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miércoles, 29 de junio de 2011

El héroe de Wikileaks


El soldado Bradley Manning aún no ha sido juzgado, pero ya paga su condena. El hombre que supuestamente filtró toneladas de documentos secretos a Wikileaks lleva más de 250 días encerrado en una celda de 3,6 metros de largo por 1,8 metros de ancho; pruebe a calcular el espacio sobre el suelo, es un cuarto mas pequeño que una plaza de garaje. Manning está obligado a dormir completamente desnudo. No tiene sábanas, no tiene almohada. Sólo una manta, con la que tiene prohibido taparse la cabeza. No tiene intimidad, una cámara lo vigila permanentemente. La luz de la celda nunca se apaga, no hay gran diferencia entre el día y la noche, pero el prisionero no tiene permiso para dormir de cinco de la mañana a ocho de la tarde. Si se duerme a deshora, los vigilantes tienen órdenes de entrar para despertarlo. A las cinco de la mañana, suena una sirena y Manning tiene que permanecer desnudo frente a la puerta de la celda, con las piernas separas y las manos en la espalda, hasta que los guardias hacen el recuento. Sólo sale de su celda una hora al día. Puede andar por el patio de la prisión, pero tiene prohibido correr.

El argumento oficial es que Manning tiene tendencias suicidas, lo que por alguna razón que se me escapa justifica esta especie de tortura. “Lo que le está sucediendo a Manning es ridículo, contraproducente y estúpido”, aseguró hace unos días, P. J. Crowley, el portavoz del Departamento de Estado de EEUU. La crítica le ha costado el puesto, Crowley ha sido forzado a dimitir. Y Obama, el mismo Obama que prometió y no cumplió el cierre de Guantánamo, ahora justifica este maltrato.

El soldado Manning, Guantánamo, Bagram, Abu Ghraib, las innumerables cárceles secretas, los bombardeos en Pakistán, la gran masacre de Iraq, los bombardeos en Afganistán, los desmanes de los marines en Haití, etc., etc., etc. ¿Por qué creen, entonces, que EE.UU. se niega a acatar la autoridad del Tribunal Penal Internacional salvo cuando éste dicta alguna resolución contra otros que no son sus aliados?

Manning no se lo merece. Pero no sólo porque sea tremendamente injusto que el hombre que permitió que el mundo conociese los abusos del ejército estadounidense en Irak o Afganistán pueda ser condenado a cadena perpetua, mientras que aquellos soldados que perpetraron esos crímenes ni siquiera vayan a ser juzgados. Nadie, ni siquiera el peor criminal, se merece la tortura. Los inocentes, aún menos.

A continuación un artículo de El País del 20 de marzo de 2011 en el que se relatan las condiciones en las que está siendo encarcelado y sometido Manning:

Bajo las condiciones actuales, además de dejarme desnudo por las noches, se me mantiene en régimen de aislamiento. Durante 23 horas al día me siento a solas en mi celda. Los guardias me controlan cada cinco minutos durante el día, preguntándome si estoy bien. Debo responder con algún gesto afirmativo. Por la noche, si los guardias no pueden verme con claridad, porque me he cubierto con una manta o estoy acurrucado contra la pared, me despiertan para asegurarse de que estoy bien. No puedo tener sábanas o almohada. No puedo tener mis enseres personales en mi celda. Solo puedo tener un libro o una revista a la vez para leer algo. El libro o la revista se me quitan por la noche, antes de dormir. Tampoco puedo hacer ejercicio en mi celda. Si intento hacer flexiones, sentadillas o cualquier otro tipo de ejercicio físico, los guardias me obligan a detenerme. Finalmente, solo puedo hacer una hora de ejercicio fuera de mi celda cada día. Ese ejercicio consiste en caminar en círculos, haciendo ochos, en una habitación vacía".

Héroe para algunos, villano para otros, en esa monotonía pasa sus días de encierro el soldado raso Bradley Manning, de 23 años, en una cárcel militar de máxima seguridad en Virginia, acusado de entregarle al portal WikiLeaks cientos de miles de informes clasificados sobre las guerras de Afganistán e Irak y cables secretos del Departamento de Estado. EL PAÍS ha obtenido una carta de 11 folios que el soldado envió el 10 de marzo al coronel Daniel J. Choike, jefe de la base de Quantico, en Virginia, donde se halla encerrado. En ella relata interminables días de soledad, confusión y desesperación.

