo que tengan detrás.
Es obvio que en economías tan complejas como las actuales es imposible funcionar sin sistemas financieros sólidos, pero es más obvio que lo que responde a las necesidades de las poblaciones no son unos papeles a los que llamamos dinero, sino los bienes y servicios que podemos comprar con ellos.
No es una cuestión menor, porque la humanidad dispone de una agricultura más productiva y con más capacidad de alimentar a la población, más y mejor tecnología, mayor capacidad de producir energía, productos industriales y servicios mejores y más baratos que nunca. Dispone de la mayor y mejor cualificada mano de obra de la historia. Sería paradójico que con capacidad para alimentar, vestir, calentar, atender y educar mejor que nunca, se incrementen exponencialmente el hambre, las privaciones y la enfermedad, es decir la miseria, también en el mundo desarrollado.
No es sólo una contradicción entre capital y trabajo, también lo es del propio capital, porque los que han hecho sus tareas bien, ven como sus actividades se resienten pueden arruinarse por culpa de otros.
Por eso hay que cambiar la visión económica y donde hasta ahora ha prevalecido la sinrazón financiera volver la vista, dedicar la política a la economía real.
Se trata de preservar la protección social sin la cual, el incremento del desempleo puede hundir la demanda interna, de que se destinen recursos a sostener y desarrollar los sectores productivos, de que los recursos que se destinen a sanear y sostener los sistemas financieros tengan contrapartidas en regulaciones de mayor control y en participación en capital y las decisiones de las entidades que los reciban, para que en el futuro el sector financiero esté al servicio de la economía real y no a la inversa como hasta ahora.
Evidentemente la crisis requiere respuestas globales, pero Europa, la zona Euro, es un ámbito imprescindible para hacerlo, porque si no lo hace lo pagará, y mucho más, tarde o temprano,
“De economía no sé nada. Me propuse escribir un diccionario sobre la actual crisis financiera para poder entenderla yo”. Son las humildes palabras del genial autor de la mejor explicación en castellano sobre la crisis subprime que comenzó en EEUU y que, como tan bien explica su texto, amenaza al señor que ha ingresado su dinero en “caja de ahorros de su pueblo, San Quirico de Safaja, una Institución seria”.
Desde aquí animamos a su sencilla lectura, disponible en este enlace, que contiene la última actualización del diccionario en abril, que aún no está colgado en su blog. En ella, dice cosas como la siguiente: “Para que estéis tranquilos y no tengáis complejo de inferioridad porque no entendéis nada, os copio lo que ha dicho Jaime Caruana, ex Presidente del Banco de España, Director de un Departamento del FMI (Fondo Monetario Internacional) y responsable de un equipo del FMI que ha elaborado un informe sobre la crisis. Habla del peligro de la expansión imparable de instrumentos financieros con “estructuras cada vez más complejas y difíciles de entender”. Comentario: Ya veis que lo que os pasa a vosotros pasa en las mejores familias”.
El autor de este texto se llama Leopoldo Abadía, “un chaval de 75 años, con 12 hijos y 35 nietos”, ingeniero industrial, ex profesor de política de empresa del IESE durante 31 años y presidente de Grupo Sonnenfeld. Empezó hace tres años a elaborar un diccionario de vocablos “hecho sin ningún criterio, pero que a mí me ha servido cuando lo hacía sólo para mi uso”.
Lo que menos se imaginaba Abadía es que su explicación de la crisis financiera 2007-2008 iba a propagarse como la pólvora a través de Internet. Que economistas, profesores, gurús de todo pelaje, periodistas y analistas financieros varios se iban a postrar de hinojos ante la claridad de sus palabras. Él lo explica así:
“Llegó 2008 y empezó a salir el tema de las hipotecas subprime y todos esos chanchullos (...) mandé el Anexo a algunos amigos míos. Uno de ellos, exultante de gozo porque lo había entendido, se lo mandó a unos cuantos amigos suyos. Al cabo de unos días, mi hijo Fernando recibió el papel, enviado por una amiga suya, que lo había mandado a no sé cuánta gente. Por supuesto, en el documento no ponía que el autor era yo, porque nunca se me había ocurrido hacerlo público".