El 18 de enero de 2011, y durante tres días, se puso a Manning en observación por riesgo de suicidio, por recomendación de un capitán y un psiquiatra. Perdió los pocos privilegios que tenía. "Se me obligó a quedarme en mi celda durante 24 horas al día. Se me quitó toda la ropa, a excepción de los calzoncillos. Se me quitaron las gafas, por lo que me tuve que quedar, básicamente, en una ceguera total".

El día anterior, unas 50 personas habían acudido a las puertas de la base militar de Quantico, a 45 kilómetros de Washington, cubiertas con máscaras que reproducían la cara del soldado y luciendo camisetas en las que se leía "Yo soy Bradley Manning". Se enfrentaron verbalmente con los guardias de seguridad, que tuvieron que pedir refuerzos. "Creo que el modo en que me trataron aquel día obedece a aquella protesta", asegura Manning. Las muestras de apoyo al soldado son ya un rito habitual, aunque meramente testimonial, en la capital norteamericana. Un simpatizante, Tighe Barry, aparece de vez en cuando ante el Departamento de Estado, ataviado solo con calzoncillos, para protestar con el mismo atuendo con el que Manning pasa sus noches en prisión preventiva.

El día después de aquella concentración en la base militar de Quantico, el Ejército tomó represalias. Sostiene Manning: "Ese día se me llevó fuera de mi celda para mi hora diaria de recreo. Cuando los guardias llegaron a mi celda, noté una diferencia respecto a su actitud habitual. En lugar de estar tranquilos y ser respetuosos, parecían nerviosos y agresivos. Además, en lugar de los habituales dos o tres guardias, había cuatro. Inmediatamente comenzaron a acosarme. El primero me dijo: 'Gírate a la izquierda'. Cuando le hice caso, el segundo me dijo: 'No gires a la izquierda'. Cuando intenté hacerle caso, el primero me repitió: 'He dicho que gires a la izquierda".

Desorientado, el soldado dejó que le pusieran los grilletes que suele llevar para ir de una celda a otra dentro de la cárcel. "Cuando me quitaron los grilletes, di un paso atrás para distanciarme de los guardias. Mi corazón latía con fuerza y me sentía mareado. Me senté para evitar caerme. Cuando lo hice, los guardias se me acercaron. Instintivamente, me alejé de ellos. En el momento en que me alejé vi en sus caras que me iban a volver a atar. Inmediatamente puse mis manos en el aire y dije que no iba a hacer nada, que solo quería cumplir órdenes".

Le dejaron en paz durante una hora. Cuando regresó a su celda, comenzó a leer un libro. Entonces le visitó brevemente el comandante James Averhart, que está al mando del calabozo en Quantico. "Me preguntó qué había pasado durante mi recreo. Mientras trataba de explicárselo, el comandante Averhart me detuvo y dijo: 'Yo soy el comandante' y 'nadie me dice lo que tengo que hacer'. Me dijo que era, a efectos prácticos, 'dios'. Yo le dije que, aun así, debía seguir las reglas del calabozo. También le dije que todos aquí tienen un jefe ante el que responder. Fue entonces cuando decidió ponerme bajo control por riesgo de suicidio".

Manning, soldado de formación, ya aislado desde julio, sabía lo que eso significaba -las dificultades para ver, la desnudez, el confinamiento absoluto- y se desesperó. Comenzó a tirarse del pelo, en un arrebato de rabia. "¿Por qué me hacéis esto? ¿Por qué me castigáis? ¡No he hecho nada malo! ¿Qué hice para merecer este tipo de trato?".

El caso del soldado Manning ha causado dos reacciones bien distintas. Para algunos, activistas cibernéticos en la era de Internet, simpatizantes anónimos del movimiento encarnado por WikiLeaks, el soldado es un héroe. Para la Casa Blanca y el Pentágono, sin embargo, Manning es un traidor que ha asistido servilmente al enemigo.

El soldado, en unas presuntas conversaciones mantenidas en mayo de 2010, a través de Internet, con el hacker norteamericano Adrian Lamo, admitió que sustrajo y entregó a WikiLeaks cientos de miles de documentos secretos, con la voluntad manifiesta de cambiar el mundo. Lamo filtró estos chats inicialmente a la revista Wired y delató a Manning ante el FBI y el Ejército. Tomó esa decisión, según dijo, por temor a que el soldado pusiera en riesgo la seguridad nacional norteamericana. Estas supuestas conversaciones son ahora un indicio que obra en manos de la fiscalía militar, que además ha seguido el rastro de Manning en los ordenadores portátiles de la base de Hammer, en Irak. El equipo de abogados de Manning no ha confirmado ni desmentido la autenticidad de esos contactos.

En esos chats, Manning se manifiesta como una persona profundamente decepcionada con su vida y con su país, alguien con ganas de cambiar el mundo y de ser reconocido por ello. "Se me crió católico, pero nunca creí una palabra de lo que me contaban. No tengo dios, creo que sigo valores humanistas. De hecho, llevo placas hechas especialmente para mí donde se lee: 'humanista", dijo. "Quiero que la gente vea la verdad, independientemente de quienes sean, porque sin información no podemos tomar decisiones serias como ciudadanos. Si hubiera sabido hace tiempo lo que sé ahora... o a lo mejor solo soy joven, inocente y estúpido".

¿Tenía la intención de ayudar al enemigo? "Si yo hubiera sido alguien más malicioso, podría haberle vendido esto a Rusia o China, y haberme hecho rico. Pero es algo que pertenece al dominio público. La información debería ser libre. Otra nación se hubiera aprovechado de la información para adquirir una ventaja. Pero si la información se expone, se convierte en un bien público".

Junto con esas ansias de cambiar el mundo, Manning demuestra una vulnerabilidad casi autodestructiva, admitida en supuestas confesiones como estas: "He estado aislado durante mucho tiempo. Solo quería ser buena gente, vivir una vida normal. Pero los eventos me obligaron a encontrar formas de sobrevivir, a ser lo suficientemente listo para darme cuenta de las cosas que pasan, pero incapaz de hacer nada al respecto. Nadie se fijaba en mí".

Alistado en el Ejército de Tierra desde 2007, formado como analista de inteligencia, Manning fue destinado en octubre de 2009 a la Segunda Brigada de Combate de la Décima División de Montaña, en la base de operaciones Hammer, al este de Bagdad. Tenía acceso a SIPRNet, una red secreta del Departamento de Defensa, y JWICS, otra red utilizada conjuntamente por Defensa y el Departamento de Estado para transmitir información clasificada. La fiscalía militar mantiene que Manning comenzó a descargarse documentos y a entregarlos a WikiLeaks un mes después de llegar a Irak.

Nacido en 1987 en Crescent, una localidad de 1.281 habitantes de Oklahoma, Manning vivió su infancia en lo que en Estados Unidos se conoce como el Cinturón de la Biblia, una franja de condados conservadores extremadamente religiosos que va de la costa atlántica a Tejas. Fue un ateo a la deriva en un océano de fe. Sus padres, que no pasaban mucho tiempo con él, se divorciaron cuando tenía 13 años. Él se mudó a Haverfordwest (Inglaterra) con su madre, que era galesa de nacimiento. Allí estudió la enseñanza secundaria y, tras terminarla, regresó a Oklahoma. Amigos suyos dicen que el padre le echó de casa a los pocos meses, vinculando ese hecho a que Bradley Manning había manifestado su homosexualidad.

Todo lo que Manning dice ser en sus supuestas conversaciones con Lamo -su inadaptación social, sus ganas de cambiar el mundo, sus ansias de aceptación- surge de aquellos oscuros años adolescentes en los que rompió lazos con su familia. Buscó algunos trabajos. Encontró empleos con pagas ínfimas. Llegó a dormir en un coche, sin hogar al que acudir. Pasó por Tulsa, luego por Chicago, y acabó en Potomac, en la zona metropolitana de Washington, la capital federal.

A los 20 años, el Ejército parecía un medio sencillo de obtener ingresos y alojamiento, además de formación. Así acabó alistándose Bradley Manning, a pesar de que entonces todavía imperaba en el Pentágono la ley que prohibía a los gais de uniforme manifestar abiertamente su sexualidad. Cuando se hallaba a la espera de ser enviado al frente de batalla, Manning conoció e inició una relación sentimental con Tyler Watkins, alguien que se definía en su blog como músico, experto en mercadotecnia y estudiante de psicología. En sus días de permiso, el soldado visitaba a su novio en Boston, donde este residía y estudiaba, en la Universidad de Brandeis. Allí conoció a su red de amigos, entre ellos un nutrido grupo de piratas informáticos, quienes le hicieron sentirse acogido, reconfortado, útil. Compartía con ellos una visión de la vida, una rebeldía contra el sistema, unas ganas de liberar a la sociedad haciendo de la información un bien público. Entonces, por primera y última vez, Bradley Manning fue feliz. Y, de repente, llegó Irak.

En el frente bélico, aislado de nuevo, Manning buscó pronto la aceptación de los demás. Desde luego, no la encontró en la disciplina castrense de los barracones en medio del desierto. Según las supuestas conversaciones con Adrian Lamo, en sus horas muertas contactó con Julian Assange, el misterioso y carismático líder de WikiLeaks, un portal de Internet que aspiraba en sí mismo a ser un movimiento de liberación cibernética.