"La cosa se estropeó más cuando Nacho Giral, a quien no conozco, que es el Director General de Atrapalo.com, una Agencia de viajes on line, lo publicó en su blog particular. ¡¡Y tuvo 7.000 visitas el primer día!! Como tampoco decía quién era el autor, mi hijo Fernando escribió a Nacho diciéndole que era yo. Inmediatamente, Nacho añadió una nota diciendo que el autor era yo, y que, por cierto, era un crack, lo que demuestra, entre otras cosas, que Nacho es una buena persona. La gente empezó a poner sus comentarios en el blog de Nacho Giral. Mientras tanto, la explicación de la crisis ya había aparecido en otros blogs y había recibido noticias de personas de Estados Unidos, de Holanda y de no sé cuántos sitios más".
"Los comentarios han llenado por ahora unas 100 páginas. No los he leído, porque, si dicen que les gusta, pienso que soy Milton Friedman, y si dicen que no les gusta, puedo ofenderme gravemente. Mi hijo Gonzalo, que tiene una Agencia de Comunicación, es el que los ha recogido. Me ha contado algunos, muy divertidos. Empecé a recibir peticiones de suscripción y, de repente, me encontré con 50 suscriptores “oficiales” (gratis todos, por supuesto) y tropecientos mil no oficiales. Ya veis que la cosa se me fue de las manos, en primer lugar, porque nunca pensé lo que iba a ocurrir. Ahora, mis hijos se lo han tomado muy en serio, han registrado el Diccionario y han creado un blog: www.leopoldoabadia.blogspot.com, en el que está el Diccionario y al que puede acceder el que quiera”. Por cierto, lo actualiza el último día de cada mes.
Uno de los capítulos más interesantes del ya famoso texto es el siguiente: “Alguien ha calificado este asunto como ‘la gran estafa’. Otros han dicho que el Crack del 29, comparado con esto, es un juego de niñas en el patio de recreo de un convento de monjas. Bastantes, quizá muchos, se han enriquecido con los bonus que han ido cobrando. Ahora, se quedarán sin empleo, pero tendrán el bonus guardado en algún lugar, quizá en un armario blindado, que es posible que sea donde esté más seguro y protegido de otras innovaciones financieras que se le pueden ocurrir a alguien. **Ayer oí que, para el futuro, lo mejor será pagarles el bonus a los inventores de los instrumentos estructurados (MBS, CDO, etc.) con instrumentos estructurados que ellos mismo hayan inventado. (Me pareció muy buena idea.)
"Las autoridades financieras tienen una gran responsabilidad sobre lo que ha ocurrido. Las Normas de Basilea, teóricamente diseñadas para controlar el sistema, han estimulado la titulización hasta extremos capaces de oscurecer y complicar enormemente los mercados a los que se pretendía proteger".
"Los Consejos de Administración de las entidades financieras involucradas en este gran fiasco, tienen una gran responsabilidad, porque no se han enterado de nada. Y ahí incluyo el Consejo de Administración de la Caja de Ahorros de San Quirico. Algunas agencias de rating han sido incompetentes o no independientes respecto a sus clientes, lo cual es muy serio”. Leopoldo Abadía ha adelantado a El Confidencial que una próxima actualización de su diccionario se dedicará a la ética.
lunes, 8 de septiembre de 2008
Si se veía venir

Era un secreto a voces y a nadie debe de coger por sorpresa. Todos los que estabamos en la empresa Qualytel antes de este Expediente de regulación de empleo, y que veíamos como todos los que teníamos contrato temporal ibamos cayendo, pues nos imaginábamos a donde iba a parar todo esto. Y si después de ver como iban cayendo los trabajadores temporales y no sólo eso, sino también como se reestructuraba los servicios, bajando la carga de trabajo, todavía hay gente que diga que les pilla de sorpresa... Vamos.
Y si, otra empresa que se va, bueno mejor, anuncia que se va, presenta un montón de despidos y al final sólo "ejecuta" unos cuantos para lograr su único propósito en todo este entuerto: engrandecer sus beneficios. Para ello han hecho un nuevo organigrama en su planta en Salamanca, para seguir expandiendo su negocio, haciendo las Américas y riéndose de todos nosotros.
El último informe presentado por la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones aporta un dato esclarecedor: en España, el sector de las telecomunicaciones cerró el último ejercicio con ganancias superiores a los diez mil millones de euros creciendo a un ritmo superior al 7%. En Salamanca, como es sabido por todos, 450 trabajadores de la empresa Qualytel, que opera para compañías como Orange, están amenazados por un despido encubierto.