"Entablé una relación con Assange", dijo. "No sé mucho más que lo que él me cuenta, que es muy poco. Me llevó cuatro meses confirmar que la persona con la que hablaba era, de hecho, el propio Assange". Lo que el Ejército quiere demostrar ahora es que Manning filtró los documentos. Además investiga si pudo no haber actuado solo y si sustrajo la información de las redes secretas al dictado de Assange, lo que convertiría al gestor de WikiLeaks en cómplice. Ninguna otra persona ha sido acusada hasta el momento. Assange nunca ha admitido ninguna de las acusaciones.

El 18 de febrero de 2010, WikiLeaks publicó la primera entrega de la gran saga de filtraciones, un mero prólogo a lo que había de llegar: un cable clasificado del Departamento de Estado redactado el 13 de enero de 2010 por oficiales de la embajada norteamericana en Islandia, en el que se narra una reunión con líderes locales y con un asesor del embajador británico. "Después de expresar pesimismo sobre el futuro de Islandia, los dos oficiales pidieron ayuda a Estados Unidos", decía el documento de referencia.

El 15 de marzo se publicó un informe secreto de la diplomacia estadounidense sobre WikiLeaks, y el 29 del mismo mes, una serie de perfiles críticos elaborados por la embajada en Islandia sobre políticos de aquel país. El 5 de abril se publicó en el portal de WikiLeaks un vídeo, que Assange tituló Asesinato colateral, en el que se veía la grabación editada, tomada desde un helicóptero del Ejército de EE UU, de tres ataques aéreos contra objetivos iraquíes en Bagdad en 2007. En aquella operación habían muerto 12 personas, dos de ellas periodistas de la agencia Reuters. Dos niños resultaron heridos. "Culpa suya, por traer niños al campo de batalla", se oye decir a un soldado no identificado.

En julio, WikiLeaks entregó 92.000 documentos sobre la guerra de Afganistán a dos diarios, el norteamericano The New York Times y el británico The Guardian, y a la revista alemana Der Spiegel. En octubre cedió otros 400.000 documentos sobre la guerra de Irak a los mismos medios, al diario francés Le Monde y a la televisión catarí Al Yazira. Finalmente, en noviembre, cedió 250.000 cables secretos del Departamento de Estado, que dejaron a la Diplomacia norteamericana al desnudo; en este caso lo hizo a otro grupo de medios, entre ellos EL PAÍS.

Para entonces, Manning ya llevaba aislado seis meses, en la situación de detención preventiva. El Ejército de Tierra le arrestó el 29 de mayo de 2010, acusándole de dos cargos -desobediencia a la autoridad y falta de disciplina- por filtrar el vídeo del ataque a Bagdad y el cable de la embajada en Islandia y por sustraer lo que entonces se estimaba que eran 150.000 cables diplomáticos secretos. Washington intuía ya desde entonces cuál podía ser la magnitud de las filtraciones que le atribuye al soldado Manning.

El Pentágono ha presentado este mes otros 22 cargos contra el soldado. Uno de ellos es el de "asistencia al enemigo". Entienden los fiscales de Defensa que, con sus supuestas filtraciones, ha facilitado información suficiente a los talibanes y a Al Qaeda para que tomen represalias contra informantes del Ejército norteamericano. Resuena en las páginas de la denuncia contra Manning la frase pronunciada por el secretario de Defensa, Robert Gates, en el verano pasado: WikiLeaks y sus colaboradores tienen "las manos manchadas de sangre" por las venganzas rebeldes en Afganistán.

La asistencia al enemigo se castiga normalmente con la pena capital. El Pentágono ha dicho que no la solicitará en el caso de Manning, pero el equipo de ayuda jurídica al soldado ha asegurado a EL PAÍS que, en última instancia, depende del juez y no de la fiscalía decidir si aplica esa pena en un veredicto de culpabilidad.

Sin una fecha concreta para su juicio, Manning se siente, según allegados suyos, desesperado. Una vez liberado de la supervisión por riesgo de suicidio, recobró el privilegio de dormir con algo de ropa y pasar una hora al día en una celda distinta de aquella en la que vive, que es de seis metros cuadrados. Pero el 2 de marzo cometió un grave error. Tratando de que se le concediera cierta rebaja en las medidas de seguridad aplicadas, se reunió con el oficial de operaciones del calabozo. "Se le considera en riesgo de poder dañarse", le dijo este. Manning respondió, con ironía: "Si quisiera dañarme, podría hacerlo con la goma elástica de mis calzoncillos o con mis sandalias".

"Sin consultar a ningún médico psicológico del calabozo, el oficial usó mi comentario sarcástico como justificación para incrementar las restricciones que se imponían sobre mí bajo la excusa de que le preocupaba que hubiera en mí riesgo de suicidio", explica Manning en su carta. "Desde el 2 de marzo de 2011 se me quita toda mi ropa por la noche. Se me ha dicho que el comandante tiene la intención de mantenerme así de forma indefinida". Desde hace unos días se le entrega por las noches un babero con velcros para que lo use para dormir.

Aunque oficialmente Manning ya no se encuentra ahora bajo control por riesgo de suicidio, se le trata como si lo estuviera. Él mismo narra cómo se sintió el primer día de su nueva rutina: "Al principio, después de entregar mi ropa a los guardias, no tuve más opción que acostarme desnudo en mi fría celda hasta la mañana siguiente. Por la mañana, se me hizo salir de la celda para la inspección matutina del supervisor de guardia del calabozo. No se me dio la ropa de vuelta. Salí de la cama e inmediatamente comencé a sufrir temblores por el frío en mi celda. Caminé hacia la puerta de la celda con las manos cubriendo mis genitales. El guardia me dijo que me colocara en posición de firme, lo que implicaba que debía estar erguido con las manos tras la espalda. Me mantuve en firme durante tres minutos. Cuando llegó el supervisor, llamó a los demás guardias. Todos me miraron".

El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha rechazado las acusaciones de maltrato al soldado Manning. "Las afirmaciones por parte de blogueros de izquierda, periodistas y otros de que no se le trata adecuadamente, o de que se le trata de modo distinto de los demás, o de que está aislado, no son correctas", dijo el portavoz del Pentágono, Geoff Morrell, en rueda de prensa el 26 de enero. "Está en una celda, a solas. Pero es que así es como están todos los presos que aguardan juicio en el calabozo. Ese calabozo está diseñado para que cada preso se mantenga siempre en su celda... Puede ver televisión. Puede leer periódicos. Puede hacer una hora de ejercicio".

Sin embargo, Amnistía Internacional ha denunciado que las condiciones de reclusión de Bradley Manning suponen una violación de sus derechos humanos. El representante demócrata por Ohio, Dennis Kucinich, a quien se le ha prohibido visitar al soldado en la cárcel, lo ha comparado con los abusos en la prisión iraquí de Abu Ghraib. Incluso el portavoz de Hillary Clinton en el Departamento de Estado, P. J. Crowley, dijo en una conferencia ante estudiantes el 10 de marzo que el trato del Pentágono a Manning era "ridículo, contraproducente y estúpido". Tuvo que dimitir tres días después.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Wikileaks y el cerco a Assange


El delito es Julian Assange y Wikileaks, no el contenido de los cables sustraídos y publicados por Wikileaks con los tejemanejes de la diplomacia yankee y la degradación de las libertades y la democracia en todo el mundo provocan por mantener los intereses del gobierno estadounidense o de sus colaboradores y empresas de campaña. Ningún juez estadounidense, sueco o británico ha abierto procedimiento penal alguno. No pensemos mal, seguro que aún lo están estudiando.

Fabricar leyes tiene enormes ventajas prácticas, siempre hay una olvidada que desempolvar para usarla en el momento adecuado o una nueva exprés recién sacada del horno. También puede no haber leyes, como en el limbo de Guantánamo. Es la esencia de ser El Fabricante. En periodismo existe un dicho que ha generado las páginas más lamentables de la profesión: "Que la realidad no te estropee un buen titular". Y en eso estamos. Los creadores de leyes ya han puesto el titular político a este embrollo: "Culpable de lo que sea" y ahora andan con los ajustes, brujuleando en la realidad y en la letra pequeña para que todo encaje.

Se busca a Assange en Suecia por un delito de violación y dos de abusos sexuales y coacción. Lo llaman "sexo por sorpresa". Son temas graves y la gente seria no debería jugar con ellos. El fundador de Wikileaks está convencido de que detrás está la mano de EEUU. Sus abogados hablan de montaje. Según la acusación las mujeres afectadas tuvieron sexo consentido con el hoy acusado pero pidieron que parara al romperse el preservativo. Él no se detuvo. Es lo que deberán dilucidar los jueces.

La justicia sueca ha sido rápida en la tramitación de la demanda y en rechazar las alegaciones de los abogados de Assange. Tanta celeridad puede dar la impresión de una justicia eficaz. La exitosa triología Millenium, escrita por Stieg Larsson, muestra una Suecia menos ejemplar de la que flota en el ambiente.