Antes de abundar en lo obvio o de destacar silencios “sonados” como el de los dirigentes políticos de esta comunidad y provincia, el del anterior Ministro de Trabajo o el de la Universidad de Salamanca –que firmó un convenio de formación con la empresa- sería conveniente hacer tres reflexiones de fondo.
Primera reflexión: lo preocupante para Salamanca no es el despido de un tercio de los trabajadores de la empresa más grande de Salamanca –que evidentemente es un mal síntoma-. Lo crítico es que el “tejido industrial” salmantino esté representado por una empresa que contrata en precario y sin cualificación, que recibe ayuda institucional a cambio de muy poco compromiso, y que se puede deslocalizar “en menos de una mañana”. Ruge la crisis y en Salamanca no quedan ni las sillas.
Segunda reflexión: pese a que la Empresa Qualytel tiene previsto seguir ofreciendo sus servicios en otras plantas como Jaén, insiste en plantear el despido de sus trabajadores como un fin de obra y servicio. Todo ello para abaratar los costes de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), las molestias de una movilización y la intervención –siempre incierta- de la Autoridad Laboral. Los argumentos de los sindicatos parecen claros y buena muestra de ello es la aparente rectificación de la empresa. Sin embargo, del mismo modo que exigimos ahora a la empresa que justifique el fin de la obra o servicio, no habría estado de más que a la hora de permitir la firma de esos contratos, la empresa hubiera justificado “la autonomía y sustantividad” de las tareas realizadas bajo esa fórmula contractual. Touché.
Tercera reflexión: La primera crisis de los 90 sirvió para abaratar el despido. La siguiente, para flexibilizar las formas de contratación. Ulteriores crisis justificaron rebajas en la cuota empresarial a la Seguridad Social, la contención salarial. Cuando vienen mal dadas siempre salimos al rescate del empresario. Sin embargo, el primero en pagar la crisis es el precariado, que sustenta su proyecto de vida en el clavo ardiente del contrato por obra mientras sueña con trabajar sólo las horas que marca el Convenio y se pregunta si mereció la pena tanta formación para acabar así.
Y bajo este prisma, se finiquito el acuerdo del E.R.E. con polémica entre los sindicatos representados en el cómite de empresa (UGT, CC.OO., CNT) siendo estos últimos los que actuaron con lógica y trataron de conseguir que la empresa se ciñera a la reglamentación vigente, aunque sin éxito. Por lo tanto, aquí, desde donde me planteo perder mi condición de afiliado de CC.OO. y pasarla a la CNT, uno ya no sabe que es peor, si el patrón, el hermano, o el compañero. Ahora todos debemos forzar a la instituciones para que fuercen la devolución de tanta subvención, porque a las claras esta que se han reido de vosotros, y de todos los que "democraticamente" os han elegido. Si primero, la subvención de la USAL. era un disparate, ahora con el corte de mangas en la retina, Junta, Ministerio de trabajo y Ayuntamientos de Carbajosa y Salamanca deberían sacarse el dedo del culo, ponerlo al Sol, y pensar: Nos han descubierto (¿?) ,o lo qué podíamos haber hecho con esta pasta [en beneficio del pueblo].
Y ya una última reflexión. No sé puede decir que Salamanca pierda parte de su tejido industrial, porque esta empresa, ni siquiera en su momento de máximo apogeo y auge contratacional, podía formar parte de un complejo del sector secundario. Primero porque pertenece al sector servicios; segundo porque el regimen de contratación era inadecuado bailando con lo ilegal;y tercero, porque pese a la cantidad de personas contratadas, las cargas sociales y familiares, que se soportaban con los salarios de esta ignomiosa factoria, eran practicamente insignificantes, dado la edad de la mayoria de personas que han trabajado aquí, y además, que con esos sueldos pues ahí que estar un poco ido para tener familia. Pero la situación es grave, porque mientras otras provincias si que consiguen atraer empresas y fabricas que estimulen la riqueza tanto económica como social, aquí en Salamanca se está de brazos cruzados y apenas se tiene una noticia al año, al respecto, que empieza esperanzadora y con el paso de los meses aniquila nuestro alma.
Anuncio, se acerca una próxima inmigración...
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