Interpol ha sido igualmente rápida en tramitar la orden de detención. Es la misma Interpol que ha hecho caso omiso de las órdenes de detención dictadas por el juez español Santiago Pedraz contra tres militares estadounidenses acusados de matar a José Couso.

Justicia de primera, justicia de segunda. Nadie parece igual ante la ley.

El juez británico que ha interrogado a Assange no le ha puesto en libertad con fianza. Lo mantiene en prisión hasta el día 14, fecha de la próxima vista. La primera era de procedimiento, para establecer la identidad de Assange, quien horas antes, al entregarse a la policía británica, se negó a ser fotografiado, a permitir que se le tomaran las huellas y a desvelar su ADN. Los abogados esperaban que fuera puesto en libertad bajo fianza. Tenían preparados hasta 100.000 libras esterlinas (unos 118.000 euros).

El magistrado puede haber basado su decisión en el riesgo de fuga. ¿A dónde? ¿A Suecia que lo reclama? ¿A EEUU que rastrea ideas en el baúl de las ideas urgentes? ¿A Australia cuyo Gobierno resulta más pronorteamericano que el mismo norteamericano? No parece que exista riesgo de fuga en una persona que se entrega libremente. En una persona que se cree símbolo de algo más importante que el cablegate. Assange se sabe símbolo de una batalla moral en la defensa del derecho a la libertad de información aunque esta disguste al poder. Es la diferencia entre una democracia y una dictadura.

La abogada de Assange, Jennifer Robinson, informó ayer de que al fundador de Wikileaks se le ha aplicado la European Arrest Warrant, que permitiría enviarle a Suecia con rapidez. Asegura que es una medida desproporcionada y que las acusaciones no están fundamentadas ni se encuentran escritas en un idioma que su cliente pueda entender con claridad. El fondo de la batalla es EEUU, país que tiene firmado un acuerdo de extradición con Suecia desde los años 60.

Antes de pedir la extradición de Suecia a EEUU, el fiscal general estadounidense Eric Holder debería encontrar un delito. La última idea sobre el tablero es considerar a Assange un hacker como Gary McKinnon y aplicarle el mismo procedimiento para lograr la extradición. Frente a cualquier ley está la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos y sentencias de su Tribunal Supremo, como la posterior a los Papeles del Pentágono, que podrían favorecer a Wilikeaks.

Pero eso es el final de esta historia que acaba de empezar. Julian Assange no es Augusto Pinochet quien logró evitar la extradición a España pese a ser un asesino en serie. Ni España es Estados Unidos. Mientras, sin que medie un juez o la justicia, se han cerrado servidores y cancelado cuentas. Lo más sorprendente es el caso de Suiza que clausuró una con 37.000 dólares procedentes de donaciones para Wikileaks con la excusa de que el titular mintió sobre su país de residencia. Suiza ha sido y es un lugar seguro para todo el dinero sucio del mundo supuestamente limpio. Nadie preguntó a Mobutu Sese Seko de dónde había obtenido sus millones. Importa la residencia, no el delito. Como el vídeo que encabeza este post.

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Nadie duda de que José Couso fue asesinado en el ejercicio de su profesión por tres soldados americanos. Hasta aquí todos de acuerdo, incluido el Gobierno. Debo reconocer que ver a sus responsables -el sargento Thomas Gibson, el capitán Philip Wolford y el teniente coronel Philip de Camp- entrando por la Audiencia Nacional para rendir cuentas ante el juez Santiago Pedraz me parecería pura ciencia-ficción, pero tener que tragarnos que su impunidad la suscriben ministros y fiscales españoles es un exceso de realismo. Y no consuela constatar en esos miles de cables la sumisión de todos los Gobiernos ante el Imperio. Sigue doliendo igual, y preferiría que el nuestro reconociera en voz alta su impotencia a que se ofrezca a dar explicaciones en privado a la familia Couso -¡como si a los demás no nos incumbiera el caso!-. Si no se asumen responsabilidades en este asunto su autoproclamada inmunidad los igualará a los soldados americanos y los hará cómplices de un crimen que no deberíamos olvidar. ¿De qué pasta esta hecha esta clase política que no se siente obligada a rendir cuentas?

En el otro extremo, 200 sitios actúan hoy como espejo de Wikileaks, garantizando nuestro derecho a saber la verdad. Ojalá sigan haciéndolo y ojalá también conozcamos, la conversación entre Moratinos y Tzipi Livni sobre la rebaja de la legislación española en materia de jurisdicción universal, que ponía en peligro a siete altos cargos israelíes. Tal como está el percal, ¿qué hace una con su voto en 2012 si quiere un Gobierno de izquierdas en este país.

Como ya he comentado en algunas ocasiones en este blog, la propia naturaleza distribuida de Internet hace que todos estos esfuerzos por “eliminar” al enemigo no sean más que pequeños contratiempos que se subsanan con la creación de cientos de sites idénticos al atacado y que seguirán ofreciendo la misma información pero ahora con mayor repercusión mediática que antes del ataque. No hay nada que una más a un grupo disgregado que tener un enemigo común contra el que unirse y luchar: en nuestro caso los gobiernos llamados democráticos que utilizan la censura informativa para tapar sus escándalos políticos y la violación del derecho internacional para no tener que pasar cuentas delante de la justicia. Los ataques a Mastecard, Visa o Paypal por cortar el servicio que favorezca la financiación de Wikileaks es la consecuencia natural por parte de una sociedad, o una parte de ella, lo bastante concienciada en los medios y métodos de la red global como en la democracia real y universal que todos tendriamos que disfrutar. También los ataques a los servidores de hosting que han dejado de almacenar y servir la información de Wikileaks y la decisión del diario francés Liberation de mantener y ofrecer en sus servidores toda la información alojada y difundida por Assange y Wikileaks es una gran noticia. Porque todo lo desvelado no puede quedar impune. Porque la justicia, la democracia y la libertad de todos están en juego y porque ya dudo que vayamos a aguantar mucho más.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

El Polisario pisoteado


Después del ataque indiscriminado, violento e ilegal por parte de Marruecos sobre el campamento montado en las cercanías de El Aaiun leó que los refugiados del Frente Polisario tienen dos opciones: “Irnos a la mierda o volver a la guerra”. Así de simple. Supongo que la comunidad internacional estará contenta. Igual de contenta que lo está la hipócrita Unión Europea tan altanera y auto proclamada garante de la legalidad internacional y la democracia; y las libertades, cuando se habla de Cuba, pero con una capacidad de sin vergoncería, hipocresía y cinismo cuando eso mismo ha de denunciarse sobre la situación del Sahara Occidental y la dictadura monárquica y clerical de Marruecos, ogro opresor del pueblo saharauí. Parece que mientras los presos políticos, los exiliados, muchos de ellos millonarios en Miami, y los que claman libertades en la isla de los Castro se pone el grito en el cielo y se apela a las elecciones o a la democracia. Pero por el contrario, no se puede molestar al hijo puta del Mohamed VI por pisotear los derechos y libertades de 4 millones de personas y mantenerlos en un limbo legal bajo una ocupación de la que España es cómplice y culpable por omisión de socorro. Aquí no se piden elecciones y no se dice nada, se atan los machos, no sea que nos lleguen más pateras, no sea que nos pongan más bombas...

La comunidad internacional estará contenta de su incompetencia. El Frente Polisario está en tregua desde 1991 porque esa comunidad internacional se comprometió a avalar una salida justa y pacífica del conflicto saharaui. Se comprometió a la realización de un referéndum de autodeterminación en el Sahara Occidental. Se comprometió, y no ha cumplido.

El mensaje de la comunidad internacional al pueblo saharaui ha sido nítido: si quieres que se cumpla la legalidad internacional, no cuentes con nosotros. Si quieres que se celebre el referéndum de autodeterminación que la legislación internacional te reconoce, no cuentes con nosotros. Si quieres ser independiente, ve a la guerra y gánala. Si no, vete a la mierda. Y eso es lo que dicen los saharauis que están debatiendo: “Irnos a la mierda o a la guerra”.

Pero no nos engañemos: el inicio del problema no es que la comunidad internacional abandone por segunda vez a los saharauis. El inicio del problema está en el primer abandonó que sufrió el pueblo saharaui, abandono que todavía dura. España abandonó el Sahara y a los saharauis, acordando con Marruecos y Mauritania que estos se repartieran el territorio. Era el año 1975, 14 de noviembre, y Franco agonizaba. El jefe del Estado en funciones era Juan Carlos de Borbón. En vez de llevar a cabo un proceso de descolonización como era su obligación, regaló el territorio a marroquíes y mauritanos, y obligó al Frente Polisario a ir a la guerra contra esos dos estados.

Desde entonces, España no ha movido un dedo para remediar el mal que hizo. Ni uno solo de los gobiernos que se han turnado durante estos 35 años ha intentado que se cumpla la legalidad internacional. Eso si, la amistad entre "nuestro" monarca y el difunto Mohamed V, era según los medios de ambos lados del estrecho "inquebrantable". No me extraña, tras acordar la denigración de las libertades y la vida de millones de personas por mutuo acuerdo e interés, es imposible romper esa alianza.

Todos han dado la espalda al pueblo saharaui y a la obligación que tenían y tienen de finalizar el proceso de descolonización del Sahara Occidental. Al principio, hace tres décadas, la excusa eran Ceuta, Melilla y las islas canarias, la reivindicación que Marruecos podía hacer sobre ellas. Hace unos años, la excusa era el tráfico de drogas: si Marruecos no ayudaba, el país se iba a llenar de drogas. Después fueron las pateras, cuyo flujo Marruecos parecía poder controlar a su antojo. Excusas. Excusas para no hacer frente a las obligaciones que España tiene. No que España tenía, no. Obligaciones internacionales que España sigue teniendo. Esa misma España que sigue sin reconocer la independencia de Kosovo porque la declaración de independencia vulneró la legalidad internacional, incumple las obligaciones que dicha legalidad internacional le reclama respecto al inconcluso proceso de descolonización del Sahara Occidental. Y si el Gobierno español no sabe cuáles son esas obligaciones, que se lo pregunte al Gobierno portugués. Portugal en ningún momento olvidó sus obligaciones con Timor Oriental, que fue invadido por Indonesia y privado de su independencia. Portugal jamás abandonó a Timor del Este y lideró el trabajo de la comunidad internacional para que ese pequeño país –15.000 kilómetros cuadrados y un millón de habitantes– pudiera acceder a la independencia a través de un referéndum de autodeterminación celebrado en 1999, en el que aproximadamente el 80% de la población apoyó la independencia.


Y es precisamente eso lo que hay que reclamar a España. Al Estado español. Que lidere la comunidad internacional para que el Sahara Occidental termine su proceso de descolonización con un referéndum de autodeterminación, tal y como se prevé en el derecho internacional. Para que el pueblo saharaui decida entre tener o no un estado independiente, y no entre irse a la mierda o a la guerra. Estas reflexiones me las hacía hace una semana, antes de nuestro abortado viaje a El Aaiún. Y antes también de que el ejército marroquí atacara militarmente un campamento de civiles.

Ahora es más urgente que nunca que España abandone su política del avestruz. Que nadie del Gobierno hable, por favor, de las reclamaciones legítimas de las dos partes, porque hay una parte, la saharaui, que tiene la legalidad de su parte, y otra, la marroquí, que no tiene legitimidad en sus posiciones. Que nadie hable de neutralidad, ni dé sensación de equidistancia. No porque no pueda España ser equidistante –que no puede, porque la legalidad internacional le obliga a no serlo–, sino porque es mentira que España esté siendo neutral, es mentira que España trate igual a las dos partes. Para ello, lo primero que tendría que hacer sería reconocer que el representante legal del pueblo saharaui es el Frente Polisario, y establecer relaciones diplomáticas con él. Que es precisamente lo que hizo la Sudáfrica de Nelson Mandela: reconocer la República Árabe Saharaui Democrática. Os acordáis del caso surafricano, ¿no? La comunidad internacional le impuso a Sudáfrica sanciones económicas y diplomáticas. Y llegó la democracia y se restauró la legalidad internacional, que propició, entre otras cosas, la independencia de Namibia, territorio ilegalmente ocupado por Sudáfrica.

España, hoy, tiene que mandar un mensaje claro: respeto a la legalidad internacional, solicitud a Marruecos para que permita organizar el referéndum de autodeterminación en el Sahara Occidental, apoyo a las legítimas exigencias del pueblo saharaui y liderazgo dentro de la comunidad internacional para que esta obligue a quien incumple la legalidad internacional a cumplirla sin más demora. En resumen, España debe dejar de jugar al avestruz. Pero como todo en este país, que nos esperen sentados. No es el momento de crearse enemigos, rencillas, de alterar a la opinión pública en su dormidera. Vienen las elecciones, no vale arriesgar.

Y mientras el pueblo saharauí, deambulará sin patria, con la legalidad en la mano, con el horizonte salado del desierto como país, escapatoria y paraíso de la democracia y la libertad. Nosotros nos mantendremos en nuestros sillones y sofás, pero yo no, prometo luchar y hacer eco en las manifestaciones que por la causa saharauí se convoquen o improvisen. Libertad para el Sahara Occidental. Ánimo al Frente Polisario.

Camareros: Necesarios, degradados y precarios. Una experiencia personal

Ahora que ya está aquí el veranito con su calor plomizo, pegajoso y hasta criminal, se llenan las terracitas para tomar unas...